lunes, 3 de diciembre de 2012

EL ARTE Y SUS INTERPRETACIONES




EL ARTE Y SUS INTERPRETACIONES
por Francisco-Manuel Nácher

Desde el siglo de Pericles, el arte se ha inspirado en el arte griego. No obstante, el arte griego fue uno de los caminos, uno de los muchos modos posibles de interpretar la naturaleza y sus fuerzas internas, y de plasmarlas.

Antes de la Grecia Clásica, sin embargo, hubo otros sistemas, otras
visiones, otras percepciones y consiguientes plasmaciones de la realidad, caminos que quedaron prácticamente “prehistorizados”, olvidados, preteridos, despreciados, y que murieron como consecuencia de su abandono.

Pero estaban ahí, habían nacido legítimamente y eran un patrimonio
de la Humanidad, en cuanto suponían otra manera de ver las cosas, cuando el hombre no empleaba preponderantemente la razón para interpretar la naturaleza y sus fenómenos.

Por supuesto, los restos arquitectónicos y las obras de los primitivos
actuales son muestras de esas visiones, de esas percepciones, de esas manifestaciones, distintas de la griega. Pero todas ellas tenían, y tienen, un elemento común: La visión sacralizada del Cosmos y de todo lo que contiene. Tan legítima, no sólo como sensación, como percepción, como concepto, sino como sistema de manifestación, como arte.

Los movimientos cubistas, futuristas, surrealistas, etc., en el fondo,
no han sido sino búsquedas de percepción y de expresión por caminos distintos del seguido por el arte desde Pericles hasta nuestros días. Lo que ocurre es que, como estamos habituados a lo griego, todo otro camino, toda otra interpretación nos parece extraña, inaccesible, y exige un esfuerzo de comprensión.

Y ahí está la clave: No hay que esforzarse desde lo conocido, desde
lo habitual, y comparar y sacar conclusiones. No. Hay que recurrir a lo desconocido o, mejor, a lo olvidado por falta de uso, a lo almacenado en nuestro subconsciente desde hace miles de años; sobre todo, a la visión mágica de la naturaleza, la personalización de sus fuerzas, la sacralización de sus fenómenos. Sólo así se debe contemplar y estudiar, y se puede comprender y admirar, el arte de un Chagall, de un Picasso o de un Miró.

Y, quien no sea capaz de sacar de su almacén interior de antigüedades esacapacidad de visión asombrada y respetuosa de la naturaleza, se verá obligado, como hacen los más, a alabar ese arte que no entienden o a decir honestamente que no lo comprenden, que son los más valientes.

Hay una pregunta importantísima que subyace a todo lo dicho:
¿Cómo sería hoy el mundo si el siglo de Pericles no hubiera existido? Y aún hay otra, más profunda, más importante, que la subyace también:

¿Cómo sería el mundo sin el uso de la razón, pero con imaginación y percepciones sensoriales y suprasensoriales?

La Historia es una gran maestra, pero resulta inútil si no se la
comprende. Y sólo se la puede comprender poniéndose en el lugar de sus protagonistas. Y ello requiere esfuerzo de investigación, de información, de reflexión, de asimilación y de imaginación. Y una gran honestidad. De otro modo, es sólo una inútil sucesión de acontecimientos incomprensibles.

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EL AMOR DE LOS PADRES Y EL AMOR DE LOS HIJOS




EL AMOR DE LOS PADRES Y EL AMOR DE LOS
HIJOS
por Francisco-Manuel Nácher

Antes de comenzar nuestro descenso al Mundo Físico para una
nueva encarnación, si estamos relativamente evolucionados, si nuestro Yo Superior está lo suficientemente despierto, escogemos los que serán nuestros padres en esa inmediata vida. Si no es así, se nos asignan por las Jerarquías que nos están ayudando a evolucionar.

Por otra parte, si los Yoes Superiores de nuestros padres han
alcanzado un nivel suficiente, aceptan consciente y libremente su
papel. De ahí nacen generalmente padres e hijos responsables y que
cumplen bien su cometido, ayudándose unos a otros, según la época
de la vida.

Porque, ordinariamente, el papel de padres lo representan
quienes tienen deudas contraídas con su futuro hijo, en otra vida
enemigo al que perjudicaron gravemente y al que han comprendido,
gracias a su evolución, que le deben amor y servicio altruísta.

Pero, si no existe un nivel mínimo de evolución, si, en el Tercer
Cielo no se es capaz aún de comprender el juego de la Ley de
Retribución y que las ofensas de una vida se pagan con amor y con
sacrificios, generalmente en otra, entonces los padres son asignados
por los Señores del Destino entre personas con deudas de amor frente a nosotros. Y esa ignorancia de la ley cósmica y ese retraso en la evolución hacen que los padres no se sientan obligados a sacrificarse por los hijos, ni éstos a respetar ni a ayudar a aquéllos en su vejez.

Ésta es la razón de esos odios que, a veces, se dan entre padres e
hijos. No conocen la ley cósmica ni son conscientes de sus anteriores errores, pero, sin embargo, sí sienten un rechazo especial contra ese hijo o contra esos padres, una tendencia especial a despreciar y aún a perjudicar a esos espíritus que en otras vidas les perjudicaron gravemente.

Y lo mismo se puede decir de los hermanos: Espíritus que en
otras vidas nos ayudaron, y ahora debemos pagarles aquella ayuda, o nos perjudicaron, y ahora deben pagarnos aquella deuda. Y de los
parientes y amigos y allegados. Y de los enemigos. Siempre estamos
repitiendo actuaciones, por activa o por pasiva, hasta que nos demos cuenta del juego y comencemos a reaccionar y a pagar deudas y a perdonar ofensas. Entonces estaremos ya en el camino que conduce a la evolución consciente y dejaremos de ser meros juguetes del destino, que no es sino el efecto de la Ley de Retribución, que arroja sobre nosotros, sencillamente, las consecuencias de nuestros propios actos, con el fin de que, mediante el dolor o la satisfacción que nos producen, recapacitemos, nos elevemos, veamos la luz y nos
convirtamos en directores de nuestras vidas.

Sabiendo lo que antecede, ¿cuál deberá ser nuestra postura frente
a nuestros hijos o frente a nuestros padres o frente a nuestros
enemigos? Sólo de nosotros depende el que no tengamos que
experimentar en otra vida, incrementado, el dolor que los
malentendidos, los roces, los orgullos llevados al extremo, los
desamores, etc. nos producen continuamente.

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EL ADELANTO





EL ADELANTO
por Francisco-Manuel Nácher

Según la Ley Natural, lo que se adquiere espontáneamente o con gran facilidad mientras se es joven, es luego una traba que impide que, al llegar a edad adulta, se eleve uno por encima de ese nivel de juventud. En cambio, el que de joven se tiene que esforzar y, además, aprende de los otros, puede elevar sus conocimientos más allá que sus maestros.

Así ha ocurrido insistentemente con los “niños prodigio” que, en
términos generales, casi nunca han llegado a ser “hombres prodigio”.

Y ha sucedido con las civilizaciones: Han fecundado a un pueblo más atrasado, pero que luego ha sido capaz de llevar los conocimientos heredados más allá que sus propios creadores.
Y en el mundo de los descubrimientos científicos, donde cada uno se ha basado en los conocimientos de sus antecesores y los ha desarrollado hasta donde ellos no pudieron llegar.

Y, en la vida espiritual donde, de los grandes pecadores han salido
los más grandes santos. Porque los niños son inocentes, pero sólo los adultos, que ya han vivido y han pecado y se han arrepentido y con ello han aprendido, pueden llegar a ser sabios o, lo que es lo mismo, virtuosos.

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