LOHENGRIN
por Francisco-Manuel Nácher
1.- Esta ópera es la más conocida, la más popular y la más
aceptada por la gente que, en general, no comprende ni considera
siquiera interesantes las otras. Ello se debe a que su argumento es muy
simple, por lo menos aparentemente. Y a que su música es
verdaderamente exquisita y apela de modo inusitado a todas las
sensibilidades.
Hemos de tener en cuenta, sin embargo, y recordarlo siempre,
que la música de todas las óperas de Wagner estudiadas en este ciclo
es música de la nueva edad, es música del futuro. O, mejor dicho: Es
música que nos influye siempre que la escuchamos - lo notemos o no,
lo pretendamos o no - y siempre ayudándonos en nuestra evolución. Si
nos acostumbramos a escucharla habitualmente, no tardaremos en
notar que nuestra sensibilidad se ha agudizado, que nuestra
espiritualidad mejora, que nuestras aspiraciones e ideales son más
elevados y sublimes y nuestra fuerza interior se ha incrementado.
No esperemos, sin embargo, lograrlo en uno o dos días. Hay que
insistir, hay que llegar a introducirse en esa música mágica o, mejor
dicho, hay que permitir que esa música penetre en nosotros. No exige
más esfuerzo que intentarlo. Y, por supuesto, los resultados pagarán
con creces ese esfuerzo. Aconsejo contar con una traducción al
español, de modo que, en cada momento sepamos qué está ocurriendo
y cuál es el estado de ánimo de los personajes. No es preciso aprender
las óperas de memoria. Sólo con ese nivel de conocimiento nos será
posible identificarnos con cada emoción y cada súplica y cada queja y
cada oración y cada sueño expresados por la música de este genial
iniciado musical.
2.- La acción de esta ópera se desarrolla en la época de la
caballería andante, cuando los Caballeros Iniciados marchaban a
través del mundo para defender a los débiles, enmendar injusticias y
brillar en todo momento con luz propia, debido a sus virtudes, a su
valentía y a su magnanimidad.
3.- Lohengrin, a pesar de su aparente simplicidad y
superficialidad, encierra uno de los más grandes requerimientos para
la Iniciación: La fe.
El argumento es el siguiente:
El heredero del Ducado de Bravante ha desaparecido. Es el
hermano de Elsa, heroína del drama, a la que se acusa, en la escena
inicial, por Ortruda y Telramundo, sus intrigantes enemigos que
desean hacerse con el poder, de ser la asesina de su hermano para
heredar el Principado.
Elsa ha sido citada ante la corte real para enfrentarse a sus
acusadores. Cuando comienza el juicio, ningún caballero ha acudido
en su defensa. Parece, pues, perdida. Ella, inocente y devota, eleva sus
oraciones a lo alto en demanda de ayuda. Y, en ese momento, aparece
en el río un caballero, de pie sobre un cisne blanco y que, una vez
llegado a la orilla, se dispone a asumir su defensa.
El caballero pone una sola condición a Elsa para luchar en su
favor: Que nunca le pregunte quién es ni de dónde viene. Elsa,
naturalmente, viendo la apostura del caballero, su nobleza, sus
modales y su valentía, no duda en aceptar la condición, pues no
necesita más.
Tiene lugar la lucha en la que vence el caballero que, no
obstante, perdona la vida a Telramundo. El caballero, entonces, pide
como premio la mano de Elsa.
Telramundo y su esposa Ortruda, sin embargo, no renuncian por
ello a sus intrigas. Así que hablan con Elsa y siembran en ella la duda
diciéndole que, si el caballero no quiere decirle quién es ni de dónde
viene y, además, ha pedido su mano, seguramente algo tendrá que ver
con la desaparición de su hermano, de cuya muerte ella tan
injustamente está siendo acusada.
Y Elsa, que no se había planteado en ningún momento incumplir
el pacto, siente la necesidad de preguntar a caballero quién es y de
dónde viene. Entonces el caballero, alegando que Elsa ha roto el
pacto, anuncia que le resulta imposible quedarse y que se irá para no
volver. De nada sirven las lágrimas y los ruegos de Elsa. El caballero
evoca a su fiel cisne para partir. Cuando éste llega a la orilla, el
caballero revela su identidad diciendo: “Yo soy Lohengrin, el hijo de Parsifal”. El cisne entonces, se transforma en el hermano de Elsa y se
convierte así en su protector para el futuro. Lohengrin se va.
4.- Vamos ahora a estudiar el significado oculto de esta preciosa
obra:
El cisne - ya lo vimos en Parsifal al comprobar la desolación de
los caballeros cuando el joven recién llegado mata con su flecha a uno
de los que nadan en el lago donde Amfortas toma diariamente su baño
reconfortante - es un símbolo unido siempre a los Caballeros del Grial.
¿Por qué? Porque el cisne es un animal que tiene la particularidad de
que puede volar por los aires, puede caminar sobre la tierra, puede
nadar en el agua y puede bucear en su interior. Es decir, es un ser
capaz de actuar conscientemente en distintos mundos. Por eso se le ha
utilizado siempre como símbolo del Iniciado, capaz, mediante su
cuerpo alma, de viajar por los planos superiores, capaz, mediante su
cuerpo físico, de actuar en la tierra como un hombre más y capaz,
como Auxiliar Invisible, de atravesar inmune el fuego, el agua, el aire
y la tierra. Ésta es la primera lección que ha de aprender el Auxiliar
Invisible: Que ninguno de los cuatro elementos tiene poder sobre él,
de modo que puede atravesar las paredes, puede sumergirse en el
agua, puede volar y puede atravesar el fuego sin recibir daño alguno.
Por eso los Auxiliares Invisibles actúan continuamente en incendios,
naufragios, cataclismos geológicos, etc. , ayudando a quienes piden
ayuda o la necesitan.
5.- La antigua mitología nórdica recuerda cómo los caballeros
que habían peleado valientemente y eran vencidos o mortalmente
heridos, entonaban el canto del cisne. No se crea, sin embargo, que se
trataba sólo de una brutal y sangrienta batalla. También hacía
referencia a la “batalla interior”, queriendo decir que un alma que
había combatido valientemente en la vida, al final, podía entonar el
canto del cisne, es decir, pronunciar el juramento de la iniciación y
hacerse capaz de entrar en otro reino para, desde allí, seguir ayudando
a otros, lo mismo que lo había hecho aquí.
Elsa es la hija de un rey. Es, pues, del más alto y noble linaje.
Nadie que no sea así, es decir “bien nacido” - que haya nacido a la
vida superior - puede solicitar la ayuda de caballeros como Lohengrin.
En el mundo, en realidad, no hay ni nobles ni plebeyos, ni altos ni
bajos. Sólo cuenta el grado de evolución que cada cual ha obtenido. Y
sabido que el único medio de evolucionar consiste en el altruismo y el servicio desinteresado al prójimo, es de suponer que Elsa había
alcanzado de ese modo un determinado grado de evolución. Por eso,
cuando necesitó ayuda, un alma noble se aprestó a ayudarla. Uno de los primeros requisitos para la “boda mística”, para la
Iniciación, consiste en que el interesado debe haber experimentado el
abandono por parte de todos, debe haber llegado al estado de
permanecer sólo en el mundo, sin ninguna ayuda de procedencia
terrenal. Y sólo entonces cuando, en tales circunstancia, eleva sus
plegarias al cielo, recibe la ayuda y la “oferta de matrimonio”.
El instructor, pues, acude y demuestra incontestablemente sus
poderes y su identidad y su origen al solicitante de ayuda. A cambio
sólo exige una cosa: Fe. Confianza total y absoluta. Y quien,
encaminado ya hacia la Iniciación, flaquea en esa fe inquebrantable en
el Maestro, ve roto su contacto con él de un modo drástico e
instantáneo y ningún maestro acudirá a sus llamadas ya en esta
encarnación. Parece algo grave. Es algo grave. Pero es que, una vez
demostrado su estatus por el Maestro, de modo indudable, es lógico
exigir la confianza total en el que “sabe más”. No se trata ya de un
gurú, ni de un enseñante terreno que cobra sus enseñanzas. Se trata de
un ser que ha alcanzado cotas de evolución elevadísimas y que no
puede perder su tiempo y sus energías ayudando a alguien que no
confía en él, ni otorgarle poderes para los que no está preparado. Sobre este particular insisto en algo que ya dije pero que
conviene recordar. Max Heindel nos previene frecuentemente de que,
en el sendero a veces se tropieza uno con visiones, fenómenos, voces
interiores, etc., muchos de los cuales pretenden erigirse en maestros
nuestros. Y nos dice clarísimamente: A menos que ese maestro nos
demuestre su grado de evolución plasmando en nuestra vista interior
las escenas de lo que desea comunicarnos o enseñarnos, de modo que
lo veamos sin ningún lugar a dudas, con una claridad total, declinemos
el ofrecimiento porque se trata de un impostor, de los que abundan
tanto en los otros planos como en éste. Una vez comprobado, pues,
por nosotros, ese elevado estatus evolutivo, que nos lleva, a lo mejor,
Períodos enteros de ventaja, ¿cómo vamos a dudar siquiera de la
conveniencia de lo que nos sugiera?
El hermano de Elsa, ostensiblemente, había obtenido la
Iniciación y por eso escuchó sus demandas de ayuda y logró la ayuda
del Maestro, en el cual confiaba ciegamente, y pudo recuperar su anterior lugar, bien que con unas facultades muy superiores, y
convertirse en el protector de su hermana que, en esa encarnación,
falló desgraciadamente, donde su hermano había triunfado.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario