LO QUE SOMOS
por Francisco-Manuel Nácher
Cuando veas a una persona que te interesa o que te llama la
atención por cualquier motivo, imagina que ve ves sólo su esqueleto;
luego, imagina que ves lo que le vas añadiendo: su cerebro, su tráquea,
sus bronquios, sus pulmones, su corazón, sus arterias, su estómago, sus
intestinos, sus riñones, su vejiga, sus músculos, su sangre fluyendo, sus
nervios, su piel…
Imagina que ves como un conjunto de piezas anatómicas. Ve su
piel abierta como en una autopsia…
Te darás cuenta de que, vistos así, todos somos iguales: un
conjunto de órganos que se mueven, que viven, que realizan su trabajo…
Pero, ¿eso es cada uno de nosotros? ¿Sólo eso? No. Porque, ¿qué
es lo que hace que ese conjunto de órganos viva y realice su función? Y,
¿qué es lo que hace que se formulen los pensamientos? ¿Y quién
razona? Y, ¿dónde están la emoción y los deseos y los sentimientos?
Porque, ¡precisamente, el pensamiento y el sentimiento es lo que, de
verdad nos diferencia a unos de otros! Y es lo que determina el aspecto
del resto. Y, en el fondo, es lo que nos atrae o nos repele o nos deja
indiferentes. Porque, ¿qué queda de una persona maravillosa, si le vamos
quitando mentalmente los diversos órganos? ¿Dejará de sentir y de
pensar como antes? No. Seguirá siendo la misma. Y, si nos atraía y nos
gustaba, ¿qué es lo que nos gustaba, realmente? ¿Un montón de células
sanguinolentas? ¿Un trozo de grasa o de cartílago o de tejido
conjuntivo? No. Lo que nos atraía, aunque no lo sepamos, era lo otro, lo
interior, ese interior que no se ve, que no se toca, que no se puede ni
siquiera imaginar, pero que está ahí, rigiéndolo, dirigiéndolo y
condicionándolo todo: el espíritu. No te dejes, pues, engañar por las
apariencias.
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