miércoles, 27 de noviembre de 2013

ANATOMÍA DEL VICIO




ANATOMÍA DEL VICIO
por Francisco-Manuel Nácher

- ¡Hay que ver qué difícil es quitarse un vicio!
- Cierto.
- ¿Por qué será?
- Por ignorancia. Sólo por ignorancia.
- ¿Tú crees?
- Sí. Estoy seguro.
- ¿Qué clase de ignorancia?
- La de las leyes naturales que intervienen cuando pensamos
algo, y la de los procesos que, al pensar, ponemos en marcha,
tanto fuera como dentro de nosotros mismos. Lógicamente, así es
muy difícil acertar. Es como si pretendieses conducir un vehículo
por una ciudad, ignorando el Código de la Circulación y haciendo
caso omiso de los demás vehículos.
- ¡Hombre, vaya comparación!
- Pues es bastante exacta.
- Pero, ¿qué leyes naturales y qué mecanismos son ésos?
- Si piensas un poco, si concentras tu pensamiento sobre el
tema, si meditas seriamente sobre él, tú mismo los descubrirás.
- ¿Yo?
- Sí. Cualquier hombre que quiera lo puede hacer.
- ¿Cómo?
- Ya te lo he dicho: Pensando. El pensamiento, la inteligencia, la
razón, todo lo puede. Sólo tenemos que aprender a usarla.
- Me gustaría hacerlo. ¿Podría?
- Claro.
- ¿Ahora?
- Ahora. Vamos a ver: Cuando tú piensas muchas veces en una
cosa, en un asunto, ¿qué fenómeno has observado que se
produce?
- Pero, ¿deseando lo que pienso o no queriéndolo?
- Es indiferente. Si a ti te obsesiona un asunto, un pensamiento,
un sentimiento determinado o un temor, ¿qué ocurre?
- Bueno, que empiezo a conocer gente que desea lo mismo o
se preocupa por lo mismo o le ha sucedido lo mismo; que empiezo
a encontrar información sobre el tema sin buscarla, por ejemplo en
libros, conversaciones, situaciones; que parece que hay una serie
de fuerzas ocultas que se ocupan de mi asunto...
- ¿Por ejemplo?
- Si me machaco la uña de un dedo, empezaré a conocer gente
que se la machacó o que aún tiene la herida y todos me informarán
sobre el tema; si me preocupa un asunto, aparecerá gente con el
mismo problema o con idéntica aspiración o ilusión o manía; y
recibiré datos y ejemplos y fuerzas y hasta consejos para lograr
que eso se cumpla o se solucione.
- ¿Y eso por qué será?
- No lo sé, pero ocurre. Además, no me sucede a mí sólo, sino
que les pasa a todos.
- Pues reflexiona un poco. A ver, ¿por qué piensas que esto
sucede siempre a todos los que piensan con insistencia sobre
cualquier cosa?
- ¿Será una ley natural?
- Exacto. Sólo una ley natural puede hacer que algo ocurra
siempre a todos en las mismas circunstancias. Y, ¿cómo llamarías
a esa ley natural?
- No sé...
- ¿En realidad, qué hace?
- Atraer a mi órbita gente, sugerencias, asuntos, relacionados
con mi pensamiento.
- ¿Has dicho que atrae?
- Sí.
- Luego, ¿cómo la llamarías?
- Podría llamarla Ley de Atracción.
- De acuerdo. O sea, recapitulando: Cuando piensas algo con
insistencia pones en marcha la Ley de Atracción y ello hace que
todo a tu alrededor tienda a que se realice lo que deseas o se
solucione lo que te preocupa, ¿no?
- Podría decirse así, sí.
- ¿Piensas que puede ser esa ley la razón por la que todos los
melómanos acaben en las salas de conciertos y los filatélicos, por
ejemplo, en las plazas donde se compran, cambian y venden
sellos?
- Desde luego que sí. Yo diría que cada cosa atrae y es atraída
por las que le son afines.
- Vale. Ya tenemos, pues, la ley que nuestro pensamiento pone
en marcha. Pero, ¿por qué? ¿Qué explicación le encuentras a este
hecho?
- Que el pensamiento da una orden o, mejor dicho, supone una
orden para que esa ley actúe.
- ¿Y eso por qué será?
- Sólo se me ocurre una respuesta: La de que el pensamiento
es creador. Pero no lo veo muy claro.
- ¿No lo ves claro? Mira alrededor. ¿Cuántas cosas ves que no
haya hecho el hombre o en cuya forma o aspecto actual no haya
intervenido decisivamente?
- Prácticamente, ninguna. ¡Es asombroso!
- ¿Y cómo se ha producido esa intervención del hombre?
- Primero el hombre pensó hacer o conseguir algo, luego lo
deseó...
- Exacto. Has dicho la palabra justa: "Pensó". ¿Y qué ocurrió?
- Ahora lo comprendo: El pensamiento puso en marcha la Ley
de Atracción y la naturaleza empezó a colaborar hasta conseguir la
realización de ese pensamiento.
- Muy bien. ¿Y qué incidencia tiene el que lo deseado sea
positivo o negativo?
- Es curioso, pero a mi me parece que ninguna. Es decir, que la
ley obedece ciegamente al pensamiento y tiende a su realización
en el mundo físico, sin tener en cuenta su aspecto moral. ¡Es
curioso!
- Muy bien. ¿Te das cuanta de adónde has llegado en tu
razonamiento?
- Sí. Y es magnífico. Nunca lo hubiera creído.
- Bueno. Lo que hemos visto nos aclara la colaboración, la
obediencia, la sumisión de la naturaleza exterior a nuestro
pensamiento. Pero, ¿y la naturaleza interior? ¿Cómo se ve
afectada por el pensamiento?
- Es verdad. Nosotros, nuestro cuerpo, nuestros vehículos de
conciencia también pertenecen a la naturaleza, luego deben verse
afectados también. Pero, ¿cómo?
- Reflexiona un poco: Cuando tú tienes una idea o un
sentimiento, ¿qué puede despertar en ti?
- Supongo que despierta mi interés.
- ¿Sólo?
- O mi desinterés, o sea, que no me importe.
- ¿Y ese interés será siempre positivo, es decir, hará que te
guste o quieras realizar esa idea o experimentar ese sentimiento?
- Bueno, no. Puede ocurrir que esa idea o ese sentimiento no
me gusten, que me repelan.
- Entonces tendríamos ya claro que con tu pensamiento sobre
una idea o un sentimiento, es decir, sólo con pensar en ellos, la
naturaleza exterior empieza a hacerlos posibles, ¿no?
- Sí.
- Eso por fuera de nosotros.
- Exacto.
- Pero, por dentro, esa idea o ese sentimiento puede gustarnos
y provocar nuestra atracción, o puede disgustarnos o dar lugar a
nuestra qué...
- Nuestra repulsión, podríamos decir, ¿no?
- Vale. O sea, que tu interés por ellos puede ser positivo o
negativo.
- Exacto.
- ¿Y el desinterés qué provocaría?
- ¿En el exterior?
- Sí.
- Nada. Porque, si no pienso en esa idea o en ese sentimiento,
no podré en marcha la Ley de Atracción.
- De acuerdo.
- Pero dentro...
- Espera. Aún no hemos terminado de estudiar lo que ocurre en
nuestro interior si el asunto nos interesa, positiva o negativamente.
Vamos a estudiarlo ahora.
- Estupendo.
- Si te sientes atraído por una idea (llegar a abogado, por
ejemplo) o por un sentimiento (sentirte sano), la naturaleza
empezará, desde ese momento, a trabajar por que se realicen,
¿no?
- Sí.
- Y empezarán a pasar cosas: Que conocerás gente que desea
lo mismo, que te llegarán informaciones, que leerás libros, etc.
- Sí, así ocurrirá.
- ¿Pero, qué ocurrirá dentro de ti?
- Pues, si estamos viendo el caso en que yo deseo la
realización de la idea o el sentimiento, sólo veo dos posibilidades.
- ¿Cuáles?
- Que piense mucho en ello o que piense poco. O sea, que lo
desee intensa y permanentemente o que no lo desee tan
intensamente ni de modo continuado.
- ¿Y qué efectos producirán en ti en uno y otro caso?
- Si lo deseo intensa y continuamente, pensaré en ello muchas
más veces, con lo que la naturaleza, cada vez, me lo hará más
fácil.
- ¿Y por dentro?
- Por dentro, mi naturaleza también obedecerá la orden de mi
pensamiento, puesto que yo pertenezco a la naturaleza. Así que
empezaré a considerarlo fácil y accesible y descubriré que tengo
aptitudes para lograrlo y...
- ¿Y qué supone el que por fuera todo trabaje para que se
realice y por dentro también?
- Pues que ambos esfuerzos se sumarán, ¿no?
- Exacto. Con lo cual, lo lógico es que consigas lo que
deseabas.
- Sí, claro.
- Y, si lo desearas, pero no muy intensamente, ¿qué ocurriría?
- Por fuera, la naturaleza empezaría a obedecer la orden de mi
pensamiento. Pero, como no pensaré ni frecuente ni intensamente
en ello, esa labor será muy pobre.
- ¿Y por dentro?
- Por dentro ocurrirá lo mismo: No lo veré fácil ni me ilusionaré
ni creeré tener aptitudes para lograrlo...
- ¿Entonces?
- Pues que, si ambos esfuerzos, externo e interno, sumados, no
tuviesen bastante fuerza para conseguirlo, no lo obtendría. Ahora
se me ocurre que se trata, nada menos, que de trasladar una cosa
ya existente en el mundo mental, al mundo físico y hay que mover
materia física y eso necesita mucha energía. No sé si estoy
diciendo una tontería.
- No. En absoluto. Has dicho una gran verdad: Los
pensamientos son cosas, pero en el mundo mental. Y luego, para
que se realicen aquí hace falta una energía que sólo puede poner
en movimiento la intensidad del deseo.
- Claro.
- Estupendo. Vamos ahora a ver qué ocurrirá si se trata de una
idea (fumar) o de un sentimiento (sentir odio) que te repelen.
¿Cómo funcionará todo?
- Vamos a ver... Por fuera actuaría como siempre, haciendo la
Ley de atracción lo posible para que yo fume o sienta odio por esa
persona.
- ¿Y por dentro?
- Tendremos que distinguir, como antes, si pienso con
intensidad y frecuencia en la repulsión que me produce de fumar
(porque me gusta fumar pero quiero dejarlo) o sentir odio, o si lo
pienso con poca frecuencia e intensidad.
- Muy bien. ¿Y qué?
- Pues que, si lo pienso poco y deseo poco alejarme de ello, la
fuerza externa de atracción puede ser más fuerte que la interna de
repulsión, con lo cual seguiré fumando o sintiendo odio.
- ¿Y?
- Y, si deseo con intensidad y pienso con frecuencia en no
fumar y en no sentir odio, las fuerzas de fuera me ayudarán a
seguir fumando u odiando, pero las de dentro, no. Por tanto,
vencerán las de dentro.
- ¿Y qué más?
- ¿Qué más? Ya está.
- No. No está. Tú seguirás pensando en ello, aunque lo hayas
vencido una vez, ¿no? Porque, lo que intentas es hacer
desaparecer un vicio o un hábito.
- Sí, claro.
- ¿Y qué ocurrirá cada vez que pienses en ello?
- Que estaré ordenando a la naturaleza que lo facilite... ¡Es
increíble!
- ¿Y qué más?
- Que tendré que estar siempre luchando y con mucha
intensidad.
- ¿Y?
- Que dudo que venza al final y me quite el vicio de encima...
Pero, ¿entonces no hay manera de quitarse un vicio?
- Claro que la hay.
- ¿Cómo?
- Repasa lo que has descubierto y mira si hay alguna posibilidad
en tu interior que no hayas examinado.
- ¿En mi interior? Espera... ya lo tengo.
- ¿Qué es?
- La indiferencia. Cuando no fijo mi atención en la idea o el
sentimiento en cuestión.
- ¿Qué pasa entonces?
- Muy claro: Que, como no pienso en ello, es decir, ni lo deseo
ni lo rechazo, la naturaleza exterior no hará nada por que se
realice, es decir, me obedecerá como siempre y, al no pensar, no
hará nada. E, interiormente, como yo no pienso en el asunto,
tampoco habrá nada que me haga caer. ¡Es asombroso!
- Entonces, ¿qué conclusión sacas?
- ¡Que, para quitarse un vicio, lo único que hay que hacer es no
pensar nada en él, es decir, ni desearlo ni rechazarlo ni combatirlo,
porque si lo hacemos, la naturaleza, obediente a nuestro
pensamiento, volverá a hacernos caer. Ahora comprendo las
dificultades de los santos con sus tentaciones. Se pasaban el día
luchando contra ellas en vez de olvidarlas.
- Estupendo. ¿Ves como pensando se aclara todo?
- Y fíjate lo que me está ocurriendo: Ahora acabo de entender
aquellas palabras de Cristo cuando dijo en Marcos 11:24:
“Cuando pidáis algo, pedidlo como si ya lo hubieseis
recibido y entonces lo obtendréis”. ¡Es asombroso!

* * *

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por ayudarnos queridos hermanos.

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  2. Hola hermano, gracias por tu mensaje.
    Estas son palabras del Sr. Francisco Nacher, que nosotros hacemos conocer simplemente.
    deseo tengas unas ¡¡ Felices Fiestas !!
    Edgardo

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