viernes, 2 de diciembre de 2011

EL HOMBRE ES UN SER SOCIABLE


EL HOMBRE ES UN SER SOCIABLE
por Francisco-Manuel Nácher


La prueba incontestable de que el hombre es un ser sociable o,
mejor, gregario o, mejor aún, grupal, estriba en su irreprimible e
intrínseca tendencia/necesidad de compartir con sus semejantes sus
propios hallazgos individuales, sean éstos artísticos, espirituales o
científicos o, incluso, vivenciales. Con el aditamento de que, para
alcanzar esos hallazgos, el hombre se ha tenido que basar siempre en los
de otros hombres que hicieron lo mismo antes que él. Ésa es la causa
última del nacimiento de la palabra, tanto a nivel humano como divino.

De ahí que el Logos nazca del Padre. Y de ahí que la finalidad de la
Creación sea la de compartir. Y, de esa necesidad/deseo de compartir,
por parte de la Deidad, que da lugar a la Palabra por la que todo fue
hecho, es decir, a la Creación, nace la necesidad/deseo de Sus criaturas,
hechas a Su imagen y semejanza y de su sustancia y en su seno, de
compartir.

Pero, si el hombre es una chispa divina, que ha de desarrollar su
divinidad evolucionando, es decir, mediante esos hallazgos que no
suponen sino un extraer lo interior y un asimilar lo que fue interior a
otros, esa evolución “participada” no puede nunca ser totalmente
individual. De lo que se deduce que la evolución humana es, ha de ser,
necesariamente grupal.

Y, si es grupal, está perfectamente explicada la necesidad de ayuda
a los rezagados, como manifestación pura y simple de la necesidad de la
evolución del todo.


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