¿POR QUÉ LAS ESCRITURAS SON SIMBÓLICAS?
por Francisco-Manuel Nácher
¿Por qué todas las escrituras sagradas emplean símbolos para
expresar las grandes verdades?
Porque una verdad o un pensamiento o una idea tiene siempre
muchas facetas y, por tanto, puede ser conocida y estudiada desde
distintos ángulos y puntos de vista, y ningún hombre es capaz de
abarcarlos todos ya que cada uno alcanza sólo un nivel y una
profundidad determinados.
Resultaría, por tanto, imposible describir, escribiéndolas, todas las
facetas de cualquier Verdad. Y, además, al pretender describirlas
reduciéndolas a textos escritos, se correría siempre el riesgo de cometer
inexactitudes que podrían resultar peligrosas para los usuarios de la, en
ese caso, presunta Verdad.
Mediante el símbolo, cada uno percibirá la parte de que es capaz,
interpretándolo a tenor de sus propias aptitudes y con sus propias
limitaciones. Y, sin embargo, entre todas esas interpretaciones no habrá
oposición ni incompatibilidad posible, sino que todas ellas se
complementarán y ampliarán la zona iluminada de la Verdad.
Si, por ejemplo, se traza una cruz (+), cabrán infinitas posibilidades
de interpretación y todas serán correctas y compatibles e ilustrativas de
las demás. En esa cruz puede verse, simplemente, el signo de sumar,
paro también un cruce de caminos; o los cuatro puntos cardinales; o la
imagen del ascenso de algo desde debajo del horizonte hasta encima de
él; o el descenso inverso; o el traslado desde la izquierda a la derecha; o
lo inverso; o un instrumento de tormento; o la representación de los
reinos vegetal, animal y humano, o… mil cosas más. Y todas serán
correctas y cuantas más se perciban, mejor se conocerá y más se
profundizará en la idea que el símbolo quiere representar. De ese modo
también se evita que el no digno, el no preparado, no pueda hacer un uso
inadecuado de la Verdad.
A todo lo anterior hay que añadir que un símbolo es siempre
mucho más fácil de recordar y de transmitir que un texto, lo cual supone
una gran ventaja para evitar su pérdida, adulteración o deformación.
No hay, pues, mejor manera de representar, preservar, ilustrar y
enseñar la Verdad que mediante símbolos.
Por eso todas las Escrituras tienen distintos niveles de
interpretación. Y todas son válidas. Cada una para los hombres que
alcanzan ese nivel.
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