LA CRÍTICA
por Francisco-Manuel Nácher
La crítica, de cualquier clase que sea, es siempre negativa. Supone,
en el que la hace, o envidia o soberbia, pero nunca amor. Nunca produce
un efecto positivo en el criticado y, en cambio, puede provocarle una
reacción de odio o de complejo, o de ambas cosas a la vez. Ni en el que
critica, que queda, ya para siempre, con cierta desazón clavada en la
conciencia.
El camino positivo para ayudar a alguien, cuando lo que nos guía es
el amor, lo verdaderamente constructivo, es el elogio. Siempre es positivo.
Todo el mundo está dispuesto a aceptarlo y se ve obligado a perfeccionarse
en lo que le alaban para seguir mereciendo alabanzas.
Para criticar, pues, positivamente, es decir, sin hacerte daño a ti
mismo ni al criticado, alaba siempre en éste lo que tú crees que le falta,
como si lo tuviera, porque una porción tendrá, aunque sea mínima.
Y el
otro siempre te lo agradecerá y siempre se esforzará por seguir mereciendo
tus elogios, con lo cual eliminará lo erróneo, que desaparecerá de su
pensamiento, de sus palabras o de su conducta. Y tú habrás conseguido
ayudar sin herir.
Pero, incluso antes de elogiar, yo te aconsejaría que esperases a que
te pidan consejo u opinión. No pretendas corregir en los demás lo que a ti
te parecen defectos pero que, a lo mejor, no son más que manifestaciones
de una personalidad distinta de la tuya. Y, por supuesto, tú tampoco eres
perfecto y, con toda seguridad, no te gusta que te critiquen.
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