viernes, 31 de julio de 2015

Destruir Un Libro - en you Tube



DESTRUIR UN LIBRO
por Francisco-Manuel Nácher

      Destruir un libro es uno de los mayores delitos. Es hacer desaparecer todo lo que el autor recibió en herencia de sus antepasados y de los antepasados de los demás, todo lo que aprendió de sus contemporáneos y todo lo que él, con su propio esfuerzo, extrajo de sí mismo para transmitirlo a las generaciones venideras... 
        Sí. Es un delito muy grave. E irreparable. Porque un libro es una porción de la inmortalidad de su autor y destruir un libro es, nada menos, que matar la inmortalidad.


publicado en you tube desde aquí 


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lunes, 27 de julio de 2015

Lo que te impide ser feliz



LO QUE TE IMPIDE SER FELIZ
 por Francisco-Manuel Nácher

     ¿Quieres saber qué problemas del pasado te impiden ser feliz hoy? Es muy fácil: repítete cuantas veces puedas (cien, doscientas… al día), en todo momento, siempre que te acuerdes, durante varios días, esta sencilla frase: "Soy perfecto".
   Poco a poco te irán surgiendo pensamientos como éstos: "¿Perfecto y fumas, sabiendo que te perjudica? ¿Perfecto y no sabes vivir sin alcohol? ¿Perfecto y vas por el mundo criticando a todos sabiendo que tú tienes mucho que criticar? ¿Perfecto y no ayudas a quien sabes que necesita ayuda? ¿Perfecto y no piensas más que en ti? ¿Perfecto y...?
     Deja que lleguen esos pensamientos. Recíbelos. Es la voz de tu Yo Superior. Tenla en cuenta. Pero insiste: ¡Soy perfecto!. Por supuesto, no llegarás a serlo, pero te aproximarás. Pruébalo.

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viernes, 24 de julio de 2015

Lo que somos


LO QUE SOMOS 
por Francisco-Manuel Nácher

   Cuando veas a una persona que te interesa o que te llama la atención por cualquier motivo, imagina que ve ves sólo su esqueleto; luego, imagina que ves lo que le vas añadiendo: su cerebro, su tráquea, sus bronquios, sus pulmones, su corazón, sus arterias, su estómago, sus intestinos, sus riñones, su vejiga, sus músculos, su sangre fluyendo, sus nervios, su piel…
     Imagina que ves como un conjunto de piezas anatómicas. Ve su piel abierta como en una autopsia…
   Te darás cuenta de que, vistos así, todos somos iguales: un conjunto de órganos que se mueven, que viven, que realizan su trabajo… 
     Pero, ¿eso es cada uno de nosotros? ¿Sólo eso? No. Porque, ¿qué es lo que hace que ese conjunto de órganos viva y realice su función? Y, ¿qué es lo que hace que se formulen los pensamientos? ¿Y quién razona? Y, ¿dónde están la emoción y los deseos y los sentimientos? Porque, ¡precisamente, el pensamiento y el sentimiento es lo que, de verdad nos diferencia a unos de otros! Y es lo que determina el aspecto del resto. Y, en el fondo, es lo que nos atrae o nos repele o nos deja indiferentes. Porque, ¿qué queda de una persona maravillosa, si le vamos quitando mentalmente los diversos órganos? ¿Dejará de sentir y de pensar como antes? No. Seguirá siendo la misma. Y, si nos atraía y nos gustaba, ¿qué es lo que nos gustaba, realmente? ¿Un montón de células sanguinolentas? ¿Un trozo de grasa o de cartílago o de tejido conjuntivo? No. Lo que nos atraía, aunque no lo sepamos, era lo otro, lo interior, ese interior que no se ve, que no se toca, que no se puede ni siquiera imaginar, pero que está ahí, rigiéndolo, dirigiéndolo y condicionándolo todo: el espíritu. No te dejes, pues, engañar por las apariencias.

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miércoles, 22 de julio de 2015

Lo que hay detrás del ayuno


LO QUE HAY DETRÁS DEL AYUNO 
por Francisco-Manuel Nácher 

  La asimilación de los alimentos es el trabajo que realizan las fuerzas que actúan a través del polo positivo del Éter Químico. La excreción, sea vía excrementos, orina, sudor o excreciones de cualquier tipo, es responsabilidad de las fuerzas que actúan sobre su polo negativo.
    Sin Éter Químico, pues, no sería posible ni alimentarnos ni, por tanto, crecer ni sustituir tejidos dañados ni, en última instancia, vivir en el Mundo Físico. 
   El Éter Vital, a su vez, es el canal a cuyo través actúan las fuerzas de la reproducción, permitiéndonos, por una parte, crear semen, óvulos y embriones y, por otra, desarrollar los órganos de los cinco sentidos físicos. 
   Quiere esto decir que, si comemos más de lo necesario, el Cuerpo Etérico se ve en la necesidad de acopiar más Éter Químico con el fin de asimilar esos alimentos, o sea, que aumenta la proporción de Éter Químico del Cuerpo Etérico. Y, del mismo modo, cuando abusamos de la actividad sexual, el Cuerpo Etérico se ve en la necesidad de acopiar más Éter Vital para hacer frente a esas necesidades. 
  Tengamos en cuenta, sin embargo, que esos dos éteres, los dos inferiores, son los propios y característicos del Mundo Físico, ya que los dos superiores, el de Luz y el Reflector, son más pertenecientes y actuantes en los mundos superiores y constituyen lo que se denomina como la parte inmortal del cuerpo mortal.               Siempre, cuando se ayuna, aunque no se diga expresamente, se sobreentiende que, además de prescindir de la ingestión de alimentos, se prescinde al mismo tiempo de la actividad sexual.             Porque, al ayunar y al practicar la continencia sexual, se reduce la cantidad de ambos éteres inferiores y su “vacío” se rellena con los dos éteres superiores, que tienen mucha mayor afinidad por los mundos espirituales y actúan, por tanto, sustituyendo a los primeros, pero desde un punto de vista más elevado. 
    Eso es, pues, lo que han practicado todos los místicos y ascetas: comer menos y abstenerse sexualmente para aumentar su provisión de éteres superiores, a costa de los inferiores, y contactar más fácilmente con los mundos espirituales.
    Los efectos del ayuno y la continencia, pues, no derivan de nada milagroso e incomprensible, sino de una simple compensación y reequilibrio internos prácticamente matemáticos.
    Pero, como los éteres inferiores nos pegan a la Tierra, mientras que los superiores nos hacen tender hacia el cielo, han necesariamente de actuar como magnitudes inversamente proporcionales, es decir, que cuando aumentamos la cantidad de éteres inferiores, aparte de que nos hacemos más mundanos, automáticamente estamos reduciendo, en la misma proporción, la cantidad de éteres superiores, con lo que disminuimos, proporcionalmente también, nuestra espiritualidad o tendencia hacia arriba. 
   Hemos de tener claro, pues, si queremos culminar nuestra marcha por el Sendero con la Boda Mística, el Nacimiento del Cristo Interno, la sublimación de la energía creadora, la obtención de la clarividencia, la formación de la Piedra Filosofal o la Iniciación, que no lo lograremos hasta que nuestra provisión de éteres superiores sea la necesaria. 
  El conocido ayuno de los cuarenta días simbólicos - ya que cuarenta es el equivalente, en ocultismo, de un período indeterminado, el necesario hasta que se produzca el efecto deseado o esperado - no es sino un ayuno y una abstención sexual que se prolonga hasta que se produce la necesaria reducción en la provisión de éteres inferiores y el incremento proporcional y simultáneo de los superiores, para que se establezca el contacto entre el espíritu y la personalidad y el dominio del primero sobre sus vehículos inferiores, espiritualizados, es decir, llenos de éteres sutiles y vacíos de éteres groseros.
    Por tanto, si no el ayuno de cuarenta días, que no debe realizarse sin la asistencia de un Maestro, porque nos podría llevar a la muerte o, por lo menos a unos desequilibrios muy difíciles de recuperar, sí es conveniente, sin embargo, de vez en cuando, el ayuno de veinticuatro horas o, por lo menos, el prescindir de una comida al día, sobre todo, al pasar la barrera de los cincuenta años de edad.       Esta última recomendación de nuestra filosofía, debería convertirse en hábito entre los miembros que han superado esos años. Y ello porque, a partir de esa edad, ya no hace falta crecer físicamente en nada; porque la actividad física y sexual se supone que se han reducido considerablemente y con ello la necesidad de éteres inferiores; y, porque también es lógico esperar que se haya alcanzado suficiente espiritualidad y los éteres superiores acopiados puedan suplir a los inferiores en sus funciones mantenedoras.              Comprendido, pues, el por qué y el cómo del ayuno, ya dependerá de nosotros su empleo o no. Pero sí sería muy conveniente adquirir el hábito de no comer en exceso. 

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domingo, 19 de julio de 2015

Lo que da sentido la vida



LO QUE DA SENTIDO A LA VIDA
 por Francisco-Manuel Nácher 

  Por supuesto, no pretendo que el lector crea todo lo que sigue. Sólo le pido que, dado que no existe una demostración científica material sobre la causa y la finalidad de la vida y de la muerte, ni sobre por qué es mejor un modo de vida que otro o por qué hay que observar determinados principios, como persona inteligente que es, preocupado por encontrar una respuesta satisfactoria - satisfactoria para él - a todas estas preguntas, haga dos cosas: 
  
    1ª.- Se olvide de todos sus prejuicios, se convierta en un niño para el cual, precisamente por ser un niño, todo es posible - "el que no se convierta en un niño no entrará en el reino de los cielos" - y acepte, en principio, las explicaciones que sobre éstos y otros temas le voy a dar. 
    Contienen una aclaración completa de cuanto sucede en nuestro entorno. Sin lagunas, sin fallos, sin contradicciones, podrá usted, con su sola razón, ver el cómo y el por qué de todo y situarse en el mundo y saber las causas de esa situación que es la vida actual. No necesita creer todo esto. Simplemente, admítalo como verosímil y actúe en consecuencia. Actúe como han actuado siempre los sabios: Aceptando como posible una hipótesis y trabajando como si fuese cierta, experimentándola, comprobándola y, una vez testada, enunciarla y aceptarla como algo cierto. Su Yo Superior se encargará de ir guiándole para que desbroce el tema y haga propio lo que necesite y compruebe por sí mismo cuanto le diré. La fe, la que le puede hacer falta para aceptar como posible todo esto, es sólo una virtud provisional. Pronto se verá sustituída por el conocimiento, por la seguridad, tras la comprobación, que es lo que constituye la verdadera sabiduría. 

    2ª.- Lea y medite detenidamente todos y cada uno de los puntos que siguen: 

     a.- Cada uno de nosotros es una emanación, una parte, un centro de conciencia de Dios y, por tanto, inmortal. 
   b.- Nuestro origen, pues, es Dios, y Dios es nuestra meta. Nacemos sin conciencia de nuestra individualidad ni de nuestra existencia y sin haber desarrollado ni saber utilizar las facultades propias de los dioses creadores. Pero hemos de llegar a la autoconciencia y al desarrollo completo de nuestras facultades divinas. 
    c.- En ese recorrido, desde Dios hasta Dios, vamos actuando en distintos planos de conciencia, en mundos de distinta densidad, y vamos aprendiendo y desarrollando nuestra autoconsciencia y nuestras facultades creadoras. 
    d.- Como, con frecuencia, y a causa del libre albedrío que se nos ha concedido, no acertamos con el camino, es decir, con la actuación o la postura o el ideal apropiados para esa evolución, hacemos daño a otros, que también son dioses en formación como nosotros y partes del mismo Dios. Y, por tanto, hemos de eliminar esas tendencias que perjudican la evolución de los demás y, consecuentemente, la nuestra, como partes que somos de un mismo todo. 
    e.- Y para que podamos percatarnos de nuestros errores y del daño que causamos a los demás, tras cada vida, ese daño recae sobre nosotros en lo que llamamos Purgatorio. Y, a continuación, recae sobre nosotros también todo el bien, toda la felicidad que hemos proporcionado a los demás, en lo que llamamos Primer Cielo.
    f.- La línea que separa lo bueno de lo malo, lo positivo de lo negativo, lo que produce placer de lo que produce dolor y, por tanto, lo que nos hace experimentar sufrimiento o felicidad, es decir, el "listón" de la evolución se contiene en esta frase: "Trata a los demás como a ti te gustaría que ellos te tratasen; y no los trates como a ti no te gustaría que ellos te tratasen".
    g.- De ese modo, nuestro yo, nuestro verdadero Yo que, en su evolución en los distintos mundos utiliza cuerpos o vehículos formados con la sustancia de cada uno de ellos, va aprendiendo lo que debe hacer y lo que debe evitar. 
    h.- A su vez, los distintos vehículos o cuerpos que usa el espíritu en los distintos mundos (físico, etérico, de deseos o emocional y mental) van perfeccionándose y espiritualizándose de modo que, a lo largo de la evolución vamos, en cada renacimiento, contando con cuerpos de mejor calidad, más aptos para conducirnos a la meta: convertirnos en dioses creadores. Pero creadores perfectos, creadores, al primer intento, sin errores, sin necesidad de rectificar lo creado, sin vernos obligados, como nos ocurre ahora, a tener que corregir nuestras obras porque aún no son perfectas. 
    i.- Los mecanismos clave, pues, de la evolución los constituyen, por un lado la libertad de que gozamos y la responsabilidad de ella derivada y, por otro, dos leyes naturales: La que nos hace renacer sucesivamente desde nuestra emanación en el seno de Dios hasta nuestro regreso a Él, plenamente evolucionados y convertidos en dioses creadores; y la que nos hace aprender a crear correctamente mediante el reflejo sobre nosotros mismos de las consecuencias de nuestros aciertos o de nuestros errores. La primera es la Ley de Renacimiento y la segunda, la de Retribución o del Karma. Ellas no sólo hacen posible, la evolución, sino que dan sentido a la vida que, sin ellas parece una sinrazón y una locura. 
   Medita, pues, sobre cuanto antecede, mira a tu alrededor, recuerda tu pasado y el de tus conocidos, comprueba que lo que antecede no es ningún despropósito, y saca tus propias conclusiones 
  
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Llevar pañuelo


LLEVAR PAÑUELO
 por Francisco-Manuel Nácher

   Si inculcamos, repitiéndolos infinitas veces, a los niños, los pensamientos o hábitos que consideremos deseable que exhiban y rijan su edad madura, les haremos un bien incalculable. Arraigarán en su corazón y llegarán a constituir una personalidad adaptada a ellos. Y, cuando afloren las tendencias negativas de otras vidas, serán vencidas por la mayor fuerza de los hábitos positivos. Por supuesto, si esas repeticiones, además de en estado de vigilia, se le hacen al niño durante el sueño profundo y tomándole de la mano, la efectividad será mucho mayor.
   Mi abuela materna, que vivió con nosotros desde que yo nací hasta que murió a los 80 años, tenía verdadera obsesión por los pañuelos. No podía concebir el salir a la calle sin llevar uno en el bolsillo. De modo que, durante toda mi vida, hasta que me casé y abandoné la casa paterna, lo último que oí, cada vez que salí a la calle, fue la voz de mi abuela preguntándome: “¿Llevas pañuelo?”       Esta necesidad de llevar pañuelo ha quedado tan grabada en mí que, aún hoy - y ya voy para los 70 años - antes de salir, me aseguro de que está en mi bolsillo. Lo cierto es que lo uso bien poco. Prácticamente, nada. Pero, si alguna vez, por causas a mí ajenas (cambio de traje urgente, olvido al hacer un equipaje, etc.) no he llevado pañuelo, me han sucedido mil cosas que me han hecho necesitarlo y, por tanto, desearlo fervientemente. 
   Esto demuestra, pues, que es posible, y muy aconsejable, emplear este proceso para inculcar a nuestros hijos pensamientos-semilla de futuras actuaciones. Por supuesto, lo de “llevar pañuelo” es sólo un ejemplo ilustrativo de lo que se puede lograr. No se necesita más que: que se trate de pensamientos positivos (del orden de : “hay que ser bueno con todos; no hay que vengarse nunca; hay que devolver bien por mal; hay que perdonar; todos tienen su lado bueno; si haces el bien, serás feliz; todos te pueden enseñar algo bueno; mira siempre el lado bueno y bonito de las personas y las cosas; ama a todos, pues todos buscan amor; etc.) y repetirlos, repetirlos, repetirlos… 

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sábado, 18 de julio de 2015

Las virtudes y el Camino


LAS VIRTUDES Y EL CAMINO
 por Francisco-Manuel Nácher 

     No se trata de que adquiramos virtudes. Hemos de convertirnos en ellas. No hemos de ser amables; hemos de ser la Amabilidad. No hemos de ser puros; hemos de ser la Pureza. No hemos de ser serviciales; hemos de ser el Servicio. No hemos de ser piadosos: hemos de ser la Piedad. No hemos de ser caritativos; hemos de ser la Caridad No hemos de ser discretos; hemos de ser la Discreción. No hemos de ser pacientes, tolerantes y comprensivos; hemos de ser la Paciencia y la Tolerancia y la Comprensión. Ni hemos de ser humildes y diligentes y dispuestos sino que hemos de ser la Humildad y la Actividad y la Disponibilidad… 
    Eso es lo que quería decirnos Cristo cuando afirmaba: “Yo soy el Camino”. Porque, podemos hollarlo pero, hasta que no nos hayamos convertido nosotros mismos en el Camino, no habremos avanzado prácticamente nada. 
  Se trata de un cambio de punto de vista, una fundamental y necesaria ampliación de conciencia en relación con las virtudes. Al hacer la Retrospección y la Concentración y las sesiones de meditación, hemos de acostumbrarnos a no mirar las virtudes como algo ajeno, externo, que hemos de, en cierto modo, atraer o imitar. No. No es eso. Hemos de verlas como algo consustancial a nosotros, como una parte, como un aspecto de nosotros mismos, de modo que pensemos y sintamos y actuemos a través de ellas. Sólo así las virtudes se convertirán en fuerzas potentísimas que nos elevarán y nos abrirán puertas y ventanas de comprensión y de visión espiritual. 
    Así como, cuando, al meditar, nos introducimos en un perro o en una mosca o en un caracol o en un árbol, y tratamos de identificarnos con ellos, nuestra comprensión de sus circunstancias es tal que podemos sentir como ellos y vivir como propias sus facultades, sus limitaciones y su vida toda, y comprender el por qué y el cómo de esas vidas, del mismo modo hemos de hacer con cada una de las virtudes: Tomar una de ellas y meternos en su interior o, mejor, meterla dentro de nosotros, haciéndola una con nosotros, y ver a través de ella, como ella vería; y sentir a través de ella, como ella sentiría; y obrar a través de ella, como ella obraría. Esto hará que nos resulte claro su por qué y su cómo, y pase a formar parte de nuestro ser, y emane de nosotros y nos mueva y nos inspire con la misma naturalidad con que andamos o hablamos o comemos…
  Por supuesto, este proceso habrá que repetirlo, durante las sesiones de meditación que sean necesarias hasta que quede todo debidamente afianzado. Luego habrá hacer lo propio con cada una de las demás virtudes que deseemos encarnar. Es una labor a la que vale la pena dedicar lo mejor de nuestros esfuerzos. Porque nuestra meta es, al fin y al cabo, el poder un día decir también: “Yo soy el Camino”.

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martes, 14 de julio de 2015

Las vacaciones y la felicidad


LAS VACACIONES Y LA FELICIDAD
 por Francisco-Manuel Nácher

   ¿A qué se debe la fiebre de las vacaciones y, sobre todo, la “necesidad” de desplazarse durante ellas, de cambiar de sitio, de ritmo, de estímulos, de horario, de actividad, de vivencias, de relaciones? 
     Si partimos de la base, que nadie discute, de que la felicidad es un estado de ánimo, es decir, algo interno, habremos de admitir también que, por mucho que cambiemos las circunstancias externas, por más que sustituyamos unas percepciones sensoriales por otras, nuestro interno seguirá siendo el mismo. Y, si no estamos satisfechos con nuestro interno, con nuestra vida, con nuestra manera de ver las cosas o las personas o de aceptar su influencia sobre nosotros o, incluso, con nuestra manera de influenciarlas y aún, con cómo conducimos nuestra vida, por más que cambiemos de sitio, nuestra insatisfacción seguirá ahí, royéndonos, martirizándonos, haciéndonos imposible el disfrute de todo aquello que esperábamos nos trajese la tan ansiada y tan claramente concebida y presentida felicidad. 
    Lo más que lograremos con esos cambios serán unos simulacros de dicha, un olvidarnos temporalmente de nuestra insatisfacción, forzados por los nuevos estímulos. Pero, una vez acostumbrados a ellos, volverá la antigua desazón. Y regresaremos de las vacaciones quizá más morenos, con muchas historias y vivencias que contar a los demás, pero con bien poco que decirnos a nosotros mismos. 
   No. La solución a nuestro descontento interior no está en cambiar de sitio. La solución, la única solución, está en cambiar nosotros por dentro, en sentirnos bien con nosotros mismos, con nuestra visión del mundo y de los hombres y de los animales y de la naturaleza toda. Porque, si nos sentimos bien por dentro, entonces seremos felices en cualquier lugar del mundo, con cualquier compañía y en cualesquiera circunstancias. 
    De acuerdo. Pero, ¿cómo se llega a estar bien consigo mismo?
   Lo primero que hay que hacer es darse cuenta y aceptar que no estamos satisfechos de cómo somos, que no nos queremos, que no nos respetamos, que vivimos como si fuésemos nuestros propios enemigos… ¿cómo se explica sino el que fumemos o bebamos o nos droguemos o comamos en exceso o maquinemos el modo de acumular bienes sabiendo que a otros les faltarán, o poder o fama, sabiendo que ello no va a cambiar ni un ápice nuestro modo de sentir y de ser? ¿cómo justificar ante nosotros mismos el odio, la segregación, la denegación de auxilio, la falta de comprensión, de tolerancia, de colaboración, de compasión, de amor a los demás y a la vida toda, si nos parece completamente normal que los demás nos respeten, nos amen, nos ayuden, etc.? 
    Ese desequilibrio, esa sinrazón, esa locura que no queremos ver ni admitir conscientemente, pero que nuestro subconsciente capta y soporta cada día, es la causa de nuestro descontento interior. Y, cuando el descontento interior inconsciente alcanza cotas ya casi conscientes, entonces huimos, nos vamos a otro lugar, tomamos vacaciones y nos engañamos un poco a nosotros mismos para descubrir, poco después, que nuestra desazón, nuestra insatisfacción está ahí y sigue aumentando. 
  Sigue aumentando. Y para desprendernos de ella la lanzamos sobre nuestros allegados - cónyuge, pareja, hijos, amistades, compañeros de trabajo, etc. - con lo que nuestra opinión sobre nosotros mismos empeora y nuestra desazón, y por tanto nuestra infelicidad, aumentan.
   ¿Y qué se puede hacer? Lo que han aconsejado todos los sabios de la historia: Conocerse a sí mismo. 
   ¿Y cómo se conoce uno a sí mismo? Son varias las cosas que hay que hacer y que ya muchos están poniendo en práctica: 
  1ª.- Darse cuenta y aceptar que el hombre forma parte de la naturaleza y está sometido a los procesos naturales: Nacimiento, crecimiento, frío, calor, hambre, sed, dolor, enfermedad, etc. y muerte. 
   2ª.- Estudiar las leyes que rigen la naturaleza porque, lógicamente, les estamos sometidos. Pero, no sólo en cuanto a lo externo, al cuerpo físico; sino a lo interno, a nuestros sentimientos y deseos y pasiones y pensamientos y juicios y razonamientos y conclusiones… porque también esos aspectos de nuestro ser pertenecen a la naturaleza y están, por tanto, sometidos a las leyes que la rigen. 
  3ª.- Una vez conocidas esas leyes naturales o, por lo menos, las más importantes, empezar a examinarnos para comprobar si las cumplimos o las infringimos teniendo bien claro que, si las cumplimos, seremos felices y, si las infringimos, desgraciados. Porque su transgresión producirá en nuestro interior disonancias, como el calentar agua de un modo rápido, al fuego, produce remolinos en su interior 
 4ª.- Aceptar o reconocer como leyes fundamentales las tres siguientes: 
   a.- La del Renacimiento, que nos hace vivir una serie ilimitada de vidas sucesivas, hasta que desarrollamos las potencialidades que llevamos dentro de nosotros, como semillas divinas que somos. Cada vida, pues, no es sino un día de colegio para nuestro Yo.
  b.- La del Amor, según la cual debemos comportarnos con los demás como nos gustaría que ellos se comportasen con nosotros. 
   c.- La de Retribución, que hace que cada causa que ponemos en funcionamiento - pensamiento, palabra, obra u omisión - produzca un efecto concreto que, un día u otro, en una vida o en otra, volverá a nosotros, en una u otra forma, y nos hará experimentar sus consecuencias, buenas o malas según lo fuese la causa inicial. Si esas consecuencias son positivas porque su causa fue positiva, seremos felices. En caso contrario, las consecuencias que nos alcancen serán negativas - enfermedades, problemas, limitaciones, etc. - y seremos desgraciados. Así de sencillo. Los físicos enuncian esta Ley diciendo que “a toda acción corresponde una reacción igual y opuesta”
  d.- Comprender que lo que de nuestra vida actual no nos gusta es, sólo y exclusivamente, la consecuencia de las causas que en otros momentos o en otras vidas hemos puesto en marcha, y que tiene por finalidad que aprendamos a comportarnos a tenor de la Ley natural b) arriba citada. 
  e.- Estudiar nuestra actuación en esta vida, a la luz de la Ley b) y tratar de poner en funcionamiento causas positivas que, en su día, sin posible error, nos traerán consecuencias positivas y con ellas la felicidad. 
 Sólo así seremos felices. Y, cuando seamos felices, no necesitaremos trasladarnos a otro sitio, ni cambiar el ritmo de nuestra  vida ni buscar nuevos estímulos, porque estaremos bien con nosotros mismos y entonces no nos hará falta nada más. 
   Porque, no nos equivoquemos: Las vacaciones, esa huída hacia adelante que llamamos vacaciones, esos días paradisíacos en los que ordinariamente soñamos, no existen, por la sencilla razón de que no podemos salir de nosotros mismos y, vayamos donde vayamos y hagamos lo que hagamos y nos relacionemos con quienes nos relacionemos, seremos los mismos, con nuestras armonías y nuestras desarmonías. Y no existen vacaciones de sí mismo.

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viernes, 10 de julio de 2015

Las vacaciones espirituales


LAS VACACIONES ESPIRITUALES 
por Francisco-Manuel Nácher 

    Sabemos por nuestra Filosofía que el espíritu es inmortal. Y sabemos que el Plan Divino lo impulsa todo permanentemente, sin interrupciones, hacia la meta. Y que, a nuestros ojos, la Voluntad Divina se manifiesta como esa mano amorosa que, apoyada en nuestro hombro, nos empuja, suave pero indefectiblemente, hacia arriba y hacia delante. 

    Y sabemos que el Espíritu, como parte de Dios que es, no se cansa, no cesa de actuar, de vivir - que no es más que interactuar -, de recibir y transformar y emitir energía, de crear, de colaborar, de empujar la obra divina hacia su consecución… 

  Y sabemos que el cansancio es exclusivo de la materia involucionante. Pero, ¿dónde se encuentra esa materia que aún necesita alejarse de Dios para cumplir su recorrido previsto? En los cinco estratos inferiores del Mundo Físico, del Mundo del Deseo y del Mundo Mental. ¿Y qué forma adopta allí? La forma de elementales negativos, de los que, desgraciadamente, todos tenemos más o menos provisión formando parte de los cuatro vehículos que constituyen nuestra Personalidad. 

     El cansancio y, por tanto, la necesidad de descanso, es inherente a todo lo involucionante y ello por la sencilla razón de que se está progresiva y permanentemente alejando de Dios y no hay nada que canse más que alejarse de la fuente de la fuerza y de la energía y de la vida.

   Por eso el Éter de Luz y el Éter Reflector, libres de esos elementales involutivos, no se cansan y constituyen el Cuerpo Alma y deben ir sustituyendo a los inferiores y a los componentes de la Región Química del Mundo Físico, para que acabemos disponiendo de vehículos totalmente espirituales - no olvidemos que, al concluir el Período Terrestre, habremos “eterizado” el cuerpo físico - y, por eso, Cristo, cada año, regresa con nueva provisión de ambos éteres para elevar la vibración del Planeta; y, por eso, las Regiones de la Luz Anímica y del Poder Anímico del Mundo del Deseo, son lo más elevado del Primer Cielo. Y por eso el Espíritu Humano, el inferior de nuestros tres Espíritus, está formado con la materia de los tres subplanos superiores de la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento. 

   Lo magos negros. y los hay muy potentes y con grandes facultades, campan por sus respetos en todos los otros subplanos Y ello por la sencilla razón de que allí existen elementales involucionantes, que les sirven de agarradero y que les obedecen en sus trabajos negativos. Los Hermanos Mayores, por su parte, actúan sólo en los dos subplanos superiores del Mundo Físico y el Mundo del Deseo, y en los tres que constituyen la Región del Pensamiento Abstracto, en los que pueden actuar desde niveles más potentes y efectivos sobre todo lo inferior, y adonde los magos negros no tienen acceso posible. 

    Por eso se nos encarece continuamente por nuestra filosofía que nos elevemos, que practiquemos la pureza, la fraternidad, el servicio altruista y amoroso, el perdón, la tolerancia, la inofensividad, la oración, etc., porque, mientras lo hagamos, ningún elemental negativo de nuestros vehículos será llamado a la acción ni, lo que es mejor, podrá influenciarnos. Ni los ataques de los magos negros, permanentes enemigos de la evolución y cuyas víctimas más apetecibles somos precisamente los estudiantes de ocultismo, podrán alcanzarnos con efectividad.

   Con todo cuanto antecede a la vista, se comprende perfectamente que para la vida espiritual, para el esfuerzo evolutivo consciente, que es el que nos hemos comprometido a hacer, no cabe el descanso. Cuando trabajamos en los subplanos inferiores físico, de deseos y mental, tras hacer un esfuerzo, descansamos para “recobrar el resuello”. Porque es lo normal y lo necesario, ya que esas materias se cansan, como hemos expuesto. Recordemos a estos efectos que, durante el sueño, lo que necesita de recuperación es el cuerpo físico y los dos éteres inferiores, pero no los superiores. 

   Pero, con demasiada frecuencia, ocurre que, llevados por ese hábito de descansar, tras hacer una buena obra, nos creemos también con derecho a “premiarnos” con un descanso. 

  Y no. Precisamente, no. Porque las buenas obras suponen el ejercicio de las materias que componen los subplanos superiores de los tres mundos, los que, por definición, no se cansan y, consecuentemente, no necesitan descanso. Y, si descansamos en la labor del bien para “premiarnos”, estamos poniendo en funcionamiento elementales involucionantes que aprovechan con fruición la oportunidad de la pereza o el egoísmo que esa decisión lleva consigo, para que ese descanso se prolongue lo más posible. Por eso, en cuanto flaqueamos y frenamos y nos concedemos esas “vacaciones” en nuestro cometido de “vivir la vida”, luego nos resulta más difícil recuperar el tono anterior. Y, al contrario, si persistimos sin descanso en el bien obrar, cada día nos resulta más apetecible y más fácil y más halagador. Por eso el Amor se posee en mayor cantidad cuanto más se da. Por eso la alegría del santo. Y por eso la disponibilidad permanente que se nos exige por los Hermanos Mayores, para colaborar con ellos en beneficio de la evolución común.

   ¿Cabe una situación más triste que la del estudiante que pierde una ocasión de ser utilizado por un Hermano Mayor porque ”se ha concedido un descanso” en su bien obrar, tras cualquier actuación positiva? No. Nosotros, nuestro espíritu, no tiene necesidad de vacaciones. Sencillamente, porque las materias que utiliza no se cansan. Por el contrario, nuestro movimiento hacia adelante y hacia arriba debe ser uniformemente acelerado. ¿Cuál es la causa de que los Hermanos Mayores estén las veinticuatro horas del día trabajando por nosotros, sin perder ni un solo segundo, hasta el punto de que sus colaboradores, los iniciados, lo piensen muy mucho antes de molestarlos o distraerlos en ese menester? El amor. Pero apoyado en que las materias de los vehículos que ponen en funcionamiento no se cansan ni necesitan, por tanto, “vacaciones”. 

   Ése debe ser nuestro modelo y ésa debe ser nuestra visión del trabajo espiritual: dedicación permanente, ininterrumpida y creciente. En ese sentido, y sólo en él, el Sendero es, aparentemente, empinado, pero sólo si se lo mira desde el punto de vista de los mundos cuya materia constitutiva se cansa. Pero nosotros estamos hechos de la sustancia de Dios. 

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La oportunidades


LAS OPORTUNIDADES 
por Francisco-Manuel Nácher

 Dios, al concebir Su creación, al establecer Sus objetivos, contó, sin duda alguna, con cada uno de nosotros como criaturas Suyas, ya que quiso hacernos inteligentes, como colaboradores, para llevar a cabo Sus planes. Tuvo la labor, sin embargo, un handicap importante, que fue el libre albedrío que Él, tan generosamente, nos quiso otorgar. Y fue tal - y sigue siéndolo - Su respeto por nuestra libertad que, con ser Dios, se sometió a los resultados de nuestra libre actuación. Pero, como Su voluntad es superior y, consecuentemente, Su plan no puede fracasar, previó también, por si en el ejercicio de esa libertad que nos daba nos alejáramos de lo que Él deseaba para nosotros, un suplente o varios suplentes sucesivos en cada momento de nuestras vidas. De modo que si, llegada una circunstancia, nosotros actuamos como debemos, como Él espera y desea que lo hagamos, estaremos colaborando nada menos que con nuestro Creador; pero si fallamos, la obra de Dios no quedará frustrada; sino que otro hombre tomará nuestro relevo y aprovechará esa oportunidad que nosotros hemos desdeñado. Y el plan de Dios seguirá adelante. Vale la pena meditar sobre esto. 

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jueves, 2 de julio de 2015

Las nuevas vibraciones


LAS NUEVAS VIBRACIONES 
por Francisco-Manuel Nácher 

    ¿Por qué crees que el dial de un aparato de radio puede, en cualquier momento y lugar, captar cualquier emisora del mundo?         
    Sencillamente, porque todas esas ondas están continuamente recorriendo el éter, llegando a todas partes, impregnándolo todo. Por eso llegan al receptor, como llegan a tu cerebro y a tu corazón y a tus manos y a tus pies. Lo que ocurre es que en todos ellos no tienes instalado un aparato capaz de detectarlas. 

      Y, si piensas que todo no son más que vibraciones, exactamente como nuestras ondas cerebrales o nuestras emociones o nuestros pensamientos, pues entre ellas no hay más diferencia que la longitud de onda y la frecuencia, verás de qué manera el hombre está haciendo que recaigan sobre él mismo una serie de vibraciones que lo acorralan permanentemente, que lo invaden y que, no cabe duda, lo influencian, pero que no detecta porque no dispone de un sentido desarrollado para detectarlas, mientras que sí que dispone de un aparato adecuado para detectar otras vibraciones que son los sentidos de la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto. 

   Pero esos detectores de los cinco sentidos los ha ido desarrollando el hombre a lo largo de eras, de millones de años, porque en la naturaleza nada ocurre súbitamente, sino que todo requiere una preparación y un desarrollo armónico y sin crear estridencias o disonancias con el entorno en que se produce.

 Y el hombre, mediante los inventos recientes, últimamente generalizados con la electricidad y sus aplicaciones, la radio, la televisión, el telégrafo, el teléfono, el fax, Internet, los teléfonos móviles, etc., se está bombardeando a sí mismo sin haberse antes preparado para ello. 

  Y no cabe decir que todas esas vibraciones o rayos u ondas o como quiera llamárseles, no nos afectan. Piensa que los rayos cósmicos, las vibraciones del sol y de la luna y, en menor escala, las de los astros todos, nos influencian - y ahí está la base de la astrología - y nos afectan de modo definitivo; y piensa, por ejemplo, que el agujero de ozono pone en peligro la vida porque supone una variación demasiado rápida para la naturaleza, y el cuerpo humano y el de los demás seres, es incapaz de adaptarse a ella en tan poco tiempo. 

  ¿Qué efecto, encubierto, lento, sutil, ignorado aún, estarán produciendo sobre la Humanidad toda esa serie de vibraciones, nuevas en la naturaleza, tanto en su aparición como en su producción y proporción? ¿Cómo habrá que esperar que se vea afectado nuestro sistema nervioso y el de nuestros hijos tras un bombardeo permanente, durante las veinticuatro horas del día, proveniente de miles y miles de emisoras de todo el mundo, transmitiendo esa música que la psicología médica y el ocultismo ya han calificado de nefasta para el sistema nervioso, y que está abocándonos al stress, al nerviosismo, a la depresión, al materialismo, a la drogadicción, a la violencia, a la regresión al estadio animal, en una palabra, como se demuestra con los incidentes desagradables que, cada día con más frecuencia, se dan en las discotecas, en los campos de fútbol y hasta en los hogares?

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