HACED LO QUE YO OS DIGO, PERO NO HAGÁIS LO QUE YO HAGO

HACED LO QUE YO OS DIGO, 

PERO NO HAGÁIS LO QUE YO HAGO

por Francisco-Manuel Nácher

En términos generales, todos pensamos que somos perfectos. Y

ésa es la explicación de que nos permitamos juzgar y criticar y hasta

condenar a otros, viendo siempre la paja en el ojo ajeno y sin ver casi nunca la viga en el propio.

Pero, hasta que no nos convenzamos de nuestra imperfección

congénita, nos será difícil – por no decir imposible – dar un paso

adelante en nuestra propia evolución.

El único ser que pudo decir, sin reservas, “haced lo que Yo os

digo y lo que Yo hago” fue el propio Cristo. Por eso pudo completar la frase añadiendo: “…porque Yo soy el Camino”. 

Y por eso, los pocos que han llegado a aceptar su propia

imperfección, enfrentados con esa voz interior que les inclina a

compartir conocimientos, se han de debatir, necesariamente entre, o

no decir nada, no aconsejar nada, no sugerir nada, o exponerse a ser

tildados de hipócritas, fariseos o sepulcros blanqueados.

Por eso se ven obligados a pronunciar esa frase, a la vez tan

honesta, paradógica y mal interpretada de: “Haced lo que yo os digo, pero no hagáis lo que yo hago”.

Ése es, por lo visto, el precio que ha de pagar todo el que,

consciente de sus imperfecciones y subsiguientes errores, descubre

algo que él cree valioso e intenta honestamente compartir con sus

hermanos para ayudarles en su camino. 

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