LA CONVENIENCIA DE ESCRIBIR
por Francisco-Manuel Nácher
Circula por los mentideros literarios una frase, aparentemente
irónica, pero llena de enjundia y de contenido. Reza así: “Si no sabes
nada sobre una materia y deseas conocerla, escribe un libro sobre
ella”.
Lo lógico parece que sería aconsejar leer o, incluso, estudiar
algún libro sobre el tema en cuestión. Pero no. Es mucho más efectivo
lo otro. Porque, si se lee, lo único que se está haciendo es apropiarse
lo que otros ya han pensado. Pero escribir exige mucho más. Escribir
obliga a recordar, ordenar y estructurar lo que sobre el tema se haya
aprendido pero, además y sobre todo, obliga a pensar, a reflexionar, a
meditar, a investigar, a descubrir. En una palabra: A crear. Ya no es
introducir nuevos conocimientos en el insaciable saco de nuestra
erudición, sino extraer vivencias de nuestro propio ser. Y, así como lo
que aprendemos lo podemos luego olvidar fácilmente, lo que hemos
vivido, lo que hemos elaborado interior y cuidadosamente, lo que
hemos descubierto, lo que ha formado parte de nuestra propia vida,
eso ya no lo olvidamos jamás.
De ahí lo interesante, conveniente, enriquecedor y yo diría que
necesario que resulta, si se quiere avanzar en la evolución, es sentarse,
de vez en cuando, ante una cuartilla en blanco (o ante el ordenador o
PC), escribir un tema en su parte superior y sumergirse en uno mismo
para extraer, revivir, organizar y exponer todo lo que no sabíamos que
sabíamos. Es el mejor sistema conocido para practicar la
concentración y, por tanto, para desarrollar el pensamiento, tanto
concreto como abstracto pues, inevitablemente, mientras escribimos,
estamos volcados al máximo en nuestro quehacer, y todo el entorno
desaparece de nuestra conciencia para ser sustituido por las
existencias de nuestro almacén interior, por los hallazgos que esa
interiorización nos facilita y, sobre todo, por las nuevas ideas y
conocimientos que de tal labor se derivan.
Al escribir, pues, uno siempre acaba asombrándose de la
cantidad de conocimientos que, sin ser consciente de ello, poseía sobre
el tema en cuestión que, diseminados y relacionados con otros
heterogéneos, van aproximándose, organizándose, estructurándose y
formando un todo racional, homogéneo, inteligible y vivo, algo que,
aunque nuestro, es tan nuevo como inolvidable. Y eso supone
siempre, sin excepción posible, algo tan interesante como una
hermosa y fructífera ampliación de conciencia.
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