martes, 31 de marzo de 2015

El Jardín del Edén y la vida en los planos etéricos


EL GÉNESIS (Continuación)
CAPÍTULO IV
El Jardín del Edén y la vida en los planos etéricos
 
            Génesis 2:7
            “Entonces  el  Señor  Dios  modeló  al  hombre  del  polvo  del  suelo,  sopló  en  su  nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un alma viviente.”
            El espíritu se hizo interno. El soplo significa aquí la porción del Alma universal que penetró en la forma creada. ”Si la respiración desaparece, el animal muere, pero la respiración  es  inmortal.”  La  versión  Septuagésima  traduce  el  término  polvo  por esperma, el espíritu bajo el dominio del deseo. Adán significa “polvo rojo.”
            Génesis 2: 8-10
            Y el Señor Dios plantó un jardín al este  del Edén; y puso allí al hombre que  había formado…
            Y  un  río  salía  del  Edén  para  regar  el  jardín  y  después  se  dividía  en  cuatro brazos.
            Los  escritores  bíblicos han  emplazado  el  Edén  en  varios  lugares  de  la  Tierra.
Pero el Jardín del Edén no tuvo un emplazamiento físico; estaba situado en los planos etéticos.  El  río  que  regaba  ese  jardín  era  la  Luz  que  se  precipita  desde  el  Mundo  del Espíritu de Vida o plano de la Conciencia Crística, y se refleja en el plano etérico. Sus cuatro brazos son las cuatro corrientes en que la sustancia etérica se divide. El río Pisón 
rodea el país de la luz, la tierra del oro y de la piedra de ónix. Simboliza el éter superior o Reflector. El río Gihon rodea el país de Etiopía o de la oscuridad. Es el éter inferior o Químico. Hiddekel, que fluye al este, hacia la luz, es el éter Luminoso. El Éufrates, el mayor  y  más  importante  río  de  Asia  occidental,  simboliza  el  éter  de  Vida  que,  en  el actual estado del desarrollo humano, es el más importante de los cuatro.
            Astrológicamente, los cuatro brazos del río del Edén significan los cuatro puntos anuales en que cambia la dirección del sol, o sean, los Solsticios de Verano e Invierno y los Equinoccios de Primavera y de Otoño.
            Max  Heindel,  un  iniciado  de  la  Escuela  Rosacruz,  dice  que  el  Éter  Químico vibra con el átomo simiente del cuerpo denso, situado en el corazón; y el Éter de Vida, con el átomo simiente  del cuerpo vital, emplazado  en el plexo solar. Estos dos éteres mantienen la vida del cuerpo físico. El Éter de Luz vibra como el átomo simiente del cuerpo de deseos, situado en el vórtice central  del  hígado,  y también  como  el  cuerpo pituitario, en el cerebro. Antes de perder el hombre la visión espiritual y sucumbir a la seducción  de  su  naturaleza  inferior,  la  glándula  pituitaria  vibraba  como  el  átomo simiente del cuerpo denso. El Éter Reflector vibra como el átomo simiente de la mente, situado en el seno frontal, y con la glándula pineal que, como el cuerpo pituitario, está situada también en lo profundo de la cabeza. 
            El  Éter  Químico  se  relaciona  con  el  principio masculino  en  la  Humanidad;  el Éter de Vida, con el femenino. El siguiente Éter, el de Luz, es también femenino cuando está purificado por la regeneración; y el superior o Reflector, es masculino cuando está redimido. La unión de ambos, mediante la transmutación, los convierte en la luz que es la vida del mundo y sin la cual “nada de lo que ha sido hecho se hizo.”
            Adán y Eva son términos genéricos, que se refieren a la Humanidad  primitiva “hecha  a  imagen  y  semejanza  de  Dios,”  cuya  primera  habitación  se  encontraba  en  el reino de los éteres. De ello se deduce, necesariamente, que sólo pudieron habitarlo en cuerpos etéricos. A la visión etérica, aquellos cuerpos aparecen como formados por una nube  de  niebla.  Ciertas  inscripciones  antiguas  relativas  a  Adán  y  Eva  sólo  pueden entenderse en relación con esos hechos.
            Génesis 2:19
            Y fuera del Jardín, el Señor Dios formó todos los animales salvajes y todos los  pájaros del aire y los presentó a Adán para ver qué nombres les ponía. Y cada ser vivo  llevaría el nombre que el hombre le pusiera.
            Como  ya  se  ha  dicho,  la  Humanidad  primitiva  fue  andrógina.  Los  polos masculino y femenino del espíritu funcionaban del mismo modo dentro del cuerpo. En
relación  con  esto,  Platón,  un  iniciado  griego,  escribió  en  su  Banquete:  “El  hombre primitivo  era  masculino-femenino,  un  ser  único,  pero  Dios  separó  el  masculino  del femenino y dio lugar a dos seres distintos; no obstante, en el hombre actual hay aún dos 
seres , separados uno del otro por la persistencia en el pecado.”
            El polo masculino es la voluntad; el femenino, la imaginación. Cuando ambos funcionan  armónicamente  en  un  cuerpo,  producen  un  hombre-dios.  Un  ser  semejante posee los atributos espirituales que caracterizaron a la Humanidad antes de la Caída y que  la  Humanidad  redimida  volverá  a  poseer.  La  raza  humana  los  ha  perdido  como consecuencia de su división en sexos, su ilusión de separatividad, su superindulgencia 
con la vida de los sentidos y su inmersión en la materia.
            Adán, el hombre de la raza edénica, que poseía ambos principios de Voluntad e Imaginación y funcionaba en el reino sutil de las fuerzas etéricas, podía moldear éstas en  cualquier  forma  que  quisiese.  Y podía  manipular  los principios vitalizadores  de  la naturaleza, como los científicos de hoy manejan los elementos químicos de la Tierra. La fuerza creadora de su cuerpo aún no había “caído”; aún no la había dirigido mal ni había hecho mal uso de ella. Consecuentemente, estaba disponible, en su no dividido poder de creación, en un plano superior al físico.
            Esa capacidad para manejar las fuerzas sutiles de la naturaleza le dio al hombre adámico el control sobre los reinos inferiores. Esto está expresado en la afirmación de que  “cada  ser  vivo  llevaría  el  nombre  que  él  le  pusiera”.  No  sólo,  pues,  nombró  las 
criaturas sino  que,  mediante  su conocimiento  de los  valores  vibratorios,  fue  capaz  de controlarlas al pronunciar sus nombres.
            Hay que observar  que, cuando el hombre  estaba  funcionando en los éteres,  al reino animal se le estaba enseñando a construir cuerpos con la materia del Mundo del Deseo.  Esta  sustancia,  tan  plástica  como  la  emoción,  era  muy  sensible  al  control  del espiritual hombre adámico. Y, dado que el servicio es la ley del progreso, la asistencia que el hombre prestó a los animales en aquella etapa de su evolución, no solo les ayudó a evolucionar, sino que hizo avanzar al hombre mismo.
            Génesis 2: 15-17
            “Y el Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el Jardín del Edén para que lo  habitase y lo conservase.
            Y el Señor Dios dijo al hombre: puedes comer libremente de todos los árboles  del Jardín. Pero, del Árbol del Conocimiento de Bien y del Mal, no comerás. Porque,  desde el día en que comas de él, morirás.”
            El Árbol de la Vida representa el cuerpo perfecto masculino-femenino, como lo describe Juan en la Revelación. La ramita de acacia, que lo masones colocan en el ataúd
del hermano muerto, simboliza este árbol y se refiere al tiempo en el que el nacimiento y  la  muerte  de  los  cuerpos  físicos  terminarán;  cuando  el  hombre,  en  su  lugar,  se construirá  un  cuerpo  perfecto,  masculino-femenino,  que  no  conocerá  la  muerte.  Éste será el cuerpo del futuro al que se refiere Pablo.
            Madame Blavatsky llama al Árbol de la Vida la “caña del caduceo.” Y escribe: “Las dos serpientes son espíritu y materia, cuyas dos cabezas surgen de una cabeza y   cuyas dos colas se juntan, en la tierra, en una sola (realidad e ilusión). Esta es la gran  ilusión, oh, Lanoo.”             Génesis 2: 21-22
            “Y el Señor Dios sumió a Adán en un profundo sueño que lo durmió. Y tomó una  de sus costillas y cerró la carne. Y, con la costilla que había extraído al hombre, hizo  una mujer y se la presentó al hombre.”
            El sueño que  cayó  sobre Adán se refiere al  estado  de conciencia  del  iniciado, cuando  se  enfoca  exclusivamente  en  los  planos  espirituales  superiores.  El  término traducido como  costilla significa también  lado. Este pasaje  describe el proceso por el cual el hombre se convirtió en unisexual: Una parte o aspecto del espíritu se vio privada de su funcionamiento activo, con el resultado de que el hombre usó un cuerpo  con un solo sexo, bien masculino, bien femenino.
            La separación de sexos tuvo lugar en la Época Lemúrica, hace muchos millones e años. La transición desde el estado andrógino abarcó un largo período de evolución y comprendió varias etapas intermedias. La separación no se dio simultáneamente en toda
la  Humanidad.  Empezó  en  los  más  avanzados  y,  con  el  transcurso  del  tiempo,  se extendió  a  los  rezagados.  En  los  Templos  de  Iniciación  se  enseñaban  los  misterios 
relativos a esta transformación  a los pioneros de la raza.  Éstos eran admitidos para el conocimiento superior relativo a la división de los principios internos, mientras estaban en estado de desencarnados. Éste es el significado del profundo sueño o estado de trance al que Adán fue sometido cuando se le quitó (costilla) el lado femenino (Eva) y la raza humana quedó dividida en dos sexos.
                                                                                                                      (Continuará)

FRATERNIDAD  ROSACRUZ   MAX HEINDEL  (MADRID)
BOLETÍN INTERNO Nº 40 AÑO 2.001 - TERCER TRIMESTRE 
(Julio - Septiembre)

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