¿PARA QUIÉN COMEMOS?
por Francisco-Manuel Nácher
Si todo lo que comemos es, exclusivamente, para alimentar las
células que componen nuestro cuerpo físico y no a nosotros mismos,
¿cómo justificar el que un alimento o sustancia nos guste más o menos que
otro y, sobre todo, que nos apetezca algo que sabemos va a perjudicar a
nuestras células? Sólo se puede explicar si se admite que, una cosa son las
necesidades y las apetencias o gustos de nuestras células y otra, muy
distinta, los gustos y apetencias o incluso vicios, de nuestro cuerpo de
deseos, que acaba, generalmente, imponiéndose al interés y a la voluntad
de las primeras, incluso en su perjuicio que, indirectamente, repercutirá en
perjuicio del propio cuerpo de deseos, al enfermar o morir su soporte, el
cuerpo físico.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario