LA OBRA OPERÍSTICA DE RICHARD WAGNER
por Francisco-Manuel Nácher
1.- La naturaleza es armonía. Las formas, los colores y los
sonidos se compenetran, se compensan, se traducen, se
comunican… y todos juntos producen un mundo maravilloso que
no vemos porque no sabemos mirar. Y eso es lo que primero
hemos de aprender a hacer.
2.- Hay tres manifestaciones artísticas fundamentales: La
escultura, la pintura y la música.
La Escultura se ocupa de la forma y pertenece al mundo
físico. Sus obras son duraderas.
La pintura es más sutil. Recoge los colores y sus tonos. Sólo
tiene dos dimensiones. La tercera la ha de poner el observador. Es
un arte del mundo del deseo y expresa las emociones. Es menos
duradera que la escultura, ya que no pertenece a este mundo, sino
al inmediatamente superior.
La música es el arte de los sonidos, de los ritmos. Es propio
del mundo del pensamiento, el inmediatamente superior al mundo
del deseo, el hogar de nuestro espíritu. Por eso su manifestación
artística es la que más hondo nos llega y más nos puede influir y,
de hecho, nos influye. No es duradera porque pertenece a un
plano muy lejano. Pero no debemos olvidar que la creación
empezó con el Verbo, la Palabra, el sonido. Y que el Verbo
mantiene el cosmos entero y ostenta un poder creador que no
poseen las demás artes. De ahí la gran importancia de la música
en nuestra evolución y, por tanto, la necesidad de escuchar
música, pero también la de seleccionarla bien porque, como
creadora que es, puede elevarnos, hacernos evolucionar, o sea,
“construirnos”, o puede destrozarnos y hacernos retroceder.
3.- Un mito no es una narración más o menos antigua, de
origen desconocido y sin ningún sentido. Es una narración
antiquísima, con una finalidad formativa. Es un estuche precioso
n el que los conductores de la Humanidad han guardado una
serie de verdades cósmicas para que el hombre las vaya
descubriendo a medida que empieza a buscar un sentido a la vida
y levanta la tapa del cofre.
4.- La obra de Wagner está toda ella basada en mitos, Es,
por tanto, una obra, toda ella, cósmica y, por ello, religiosa y, por
eso, no popular, no apreciada en demasía en nuestros tiempos, tan
proclives a “creer lo que ven”. Sin embargo, la música de Wagner
es la música de la Era Acuaria, la música del futuro. La que se
utilizará en las Escuelas de Misterios del próximo futuro, porque
no hace sino trasladar a este plano lo que ocurre en las Escuelas
de Misterios que ahora se encuentran y funcionan en el plano
etérico.
Wagner era un Iniciado Musical, cuyo objeto en la vida fue,
pues, traer esos conocimientos, esas verdades y esa música
superior. Muchos de sus pasajes son verdaderas transcripciones de
la música que se escucha verdaderamente “en las alturas”.
Su obra abarca todo el recorrido del alma que busca. A este
respecto, Corinne Heline aconseja:
“Un aspirante que esté trabajando la etapa inicial de
Purificación, se verá ayudado muy considerablemente por la
música de Tannhauser.
Para alcanzar la segunda etapa, que produce el desarrollo
consciente de la memoria nocturna, está la música de Lohengrin. El siguiente grado de los Misterios corresponde al
matrimonio místico, cuya significación espiritual es Tristán e
Isolda.
El trabajo más elevado, el propio de un Iniciado Consciente
del Templo, lo expone Parsifal.
La íntima relación entre estas dos últimas obras la expresa el
propio Wagner al decir que Parsifal es la reencarnación de Tristán
y que vino a la Tierra habiendo alcanzado tal nivel evolutivo que
conquistó el privilegio de regresar como maestro de la
Humanidad. El Holandés Errante define y clarifica las diferencias entre
la Magia Blanca y la Magia Negra.
Los Maestros Cantores de Nurenberg describe las
Escuelas Musicales de Iniciación de la Edad Media, lo que
convierte esta obra en una especie de preludio de Tannhauser., ya
que expone algunos de los métodos de entrenamiento usados en
aquellas Escuelas, y ciertos procesos relacionados con el
desenvolvimiento espiritual.
El Anillo del Nibelungo - que comprende El Oro del Rin,
La Walkiria, Sigfrido y El Ocaso de los Dioses - es un vasto
caleidoscopio que abarca el pasado, el presente y el futuro de la
Humanidad. El empleo erróneo, tanto de los poderes materiales
como de los espirituales por el hombre se expone en estas obras.
Y sus consecuencias, reflejadas en la última: El Ocaso de los
Dioses. Pero también la obra de Wagner, como hemos dicho,
contiene los medios para el retorno a la Gracia y la Armonía
iniciales. Y ese Sendero es el que articulan Tannhauser,
Lohengrin, Tristán e Isolda y Parsifal”.
5.- Wagner que, además de músico irrepetible, fue gran
poeta, gran filósofo y gran ocultista, creó un teatro para la
representación de su obra y que pretendió fuese un Templo
musical, el centro de una Escuela de Iniciación. Lo situó en
Bayreuth, en Alemania, en un paraje solitario y paradisíaco
donde, cada año, aún se celebran los conocidos festivales de tal
nombre, con representaciones de sus obras, especialmente de
Parsifal, que él prohibió explícitamente que se representase fuera
de allí. Su exigencia a este respecto no se ha cumplido, claro. Sin
embargo, cuando esta obra se representa, todos los asistentes se
sienten profundamente impresionados y, aunque no conozcan
nada de ocultismo, son conscientes de que están viviendo algo
que los supera y los influye y los eleva.
Para que las vibraciones de la música pudiesen perdurar en
los planos etéricos, influyendo positivamente sobre todos los
presentes, Wagner, que era, por lo menos, clarividente etérico,
prohibió terminantemente los aplausos, que destrozan dichas
vibraciones y las anulan.
Cuando murió, estaba trabajando en la organización del plan
de estudios de su Escuela Iniciática. En él preveía un aprendizaje
e seis años: El primero dedicado a recibir una preparación
general. El segundo para componer cada alumno sus propias
obras y encontrar su propio modo de servir. El tercero se
dedicaría al estudio de El Holandés Errante, Tannhauser y
Lohengrin. El cuarto hacía lo propio con Tristán e Isolda y Los
Maestros Cantores de Nurenberg. El quinto año estaba reservado
al estudio de El Anillo de los Nibelungos. Y el sexto, al de
Parsifal, que expone el sendero para la obtención de la
Iluminación espiritual o Iniciación.
6.- Wagner contó que, desde el momento que oyó una
sinfonía de Beethoven… él fue músico. Asegura que la música de
Beethoven le hacía ver místicas constelaciones y fantásticas
figuras. Y sigue: “Apenas se escucha una sinfonía de Beethoven -
que, como sabemos, fue otro gran Iniciado Musical, - el mundo
fenomenal desaparece, pues en su música están escritos los
símbolos eternos de un mundo nuevo y diferente.”
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