martes, 31 de mayo de 2016

Es mucha casualidad


ES MUCHA CASUALIDAD 
por Francisco-Manuel Nácher 

         ¿Será casualidad que los delitos violentos se produzcan casi siempre de noche y no de día? 
        ¿Será casualidad que las riñas, puñaladas, palizas, atracos, violaciones, y excesos de todo tipo, se den en los bares, discotecas, lugares de copeo y conciertos de música rock, o a sus puertas, y nunca en las bibliotecas, o en los teatros o en los conciertos de música sinfónica? 
       ¿Será casualidad que en las iglesias haya más mujeres que hombres y en las cárceles más hombres que mujeres?
       ¿Será casualidad que entre los catedráticos universitarios, entre los premios Nobel, entre los sabios, haya infinitamente más aficionados a la música sinfónica que a la música rock, y en las cárceles y manicomios ocurra exactamente lo contrario? 
      ¿Será casualidad que la práctica totalidad de los drogadictos sean asiduos a la música rock y no a la sinfónica? 
     ¿Será casualidad que todas las emisoras de radio del mundo estén casi todo el día emitiendo música rock y casi todo el mundo esté desquiciado, hambriento, exasperado, histérico y sin encontrar el camino? 
     ¿Existe la casualidad? ¿No llamamos así a aquello cuya causa desconocemos? ¿Y no valdría la pena investigar las causas de todas esas "casualidades"? 

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lunes, 30 de mayo de 2016

Sembrar buena semilla


SEMBRAR BUENA SEMILLA 
por Francisco-Manuel Nácher 

      Lo mismo que cada semilla incluye en su ser al futuro árbol, toda acción incluye en su núcleo su futura consecuencia. Así que una acción no es sino la semilla de un resultado. Según desees, pues, las consecuencias, deberás escoger las acciones. Eso es el discernimiento.             Pero, sigamos razonando, aunque al revés, hacia atrás: La causa a que hemos aludido no deja de ser, a su vez, una consecuencia de otra causa anterior. Y ésta de otra… y así hasta llegar a una primera causa, la causa única, Dios, el Ser Supremo. Eso es irrefutable. 
       Llegados aquí surge, lógicamente, la pregunta: ¿Entonces es Dios el responsable de todo lo que sucede? Por supuesto. Por eso ha organizado y previsto Su obra como ha creído más conveniente. Y, entre Sus decisiones, está la de hacernos seres creadores como El, libres como Él y capaces de comprender los mecanismos de la naturaleza, único modo de poder llegar a crear. Y, precisamente porque ha basado Su obra, entre otras, en la Ley de Causa y Efecto, ha establecido los mecanismos para que, sin dejar de ser libres, recojamos los resultados de nuestras acciones, vayamos aprendiendo de nuestros errores y de nuestros aciertos y, al fin, lleguemos al gran resultado de la Gran Causa: La consecución de la perfección. 
      Es un proceso perfecto, asombrosamente calculado, maravillosamente equilibrado, en el que nada se pierde, ni se extravía, ni se malogra, sino que todo acaba actuando para terminar confluyendo en el fin último. Por eso se dice que todo actúa siempre para el bien. 

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domingo, 29 de mayo de 2016

El diálogo político ideal


EL DIÁLOGO POLÍTICO IDEAL
 por Francisco-Manuel Nácher 

       En esta época tan politizada y hasta tan “partidista”, resulta confortador presenciar una conversación entre dos políticos que, antes que políticos, son dos caballeros. Cada uno con sus ideas, pero dos caballeros. 
       Porque ambos saben "estar" y, además, y es lo más importante, saben "ser"; ambos saben hablar sin insultar y sin descalificar y sin despreciar y sin presumir despectivamente de estar en lo cierto, sino con argumentos, con calma, con serenidad y hasta con predisposición para admitir errores propios y alabar aciertos ajenos; ambos saben buscar, por encima de las mezquindades, de las zancadillas, de los trapicheos, de los carnets y de las ideologías de uno y otro color, el interés del pueblo que es, precisamente, el que los aúpa o los descabalga con su voto. 
      Esa conversación que, aparentemente, no contiene nada especial, está llena, sin embargo, de todo lo que el pueblo ciudadano, masivamente, está deseando y esperando, sin saberlo, desde hace ya demasiados años. 
           Esa conversación debería reproducirse y exhibirse, para servir de ejemplo, en todas las sedes de todos los partidos políticos, en las escuelas, en las universidades, en los centros de producción y en cuantos cenáculos se dedican a arreglar el mundo basados en las anécdotas y nunca en las categorías. 
         ¿Por qué?. Por varios motivos, todos ellos importantes: 
               1.- Porque los políticos, al fin y al cabo, son hombres. Hombres normales, como todos los demás. Y, como tales hombres, tienen las mismas dudas y los mismos problemas y las mismas inquietudes que todos los otros. Y no son seres extraordinarios que poseen facultades inusuales y tratan problemas ininteligibles y hablan un idioma distinto y actúan de modo distinto o tienen una bola de cristal. Son simplemente hombres que han escogido, porque creen que tienen algo que aportar a sus semejantes, hacer el esfuerzo de aportarlo de la mejor manera posible, a su entender, y corriendo el riesgo de equivocarse. Y eso se trasluce en la conversación ideal que comentamos. 
         2.- Porque no es normal ni aceptable ni de recibo que los políticos estén siempre crispados y crean que su misión consiste en transmitir a los ciudadanos su crispación. Un político crispado no está manifestando sino falta de confianza en sus propias ideas o en sus propios argumentos o en sus propios actos. El político ideal, al que deben tender todos los políticos, es el que tiene las ideas claras y no se crispa porque no lo necesita. Y eso está presente en la conversación que comentamos. 
        3.- Porque no es inherente a la condición de político demócrata el descalificar al oponente por el mero hecho de serlo, por sistema; ni el aprovechar cualquier rumor, noticia o sospecha, cualquiera que sea su origen o intención, para condenar demagógicamente, injuriar y ensuciar la vida política y no política del adversario y polucionar el ambiente político del país entero. Se supone, se espera que el que aspire a gobernar - y ésta es la grandeza de los políticos - debe ser ejemplar en sus modales, en sus palabras y en su conducta. Porque, si un político no es un hombre ejemplar, no sirve como gobernante; y un hombre ejemplar, como cualidad imprescindible, debe ostentar el respeto por los demás hombres y, sobre todo, por los que, como él, piensan y pretenden el bien del pueblo, aunque sea con otras ideas. Y eso debe palpitar a lo largo de la conversación ideal que comentamos. 
         4.- Porque, si de verdad se es demócrata, cosa que hay que suponer en todos los políticos que así se autodenominan - a pesar de los esfuerzos sobrehumanos de algunos por desmentirlo - hay que aceptar la  victoria y la derrota con igual talante. Porque, al fin y al cabo, el pueblo, que es el destinatario último de sus esfuerzos, tiene perfecto derecho a escoger una u otra vía. Y porque sólo el haber intentado algo en beneficio de ese pueblo, debe ser suficiente para enorgullecer a cualquiera, aunque el pueblo haya preferido otra oferta. Y eso debe saltar a la vista en la conversación ideal que comentamos. 
           5.- Porque no es correcto ni honesto ni conveniente ni, por supuesto, necesario, el que los políticos utilicen dos lenguajes, uno para hablar entre ellos y otro para la galería porque, en realidad no engañan a nadie sino a sí mismos. Sólo debe haber un lenguaje: el de la claridad, el de la verdad, el de la razón. Y quien emplea dos lenguajes, en uno de ellos está mintiendo; y quien miente no es de fiar, ni como gobernado ni, menos aún, como gobernante. Y ese pensamiento campea a lo largo de la conversación ideal que comentamos. 
          6.- Porque, no nos engañemos: Lo que el ciudadano espera y desea y necesita es que el gobernante lo haga bien. Y ¿quién lo puede hacer bien? ¿Un mentiroso? ¿Un calumniador? ¿Un crispado? ¿Un trepa? ¿Un presuntuoso? ¿Un aprovechador de rumores? ¿Un demagogo? ¿Un descalificador? ¿Un ambicioso?. ¿Un resentido?... ¿O un hombre bueno, sosegado, reflexivo, comprensivo, tolerante, conciliador, colaborador, dialogante y, sobre todo, altruista?. Lo que los electores valoran y, por tanto, desean y votan, no son los gritos ni escándalos ni calumnias ni campañas... lo que ellos quieren - y no disponen de más medio para manifestarlo que las urnas, pero han de sufrir su ausencia en sus vidas y en sus expectativas de futuro -, son ideas y proyectos y dedicación y trabajo callado y efectivo. Porque el pueblo, como tal, en su conjunto es, aparentemente, muy manejable e influenciable. Pero no es tonto. Nunca lo ha sido. Y lo que quiere es un buen gobernante. Y punto. Porque, ¿de qué sirve un gobernante, de cualquier partido que sea, si lo hace mal?. Y eso se deduce de la conversación ideal que comentamos. 
      7.- Porque, mal está que la violencia nos esté ganando la batalla de la convivencia, transformándola rápidamente en "desvivencia"; mal está que los medios de comunicación aumenten cada día su cuota de asesinatos, violaciones, ajustes de cuenta, odios raciales, atentados, etc., como si sólo eso ocurriese en el mundo y sólo eso nos importase; mal está que, para que una película triunfe, haya de mostrar más explosiones, más coches incendiados, más violencia y más desprecio por los semejantes, que las anteriores... pero los políticos, los hombres públicos deben estar por encima de todo eso. Eso ya lo tenemos por las vías indicadas. Lo que nos hace falta es lo otro: El respeto, la tolerancia, el diálogo, la comprensión, la colaboración, el sentido de responsabilidad, el reconocimiento de la labor y el esfuerzo de los demás, en una palabra, el respeto al pueblo. Y eso es lo que destaca en la conversación ideal que comentamos. 
        8.- Porque, todo ciudadano la conoce, la espera, la desea. Y necesita poder dar un suspiro de alivio, como si una ráfaga de aire fresco hubiera recorrido los rincones de su alma, recordándole lo que todos teníamos in mente cuando alcanzamos la democracia; y necesita experimentar un sentimiento de sorpresa seguido de otro de satisfacción, de gratitud y de esperanza; y disfrutar un instante de relajación mental y emocional al ver cómo dos personas de distinto partido, oponentes, y que se han enfrentado varias veces con distinta suerte, a pesar de ello, son capaces de sentarse juntos y charlar de sus cosas sin necesidad de hacerse daño ni de hacerlo a nadie. Enhorabuena a los dos políticos ideales. Llegados aquí, sería bueno divulgar un Decálogo para las personas llamadas a desempeñar cargos públicos que, sintetiza cuanto antecede y cuanto esos dos políticos ideales deberían ejemplificar con su conversación aludida. Es éste:

     "1.- Si has llegado a ser designado, es porque se ha creído que eres el más idóneo. Demuestra en todo momento que quienes creyeron en ti no se equivocaron. 

      2.- Ten en cuenta que el país está constituido por todos, que todos tienen los mismos derechos y deberes, y que te debes a todos por igual, sin distinguir nunca entre ellos por razón de ideas, de creencias o de nivel económico o cultural o de actuaciones. 

        3.- Si eres demócrata, como aseguras ser, tienes, por definición, que admitir la existencia de opiniones distintas y aún contrarias a la tuya y debes, además, respetarlas por igual, mal que te pese, pues todos tienen el mismo derecho que tú a opinar y a manifestar su opinión. La crítica, si sabes encajarla debidamente tiene, a veces, mucho de colaboración. 

     4.- No utilices nunca la descalificación ni el desprecio ni, mucho menos aún, el insulto, aunque otros lo hagan, incluso contra ti. Tú haz y di lo que honestamente debes hacer y decir, si tu propio tribunal interior lo aprueba. Porque, si tu conciencia te reprocha lo que haces o dices, aunque todos lo aprueben, tú sabrás siempre que has fallado.

       5.- Ten presente, a lo largo de toda tu ejecutoria, que estás al servicio del pueblo y no a su frente. Y que debes estar siempre en condiciones de rendirle cuenta de cada minuto de tu gestión. Tu vida debe responder a lo que el pueblo espera de sus dirigentes. Si no te sientes capaz de ello, es mejor que no asumas la función o que dimitas de ella.

      6.- En ningún caso dudarás en destituir o sancionar públicamente a quien no sea capaz de cumplir con total honestidad su cometido al servicio del país. Y recuerda que esta norma te afecta activa y pasivamente. 
     7.- Los parientes, amigos y allegados dejan de serlo apenas se ocupa un cargo público. Tenlo presente siempre. Lucha, con todas tus fuerzas, para erradicar la recomendación, el nepotismo y el compadreo. Si sucumbes a ellos te habrás hecho indigno del cargo. Deben ser promovidos siempre los mejores, los más aptos. Es la única manera de estructurar un país inteligentemente y a tenor de las leyes naturales que, de otro modo, acaban siempre cobrándose cualquier transgresión. 

     8.- No pienses que el cargo será eterno. Es sólo un servicio, una entrega, un regalo que estás obligado a hacer al país por el hecho de ser más capaz que otros, y debes sólo aspirar a, en su momento, recibir con la frente alta las gracias que el país te dará por los servicios prestados. 

    9.- El desempeño de un cargo público es una magnífica ocasión que se te brinda para evolucionar hacia la comprensión de los demás, la colaboración, la mejora de lo mejorable y la ilusión de futuro. Aprovéchala. 

    10.- Recuerda siempre que la autoridad, como todo en la vida, tiene un precio; y que el precio de la autoridad es la soledad. A la hora de decidir estarás siempre solo. Decide, pues, con discernimiento para no tener luego que avergonzarte de ti mismo. 

     Estos diez mandamientos se resumen en dos: Respétate a ti mismo en todo momento, en toda ocasión y en todo lugar, y respeta a los demás como a ti te gustaría que los demás te respetasen a ti. 

    Si tienes presente cuanto antecede, el desempeño de ese cargo público, sea el que fuere, te hará más humano, más fuerte y más feliz, y te armonizará de modo misterioso con el pueblo. Y el pueblo, entonces, vibrará también contigo. No lo dudes."

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Se hace camino al andar ...


SE HACE CAMINO AL ANDAR…
 por Francisco-Manuel Nácher 
      La frase, acuñada por Antonio Machado en uno de sus inmortales poemas, nos parece a todos acertada y exacta. Y todos la comprendemos fácilmente. Todos entendemos que, si no hay camino, hay que hacerlo, con lo cual hay que andarlo por primera vez; pero también que, si ya existe, al caminar por él, lo ampliamos, lo afirmamos, lo hacemos más seguro y más transitable y más cómodo. En resumen: que siempre que andamos, hacemos camino. 
       Pero, examinemos la frase desde el punto de vista oculto. ¿Qué otra cosa nos dice?                Nuestra vida es un camino aún no transitado y que, por tanto, hay que abrir… andando, pero, con el ejercicio de nuestro libre albedrío, escogiendo, a cada paso, una entre las infinitas posibilidades de actuación que se nos presentan.
       Porque, cada instante de nuestra vida está formado, en última instancia, por una decisión que pone en marcha una posibilidad, y sólo una y, con ello, desecha todas las demás. Y cada decisión es un paso que hace camino, que desbroza el terreno, que orienta y condiciona los futuros pasos y que, de modo inevitable, nos aproxima a la meta. 
     La vida, pues, no es más que un ininterrumpido decidir, un permanente caminar y un incesante e ineludible hacer camino al andar. De ahí nuestra exclusiva responsabilidad de adónde ese camino nos haya llevado, al final de la vida. 

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domingo, 8 de mayo de 2016

...Y se casaron y fueron felices



...Y SE CASARON Y FUERON FELICES
 por Francisco-Manuel Nácher "

       ...Y se casaron y fueron felices", terminan los cuentos. ¿Sin diferencias? ¿Sin disgustos? ¿Sin problemas?... Imposible. Eso no existe en esta tierra. Eso no es convivir, sino vegetar. Eso no es ser feliz, sino ser. Porque la vida es cambio y la felicidad ha de adaptarse a ese cambio y eso necesita ajustes y... No es, pues, cuestión externa, sino interna; es cuestión de mantener vivo el amor, el deseo de complacer, la ilusión de ver sonreír, el regalo de estar acompañado y el tesoro de una mano con la que se puede contar, y la posibilidad de alargar la propia con el mismo fin; el sueño de compartir ilusiones y hacerlas realidad a dúo pero aceptando que somos los dos distintos y los dos estamos cambiando ininterrumpidamente, porque somos seres vivos, y nos estamos encaminando, juntos, hacia la madurez, la vejez y la muerte. Así sí que se puede ser feliz en el matrimonio. Y muy feliz.

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sábado, 7 de mayo de 2016

Reorganizar la empresa


REORGANIZAR LA EMPRESA 
por Francisco-Manuel Nácher 

     Si te nombrasen jefe de una gran empresa y, apenas tomada posesión, te dieses cuenta de que todos los jefes de departamento defendían subrepticiamente los intereses de empresas competidoras, ¿qué harías? 
      No tendrías más remedio que, con mucho tacto, pero con mucha firmeza, ir sustituyendo a los responsables de los puestos clave por otros adictos a ti, que pudieran, a su vez, encargarse, cada uno en su campo, de cambiar espías, saboteadores y desleales, por trabajadores fieles y fiables, hasta conseguir que toda la empresa participase de los mismos ideales, vibrase con la misma filosofía y actuase al unísono en la dirección correcta. 
     Pues lo mismo ocurre cuando el hombre, en medio de la vida, se para a pensar y se hace la gran pregunta (¿quién soy yo? ¿de dónde vengo? ¿adónde voy? ¿cómo y por qué?) y trata de respondérsela; y ve, con estupor, que no está haciendo lo correcto, que ha permitido que su existencia sea dirigida por tendencias, vicios, actitudes, costumbres, prejuicios y posturas que la están llevando a la infelicidad, a la enfermedad, al stress, a la insatisfacción. En ese momento está tomando posesión de la gran empresa de su propia vida o, mejor aún, de su evolución como espíritu inmortal. 
    ¿Y qué jefes de departamento encuentra dirigiendo esa gran empresa, al tomar posesión? La abulia, la inconstancia, la maldad, la incomprensión, la envidia, el despotismo, la ira, la lujuria, el egoísmo, la irresponsabilidad, la gula, la pereza, la soberbia, el odio... 
    Y, ¿qué habrá de hacer? ¿Será posible cambiar todos esos jefes de departamento a la vez? No. Eso es impracticable. Sería una catástrofe. Todos se rebelarían y se impondría la anarquía, que acabaría con la empresa. Se imponen, pues, la prudencia, la constancia, el tacto. Se hace necesario ir estudiando, uno a uno, a cada jefe infiel y conocer sus fuerzas, sus tentáculos y, con medios proporcionados a esas fuerzas, ir sustituyéndolos por sus opuestos.     ¿Y cuáles son esos opuestos, los colaboradores fieles, los fiables? La voluntad, la constancia, la bondad, la comprensión, la tolerancia, la paciencia, la pureza, el altruísmo, la caridad, la responsabilidad, la templanza, la diligencia, la humildad, el amor... 
       Es una labor ardua, difícil, pero necesaria y apasionante, si se quiere salvar la empresa de la propia evolución y dirigirla y orientarla acertadamente hacia el éxito. 

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viernes, 6 de mayo de 2016

Reflexionemos...


REFLEXIONEMOS... 
por Francisco-Manuel Nácher 

           Nacemos desnudos. Nos vamos desnudos. ¿Qué nos llevamos de lo que aquí poseemos? Nada. Sólo lo que hayamos amado, sonreído, colaborado, perdonado, disculpado, ayudado, compartido... y lo que nos hayamos sacrificado por otros. Y, si esto es así y todos lo sabemos, ¿por qué hemos de poner nuestra atención y nuestro esfuerzo en lo que hemos de abandonar y no nos ha de servir de nada? 


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jueves, 5 de mayo de 2016

Recordar, que no aprender

         


RECORDAR, QUE NO APRENDER 
por Francisco-Manuel Nácher 

     ¿Hasta qué punto se puede enseñar la ciencia oculta o cualquier otra materia, si el hombre es, intrínsecamente, una parte de Dios y, por tanto, omnisciente?
     Lo único que hacemos al “enseñar” es provocar el recuerdo. Estamos en una vía de retorno. En el camino de venida, fuimos olvidando. En el de regreso, hemos de recordar. El buen maestro, pues, es el que es capaz de conseguir evocar en el alma de sus discípulos la mayor cantidad de recuerdos posible, dado el avance evolutivo de cada cual. 
     ¿Qué ocurre cuando se nos enseña una de estas verdades? ¿Por qué no nos levantamos y nos vamos? Porque algo, en nuestro interior, nos va diciendo que esto es cierto, y sentimos un contentamiento interno, como un movimiento hacia más conocimiento, como una inquietud suave que, paradógicamente, nos produce paz y hambre del alma. La certeza de lo que escuchamos, a pesar de su apariencia de novedad, se debe a que, en realidad, estamos recordando lo que en un tiempo supimos y se están produciendo en nosotros continuas ampliaciones de conciencia. 
     Esa necesidad de bienestar, esa búsqueda permanente de la belleza, de la verdad, de la perfección, de la que todos somos víctimas, no es sino pura nostalgia de algo que tuvimos, que supimos y que se nos perdió. 
     El hombre más inteligente es el que, basado en los datos que posee almacenados en su memoria, y mediante la voluntad, puede realizar el mayor número de conexiones y correlaciones con cualquier nuevo dato que se le presente. Por eso es importante estudiar y leer y meditar y observar, y por eso hemos de robustecer la voluntad. Porque, como aprendices de dioses que somos, hemos de ser cada día más inteligentes, más capaces de resolver problemas y de dominar la naturaleza, en base a lo que ya sabemos.
      Cada nueva verdad “revelada”, cada “recuerdo”, es una pieza más que vamos añadiendo al puzzle de la vida y que nos permite comprenderla mejor y tener más perspectivas de completarlo. 
     El único pecado del hombre, pues, en última instancia, es la ignorancia o, mejor dicho, el olvido. Hemos olvidado que somos dioses y nos comportamos como simples criaturas. Los conocimientos ocultos tienen por misión hacernos recordar y conducirnos de nuevo a la Casa del Padre, como nos expone clarísimamente la parábola del Hijo Pródigo. 
      Y no debemos olvidar que Dios aprende a través nuestro, que somos una avanzadilla suya en el mundo físico. 
   Se es, pues, lo que se conoce. Por eso la ignorancia es la mayor desgracia. Porque entonces, al conocer menos, se es menos y se puede manifestar menos esa divinidad, que todos hemos de tender a expresar. 

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miércoles, 4 de mayo de 2016

¿Quienes son mi madre y mis hermanos ...?



¿QUIÉNES SON MI MADRE Y MIS HERMANOS…? 
por Francisco-Manuel Nácher 

        Sabemos, por nuestra filosofía, que estamos, inevitablemente, en manos del karma que hemos venido creándonos a lo largo de nuestra vidas anteriores… y del que, desgraciadamente, seguimos acrecentando en ésta. Y que, como consecuencia de la necesidad de pagarlo, elegimos, antes de cada renacimiento, el que queremos cancelar. Es el karma “maduro”. Y es el que nos hace nacer en una familia determinada, de unos padres concretos y con unos hermanos y unos parientes y un ambiente familiar específicos. Y que esos parientes sean, precisamente, quienes en esas vidas anteriores fueron nuestros verdugos o nuestras víctimas, de modo que, al nacer en sus proximidades y, al tener que relacionarnos inevitablemente con ellos, tengamos la oportunidad de pagar y de cobrar, es decir, de saldar tales deudas de destino mediante el amor y el servicio desinteresado.
      Ésa es una de las principales razones por las que no nos conviene recordar las vidas pasadas antes de estar lo suficientemente evolucionados como para saber y poder comprender y perdonar. 
     Porque, ¿qué ocurriría, por ejemplo, con la mayor parte de las madres actuales, que amamantan y acunan a sus retoños con orgullo y los rodean de un aura de amor y se sienten capaces de los mayores sacrificios por esas criaturas sonrosadas, inermes y que dependen totalmente de sus cuidados, si supiesen que ese ser que tienen en sus brazos y al que han dado la vida, fue su enemigo mortal, al que asesinaron en un acto de venganza o de traición? ¿y cómo reaccionaríamos nosotros si supiésemos que esa madre o ese padre, a los que tanto admiramos, en otra vida nos abandonaron y fueron la causa de nuestra muerte por inanición? ¿o si ese hermano al que protegemos con dedicación fue nuestro antagonista profesional, al que hundimos en la miseria?
      Hemos, pues, de evolucionar aún bastante hasta ser capaces de comprender que, como células de Dios que somos, no debemos hacer diferencia entre los demás y nosotros mismos y que, por tanto, en todo momento, somos los custodios de nuestro hermano. 
     Porque sólo cuando, pagada la parte más grave de ese karma y aligerados de peso, comenzamos a percatarnos de que, además de nuestros familiares, hay también otros hombres y mujeres que merecen atención y ayuda, y que debemos prestársela, y nuestro concepto de la familia se debilita y difumina, y empezamos a ampliar nuestro campo afectivo, hasta llegar a un punto en que nos sentimos un poco como padres de todos los niños y como hijos de todos los padres y como hermanos de todos nuestros semejantes, no empezamos, en realidad, a caminar por el Sendero. 
      Y sólo entonces podemos realmente alcanzar el profundo sentido de las palabras de Cristo en Mateo 12:48-50 cuando, al decirle que su madre y sus hermanos habían llegado y deseaban hablar con Él, respondió: “¿Y quiénes son mi madre y mis hermanos? Los que cumplen la voluntad de mi Padre en el cielo, ésos son mi madre y mis hermanos”.

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martes, 3 de mayo de 2016

¿Qué fué antes?


¿QUÉ FUE ANTES? 
por Francisco-Manuel Nácher

          ¿Qué fue antes, la luz o el ojo? Indudablemente, la luz, porque para existir no necesita del ojo y éste, en cambio, sí que necesita la luz para nacer. Luego el ojo debe su existencia a la luz, a la necesidad o a la conveniencia de percibirla de modo más completo, tras haberla percibido de otro modo antes y haber comprobado así su existencia. 
          
           ¿Y qué podemos decir de los demás sentidos? Lo mismo. ¿Y de la Justicia y el Amor y la Devoción? Exactamente igual. Luego, se trata de ir desarrollando sentidos que nos permitan percibir lo que ya está ahí, a nuestro alcance, lo que ya sabíamos que estaba, lo que ya intuíamos que poseíamos y deseábamos exteriorizar. Eso es la evolución: Ir, poco a poco, descubriéndonos a nosotros mismos, que es lo mismo que descubrir a Dios. 

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domingo, 1 de mayo de 2016

¿Qué es una Ley Natural?



¿QUÉ ES UNA LEY NATURAL? 
por Francisco-Manuel Nácher 

     Quizás la mayor dificultad para comprender la existencia y funcionamiento de las leyes naturales estribe en su denominación de “leyes”. En términos humanos, una ley es un mandato, una orden, una exigencia. Sin embargo, no es ése el significado real y verdadero de las palabras “Ley Natural”. Sería mucho más exacto decir que es “la existencia de una sucesión de hechos, entrelazados, en series sucesivas, de modo que unos siguen a otros inevitablemente.”  
    Al no ser un mandato, la Ley Natural no castiga, ni su infracción es delito. Y, al no ser humana, no se puede infringir. Y, al no prever castigos, no hay que considerar como tales los efectos de su no observación. 
     Porque, la Ley Natural, o se observa y todo va bien, o se infringe, y acaecen los efectos previstos por ella para esa no observación, y entonces surgen el dolor, el sufrimiento, las desgracias, las enfermedades, etc. Pero, no como castigo previsto, sino como consecuencia inevitable, incluida ya en su semilla, que era el quebrantamiento de la ley. 
     La Ley Natural no nos ordena que hagamos esto o aquello. Simplemente, funciona tal y como está concebida, y no distingue nada más que si se han dado las premisas que ella prevé para producir los efectos que contiene, al margen de todo lo demás. 
      El que quiere trigo, tiene que sembrar trigo. Porque, si necesitando trigo, siembra centeno, obtendrá centeno, según la Ley Natural. Somos, pues, libres de sembrar trigo o centeno. Pero hemos de desarrollar el discernimiento para, una vez claro lo que deseamos obtener, sembrar - es decir, actuar - lo procedente. Porque la Ley hará siempre que obtengamos lo que hemos sembrado, aunque no sea lo que deseábamos. 
    Eso, sencillamente, es el Karma: La consecuencia, el resultado de nuestras propias aciones cuando no ponemos, al actuar, los medios apropiados para la consecuencia que queríamos producir. Por eso dice la Escritura: “Nadie puede burlarse de Dios. Lo que el hombre siembra, eso recogerá”. 
      La Ley de Acción y Reacción, una de las Leyes Naturales más importantes, rige, tanto en el mundo físico como en el Mundo del Deseo y en el Mental. Por tanto, hemos de tenerla en cuenta en los tres mundos, es decir, al actuar, al desear y sentir, y al pensar. 
      Para ilustrar este asunto con un ejemplo claro, ahí va éste: Si la ley de la gravedad atrae los cuerpos hacia el centro de la Tierra, se ve enseguida lo que ocurre si queremos obviarla e intentamos levantar un peso: Que, al no observar la Ley, sufriremos la consecuencia prevista de nuestra acción y habremos de hacer un esfuerzo para “levantar” ese peso. Ese esfuerzo es el karma, el resultado de la “infracción” de la Ley. En cambio, si actuamos de acuerdo con ella y lo que hacemos es acercar algo al centro de la Tierra, la Ley Natural nos lo hará fácil y no habremos de vencer ninguna resistencia para “bajar” un objeto, y no habrá karma que sufrir. 

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