PARA QUE SE CUMPLA LA ESCRITURA
por Francisco-Manuel Nácher
Siempre me ha llamado la atención que, en muchos pasajes de
los Evangelios – especialmente en el de San Mateo - se repita, cuando
alguien, especialmente Cristo, hace algo o dice algo, que lo hizo o lo
dijo “para que se cumpliera la Escritura”.
Y siempre me he planteado las siguientes preguntas: Si Cristo
dijo o hizo eso “para que se cumpliera la Escritura”, ¿qué mérito tiene,
si Él conocía la Escritura?
Y, ¿por qué la Escritura conocía lo que Él
iba a decir o a hacer? ¿Y qué importancia tiene que lo que haga o diga
coincida o no con lo que dice la escritura? Me ha parecido siempre
uno de esos enigmas que, de un modo instintivo, uno intuye que le va
a ser difícil aclarar.
Del mismo modo, me ha resultado siempre embarazosa la
afirmación de Max Heindel de que todo lo que sucede en este plano
no es sino proyección, cristalización de algo que ya ha sucedido en los
planos superiores. Porque me impedía conciliarla con el libre albedrío.
Con esas dos preguntas en el fondo de mi alma he estado
viviendo desde que “conocí” a Max Heindel.
Y, tras mucha meditación sobre el tema, creo haber encontrado
una explicación lógica y satisfactoria para mí, que compartiré aquí,
exponiéndola en varios puntos:
1.- En los planos superiores somos siempre conscientes, lo
mismo que aquí, y somos siempre libres. Más conscientes y más libres
que en el plano físico.
2.- Si en los planos superiores somos libres y conscientes, es
admisible y hasta lógico que convengamos allí hacer aquí, cuando
renazcamos, determinadas cosas para producir determinadas
consecuencias.
3.- Pero también es lógico que, cuando estamos aquí de nuevo,
debido a nuestra imperfección, olvidemos lo convenido y actuemos de
otro modo, produciendo resultados distintos de los esperados como
consecuencia de lo pactado arriba.
4.- Al decir, pues, los Evangelios que, Cristo hizo o dijo algo
“para que se cumpliera la Escritura” está queriendo decirnos que, usando de su libre albedrío, actuó de acuerdo con lo convenido,
aunque podía hacerlo de otro modo y con otras consecuencias.
5.- ¿Y cómo puede uno saber o intuir lo que ha pactado arriba?
No se me ocurre más respuesta que: estando, lo más posible, en
contacto con los planos superiores. ¿Y cómo se logra eso? La
respuesta es clara: Con la oración, a ser posible permanente (estar
“enganchado” a Dios), es decir, teniendo el hábito de estar en contacto
con Dios, con nuestro Dios interno, el mayor tiempo posible. Se
comprende entonces que Cristo orase con tanta frecuencia, cosa que
antes también me extrañaba pues pensaba que Él, a quien todos
oramos, precisamente Él, necesitara orar como nosotros.
6.- ¿Y cómo se adquiere el hábito de la oración o del contacto
permanente con lo alto? Pensando, sintiendo y actuando
positivamente. Es el único camino. Y, además, constituye, con la
oración permanente, un círculo vicioso, pero con un “vicio”
maravilloso: si oro con frecuencia, me elevo con frecuencia y, si me
elevo con frecuencia, me apetece orar con frecuencia. Es el círculo
vicioso más importante y efectivo del mundo.
7.- Y ese vicio de orar y de estar en contacto con lo alto todo lo
posible y de permanecer enganchado a lo alto, acaba por ampliar
nuestra conciencia y permitirnos intuir lo que allá arriba hemos
pactado para realizarlo aquí, y entonces podemos aquí hacer o decir lo
que sea “para que se cumpla la Escritura”, es decir, lo convenido de
antemano en los mundos superiores.
Fijémonos, por ejemplo, en la escena de las Tentaciones de
Cristo en el desierto, tras su Bautismo por Juan, y comprobaremos
que, tanto el tentador como Cristo, se refieren a “lo que está escrito”
para defender sus puntos de vista, el tentador para ver si Cristo no
recuerda bien lo pactado y hace lo que le asegura que “está escrito”, y
Cristo para demostrarle que sí lo recuerda y, por tanto, no caerá en la
tentación.
Creo que vale la pena meditar sobre este tema, pues entiendo que
es fundamental para todo estudiante rosacruz, ya que por un lado,
hemos de orar y, por otro, hemos de obrar con discernimiento y
positivamente, es decir, hemos de hacer que se cumpla nuestra
escritura personal y hagamos aquí lo que en verdad, hemos venido a
hacer, desde el punto de vista de arriba.
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