EL GÉNESIS (Continuación)
CAPÍTULO IV
El Jardín del Edén y la vida en los planos etéricos
Génesis 2:7
“Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un alma viviente.”
El espíritu se hizo interno. El soplo significa aquí la porción del Alma universal que penetró en la forma creada. ”Si la respiración desaparece, el animal muere, pero la respiración es inmortal.” La versión Septuagésima traduce el término polvo por esperma, el espíritu bajo el dominio del deseo. Adán significa “polvo rojo.”
Génesis 2: 8-10
Y el Señor Dios plantó un jardín al este del Edén; y puso allí al hombre que había formado…
Y un río salía del Edén para regar el jardín y después se dividía en cuatro brazos.
Los escritores bíblicos han emplazado el Edén en varios lugares de la Tierra.
Pero el Jardín del Edén no tuvo un emplazamiento físico; estaba situado en los planos etéticos. El río que regaba ese jardín era la Luz que se precipita desde el Mundo del Espíritu de Vida o plano de la Conciencia Crística, y se refleja en el plano etérico. Sus cuatro brazos son las cuatro corrientes en que la sustancia etérica se divide. El río Pisón
rodea el país de la luz, la tierra del oro y de la piedra de ónix. Simboliza el éter superior o Reflector. El río Gihon rodea el país de Etiopía o de la oscuridad. Es el éter inferior o Químico. Hiddekel, que fluye al este, hacia la luz, es el éter Luminoso. El Éufrates, el mayor y más importante río de Asia occidental, simboliza el éter de Vida que, en el actual estado del desarrollo humano, es el más importante de los cuatro.
Astrológicamente, los cuatro brazos del río del Edén significan los cuatro puntos anuales en que cambia la dirección del sol, o sean, los Solsticios de Verano e Invierno y los Equinoccios de Primavera y de Otoño.
Max Heindel, un iniciado de la Escuela Rosacruz, dice que el Éter Químico vibra con el átomo simiente del cuerpo denso, situado en el corazón; y el Éter de Vida, con el átomo simiente del cuerpo vital, emplazado en el plexo solar. Estos dos éteres mantienen la vida del cuerpo físico. El Éter de Luz vibra como el átomo simiente del cuerpo de deseos, situado en el vórtice central del hígado, y también como el cuerpo pituitario, en el cerebro. Antes de perder el hombre la visión espiritual y sucumbir a la seducción de su naturaleza inferior, la glándula pituitaria vibraba como el átomo simiente del cuerpo denso. El Éter Reflector vibra como el átomo simiente de la mente, situado en el seno frontal, y con la glándula pineal que, como el cuerpo pituitario, está situada también en lo profundo de la cabeza.
El Éter Químico se relaciona con el principio masculino en la Humanidad; el Éter de Vida, con el femenino. El siguiente Éter, el de Luz, es también femenino cuando está purificado por la regeneración; y el superior o Reflector, es masculino cuando está redimido. La unión de ambos, mediante la transmutación, los convierte en la luz que es la vida del mundo y sin la cual “nada de lo que ha sido hecho se hizo.”
Adán y Eva son términos genéricos, que se refieren a la Humanidad primitiva “hecha a imagen y semejanza de Dios,” cuya primera habitación se encontraba en el reino de los éteres. De ello se deduce, necesariamente, que sólo pudieron habitarlo en cuerpos etéricos. A la visión etérica, aquellos cuerpos aparecen como formados por una nube de niebla. Ciertas inscripciones antiguas relativas a Adán y Eva sólo pueden entenderse en relación con esos hechos.
Génesis 2:19
Y fuera del Jardín, el Señor Dios formó todos los animales salvajes y todos los pájaros del aire y los presentó a Adán para ver qué nombres les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera.
Como ya se ha dicho, la Humanidad primitiva fue andrógina. Los polos masculino y femenino del espíritu funcionaban del mismo modo dentro del cuerpo. En
relación con esto, Platón, un iniciado griego, escribió en su Banquete: “El hombre primitivo era masculino-femenino, un ser único, pero Dios separó el masculino del femenino y dio lugar a dos seres distintos; no obstante, en el hombre actual hay aún dos
seres , separados uno del otro por la persistencia en el pecado.”
El polo masculino es la voluntad; el femenino, la imaginación. Cuando ambos funcionan armónicamente en un cuerpo, producen un hombre-dios. Un ser semejante posee los atributos espirituales que caracterizaron a la Humanidad antes de la Caída y que la Humanidad redimida volverá a poseer. La raza humana los ha perdido como consecuencia de su división en sexos, su ilusión de separatividad, su superindulgencia
con la vida de los sentidos y su inmersión en la materia.
Adán, el hombre de la raza edénica, que poseía ambos principios de Voluntad e Imaginación y funcionaba en el reino sutil de las fuerzas etéricas, podía moldear éstas en cualquier forma que quisiese. Y podía manipular los principios vitalizadores de la naturaleza, como los científicos de hoy manejan los elementos químicos de la Tierra. La fuerza creadora de su cuerpo aún no había “caído”; aún no la había dirigido mal ni había hecho mal uso de ella. Consecuentemente, estaba disponible, en su no dividido poder de creación, en un plano superior al físico.
Esa capacidad para manejar las fuerzas sutiles de la naturaleza le dio al hombre adámico el control sobre los reinos inferiores. Esto está expresado en la afirmación de que “cada ser vivo llevaría el nombre que él le pusiera”. No sólo, pues, nombró las
criaturas sino que, mediante su conocimiento de los valores vibratorios, fue capaz de controlarlas al pronunciar sus nombres.
Hay que observar que, cuando el hombre estaba funcionando en los éteres, al reino animal se le estaba enseñando a construir cuerpos con la materia del Mundo del Deseo. Esta sustancia, tan plástica como la emoción, era muy sensible al control del espiritual hombre adámico. Y, dado que el servicio es la ley del progreso, la asistencia que el hombre prestó a los animales en aquella etapa de su evolución, no solo les ayudó a evolucionar, sino que hizo avanzar al hombre mismo.
Génesis 2: 15-17
“Y el Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el Jardín del Edén para que lo habitase y lo conservase.
Y el Señor Dios dijo al hombre: puedes comer libremente de todos los árboles del Jardín. Pero, del Árbol del Conocimiento de Bien y del Mal, no comerás. Porque, desde el día en que comas de él, morirás.”
El Árbol de la Vida representa el cuerpo perfecto masculino-femenino, como lo describe Juan en la Revelación. La ramita de acacia, que lo masones colocan en el ataúd
del hermano muerto, simboliza este árbol y se refiere al tiempo en el que el nacimiento y la muerte de los cuerpos físicos terminarán; cuando el hombre, en su lugar, se construirá un cuerpo perfecto, masculino-femenino, que no conocerá la muerte. Éste será el cuerpo del futuro al que se refiere Pablo.
Madame Blavatsky llama al Árbol de la Vida la “caña del caduceo.” Y escribe: “Las dos serpientes son espíritu y materia, cuyas dos cabezas surgen de una cabeza y cuyas dos colas se juntan, en la tierra, en una sola (realidad e ilusión). Esta es la gran ilusión, oh, Lanoo.” Génesis 2: 21-22
“Y el Señor Dios sumió a Adán en un profundo sueño que lo durmió. Y tomó una de sus costillas y cerró la carne. Y, con la costilla que había extraído al hombre, hizo una mujer y se la presentó al hombre.”
El sueño que cayó sobre Adán se refiere al estado de conciencia del iniciado, cuando se enfoca exclusivamente en los planos espirituales superiores. El término traducido como costilla significa también lado. Este pasaje describe el proceso por el cual el hombre se convirtió en unisexual: Una parte o aspecto del espíritu se vio privada de su funcionamiento activo, con el resultado de que el hombre usó un cuerpo con un solo sexo, bien masculino, bien femenino.
La separación de sexos tuvo lugar en la Época Lemúrica, hace muchos millones e años. La transición desde el estado andrógino abarcó un largo período de evolución y comprendió varias etapas intermedias. La separación no se dio simultáneamente en toda
la Humanidad. Empezó en los más avanzados y, con el transcurso del tiempo, se extendió a los rezagados. En los Templos de Iniciación se enseñaban los misterios
relativos a esta transformación a los pioneros de la raza. Éstos eran admitidos para el conocimiento superior relativo a la división de los principios internos, mientras estaban en estado de desencarnados. Éste es el significado del profundo sueño o estado de trance al que Adán fue sometido cuando se le quitó (costilla) el lado femenino (Eva) y la raza humana quedó dividida en dos sexos.
(Continuará)
FRATERNIDAD ROSACRUZ MAX HEINDEL (MADRID)
BOLETÍN INTERNO Nº 40 AÑO 2.001 - TERCER TRIMESTRE
(Julio - Septiembre)
* * *