El Nuevo Contrato Social (parte segunda de tres)



EL NUEVO CONTRATO SOCIAL 
por FRANCISCO-MANUEL NÁCHER LÓPEZ 
(parte SEGUNDA de TRES)

primera parte desde aquí
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DICIEMBRE


SÍNTESIS DE DICIEMBRE



    Decididamente, la profundización se dirige, de modo imparable, a la religión cristiana. Todas las obras tocan, de un modo u otro, algún tema desde el punto de vista religioso.

   En medio de todos estos fenómenos inesperados, hay dos que

consideramos dignos de ser destacados porque son definitivos para poder comprender, tanto el proceso que se viene produciendo, como el que, nos imaginamos, va a seguir.

  El primero estriba en la aparición, en todas partes, en todos los

países, casi diríamos que en todas las redacciones, de alguien con

conocimientos sobre las religiones y, especialmente, sobre la cristiana.

  Pero no son los conocimientos tradicionales, superficiales y para andar por casa, no. Son conocimientos racionales y razonados, explicaciones científicas y exposiciones claras de los tradicionalmente abstrusos misterios de la religión. De modo que el lector, el oyente o el televidente comprende, creemos que por primera vez en la historia, lo que significa la religión, lo que contiene, lo que pretende y por qué causas. Asombra el pensar cuánta gente había, preocupada por y estudiando estos temas, mientras los demás vivíamos completamente ajenos a esa inquietud. Pero, lo cierto es que, lo que nos están exponiendo es verdaderamente sugestivo y, estaríamos por asegurar, que hace vibrar una fibra íntima de todos los corazones.

  El segundo, consiste en que, sin quererlo, pero conscientemente,

todo el mundo está asimilando perfectamente las enseñanzas que se le están dando. Es como si hubiéramos tenido, sin saberlo, hambre en el alma.

  Con frecuencia, en los textos seleccionados se repiten temas o

argumentos o datos. Pero es que eso es lo que está realmente ocurriendo de modo continuo. Y eso es lo que hace que los asuntos, vistos desde todos los ángulos, acaben comprendiéndose y se asimilen y hagan propios.

 De vez en cuando destaca algún trabajo especialmente interesante.

  Este mes hemos seleccionado uno de EL SOL de México D.F. sobre el Decálogo que, a nuestro entender, es definitivo para aclarar lo que se esconde tras eso que nos ha parecido siempre tan primitivo y tan lejano y que, sin embargo, resulta ser algo vivo, maravilloso y profundamente iluminador.
 La obra poética, como siempre, insistiendo con mucha oportunidad y tino, en temas interesantes. Hemos seleccionado tres que hacen pensar.

* * *

DÍA 1
CNN ATLANTA, Georgia, U.S.A.

LOS CUERPOS DEL HOMBRE

   Por supuesto, decir que el hombre posee varios vehículos, a saber:
Cuerpo Físico, cuerpo Etérico, cuerpo de Deseos y cuerpo Mental, es como decir que la luz blanca se difracta en siete colores. Si uno no puede o no quiere comprobarlo, tiene dos posibilidades:
   1ª.- Se lo cree y actúa en consecuencia.
  2ª.- No se lo cree y actúa en consecuencia..
  Veamos con detalle cada una de esas posibilidades:

   A.- Lo cree y actúa en consecuencia. A su vez, puede creerlo, bien porque sí, sin reflexión alguna (lo cual es síntoma de poco desarrollo intelectual), bien porque confíe en quien se lo dice. En realidad, sin darnos cuenta, el 99% de nuestras convicciones y certidumbres son de este tipo.
  No las hemos ni descubierto ni enunciado ni comprobado, pero las
aceptamos, las creemos y actuamos en consecuencia, es decir, vivimos en consecuencia.. ¿Quién ha comprobado la flotabilidad del barco antes de embarcarse, o la posibilidad de sustentación del avión en el aire, antes de viajar en él, o que, de verdad, hay un anticiclón en las Azores, que es el causante del buen tiempo en España, o que el desempleo ha aumentado o disminuido en los últimos tres meses o que mañana no se habrá acabado el mundo, o que nos tenemos en pie gracias a la ley de la gravedad, o que los
alimentos que compramos e ingerimos no nos van a envenenar en cinco segundos, o que nuestro cónyuge y nuestros hijos nos quieren de verdad, o que al regresar al hogar, tras la jornada laboral, nuestra casa estará donde y como la dejamos, o que el billete del autobús vale para el recorrido que se nos ha dicho, o que el taxista nos llevará realmente adonde le hemos pedido, o que la tierra gira verdaderamente alrededor del sol, o que nuestra tensión arterial es la correcta porque lo ha dicho el médico, o que el hombre ha pisado realmente la luna, o que el colegio donde estudian nuestros hijos les va a enseñar lo que promete, o que existe Saturno, o que existe África del Sur, o los ornitorrincos, o el agujero de ozono, o que el
Mediterráneo está muy polucionado, o que un determinado personaje murió del sida, o que el bacilo de Koch es el verdadero causante de la tuberculosis, o que...? Y eso nos parece normal y lo aceptamos y vamos por el mundo confiando en lo que otros han descubierto, investigado, visto o afirmado. ¿Cuántas cosas proyectamos o hacemos cada día que no están basadas en nuestras propias investigaciones y conclusiones?
   Pero, curiosamente, sólo las aceptamos cuando se refieren a lo que
llamamos la "vida sensible", la que se puede percibir por los sentidos. Si, como decíamos antes, se dice que el hombre es un espíritu inmortal en evolución y que para evolucionar utiliza distintos vehículos como los enunciados, la cosa cambia.
   ¿Por qué? ¿Es que no estamos, como acabamos de reconocer,
aceptando continuamente afirmaciones ajenas para poder manejarnos en la vida? ¿Y por qué las aceptamos? Sencillamente, porque no contradicen lo que vemos, no resultan incongruentes con nuestro entorno, no hemos de forzar nada para admitirlas, no trastocan nuestra vida diaria.
   ¿Y es que el admitir que somos un espíritu que maneja distintos
cuerpos no resulta razonable?
  ¿Es que decir que el cuerpo físico vive y se mueve y se reproduce en tanto en cuanto está compenetrado por el cuerpo etérico, y muere cuando éste lo abandona, no aclara un poco lo que ocurre con la muerte?
   ¿Es que afirmar que, cuando deseamos algo o experimentamos un
sentimiento o una emoción, no estamos empleando el cuerpo físico, sino el cuerpo de deseos, que compenetra al físico y al etérico, no nos aclara el funcionamiento de nuestro mecanismo emotivo?
   ¿Es que indicar que cuando pensamos algo, cuando discurrimos,
cuando elucubramos, cuando imaginamos, cuando razonamos, estamos usando nuestro cuerpo mental, que interpenetra al de deseos, al etérico y al físico, no nos aclara nuestro funcionamiento intelectual, sin ningún trauma?
  ¿Es que decir que, al morir, el cuerpo de deseos y el cuerpo mental, con el espíritu, abandonan el cuerpo físico, del que, poco después se separa el cuerpo etérico y ambos se descomponen por separado pero sincrónicamente, mientras nosotros, el espíritu con sus cuerpos mental y de deseos, continúan viviendo, con la memoria de todas las experiencias vitales experimentadas, no nos da una luz importantísima sobre un asunto con el que todos nos hemos de enfrentar algún día?
   ¿Es que el asegurar que, una vez liberado de los cuerpos físico y
etérico, el espíritu, con sus cuerpos mental y de deseos, y conservando los átomos simiente de los cuerpos físico y etérico, que contienen memoria de todas las vivencias de la vida recién concluida y de las anteriores, permanece, primero en lo que denominamos el purgatorio, donde revive esa última vida pero experimentando todo el mal que en ella hizo a otros; y luego, en lo que llamamos el primer cielo, donde vuelve a revivir esa última existencia terrenal y experimenta en su propio ser, esta vez, todo el
placer y la felicidad y la alegría que proporcionó a los demás, no nos tranquiliza profundamente y nos explica mucho más, que un infierno o un cielo eternos sin lógica alguna?
   ¿Es que el afirmar que, pasado un tiempo, se pierde también el
cuerpo de deseos y el espíritu queda con su cuerpo mental y toda la
experiencia adquirida, pasando a lo que llamamos el segundo cielo,
disfrutando ya de cuanto le gusta, realizando cuanto en la vida terrena no pudo hacer, colaborando y reuniéndose con cuantas personas quiso, no nos ayuda a perder el miedo a la muerte?
  ¿Es que, seguir diciendo que el espíritu, el Ego, se desprende luego
del cuerpo mental, pasando a lo que se llama el tercer cielo, conservando los átomos simiente de todos sus vehículos, y que son los mismos a lo largo de toda su evolución y, por tanto, memoria de todas las vidas pasadas, y reflexiona sobre ellas, y asimila las enseñanzas adquiridas y evoluciona y luego prepara el siguiente renacimiento en la tierra partiendo de las facultades desarrolladas, no nos alumbra completamente la comprensión del por qué del renacimiento y nos garantiza la inmortalidad?
   ¿Es que decir que, en ese nuevo descenso a la materialidad, el
espíritu, mejor dicho, los átomos simiente de cada uno de sus vehículos, van atrayendo materia afín a las vibraciones que contienen, de los distintos mundos, cada vez más densos, que van atravesando, con lo cual, los cuerpos mental, de deseos, etérico y físico, serán manifestación exacta de todas las facultades y posibilidades desarrolladas por cada uno en sus vidas anteriores, y queda clara y totalmente demostrada la perfección de la justicia divina, no nos llena de tranquilidad y nos hace desechar muchas
cosas, entre ellas el temor de Dios y el echarle la culpa de nuestras
carencias o de nuestras desgracias y nos hace concienciarnos de que, lo mismo que somos el resultado de nuestro pasado, nuestro futuro será el resultado de nuestro presente y, por tanto, está siempre y sólo en nuestras manos?
  ¿Por qué, pues, hemos de ser tan reacios a creer cuanto antecede si reúne los mismos requisitos que ese 99% de "verdades" que creemos y damos por buenas y permitimos que condicionen nuestra vida? En efecto: Las verdades que aceptamos, y nos condicionan permanentemente, son cosas que otros han visto o descubierto. Y las verdades relativas a la evolución, también. Porque hay quien ve los distintos vehículos (cada vez más gente, porque esa es la línea de la evolución) y quien puede ver y visitar los distintos planos o mundos, y no hacen sino exponer lo que ven que, por otra parte, cada uno de nosotros puede esforzarse en ver y en conocer, como ellos lo hicieron. Pero, de momento, nos dan luz y nos permiten comprender puntos oscuros (la muerte, el más allá, el renacimiento, la evolución, etc.) y, una vez comprendidos, enfrentarnos con conocimiento de causa y sin miedos innecesarios, a un acontecimiento con tan mala prensa pero tan natural y tan inevitable como la muerte. Es irracional saber que se va a vivir a un país y no prepararse antes estudiando cómo se vive en él, qué es lo que en él cabe esperar encontrar. ¿Por qué, si sabemos que hemos de morir, no procuramos enterarnos antes, de qué va a ocurrir, cómo y por qué? Sólo da miedo lo que se ignora.
   
   B.- No lo cree y actúa en consecuencia.
Esta postura, muy de moda hoy en día, conduce al hombre a varios
posicionamientos, ninguno favorable: A pensar que, tras la muerte, no hay nada y, por tanto, a vivir, que son dos días. Lo cual conlleva la inmoralidad, la pérdida de valores, el materialismo a ultranza, el egoísmo, la explotación, etc., todo adobado permanentemente con un inmenso terror a la muerte que se sabe que, inexorablemente, llega y que, curiosamente, se adelanta con los vicios y los excesos.
  Pero, como las leyes naturales están por encima de nosotros y no
hacen distingos y actúan ciegamente, toda esa postura no va a evitar la muerte, ni el paso por el purgatorio y demás planos; pero sí hará que, como esa vida no se ha ajustado a la ley del amor, no se haya progresado en ella y, al nacer la próxima vez, se haga mermado de facultades intelectuales o físicas o en situaciones y ambientes penosos que serán, simplemente, la consecuencia de los actos de la vida anterior. A cada acción corresponde una reacción igual y opuesta.
  Cabe, pues, la postura del avestruz, pero no ayuda nada. En el campo de la evolución no hay nada gratis: Cada uno tiene aquello que se ha ganado con su propio esfuerzo, tanto en inteligencia como en simpatía, belleza, posición social o salud.
  Y siempre, flotando sobre nosotros, la eterna ley del amor: Si estás
más alto es porque lo has merecido pero, a su vez, es una oportunidad, que debes aprovechar, para utilizar esa ventaja en beneficio de los menos favorecidos y, paradógica pero inevitablemente, de ti mismo. Si no lo haces así, la próxima vez serás tú de los de abajo y aprenderás la lección del amor, es decir, la aprenderá tu espíritu, que es tu verdadero Yo, y ello hará que siga su marcha hacia la perfección.

DÍA 2
EL DESPERTAR, Madrid

EL PROBLEMA DE LA CONFUSIÓN

   El principal problema de la religión católica en su expresión actual estriba en que mezcla, sin conocimiento oculto alguno, dos cosas que no deberían mezclarse: El Antiguo y el Nuevo Testamento. De modo que se encuentra uno con contrasentidos inexplicables que hacen flaquear la fe.
    Por ejemplo: ¿Cómo puede Jehová castigar aun pueblo por los
pecados de su rey y, luego, Cristo decir que cada uno será medido con la misma medida con que midiere? O ¿cómo puede Jehová decir a los suyos que ataquen a los flirteos y pasen a cuchillo a los vencidos y, luego, Cristo negarse a capitanear la rebelión contra Roma? O ¿cómo puede Jehová exigir el temor de Dios y el ojo por ojo y, luego, Cristo presentarse como el Dios del amor, el buen pastor que da la vida por sus ovejas, incapaz de condenar a la mujer adúltera y diciéndonos que hemos de "perdonar siete veces siete" y amar a nuestros enemigos?
   ¿Dónde está el problema? Sencillamente en que el Antiguo
Testamento es una Religión de Raza. Cierto que esa raza era la de los semitas originales, raza-raíz de la actual raza Aria, pero era una Religión de Raza y, como todas ellas, exclusiva y excluyente. Y Jehová era un ángel, el más evolucionado de ellos, pero a cargo de arcángeles, y actuaba como tal y, en su papel de fomentador del desarrollo de la voluntad, exigía obediencia y sacrificios y que se le temiese y se cumpliesen sus mandamientos so pena de castigo inmediato; y, en el de salvaguarda de la raza a su cargo, exigía que se excluyese a las otras razas.
   En cambio, Cristo, si bien con aquella base, pues para eso se dio el Antiguo Testamento, estableció la primera religión no de raza, sino de nivel planetario, para todos; y, como Segunda Persona de la Santísima Trinidad, cuya nota-clave es el amor-sabiduría, vino predicando perdón donde Jehová clamaba venganza, y amor donde aquél exigía odio, y el sacrificio de uno mismo donde aquél demandaba el sacrificio de animales; y trajo una religión interna y personal, donde el primero imponía una religión externa y comunitaria; y hermanó a todos los hombres, mientras aquél segregaba a los suyos y despreciaba a los demás...
   Bien claro, en su Evangelio, pone Juan en boca de Cristo (4:22 y
sig.): "Se acerca la hora en que no daréis culto al Padre en este monte ni en Jerusalén... se acerca la hora o, mejor dicho, ya ha llegado, en que, los que dan culto auténtico, darán culto al Padre en espíritu y en verdad, pues el Padre busca hombres que lo adoren así".
  Claro, si se mezclan las dos cosas, ambas valiosísimas y con inmenso contenido oculto y simbólico, no hay medio de entender nada.
   Si se sabe lo antes expuesto, se comprende perfectamente todo y cada pieza ocupa su lugar. Y se comprende la finalidad, necesidad y utilidad de Jehová y su religión, y la sublimidad de la persona y la religión de Cristo.

DÍA 3
LES ÉCHOS, París

LA SEGURIDAD

    La verdadera seguridad no la proporcionan los bienes materiales.
Todos ellos se pueden perder. La verdadera seguridad nace de las posesiones espirituales: El conocimiento, la devoción a nuestro Yo Superior, el amor a Dios y al prójimo, el servicio desinteresado, la alegría de la existencia, la ilusión de compartir, el iluminar, el ayudar, el agradecer, el sentirse uno con todos y sentir a Dios dentro de nosotros... Eso jamás, jamás se puede perder.
  Y eso es lo único que proporciona y constituye la verdadera seguridad.

DÍA 4
TIDENS KRAV, Kristiansund, Dinamarca

LA TENDENCIA

   Como seres en evolución que somos, no hemos alcanzado aún la
perfección. Y eso quiere decir que cometemos errores. Por tanto, ello no nos debe ni desanimar ni desorientar. Es lo normal. Lo que se espera de nosotros no es, pues, la perfección, sino la "tendencia" hacia ella, el esfuerzo, la intención. La perfección ha de ser nuestra meta, pero nada más. Porque el error, si bien al principio aparece como un mal, lleva en su seno el germen del bien - nada, en toda la Creación, deja de conducir al bien - y ese germen, esa semilla del bien, una vez aprendida la lección que dicho error supone, brota y se desarrolla conduciéndonos de nuevo al sendero de la perfección.
   Y si, al caer en el error, hacemos un llamamiento a nuestro Yo
Superior, a nuestro Dios interno, a esa parte de Dios que somos nosotros, indefectiblemente obtendremos la respuesta y la ayuda consiguientes. Por tanto, ¿miedo de qué? ¿preocupación por qué?

DÍA 5
CANAL SUR CÓRDOBA, Córdoba

CON EL MISMO ESFUERZO

   Como la materia de los planos superiores de los cuerpos de deseos y mental es mucho menos densa que la de los planos inferiores y como aquélla da forma a lo positivo y ésta a lo negativo, con el mismo esfuerzo hacia el bien que hacia el mal, se moviliza mucha más materia positiva que negativa, por lo que el resultado es muy diferente, no sólo en cantidad sino en calidad.

DÍA 6
EL CORREO GALLEGO, Santiago de Compostela, La Coruña

EL IMPULSO INTERNO

  Lo mismo que el sol sale para todos y calienta a todos y proporciona vida a todos, el impulso crístico influencia a todos, quieran o no, lo sepan o no, crean en Cristo o no, lo sigan o lo combatan... Pues, hasta los que lo combaten tienen su razón de ser en Él. Ese impulso crístico ha hecho que la Humanidad se eleve sin interrupción desde la venida de Cristo.
   Él es el responsable del substrato que, como gota de aceite que se
extiende sin cesar, subyace a todo pensamiento, movimiento, filosofía u obra de arte.
  Nos influye a todos y a cada uno hasta el punto de que, individualmente escuchamos cada vez más la voz interior que nos guía; y, colectivamente, cada vez más se aceptan como patrimonio común las ideas de hermandad, de amor, de igualdad, de ayuda y de colaboración.

DÍA 7
YA, Madrid

ENVIAR AMOR

   Adquiere el hábito de, apenas pienses en cualquier persona, sea quien sea y por el motivo que sea, sentir amor por ella y enviárselo. Eso desarrollará los éteres de luz y reflector de tu cuerpo vital continuamente, lo cual se reflejará, además, en tu conducta y, lo que es más importante, en tu proceso de cristificación. Pues el cuerpo vital es la contraparte o reflejo del Espíritu de Vida, situado en el Mundo Crístico, el mundo de la Unidad y del Amor, hacia el que tiende nuestra evolución. A poco que lo intentes, tu propio Ego te recordará que debes sentir amor por todos los seres en los que pienses o a los que veas u oigas. Los beneficios derivados de este
hábito, tanto para ti como para los demás, son verdaderamente
inconmensurables, pero efectivos. Es verdadera epigénesis en marcha.

DÍA 8
BUNTE, Munich, Alemania

LA GRAN PREGUNTA Y LA GRAN RESPUESTA

   Si a uno no le preocupa el más allá, si no se ha planteado nunca en serio la gran pregunta: "¿Quién soy yo, qué hago aquí, de dónde vengo, adónde voy, por qué y para qué?", puede vivir "feliz" desde el nacimiento hasta la muerte. Y digo "feliz" porque, por muchas desgracias, por muchos problemas, por muchas zozobras que llenen su vida, nada serán, comparadas con la permanente insatisfacción que acompaña a quienes ya se han planteado esa cuestión que, realmente, constituye como una frontera que divide la evolución en dos partes totalmente diferentes y nunca intercambiables.
   Porque, si uno, por ejemplo, como nos ha enseñado la doctrina
tradicional cristiana en que los occidentales hemos sido criados, está convencido de que, después de la muerte viene, no la nada, sino otra vida, cualquiera que sea, siempre condicionada por la actual existencia, pronto llega a la conclusión de que el asunto es de lo más importante pues, por mucho que su vida terrena se prolongue, no pasará excesivamente del siglo y, en cambio, lo que viene después es algo, no por inconcebible menos impresionante.
   ¿Vale la pena jugarse toda la eternidad por un único siglo? ¿Es
inteligente, eliminando cualquier otra motivación, arriesgar una vida eterna de tormentos a cambio de unos años con algún placer? Por supuesto que no.
   Lo que parece ocurrir es que la mayor parte de la gente no cree
sinceramente las "verdades" de la religión que dice o cree profesar y que nunca se ha planteado con mente lógica.
  Pero los que sí se las han planteado, desde ese mismo momento, lo
pasan mal, muy mal. Podrán estudiar, trabajar, casarse, tener hijos y
sacarlos adelante; podrán aparentemente ser completamente "normales", tener alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, ilusiones y desengaños, como todos. Pero por dentro, por dentro es distinto.       Por dentro sienten, permanentemente, una angustia que aumenta cada día que pasa sin hallar la respuesta a la gran pregunta como si (cosa que, por otra parte, es cierta) ese día fuese uno más, perdido e irrecuperable. Es una angustia que, allá en el fondo, contiene, sin embargo, un poso, muy pequeño pero real, de confianza, de seguridad, de certeza de que esa respuesta se encontrará. Y, quizá sea esa certeza indefinida y a veces ni percibida conscientemente,
pero real, la que nos reprocha, a su manera (produciendo sensaciones de angustia y de vaciedad) cada día transcurrido sin hallar la respuesta.
   También, sin embargo, cuando esa respuesta llega (y, aunque al
principio se vislumbra sólo una mínima parte de ella) la sensación de certeza de que "eso" es lo que se ha estado buscando, de que eso nos traerá la tranquilidad, la paz interior, el tan anhelado reposo, produce tal satisfacción, tal relajamiento, tal sentimiento de plenitud, de pisar fuerte, de liberación que, inevitablemente, el cambio interior trasciende a la vida externa.
  Es, a veces, un libro, otras una frase, un pensamiento o cualquier otro estímulo el que, a guisa de espoleta, entra en ignición y desencadena el proceso que culmina en un ¡esto es lo que buscaba!    Y, desde ese instante, la vida empieza a tener sentido y las piezas del puzzle que es la existencia, van pudiendo ser colocadas en su sitio, y nos permiten comprender mucho y vislumbrar mucho más, y nos incitan a seguir la búsqueda. Pero la búsqueda, una vez traspasada la frontera que supone el haber hallado la respuesta, ya es una búsqueda relajada aunque intensa, emocionante aunque racional, imperativa aunque voluntaria.
  Y, se preguntará el lector, ¿en qué consiste esa respuesta que produce en quien la recibe tal serenidad, tal certeza y tal cambio interior y exterior?
  Para responder, resulta conveniente tratar antes algunos puntos que han estado siempre implicados en el tema e, inconscientemente, nos han influenciado más de lo que hemos percibido, hasta que esa gran respuesta llega a nuestras manos. Estos elementos o sentimientos son los siguientes:
  
    1.- Que no es posible creer seriamente en que después de la muerte no hay nada. Nadie lo cree ni nadie lo puede creer, aunque así lo asegure.
  Allá en el fondo de su alma, en un rinconcito ignorado, quedará siempre el rescoldo de la inmortalidad, una certeza tenue, mitigada, obnubilada si se quiere, disimulada, de que uno no dejará de "ser", de que, de algún modo, seguirá existiendo en alguna parte. Los demás puede que desaparezcan, pero uno mismo, no.
     
      2.- Que no es lógico ni justo ni racional pensar que un Dios, que es todo amor, se pueda ofender por los errores de Sus hijos, a los que Él ha creado como son y hasta ha dotado de las facultades, tendencias y fallos que tienen. ¿Qué padre terrenal ( y se nos dice que Dios es el Padre Perfecto, el Amor Perfecto, la Bondad Perfecta y la Compasión Perfecta) se enfada con sus hijos pequeños porque no son perfectos, a pesar de no haber sido él su creador?

    3.- Que es antirracional que ese Padre Perfecto, todo amor, como
consecuencia de un error, de un pecado de uno de Sus hijos, lo castigue al tormento del infierno por toda la eternidad. No hay ninguna lógica, ninguna proporcionalidad, ninguna justicia, ningún amor ni ninguna comprensión en castigar para siempre, sin posibilidad de perdón ni de rehabilitación, un acto momentáneo en una vida que, frente a la eternidad, es infinitamente menor que una billonésima de segundo. El razonamiento hace agua por todos lados: O Dios es Amor y, por tanto no puede hacer tamaña barbaridad; o es un ser vengativo e irracional, en cuyo caso no puede ser Dios.
    Estos tres elementos están ahí, en el fondo del alma, como hemos
dicho, corroyendo irremisiblemente la fe que se nos exige (y que,
siguiendo con las contradicciones, se nos dice que la otorga Dios
libremente a quien Él quiere) con el resultado de que unos, sin reflexionar pero llevados de ese poso inconsciente, no se plantean más problemas, no hacen demasiado caso de los dogmas y viven en la superficie de la religión que aparentan profesar; y otros, más conscientes de esas contradicciones y de otras muchas que van descubriendo, se plantean la gran pregunta con la que iniciábamos estas líneas.
  Aquí viene a cuento aquella cita del Evangelio, rigurosamente cierta en la práctica, y que dice: "Buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá, pedid y recibiréis". Porque, todo el que se plantea la Gran Pregunta, todo el que "busca", acaba por encontrar, y cuando encuentra y "llama", se le abre un mundo nuevo, y cuando luego "pide", recibe siempre lo que necesita para caminar.
   Tras cuanto antecede, estamos en condiciones de decir en qué
consiste la "Gran Respuesta", qué es lo que encuentra el que "busca". Y lo que encuentra, no es una nueva argumentación para defender los dogmas tradicionales, porque eso chocaría con ese poso inconsciente que todos hemos ido creando. Lo que encuentra es un nuevo principio, un nuevo Dios, una nueva relación con Él y, derivado de ello, toda una nueva concepción de la vida, de la muerte y del mundo pero, al mismo tiempo, comprensible, lógico y racional. Lo que encuentra se basa en los siguientes puntos fundamentales:
   a.- Que todos, no sólo los hombres, sino todos los seres, y aún lo
aparentemente inerte y sin vida, somos manifestaciones de Dios, parte de Él.
  b.- Que, en cuanto al hombre se refiere, es una chispa de la hoguera divina, que nace dentro de Dios, es decir, "en Dios", no "de Dios", con todas las facultades divinas en potencia, y sin conciencia de su propia individualidad.
   c.- Que el hombre ha de desarrollar esas potencialidades divinas
hasta convertirse en un dios creador, como lo es su propio Dios Creador. Y ha de desarrollar su propia individualidad.
   d.- Que, para ello, ha de recorrer un camino que comprende dos
recorridos: La "involución", que va, desde la emanación, "en Dios", de la chispa divina, hasta el logro de la máxima materialidad en el mundo físico; y la "evolución" que va, desde ese momento, en que el hombre, además, ha desarrollado la mente y con ella el intelecto, la individualidad y el libre albedrío, hasta la unión con el Padre, ya convertido en un dios.
  e.- Para esos dos recorridos, el espíritu del hombre necesita una serie de vehículos en los que expresarse, que van creciendo en densidad a lo largo de la involución, y espiritualizándose durante la evolución.
   f.- Que, en cada uno de esos vehículos, pero cada vez más
evolucionado, el espíritu vive una serie casi infinita de existencias que le llevan, desde la ameba hasta el hombre actual y desde éste hasta Dios.
   g.- Que el espíritu del hombre es, por tanto, inmortal y va reencarnando en los distintos vehículos que va necesitando y
construyendo, uno de los cuales es nuestro actual cuerpo físico.
   h.- Que toda la Creación está regida por una serie de leyes naturales, que no son sino las manifestaciones, las líneas de fuerza por las que discurre la voluntad divina, los planes que Dios mismo ha concebido para el funcionamiento de Su obra.
   i.- Que hay una ley básica, que lo gobierna todo. Una ley de la cual la propia creación es una consecuencia. Y esa ley es la del Amor. Pero el amor entendido como entrega, como dedicación, como ayuda, como colaboración, como identificación, y sin poso de egoísmo ni exclusividad.
  Ese amor es la energía que nos empuja, durante nuestra evolución, por las líneas de fuerza correctas, aquéllas por donde discurre la voluntad divina.
   Todo pensamiento, deseo, sentimiento, palabra u obra, pues, que se ajuste a ese amor al prójimo (dado que amar al prójimo, en el fondo, es amarse a sí mismo, ya que todos somos partes del mismo Dios y, por tanto, uno con Él y, si queremos evolucionar, ha de ser de consuno, sintonizados y en una misma dirección), nos hará avanzar e ir ampliando nuestra conciencia, lo cual significa comprender mejor la vida y la muerte y el universo en general y recibir, al mismo tiempo o, mejor, como consecuencia de esa ampliación de conciencia, nuevas energías y renovados deseos de recorrer el "buen camino".
    Por otra parte, toda infracción de esa Ley del Amor ("Ama a tu
prójimo como a ti mismo") supone un error, un apartarse del camino correcto, de la voluntad divina y, como cualquier actuación, supone poner en movimiento fuerzas que producen efectos.
   j.- Que otra de esas leyes básicas (la primera era la ya referida de la "Reencarnación" o "Renacimiento"), importantísima, es la llamada ley del "Karma", de "Acción y Reacción" o de "Retribución", que es la encargada de que los hombres aprendamos a adaptarnos a los planes divinos, es decir, a lo que nuestro Creador ha deseado para nosotros, a pesar de habernos hecho libres. Y, para ello, cuando con nuestros pensamientos, palabras u obras, infringimos la ley del Amor, o nos atenemos a ella, la Ley de Retribución nos hace vivir, entre vidas, así como en las futuras
encarnaciones, las consecuencias de nuestro error o de nuestro acierto. No se trata nunca de un premio ni de un castigo, sino de las consecuencias, buenas o malas, de nuestros actos.
   Si las fuerzas, pues, puestas en marcha por nosotros son positivas,
nos traerán felicidad y, si no, nos traerán desgracias, problemas,
frustraciones, enfermedades, etc. en esta vida o en las futuras, y
experimentaremos, tras la muerte, el daño que con esas actuaciones
causamos a otros.

DÍA 9
LÍNEA, Buenos Aires, República Argentina

EL SILOGISMO DE LA VIDA

   Si la premisa mayor de un silogismo es falsa, la conclusión es falsa
también y se cae por su base todo el silogismo.
  Por ejemplo, si yo construyo el siguiente:

     Los hombres nacen con tres pies
     No nací con tres pies
     Luego...
   aquí no tengo más que concluir que " ...no soy hombre", lo cual es
una falsedad, debida precisamente a la de la premisa mayor.
   Pues bien, el silogismo de la vida que se hacen la mayor parte de los hombres adolece de eso, de que su primera premisa es falsa. 
Argumentan:
    Los hombres nacen para ser felices
    Yo, que soy hombre, no soy feliz
    Luego...
   y aquí no tienen más remedio que concluir: "...alguien, que no soy
yo, tiene la culpa".
   Claro, este silogismo no conduce a nada, sino a pretender que la
causa de nuestra infelicidad no radica en nosotros mismos, sino en los demás: En Dios o en el cónyuge o en el jefe o en el socio o en los hijos o en los parientes o, incluso, en el ambiente o en la sociedad o hasta en el país o en la época que nos ha tocado vivir.    Pero nunca en uno mismo.
    El silogismo correcto, sin embargo, lo pone todo en su sitio y nos
indica claramente el camino en su primera premisa, que dice así:
    Los hombres nacen para aprender lecciones de vida y
convivencia Luego, depende de cada cual completarlo. Y para ello hay dos posibilidades. La primera es ésta:
    Los hombres nacen para aprender lecciones de vida y
convivencia Me resisto a aprender, porque no quiero sufrir
    Luego...
la conclusión es clara: "No estoy cumpliendo lo que he venido a
hacer aquí". Y, claro, no aprendo nada.
    La otra premisa, la correcta, lo tiene mucho más claro. Es ésta:
    Los hombres nacen para aprender lecciones de vida y
convivencia 
    Estoy aprendiéndolas con mis errores
    Luego... estoy haciendo lo que vine a hacer aquí.

DÍA 10
ARGUS, Johannesburgo, Sudáfrica

EL PERDÓN

   La religión cristiana ostenta cuatro características que la diferencian de cualquier otra, anterior o posterior, a saber:
    1ª.- Ha sido instituida por Dios directamente que, para ese fin,
adoptó nuestra naturaleza humana.
    2ª.- Va destinada, explícitamente, a todos los hombres, sin
excepciones.
    3ª.- Sustituye la venganza, el ojo por ojo, el afán de revancha,
por el amor al ofensor o al enemigo.
    4.- Instituye, como norma de conducta, el perdón.
   Y, como los tres primeros puntos se han estudiado muchas veces y con suficiente profundidad, vamos a poner nuestra atención, aunque sea superficialmente, en el cuarto punto: El perdón.
   ¿Qué es en realidad el perdón? Y no nos estamos refiriendo aquí al perdón de los pecados, o sea, a la remisión de la deuda por un tercero, ni a la conseguida por uno mismo mediante el arrepentimiento, la enmienda y, si procede, la restitución. No. Nos estamos refiriendo al perdón del ofendido hacia su ofensor.
   ¿En qué consiste y qué efectos produce en cada una de las partes?
    Esta clase de Perdón, por supuesto, no es fácil, ya que requiere un adelanto espiritual considerable. Pero es el que se exige a todos, pues es la manifestación de una ley cósmica potentísima.
   Las fuerzas que la ofensa ha puesto en marcha (y dentro de la ofensa cabe cualquier conducta o cualquier palabra o pensamiento o sentimiento que, de cualquier modo, perjudique a otro) sólo pueden canalizarse de dos maneras:

     1ª.- Siendo respondidas con otro agravio, esta vez de parte del
ofendido. De ahí la afirmación de que "La violencia engendra violencia".
  En este supuesto se produce una cadena de agravios, ordinariamente de maldad creciente, que sólo puede terminar con el perdón de una de las partes, pero dejando entretanto tras de sí, un cúmulo de sufrimientos, desgracias, frustraciones y negatividad, sin beneficio aparente para nadie.
   
     2ª.- Siendo anuladas mediante el perdón de la parte ofendida.
    Vamos, pues, a profundizar en esta última posibilidad.
  Esquemáticamente, con la clase de Perdón de que estamos hablando, ocurre lo siguiente:

    A).- Al que perdona:
       1.-Se libera del odio, el rencor y el afán de revancha.
       2.- Relativiza el problema que, automáticamente, deja de serlo.
       3.- Se eleva espiritualmente a alturas imposibles de alcanzar de
otro modo.
       4.- Es invadido por una inefable sensación de paz y de
felicidad.
       5.- Comprende instantáneamente, el funcionamiento de las
leyes cósmicas que rigen la convivencia.
       6.- Dirige hacia el ofensor una vibración que, un día u otro pero
indefectiblemente, ayudará a su regeneración.
       7.- Atrae elementales de las vibraciones de perdón y de
elevación espiritual, que le inclinarán a repetir el proceso cuando en el futuro se le ofenda, y a permanecer en esos elevados planos, ampliando su conocimiento oculto del mundo y acelerando su propia evolución.

      B).- Al perdonado:
     1.- Se libera del peso que supone el saber que se tiene esa deuda
pendiente.
     2.- Recibe la vibración de amor del ofendido, que quedará en su
aura y, tarde o temprano, le hará cambiar de conducta.
     3.- Recibe el germen del pensamiento de que hay otro modo de
convivir y de actuar, mucho más hermoso para todos. Germen que con el tiempo se desarrollará.
     4.- Se aboca al arrepentimiento y, con él, a la "remisión" de su
"pecado".
      5.- Todo lo cual le pone en camino de aprender, a su vez, a
perdonar en el futuro.

DÍA 11
CANARIAS 7, Las Palmas de Gran Canaria

    *Dios se oculta al intelecto, pero se manifiesta al corazón.
    *Los insensatos no miran más allá de las vestiduras. Si el vestido es bello, aquél que lo lleva parece igualmente bello a sus ojos. Sin embargo, el vestido cubre algo más precioso, que es el cuerpo y éste, a su vez, algo más bello aún, que es el espíritu.
   *Es un error tomar la Escritura literalmente. Las palabras no son sino el envoltorio de su Enseñanza.
   *Hay tres clases de tiranos contra la Sabiduría:
    - Los que matan al sabio en nombre de la ley.
  - Los que, levantándose multitudinariamente contra la tiranía, crean un caos a costa de la virtud y la sabiduría.
   - Los que, con la excusa de restaurar el orden perdido, afirman su
autoridad y aplastan la inteligencia.
   *¿Te has dado cuenta de qué poca diferencia hay entre la risa y la
tos? ¿Y entre la sonrisa y la mueca? ¿Y entre el amor y el odio? ¿Por qué, pues, utilizar los segundos, si con el mismo esfuerzo puedes utilizar los primeros?
   *Si bien se examina, el amor es cosa de uno. De uno sólo. Y ahí está el error de casi todos: En quererlo convertir en cosa de dos.
   *La televisión era un medio de difusión cultural que, de vez en
cuando, se veía obligado a proyectar anuncios para poder subsistir y
continuar con su labor de culturización.
   Ahora ya es un medio de difusión comercial que, de vez en cuando, se ve obligado a proyectar películas para poder subsistir y continuar con su labor de comercialización.
   *El que ama no debe esperar nada por ello. Debe conformarse con amar. Si espera correspondencia, el amor baja de categoría y, de ser una virtud maravillosa, la más maravillosa, pasa a ser una mera transacción comercial. Es decir, baja del Olimpo para instalarse en el mercado.

DÍA 12
YA, Madrid

    *La cultura no es más que el uso de técnicas y conocimientos ajenos como si fuesen propios.
     *No pretendas ser feliz sin antes desear la felicidad de los demás y hacer lo posible por proporcionársela. No funciona.
    *No sólo eres responsable de tus actos. También lo eres de tu
inactividad.
  *No te quejes de tu desgracia. En vez de ello, averigua con claridad qué es lo que realmente deseas, luego concentra en ello todas tus energías, tus pensamientos y tus deseos y sentimientos. Y lucha por ello. No tardarás en conseguirlo.
   *¿Te has dado cuenta de que en todos los momentos tristes de tu vida ha habido alguien que te ha ayudado a sobrellevarlos? ¿Para cuándo estás dejando hacer tú lo mismo con otros?
   *¿No sabes que en todo momento debemos agradecer lo que
tenemos? Aunque te sientas muy desgraciado, siempre hay millones de semejantes que se sentirían felicísimos en tu lugar. ¿De qué te quejas, pues? ¿No sabes que todo es relativo? ¡Relativízalo!
   *Si te comparas con otros, o te amargarás o te ensoberbecerás.
  Porque siempre hay quien está mejor y quien está peor. Lo acertado es mirar a tu propio interior y tratar de mejorarlo. Y, entretanto, sentirte a gusto.
  *Tú eres una criatura del universo, lo mismo que el árbol o el perro o la estrella. Tienes, por tanto, perfecto derecho a estar donde estás y a ser lo que eres... porque tú sabes que el universo avanza como está previsto.

DÍA 13
CÓRDOBA, Córdoba

     *Para presumir hay que sufrir. Pero, ¿compensa?
     *La envidia es, en realidad, una esclavitud. Y de la peor especie.
  *Al preocuparte por los problemas de los demás y de su resolución, estarás, sin saberlo, experimentando una ampliación de conciencia que te hará elevarte a un mundo superior, a un plano más elevado desde el cual se ve todo mejor, y que ofrece muchas más posibilidades de trabajo y de realización y de vida, que el inferior.
    *La autobiografía es la vida que nos hubiera gustado vivir.
    *Todo innovador es un mártir en ciernes.
    *Nos quejamos mucho más de tener poca memoria que de tener
pocas luces, lo cual demuestra que es más cierto lo último.
    *El hombre ideal y la mujer ideal no existen. Por eso son ideales.
  *¿Sabes de alguien que haya subido una escalera sin hollar su primer escalón?

DÍA 14
ABC CASTILLA Y LEÓN, Valladolid

     *Los momentos que recordamos como los más felices de nuestro
pasado están siempre basados en cosas sencillas, naturales, económicas e intrascendentes. ¿Por qué, pues, nos empeñamos en buscar la felicidad en las cosas complicadas, artificiales, caras e importantes?
     *No te avergüences de lo que haces, si lo haces con amor. Pero
avergüénzate si no es así.
  *¿Qué diferencia hay entre desear algo y lograrlo? Sólo la voluntad.
     *El que no sabe perdonar, no sabe vivir.
     *Si todas las guerras de la historia, una vez terminadas, se han
demostrado dolorosas, inútiles y peores que la situación que las provocó, ¿por qué pensamos siempre que la próxima será distinta?
    *El que no sabe amar, se está odiando a sí mismo.
   *¿Quién es más suicida: El que se quita la vida del cuerpo o el que se quita la vida del alma? ¿Y quién es más asesino: El que quita a los demás la vida del cuerpo o el que les priva de la vida del alma?
    *De niños queríamos ser mayores, pero de una manera vaga y
general. Ahora, a veces, también nos gustaría volver a ser niños, pero también de una manera vaga y general.

DÍA 15
EL DÍA Santa Cruz de Tenerife

    *Casi todas las ideas que la juventud rechaza, serán suyas pocos años después.
    *No te fíes de los que te guiñan el ojo; muchos lo hacen sólo para
afinar la puntería.
    *¿Cómo iba a suponer cada uno de nosotros, cuando niños, todo lo que nos depararía la vida, las personas con las que nos relacionaríamos y las experiencias que tendríamos que vivir? ¡Cuánto misterio se encierra en cada niño!
  *Cada día contiene alguna respuesta a alguna de nuestras preguntas.
    Mantén el ojo y el oído alertas. Y el block de notas de la mente.
   *La vida es como un test, y cada día es una pregunta, un problema, un jeroglífico o una sucesión de imágenes o de cantidades, cuya respuesta o cuya solución o cuyo significado hemos de desentrañar. A veces desconcierta, porque hay preguntas que parecen repetidas, pero nunca lo son; siempre tienen algo nuevo que hace que la respuesta tenga que ser también distinta.
   *Cada sentido es una ventana abierta en el cuerpo, a través de la cual el espíritu, en él encerrado, se va haciendo idea de lo que hay en el mundo físico y de cómo funciona. Y eso es la experiencia, base y madre de la evolución.
   *Para poder sólo te hace falta creer que puedes.
  *El miedo ha sido la causa del progreso, en todos los aspectos.     Ahora ya no es necesario. Ahora ha de ser sustituido por la confianza y el esfuerzo.

DÍA 16
ATLÁNTICO DIARIO, Vigo, Pontevedra
    
     *La vanidad es una venda que nos cubre los ojos del alma y que nos impide ver la valía de los demás.
   *El acierto nos enseña mucho menos que el error. Y más despacio.
    *No hay nada vivo en reposo.
   *Reposar cuando se está cansado es una necesidad. Cuando no, es un delito.
    *Si la verdadera vida es la conciencia del propio yo, estamos
rodeados de cadáveres.
    *Si el amor es la esencia de la vida, el que no siente amor por los
demás, está muerto con relación a ellos.
   *La clave del amor está en saber ponerse en el lugar de los demás.
     *¿Qué pecado es el que no has cometido? ¿En qué te consideras,
pues, mejor que tu hermano?
    *Entre hablar y callar, siempre es preferible lo último.
    *Los buenos hábitos se contraen con la misma facilidad que los
malos, pero dan lugar a "vicios beneficiosos". La diferencia, pues, estriba sólo en los efectos.

DÍAS 17 á 31
EL SOL DE MÉXICO, México D.F., Méjico


EL DECÁLOGO

    - Esta ya no es una época de mandamientos, de decálogos para
regular nuestra conducta. La Humanidad ha superado ese estadio en que había que decirle lo que podía y no podía hacer y conducirla con mano dura.
  - Yo no estaría tan seguro.
  - ¿Por qué?
  - Porque tú partes de una concepción equivocada de los Mandamientos de Jehová.
  - ¿Equivocada en qué sentido?
  - Yo diría que en todos.
  - ¡Hombre! ¿En todos? ¿Podrías demostrármelo?
  - Demostrarlo no podré. Lo que sí que puedo hacer es razonar
contigo para que tú comprendas que hay otra interpretación más lógica de los mandamientos y de su finalidad.
  - De acuerdo, me es igual. Te escucho.
  - Bien. En primer lugar has de tener en cuenta que los Mandamientos fueron dados a los que estaban siendo seleccionados para constituir la raza-raíz de la posterior raza aria, que comprende todos los actuales blancos.
  - ¿Y por qué precisamente a los blancos actuales?
 - Porque eran los egos más avanzados en la oleada de vida humana.
  Verás. La raza anterior a la aria, según las crónicas ocultistas de hace muchísimos milenios, fue la raza atlante - que comprendió también muchas subrazas - y que, cuando dio de sí todo lo que podía dar, obligó a los gobernantes de la evolución humana - personalizados o dirigidos por Jehová - a seleccionar entre todos los más avanzados y crear con ellos una raza-raíz para la siguiente gran raza que, como te he dicho es la llamada aria y que, por cierto, nada tiene que ver con la acepción racista de los nazis.
   - ¿Y qué pasó?
  - Pues pasó que, para educir de una raza otra más avanzada es preciso darle unas normas y exigir que las cumpla para que sus miembros vayan desarrollando ciertas facultades que poseían sólo rudimentariamente y que serán las características distintivas de la nueva raza-raíz y sus subrazas. En el Éxodo se relata la historia de aquellos momentos. Por ello a los hijos de Israel de la Biblia, que eran, en realidad, los llamados "semitas originales", se les prohibía contraer matrimonio con las hijas de otros pueblos, con el fin de realizar en su seno una selección de características definidas.
  -¿Y qué características había que desarrollar?
  - Varias. Entre ellas la voluntad. Por eso se estableció el sacrificio, es decir, la entrega voluntaria a Dios, la pérdida de lo que el hombre más estimase: Sus bienes, una parte de sus ingresos, los primogénitos de su descendencia y de la de sus ganados, etc. Todo eso, para un pueblo muy materializado exigía un gran esfuerzo de voluntad. Pero, como si no cumplían, ahí estaba Jehová para castigarlos, no tenían más remedio que obedecer y así, mediante la repetición de ese esfuerzo, contrario a sus propios intereses, desarrollaron la voluntad que, en estadios posteriores de la evolución - ahora, por ejemplo - sería muy útil.
  - De acuerdo. ¿Y qué tiene eso que ver con el Decálogo?
  - Mucho. Piensa que Jehová, aunque pensamos que se comportaba
como un Dios cruel e injusto, obraba movido por un inmenso amor a sus criaturas y en todo momento pretendía lo mejor para ellas, aunque su visión momentánea no les permitiese comprenderlo así. En esa tesitura, Jehová promulgó Su Decálogo que no era más que una serie de consejos para que su raza elegida pudiese avanzar más deprisa.
  - No comprendo. Explícate.
  - Lo haré por partes. El plan de Dios en cuanto a la evolución del
hombre se refiere, pretende que éste se convierta en un dios creador al final de su recorrido. Bien, para ello ha de adquirir una serie de facultades - en ello estamos - además de las ya adquiridas anteriormente.
  - ¿Y por qué hay que adquirirlas?
  - La oleada de vida humana, como todas las oleadas de vida, está
constituida por una serie de chispas emanadas de y en Dios, que nacen sin consciencia de sí mismas, sin saber que existen y que son seres distintos de los demás, y teniendo, en potencia, todas las posibilidades de un dios creador. Pero, para obtener la autoconsciencia y desarrollar esas facultades divinas, necesitan varios vehículos que han de evolucionar en los distintos planos de existencia, o sean, el físico, el astral, emocional o de deseos y el mental.
  - Comprendo.
  - El cuerpo físico es el más antiguo y, por tanto, el más perfecto, que posee el hombre, es decir, el espíritu o Ego en evolución. Por eso, cuando los cuerpos pertenecientes a una raza empiezan a no poder dar ya más de sí, cuando los espíritus que los usan ya no pueden aprender nada nuevo usándolos, se impone seleccionar a los más avanzados y, con ellos, formar la simiente de una nueva raza-raíz que dé lugar a cuerpos más aptos, más perfectos desde el punto de vista de la evolución.
  - Ahora lo veo claro. Entonces Jehová intentaba eso, ¿no?
  - Si, claro. Te he dicho que la raza anterior a la Aria fue la Atlante,
con siete subrazas, y aún hubo otra antes en la Época Lemúrica; cada una de ellas mejorando la anterior y adicionando facultades o capacidades.
  - ¿Y cuál fue la nueva adquisición de la futura raza Aria?
 - La mente. Esta facultad, más bien instrumento o vehículo del Ego, le fue entregado al hombre en la Época Atlante, pero sólo a los que en la evolución habían llegado al punto en que pudiesen recibirla. Y los más avanzados de esos son los que se reunieron para formar la raza-raíz de la futura raza aria, los semitas originales. ¿Lo comprendes?
   - Sí. ¿Y qué pasó con la mente?
 - Con la mente no pasó nada. Nuestra humanidad actual está tratando de desarrollarla y de que se convierta en el instrumento más importante, predominando y controlando la emotividad, los sentimientos, lo que hoy  llamamos la visceralidad. Como sabes, aún estamos bastante lejos de conseguir que la gente piense antes de recurrir a las manos. Por otra parte, la mente es el instrumento que utilizamos para crear.
  -¿Para crear?
 - Sí, claro. Nosotros, aunque no nos demos cuenta, somos creadores, estamos continuamente creando, primero con la mente y luego realizando en el mundo físico lo que con ella hemos creado.   ¿Tú no te has dado cuenta de que te es imposible hacer algo si no lo piensas antes?
   - Ahora que lo dices, pues sí. Es cierto.
 - Pero también es cierto que la mayor parte de nuestras creaciones,
por no decir todas, son erróneas e incompletas y necesitan de reformas, rectificaciones o repeticiones. Lo que se pretende de nosotros es que desarrollemos la mente hasta tal punto que seamos capaces de crear, de primera intención, cosas perfectas, sin necesidad de rectificaciones y sin tener que cargar luego con las consecuencias de nuestros errores.
  - Comprendo perfectamente.
  - Como el propósito de Jehová era aconsejar a sus criaturas, les
entregó el Decálogo, que no era más que un compendio de verdades que podían acelerar su evolución.
  - ¿Verdades?
 - Sí. Se trata de consejos para orientar al hombre y que no se enfrente a las leyes naturales.
  - ¿Y cómo funciona eso?
  - Verás. El universo entero, pero nosotros nos ceñiremos a nuestro
mundo, está regido por una serie de movimientos o corrientes de energía o de voluntad superior, que siempre actúan en el mismo sentido, y que nosotros llamamos "leyes naturales".
  - ¿Me puedes poner un ejemplo?
  - Claro. Por ejemplo, la ley de la gravedad. O la de la resistencia
eléctrica, o la de la refracción de la luz o la de la transmisión del sonido o la de la palanca, etc. etc.
  - ¿Eso son leyes naturales?
 - Claro. Y la misión del hombre es ir descubriéndolas, asimilándolas y aplicándolas para su propia evolución. Si no se hubiera descubierto toda la serie de leyes naturales que hoy conocemos, nuestra civilización no hubiera alcanzado el nivel que tiene. Ten en cuenta que todos los fenómenos de la naturaleza, todos sin excepción, obedecen a alguna o algunas leyes naturales. Y que si esas leyes no se cumplen, los fenómenos correspondientes no se producen.
  - Eso no lo entiendo bien.
  - Pues está muy claro. Por ejemplo: Desde tiempos antiquísimos el
hombre ha aspirado a volar y no lo ha conseguido. ¿Por qué?     Porque sus inventos no tenían en cuenta una serie de leyes naturales y, como consecuencia de esa ignorancia, no las cumplían y el hombre no podía volar. Y ¿cuándo ha podido volar el hombre? Pues cuando ha descubierto y obedecido las leyes que rigen la aerodinámica, la composición de fuerzas, la hélice, la combustión y expansión de líquidos y gases, etc, etc.
  Pero siempre que se incumple una ley natural, se produce un accidente. Sin excepción, porque las leyes naturales no admiten errores ni excepciones ni favoritismos. Por eso la humanidad continúa sus investigaciones en todos los campos, para descubrir las leyes naturales que aún desconoce y evitar fracasos, que es lo mismo que evolucionar más deprisa. Los accidentes, pues, los fracasos, son el acicate para que la humanidad se esfuerce, aplique su mente a la naturaleza, discurra y le arranque sus secretos para
dominarla.
  - Ahora lo comprendo.
  - Pues bien, en aquella época remota, Jehová quiso, mediante su
Decálogo, avisar al hombre de lo que era erróneo y le conduciría al
fracaso, a retrasar su evolución.
  - ¿Entonces, según tú, el Decálogo es una serie de consejos?
  - Por supuesto.
  - Caramba. Pues no lo parecen. Dan la impresión de verdaderos
mandatos totalmente imperativos.
  - Eso depende de cómo lo tomes. Te lo voy a exponer de otra manera.
  Si tú quisieras aconsejar a alguien sobre el uso de la palanca, por ejemplo, podrías decirle muchas cosas y, entre ellas ésta: "No utilices una palanca sin un punto de apoyo". Y si quisieras ilustrarle sobre el vuelo, podrías decirle: "No intentes volar con más peso que impulso tengas". Y si quisieras ayudarle a mantener el equilibrio podrías aconsejar: "No saques el centro de gravedad de la base de sustentación". Y así podría ponerte miles de ejemplos. ¿Te parecerían buenos consejos?
   - Por supuesto.
  - Buenos si tu amigo los observaba. Porque si no, fracasaría. ¿No es así?
  - Sí, claro.
  - Porque si tu amigo se empeñaba en trabajar con una palanca sin
utilizar un punto de apoyo, de nada le serviría su esfuerzo. Y si pretendía volar sin la suficiente fuerza, se estrellaría. Y si construyese torres inclinadas con el centro de gravedad fuera de la base de sustentación, se le derrumbarían, ¿no?
   - Cierto.
  - Pues con los mandamientos ocurre exactamente lo mismo, porque se trata de consejos para acomodar las conductas de la humanidad a las leyes naturales que rigen la evolución humana.
  - Explícate.
 - Para explicarlo, lo mejor es ir viendo uno por uno los mandamientos y comprenderás lo que te digo y te darás cuenta de que son magníficas ayudas para los hombres, si éstos los cumplen.   Y, por otra parte, magníficas enseñanzas para comprender las causas de sus males, si no los observan. Y, en todo caso, para darse cuenta de que somos nosotros mismos los que arrojamos sobre nuestras cabezas el dolor, la enfermedad, las desgracias, los sufrimientos, y que Dios, en todo momento, nos está queriendo ayudar sin interferir en nuestro libre albedrío, pues Su meta es que lleguemos a dioses creadores como Él y no es posible un dios creador sin libre albedrío y sin saber crear perfectamente.
  - De acuerdo. Empecemos, pues, a estudiarlos. El primero, si no
recuerdo mal dice: " Amarás a Dios sobre todas las cosas".
  - Yo preferiría empezar por otro. Luego nos será más fácil llegar a
éste mandamiento. Tú sabes que los tres primeros se refieren a nuestra relación con Dios y los siete últimos a nuestras relaciones con el prójimo, ¿no?
   - Pues no lo sabía.
  - Bien. Por eso me gustaría, si no tienes inconveniente, empezar por el primero de los siete que se refieren a la convivencia.
  - De acuerdo, ¿por qué voy a tener inconveniente? Todo esto es
interesantísimo.
  - Empecemos, pues. El cuarto mandamiento dice : "Honrarás a tu
padre y a tu madre".
  - Sí. Y yo pregunto por qué y qué pasa si no lo hago.
  - Pues verás. A todos nosotros, los constituyentes de las razas
blancas, y que somos los que estamos utilizando los cuerpos más
avanzados de toda la oleada de vida humana, antes de iniciar el proceso del renacimiento, se nos da la oportunidad de escoger entre tres o cuatro proyectos o posibilidades de vida, con el fin de que seamos nosotros mismos, nuestro Yo Superior que es quien evoluciona, los que decidamos qué facultades queremos desarrollar, qué trabajos queremos hacer, qué lecciones hemos de aprender, qué deudas de destino deseamos pagar, etc.
  De modo que cada uno elegimos los padres que tendremos, el ambiente en que nuestra vida se desenvolverá, el cónyuge que nos ayudará en esa vida, el tiempo que viviremos, etc.
   - ¿Entonces todo está previsto de antemano? ¿Dónde queda, pues, el libre albedrío y, consecuentemente, la responsabilidad?
  - Tranquilo. No todo está previsto de antemano, sino las líneas
principales, los acontecimientos más importantes. Lo demás queda a nuestro albedrío y es donde hemos de manifestar nuestra propia epigénesis.
  - ¿Epigénesis? ¿Y eso qué es?
  - La epigénesis es la facultad que, como dioses creadores en
formación que somos, tenemos todos los humanos, de poner en
funcionamiento causas nuevas para producir sus respectivos efectos. Me explico: Si bien es cierto que toda causa produce su efecto correspondiente y no otro, y que todo efecto tiene su causa correspondiente y no otra, no todo en la naturaleza es absolutamente mecánico. Precisamente nosotros, los hombres, cuya vida es, en casi todo, simple consecuencia de causas anteriores, puede modificar los resultados previsibles poniendo en movimiento causas nuevas, que no derivan de otras anteriores, es decir, dando nacimiento a nuevas cadenas de causas y efectos.
  - Me parece quererlo comprender, pero no lo veo demasiado claro.
  - Te pondré un ejemplo. Si tú, desde antes de nacer, tienes fijada tu muerte en el minuto tal del día tal del año tal en tal sitio y por tal motivo, puedes alargar tu existencia si llevas una vida ajustada a las leyes naturales; en otras palabras, si cumples los mandamientos.
  - ¿Y eso por qué?
 - Muy sencillo. Porque lo que Dios quiere es que avancemos lo más posible ya que, al fin y al cabo formamos parte de Su plan, y Su voluntad tiende a completarlo, pero sin violentar nuestra libertad en ningún momento. Entonces, si tú te adaptas completamente a esa voluntad divina, te conviertes en un centro de irradiación de vibraciones positivas, en un ejemplo viviente, en una fuente de enseñanzas y eso sólo puede ayudar a quienes te rodean y, consecuentemente, acelerar la realización del plan divino. Por eso, en esas circunstancias, tu vida se verá prolongada. ¿No te ha chocado que, en términos generales, la gente dedicada a hacer el bien, los que, de modo altruista, se dedican a servir al prójimo, suelen tener vidas sanas y largas? ¿Y no has comprobado que los libertinos, los negativos, aunque tengan muchos bienes, no llegan a edades muy avanzadas ni viven sanos? He dicho en términos generales, pues también existe quien previó vivir muchos años con determinado propósito y los vivirá aunque su vida no haya sido exactamente lo que el Yo Superior esperaba en el momento de decidirla. Pero también hay quien lleva una vida tan sumamente negativa, quien se rodea de tal cúmulo de vibraciones destructoras que, aunque en principio tenía prevista una vida de equis años, esa vida se ve truncada antes del plazo. De todo esto no hay que extraer conclusiones individualizadas porque cada hombre es distinto y cada uno tiene su plan de evolución que va desarrollando a su manera, siempre con la asistencia de Dios o, mejor dicho, de Sus colaboradores.
  - ¿Sus colaboradores?
  - Claro. ¿Crees que Dios en persona se preocupa de cada uno de
nosotros? Por supuesto, todos formamos parte de Él, y por eso, en Su conciencia sabe todo lo que hacemos y lo que nos ocurre, pero son los intermediarios, las oleadas de vida superiores a la humana y algunos, muy avanzados, pertenecientes a ella, los que se encargan de transmitir Sus energías, canalizar las cosas, colaborar en la labor de realización de Su plan, porque para su evolución lo necesitan hacer así, lo mismo que nosotros no podemos prescindir de los demás ni de los animales ni de las plantas y, consciente o inconscientemente, estamos influyendo en sus evoluciones de modo definitivo.
  - Sí, lo comprendo.
  - Pues volvamos a los padres. Desde el momento en que tu Yo
Superior da su conformidad para ser padre o madre de un espíritu hermano, que nacerá como hijo tuyo, estás comprometiéndote a dar mucho: Tu amor, tu libertad, tus esfuerzos, tus sacrificios, tu enseñanza.. y, si eres madre, además, tu sangre y parte de tu propia vida. ¿No es, pues, lógico y justo que ese hijo que te escogió como padre o como madre te deba respeto, gratitud y amor? ¿Cuál crees tú que debe ser la consecuencia de la falta de respeto, de gratitud y de amor hacia los padres, a tenor de la ley del karma?
  - Lo veo clarísimo. Pero me has dicho que sólo los más avanzados,
los que constituimos, en términos generales, las razas blancas, tenemos la posibilidad de escoger los padres y yo me pregunto ¿qué pasa con los otros?
  - Los otros son conducidos por la ley del karma. Renacen, como
todos, porque esa es una necesidad, como el crecer o el envejecer, pero se les hace nacer en los padres que los encargados de administrar la ley del karma entienden que son los más convenientes, para que obtengan el máximo de evolución. Ten en cuenta que su Ego, su Yo Superior, al haber evolucionado menos, aún no está en condiciones de ser Él mismo el que elija, con ciertas garantías de acierto.
  - Entonces en todas las encarnaciones todos evolucionamos, ¿no?
  - En general, sí. Pero como somos seres libres y esa libertad se nos
respeta y no somos aún perfectos, cometemos muchos errores, nos dejamos llevar por los deseos egoístas, con lo cual nos alejamos de las leyes naturales y creamos nuevo karma y al final de la encarnación, muchas veces comprobamos que, en realidad, hemos retrocedido en nuestra evolución.
  - Es tristísimo, después de tanto esfuerzo, ¿no? Pero se me está
ocurriendo una pregunta muy interesante.
  - ¿Cuál?
  - ¿Podemos retroceder, de tal modo que nos veamos obligados a
renacer en una raza con cuerpos físicos menos evolucionados?
  - Rotundamente, sí. Todos los que utilizamos cuerpos de la raza
blanca hemos pasado ya antes por otras razas y hemos pertenecido a la raza amarilla y a la raza negra, con sus diferentes subrazas.    Pero si nuestra vida demuestra que aún no somos capaces de usar dignamente un cuerpo más perfecto con miras a nuestra propia evolución, nos veremos renaciendo en una raza que ya había sido nuestro hogar para, así, "repetir curso", dicho en términos académicos. Un caso típico de retraso lo tenemos en los antropoides que, si bien pertenecen a la oleada de vida humana, ya en la Época Lemúrica quedaron rezagados, degenerando sus cuerpos desde entonces hasta su estado actual. Y los simios más pequeños aún degeneraron luego a partir de los antropoides. Eso en cuanto a los cuerpos que utilizan pero, en cuanto a sus espíritus, a sus Egos, siguen perteneciendo a nuestra oleada de vida.
  - Es trágico.
  - Por supuesto, pero hemos de aprender a usar el libre albedrío y la
inteligencia para conocer y cumplir las leyes naturales. Ten en cuenta que nosotros tenemos mucha prisa y lo queremos todo enseguida, pero en la naturaleza no ocurre nada de repente ni se adquiere nada sin pagar antes su precio y que ese precio es siempre un esfuerzo.
  Bien, pasemos ahora a estudiar el siguiente mandamiento, el quinto, que establece: "No matarás".
  - Vamos a ver qué tiene dentro.
  - Pues tiene mucho y generalmente mal entendido. Date cuenta de
que el mandamiento no distingue ni qué se mata ni cómo se mata ni por qué se mata; simplemente, prohibe matar. Dicho esto, piensa que cada uno de nosotros estamos evolucionando o, lo que es lo mismo, aprendiendo lecciones o adquiriendo experiencia o desarrollando facultades que, poco a poco, nos van haciendo llegar a la perfección que necesitamos para convertirnos en dioses creadores. Y piensa que en todo el universo no hay más que una vida: La vida de Dios. El hombre, pues, puede, y de hecho lo hace, participar de esa vida como si fuera la propia; lo que no puede hacer es crearla ni, mucho menos, destruirla. Sin embargo, puede destruir los cuerpos y con ello frustrar, temporalmente, claro, el plan divino.
  - Lo pienso y empiezo a comprender.
  - Date cuenta de que renacer es el único medio que tenemos para
evolucionar y, por tanto, cada renacimiento es una oportunidad de oro para aprender lecciones, para adquirir experiencia, en una palabra, para acercarnos a la meta. Y piensa que cada uno de nosotros no somos sino un centro de la conciencia divina, un elemento de Su plan, una pieza de Su puzle, necesaria para completarlo. ¿Qué derecho tenemos ninguno de nosotros a privar a un hermano de su posibilidad de evolucionar? Fíjate que, en términos generales, tardamos unos mil cincuenta años en renacer.
  - ¿Tanto?
 - Sí. Hablo en términos generales. Hay muchas excepciones debidas sobre todo a razones kármicas, pero esa es la regla general.
  - ¿Y por qué precisamente mil cincuenta años?
  - Por una razón muy sencilla, pero que se sale un poco de nuestro
tema. Verás. El sol, a lo largo de su curso a través del cielo, cada año va apareciendo en el horizonte, en el equinoccio de primavera, un poco antes de lo que fuera de esperar.
  - No entiendo esto.
 - Trataré de explicártelo. Debido a que la Tierra no gira sobre su eje ideal y a que su eje verdadero tiene un movimiento lento oscilante y propio, parecido al de un trompo que fuera perdiendo su fuerza, describe un círculo en el espacio. Debido, pues, a ese movimiento oscilante, el sol no cruza el Ecuador por el mismo sitio todos los años, sino cada año un poco antes, de donde le viene al fenómeno la denominación de "precesión de los equinoccios" porque el equinoccio se adelanta o "precede" cada año. Por ejemplo, al tiempo del nacimiento de Jesús de Nazaret, el equinoccio de primavera ocurría aproximadamente en el signo zodiacal Aries (de ahí lo de "Cordero de Dios" y lo del Buen Pastor). Pues bien, desde entonces el sol se ha ido moviendo "hacia atrás" y ahora el equinoccio de primavera se da en el signo de Piscis (y de ahí lo de los pescadores de hombres, las pescas milagrosas, las multiplicaciones de peces, el pez como símbolo de los cristianos, etc.). La progresión de la precesión de los equinoccios se realiza, aproximadamente, a razón de un grado cada setenta y dos años, treinta grados cada dos mil cien años y una vuelta completa al zodíaco, o sean trescientos sesenta grados, cada 26.000 años, aproximadamente. Es decir que, hasta que transcurran 26.000 años,
el sol no volverá a aparecer en el horizonte durante el equinoccio de primavera por el mismo punto que este año; ni se volverán a repetir ni la posición de las estrellas, ni el momento ni el ángulo con que sus rayos inciden sobre cada punto de la Tierra, que hoy mismo se dan. Y esa es la base de la Astrología y de que no haya dos hombres iguales..
  - Pero, ¿tanto tiene eso que ver?
  - Mucho. Como cada signo del zodíaco produce sobre la tierra
condiciones especiales, tanto climáticas como biológicas o psíquicas, y nosotros hemos de obtener el mayor provecho de esas condiciones, generalmente renacemos dos veces mientras el sol recorre, por precesión, cada signo, una como hombre y otra como mujer.
  - ¿O sea, que todos somos hombres y mujeres?
  - Por supuesto. El espíritu, que es lo que de verdad está
evolucionando, nuestro propio Yo Superior, es bisexual, tiene los dos sexos. El sexo único sólo se da en planos inferiores.
  - ¡Es asombroso! Y ¡qué poco significado tienen el machismo y el
feminismo exacerbados cuando se saben estas cosas!
  - Sí. Pero volvamos a lo nuestro. Si necesitamos un período de mil
cincuenta años aproximadamente para preparar cada renacimiento, ¿qué derecho crees que tenemos a privar a un hermano de esa posibilidad poniendo fin a su vida? ¿Y cómo crees tú que reaccionará la Ley de Retribución o del karma? ¿Comprendes lo que supone matar a un ser vivo?
  - Sí, lo comprendo y veo la enormidad que supone matar al prójimo.
   Pero has dicho "matar a un ser vivo".
   - Claro. Los demás seres, los animales y las plantas, son también
espíritus virginales como nosotros, sólo que emanados por Dios después que nosotros, en oleadas de vida posteriores y que están a nuestro cargo, como nosotros lo estamos al de las que nos precedieron. Por supuesto, los animales renacen más fácil y más frecuentemente que nosotros, ya que no están aún individualizados. Y los vegetales, mucho más fácilmente. Pero los animales tienen cuerpo de deseos, es decir, sienten dolor y miedo y afecto y amor. Y, si los matamos, aparte de privarles de la posibilidad de evolución que esa existencia les suponía, les hacemos sentir terror, dolor y
sufrimiento. Y la ley del karma no distingue: Si provocas dolor, ese dolor recaerá sobre ti un día. Con los vegetales es distinto, puesto que al no tener cuerpo de deseos, no tienen sentimientos ni deseos y su renacimiento es más rápido.
  - ¿Y en caso de legítima defensa?
  - En ese caso está justificado el matar, siempre que eso resulte
necesario para conservar nuestra propia vida. Se puede, por tanto, matar microbios, insectos y animales dañinos, que nos ataquen a nosotros o a los medios que necesitamos para vivir. Pero no es lícito matarlos por otros motivos. Ni siquiera para comer.
  - Ahora comprendo el fundamento del vegetarianismo.
 - Claro. Eso es el ideal. Hay, sin embargo, muchos hombres que aún creen necesitar, y de hecho necesitan, alimentarse de carne.
  - ¿Y qué me dices de las guerras y de la pena de muerte?
  - De las guerras te diré que el agresor, el que inicia la guerra o da
lugar a ella, es el que infringe la ley. Y que la legítima defensa, como te he dicho, es lícita. Pero, fundamentalmente, hay que desterrar el deseo de matar, la suma de emoción e intelecto, que da lugar al odio, a la crueldad, a la maldad, sin ninguna relación con la legítima defensa.
  En cuanto a la pena de muerte, es una infracción gravísima de la ley.
  Ningún hombre está autorizado para matar a otro. Y menos si está
revestido de autoridad, lo cual hace suponer que se encuentra más
evolucionado que el condenado y no a su mismo nivel, en el que
automáticamente se coloca al actuar como él, matando.
  Además, aunque esto no se piensa ni se sabe generalmente, es peor matar al sentenciado que encerrarlo en una cárcel aislado de la sociedad.
  En ésta tendrá tiempo de reflexionar y quizás de enmendarse y hasta de reintegrarse a la misma como miembro útil. Si se le ejecuta, en cambio, lo más probable es que muera lleno de odio y de deseos de venganza y como, por morir antes de lo previsto en su plan de vida, tras la muerte no comienza a experimentar el proceso normal (lo mismo que ocurre con las víctimas de asesinatos, homicidios y accidentes, aunque éstos quedan en el plano astral en estado comatoso hasta el día en que debieron morir), queda, hasta que llegue la fecha en que estaba prevista su muerte natural, pegado
a la tierra y pudiendo influir en las mentes de cuantos sintonicen con su vibración de odio o de venganza y, en poco tiempo, conseguir que proliferen los delincuentes del mismo tipo. ¿De quién piensas, pues, que será la responsabilidad de toda esa proliferación de delincuentes sino del que ejecutó al primero?
  - Claro, es lógico. ¿Y qué pasa con los suicidas? ¿Está previsto el
suicidio en el plan de su vida?
  - No. De ninguna manera. Porque el plan de vida se forja en el
mundo del pensamiento concreto, en el segundo cielo, y allí no existe ninguna vibración altamente negativa. El suicidio es una decisión unilateral y libre del hombre, una huída ante los problemas que él mismo escogió enfrentar o se creó con su conducta. Por tanto, la ley del karma es muy severa con ellos, ya que han frustrado todo el esfuerzo realizado y han hecho imposible el cumplimiento de lo que se comprometieron a cumplir.
  Su arquetipo, en aquel elevado plano de existencia, seguirá vibrando hasta que llegue el momento en que, con arreglo al plan inicial, debió dejar de hacerlo produciendo la muerte del cuerpo físico. Su sufrimiento tras la muerte es muy duro y permanente porque, por un lado, su arquetipo vibra y, por otro, su cuerpo físico no puede responder a esa vibración por no existir, lo cual les produce una sensación de hambre infinita e insaciable, en todo el cuerpo astral, que no pueden mitigar de ningún modo.
  - Es terrible.
 - Sí lo es. Pero se asegura que el suicida sólo lo es una vez. Es decir, aprende la lección de la responsabilidad y la necesidad de afrontar los problemas que uno ha decidido enfrentar o ha creado al incumplir las leyes naturales. Esas personas que sienten pavor ante la muerte fueron, con mucha probabilidad, suicidas que aprendieron la lección. Pero hay otros aspectos en este mandamiento que muchas veces se pasan por alto.
  - ¿Cuáles?
 - Son los atentados que de modo continuado hacemos contra nuestro cuerpo físico. Lo previsto por Dios es que nuestro cuerpo esté sano y dure con salud hasta el momento previsto. Por tanto, todo lo que hagamos que pueda perjudicar al cuerpo físico y, por tanto, acortar su duración en óptimas condiciones de funcionamiento, es una infracción de este mandamiento, una especie de suicidio lento, pero suicidio al fin.
  - ¿A qué conductas te estás refiriendo concretamente?
  - Pues al alcohol, al tabaco, a las drogas en general, al exceso en las comidas, y también a la tortura, a la imprudencia en la conducción de vehículos o en el manejo de sustancias que pueden producir mutilaciones o muertes, a la opresión o la explotación de los semejantes que produzca hambre o sufrimiento o, en una palabra, a la reducción del tiempo de vida de los demás o de nosotros mismos.
  - ¡Es maravilloso! Con esto se comprende dónde está la base para
condenar todas esas actitudes y hábitos.
  - Por supuesto. ¿Queda, pues, claro el quinto mandamiento?
  - Aún me gustaría preguntar algo.
  - Tú dirás.
  - Has hablado de que las víctimas de asesinatos, homicidio y
accidentes mortales, al morir quedan en estado comatoso. ¿Cómo es eso?
  - Es una manifestación más de la justicia divina. Como han muerto, sin culpa suya, antes de la fecha y hora en que estaba previsto, quedan en su cuerpo de deseos, en el plano astral, en una especie de sueño profundo hasta que llega el momento en que debieron morir y entonces comienza para ellos el proceso normal tras la muerte natural, que no es nuestro tema.
  Por supuesto, en otra vida se les dará todo aquello de que se vieron privados en ésta, de modo que no sufran la menor injusticia por causas ajenas a su propia conducta. En cuanto al causante de su muerte, apenas muera, atraerá hacia sí el cuerpo comatoso de su víctima, que quedará adosado a él, recordándole insistentemente el momento del asesinato, homicidio o accidente por imprudencia, hasta que llegue el momento en que la víctima debió morir. Y si, cuando muere el matador, la víctima ya ha pasado a otro plano superior, será su cascarón o cadáver del cuerpo astral, el que se encargará de adosarse al del verdugo y recordarle su acto como lo
hubiera hecho el cuerpo de deseos de la propia víctima. No me negarás que es un buen medio para convencer a los homicidas de que es mejor no matar. En cuanto al ejecutado - y te lo digo adelantándome a tu pregunta - no ocurre esto, de momento, aunque ocurrirá más tarde, porque, al morir lleno de odio y de ansias de venganza, queda pegado a la tierra, es decir, casi en contacto con el mundo físico y, temporalmente, se libra del proceso descrito aunque, lógicamente, no lo evita.
   Recuerda esa frase de la Sagrada Escritura que dice: "Mía es la
venganza, dijo el Señor". Porque nadie puede enseñarnos mejor que él.
  ¿Queda, pues, claro?
  - Estoy impresionadísimo. Pero ha quedado perfectamente claro. Tan solo me queda una pregunta.
  - ¿Cuál?
  - ¿Habrá que pensar que el aborto provocado está incluido en este
mandamiento?
  - Por supuesto. Lo coge de lleno. Imagina que el que va a nacer, tras mil y pico de años en los planos superiores, ha escogido a sus futuros padres y éstos - me refiero a sus Yoes Superiores - han dado ya su conformidad; ha elegido un plan de vida determinado - su medio ambiente, su cónyuge, sus principales enfermedades, el modo y el momento de su muerte, etc. - y ha construido sus distintos vehículos; es decir, que todo está preparado para que ese espíritu renazca y evolucione en una nueva encarnación sobre la tierra. Y entonces, uno o ambos futuros padres, por miedo a la responsabilidad y, la mayor parte de las veces, por puro egoísmo - no querer sufrir por ese hijo, no querer dedicarle unos ingresos o un tiempo o prescindir por él de viajes o de libertad de movimientos, etc. - lo privan unilateralmente de toda posibilidad de realizar su proyecto de vida. ¿Qué te parece? ¿Y qué me dices de los profesionales que provocan el aborto sólo por dinero?
 - Sabiendo lo que ya sé, me parece una monstruosidad. Un verdadero asesinato en cuanto a los que lo provocan y un parricidio en cuanto a los padres del nonato ya que son ellos los culpables de esa frustración.
  - ¿Y cómo piensas tú que ha de responder a eso la ley del karma?
  - No lo sé, pero las consecuencias deben ser, lógicamente, de una
gravedad proporcional a la causa, claro.
  - En efecto. Lo más probable es que, cuando esos padres, tras su
muerte y su permanencia posterior en los planos superiores - y en el
purgatorio tendrán que enfrentarse a ese espíritu cuyo nacimiento
frustraron y que se les pegará, como ya te he dicho - cuando pretendan, a su vez, renacer, no encontrarán quien acepte ser su padre o su madre, con lo cual su evolución puede retrasarse considerablemente.
  - ¡Qué horror! Hay que pensar, pues, lo que les espera, tras la muerte, a los terroristas o, peor aún, a los que provocan guerras, que causan la muerte a tantas personas inocentes.
  - Sí. La ley del karma es terrible. Pero justa. Y el peor pecado del
hombre, por no decir el único, es la ignorancia. La ignorancia de todas estas cosas, o la falta de interés por ellas o la falta de fe en ellas... hasta que se ve metido en lo que pudo evitar fácilmente durante su vida en la tierra.
   Recuerda la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro.
  - ¿En qué sentido?
 - En todos. Epulón, rico y poderoso en vida, negaba hasta las migajas de su mesa al pobre Lázaro. Muertos los dos, éste subió al cielo mientras que Epulón fue al abismo. Desde allí veía a Lázaro feliz. Y le pidió al Señor que enviase a Lázaro a avisar a sus parientes, aún vivos, que lo de la otra vida y lo del castigo era cierto. Y el Señor le respondió que no, que Él ya les había enviado, precisamente para eso, a Moisés y a los profetas... Sí, es triste, pero la mayor parte de los hombres prefieren creer que todo eso son tonterías... hasta que comprueban en sus propias carnes que no es así.
  Pero entonces ya es tarde.
  - Es verdad. ¡Qué ciegos estamos! Con esto terminamos el quinto
mandamiento, ¿no?
  - Sí. Pero aún quisiera referirme a una conducta, también egoísta y
que infringe, de modo indirecto, este mandamiento.
  - ¿Qué conducta es esa?
  - La de aquellos que, teniendo posibilidades económicas y sociales y pudiendo tener hijos, los evitan, o incluso evitan el matrimonio, solamente por egoísmo. No puede decirse de ellos que maten a nadie, pero sí que privan de la vida, de la ocasión de evolucionar a una serie de hermanos que se ven así privados de esa posibilidad sólo por el egoísmo de los en ese momento encarnados. Cuando se conocen los mecanismos de las leyes naturales, se ve claro que nadie puede tener más hijos de los que su Yo Superior ha aceptado o de los que su propio karma le proporciona, precisamente para su propia evolución. El hombre, sin embargo, haciendo uso de su libre albedrío - y yo añado: y de su ignorancia - puede evitar que esos hijos sean siquiera concebidos. ¿Cómo crees que ha de reaccionar
la ley del karma?
  - ¿Cómo reacciona?
  - Ordinariamente, haciendo también que los que no quisieron tener
hijos, no sean aceptados como tales cuando, a su vez, pretendan, en su día, renacer. Con esto pienso que ha quedado claro el quinto mandamiento, ¿no?
  - Sí. Completamente claro.
  - Pasemos, pues, al sexto: "No fornicarás".
  - Este es un mandamiento muy conflictivo, ¿no?
 - Sí, así es. Y tiene su razón de ser. Es realmente el peor comprendido de todos y quizá el más interesante desde el punto de vista esotérico, es decir, de lo que hay detrás de él.
  - Me tienes en ascuas.
  - Pues vamos allá. Primero tendré que dar un rodeo, quizá un poco
largo, para luego llegar a este punto.
  - De acuerdo.
  - Verás. El encargado de proporcionar toda clase de vehículos en este período de la evolución terrestre es Jehová, que es, a su vez, el más evolucionado de la oleada de vida angélica, que es la inmediatamente anterior a la humana.
  - No me digas.
  - Sí. Y, además, es el ser que más perfectamente se ha identificado y ha logrado expresar las características del tercer aspecto de Dios, el Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad. Es, pues, Jehová, con sus huestes de ángeles, quien nos proporciona nuestros vehículos físico, etérico, de deseos y mental. Es, por tanto quien hace posible la reproducción. Son sus ángeles quienes colocan el átomo simiente del cuerpo físico de la futura criatura en un espermatozoide del padre, y suya es la energía vital que hace posible la fecundación. Por eso, verás que son siempre los ángeles los que, en las Sagradas Escrituras, anuncian la concepción o el nacimiento de niños extraordinarios. Y por eso los pecados contra la actividad de Jehová se llaman "pecados contra el Espíritu Santo" y no se perdonan mediante el arrepentimiento. Son los únicos cuyas
consecuencias el hombre ha de experimentar en sus carnes con sufrimientos y enfermedades, aunque se arrepienta mil veces de ellos y enmiende su conducta errónea.
  - ¿Y eso por qué?
  - Porque a cada hombre se le da al nacer una dosis determinada, la
que merece, de energía creadora, que es una energía divina, exclusiva de los dioses creadores y de la cual no se debe hacer mal uso. Y si se hace, ese hombre se verá privado de recibir más energía creadora hasta que, a lo largo de una serie de futuras vidas vividas a tenor de las leyes naturales, se haga acreedor a ella.
  - ¿Puedes explicarte más claramente?
  - Sí. Tú recuerdas el pasaje del Génesis relativo a la costilla de Adán, ¿no?
  - Sí, claro que la recuerdo, pero eso no puede ser más que un
cuentecito.
  - Sí y no. Se trata simplemente de un error de traducción que ha
deformado muchas cosas. Verás: La palabra que figura en los textos más antiguos utilizados, significa "costilla" pero también significa "lado". El traductor, desconocedor de lo que los textos ocultan, la tradujo por "costilla" y con ello creó todo un problema enorme.   Pero lo que ocurrió realmente, puesto que el pasaje sagrado se refiere a la Época Lemúrica, cuando el hombre aún no tenía conciencia de tener cuerpo físico y su vida se desarrollaba en los planos superiores en contacto con los ángeles - que, por cierto, no son seres con alas, sino seres parecidos a los hombres pero más evolucionados, que están ayudándonos en nuestra evolución y que no tienen cuerpo físico sino que su vehículo más denso es etérico - y con el propio Jehová, que no debemos olvidar que es el más avanzado de los ángeles, lo que ocurrió, digo, fue que por entonces los hombres eran hermafroditas, es decir, macho y hembra a la vez - "macho y hembra los creó", dice el Génesis - ; cada ser emitía una serie de esporas y los espíritus reencarnantes se apropiaban de ellas y se desarrollaban; realmente, como ocurre ahora con las plantas hermafroditas. Pero para la evolución de los hombres como seres creadores, era conveniente el desarrollo de un cerebro que pudiera ser el instrumento de la mente que tendría que recibir en el futuro - y que es el único medio que el espíritu tiene para conocer el mundo físico, el etérico y el emocional - , y de una laringe que pudiera hablar y expresar las ideas y pensamientos a que esa mente y ese cerebro pudieran dar lugar. Y en un futuro, aún lejano, pronunciar la palabra creadora, como Dios.
  Con ese fin, la mitad de la fuerza creadora que el hombre poseía y
que le permitía producir esas semillas o esporas de futuros seres humanos, se destinó a dichos fines y se dirigió hacia arriba, iniciándose así el desarrollo del cerebro y de la laringe. Lógicamente, desde ese momento, el hombre para procrear, para facilitar la encarnación a otros hermanos de oleada de vida, necesitó la colaboración de la otra mitad de la fuerza creadora, es decir, de otro individuo de la otra polaridad, con lo que nacieron los sexos como representantes de las dos polaridades del espíritu:
   El hombre como voluntad y la mujer como imaginación. Y nació el matrimonio, establecido directamente, pues, por Dios.
  - Esto es alucinante.
  - Sí, pero muy aclaratorio. La fuerza creadora, pues, que reside en el sexo es la misma que nos permite pensar y la que nos hace posible hablar.
  Y cualquier mal uso de esa fuerza que se haga, sea mediante el sexo, mediante el pensamiento o mediante la palabra, es un pecado contra el Espíritu Santo y el autor debe experimentar en su propia carne y durante las vidas que sean necesarias para recuperar el equilibrio, las consecuencias del derroche de la misma que haya hecho. De ahí la conexión entre las gónadas y la garganta (paperas y orquitis, aparición del sexo y cambio de la voz, etc.), y de ahí que los obsesos sexuales nunca se distingan por su talento y que el castigo de los que utilizan la hipnosis o la facilidad de palabra con fines egoístas - puesto que la fuerza mental y la fuerza verbal son la misma fuerza creadora - sea el renacer luego como seres descerebrados y totalmente privados de toda fuerza sexual, mental y verbal; y de ahí que quienes hacen buen uso de la fuerza creadora, sea en el sexo, sea con la mente, sea con la palabra, estén cumpliendo con las leyes naturales.
  - Entonces habrá que hablar de cuál es el uso correcto de la fuerza
sexual, ¿no?
  - Por supuesto. Pero supongo que a estas alturas ya ha quedado
bastante claro: La fuerza sexual es para procrear; la fuerza mental es para construir pensamientos positivos y que hagan avanzar a su creador y a los demás; y la fuerza verbal es para comunicar a los demás los conocimientos adquiridos.
  - ¿Ni siquiera en el matrimonio es posible el uso del sexo sino para
procrear?
 - En última instancia, así es. Lo que ocurre es que, después de tantos millones de años de desviación y contando con que, ordinariamente, al contraer matrimonio, el otro cónyuge se cree con derecho al llamado "débito conyugal", no es posible aceptar la tesis radical. Lo que sí será necesario es que se realice por amor, con entrega corporal y espiritual, con deseos de identificación, con una disposición positiva y constructiva, y no sólo por pasión y buscando placeres más mentales que físicos. Ten en cuenta que nunca estamos solos y, también en esos momentos atraemos seres etéricos y emocionales y mentales, que vibran como nosotros y es muy interesante no atraer a los que vibran con las pasiones y las bajezas,
porque luego nos influencian insistentemente para que repitamos la
experiencia y disfrutar ellos, mientras nosotros creemos que se trata de deseos exclusivamente nuestros.
  - ¿Y tampoco se puede hacer uso de anticonceptivos para evitar tener, por ejemplo, más hijos de los que se pueden mantener?
  - En buena ley, no. Nadie tiene más hijos de los que debe tener según su karma y su plan de vida, como te he dicho antes. Por eso verás personas que desean hijos y no los tienen, aunque lo intenten desesperadamente, mientras otras los tienen sin desearlos. Hay muchas relaciones kármicas en todo lo familiar. Pero puedo asegurarte que, sólo los que realizan el acto por pura pasión están expuestos a atraer a algún espíritu muy rezagado que esté intentando renacer. Ese será su karma.
  - Es duro, ¿no?
 - Puede parecer duro, pero es así. Eso es lo que establecen las leyes naturales que, por supuesto, podemos infringir ya que somos seres libres, pero sabiendo que habremos de afrontar los efectos de las causas que ponemos en acción. Ten en cuenta que a nosotros, a nuestra personalidad actual, una vida nos parece un todo, pero para nuestro verdadero yo, para nuestro Yo Superior, que es quien se juega la evolución, una vida es sólo como un día en su larguísimo recorrido a través de las eras. Esa es la razón de que, aunque no sepa explicar por qué, la iglesia cristiana haya insistido e insista tanto en la cuestión del sexo, y por eso no accede al matrimonio de los clérigos, ya que interpreta que esa fuerza sexual han de destinarla, no a la procreación, que para eso están los otros hombres, sino para sublimarla en el servicio de Dios.
  - ¿Qué es eso de sublimar la fuerza sexual?
  - Bueno, es un fenómeno de alquimia espiritual que consiste en,
absteniéndose de utilizar el sexo y dedicando la vida a servir al prójimo - lo que se supone que deben hacer los religiosos y por eso se les pide el voto de castidad - transformar la fuerza sexual en fuerza mental y verbal y en amor y en buenas obras y en creaciones para el bien. Y esa es la finalidad que la iglesia desea para la fuerza sexual de sus religiosos. Esa alquimia, lógicamente, sólo es posible porque, como hemos dicho, la fuerza sexual, la mental y la verbal son sólo distintos aspectos de una única fuerza, la fuerza creadora, que se ha concedido al hombre para fines positivos. Y eso está ya claro en el mismo Génesis.
  - ¿En qué pasaje?
  - Cuando se habla de la tentación de Eva por Lucifer en forma de
serpiente.
  - Pues no lo entiendo.
 - Para entenderlo hay que conocer la clave de las Escrituras y saber así lo que quieren decir y lo que esconden. Clave que, desgraciadamente, la iglesia perdió en cuanto se dedicó a la política y persiguió a quienes la poseían.
  - ¿Y qué quieren decir las Escrituras y qué esconden?
 - Es otra historia que nos aleja de nuestro tema, pero que vale la pena aclarar. Verás. Te he dicho que la oleada de vida anterior a la nuestra es la de los ángeles. Bien. Pero, como ocurre con nosotros, y en nuestra misma oleada hay santos y hay sabios y hay asesinos y hay seres verdaderamente degradados, en la de los ángeles ocurrió lo mismo. Y acaeció que los rezagados de esa oleada de vida llegó un momento en que se dieron cuenta de que ya les resultaba imposible alcanzar a sus compañeros. Es decir, que se encontraban entre los ángeles y los hombres, que eran más que hombres y menos que ángeles. Con los ángeles, en el mundo etérico, no podían evolucionar y para evolucionar en este plano, no tenían vehículo físico.
  Por eso se les ocurrió utilizar el cerebro humano y la experiencia humana para su propia evolución. Pero había un inconveniente para ello y estribaba en que, como he dicho antes, los hombres, si bien tenían cuerpo físico y se reproducían ya bisexualmente y tenían un cerebro y una laringe, no eran conscientes de ello - como ahora no somos nosotros conscientes de que hacemos la digestión o de que asimilamos el oxígeno del aire - y su consciencia, y por tanto su vida, se desarrollaba en los planos superiores. En estas circunstancias, cuando las configuraciones astrológicas eran las indicadas, los ángeles agrupaban a los hombres y tenía lugar el ayuntamiento de los sexos - lo mismo que ahora ocurre con los animales en su época del celo - que luego daba lugar al nacimiento de los hijos cuyo cuerpo era físico pero cuyo espíritu moraba en planos más elevados.
  Lo que hicieron, pues, los Luciferes fue concienciar al hombre de que tenía cuerpo físico y de que podría crear cuerpos exactamente igual que Jehová. Y, cuando el hombre se percató de ello, fijando su conciencia en el mundo físico, en su ignorancia, y empujado por los Luciferes - que sólo evolucionan mediante las vibraciones más intensas que los hombres experimentan: sexo, velocidad, riesgo, peligro, pasión, éxtasis, adoración, psicosis colectiva, etc. - comenzó a hacer uso del sexo fuera de las épocas astralmente aconsejables y buscando en ello solamente el placer y no la procreación.
  Las consecuencias fueron, primero la "expulsión del Edén", es decir, el descenso de la conciencia del plano astral, donde estaba en contacto directo con los dioses - los ángeles no caídos -, al plano físico, sin ningún contacto consciente ya con los seres superiores; y, en segundo lugar, la muerte pues, si bien ésta siempre había existido para los cuerpos físicos, los hombres no habían sido conscientes de ella mientras su conciencia estuvo centrada en los planos superiores. Ese es, pues, el pecado original: El mal uso de la fuerza creadora sexual. Por otra parte, recordarás que en el jardín del Edén había dos árboles, el Árbol del Conocimiento y el Árbol de la Vida. El hombre probó con su pecado original el fruto del Árbol del Conocimiento - recuérdese que, en la Anunciación, María dice sorprendida al ángel que no "conoce" varón -, pero si hubiera igualmente probado el fruto del Árbol de la Vida, sus vehículos físicos hubieran sido inmortales y, por tanto, invariables, lo cual
hubiera sido una verdadera calamidad puesto que estaban, y están aún, muy lejos de ser perfectos: El cuerpo del hombre se hubiera hecho inmortal - el espíritu ya lo es - , pero no hubiera podido evolucionar ya que la evolución del Yo Superior depende de la de sus vehículos, y el físico se hubiera quedado estancado y se hubiera malogrado así una cantidad enorme de energía, de trabajos y de esfuerzos de una serie de seres y de oleadas de vida, además de quedar la nuestra sin posibilidad de progreso.
  - ¡Caramba, cuántas cosas quedan claras así! Pero me queda una
pregunta: ¿Los Luciferes siguen aún en ese plan?
  - Por supuesto. Ellos no desean perjudicar al hombre. Ellos buscan
sólo adquirir experiencia y evolucionar y no tienen más medio que utilizar al hombre para ello, lo mismo que nosotros no tenemos más remedio que utilizar los vegetales y los animales como alimento, puesto que nuestro organismo no puede asimilar los minerales que, por otra parte, constituyen la siguiente oleada de vida tras los vegetales. Los Luciferes tienen otro camino, en realidad, y consiste en reconocer su retraso, sumarse al lado positivo, fomentar vibraciones positivas en los humanos y, con ello, alcanzar a su oleada de vida. Y, de hecho, ya son muchos los Luciferes que así lo están haciendo. Pero los restantes siguen fomentando en el hombre
vibraciones y emociones fuertes, tanto positivas como negativas, puesto que a ellos lo que les interesa es la intensidad.
  -¿Entonces son los tentadores, los demonios de que la iglesia nos
habla, o no?
  - Claro que nos tientan, en el sentido de que fomentan en nosotros
emociones fuertes, pero no pretenden especialmente lo malo. Son aún ángeles, seres inmensamente luminosos - Lucifer significa "portador de la luz" - enormemente más evolucionados que los hombres y que, si un hombre vibra de amor al prójimo, le ayudarán a desarrollar ese amor y a sentirlo, con lo cual le empujarán en su evolución; pero si otro hombre vibra por el sexo, también le fomentarán esos deseos para aprovecharse de su vibración, con lo cual le perjudicarán sin que él sea consciente de que lo que cree tendencia o deseo propio no es más que sugerencia de un espíritu
Lucifer. De todo esto lo más interesante es comprender lo que hay detrás de la fuerza creadora y las consecuencias de su buen o mal uso.
  ¿Comprendes ahora que hacía bien Jehová al decir "no fornicarás", es decir, no harás mal uso de la fuerza creadora sexual?
  - Sí. queda perfectamente claro y comprendido. Pero aún me
gustarían unas palabras sobre algo que se me está ocurriendo.
  - ¿Y qué es?
  - ¿Cómo hay, según lo dicho que considerar la masturbación?
  - Pues está claro. Si la fuerza creadora sexual es para procrear,
cualquier uso que de la misma se haga para otra finalidad que no sea su sublimación, es derrocharla, por lo tanto, atenta directamente contra esta norma del sexto mandamiento.
  - ¿Y la homosexualidad?
 - ¿Recuerdas qué dos únicas ciudades destruyó el ángel por mandato expreso de Jehová?
  - Sí. Sodoma y Gomorra.
  - ¿Y por qué eran célebres esas ciudades?
  - Es cierto. Por su libertinaje sexual y, sobre todo, por su
homosexualidad.
  - Hasta el punto de que la primera dio lugar al término "sodomía",
¿no? Pues la respuesta la tienes clara. Hay, además, algo que convendría añadir.
  - ¿Qué?
 - Que los Luciferes, portadores como te he dicho, de la luz, es decir, del fuego de la inteligencia, del fuego creador, son los encargados de canalizar hacia el Purgatorio la energía creadora "mal utilizada" por los hombres, bien por el conducto sexual, bien mediante pensamientos o deseos negativo o de palabras malintencionadas. Y "mal utilizada" quiere decir, tanto con una finalidad egoísta como sin utilidad. Cuando un hombre muere, al llegar al Purgatorio, son los Luciferes quienes se encargan de devolverle la energía creadora mal o inútilmente utilizada en vida, para que, al experimentar el dolor que esa reasimilación le produce y revivir las escenas vividas en su día, aprenda en el futuro a hacer un uso correcto de su fuerza sexual. Con ese trabajo los Luciferes están conquistando conocimientos y se acercan al momento en que se unan a su oleada de vida, como premio a la labor que hacen en favor del hombre al proporcionarle, bien que con dolor, el conocimiento del bien y del mal que, de otro modo no hubiera adquirido. Por otra parte, y para que comprendas mejor el funcionamiento de la fuerza sexual, has de saber que, en el acto sexual, el hombre, la parte positiva o activa, emite una porción de su energía creadora, que se introduce en la mujer, la parte negativa o pasiva y que es la que crea formas físicas. Si el acto se lleva a cabo normalmente, los dos polos se unen y el resultado es una nueva forma física y el equilibrio del universo sigue sin alteración: La emisión positiva ha dado lugar a una creación negativa. Pero si esa energía positiva no va a parar a su legítimo destinatario y del modo previsto por la naturaleza, haciendo imposible aquel equilibrio, el desequilibrio creado reclamará la oportuna compensación hasta que ésta se produzca.
   - En ese caso y tal como hoy día se piensa por la sociedad, por un
lado o por otro, prácticamente todo el mundo está infringiendo este
mandamiento.
  - No. Todo el mundo, no. Hay mucha, muchísima gente que no lo
hace. Pero, por otra parte, el hecho de que algo lo hagan muchos no
cambia ni su calificación moral ni la ley natural. Lo correcto es correcto aunque no lo haga nadie; y lo incorrecto sigue siéndolo aunque lo hagan todos. Las leyes naturales tienen tiempo, mucho tiempo para imponerse.
  Por otra parte, fíjate: Si todos los hombres, o la mayor parte de ellos, transmutasen la fuerza sexual que les sobra y derrochan, en ideas positivas, en amor al prójimo, en obras para el bien común, en proyectos para hacer avanzar y ser felices a todos, la evolución de la humanidad se aceleraría increíblemente. Ten en cuenta, además, que las enfermedades más insidiosas como el cáncer, la tuberculosis, la diabetes, la leucemia, la sífilis, el sida, la lepra, la epilepsia, etc. no reconocen más causa última que los excesos sexuales, en esta o en anteriores vidas. Este es el camino que los muchos han escogido, desgraciadamente. ¿Está claro este mandamiento? ¿Ninguna pregunta más?
 - Sí. Has citado a los hipnotizadores. ¿Caben en este mandamiento?
  - En cuanto a que están haciendo mal uso de la fuerza creadora
sexual en su aspecto de pensamiento, sí.
  - ¿Y cómo es eso?
  - Verás: El hipnotizador, con sus pases o con su voluntad, lo que
hace es arremangar, por decirlo así, el cuerpo vital que interpenetra el cerebro del hipnotizado, dejándolo enrrollado como la parte superior de un suéter "de cuello de cisne". Una vez hecho esto, proyecta parte del cuerpo vital de su propio cerebro para ocupar el de la víctima. De ese modo, el espíritu del hipnotizado no tiene modo de comunicar con su propio cerebro y, por tanto, no tiene ningún dominio sobre su cuerpo ni puede utilizar su memoria - puesto que ésta se conserva en el éter reflector del cuerpo vital - . El hipnotizador, en cambio, domina su propio cerebro y el de la víctima y domina, además el cuerpo de ésta y el suyo propio.
  - ¡Qué barbaridad! Pero se dice que el hipnotizado no hace nada que no esté de acuerdo con sus normas éticas o contra su voluntad.
  - Eso es absolutamente falso. El hipnotizado hará, mientras lo esté,
todo lo que el hipnotizador le ordene, sea una tontería, como ocurre en los teatros, sea robar, matar o degradarse sexualmente, como ocurre con demasiada frecuencia en la sociedad, sea hacer dejación de autoridad, de derechos o de bienes, como ocurre también en las empresas y en la política, desgraciadamente.
  - ¿Cómo es posible?
 - Sí. Porque, aparte de que el hipnotizador puede dar al hipnotizado, mientras lo está, órdenes posthipnóticas que éste cumplirá a rajatabla y sin saber que lo hace, cuando retira su éter del cerebro de su víctima al despertarla, siempre, de modo inevitable, queda parte de dicho éter en su cerebro, y esa porción le puede servir, en el futuro, como cabeza de puente para hipnotizar cuando quiera al otro, bien en su presencia, bien a distancia; de modo que el hipnotizado estará ya toda la vida a merced del hipnotizador, hasta que uno de ellos muera.
  - ¡Qué espanto! Pero con la hipnosis se curan adicciones como el
tabaco o el alcohol, etc., ¿no?
 - No. La hipnosis no cura las adicciones, sino que retrasa el problema que suponen.
  - No entiendo.
  - Es muy simple: El hipnotizado, en efecto, dejará de fumar o de
beber o lo que sea. Pero luego, cuando cese la influencia del hipnotizador, volverá a aparecerle la adicción. Una adicción ha de vencerla el adicto con el esfuerzo de su propia voluntad y hasta que así lo haga, será su esclavo.
  Por tanto, si la hipnosis se la quita en esta vida, en la próxima
reencarnación volverá esa persona a ser adicta y tendrá que enfrentarse entonces al problema que ahora le escamotearon con la hipnosis. De lo cual se deduce que la hipnosis no ha servido sino para retrasar la evolución del hipnotizado y para crear un karma terrible al hipnoptizador que, además de hacer mal uso de su fuerza intelectual que es, como sabemos, la misma fuerza creadora sexual, ha privado al otro de su libre albedrío y eso es algo que ninguna jerarquía suprahumana, por muy exaltada que sea, se atreve a hacer. Fíjate que, en general, y con excepciones, ni los mismos
Luciferes ordenan. Simplemente sugieren, tientan, es decir, prueban, puesto que el sentido etimológico de "tentar" es el de "tocar" o "palpar" para probar.
  - Está clarísimo.
  - Por eso es muy de recomendar, no dejarse hipnotizar jamás, ni de
broma, ni en serio ni como tratamiento.
  - Sí. Y ahora comprendo por qué el hipnotizador, que hace mal uso
de su fuerza creadora, nace privado de ella.
  - Exacto. Hace mal uso de la fuerza creadora y, además, priva a su
víctima de su libre albedrío. Y, por tanto, nace en su próxima encarnación como un subnormal, sin fuerza mental y sin libertad, de modo que su Yo Superior es seguro que aprenderá esa lección.   ¿Está claro?
  - Sí.
  -Pasemos, pues, al séptimo mandamiento: "No hurtarás". Supongo
que, después de todo lo dicho, vislumbrarás lo que este mandamiento dice y quiere, pero lo comprenderás mejor si te das cuenta de que, como consecuencia del juego de la ley del karma, cada uno de nosotros tenemos una serie de facultades desarrolladas y nos faltan otras por desarrollar y de que, para ello, cuando renacemos, la misma ley del karma hace que se nos provea de los medios a que nos hemos hecho acreedores para desarrollar esas facultades o adquirir esa experiencia. Es decir, por una parte,  poseeremos una inteligencia, una voluntad, una memoria, una capacidad, unas facultades, en resumen, que serán las que hemos desarrollado en vidas anteriores con nuestro propio esfuerzo; y, por otra, perteneceremos a una clase o a un medio social determinado, con un nivel determinado, con unos recursos económicos determinados, con unos bienes determinados, etc., siendo indistinto a estos efectos que los tengamos ya desde el nacimiento o los adquiramos a lo largo de la vida; el caso es que siempre se nos darán los medios necesarios y merecidos para obtener lo que nos
propusimos en cada renacimiento.
  - Es lógico y justo.
  - Claro, pero ¿qué ocurre cuando privamos a alguien de los medios
materiales que se le han dado para desarrollar lo que se había propuesto ya antes de renacer en este mundo? ¿Comprendes por qué Jehová advirtió a los hombres muy clara y acertadamente?
  - Sí, está clarísimo: Cada cual tiene lo que ha merecido y lo que
necesita para evolucionar y si, haciendo mal uso de nuestro libre albedrío, privamos a alguien de lo que legítimamente le pertenece y le hace falta, sea mucho o poco, pues no somos nosotros quién para juzgar eso, le estamos privando de la posibilidad de evolucionar mediante el empleo de esos medios.
  - Muy bien. Veo que progresas rápidamente. Pero quiero resaltar algo importante.
  - ¿Qué?
 - Que, si bien es cierto que se nos dan siempre los medios necesarios para evolucionar, en primer lugar, si se nos priva de ellos por un semejante, la ley nos los devolverá en la primera oportunidad que se presente. Indefectiblemente. En ésta o en otra vida, pero sin error posible, de modo que nadie puede verse privado injustamente de aquello a lo que se ha hecho acreedor con su propio esfuerzo. Y, por otro lado, quisiera recalcar que esos medios se nos han dado para, con ellos, evolucionar, pero haciendo de ellos un uso conforme a la ley natural. Es decir, que el rico, no cabe duda de que lo es porque lo ha merecido. Pero si hace de su riqueza un uso egoísta, si no piensa que, en realidad, no es sino un depositario de la misma y no se acuerda de sus hermanos menos favorecidos, estará infringiendo el propósito para el que se le dio esa riqueza y la ley del karma lo hará renacer pobre, sin suerte, fracasado, etc. Es decir que, si bien la ley castiga o, mejor, hace recaer sobre el infractor los efectos de las causas que generó, todos estamos obligados a echar una mano a cualquier hermano que esté sufriendo las consecuencias de sus errores. ¿Está claro?
  - Creo que sí. Pero aún tengo tres dudas: La defraudación a Hacienda, el contrabando y las estafas.
  - Si vivimos en una sociedad, ello supone que ha de haber ciertas
normas por las que se ha de regir. De otro modo no podría funcionar. No sería una sociedad sino un caos. Eso lo entiendes ¿no?
  - Sí, claro.
  - Pues bien. Toda norma, y las leyes lo son, aunque el ideal es que
beneficien a toda la sociedad, lo cierto es que, a lo más que los legisladores pueden aspirar es a que beneficien a la mayoría. Y ello porque toda ley supone que los ciudadanos a ella sometidos tendrán que renunciar a alguno o a algunos de sus derechos legítimos en beneficio de otros miembros de la sociedad.
   - ¿Eso siempre?
  - Siempre. Por eso los antiguos romanos, fanáticos de las leyes y que organizaron jurídicamente todo su imperio y nos legaron el Derecho Romano, padre de la organización jurídica de medio mundo, decían aquello de "dura lex sed lex", o sea, "la ley es dura pero es la ley".
  - ¿Y eso por qué? ¿Por qué ha de ser dura?
  - No es que necesariamente haya de ser dura, sino que lo es para
aquél que preferiría o a quien le convendría más no cumplirla. Por
ejemplo, para el ladrón sería mejor que la ley no condenase el robo, y para el libertino, la violación. Pero el estado ha de tomar una serie de medidas y ha de realizar una serie de gastos y de inversiones en beneficio de la mayor parte de los ciudadanos que, aunque no sean necesarios para todos, sí lo son para la sociedad en general.
  - ¿Cuáles, por ejemplo?
  - Por ejemplo, la enseñanza. Los que tienen medios para pagar
profesores particulares o preceptores, como hacían antes las clases
acomodadas, no necesitarían la enseñanza pública y gratuita. Pero los que no tienen medios sí que la necesitan. Y esa enseñanza pública ha de pagarla el Estado. Son servicios a los que todos deben tener derecho, aunque no beneficien a todos por igual, porque siempre hay alguien que no los utiliza o los necesita menos: Un matrimonio sin hijos no se beneficia de la escuela gratuita, pero a lo mejor utiliza mucho las carreteras que, en cambio, no le son de ninguna utilidad al inválido; un multimillonario, a lo mejor no acude a los servicios médicos de la seguridad social, pero la mayor parte de la población, sí. Y el estado ha de hacer frente a esos gastos y el dinero que suponen lo ha de sacar de los impuestos. Por tanto...
  - Está claro: El que defrauda, está robando al estado e,
indirectamente, a todos los ciudadanos.
  - Y, por tanto, a sí mismo. Es triste - y síntoma de atraso social e
incultura - que al defraudador se le mire aún como a un ser inteligente, cuando no es más que un ser desaprensivo e insolidario, que está robando precisamente a quienes lo admiran, con lo cual están éstos demostrando sólo su cortedad.
  - Lo veo perfectamente. Es sólo una especie de robo.
  - Exacto. En cuanto al contrabando, estamos en el mismo caso: El
contrabandista, en virtud de una ley que pretende favorecer a la mayoría, debe pagar determinada cantidad para introducir un producto en un país. Y si no lo hace, ese dinero dejará de figurar entre los ingresos del estado y habrá de recaudarse incrementando algún otro impuesto. Con relación a estos dos últimos temas, ¿recuerdas aquello que, tan acertadamente, dijo Cristo de "dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios?".
   - Sí, se ve muy claro.
  - En cuanto a las estafas, no son más que modalidades de robo y, por tanto, atentan directamente contra este mandamiento. ¿Queda, pues, completamente claro?
  - Sí, sí.
  - Pasemos, pues, al octavo: "No levantarás falso testimonio ni
mentirás".
  - Este resulta un poco más difícil de interpretar, ¿no?
  - Realmente no. Comprende dos aspectos de la misma conducta
negativa: El falso testimonio y la mentira.
  El falso testimonio supone el afirmar conscientemente de alguien
algo negativo y cuya verdad no nos conste. Comprende, por tanto, la calumnia, la murmuración, la difamación, la descalificación, la injuria, la sospecha, etc. Y para estudiarlo tendremos que partir de que todos somos espíritus en evolución, todos pertenecientes a la misma oleada de vida, todos partes del mismo Dios, todos persiguiendo el mismo fin y cada uno en un momento distinto de su propio periplo evolutivo, hasta el punto de que no hay dos hombres iguales. Comprendido esto se ve fácilmente que todos los obstáculos que pongamos en el camino del prójimo y que le impidan o dificulten su evolución, será algo de lo que tendremos que responder y que, como consecuencia de la ley del karma, recaerá un día u otro sobre nosotros mismos. Es como poner piedras en la rueda del carro de la evolución ajena al mismo tiempo que tiramos piedras a nuestro propio tejado. El consejo de Jehová estaba, pues, muy indicado. Y fíjate si antiguamente se tenía esto en cuenta que en la Mesopotamia histórica, el rey Naram-Sin de Asur, el año 1035 a. C. castigó la murmuración con la pena de muerte.
   - ¡Qué barbaridad!
  - ¿Tú crees? ¿Sabes el daño que se puede hacer, y de hecho se hace a los demás mediante el mal empleo de algo tan maravilloso como la palabra?
   - Sí, lo sé. Y no puedo dejar de pensar en algunos políticos, que
descalifican, insultan, calumnian, difaman y desprecian, con la mayor desfachatez y con total impunidad, a sus oponentes..
  - Bueno, impunidad ante las leyes terrenas, pero ten por seguro que ni un ápice de todo lo negativo que tales conductas contienen quedará sin producir sobre sus autores el efecto oportuno con el fin de que aprendan la lección del respeto a los demás, del desvelo por la verdad y del amor al prójimo.
  En cuanto a la mentira, en los medios esotéricos se dice que es, a la vez, "asesina y suicida".
  - ¿Y por qué se dice eso?
 - Porque la mentira, a diferencia del error, es algo consciente. Cuando mentimos, nosotros tenemos perfecto conocimiento de la verdad y, sin embargo, enunciamos otra cosa, generalmente por motivos egoístas. Bien.
  Esa verdad, como todo lo que sucede en el mundo físico, está ya
reproducida en el mundo del deseo. Pero, por otra parte, cuando decimos la mentira, creamos una imagen distinta relativa al mismo hecho. Entonces esas dos imágenes, por tratar del mismo asunto, se atraen mutuamente.
  Pero, como discrepan, se destruyen entre sí, con lo cual la mentira mata la verdad y se mata a sí misma. El resultado interno es un desequilibrio emocional, una desazón que acompaña al mentiroso sin que él sepa por qué. Ello, claro, sin perjuicio de que, las consecuencias negativas de su mentira, recaerán indefectiblemente sobre él, con el fin de que , poco a poco, vaya inclinándose a decir la verdad.
   - ¿Y cuál es el castigo o el efecto que la ley del karma hace recaer
sobre el mentiroso?
 - Es muy interesante y justísimo. Pero afecta igualmente al mentiroso, al calumniador o a cualquier tergiversador o manipulador de la verdad.
  Verás: Cuando, tras la muerte, y el paso por el purgatorio, el primero, el segundo y el tercer cielo, en éste, en la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento, empieza a desear renacer en la tierra de nuevo, ha de construir antes el molde o arquetipo del cuerpo físico que en esa próxima encarnación habrá de usar. Y aquí llega la ley del karma:
  Como el hábito de mentir y de engañar ha hecho que su mente esté confusa como consecuencia de la distorsión permanente de la verdad y de la lucha de ésta con sus creaciones, no ve claro cuáles han de ser las características de ese cuerpo físico futuro y, creyendo que lo hace bien, crea un arquetipo distorsionado que, en su día, dará lugar a un cuerpo con defectos, con taras, imperfecto y falto de armonía.
  - Es realmente instructivo y justo.
  - Sí, y mucho. Pero aún hay otro aspecto en este mandamiento que
procede tener en cuenta.
  - ¿Cuál?
  - Te he explicado cómo la mentira es asesina y suicida, ¿no? Pero,
sigamos pensando: Si la mentira se repite mucho, con mucha intensidad y por muchas personas, la vibración de la imagen que cree en el astral será tan potente que podrá con la imagen que la realidad formó. Y eso hará que la verdad sea suplantada por la mentira y aquélla se vea cada vez más negra y el futuro más incierto y se trunquen expectativas y se tuerzan vidas y se negativice un país o una época. Conociendo esto es fácil reconocer la causa de que, en estos momentos, todo el mundo lo vea todo con
pesimismo y no tenga grandes esperanzas de un futuro mucho mejor: La tergiversación sistemática de la verdad, la calumnia, la difamación y la mentira, utilizadas permanentemente por muchos políticos, dirigentes empresariales y laborales, potentados egoístas, medios de comunicación, etc.
  - Es cierto. Pero, ¿que se puede hacer por remediarlo?:
  - Es muy sencillo. No hay más que adquirir el hábito de crear
permanentemente formas de pensamiento positivas, ver el lado bueno de las cosas, que siempre lo tienen y no admitir ningún pensamiento, deseo o acto que impliquen negatividad o aceptación de la mentira.
  - Pero ¿cómo se hace eso?
  - Es cuestión de práctica. Te voy a poner algunos ejemplos: ¿Que nos acomete una enfermedad? Pues, sin perjuicio de tratar por todos los medios lícitos de vencerla, habremos de pensar que con ella estamos pagando una deuda kármica pendiente y, por tanto, eso ya no lo debemos y no nos volverá a venir. Si se nos presenta un problema, habremos de pensar que no es más que una ocasión que se nos da para aguzar nuestro ingenio y desarrollar la mente y, por tanto, evolucionar. Si alguna persona nos ofende o nos perjudica, habremos de pensar que, en el fondo, es más desgraciada que nosotros porque aún no conoce las causas que está poniendo en movimiento y que un día le caerán encima, y rezaremos por ella y la perdonaremos y la comprenderemos porque tampoco nosotros somos perfectos. Si, las cosas no nos salen como esperábamos, habremos de pensar que aún no somos perfectos y que, estando en manos de Dios, al final nos sucederá lo más conveniente, desde Su punto de vista, mucho más acertado siempre que el nuestro. Y así en todo cuanto nos sucede o nos rodea. Sólo con eso lograremos vencer la fuerza de la mentira. Ah, y, por supuesto, no mintiendo nosotros, ni tergiversando la verdad ni calumniando ni haciendo cuanto estamos estudiando como negativo. Ten en cuenta que Dios nos ha creado para que seamos felices. Y es una obligación nuestra el serlo. Dios jamás pretendió que sufriéramos pero, respetando nuestra libertad, no puede evitar que recojamos lo que hemos sembrado. No obstante está siempre a nuestro lado, esperando nuestra solicitud para atendernos con todo Su amor. ¿Has comprendido el mecanismo de la mentira y el de su sanción?
  - Sí. Y es perfecto.
  - ¿Pasamos al siguiente mandamiento?
  - Por mí, sí.
  - El siguiente es el noveno: "No desearás la mujer de tu prójimo".
  - Este también está muy de actualidad, ¿no?
  - Sí. Pero, como sabes, eso no cambia las leyes naturales. A estas
alturas, después de lo que hemos hablado, verás claro el fundamento de este mandamiento, ¿no?
  - Me imagino que sí: Si antes de nacer ya tenemos decidido y
convenido con el interesado, quién ha de ser nuestro cónyuge, el robar el cónyuge de otro es tronchar las posibilidades de su evolución.
  - Y de la del cónyuge abandonado.
  - Claro, también. Pero, ahora que pienso, el mandamiento dice "no
desearás".
 - Sí. Y dice "no desearás" porque un deseo, aunque no nos lo parezca, es un objeto tan real o más que cualquier objeto de este mundo. De hecho, una forma mental o de deseos puede durar en su propio plano mucho más que su materialización física.
  - ¿Cómo, cómo?
 - Te lo explicaré de otro modo. Por ejemplo, un arquitecto proyecta una casa. Pues bien, para ello, ha de comenzar por crearla en su mente.
  Cada detalle de la misma lo ha de formar con toda exactitud mentalmente y sólo cuando en su mente lo ve claro es cuando lo puede plasmar en un papel y confeccionar el proyecto físico. Con ese proyecto físico se puede levantar esa casa. Y esa casa durará muchos años, quizá siglos. Pero cuando ese tiempo haya transcurrido y la casa haya desaparecido, en los planos mentales, el proyecto o arquetipo seguirá existiendo y cualquier clarividente entrenado podrá recuperarlo fácilmente.
   - ¡Qué maravilla!
  - Eso te demuestra lo importante y lo fuerte y lo duradera que es una forma mental. De modo que un pensamiento relativo a la posesión del cónyuge de otro o de una persona distinta del propio cónyuge - ya que, lógicamente, habrás comprendido que este mandamiento, como todos, va dirigido, tanto a los hombres como a las mujeres - es una fuerza permanente que influye negativamente a todos los afectados. Y, lógicamente, la ley del karma actúa luego en consecuencia haciendo recaer sobre nosotros todo el daño que a todos hicimos.
  - Conociendo lo que a estas alturas ya conozco sobre el tema, lo
comprendo perfectamente y me parece lógico y justo. Pero, ¿no cabe el enamoramiento?
  - Claro que cabe. Pero eso no justifica nada. También estamos
obligados a ejercer la voluntad para que no todos nuestros apetitos y deseos nos dominen. Ese es uno de los motivos del renacimiento: El desarrollo de la voluntad. Y hay un aspecto, muy importante de este mandamiento.
  - ¿Cuál?
  - Que, aunque no lo cite, condena taxativamente el adulterio al
condenar el sólo deseo. ¿Te das cuenta?
 - Sí, claro. Es lógico. entonces ¿no es posible lícitamente enamorarse de una persona distinta del propio cónyuge?
  - Te puedes enamorar pero has de luchar contra ello porque por
encima está el compromiso, la promesa que se ha dado al propio cónyuge que tiene perfecto derecho a esperar que la cumplamos y que, de no hacerlo, se verá gravemente perjudicada. Y no digamos los hijos.
  - ¿Entonces las anulaciones de matrimonio que concede la iglesia qué validez tienen?
  - Lo único que tiene validez es lo que uno ha hecho y ha pensado y ha deseado. Si uno se casó libremente está obligado a cumplir su
compromiso. Y si no lo hace, ya puede decir la iglesia lo que quiera:
 Cuando muera, recaerán sobre él los efectos de su incumplimiento, con o sin anulación. Porque es nuestra propia memoria subconsciente la que nos juzga, no un Dios vengador y terrible, y a nuestra propia memoria es a la única que no podemos engañar.
  - Comprendo.
  - Entonces pasemos al décimo mandamiento: "No codiciarás los
bienes ajenos".
   - Bueno, supongo que con este mandamiento ocurrirá lo mismo que con el anterior.
  - Exacto. A cada uno la ley del karma le proporciona lo que necesita para su evolución y, por tanto, no es lícito desear lo que el prójimo ha recibido porque lo ha merecido y es suyo. Y el hacerlo supone una infracción por las mismas razones que antes he explicado. ¿Queda claro?
  - Sí.
  - Sin embargo, quisiera llamarte la atención sobre los que están
poseídos por la ambición, la avaricia, el afán de poseer. Estas personas tratan de adquirir siempre más de lo que merecen por lo que, en todo caso, lo han de arrebatar a otros a los que legítimamente pertenece. Sólo desean recibir y nunca dan. Consecuencia: Que, recibiendo y no dando, por sistema, bloquean la ley de atracción y, con ello, impiden que les llegue nada bueno, nada positivo o elevado, ya que cada uno de nosotros, con nuestros actos, nuestros pensamientos, nuestros deseos, sin saberlo, estamos continuamente atrayendo actos parecidos, pensamientos similares,
deseos de la misma vibración.
  - No lo sabía. Y lo considero muy importante.
  - Claro que lo es. ¿No has notado que cuando te pisas una uña, por
ejemplo, empiezas a encontrarte con gente que se ha pisado una uña también? ¿O que, cuando te ocurre algo, enseguida conectas con un montón de desconocidos hasta entonces, que tienen tu mismo problema?
  ¿O que, cuando vas a una reunión, acabas hablando con los que te son más afines? Pues eso es, simplemente, consecuencia de la ley de atracción o de afinidad, según la cual "todo atrae y es atraído por lo similar". Y esa es la explicación de las segregaciones de clase o raciales en las grandes urbes e, incluso, a nivel nacional y mundial.
  - Eso no lo comprendo. ¿Por qué?
 - Piensa un poco: Si tuvieses que irte a trabajar, por ejemplo, a Nueva York y allí no conocieras a nadie, salvo a una amiga, ¿adónde procurarías ir y dónde preferirías vivir, por lo menos al principio?
  - Cerca de mi amiga, claro.
  - Y si, después de ti, emigrase tu prima o tu hermano o un amigo o
conocido que tampoco tuviese allí ninguna relación con nadie, ¿a quién acudirían y dónde se ubicarían?
  - Sí. Lógico: Conmigo o en mi proximidad.
  - ¿Y qué idioma hablaríais entre vosotros?
  - Español, naturalmente.
 - ¿Y qué costumbres y que convenciones sociales observaríais entre vosotros?
  - Las nuestras, por supuesto.
  - ¿Pretenderíais con ello segregar a los neoyorquinos?
  - No, claro que no. En absoluto.
  - ¿Pretenderíais entonces que ellos os segregaran?
 - Tampoco. Simplemente nos encontraríamos mejor, más cómodos, más seguros con los nuestros que con ellos.
  - Pues eso es una autosegregación.
  - Realmente es cierto.
  - ¿Y qué crees tú que pensarían vuestros vecinos neoyorquinos de
vosotros?, ¿que erais muy sociables o que erais exclusivistas y no queríais nada con ellos?
  - Lógicamente pensarían esto último, aunque no fuera verdad.
 - ¿Y, si algún día necesitabais la ayuda de esos vecinos, piensas que os la prestarían o, si os la prestaban, lo harían con la misma disposición que a otros neoyorquinos?
  - No, claro.
 - Pues ya tienes ahí la segregación. Y, como casi siempre, producida por una autosegregación inicial que no pretende nada más que protegerse mutuamente en un medio desconocido aunque no necesariamente hostil, por lo menos inicialmente.
  - Es cierto. Nunca se me había ocurrido pensar eso.
  - Bien. llegados aquí, vamos a estudiar los tres primeros
mandamientos, ¿te parece?
  - Sí, de mil amores.
  - Si no tienes inconveniente, empezaré por el tercero: "Santificarás
las fiestas".
  - ¿A qué fiestas se refiere?
  - A las fiestas dedicadas al Señor y, especialmente, a los domingos.
  - ¿Y por qué?
  - Porque el domingo es el día del Señor.
  - Pero podía haberlo sido cualquier otro, ¿no?
 - No. Cada día tiene una vibración especial y distinta, consecuencia de la influencia solar, lunar y del zodíaco todo, de la posición de la tierra en su recorrido anual, etc. Y cada siete días se repite periódicamente la vibración de cada día. Pero cada siete días hay uno que recibe una carga de energía especial destinada a reparar los vehículos. En toda la naturaleza, el número siete se repite constantemente: Siete días en la semana, siete notas musicales, siete colores en el arco iris, siete días de la Creación, siete chakras o centros de energía en el cuerpo, etc. En realidad se trata de una ley cósmica que hasta el mismo Dios observó.
  Jehová, el más alto iniciado de la oleada de vida de los ángeles y
tercer aspecto de la Trinidad, el Espíritu Santo, se hizo cargo de la
evolución humana durante la Revolución de Saturno del actual Período Terrestre, razón por la cual dedicó el séptimo día a Saturno y la fiesta caía en sábado (Saturday en inglés aún significa "día de Saturno"). Pero Cristo, el más alto iniciado de la oleada de vida de los arcángeles y segundo aspecto de la Trinidad, el Hijo, un Dios solar, que había alcanzado el status humano durante el Período Solar, dedicó el séptimo día al Sol. Tú sabes que, el inglés "Sunday" y el alemán "Sonntag", el domingo, no significa sino "día del sol".
  En cada religión ha habido un día de la semana dedicado al Dios
Supremo. Para los hebreos era, como te he dicho, y sigue siendo, el
sábado. pero para los primeros cristianos, que llamaban a Dios "Dominus", que en latín quiere decir "Señor", el día santo pasó a ser el domin-go, es decir, el "día del Señor". Supongo que sabes que cada día está dedicado a un dios.
  - No lo sabía. ¿Cómo es eso?
  - El lunes está dedicado a la luna; el martes, obviamente, a Marte; el miércoles, a Mercurio; el jueves a Júpiter; el viernes a Venus; el sábado a Saturno; y el domingo es el día del Señor o también del Sol, ya que, esotéricamente, el Sol es la personificación de Dios, como padre que es de todos Sus planetas y sustentador de la vida en todos ellos. El domingo, pues, tiene una vibración especial que inclina al descanso, la tranquilidad, la vida de familia, la oración, etc. Es un día apropiado para ponerse en contacto con el Creador y agradecerle su amor y su ayuda, además de la propia vida que vivimos, que no es sino una parte de la Suya. Por eso, para que con esa oración dominical recibamos la mayor cantidad de vibraciones
positivas ese día especial, es por lo que se nos aconseja "santificar" el domingo.
  - ¿Y las demás fiestas?
  - Las demás fiestas fueron establecidas por la iglesia, las más
importantes coincidiendo con fenómenos astronómicos que ya recogían todas las religiones anteriores a la nuestra.
  - ¡No me digas!
  - Sí. Es verdad. ¿Sabes cómo se fija la Pascua, que es una fiesta
movible?
  - No, no lo sé.
  - Pues la Pascua se celebra siempre el primer domingo que sigue a la primera luna llena siguiente al equinoccio de primavera. Y como la luna, con su período de veintiocho días, no coincide con los meses, la mayor parte de treinta, la Pascua va cambiando de fecha según el día de la semana en que tenga lugar la primera luna llena tras el equinoccio.
  - ¿Y hay más fiestas de ese tipo?
  - Sí. El soslticio de invierno, que tiene lugar el 21 de diciembre, da
comienzo a la época más santa del año; Nochebuena, el 24, marca el último día en que el rayo de Cristo, permanece en el centro de la Tierra; el 25, Navidad, es el Nacimiento de Dios, o sea, de ese mismo Sol; el 26 es el primero de los "doce días santos", los de mayor irradiación crística de todo el año, el "sancta sanctorum" de los días; la festividad de los Reyes Magos, el 6 de enero, coincide con el fin de los doce días santos; la de San Juan, con el solsticio de verano...
  - Pero ¿qué es eso de los "doce días santos"?
  - Bueno, eso es algo muy interesante y muy ignorado u olvidado,
pero no guarda relación con el tema de los mandamientos.
  - ¿Y no podrías hacer una excepción y aclarar algo sobre ello?
 - Podría, naturalmente, pero nos llevaría a unas digresiones enormes.
  - Yo, francamente, me arriesgaría a esas digresiones.
  - De acuerdo. Vamos allá. Cada año, el 23 de septiembre, con el
equinoccio de otoño, un rayo de Cristo alcanza la atmósfera terrestre y comienza a penetrar en ella. Esa penetración llega hasta el 21 de diciembre, fecha en que alcanza el mismo centro de la Tierra. Allí permanece hasta el 24, en cuya noche se produce la mayor emanación de vibración divina y se dice que Cristo "nace" en el mundo. El 25 se celebra ese "nacimiento". Y el 26 se inicia Su elevación desde el centro de la Tierra, proceso que dura hasta el seis de enero. Durante esos doce días, llamados los "doce días santos", ese rayo de Cristo está irradiando Su vida a todas y cada una de las partículas de la tierra, a todos sus habitantes, a todos los seres de todo tipo. Es algo que se nota hasta a nivel físico. Todos,
durante esos días, sentimos una necesidad de querer a los demás, de
regalarles cosas, de demostrarles nuestro amor. Y eso es consecuencia directa de esa emanación divina que impregna con Su amor todo lo existente. Desde el día seis de enero hasta el 21 de marzo, en que tiene lugar el equinoccio de primavera, el rayo de Cristo emerge de la tierra y de su atmósfera, ascendiendo en su camino de regreso hasta la morada del Padre, como dicen las escrituras. Entonces se celebra la Ascensión.
  Esa venida anual de Cristo a la tierra para darse a Sí mismo, para
agotar Su vida entregándonosla, haciendo posible la germinación de las semillas, el apareamiento de los animales, la floración de los vegetales, la vida toda de todas Sus criaturas, es el fenómeno más importante del año. Y esos doce días santos, los más a propósito para ponerse en contacto directo con El y experimentar importantes ampliaciones de conciencia.
 Tradicionalmente, las iniciaciones en los templos de misterios antiguos tenían lugar coincidiendo con los solsticios o los equinoccios, que no son sino puntos clave en el recorrido aparente del sol a lo largo del año, puntos en que la dirección de su marcha cambia, produciendo el paso de una estación a otra, al variar la inclinación con que sus rayos inciden sobre la superficie de la Tierra y, por tanto, la potencia de la radiación solar.
  - Pero todo esto de mezclar la astronomía con la religión suena a cosa rara, ¿no?
  - No. No tiene nada de raro. Nuestra religión es una religión solar, a diferencia de la de Jehová, que era una religión lunar ya que Jehová mismo y con Él la oleada de vida angélica, alcanzaron el status humano en el Período Lunar. Por tanto, no es de extrañar que la religión de Cristo, la cristiana, aunque se haya olvidado o deformado, tenga en cuenta los momentos astrológica o astronómicamente importantes.
  - ¿Se ve esto en más casos?
  - En muchos más.
  - ¿Por ejemplo?
  - Cristo vino cuando estaba terminando - faltaban unos quinientos
años, pero ya se estaba bajo la influencia de la zona de penumbra de la Era de Piscis" - la Era de Aries, es decir, la época durante la cual el sol, por precesión, recorría el signo zodiacal de Aries. No es casual, pues, que se le llame el "Cordero" de Dios. Pero Él vino a darnos una religión para la Era de Piscis y por eso sus apóstoles eran "pescadores" y "echaban las redes" y hacían "pescas" milagrosas, y Jesús multiplicaba los "peces", y los primeros cristianos se reconocían por el "signo del pez", y las mitras de los
obispos representan la boca de un "pez", y el agua bendita recuerda la del mar...
  - ¡Caramba! ¡Quién lo hubiera dicho!
  - Sí. Y cuando Cristo quiso hablarnos de la siguiente Época, la de
Acuario, que llegará dentro de unos quinientos años pero en cuya zona de penumbra ya nos encontramos - y se nota en la vertiginosa marcha de los inventos, la tecnología y el dominio de la naturaleza física de los últimos años - , dijo a sus apóstoles que fueran a Jerusalén y allí encontrarían a "un hombre con un cántaro de agua", el cual les conduciría al lugar en que se celebraría la Pascua. Y, "casualmente", el signo de Acuario se representa por un hombre con un cántaro de agua.
  - Todo esto es enormemente aclaratorio. ¿Qué más me puedes decir?
  - Se pueden decir muchas cosas. Por ejemplo que la época anterior a la de Piscis fue la de Aries, como te he dicho, y las religiones de entonces adoraban a Dios en forma de cordero y fue cuando Abraham sacrificó un cordero en lugar de a su hijo Isaac. Y la época anterior fue la de Tauro, y las religiones de entonces adoraron a Dios en forma de toro y tenemos el Buey Apis en Egipto y los toros de Babilonia y el Minotauro de Creta y quizás el origen de nuestras actuales corridas de toros... Podría decirte también que la definición o nota-clave oculta de la época de Piscis, en la que estamos, es la de la obtención de "la armonía a través del conflicto". Y no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que los últimos dos mil años no hemos hecho otra cosa que guerrear para luego hacer la paz, para guerrear de nuevo y de nuevo armonizarnos.
  - ¿Y la iglesia cristiana no reconoce todo esto que es tan aclaratorio?
   - Incomprensiblemente no lo acepta. Se cierra en sus dogmas, en sus excomuniones, en su infalibilidad pontificia, en su falta de explicación racional y comprensible y sigue exigiendo fe y condenando por toda la eternidad al que no la tenga. Y, desgraciadamente, sigue sin condenar la pena de muerte cuando ya casi todos los países la han prohibido en sus constituciones. Además, considera pecaminoso consultar el horóscopo.
  - ¿Pero, todo eso por qué?
  - Porque ha perdido las enseñanzas de Cristo a Sus apóstoles y
discípulos a los que, el propio Evangelio dice repetidas veces que
"enseñaba en privado" lo que a las masas exponía en forma de parábolas.
  Ten en cuenta que, hasta el Renacimiento, todos los estudiosos y doctores de la iglesia aceptaban y estudiaban, como una ciencia divina, la astrología. ¿Cómo se puede dejar de darse cuenta de que el hombre, al estar compuesto de los mismos elementos físicos y químicos que los demás componentes de la naturaleza ha de verse afectado como ella por las influencias astrales? ¿Por qué la luna ha de producir las mareas y no ha de afectar en nada los líquidos de nuestro cuerpo? ¿Por qué el sol ha de producir la sucesión de las estaciones que, a su vez, producen cambios absolutamente omniabarcantes como la proliferación de vida en primavera o la agonía del otoño, y no ha de producir ningún efecto sobre nosotros?
 ¿No sabemos que estamos recibiendo continuamente rayos cósmicos que la ciencia ya sabe medir y valorar? ¿Y no sabemos que todo ello, absolutamente todo, desde los rayos solares hasta los rayos lunares y cósmicos no son más que vibraciones y nuestro cuerpo y la naturaleza toda está, en última instancia, compuesta de vibraciones y sólo de vibraciones?
  - Sí. Tienes razón.
  - Bien. Dicho esto, que es tristísimo, sigamos con nuestro tema.
¿queda claro el tercer mandamiento?
  - Perfectamente claro, sí.
  - Pasemos, pues, al segundo: "No tomarás el nombre de Dios en
vano".
  - Este no lo acabo de entender...
  - Las palabras "Dios" y "Señor", en todos los idiomas, así como las
ideas que expresan, poseen una vibración especial y enormemente positiva y protectora. Quien los pronuncia con devoción, con respeto o con amor, recibe inmediatamente un baño de energía vitalizadora. Es otra muestra del poder de la palabra, es decir, de las vibraciones. Cuando tengas un problema, una zozobra, una inquietud, prueba a elevar tu corazón a Dios y exclama: "¡Señor mío y Dios mío!". Sólo eso. Y notarás en el acto el descenso de esa energía que te reconfortará de modo inexplicable pero perceptible.
  - Desde luego que lo haré.
 - Pues bien. El que pronuncia esas palabras con desprecio o con odio, como hace el blasfemo, produce inmediatamente una vibración negativa, que queda en su aura y que lucha con la vibración de la palabra Dios o la palabra Señor. La consecuencia de esa lucha de vibraciones es un desequilibrio, ya que la vibración divina es mucho más potente que cualquiera otra, que afecta al aura del blasfemo y, a la larga, a su cuerpo físico, produciéndole desarmonías, o sea, enfermedades físicas o mentales, en sus puntos más débiles.
  - Es lógico.
  - Ten en cuenta, además que, en el nombre de Dios realizó Cristo
todos Sus milagros, siempre por medio de la palabra. La palabra, pues, es importantísima. Y, entre todas, estas dos: "Dios" y "Señor".  Y es temerario pronunciarlas como no sea con ánimo de reverenciar a Quien representan.
  - Con esto queda aclarado el por qué de este mandamiento.
  - Pues pasemos al primero: "Amarás a Dios sobre todas las cosas".
  - Resulta un poco excesivo, ¿no? ¿Cómo se puede amar más que a
todas las cosas y personas a un Dios al que no se ve?
  - Este mandamiento tiene un contenido que va mucho más allá de lo que parece.
  - ¿Cómo es eso?
   Porque no nos dice que amemos a Dios, más o menos, porque sí.    No.
  Lo que nos quiere decir es que no debemos adorar, es decir, considerar imprescindibles las cosas o las personas o la fama o el poder o el dinero.
  Lo único necesario, el único ser necesario es Dios. Los demás y, por supuesto, las cosas, y nosotros mismos, somos contingentes, es decir, no necesarios. La Creación entera continuaría subsistiendo si nosotros desapareciéramos. Pero, si desapareciera Dios, nada más existiría.
  Lo que nos quiere decir es que no adoremos a las cosas, que no las
consideremos como fines, sino como lo que son: Medios para conseguir nuestra evolución; que no nos aferremos a ellas, que no nos convirtamos en devotos de ellas porque ellas no nos pueden proporcionar más que beneficios sin sentido y sin duración. Y nos quiere decir que no pensemos que un amuleto o una pulsera de determinada materia o forma o un salero derramado o un espejo roto o un gato negro o determinado color o determinado número o cualquiera de las mil tonterías de ese tipo en cuya influencia cree tanta gente, sobre todo los que presumen de no creyentes, puede sustituir a Dios. Son sólo criaturas suyas y eso no es difícil comprenderlo. Y si supeditamos nuestra vida a esos objetos o
supersticiones, nos alejaremos cada vez más de Dios que, precisamente, está dentro de nosotros, más próximo que nadie ni que nada, porque nosotros mismos, tanto nuestro cuerpo físico como los demás vehículos, y nuestro propio espíritu, formamos parte de Él. Eso es lo que nos advierte este mandamiento.   ¿Aclarado?
  - Por completo.
  - Cumplido, pues, nuestro propósito de repasar, desde el punto de
vista oculto, el Decálogo, quiero añadir algo importante.
  - ¿Queda algo por exponer?
  - Sí. Nos queda por considerar el mandamiento de Cristo.
  - ¿Y cuál es?
  - El del amor. Tú sabes que dijo claramente que los diez
mandamientos - que Él no venía a derogar sino a hacer que se cumplieran y que perdurarán hasta el fin de los tiempos - se resumían en dos. "Amar a Dios sobre todas las cosas" y "Amar al prójimo como a nosotros mismos". En resumen, AMAR.
  - Sí. Así lo dijo y parece que tenía razón.
  - Toda la razón. Porque Sus dos mandamientos, en realidad, nos
ordenan lo mismo.
  - ¿Lo mismo?
  - Sí. Si todos formamos parte de Dios, con amar a Dios estamos
amándonos a nosotros mismos y al prójimo a la vez. En una palabra, como dijo Cristo: Quien cumple este mandamiento los cumple todos.
  - ¿Y eso?
  - ¿Si tú amas a Dios sobre todas las cosas y si amas a tu prójimo
como a ti mismo, lo matarás o le robarás, o lo calumniarás o desearás desposeerlo de lo suyo o serás desagradecido con tus padres, etc. ?
  - No, está claro.
  - Esa es la razón del único mandamiento de Cristo a sus discípulos:
"Un solo mandamiento os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado". Con esto supongo que hemos terminado este repaso del Decálogo.
  - Yo, si no te sabe mal, quisiera, antes de terminar, plantearte una
pregunta más.
  - Vamos allá. ¿De qué se trata?:
  - ¿La intervención de los Luciferes no estaba prevista por Jehová?
  - Pues no. En realidad esa intervención no estaba incluida en plan
que Jehová había diseñado para la evolución del hombre. Lo que estaba previsto era que éste, guiado y auxiliado por los ángeles y otras jerarquías, continuase con su conciencia en los planos superiores y la evolución de su cuerpo físico siguiese siendo inconsciente. Llegado el momento en que ese cuerpo y ese espíritu hubieran alcanzado la perfección suficiente, la conciencia del hombre se hubiese hecho descender al plano físico y la oleada de vida humana hubiera completado su evolución de modo totalmente dirigido y automático.
  - ¿Qué consecuencias, pues, tuvo la intervención de los Luciferes?
  - Pues tuvo dos consecuencias y las dos trascendentales.
  - ¿Primera?
  - Que, al comunicarle los Luciferes al hombre, prematuramente, que tenía cuerpo físico y con él podía, como hacía Jehová, crear otros cuerpos, y al hacer con ello descender su conciencia al plano físico, hizo también que, al carecer aún de mente (esto ocurría en la Época Lemúrica y la mente se recibió en la siguiente época, la Atlante, y sólo en su estadio final), fuese inmediatamente juguete de los deseos, puesto que ya poseía cuerpo de deseos y carecía del freno que la mente supone. Por eso el hombre - como ocurre ahora con los adolescentes, que poseen cuerpo de deseos desarrollado desde los catorce años, pero no tienen mente desarrollada hasta los veintiuno, razón por la cual la adolescencia es la época más peligrosa y más desenfrenada de la vida al no tener los deseos el filtro de la mente - se dedicó a buscar sólo el placer en el acto sexual, practicándolo con ese objeto cuando le apetecía, fuera de las fechas astrológicamente indicadas, con lo que los cuerpos que creó estaban distorsionados y, por ello, eran proclives a la enfermedad, una de las consecuencias, como sabes, del "pecado original".
  - Entonces, ¿ése es realmente el "pecado original"?
  - Es el pecado original de la humanidad, por supuesto, aunque no es el pecado original que cada hombre trae consigo al nacer.
  - ¿No? ¿Y cuál es éste, entonces?
  - El pecado original que, según la iglesia, se borra con el bautismo,
no tiene nada que ver con este tema. Consiste sólo en las tendencias
negativas que cada uno de nosotros traemos de vidas anteriores, y el bautismo lo que hace, no es hacerlas desaparecer, pues esa ha de ser la labor de cada uno de nosotros en los sucesivos renacimientos, sino proveerle de una protección especial, de una carga de energía divina y, por tanto, positiva, que le ayudará en ese cometido.
  - Todo esto es profundísimo y esclarecedor. ¿Y cuál es la segunda
consecuencia de la intervención d e los Luciferes?
 - La venida de Cristo, que obedeció también a otra causa concomitante.
  - ¿Cuál?
  - Pues verás. Jehová, encargado de la evolución de todos los vehículos en este Período, llegó un momento en la Época Lemúrica en que creyó conveniente dividir a los hombres en razas, poniendo cada una de ellas a cargo de un arcángel, como guía de la misma. Este es el momento a que la Biblia alude con el relato de la Torre de Babel. A partir de ese momento, pues, cada raza tuvo su propia religión, enviada siempre por Jehová, pero adaptada a las características de cada una de ellas. Pero, como las religiones eran exclusivas de cada raza, implícitamente, producían el rechazo de las demás, la separación cada vez mayor entre los hombres, todavía muy primitivos, y el que los espíritus se "pegaran" a los cuerpos de
"su raza" y no quisiesen renacer en otra distinta, con peligro de detener su evolución. De haber continuado ese proceso separador, la evolución de la oleada de vida como tal, como un todo, hubiera sido imposible. Con tanta exclusividad, tanto odio, tanta lucha innecesaria, el cuerpo de deseos de la Tierra, del cual extrae su materia constitutiva el cuerpo de deseos de cada hombre - como nuestro cuerpo físico extrae su materia constitutiva del mundo físico - se hubiera polucionado de tal modo que se hubiese colapsado toda posibilidad de futuro para nosotros.
  Por eso Cristo vino a traer una única religión para todas las razas y
por eso dijo aquello de "el que no abandone a su padre y a su madre y a su hijo y a su patria... no entrará en el reino de los cielos". Es decir, que el que quede pegado a una raza determinada o, mejor dicho, a los cuerpos de una raza determinada - como desgraciadamente ocurrió con una parte del pueblo hebreo - y no sea capaz de ir renaciendo cada vez en cuerpos más perfectos pertenecientes a razas más evolucionadas, corre el riesgo de estancarse en su evolución. Pues el espíritu, que es realmente el que evoluciona y el que es importante, no puede hacerlo sin cuerpo físico, pero para evolucionar ha de ir adquiriendo experiencia y para ello es necesario utilizar cada vez cuerpos más aptos y no siempre los mismos.
  Por eso la religión de Cristo es una religión universal, la única
religión para todos los hombres, pues todos somos igualmente hijos de Dios y, por encima de las características de los cuerpos físicos - color, sensibilidad, resistencia, capacidad intelectual, etc. - que no son más que instrumentos de los espíritus, están éstos que son los auténticos seres inmortales en evolución.
  Esta, pues, es una de las causas de la venida de Cristo. Y la otra, la
caída del hombre.
  - ¿Por qué?
  - Porque las consecuencias del conocimiento antes de tiempo, por su parte, de su capacidad de crear cuerpos, y del sometimiento a la pasión sin el freno de la mente, anunciaba que la evolución humana, también por este lado, sería un completo fracaso. Por eso Cristo, el Hijo, decidió venir al mundo en ayuda del hombre y para que se cumpliera el plan del Padre tal y como fue previsto.
  - ¿Y cuál fue esa redención del mundo?
  - Bueno. Es bastante complejo. Hasta Cristo, hasta Su muerte en la
cruz, la evolución del hombre y de la Tierra con todos sus habitantes de cualquier tipo, era dirigida por Jehová y sus auxiliares desde fuera.
  - ¿Qué quiere decir "desde fuera"?
 - Quiere decir que ellos no penetraron ni en el interior de los hombres ni en el interior de la tierra que, aunque no lo creamos, es un ser viviente y en evolución, del que formamos parte.
  - ¡Caramba, eso si que es nuevo!
  - No. No es nuevo. Pero sigamos: Cristo, el más evolucionado y el
más alto iniciado de la oleada de vida de los arcángeles y segundo aspecto de la Trinidad, el Hijo, vino a la Tierra en el momento del bautismo de Jesús.
  - ¿No vino al nacer Jesús?
  - No. Jesús es el hombre más evolucionado y el más alto iniciado de nuestra oleada de vida. Nació, como dicen las Escrituras, y vivió una vida de santidad hasta su bautismo por Juan el Bautista. En ese momento, Jesús cedió sus cuerpos físico y etérico al arcángel Cristo.
 - ¿Y por qué y para qué?
 - Cristo, como todos los arcángeles - que constituyen la oleada
anterior a la de los ángeles que es la que precede a la humana - nunca tuvo ni cuerpo etérico ni cuerpo físico; Su vehículo más denso es el cuerpo de deseos. Por otra parte, como supremo iniciado de Su oleada de vida, poseía todos los vehículos, desde el inferior - cuerpo de deseos - hasta el nivel más alto, el trono del Padre. Tenía, pues, y podía funcionar en ellos, es decir, fijar Su conciencia en cada uno de ellos, cuerpo de deseos, cuerpo mental, Espíritu Humano, Espíritu de Vida, Espíritu Divino, Espíritu Virginal y vehículo del Mundo de Dios. Sólo le faltaban para constituir una cadena desde el hombre hasta el Padre (el más alto iniciado de la oleada de vida de los Señores de la Mente, anterior a la de los arcángeles, primer aspecto de la Trinidad y cuya conciencia está centrada en el Mundo de Dios, en el primer subplano del séptimo plano cósmico) los dos vehículos que Él, como arcángel nunca tuvo ni, por tanto, nunca aprendió a construir.
  - ¡Qué idea tan equivocada tenemos de todas estas cosas!
  - Sí. Totalmente equivocada. Pero seguiré: En el momento del
bautismo de Jesús, pues, Cristo ocupó los vehículos físico y etérico de éste (que se retiró a los planos superiores y, desde ellos, es el actual dirigente de todas las religiones del mundo), y se convirtió en Jesu-Cristo.
  - ¡Qué maravilla!
  - Por eso tuvo que ir inmediatamente al desierto y permanecer allí los cabalísticos cuarenta días para aprender el "manejo" de esos vehículos prestados y que nunca había usado anteriormente. Y por eso el Evangelio dice que Cristo frecuentemente se retiraba solo a orar al monte.
  - ¿Y no era así?
  - Realmente, no. Cristo no necesitaba orar. Lo que ocurría es que,
aunque los vehículos prestados por Jesús eran los más perfectos que
hombre alguno era capaz de construir - y para eso había llevado una serie de vidas purísimas preparándose para el evento - resultaba casi imposible que contuviesen, que resistiesen sin desintegrarse, las inmensamente grandes vibraciones, nada menos que del más avanzado de los arcángeles.
 Y se imponía retirarse "al monte", salir de esos vehículos y ponerlos temporalmente en manos de los terapeutas esenios para que los restaurasen para otra utilización por Cristo. Para eso aparecieron los esenios, uno de los cuales fue el mismo Jesús, así como Sus padres, unos doscientos años antes de Cristo y se dedicaron a una vida de estricta pureza y al estudio de la medicina oculta. Ese fue su cometido explícito: Hacer posible que los vehículos de Jesús pudieran servir para Cristo.
  - ¡Esto es asombroso! Pero tan hermoso y tan lógico...
  - Lo es. Pero quiero seguir con el tema.
  - Sí, por favor.
  - En el momento de la muerte de Cristo, su sangre penetró en la
Tierra y sirvió de vehículo - la sangre, en todos los seres, es el vehículo de que el espíritu se vale para manejar el cuerpo físico - para que Cristo penetrara también.
  - ¿Y eso para qué?
  - Verás. La vibración de Cristo, de Su cuerpo astral o de deseos es tan inmensa que, apenas penetró en la Tierra se produjo en el cuerpo astral de ésta una especie de explosión atómica que quemó y desintegró todas las vibraciones negativas acumuladas en él a causa de los odios fomentados por las religiones de raza y a causa del uso pasional por el hombre de la fuerza creadora, así como de todas las demás pasiones y vicios derivados de la astucia y el egoísmo. De modo que el cuerpo de deseos de la Tierra quedó limpio. Por eso se dice que Cristo "borró los pecados del mundo" y
no "de los hombres", ya que ésta es labor de cada uno a lo largo de la evolución, enfrentando su propia responsabilidad mediante la ley del karma. Desde entonces también, Cristo se convirtió en el regente y conductor de la Tierra y desde su centro dirige nuestra evolución, a diferencia de Jehová que la dirigía desde fuera. Y desde entonces el impulso crístico empuja suavemente a cada hombre hacia el bien y constituye la vocecita que todos oímos y que nos inclina hacia lo hermoso y lo verdadero y lo bello y nos hace desear un mundo mejor. Y es Él quien se convirtió desde entonces en lo que se denomina el Cristo Interno, que cada uno de nosotros ha de despertar. Fue tal la potencia de esa explosión astral que los Evangelios dicen que en el momento de la muerte de Cristo
"el cielo se oscureció" porque, como los ojos humanos son incapaces de percibir una vibración de tal intensidad, a todos les pareció que se había hecho de noche.
  - Esto sí que aclara muchas cosas.
 - Con esa limpieza Cristo hizo posible que los cuerpos de deseos de
los hombres, de los ángeles y arcángeles y de los animales - que son todas las oleadas de vida que están evolucionando en la tierra y que tienen cuerpo de deseos - pudiesen alimentar sus vehículos con material limpio, con lo cual esos cuerpos de deseos van purificándose.
  - ¿Entonces quedó limpio para siempre el cuerpo de deseo de la
Tierra?
  - No. Para siempre, no. Porque los hombres han continuado
polucionándolo con sus vibraciones negativas. Pero sí que desapareció toda la masa de vibración acumulada que impedía de todo punto la evolución de todos. Lo que pasa es que Cristo, previendo que eso iba a ocurrir, y una vez convertido en regente de la Tierra, realizó algo que hasta ahora ha sido totalmente tergiversado y mal entendido.
  - ¿De qué se trata?
  - Se trata de que, para conservar limpia esa zona de la tierra, cada
otoño Cristo vuelve a nosotros, como te he explicado antes y permanece aquí, dándose a nosotros hasta Su Ascensión o retorno al Padre en el equinoccio de primavera.
  - Es estremecedora esta ayuda de Cristo a todos nosotros sólo por
amor.
  - Sí. Es sublime. Pero aún hay más, mucho más.
  - ¿Mucho más qué?
  - ¿Quieres pensar, por un solo instante, el sufrimiento - aunque lo
haga con todo Su amor y Su ilusión por ayudarnos - que ha de
experimentar un ser como Cristo, nada menos que el más alto iniciado de los arcángeles, la Segunda Persona de la Trinidad, viniendo cada año a encerrarse en la Tierra para, además, extenuarse hasta el límite entregándonos Su propia vida para que la vivamos nosotros? Es como si tú te tuvieras que introducir en una canica y permanecer en ella seis meses cada año, experimentando permanentemente una especie de electrocución, que no otra cosa han de resultar para Él nuestras constantes vibraciones de pasión, de odio o de egoísmo. ¿Te das cuenta de cuál ha de ser Su amor para hacer una cosa así, a pesar de la indiferencia e incluso del desprecio de la mayor parte de los hombres? Y, sobre todo, ¿te das cuenta de por qué en todas las esferas del esoterismo cristiano hay un deseo angustioso de acelerar la evolución y evitar cuanto antes al arcángel Cristo, al Hijo, ese tormento voluntariamente aceptado en nuestro beneficio cada seis meses durante miles de años?
  - Sí. Ahora comprendo lo que es el amor. Y comprendo también y,
por supuesto, comparto, la prisa por lograr Su liberación.
  - Pues concéntrate bien en lo que Él pretendió con relación al Decálogo.
  - ¿Qué pretendió?
  - Una gran transformación interior de todos nosotros.
  - ¿Cuál?
 - Verás: Durante la regencia de Jehová la Ley, es decir, el Decálogo, era una ley exterior y su infracción implicaba el castigo inmediato de modo que, se obraba bien para evitar el castigo. El sistema de Cristo es muy superior. Él pretende que la Ley sea algo interior, que comprendamos, que asimilemos, que hagamos propios los Mandamientos, gracias a esa clave secreta que nos ha dado del amor, y actuemos bien porque estemos convencidos de que es la mejor manera de actuar, aunque no haya castigo divino, como en realidad no lo hay. Él quiso, y sigue queriendo, que lleguemos a hacer el bien de modo espontáneo, como los ángeles pero, dada nuestra especial evolución, que nos ha hecho conocer el Bien y el
Mal, lo hagamos con conocimiento de causa.
  - Es verdaderamente sobrecogedor.
  - Sí. Lo es.
  - Pero duele en lo más hondo del corazón que, siendo esto lo más
hermoso de nuestra religión, la iglesia se haya quedado en la crucifixión de la que, en el imperio romano fueron víctimas miles de personas, y no haya comprendido el verdadero amor de Dios ni Su propósito ni el por qué ni el cómo.
  - Sí, es muy triste. Pero Cristo lo previó y por eso hizo más por
nosotros.
  - ¿Cómo? Por favor, explícamelo.
  - No. Eso, en todo caso, podría ser tema de otra charla como ésta.
 - Pero, ¿de qué se trata? ¿En qué consiste esa otra ayuda de Cristo?
  - En los Sacramentos. Él los instituyó y los dispuso de modo que, en determinados momentos de la vida, tuviéramos todos a nuestra disposición unos auxilios especiales que nos ayuden en nuestra evolución.
  Por otra parte, como regente de la Tierra que pasó a ser, además de hacer posible la vida de todos los seres que están evolucionando en ella, entregando Su propia vida cada año (de ahí aquello de "éste es mi cuerpo", relativo al trigo, y "éste es el cáliz de mi sangre", relativo al mosto, que no al vino) y regresando luego al Padre para renovar Su energía y volver a entregárnosla hasta el agotamiento desde el centro de la Tierra, que es Su sede durante seis meses, mediante el llamado "impulso crístico", esa vocecita que nos inclina al bien, que nos llama permanentemente, sin desmayo, que sugiere ideas y esfuerzos y obras positivas en beneficio de los demás, ha pasado a ser lo que se llama "el Cristo interno", que cada hombre siente dentro de sí a poco que se esfuerce. Es lo que hizo a Lope de Vega escribir aquello de: "¿Qué tengo yo que mi amistad procuras.?/¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, / Que, a mi puerta, cubierto de rocío, /Pasas las noches del invierno oscuras?". Con ello, pues, está cumpliendo Su misión.
  - ¿Y hasta cuándo ese sufrimiento de Cristo?
  - Hasta que el hombre logre, con Su ayuda, dominar las pasiones y
haga innecesario Su sacrificio. Por eso la prisa de todos los dirigentes de nuestra evolución por que ésta se acelere lo más posible, y por eso la obligación que todos y cada uno de los hombres tenemos de acelerar nuestro personal recorrido y liberar a Cristo de esos sufrimientos que, sólo por amor a nosotros, quiso asumir y sigue asumiendo, año tras año.
  - ¡Dios mío! Ahora está claro.
  - Sí. Esto es lo que hay detrás del Misterio de la Redención. Y ya es hora de que los hombres todos lo sepan y actúen consecuentemente. Y no unos pocos, como hasta ahora.
  - Todo esto como consecuencia de las religiones de raza y de la
intervención de los Luciferes, ¿no?
 - Sí. Y también a ellos viene Cristo a salvarlos. ¿Comprendes ahora lo que significa la "salvación"?
  - No del todo.
  - Pues significa el vencer este punto muerto en nuestra evolución,
que sin la ayuda de Cristo hubiera sido degradación, retroceso y absorción por el caos con pérdida de todas nuestras posibilidades y de nuestra propia identidad, y continuar nuestra ruta hacia la meta deseada: Convertirnos en dioses creadores. Pero, como en la naturaleza o en la mente divina, como quieras llamarlo, todo trabaja para el bien, todo ese daño causado por los Luciferes ha hecho que el hombre, mediante esos sufrimientos que se ha arrojado encima a lo largo de sus vidas, haya desarrollado la epigénesis, la capacidad de improvisar, de crear causas nuevas y utilizar el intelecto, ejercitar el libre albedrío y actuar, por tanto, libremente pero con conocimiento del bien y del mal, a diferencia de los ángeles.
  - ¿Cómo actúan entonces los ángeles?
  - Los ángeles hacen el bien espontáneamente.
  - ¿Qué quiere decir "espontáneamente"?
  - Bueno, verás. En su evolución no desarrollaron cerebro ni nada
parecido. Desarrollaron sólo amor y ese amor les hizo entregarse siempre, de modo natural, y recibir, en compensación, el conocimiento, de modo infuso, sin esfuerzo. En los ángeles, pues, no hay malicia alguna, no hay mala intención, no hay dudas sobre cómo deben actuar, sino que el bien surge de ellos naturalmente, de modo espontáneo y como único modo de expresión. Pero tampoco en los ángeles hay virtud.
  - ¿Que en los ángeles no hay virtud? ¿Cómo es posible eso después
de todo lo que me estás diciendo?
 - No. En los ángeles hay inocencia, hay conocimiento de la verdad, pero no hay virtud.
  - No lo entiendo en absoluto.
 - La inocencia no es consecuencia de ninguna actividad voluntaria.
Más bien es el resultado de no hacer. Como no se hace nada, no se
equivoca uno y como no se equivoca uno, no se aprende nada y no se adquiere ninguna experiencia y, por tanto, no se posee virtud. La virtud supone haber pecado, haber cometido errores, haber sufrido sus consecuencias y haber aprendido la lección. Eso es la virtud, el
conocimiento adquirido mediante la experiencia.
  Sin la intervención de los Luciferes, nuestra evolución hubiera sido como la de los ángeles: Una evolución dirigida por otros seres superiores, pasiva hasta cierto punto en que, el amor desarrollado así, sin intervención nuestra, nos hubiera hecho acreedores a la sabiduría y hubiéramos obrado el bien como único modo de actuación para nosotros. Pero como caímos, como nosotros teníamos cerebro y laringe, a diferencia de los ángeles, como nos equivocamos, hemos tenido que sufrir, que discurrir y que meditar, y seguimos en ello, las consecuencias de nuestros errores, y vamos aprendiendo la lección. Pero cuando, con ese recorrido doloroso causado por los Luciferes y por nosotros mismos, lleguemos al punto, que ya vislumbramos, en que nos demos cuenta de que la separatividad es sólo una ilusión consecuencia del desenfoque que por la prematura caída de la conciencia, experimenta nuestro ojo espiritual, y que todos somos uno y que la ley única y suprema en todo el universo es la del amor, habremos
llegado a unirnos a la oleada de vida angélica, pero con mucho más mérito y muchas más capacidades, derivadas de toda la enseñanza adquirida a lo largo de toda nuestra permanencia lejos de la "casa del Padre", donde volveremos, como el Hijo Pródigo (que nos representa en la parábola) para recibir su alborozada bienvenida, ya que todo el tiempo ha estado suspirando por nuestro regreso.
  - Hay algo que no me cuadra.
  - ¿Qué?
 - Has dicho que los ángeles evolucionaron sin problemas, con arreglo al plan previsto, y adquirieron así la sabiduría de modo infuso, espontáneo, gratis, ¿no?
  - Sí.
  - Pero has dicho también que los Luciferes eran ángeles y ellos no
actuaron precisamente así.
  - No, es cierto. Pero los Luciferes eran los rezagados de la oleada de vida angélica. Ellos se habían quedado tan atrás en su evolución, que ya no podían conectar con los ángeles, sus hermanos. Y por eso recurrieron a aprovechar la experiencia de los hombres - con los cuales pueden comunicarse a través del cerebro, cosa que no pueden hacer los ángeles - para acelerar su propia evolución. Son, pues, un intermedio entre los ángeles y los hombres.
  - Ya comprendo.
  - Hay otra cosa, muy importante que, aunque me he referido a ella, hay que tener presente.
  - ¿Cuál?
 - Que Cristo, además de venir en persona a ocupar el cuerpo de Jesús durante tres años y sufrir la crucifixión, y a pesar de regresar cada año a darse enteramente a nosotros, nos dejó una serie de ayudas, para que nos apoyemos en ellas en determinados momentos de nuestra vida.
  - ¿Qué ayudas?
  - Las llamamos los Sacramentos.
  - Sí. Ya hemos hablado de ellos. Pero, ¿qué son?
  - Los sacramentos no son sino una serie de ritos de magia blanca, por medio de los cuales, los sacerdotes, que están capacitados para ello mediante precisamente el sacramento del Orden, producen sobre nosotros una efusión de energía divina apropiada para que nos ayude en la coyuntura en que nos encontremos.
  - Esto es verdaderamente importante. ¿Podrías hablar sobre ello?
 - Claro. Cristo, según la Tradición, tras la Ascensión, aún permaneció en la Tierra, entre Sus discípulos, en Su cuerpo etérico, varios años, impartiéndoles las enseñanzas necesarias para que Su iglesia pudiese funcionar con efectividad en favor de los hombres.
 - ¿Eso es cierto? Yo creía que, tras la Ascensión, Cristo desapareció para los hombres hasta que vuelva, según está prometido.
  - Eso es lo que dijo la iglesia oficial cuando ya había perdido
contacto con las verdades ocultas impartidas por Cristo a Sus discípulos y cuando ya perseguía a éstos por discrepar de las interpretaciones que los intereses políticos y materiales hacían públicas al pueblo. La realidad - y cualquiera que consulte la Memoria de la Naturaleza o Registro Akásico puede comprobarlo - es la que te estoy diciendo. ¿Cómo y cuándo crees tú que Cristo instituyó los sacramentos y el ritual y las palabras de poder y las actitudes y las preces que los constituyen? ¿Cómo la iglesia, si los
evangelios nada dicen al respecto, sabe que existen y los administra como algo instituido por el mismo Cristo? ¿Es que se puede creer que porque asistió a la boda de Caná, con eso ya quedó instituido el sacramento del matrimonio o que porque se hizo bautizar, por sólo ese hecho quedó constituido el sacramento del bautismo? ¿Y cuándo creó los sacramentos de la confirmación y de la penitencia y de la extrema unción?
  - Sí, tienes razón.
  - Bien, sigamos, pues. Y, aunque el estudio somero pero profundo de lo que cada sacramento significa, de lo que "tiene dentro", será objeto de otra charla, te diré dos cosas.
  - ¿Cuáles?
  - Primera, que Cristo previó, lógicamente, que los hombres caerían en la tentación de tergiversar Sus enseñanzas e incluso de ponerlas en duda.
  Y, por eso, configuró los sacramentos de tal manera que, aunque el sacerdote o el obispo que los administre no sepa lo que hace - que es lo que ocurre hoy con muchos - , el efecto del sacramento se produciría igualmente. Incluso aunque el ministro no crea en la efectividad de su ministerio. Lo que Cristo buscaba es que no nos quedáramos sin ayuda cuando la necesitáramos.
  - Es maravilloso. ¿Y la segunda cosa que querías decir?
  - La segunda es que, dado que Su religión va dirigida a toda la
humanidad pero, de momento y preferentemente a occidente, es decir, a los pueblos constituidos por espíritus que están evolucionando en Europa y América - con numerosas y honrosísimas excepciones - y a los demás, a medida que vayan evolucionando y renaciendo en cuerpos de dichos pueblos o de los posteriores, estableció para Sus seguidores, es decir, para los cristianos, una especie de depósito espiritual, indescriptiblemente
amplio, en el que, en todo momento, existe una reserva de energía divina dispuesta a ser impartida en beneficio del que la necesite y la solicite. Y que, como consecuencia del respeto que todas las jerarquías espirituales sienten por el libre albedrío del hombre, ni siquiera osan prestarnos ayuda si nosotros no la deseamos o la pedimos. Ese depósito de energía se llena continuamente con las vibraciones que producen los sentimientos de adoración, de entrega a los demás, de oración, de elevación, de rectitud, de justicia, de servicio, de altruismo, de amor en una palabra, de todos los cristianos.


POESÍA:


LEVANTE, Valencia

HA MUCHOS AÑOS ME PERDÍ A MÍ MISMO

Ha muchos años, me perdí a mí mismo
Y, desde entonces, sin yo darme cuenta,
Me he buscado, sin éxito, cincuenta,
Bordeando, al intentarlo, un gran abismo.
Ahora ya me encontré, y mi mecanismo
Funciona ya sabiendo, y no aparenta
Papeles o poderes que no ostenta
Ni presume de ateo o de nihilismo.
Que así discurre la aventura humana:
Malgasta media vida en vanidades,
Presume sin motivo y con desgana,
Amontona basura a cantidades
Y, al final, ve la luz y la luz gana
Trocando las mentiras en verdades.


EL PAÍS, Madrid

EL VALOR DEL ALMA

Si, cuando de este mundo me despida
Nada me llevaré de cuanto tenga,
¿Qué puede haber aquí que me convenga,
Salvo los hechos todos de mi vida?
¿Por qué, pues, esa lucha desabrida
Con el mundo, para que me mantenga,
Sin buscar, ¡inocente!, que sostenga
La lógica una vida así vivida?
Si las cosas no son sino instrumentos
Del trabajo del alma en este mundo,
¿Por qué he de valorarlas, a momentos,
Como bien necesario, en que me hundo,
Y, en cambio, no valoro, y vago a tientos,
El alma, que es mi bien el más profundo?


ABC, Madrid

LAS OFENSAS

¿Cómo he tardado tanto en darme cuenta
De que, lo que yo pienso que me ofende
Es algo que, de mí sólo depende,
Y que mi indignación no se sustenta?
El otro su sentir experimenta
Y dice o hace o calla o se sorprende.
Y entonces, mi amor propio se me enciende,
E imputo al otro mi reacción violenta.
¡Qué grande sinrazón el ofenderme,
Cuando soy yo el origen de la ofensa!
¡Y que fácil, tras de ello convencerme,
Caminar por la vida, tan intensa,
Sin dejar al orgullo someterme
Y disfrutando de una paz inmensa!


* * *

ENERO

SÍNTESIS DE ENERO

   Seguimos inmersos en la oleada de cambio hacia el bien, hacia la espiritualidad.
   Se han generalizado los Diálogos en todos los medios de
comunicación, incluida la prensa. Nadie quiere renunciar a ese nuevo, aunque viejísimo, instrumento docente. Y todos, con cierto corte socrático, haciendo que sea el propio interlocutor el que vaya descubriendo las respuestas a sus propias preguntas.
  También se han puesto de moda los Pensamientos, píldoras de
sabiduría, comprimidos vitamínicos espirituales, que corren de boca en boca y, lo que es mejor, de cabeza en cabeza y de corazón en corazón, y que están realizando una labor de sobrealimentación anímica muy efectiva.
 Los maestros, aparecidos, diríase, de modo espontáneo, simultáneo y sorprendente en todos los media, están llenando con sus palabras y, sobre todo, con sus ideas, los hogares, los puestos de trabajo, las tribunas políticas, las finanzas, los centros docentes pero, principalmente, las almas.
  Continúan los trabajos asombrosos por su claridad, por la manera de tratar los temas y por la facilidad y naturalidad con que se abordan y resuelven los asuntos, hasta ahora, más abstrusos y prohibitivos. Entre los muchísimos publicados, hemos elegido dos que consideramos representativos: El primero es un estudio de los Sacramentos, pero examinados "desde dentro", es decir, descubriendo qué finalidad tienen, qué fuerzas mueven y cómo actúan; el otro es una exposición sobre las causas, la forma en que se produjo y las consecuencias de la venida de Cristo, aunque aquí reproduzcamos sólo, a guisa de ejemplo y en aras a
la brevedad, una primera parte del trabajo en cuestión. Ambos textos están siendo reproducidos, estudiados y comentados a nivel mundial, y han abierto muchos ojos y han hecho que, al facilitar la comprensión de lo que se está haciendo, la gente acuda ilusionada a los templos y vibre y participe, consciente de que allí está, en ese momento, verdaderamente en su papel.
 La oración, que era algo trasnochado y olvidado, está practicándose con fruición, al saber cada uno cómo funcionan los fenómenos que con ella se ponen en marcha. Es verdaderamente una revolución lo que estamos viviendo.
   La obra poética, entre la que hemos seleccionado tres muestras,
raya, a veces, por su elevación y profundidad, en el verdadero misticismo.


* * *

DÍA 1
ÚLTIMA HORA, Palma de Mallorca


IDENTIFICACIÓN CON EL CUERPO FÍSICO
  
  Estamos tan identificados con nuestro cuerpo que no caemos en la
cuenta de que continuamente estamos sustituyendo sus células viejas por otras nuevas. A los treinta años ya no nos queda ninguna de las que formaban nuestro cuerpo al nacer. Y, sin embargo, nosotros somos, nos sentimos los mismos. Estamos, pues, en el caso de aquel cuchillo al que se le sustituyó el mango y, para los que lo usaban, siguió siendo el mismo cuchillo durante un período. Luego se le sustituyó la hoja y siguió siendo el mismo cuchillo de siempre para sus usuarios. Ese es el problema de identificarse con el cuerpo: ¿Dónde está la conciencia?

DÍA 2
NOU DIARI, Tarragona


SÓLO EL AMOR UNIFICA

  El que se encuentra bien es siempre conservador, pues desea que esa situación se perpetúe. Y el que se encuentra mal es, lógicamente, renovador o revolucionario, porque desea salir de esa situación.
  Esto, cuando ambos actúan egoístamente. Pero, ¿qué ocurre cuando ambos actúan por amor?
   El que se encuentra bien tiende a hacer algo por mitigar esa
diferencia, renunciando, si es preciso, a parte de su bienestar en beneficio de quienes están peor.
  El que se encuentra mal, sigue deseando el cambio, pero mira a los
que aún están peor que él para tratar de ayudarles.
  De lo cual se deduce que, sin amor, los conservadores y los
renovadores son incompatibles y que, en cambio, con amor, persiguen ambos exactamente lo mismo y pueden colaborar saltando las diferencias.

DÍA 3
LA VOZ DEL TAJO, Talavera de la Reina, Toledo


ESTADIOS DE LA EVOLUCIÓN

  En la evolución del hombre, como tal, hay tres estadios:
  En el primero sólo siente, es decir, es pura víscera, sentimiento,
emoción, estando la razón y la inteligencia relegadas a un segundo
término. Es una etapa de vaivenes, de desgracias y de sufrimiento.
  En el segundo, la mente tiene la prioridad. Recién descubierta la luz de la razón, todo se pasa por su tamiz y todo se pretende racional, lógico y aséptico. Y, a ser posible, libre de emoción, a la que se desprecia. Es una etapa egoísta y ególatra.
  En el tercer estadio, se funciona con una mente que siente y con un corazón que piensa. Es decir, se ha logrado la fusión de ambos polos. Se hace lo que racionalmente procede, pero guiados por el amor. O se ama lo debido, pero guiados por la razón. Es un período de madurez, de plenitud, de felicidad.
  Examínate, averigua en qué estadio te encuentras y obra según
proceda para llegar al último lo antes posible.

DÍA 4
RNE CASTELLÓN, Castellón de la Plana


LA LIBERTAD

  - No acabo de comprender cómo se puede compaginar la libertad del hombre con el plan divino. O el hombre es libre, en cuyo caso no puede haber plan, o no lo es, en cuyo caso no puede haber pecado ni, por tanto, castigo.
 - A nivel inferior, a nuestro nivel intelectual de primera mano, tienes razón. Pero, si se mira desde un punto de vista más elevado, ya no resulta tan cierto.
  - ¿No?
  - No.
  - Pues explícame cómo compaginas el ser libre y el hacer, sin
embargo, lo que otro ha previsto de antemano.
 - Mira. A nivel humano, nosotros ya hemos llegado a conseguir parte de eso. Hacemos planes, calculamos medios y resultados y, aunque somos todos libres, podemos prever, en términos generales, lo que va a pasar.
  - ¿Tú crees? ¿Cuándo? ¿En qué cosa?
  - Por ejemplo, en tráfico. Al llegar cada fin de semana se anuncia
que, aproximadamente, entre el viernes por la noche y el domingo, se producirán tantos accidentes en los que morirán tantas personas.   Y, generalmente, se acierta bastante. ¿Es que no somos todos libres de salir o no y de, si salimos, conducir deprisa o despacio, prudente o imprudentemente? Claro que sí. Sin embargo, acertamos.
  - Pero acertamos el número, no las personas.
  - No. Pero ya es bastante a nuestro nivel. Cuando evolucionemos más y nuestra mente alcance estadios más elevados, veremos más allá, porque podremos tener en cuenta nuevas variables que ahora se nos escapan.
  - ¿Tú crees?
  - Por supuesto. Hace años era imposible predecir el tiempo
atmosférico. Hoy se puede hacer, también en términos generales, con bastante exactitud y con bastante antelación. Y, lo que es mejor, conociendo las razones.
  - En eso tienes razón. Pero yo veo imposible la previsión exacta.
  - Vamos a verlo desde otro punto de vista: Tú, tu cuerpo, no es más que un conjunto de millones y millones de células vivientes, de seres que están, cada uno de ellos, viviendo sus vidas libremente y que, además, hasta ignoran que forman parte de tu cuerpo, ¿no?
  - Sí.
 - Tú no eres, pues, una unidad. Eres, más bien, como una humanidad.
  Peor aún, porque tienes muchas más células que seres humanos hay en el mundo.
  - Eso es cierto.
  - Pero no tienes inconveniente en hacer lo que quieres e, incluso, en prever lo que harás. Y, además, consideras que ese conjunto de millones de seres que es tu cuerpo, como unidad, es libre. ¿Te parece razonable?
  - Me pones en un aprieto.
  - Claro. Tú te consideras libre y prevés lo que harás hoy y mañana y el año que viene y luego, además, lo haces. Luego funciona. Lo que no haces es saber qué células obedecerán ciegamente y cuáles se rebelarán, aunque su voluntad sea vencida y absorbida por la de las células obedientes. Tú sabes que harás lo que te propones, y por eso haces planes, haga lo que haga cada una de tus células, ¿no?
  - Sí, es cierto.
  - ¿Y, cuándo resulta que no puedes hacer lo que te propusiste?
  - Cuando me lo impiden las circunstancias.
  - ¿Qué circunstancias?
  - Por ejemplo, que otro u otros hombres me lo hagan imposible.
 - Eso no entra en nuestro razonamiento. Eso lo podríamos considerar en otro nivel de nuestra libertad. Se debe a una causa exógena, que te viene de fuera. Pero, ¿qué causas endógenas pueden hacer que no se realicen tus proyectos?
  - No se me ocurre más que las enfermedades...
 - Bien. ¿Y qué es una enfermedad, desde el punto de vista de nuestro razonamiento, más que la oposición o la imposibilidad de muchas de tus células (por causas a ellas exógenas pero a ti endógenas) de hacer tu voluntad?
  - Sí. En realidad una enfermedad es como una sublevación de células.
  - O como una incapacidad, por las causas que sean, de obedecer tus deseos.
  - Exacto.
 - ¿Y qué haces tú cuando una enfermedad te imposibilita para hacer algo que tenías previsto?
  - Pues me medico. Trato de eliminar la causa de esa desobediencia o esa imposibilidad.
  - Exacto. Pero tú sigues haciendo planes. ¿O no?
  - Claro.
  - Incluso el tratamiento de la enfermedad es un plan de futuro.
  - Sí.
 - El que algunas células, pues, se opongan a tus planes, no te afecta
demasiado. Esos planes se cumplirán siempre con el auxilio de la mayor parte de las células de tu cuerpo. Y sólo cuando son muchas las que se oponen o no pueden, tomas medidas para restablecer la situación.
  - Así es.
  - Pues míralo así: Tú eres el dios de tus células y, como tal, haces tus planes.
  - Sí. Eso cambia toda la perspectiva.
 - Claro. Tú, a tu vez, y yo y cada hombre, no somos más que células en el cuerpo de Dios que, por supuesto, hace sus planes, a los que podemos oponernos o en los que podemos colaborar. Si nos oponemos unos cuantos seremos superados por el resto de la Humanidad. Pero, si nos oponemos muchos, tantos que hagamos peligrar el plan divino, ¿qué se supone que hará Dios?
  - Tomar medidas.
  - Eso es, medicarse, es decir, confeccionar un plan de emergencia
para que, cumplido éste, todo vuelva a su cauce y se encamine hacia el cumplimiento del plan principal de vida.
 - Sí. Resulta asombroso, pero es lógico.
 - ¿Qué crees que fue la Redención, la venida de Cristo, más que un
plan de emergencia, una medicación, en la cual estamos aún, para que todo vuelva a su curso normal?
  - Ahora lo comprendo...
  - ¿Y qué crees que puede ser lo que está sucediendo en estos
momentos, en términos generales, a toda la Humanidad? Pues la
realización de una parte de ese plan de emergencia, que nos está elevando más rápidamente de lo normal para que, cuanto antes, volvamos al lugar que dejamos al hacer descender prematuramente nuestra conciencia desde el plano astral al plano físico.
  - Lo comprendo y es maravilloso.
  - Tú sabes que "como es arriba, así es abajo y como es abajo, así es arriba", como reza la Ley de Analogía, llave maestra para comprender y desentrañar los misterios de los planos superiores: Dios es uno y trino y el hombre es uno y trino; el universo es la manifestación física de Dios y el cuerpo es la manifestación física del hombre; las galaxias son los órganos vitales del cuerpo de Dios y las glándulas de secreción interna más el corazón, riñones, pulmones, etc. son las galaxias del cuerpo humano; los sistemas planetarios son los átomos del cuerpo de Dios y los átomos físicos
son nuestros sistemas planetarios; Dios es vibración, elevadísima pero vibración, y el hombre es vibración, más baja, de menor frecuencia, pero vibración; la vibración de Dios constituye Su nota clave, capaz de crear cuanto existe, y la nota clave de cada hombre hace posible la existencia de cada uno de nosotros; somos la cristalización de los pensamientos divinos y lo que nosotros construimos es la cristalización de nuestros pensamientos; cada ser es una parte de Dios y cada una de nuestras células es una parte de nuestro cuerpo; Dios es libre y nosotros somos libres y nuestras células son libres; nosotros, aún siendo libres, cumplimos la voluntad de divina, y las células de nuestro cuerpo, aún siendo libres, cumplen nuestra voluntad; Dios es creador y nosotros somos creadores...

DÍA 5
LA VERDAD DE CARTAGENA, Cartagena, Murcia


EL CANAL ALIMENTICIO

  Causa asombro pensar que el canal alimenticio, desde la boca hasta el ano, pasando por el esófago, el estómago y los intestinos delgado y grueso, no son órganos de nuestro cuerpo, sino un canal externo, con distintas cavidades, y ajeno a él. Seguimos, pues, siendo la ameba de que procedemos, que ha logrado, a través de millones de años, modificar, en su propio beneficio, las paredes de ese tubo exterior que era el espacio que ocupaba la partícula de que se alimentaba rodeándola con su masa y asimilándola. Por eso, ese canal "externo" es un foco de infecciones en caso de traumatismos; porque, en realidad, está fuera del cuerpo y contiene toda clase de sustancias y microorganismos nocivos para su supervivencia.
  Vista así la cosa, el estómago y los intestinos son paredes exteriores de nuestro cuerpo, como lo es la piel, y en contacto con el mundo exterior.

DÍA 6
CANAL RADIO SUR, Jaén


FÍJATE...

  Fíjate en las mareas: Un crecer insensible pero constante, imparable, para luego decrecer del mismo modo; sin estridencias, sin errores, sin tropiezos, con seguridad, con calma, hasta con autoridad.
  Fíjate en el día y en la noche: Creciendo el primero y decreciendo la segunda para luego invertir el proceso, del mismo modo que la pleamar y la bajamar.
 Fíjate en el sol: Circundando la tierra permanentemente, aumentando su fuerza y su luz, poco a poco, inadvertidamente para, llegado a un punto, decrecer del mismo modo. Siempre igual pero siempre distinto, siempre idéntico a sí mismo, pero siempre en actividad.
  Fíjate en los árboles: Las ramas se cubren de botones, éstos se abren y aparecen los brotes; los brotes crecen y aparecen las ramas, y en ellas las hojas y las flores y en ellas los frutos y en los frutos las semillas, para, a partir de éstas, nacer las nuevas plantas que darán lugar a nuevos árboles que repetirán el ciclo; en tanto que los árboles padres invertirán el suyo, perdiendo las hojas y quedando en espera del año próximo, en que lo volverán a reiniciar. Siempre igual, pero siempre distinto, siempre en aparente reposo, pero siempre en ininterrumpido movimiento. Siempre espirales dentro de espirales.
  Fíjate en las nubes: Van y vienen, nos contemplan desde el cielo,
ajenas a nosotros pero influenciando nuestras vidas. Siempre viajando, siempre cambiantes ... y siempre las mismas.
 Fíjate en los pájaros: Hacen su nido, empollan sus huevos, alimentan sus retoños, éstos crecen, se independizan, se aparean, hacen sus nidos, empollan sus huevos, alimentan a sus retoños... siempre igual y siempre nuevo; imparable y maravilloso, lleno de vida y de sabiduría... siempre idéntico y siempre renovado.
  Fíjate en cualquier cosa, en cualquier ser, en ti mismo, y siempre
percibirás, a poco que entreabras los ojos del alma, la gran armonía de la Creación, la gran maravilla, la omnipresente vida, el omniabarcante amor, la caricia divina, el cuidado exquisito, el cálculo perfecto, el proceso infinitesimal, el proyecto acabado, la estabilidad eterna, la paz profunda, el silencio lleno de contenido, la felicidad inherente a todo, la sintonización del mundo con los mundos, la sincronización de la vida con las vidas, la identificación del uno con todos, la importancia de cada partícula y su contingencia, la eternidad y la fugacidad, la universalidad y la
individualidad y, por sobre todo, el amor; un amor que todo lo crea, que todo lo cuida, que todo lo hace apacible, que todo lo organiza, que todo lo prevé, que todo lo conserva y que todo lo cambia, que todo lo abarca, que está en todo y todo está en él.

DÍA 7
PÚBLICO, Lisboa, Portugal


¿CALLEJONES SIN SALIDA?

  La Historia tiene momentos que son verdaderos callejones,
aparentemente sin salida, aunque siempre la han tenido, pero que suponen bruscos virajes en el camino de la evolución humana.
  Se dio uno con el pecado original; otro con la Torre de Babel; otro
con el Diluvio Universal; el más importante, con la venida de Cristo; y, desde entonces, la caída del Imperio Romano, el establecimiento de las monarquías absolutas; la creación de los Estados Modernos; la segunda guerra mundial; la guerra fría con sus arsenales nucleares; y la situación actual, con media Humanidad en la miseria y llamando desesperadamente a las puertas de la otra media.

DÍA 8
TELEMADRID, Madrid


CÓMO SE APRENDE LA CONCENTRACIÓN

  Para evolucionar ( y dentro de este vocablo entra el aprender a hacer cualquier cosa) es necesaria la voluntad. Pero la voluntad es algo que tenemos en potencia y que no se dirige a nada concreto.       Es la capacidad de concentración la que hace que esa voluntad se condense y se canalice hacia un fin, lo mismo que la lupa concentra los rayos solares sobre un punto.
  La capacidad de concentración, sin embargo, no es innata y hay que adquirirla. Y, para ello, es aconsejable realizar una serie de ejercicios. Por otra parte, es el paso previo y necesario para la meditación, que es una de las piezas clave de la evolución consciente.
   Los ejercicios para desarrollar la concentración podrían dividirse en dos grupos:
   A.- El de los que tienden sólo a despertar y mejorar la concentración como tal facultad.
   B.- El de los que aplican la capacidad de concentración desarrollada, a un mejoramiento de carácter mental o incluso espiritual.
    Vamos, pues, a estudiar someramente cada uno de los dos grupos con algunos ejercicios característicos.
  Grupo A. Veremos cinco ejercicios con cuya práctica regular se logra adquirir o desarrollar considerablemente la concentración y con ella la voluntad:

   lº.- Contar, de uno en uno y en orden descendente, desde el 500
hasta el 1. Tratar de llegar al 1. Si no se consiguiera, se reanudará el conteo desde el último número al que se llegó. Debe uno esforzarse por no pensar en nada más e, incluso, en ir viendo los números en la pizarra de la mente.
  Primero se hará el ejercicio con los ojos cerrados; más tarde, cuando se domine esa variante, con los ojos abiertos y en medio del bullicio de un espectáculo, una reunión, un medio de transporte, etc.
  2º.- Elegir un capítulo de cualquier libro que no nos apetezca
demasiado leer y leerlo detenidamente y con toda atención,
completamente, como si en ello nos fuera la vida, y de modo que sea uno capaz, luego, de exponer el contenido de lo que ha leído.   Olvidarse de toda otra cosa mientras se lee.
  3º.- Recordar, con los ojos cerrados, el rostro de cualquier
familiar o amigo íntimo. Hay que tratar de ver todos los detalles, de modo que logremos un vivo retrato. Mantener el mayor tiempo posible, ante la vista mental, el retrato obtenido, con todos sus colores y lo más vivo posible.
  4º.- Hacer, en la pizarra de la mente, una suma de dos sumandos
de dos cifras cada uno. Verlo con toda claridad, como si estuviese todo realmente escrito en una pizarra. Hacer lo mismo con restas,
multiplicaciones y divisiones, primero sencillas y, poco a poco, con más dígitos, a medida que se domina el ejercicio.
  5º.- Revivir con todos sus detalles cualquier escena de la niñez
o de la infancia, que recordemos. Ver, con toda claridad, las personas, sus gestos y los objetos; oír las palabras, sentir los olores o perfumes, la temperatura, las emociones... Este ejercicio, cuando se logra realizar correctamente, aparte de desarrollar enormemente la concentración y, como siempre, la voluntad, hace lo propio con la memoria.
   Observación: La concentración debe practicarse diariamente del
modo indicado en los ejercicios que preceden o mediante otros que cada cual puede inventar pues, como es algo que necesita voluntad, si se deja de practicar un par de días, se pierde fácilmente lo obtenido y hay que volver a comenzar. Cuando se ha logrado, sin embargo, por la práctica diaria, convertir en hábito, la voluntad se acostumbra a obedecer y la concentración la aplicamos, sin darnos cuenta, a lo largo del día, a cuantos asuntos nos ocupan. Y ya es imposible que retroceda, creciendo, en cambio, ininterrumpidamente. al ser aplicada a todo cuanto se piensa, lee,
dice o hace.
  Grupo B.- Si lo que se pretende, como hemos dicho antes, es el
mejoramiento moral o espiritual, en una palabra, acelerar la propia
evolución, los ejercicios anteriores seguirán siendo el paso previo, pero luego deben ir seguidos o ser sustituidos por los que siguen.   Estudiaremos seis.
    1º.- Elegir una personalidad histórica o contemporánea cuya
vida o cuyas cualidades se admiren y se deseen adquirir, por haber sido un modelo de voluntad o de virtud o de laboriosidad o de altruismo. Siempre, por supuesto, rechazando las actividades, posturas o personalidades egoístas, destructivas o negativas. Ver su imagen en la pantalla de la mente con todo detalle, vívidamente, al tiempo que se trata de sentir y de pensar lo que esa personalidad sentía y pensaba y deseamos aprender, mientras se afirma el propósito firme de mantenerla en la conciencia todo el tiempo posible a lo largo del día y de volver a ella cuando se tenga ocasión.
  2º.- Visualizar ese mismo ser en escenas de su vida en las que
haya puesto de manifiesto las facultades o virtudes que deseamos adquirir.
   Verlo con todo detalle. Vivir esas escenas.
  3º.- Visualizar ese mismo ser y visualizarse a uno mismo junto
a él. Comparar las respectivas facultades o virtudes y centrarse en ello con todo detalle para poder desear exactamente lo que nos falte, y desearlo ardientemente.
  4º.- Imaginarse la escena anterior y vernos haciendo lo que ese
ser hizo o comportándonos como él se comportó, sintiendo que lo hace uno mismo y tratando de sentir lo que él sintió y de perseguir lo que él persiguió.
  5º.- Visualizar escenas reales o imaginarias de la propia vida, en
las que tengamos que manifestar esas facultades o que adoptar esas
actitudes y ver cómo lo hacemos satisfactoriamente, tal como nos gustaría hacerlo. Verlo perfectamente todo y sentir claramente todas nuestras motivaciones que, como dicho arriba, nunca deberán ser egoístas.
  6º.- Cada noche, antes de conciliar el sueño, repasar toda la
jornada del revés, es decir, desde la noche hasta la mañana, deteniéndonos especialmente en todo lo que hemos dicho, hecho o pensado en beneficio o perjuicio de los demás. Tratar de sentir toda la satisfacción, felicidad y alegría que hemos proporcionado o deseado a terceros. Y sentir también, en cada caso, todo el daño, el dolor o la frustración que hemos causado a los demás, haciéndonos conscientes de que en esa actuación, pensamiento o deseo, hemos fallado y proponiéndonos no reincidir y sustituir esa tendencia nuestra negativa por otra positiva que, a la hora de realizar nuestra retrospección diaria, no nos haga avergonzarnos de nosotros mismos.
  Con este último ejercicio se logra despegar los dos éteres inferiores del cuerpo etérico, de los éteres superiores y con ello, tras una práctica permanente y, sobre todo, sincera (es decir, no tratando de justificar nuestras actuaciones, sino siendo honestos y reconociendo nuestras motivaciones últimas, aunque nos cueste mucha violencia), se puede llegar a conseguir dejar el cuerpo físico, durante el sueño o en pleno día en estado de vigilia, rodeado de los dos éteres inferiores, y entrar, con plena consciencia, en los mundos espirituales llevándose los dos éteres superiores (que nos proporcionan nuestra sensibilidad y nuestra memoria), el cuerpo astral o de deseos y el cuerpo mental, para viajar o actuar conscientemente en dichos planos y, luego, recordar completamente todo lo hecho, al reincorporarnos, por la mañana o al regresar, a nuestro cuerpo.
  Esto es lo que hacen las personas evolucionadas, que dedican la
noche a actuar en otros mundos ayudando a quien lo necesita, evitando accidentes, colaborando con los médicos en sus intervenciones, sugiriendo pensamientos o deseos positivos (siempre respetando al cien por cien la voluntad y la libertad de cada uno, por supuesto), inspirando actuaciones o posturas o ideas o creaciones, siempre conducentes al bien, etc.
 Quien ha alcanzado esta posibilidad sabe, por estarlo comprobando cada noche, que la muerte no existe, puesto que cuando quiere puede visitar a sus seres queridos, ya fallecidos en este mundo, y que siguen viviendo en los mundos superiores, y puede, llegado el momento de su propia muerte, abandonar una vez más su cuerpo físico voluntariamente, en este caso por última vez, y continuar su vida consciente en el plano astral.
  Si estas facultades, una vez adquiridas, se utilizasen de modo egoísta, es decir, en beneficio propio, o para presumir, o para obtener fama o dinero, o se utilizasen para hacer el mal, automáticamente se perderían y, además, se cargaría con una enorme responsabilidad porque, como dice el Evangelio: "A quien más se le dé, más se le exigirá".
  Vale la pena, pues, practicar debidamente todos estos ejercicios y,
aparte de desarrollar la voluntad, la concentración y la memoria,
comprobar personalmente que la muerte no existe y perderle el miedo para siempre y comprender cómo funciona todo lo que ordinariamente no vemos pero que nos está condicionando permanentemente.

DÍA 9
SHOOT, Londres, Reino Unido


EL YO SUPERIOR Y EL YO INFERIOR

  - No acabo de entender eso del Yo Superior y el Yo Inferior. ¿Podrías aclarármelo?
  - Sí, puedo intentarlo.
  - Pero, ¿tenemos una o dos conciencias?
  - Realmente tenemos una sola conciencia. Lo que ocurre es que en
algún plano está un tanto limitada y da la impresión de que hubiera dos distintas o, por lo menos, ciertas incongruencias.
  - No comprendo lo que dices.
 - Verás. La conciencia o el Espíritu Humano o el Yo Superior, cuyo plano es el Mundo del Pensamiento Abstracto, actúa lógicamente en dicho plano aunque, en el hombre medio, de un modo un tanto vago, como adormecida. Ella se inclina siempre hacia el bien, hacia lo positivo, hacia lo que favorece la evolución espiritual pero, como te he dicho, aún no es muy activa. Lo que ocurre es que envía o incorpora una parte de sí misma a los vehículos inferiores: Mental, de Deseos, Etérico y Físico. Y esa parte, una vez identificada con la materia más densa, despierta, por decirlo así y empieza a actuar, olvidada a veces de su origen, dando la impresión de que la parte se opone al todo.
  - ¿Y no es así?
 - No. Es sólo apariencia. Los estudiantes de estos temas saben que, a través de la clara conciencia inferior, pueden alcanzar la conciencia superior, muy poco desarrollada.
  - Perdona, pero aún no lo veo claro.
 - Bueno, te lo explicaré de otra manera. Tú sabes que somos chispas emanadas de la hoguera divina, dicho simbólicamente, ¿no?
  - Sí.
 - Y sabes que esas chispas, aunque son verdaderas partículas de Dios, no son autoconscientes y que, aunque tienen en potencia todas las facultades divinas, han de adquirir la primera y desarrollar las segundas.
  - Sí.
 - Luego te consta que esa chispa divina, ese Yo Superior se encuentra en un estado que podríamos denominar como somnolencia. ¿Lo entiendes hasta ahora?
  - Sí, perfectamente.
  - Bien. Él recibe las vibraciones de su plano, por supuesto pero,
prácticamente, no le afectan porque no es capaz de responder aún a
vibraciones tan delicadas. Para despertar necesita recibir el impacto de otras vibraciones más fuertes, más bastas, más violentas. Por eso desciende a otros planos más densos. Para procurárselas. Y por eso crea los distintos vehículos. Y por eso, al principio, sólo tiene plena conciencia en el vehículo más denso, el Cuerpo Físico, y enfoca su atención en el plano físico de modo que, aunque el Mundo Físico puede ofrecer al Ego mucho menos que su propio plano, inicialmente se siente mucho más vivo cuando actúa aquí abajo. Y, a medida que acumula experiencia del Mundo Físico y amplía sus perspectivas, va actuando más conscientemente en el Mundo del Deseo. ¿Me sigues?
  - Sí. Hasta ahora está claro.
  - Y, cuando ha logrado la plena consciencia en el Mundo Astral o de Deseos, empieza a ser capaz de expresarse mediante la materia mental, la de su propio plano. Y, cuando termine el Período Terrestre, en el cual nos encontramos, el Yo Superior habrá logrado vivir tan vívidamente en el plano mental como vive ahora en el plano físico.
 - ¿Entonces el Yo Superior está adormecido?
 - Menos en los hombres más evolucionados, sí. Con una sola
excepción.
 - ¿Cuál?
 - El momento en que, tras la muerte de los cuerpos físico, etérico, de Deseos y Mental, el Espíritu pasa por el Mundo del Pensamiento. En ese momento, despierta de su modorra (parecida a la que experimentamos al despertarnos por la mañana, en que estamos plenamente conscientes de existir, pero felices, y no osamos aún entrar en la vida diaria) y ve lo que ha sido su última encarnación y proyecta lo que será la siguiente, al tiempo que asimila la experiencia adquirida. Esos impactos, tras cada vida,
durante siglos y siglos, esos momentos de lucidez, le hacen, cada vez más, desear una nueva aventura. No por vivir, en el sentido en que aquí se interpreta, sino en el de aumentar su sensibilidad a toda clase de vibraciones de todos los planos, incrementando así su comprensión de todos los seres.
  - ¿Y en los más evolucionados, qué ocurre?
 - En los más evolucionados el Yo es más consciente y puede dar más de sí.
  - ¿En qué sentido?
  - Te lo explicaré con un ejemplo: Imagina que el Yo poseyera cien
sentidos distintos, semejantes a los cinco que nosotros tenemos. E imagina que, en cada vida, sólo pudiese hacer funcionar uno de ellos para percibir los mundos inferiores. Realmente, aunque el Yo fuera muy potente y fuerte y capaz, sólo una centésima parte de Él podría expresarse en esos mundos.
  Quizá en cada vida fuera uno distinto, pero sólo uno. Así que lo que el Yo podría emplear de sí mismo en cada vida en el plano físico, sería muy poco. Pero como, en el sentido inverso, tras cada vida, el Yo Superior recibiría todas las experiencias adquiridas a través de un sentido diferente, iría creciendo su conocimiento de los mundos más densos y podría, poco a poco, enviar más parte de sí a esos mundos, es decir, dedicar a esos fines más de un sentido y recoger así más cosecha de ellos. Ese proceso, lento pero ininterrumpido y necesario, que va conduciendo, por una parte, al
despertar del Yo Superior y, por otra, a la espiritualización de los
vehículos inferiores o Personalidad o Yo Inferior, como consecuencia de la cada vez mayor porción de aquél que logra manifestarse, es lo que se llama evolución.
  - Ahora lo veo claro.
 - Pero aún quiero aclararte algo. Ese proceso no se refiere a que cada vez se usen más los vehículos inferiores. No. Siempre que el hombre manifiesta una emoción, utiliza para ello el Cuerpo de Deseos y cada vez que piensa, utiliza el cuerpo mental. Lo que se trata de conseguir, sin embargo, es poder centrar la conciencia, a voluntad, en el Cuerpo de Deseos o en el Mental, y poderlos usar como vehículos de conciencia en sus respectivos mundos, como ahora se utiliza el Cuerpo Físico aquí.
  - Ya lo comprendo todo.
  - Pero el proceso sigue: Así como al pasar del plano físico al astral,
durante el sueño, se pierde la conciencia física, cuando se logra centrar ésta en el Cuerpo Astral o de Deseos, se pasa, a voluntad, del plano astral al físico o viceversa, sin ninguna interrupción, con lo cual se adquiere la continuidad de conciencia y se ha vencido, consecuentemente, la muerte.
  - ¿Y eso quién lo consigue?
 - Muchos, muchísimos estudiantes de estas materias. Todos los que, tras merecerlo, reciben la oportuna Iniciación. Pero, aún sigue el proceso.
  - ¿Aún sigue?
  - Sí. Y cuando se logra centrar la conciencia en el Cuerpo Mental,
situado en la Región del Pensamiento Concreto del Mundo del
Pensamiento o Segundo Cielo, se conserva la memoria de todo el proceso de cada vida, sin solución de continuidad, desde el inicio del descenso hacia el renacimiento en el Tercer Cielo, hasta el regreso al mismo, pasando por la formación de los vehículos, el nacimiento, la vida, la muerte y las experiencias post mortem. No existen lagunas ni pérdidas de conciencia.
  Y, cuando se logra centrar ésta en el Espíritu Humano, situado en la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento, ya se conserva la memoria, sin fisuras, de todas las existencias vividas por ese ser desde que nació como Espíritu Virginal.
  - ¿Y cómo se adquiere todo eso?
  - Viviendo de acuerdo con las leyes naturales, haciendo lo que todos sabemos: Amar al prójimo como a nosotros mismos, es decir,
comportarnos con los demás como nos gustaría que los demás se
comportasen con nosotros. Sólo así se van trabajando los distintos cuerpos, primero lenta y casi imperceptiblemente, y luego con mayor velocidad, para convertirlos en verdaderos vehículos de conciencia.
  - ¿Y qué son las iniciaciones?
  - No son más que las ayudas que se reciben de quienes están más
evolucionados y que nos enseñan cómo manejar las facultades que nuestra citada actuación nos ha hecho desarrollar. Por eso la iniciación no se puede comprar ni vender ni, en realidad, da nada.   Tan sólo enseña a manejar lo que uno mismo ha desarrollado con su propio esfuerzo. Y por eso la evolución es algo estrictamente personal e intransferible. Nadie puede evolucionar por otro. Puede aconsejarle, ayudarle, sugerirle, pero nunca, nunca, esforzarse o evolucionar en su lugar. ¿Está claro?
  - Clarísimo.
  - Cuando el Ego ha despertado ya suficientemente, comienza a ser
consciente de los otros Egos que moran en su plano y, desde entonces, vive y actúa y enfoca su conciencia en su propio mundo.   Sigue, sin embargo, infundiendo, como siempre, una pequeña porción de sí mismo en sus vehículos inferiores, en la llamada Personalidad que, preocupada generalmente por asuntos que no resultan interesantes para aquél en su elevado sitial, hace que no se fije demasiado en ella, salvo cuando ocurre algo extraordinario.
  - ¿Qué, por ejemplo?
  - El que se requiera su atención para realizar un trabajo espiritual,
como puede ser preparar una campaña en favor de los necesitados o una conferencia sobre temas de ética o componer una poesía sobre algo elevado. Cualquier cosa que vibre como el Ego vibra allá el los planos en que todo es bueno y positivo y lleno de amor.
  - ¿Y qué ocurre luego?
  - Cuando el Ego alcanza ese punto, recibe la ayuda de un Hermano Mayor, que es un hombre que ha alcanzado ya el fin de la evolución asignada a nuestro Período Terrestre y al Período siguiente o de Júpiter, y con esa ayuda, en forma de efusión de energía espiritual, el Ego acaba de despertar y, ya con plena consciencia, se une a la obra de la evolución.
  - ¿Se notan esos momentos cumbre en que el Ego se fija en los
planos inferiores?
  - Sí, claro. Cuando se siente, inesperadamente, un impacto de
devoción, por ejemplo, o de afecto, se debe a que el Ego ha fijado su atención en la Personalidad. Aunque conviene que sepas que ese impacto puede también deberse a la proximidad de un ángel, o de un elemental de esa vibración, o a un pensamiento de alguien, que se proyecta sobre nosotros vibrando del mismo modo.
  - ¿Y no es posible hacer que se fije con más frecuencia?
  - Sí, es posible. La meditación estimula ese interés del Yo Superior
por la Personalidad. La meditación y el estudio de cosas espirituales
afectan muy favorablemente el carácter de la vida del Ego o Yo Superior.
  En quienes no se preocupan por estos asuntos, el Yo Superior y el Inferior están conectados por una especie de hilo muy fino. Por eso la Personalidad es la que manda y parece serlo todo, ya que al Ego no le apetecen ni estos planos ni estos asuntos, una vez despierto.
  - ¿Cuál es, entonces, el procedimiento a seguir?
  - Llamar cuanto más posible su atención obrando, pensando y
sintiendo con rectitud, porque eso vibra como el Ego mismo. Así
ensanchamos la comunicación y logramos unificar la Personalidad y el Ego, o sea, permitimos al Ego actuar con toda su fuerza en todos los planos, incluso en el físico. Y entonces es cuando el hombre puede obrar milagros.
  - ¿Y cómo se nota en los demás si el Ego está o no despierto?
  - Eso sólo se puede conocer, sin temor a error, por medio de la
clarividencia.
  - ¿Por qué?
 - Porque, dado que lo que aquí vemos no es más que la Personalidad, o sea, una pequeñísima parte del Ego, es muy posible que esa parte que vemos esté aquí, por motivos kármicos, exprese sólo determinadas cualidades, mientras el Ego tiene desarrolladas maravillosas potencias que no ha querido manifestar en esta encarnación.
 - Claro, es lógico. O sea, que no es posible juzgar por las apariencias.
  - Posible es, pero lo más probable es que juzgues mal.
  - ¿Qué aconsejas pues, definitivamente, hacer para acelerar la
comunicación entre lo superior y lo inferior?
  - Ya te lo he dicho: La oración y la meditación consciente. Ambos
mantienen abierto el canal de contacto; la Eucaristía es una ayuda ex profeso para elevar la Personalidad y llamar así la atención del Yo Superior, ampliando la conexión entre ambos; la Retrospección diaria, antes de dormirse, repasando todos nuestros pensamientos, palabras, deseos y actos de la jornada, arrepintiéndonos de todo lo negativo y sintiendo en nuestro propio ser todo el daño que hemos causado, porque eso también llama poderosamente su atención ya que vibra como Él; todo ello, además de vivir la vida tratando de atenerse a las leyes naturales, siendo lo más positivo, lo más constructivo, lo más alegre, lo más servicial, lo más colaborador y compasivo y amoroso posible. Cuando esa comunicación es permanente y amplia, el Ego puede actuar y lo hace gustoso en todos los planos, colaborando con el plan divino. Incluso en su propio mundo, trabaja y ayuda a otros egos a despertar y a evolucionar.
  - ¿Eso es todo?
  - Eso es todo. Bueno, hay otro camino, pero ese no es para todos.
  - ¿Qué camino?
  - La ordenación sacerdotal y, sobre todo, la consagración como
obispo.
  - ¿Y eso qué efectos produce en relación con el Ego?
  - Abre, sobre todo la segunda, muy considerablemente los canales de comunicación y despierta los tres aspectos del Triple Espíritu que es el verdadero Yo Superior, de modo que, si el ordenado es consciente de esa maravillosa oportunidad que se le brinda y hace un uso correcto de ella, su evolución experimenta un increíble adelanto. En cuanto a los demás hombres, quedan los medios que te he enumerado, que son muchos y conducen, más lentamente, al mismo resultado.
  - Pero, ¿es justo que se ayude así a los que se ordenan y a los otros
no?
  - Claro que es justo. ¿Tú crees que eso es un regalo? Aunque no lo
veas, aunque no lo sepas, el que es ordenado y recibe esa posibilidad de adelanto es sencillamente porque ha hecho méritos para ello en vidas anteriores. ¿Qué crees que es la "vocación", o sea, la "llamada" que todo religioso oye y obedece, sino la voz del Ego, ya suficientemente comunicado con sus vehículos inferiores como consecuencia del esfuerzo realizado en encarnaciones previas?
  - Claro. Es lógico. Y es justo.
  Por tanto, podríamos resumir todo lo dicho hasta ahora diciendo:
Deja que el Ego libre sus batallas a través de ti, pero sin olvidar nunca que tú eres el Ego.

DÍA 10
TELEVISIÓN DE GALICIA, Santiago de Compostela, La Coruña


EL HOMBRE QUE SE HIZO A SÍ MISMO

  - Caramba, qué sorpresa, tú eres Carlos Santafé ¿no?
  - Sí. Y tú, espera que recuerde... tú eres Juan Mellado ¿a que sí?
  - Exacto. Cuántos años han pasado, ¿eh?
  - Muchos. Pero ha valido la pena.
 - Hombre, me alegro. Te veo muy bien. ¿Cómo te ha ido desde que
salimos del colegio hace exactamente... espera que calcule...veintisiete años?
  - Exacto. Veintisiete años. Veintisiete años como veintisiete soles.
  Pero dime tú primero cómo te va.
  - A mí no me ha ocurrido nada especial. Entré en la universidad,
estudié derecho, me especialicé en Derecho Laboral y estoy ejerciendo mi profesión. Eso es todo. Ah, me casé, claro, y tengo dos niños. ¿Y tú?, cuenta.
  - A mí me ha ido muy bien, pero que muy bien.
  - Oye, me estás intrigando.
 - Es que he llegado donde nunca hubiera soñado. Tengo un verdadero imperio: Fábricas, almacenes, vehículos, establecimientos al público...
  Tengo mujer y dos hijos también, vivo muy bien, no me privo de nada y los negocios me van viento en popa.
  - Eso es magnífico. Pero cuéntame, ¿cómo has llegado tan alto?
 - Bueno, me ha costado mucho esfuerzo, ¿sabes?, pero con un gran
tesón y una ambición constante y un amor propio inmenso y muchos sacrificios, he llegado... y continúo, porque yo no me he parado aún, ni pienso pararme. Y lo que más me satisface es que todo, absolutamente todo, me lo he hecho yo.
  - ¿Nadie te ha ayudado, de verdad?
 - Nadie. Como te he dicho, todo me lo he hecho yo, me lo he sudado yo, me lo he creado yo.
  - ¿Nadie, absolutamente nadie te ha ayudado nunca?
  - Nunca, Juan.
  - Cuéntame entonces como ha sido ese milagro.
  - Verás: Cuando salí del colegio con mi Educación Media, decidí que no quería seguir estudiando, que lo mío eran los negocios. Así que me asocié con un amigo de mi barrio, un poco mayor que yo y que estaba intentando crear algo, y empezamos a trabajar juntos.   Dos años después formamos una sociedad y a los tres años ya pusimos una sucursal en Barcelona. Después nos separamos. Ya sabes eso del refrán : "sociedad, ni con tu padre". Así que lo partimos todo y cada uno por su lado. Yo me arremangué de veras, me empeñé en salir adelante y, al año ya era yo el mejor en el ramo. Así que fui ampliando, iniciando cosas...
  - ¿Tú sólo?
  - Hombre, yo sólo no, como es lógico. Tuve la suerte de encontrar,
apenas me separé de mi primer socio, un encargado general que se
identificó plenamente conmigo y que me permitió dedicarme a ampliar y a proyectar el futuro.
  - ¿Y cuándo te casaste?
 - Verás: Yo hice la mili en Zaragoza. Allí conocí a mi mujer que era
hija de un gran industrial y, además, tenía la carrera de Económicas. Fue un flechazo. Casualmente, su padre era del mismo ramo y hemos colaborado muchas veces.
  - ¿Y los empleados? ¿Has tenido suerte?
 - Hasta ahora, chico, una suerte enorme. Me han salido trabajadores, disciplinados, con interés... Y, además, he tenido buenos jefes de personal.
  - O sea, que todo te ha rodado que ni pintado.
  - Todo. Pero lo mejor es que no debo nada a nadie, ¿sabes?
  - Supongo que tendrás que darle gracias a Dios.
  - ¿A Dios? ¿Por qué? No me ha hecho nada, no me ha ayudado en
nada, si es que existe.
  - Yo diría que te ha ayudado bastante.
  - ¿A mí?
  - Si.
  - ¿Y cómo?
  - Pues de muchas maneras. Según me has contado, te ha ayudado casi constantemente.
  - Yo no he notado nada. Y si yo no lo he notado, no sé cómo puede haber sido eso.
  - ¿Es que pretendías que Dios en persona fuera a tu despacho a
echarte una mano en los momentos clave? Dios no actúa así.
  - No, claro que no, pero te aseguro que lo que tengo me lo he hecho yo, me lo he ganado yo y no cedo a nadie ese honor.
  - Me parece perfecto que lo creas así. Pero otra cosa es que eso sea cierto.
  - ¿Estás sugiriendo que estoy loco o que miento?
 - No, por favor, Carlos. Te estoy diciendo que, aunque tú no te hayas dado cuenta, Dios te ha estado ayudando continuamente.
  - Bueno, pues explícame cuándo y cómo, precisamente tú que no me has visto desde hace veintisiete años...
  - Eso no tiene nada que ver.
  - ¿No? Pues no lo entiendo.
  - Lo vas a entender enseguida, si me dejas que te lo explique.
  - De acuerdo, te dejo. Créeme que estoy verdaderamente intrigado.
  Explica, explica...
  - Allá voy. Por ejemplo, ese primer socio que tuviste, ese un poco
mayor que tú, ¿sabía algo del negocio que montasteis?
  - Bueno, sí, el ya llevaba unos meses en ello. Y luego llegué yo y nos asociamos.
  - O sea, que él te enseñó lo que él sabía en ese momento, ¿no?
  - Sí, claro.
  - Y confió en ti, porque sino no se hubiera asociado contigo, ¿no?
  - Si.
  - Y cuando formasteis la sociedad, ¿no dijo nada? ¿No aportó nada?
  ¿No opinó nada?
  - Sí, claro, lo hicimos entre los dos.
  - Ya. ¿Y tú piensas que si no hubieras encontrado a ese vecino en el momento oportuno todo hubiera sido igual?
  - No. Yo no sabía qué hacer y él me animó a asociarme con él y
luego ya seguimos juntos.
  - ¿Y cuando os separasteis tuvisteis pleitos?
  - No. Realmente se portó muy bien. Lo hicimos todo a buenas.
  - Pero pudo haberlo hecho, ¿no?
  - Sí. Pudo hacerlo, pero en el fondo era buena persona y prefirió
hacerlo civilizadamente.
  - ¿Y el hacer la mili en Zaragoza lo elegiste tú?
  - No, claro. Me tocó en el sorteo.
  - ¿Y a tu mujer la conociste así, tú solo o te la presentó alguien?
  - Me la presentó un compañero de mili.
  - ¿Y si no te la hubiera presentado crees que la hubieras conocido?
 - Pues no sé. Posiblemente no, porque Zaragoza es bastante grande y mi mujer casi no salía. Fue una verdadera casualidad.
  - ¿Tú crees?
  - Hombre, sí.
  - Bien. ¿Y el que su padre se dedicase a algo precisamente de tu ramo fue otra casualidad, claro?
  - Sí.
  - ¿Habéis colaborado mucho tu suegro y tú?
  - Sí, mucho, porque nuestras empresas son complementarias.
  - ¿Y cuándo comenzasteis a colaborar?
  - Pues, apenas nos conocimos, porque yo necesitaba de él y él de mí; así que nos vino a los dos de perillas.
  - ¿Te ha ayudado financieramente alguna vez tu suegro?
  - Sí. En todas las empresas hay momentos en que necesitas
urgentemente un dinero que no tienes. En esos casos, me ha ayudado. Pero de esto hace ya muchos años. Ahora soy yo el que estoy en condiciones de ayudarle a él.
  - ¿Te ha sido de mucha ayuda tu mujer en la empresa?
  - Sí. Como su carrera era precisamente la de Económicas, se hizo
cargo de toda la administración y la hice subdirectora general y hemos siempre tomado juntos las decisiones. Sí, además, es muy inteligente.
  Ahora mismo, a pesar de los dos niños, ella sigue viniendo cada día a trabajar y a cumplir su cometido.
  - ¿Y qué me dices de ese encargado general de que me has hablado?
  - Bueno, ese fue un fichaje afortunado.
  - ¿Lo buscaste tú?
 - No. Apareció un día pidiendo trabajo. Hablé con él, lo vi despierto y con ganas, quizá me recordó a mí mismo, y lo contraté.   Fue un acierto.
  - ¿Y qué me dices de tus clientes? ¿Te han dado muchos quebraderos de cabeza?
  - Realmente, no. He tenido una suerte enorme, pero no hemos tenido problemas de ese tipo.
  - ¿Y tu salud?
  - Fabulosa, chico. Ni un sólo día en la cama. Siempre al pie del
cañón. Realmente tengo una salud de hierro.
  - Pero veo que fumas.
  - Bueno, sí. He fumado siempre, pero eso no me hace ningún daño.
  - Ya.
  - Bueno, ¿qué me dices? ¿Te has convencido de que Dios no ha
tenido vela en este entierro?
  - ¿Pero no lo ves o no lo quieres ver?
  - ¿Por qué? ¿De dónde lo sacas?
  - Bien, empezaré por el principio.
  - Vale. Me tienes en ascuas.
  - Tú mismo has dicho que a tu primer socio no lo buscaste tú, sino él a ti, ¿no?
  - Sí.
  - Y me has reconocido que eso te encarriló hacia la actividad de tu
vida, ¿no?
  - Sí.
 - ¿Y no pudo eso ser una primera ayuda? Porque tú no hiciste nada en ese sentido. En el mejor de los casos, el mérito será de tu socio que te hizo la proposición, ¿no?
  - Si, claro.
  - Bien. Ese socio, al parecer, era una buena persona. Confió en ti.
  - Y yo en él.
  - Sí, pero eso no cuenta. Lo que cuenta es lo que no has puesto tú, lo que debes a los demás que, al fin y al cabo, es lo mismo que decir lo que debes a la ayuda de Dios.
  - En ese sentido tienes razón.
  - ¿Y si no fuera una casualidad que te tocara la mili en Zaragoza y
que ese compañero te presentara a tu mujer y que tu suegro se dedicase a lo mismo que tú?, ¿Qué me dirías? ¿Tú de verdad crees que la casualidad existe o que llamamos casualidad a aquello cuya causa no conocemos?
  - No me parece descabellado esto último.
  - ¿Y si tu socio hubiera pleiteado al separaros y si tu mujer no
hubiera estudiado Empresariales y si tu Encargado General te hubiera salido un "vivo" y si tu salud se hubiera quebrantado y si tu suegro no hubiera podido ayudarte cuando lo necesitabas y si tus clientes hubieran quebrado o impagado, estarías ahora donde y como estás?
  - Hombre, claro que no.
 - Entonces ¿qué porcentaje de tu posición actual te debes a ti mismo de verdad? ¿Cuánto debes a los demás? ¿Cuánto pudo ser de otra manera, desagradable, triste, hasta desastroso, sin ninguna intervención tuya o incluso con tu intervención? ¿Qué hubiera sido de tu vida si hubieras contraído una tuberculosis o se te hubiera detectado un cáncer o tu mujer no te hubiera sido fiel? ¿Qué mérito tienes tú en que todo eso no haya ocurrido? ¿De verdad crees que lo que eres, lo que tienes, lo que está a tu nombre, lo has hecho solo tú, sin la ayuda de nadie, ni siquiera la de Dios, que pudo hacer que todo fuera distinto sin que tú ni siquiera te dieras cuenta?
  - Juan, me has abrumado. Nunca en la vida se me había ocurrido
pensar todas esas cosas. Yo las daba por normales. En el mejor de los casos, las atribuía a mi suerte.
  - Pero, ¿has hecho algo para merecer esa suerte? ¿Es que no hay otros que, a lo mejor han hecho mucho más que tú, se han esforzado más, han superado problemas que tú no has tenido, han sufrido desgracias personales, enfermedades, etc. y, sin embargo, no han llegado donde tú estás, quizás con más mérito?
  - Sí. Tienes razón. Si lo examino con el corazón en la mano y miro a mi alrededor, tengo que reconocer que he tenido suerte, es decir, que he tenido ayuda, muchas ayudas.
  - ¿Entonces?
  - Pues eso me hace pensar que debo agradecer esa ayuda.
  - Bien. Eso ya va estando mejor, Carlos.
  - Juan, no sabes cuánto te agradezco esta conversación. Nunca
hubiera yo pensado todo lo que tú, en unos minutos, me has hecho pensar y ver con claridad. Y hubiera ido toda mi vida haciendo el imbécil y presumiendo de que todo me lo había hecho yo cuando, bien mirado, no he hecho más que aprovechar las oportunidades que los demás o el destino o Dios, me iban poniendo delante. Gracias por abrirme los ojos, Juan.
  - De nada, hombre. A mí me pasó algo parecido hasta que un buen
amigo abrió los míos. Por tanto, era deudor de ese favor a alguien y ese alguien has sido tú.
  - Por supuesto, Juan, en vista de lo hablado, estoy convencido de que esta conversación no ha sido una casualidad, sino una ayuda más.
 - No te quepa la menor duda. Y yo también tengo claro que no debo presumir de haberte dicho lo que te he dicho pues, al fin y al cabo, en este caso yo sólo he sido una especie de "instrumento" para aclararte las cosas.
  - Pero, qué ciegos estamos a veces, ¿verdad?
  - Sí. Y cuando se llega a cierta edad, si no se ha hecho antes,
conviene echar una mirada atrás y darse cuenta de cómo en cada momento hemos tenido una mano amiga, una "casualidad", un acontecimiento, una oportunidad, o una barrera, un impedimento, una oposición, una imposibilidad, que nos han inclinado en determinado sentido y han ido configurando nuestra existencia que, al final, ha ido a parar a lo que debía ser. Cuando se hace así, uno se impresiona de la cantidad de posibilidades que cada minuto de nuestra vida tiene y de que, a pesar de ello, uno haya llegado al momento presente.
  - Te repito las gracias, Juan, por todo esto.

  - Ya sabes aquello de que "los amigos son para las ocasiones".

DÍAS 10 á 19
RADIO HORAS, Madrid

LOS SACRAMENTOS

  - ¿Qué son, realmente, los sacramentos?
  - Son unas ayudas maravillosas que Cristo estableció en favor de Sus fieles.
  - ¿Unas ayudas? ¿Sólo eso?
 - ¿Te parece poco una ayuda directa de tu propio Dios para favorecer tu evolución?
  - Verdaderamente, me parece algo sublime. Pero, explícame qué hay dentro de todo ello, cómo funciona, qué efectos produce...
  - De acuerdo. Antes te diré que Cristo fundó la primera y única
religión para todos los hombres. Hasta Él, todas las religiones, sin
excepción, incluso la del Antiguo Testamento, si bien habían sido enviadas desde lo alto, fueron religiones de raza.
  - ¿Y eso qué es?
  - Las religiones de raza se dieron a los distintos pueblos, adaptadas a las características evolutivas de cada uno de ellos para que, con su ayuda, desarrollasen las que les faltaban y fueran renaciendo, una vez agotadas las posibilidades de la suya, en pueblos o razas con otra religión más avanzada.
  - Me parece un sistema estupendo.
  - Pero tenía un inconveniente grave.
  - ¿Cuál?
 - Que, al ir destinadas cada una a un pueblo determinado, ello hacía que sus fieles considerasen como herejes o idólatras o extraños o incluso enemigos a los seguidores de cualquier otra religión, con las consiguientes secuelas de guerras, matanzas, odios, etc. Claro, que eso sólo era a nivel popular.
  - ¿Qué quieres decir?
  - En cada religión ha habido siempre, y sigue habiendo, unas enseñanzas, unos conocimientos exotéricos, destinados al pueblo, a la masa, a los que viven la vida sin preocuparse demasiado de las cosas espirituales o del más allá y sin preguntarse el por qué de la vida ni de la muerte, y que les sirven, a su nivel, para ir evolucionando vida tras vida; y otras enseñanzas, otros conocimientos esotéricos, ocultos, que se imparten sólo a los verdadera y honestamente interesados en esos temas. Por eso en la Escritura se advierte aquello de que no deben "echarse las perlas a los cerdos".
  . ¿Y eso qué significa?
  - Significa que es inútil pretender enseñar lo oculto a quien no siente la necesidad de investigarlo; que a todo hombre le llega un momento a lo largo de su evolución, en que se plantea, con toda seriedad eso de "¿Quién soy yo, y qué hago aquí?". Y que, a partir de ese momento, aunque no se le note exteriormente, él sí sabe que va buscando una respuesta que le satisfaga. A este hombre sí que se le deben dar las enseñanzas ocultas.
  Pero nunca antes de que comience su aludida búsqueda. Porque lo único que hará será ridiculizarlas, malinterpretarlas, despreciarlas y, en una palabra, poner de manifiesto que no ha alcanzado la suficiente madurez espiritual para que esos temas le interesen, aunque en otras materias como la ciencia, el arte, la política, la industria o los negocios pueda ser un genio.
  - ¿Entonces en todas las religiones existen esas dos vertientes de
conocimientos?
  - En todas. Por eso era posible que un Pitágoras, iniciado en los
Misterios griegos, fuera a Egipto y se iniciase en los de allí, para luego hacer lo propio con los de Caldea. Y que un Platón, iniciado igualmente en Grecia, se iniciase luego en Egipto. Y tantos otros que pasan por ser sabios en la antigüedad. Todos ellos habían recibido los conocimientos ocultos y por ello todos hablaban el mismo idioma y estaban por encima de las razas y sus religiones, los colores de la piel y la parte exotérica de la religión.
 Sólo los seguidores de esa parte exotérica son capaces de fanatizarse y de ver diferencias insalvables y crear problemas trágicos, precisamente porque ignoran lo que subyace a los acontecimientos del mundo y son arrastrados por ellos en lugar de dominarlos.
  - ¡Qué claro lo veo ahora!
  - Bien. Visto esto, volvamos a lo que te decía: Cristo nos trajo la
primera religión que no distingue una raza de otra, ni entre el libre y el esclavo, el pobre y el rico o el gobernante y el súbdito; una religión a la que le preocupa sólo el hombre o, mejor dicho, el Espíritu que lleva dentro y que es quien, a través de una serie de vidas, por medio de sus vehículos inferiores (los cuerpos físico, etérico, de deseos y mental) ha de evolucionar y conseguir, primero la autoconsciencia y, luego, el desarrollo de todas las facultades divinas que, como parte de Dios que es, posee en potencia desde su nacimiento a la existencia en el seno de Dios, como centro de conciencia Suyo.
  - ¡Qué impresionante resulta este pensamiento!
  - Es lo real. El único que cabe. Pues bien, también Cristo tuvo que
establecer unas enseñanzas para el pueblo, para la masa, para los muchos, para los que no se acuerdan de estas cosas más que cuando tienen problemas; y otras para los menos, para los que van más allá y quieren saber el por qué de los acontecimientos y de la vida y de la enfermedad y del dolor y de la muerte. Recuerda que, en varios pasajes de los Evangelios, se nos dice que Cristo hablaba al pueblo en parábolas y que, luego, en privado, explicaba a Sus discípulos la enseñanza oculta que en ellas se encerraba.
  - Es cierto, se dice varias veces.
  - Sí. Pero esas enseñanzas privadas no están en los Evangelios. De
otro modo no se haría en ellos esa afirmación.
  - ¡Claro!
  - Y, por otra parte, ¿qué piensas tú que quieren decir esas palabras, un tanto enigmáticas, de Cristo cuando, tras Sus sermones o pláticas, decía:
   "El que tenga oídos, que oiga y el que tenga ojos, que vea"?
  - Pues... no sé. ¿Qué quieren decir?
  - Precisamente, eso: Que en Sus enseñanzas hay dos niveles, uno
para el pueblo, para la masa, para "los que no tienen ojos ni oídos"; y otro para los que, al preocuparse por estos temas, al estudiarlos, han desarrollado ese "oído" y ese "ojo" internos, capaces de discernir y comprender lo que las enseñanzas encierran.
  - ¡Lógico!
  - La religión de Cristo, pues, es para todos los hombres. Pero no
todos los hombres se encuentran en el mismo grado de evolución. Sólo tienes que comparar a un nativo australiano o a un pigmeo con un universitario europeo, por ejemplo. No se trata de los conocimientos científicos ni del mayor o menor refinamiento o cultura, sino de que hay espíritus que han vivido menos vidas o que no las han aprovechado como otros para aprender las lecciones que han de llevar al espíritu a despertar y a manifestarse en todo su esplendor.
  - Es cierto. ¿Entonces, cómo lo resolvió Cristo?
  - Primero estableció un acceso, una entrada a Su iglesia, que es el
bautismo y que no es sólo una ceremonia sino, como todos los
sacramentos, un acto de magia blanca, algo que, manejando energías ocultas con fines altruistas y para el bien, "marca" a ese espíritu y, como veremos en su momento, lo acondiciona para participar de las ventajas de pertenecer a esa iglesia. No es que se rechace a los demás, que en todo momento son libres de ingresar en ella, ya que la iglesia no debe rechazar a nadie que a ella acuda en busca de luz. Es que los demás, o no desean hacerlo, en el ejercicio legítimo de su libre albedrío, o no han llegado al punto en que ese acceso y ese acondicionamiento les puede beneficiar.
  Pero llegarán, todos llegarán, porque la religión cristiana es para todos, como te he dicho.
  - ¿Cristiana o católica?
 - He dicho cristiana. Por tanto, se incluyen, strictu sensu, la católica, la anglicana y la ortodoxa, y se aproximan mucho las demás que siguen a Cristo con distintas variantes.
  - ¿Y qué les pasa a estas últimas para que no las sitúes al mismo nivel de las tres primeras?
  - Sencillamente, que no poseen la Transmisión Apostólica.
  - ¿La qué?
 - La Transmisión Apostólica. Cristo ordenó los primeros sacerdotes y consagró los primeros obispos, los apóstoles. Y éstos consagraron, a su vez, nuevos obispos que, por ello, recibieron todos los dones que la consagración episcopal confiere, que son los que Cristo confirió a Sus apóstoles. Pero cuando, en determinado momento de la historia y por los motivos que sea, esa cadena se ha roto, los obispos de ese credo ya no lo son, desde el punto de vista oculto, aunque externamente así se les denomine y se les respete. Es decir, no poseen los dones ni la conexión directa con el propio Cristo que los otros poseen y los sacerdotes que ellos ordenan tampoco reciben esos dones. Por eso, si bien pueden seguir a Cristo, lo cual les hará mucho bien y, por supuesto, es un modo estupendo para evolucionar, no pueden participar de las ventajas de los que pertenecen a la iglesia establecida por el propio Cristo.   ¿Comprendes?
   - Sí, claro que lo comprendo.
   - Por eso, si bien un obispo puede ordenar sacerdotes, y puede
consagrar obispos, en ambos casos es preferible y en el último preceptivo, que intervengan varios obispos. Y ello para tener la seguridad de que la ordenación o la consagración se han recibido realmente, aunque alguno de los consagrantes, por las causas que fuere, no hubiera realmente recibido esos dones y, por tanto, no pudiera transmitirlos. Hasta ese punto es definitiva esa Transmisión Apostólica.
  - Está claro. Perfectamente claro.
  - ¿Y cómo se sabe que unos la tienen y otros no?
  - Por medio de la clarividencia. En eso no hay truco posible. Si se
producen los fenómenos que deben producirse, se posee, y si no, no. Así de claro.
 - Pero, ¿cómo te explicas la cantidad de sacerdotes y aún de obispos no especialmente modélicos que ha habido a lo largo de la historia?
  - Eso no tiene nada que ver con Cristo. Eso ya depende de cómo cada uno utilice su propia libertad y cómo aproveche las ventajas espirituales que la ordenación o la consagración le ofrecen. Y ten en cuenta que a nadie se le ordena o consagra sin que lo merezca, en esta vida o en otra anterior.
  Luego vendrá, como te digo, cómo cada uno encarrila su vida y utiliza los "talentos" que se le confían para que los administre.
  - Es perfecto. Cuanto más lo pienso, más lógico es todo.
 - No podía por menos de ser así. Pero seguimos con lo nuestro.     Cristo estableció, dentro del, digamos, enorme depósito de energía espiritual que provee las necesidades de la humanidad, un departamento especial para los fieles de Su iglesia.
  - ¿Y eso por qué?
  - Porque Su iglesia, como te he dicho, responde a la religión más
avanzada de todas las conocidas y, por tanto, los que a ella pertenecen y siguen sus enseñanzas, son los más evolucionados espiritualmente y se han hecho por ello acreedores a mayor ayuda.   Como siempre verás en todo lo esotérico, a nadie se le regala nada sin esfuerzo. Pero ese esfuerzo hay que hacerlo. Y hacerlo antes de recibir el premio.
  - ¿Y ese depósito qué misión tiene?
  - Ya te lo he dicho: Atender las necesidades de ayuda espiritual de
los fieles. Y de él sólo pueden extraer esa energía espiritual, precisamente los que han sido ordenados sacerdotes o consagrado obispos. Y nadie más.
  Y solamente pueden usar esa energía en beneficio de los fieles y nunca en beneficio propio. Y sólo para fines de evolución espiritual, como verás cuando estudiemos los sacramentos uno a uno por dentro.
  - Es interesantísimo. Y tan lógico...
  - Pero hay más. Tú te has referido antes a los sacerdotes y obispos
que, digamos, se han torcido. Pues hasta eso previó Cristo que, por haber participado de la naturaleza humana, la conocía bien.
  - ¿Y cómo lo previó?
  - Como las ayudas de los sacramentos son muy importantes y muy
necesarias para los cristianos, Cristo estableció las cosas de modo que, aunque el ministrante no sea precisamente un modelo, aunque esté distraído, aunque ni siquiera crea en lo que está haciendo, siempre que utilice las materias establecidas y pronuncie las fórmulas y ejecute los signos de poder prefijados, el efecto se producirá. Porque lo importante aquí no es el ministro, sino el fiel. Si el ministro es devoto y sabe lo que está haciendo y se esfuerza por contribuir, tanto mejor. Pero el efecto, digamos, mínimo, previsto por Cristo al instituir el sacramento, se produce de todos modos siempre. Y, otra cosa.
  - ¿Qué?
  - Que, debido a la conexión directa que en la ordenación y
consagración se produce, entre los principios del ordenado o consagrado y el propio Cristo, aquél se convierte en un canal, a cuyo través, los fieles reciben, directamente de Cristo, el beneficio que el sacramento en cuestión proporciona. Y aún otra cosa que ya te imaginarás.
  - ¿Cuál?
 - Que cualquiera que no haya recibido la ordenación o consagración, aunque utilice las materias, las palabras y los signos de poder con toda corrección y aunque lo haga con la mayor devoción posible, no conseguirá ningún efecto, salvo el de perjudicarse a sí mismo por pretender profanar algo que está muy por encima de él. Las únicas excepciones que existen están perfectamente determinadas.
  - ¿Y cuáles son?
 - Que el bautismo lo puede administrar alguien no ordenado, aunque los efectos son distintos, como verás; y que los ministros del matrimonio son los propios contrayentes. Pero todo llegará.
  De acuerdo.

EL ORDEN
  - Tras este preámbulo vamos a estudiar primero, para seguir un
proceso racional, el sacramento del Orden que es el que capacita, como hemos dicho, para administrar ese depósito de energía espiritual específico para los cristianos..
  - Estupendo. Pero antes quisiera aclarar algo.
  - ¿Qué?
  - ¿Cómo se llena ese depósito?
  - Se llena con las vibraciones de devoción de los fieles, con sus
oraciones, con sus cánticos, con las explosiones de amor y de compasión y de hermandad que, sobre todo en la Eucaristía, se producen entre los hombres y los ángeles que asisten al acto; con todas las buenas obras y los pensamientos positivos y la fe y el amor de todos los cristianos y, en una palabra, con todo lo que los fieles hacen ajustándose al supremo mandamiento de Cristo: "Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo".
  - Comprendo. Y es impresionante.
 - Porque no pienses que la energía disponible es inagotable. Esa idea de la infinidad es ajena a Cristo y a todos los conocimiento ocultos. En la naturaleza, y lo oculto forma parte de ella, no hay nada infinito, salvo el Absoluto, origen de todo. Por debajo de Él, todo es limitado y hay que administrarlo con inteligencia y tino para obtener los mejores resultados con el menor desgaste de energías.   Por eso lo del depósito para los cristianos y por eso que su contenido se derrame sobre los fieles en determinados momentos y en determinados lugares y no cada vez que cada uno lo necesite. Para materializar esas energías tan sublimes, procedentes de las más altas esferas, se necesitaría un consumo de fuerzas enorme que se evita concentrando a los fieles en determinado momento y lugar y
derramándolas allí sobre ellos de modo que cada uno reciba la cantidad y la calidad que es capaz de asimilar sin malgastar nada. ¿Comprendes?
   - Perfectísimamente.
  - Bien. Pues sigamos. Pero para que comprendas perfectamente todo lo que va a seguir te quisiera hacer una exposición resumida de otra materia cuya comprensión es previa y necesaria para que te des cuenta luego de lo que verdaderamente hay dentro de los sacramentos.
  - De acuerdo. Soy todo oídos.
  - Nuestro Espíritu, cuando nace en y de Dios, es sólo una chispa de materia divina. Este Espíritu Virginal o esta Mónada, que así se lo denomina también, se sitúa en el llamado Mundo de los Espíritus
Virginales, que es el segundo Mundo, contando desde arriba, de los siete que componen el Plano Cósmico en el que estamos evolucionando y del que nuestro tan familiar Mundo Físico no es sino la séptima capa, o sea, la inferior.
  - Entonces el Espíritu Virginal está lejísimos, ¿no?
 - Lejísimos, no. Porque, como tú sabes, todos los mundos superiores, aparte de que ocupan más espacio que los inferiores, los interpenetran a todos. Tu Mónada, pues, está dentro de ti mismo.   Lo que ocurre es que ni tú eres sensible a sus vibraciones, ni ella a las tuyas, en este plano.
¿Comprendes?
   - Sí. Perfectamente.
  - Pues bien, ese Espíritu Virginal envía, a imitación de Dios, del que no es sino una parte, tres aspectos de sí mismo al Mundo inmediatamente inferior, que es el Mundo del Espíritu Divino. Se convierte, pues, de uno en trino: Un espíritu con tres aspectos.
  - Eso es un poco difícil de concebir
  - No tanto. Piensa en que, por ejemplo, la electricidad, si atraviesa
una resistencia produce calor, si pasa a través de una lámpara halógena, produce luz y, si lo hace a través de un electroimán, produce magnetismo.
  La electricidad puede ser siempre la misma, pero la apariencia, el ropaje, el aspecto con el que se manifiesta será distinto.
  - Ya lo veo, sí.
  - Si asignamos a la Mónada, que se encuentra en el Mundo de los
Espíritus Virginales, la letra A, sus tres aspectos o principios, situados en el Mundo del Espíritu Divino, serán las letras B, C y D.   ¿De acuerdo?
  - De acuerdo.
  - Pues bien. El aspecto B permanece en su plano y constituye lo que se denomina el Espíritu Divino o primer aspecto de nuestro triple espíritu, un reflejo del Padre, de la Santísima Trinidad. Los principios C y D envían una parte de sí mismos al siguiente Mundo, el Mundo del Espíritu de Vida, más denso que el anterior. Si a esas prolongaciones las denominamos, les corresponderán las letras E y   F. ¿De acuerdo?
  - Sí.
  - El aspecto E repite el proceso del B, es decir, permanece en ese
plano y se constituye en el Espíritu de Vida, segundo aspecto del Triple Espíritu, equivalente del Hijo en la Trinidad. Y, por fin, el principio F envía una parte de sí mismo al siguiente plano, situándose en la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento, y constituye el Espíritu Humano, tercer aspecto del Triple Espíritu, equivalente en él de la Tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, y al que asignaremos la letra G. ¿Me sigues?
  - Completamente.
  - Pues ahora piensa que el Espíritu Humano está comunicado con el Cuerpo Mental, que está situado un escalón más abajo, en la Región del Pensamiento Concreto del Mundo del Pensamiento y al que comúnmente llamamos "la mente", mediante un fino hilo, al que asignamos la letra H.
 ¿Sigues comprendiendo?
   - Hasta ahora, sí.
  - Pues ya falta poco. Piensa que esa comunicación continúa desde el Cuerpo Mental hasta el Cuerpo de Deseos, Astral o Emocional, situado un Mundo más abajo y que es un duplicado del Espíritu Humano; que, aún sigue la comunicación hasta el Cuerpo Etérico, situado en la Región Etérica del Mundo Físico y que es un duplicado del Espíritu de Vida; y que sigue luego hasta el Cuerpo Físico, que nos es tan familiar y que está situado en la Región Química del Mundo Físico y es un duplicado del Espíritu Divino.
  - ¿O sea que el conjunto es como simétrico?
  - Exacto. Si consideras a la mente como un espejo que refleje lo de
arriba en la zona inferior, se ve clarísimo: Contando desde la Mente, hacia arriba están el Espíritu Humano, el Espíritu de Vida y el Espíritu Divino; y contando hacia abajo, el Cuerpo de Deseos, el Cuerpo Etérico y el Cuerpo Físico. Tú ya sabes, por otra parte que estos tres están unidos con el Mental por el llamado Cordón de Plata. Por tanto, esa conexión, la H, entre el cuerpo Mental y el Espíritu Humano es una continuación del Cordón de Plata hacia arriba, que es lo que hemos de desarrollar.
  - Es un poco complicado pero se comprende.
  - Sí, pero es clave tenerlo claro para entender lo que ahora viene.
  - Vamos a ver.
 - Las órdenes sagradas pueden ser menores y mayores. Las menores (tonsura, portero, lector, exorcista y acólito) no tienen ninguna particularidad desde el punto de vista esotérico. Las mayores, sí. Y éstas son: el Subdiaconado, el Diaconado, el Sacerdocio y el Episcopado, aunque el Subdiaconado no es más que una preparación para el Diaconado y no otorga ningún poder.
  La ordenación del Diaconado convierte al diácono en una especie de ayudante o aprendiz de sacerdote. El Diácono, como poder, adquiere el de bautizar, aunque eso también lo puede hacer un laico, con menor efectividad, como veremos.
  La ordenación del sacerdote ya confiere a éste lo verdaderamente
importante y exclusivo.
  - ¿Y qué es?
 - El poder para utilizar la energía del depósito especial de que hemos hablado; el poder para consagrar la Hostia; el poder de bendecir determinados objetos o lugares; el poder de bendecir al pueblo en el nombre de Cristo; y el poder de absolver los pecados.
  En cuanto a la consagración Episcopal, confiere al obispo que,
previamente, ha de ser sacerdote y, por tanto, poseer sus poderes, la
Sucesión Apostólica; el poder de ordenar sacerdotes y obispos,
perpetuándola; el poder de administrar el sacramento de la confirmación; y el poder de consagrar iglesias para dedicarlas al servicio de Dios.
  - ¿Y los cardenales?
 - Los cardenales, así como los arzobispos, el propio Papa y los demás títulos como archidiácono, deán, canónigo, vicario, etc., no tienen nada de especial, salvo que se dedican a determinadas actividades. Pero no tienen más poder del que otorgan el Presbiterado y el Episcopado.
  - ¿Entonces para qué los títulos?
 - Ten en cuenta que la iglesia tiene tras de sí una larga historia y que en cada época su labor se ha interpretado de modo distinto. No es, pues, de extrañar que existan todas esas denominaciones. Pero lo que estableció Cristo, lo que subyace a todo es lo que te he dicho. Los clérigos, cualquiera que sea su rango y poder, se establecieron para beneficio del mundo y están destinados a servir de canales para la distribución de la gracia de Dios. Su deber es explicar la verdad tal como ellos la perciben y ayudar y aconsejar a quien lo necesite. Lo que no pueden hacer es erigirse en directores de conciencias, imponiendo a nadie lo que debe o no debe hacer.
  Eso es labor de cada uno, que es perfecta y totalmente libre de orientar su vida como más le plazca con arreglo a sus luces. Sólo de ese modo, errando y experimentando las consecuencias del error en forma de sufrimientos, debe cada uno aprender. Y nadie puede dictar la conducta a nadie porque, desde ese momento, se ha convertido en responsable de todos los errores del otro y de su falta de esfuerzo y de iniciativa y, por tanto, de adelanto. El clérigo debe ser un ejemplo, ahí está su primera obligación, un duplicado de Cristo y, en base a eso, aconsejar a quien se lo pida. Ni el mismo Cristo dijo a nadie lo que había de hacer. A todos los dejó en libertad. Se limitó a indicar el camino, a ser ejemplo y a prestar toda la ayuda que pudo. Y nada más.
   - ¿Y la política?
  - Ese ha sido el talón de Aquiles de la iglesia. Los Evangelios dicen bien claro en Juan 3:17 que "Dios no mandó a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo". No obstante, a lo largo de la historia, ha fallado sistemáticamente en eso y aún hoy reincide en esa postura, identificándose con determinadas ideas o partidos o posturas políticas o incluso, frecuentemente, del lado de los más fuertes, como si no existiesen hombres de buena fe en todas las corrientes de opinión y si todas las corrientes de opinión no estuviesen constituidas por hombres, materia prima de su apostolado. Desde el momento en que la iglesia de Cristo, la que predicaba el "ama a tu enemigo", aceptó el convertirse en la religión oficial de un estado que conquistaba, guerreaba, saqueaba, esclavizaba, colonizaba y crucificaba, y bien conocido lo tenían los cristianos, a medio mundo, se vio obligada a bendecir a los ejércitos y a impetrar la ayuda de Cristo, precisamente de Cristo, para que les diese la victoria frente a sus hermanos, a los que el propio Cristo les había ordenado amar como a sí mismos. Las consecuencias fueron las lógicas: Los verdaderos cristianos, los verdaderos seguidores y practicantes de la doctrina de Cristo fueron poco a poco separados de la iglesia que, poco a poco también, fue aprendiendo y ejerciendo, hasta alcanzar la maestría, los métodos de la sociedad civil. Y estableció mandamientos de la iglesia, enmendándole la plana a su propio fundador que había reducido el Decálogo a sólo dos mandamientos que, a su vez, resumió en uno: "Un solo mandamiento os doy: Que os améis los unos a los otros como yo os he amado".
  - Es verdad. Pero, ¿cómo ha podido actuar así?
  - Precisamente por eso: Se eliminó o se obligó a ocultarse, a los
verdaderos cristianos; los obispos fueron designados por el poder civil; se eligió, consecuentemente, a los más "convenientes" en lugar de a los más "aptos"; y, poco a poco los verdaderamente aptos, los evolucionados, los honestos, los clarividentes, los que conocían la religión por dentro, los que conservaban aquellas enseñanzas privadas de Cristo a sus discípulos, los que tenían "ojos" y "oídos" a que Él alude, fueron teniendo que ocultarse para evitar ser atormentados, expoliados, desacreditados, excomulgados y, muchas veces, ejecutados. De ahí su denominación de "ocultistas". Y esos conocimientos, que son los que estamos exponiendo, que son maravillosos, que una vez conocidos y asumidos le hacen a uno comprender toda la grandeza y todo el inmenso amor de Cristo por los hombres todos, los fue perdiendo la iglesia oficial, aunque no se perdieron entre los verdaderos cristianos. Y ahí radica el problema: Si al pueblo no se le dice en qué consiste la religión, qué ocurre cuando clama a su Dios, cómo acude Éste en su socorro y por qué razón hay desigualdades y hay dolor y hay sufrimiento, y solo se le exige una fe irracional que, se le añade, Dios reparte arbitrariamente, el pueblo, que ha llegado en su evolución a un momento en que plantea preguntas y desea respuestas, acaba haciendo oídos sordos a todo lo que huela a religión, aunque en su fuero interno clame por creer en algo, pero algo que resulte creíble, inteligible y sugestivo y convincente, algo que uno mismo pueda manejar y comprender. Y los clérigos, ignorantes de los poderes que poseen y de las fuerzas maravillosas que están manejando, las relegan con frecuencia para
dedicarse, con la mejor intención, a otros problemas de la vida que se resolverían fácilmente con explicaciones claras y racionales y el uso apropiado de las reservas de ese depósito que Cristo preparó para los suyos. Por eso se ha creído que ha llegado el momento de que, tanto el pueblo como los clérigos, conozcan todo lo que Cristo hizo y pensó y previó para ellos y, una vez concienciados todos, cada uno según sus luces, según su evolución, podamos tomar posiciones, con entera libertad, pero con conocimiento suficiente de lo que está en juego.
  Una de las diferencias fundamentales entre la religión del Antiguo
Testamento que era, efectivamente, una religión de raza, pero también un adelanto, una preparación para la de Cristo, y la de Éste, consiste en que, así como en el primero existe la Ley, una ley externa que hay que obedecer externamente porque, de otro modo, se recibe el oportuno e inmediato castigo, la religión de Cristo interioriza la Ley. Ya el Arca de la Alianza, que no era sino un símbolo del hombre evolucionado, tenía el Decálogo, o sea, la Ley, en su interior. La religión de Cristo elimina el pecado, consecuencia de la Ley. Recuerda el pasaje de la mujer adúltera. Porque, si no hay ley, no hay delito ni pecado. Y Cristo redujo todo el Decálogo a un solo mandamiento: El del amor. Y eliminó, de un plumazo, los guías espirituales y los gurús, y dejó fuera de lugar a los que pretenden decidir por los demás y a los que juzgan a sus hermanos: "No juzguéis y no seréis juzgados". La Ley pues, desde Cristo debe ser algo interno y debemos obrar bien, no por miedo al castigo, sino por convencimiento, porque nos sale de dentro. Y eso sólo es posible si uno sabe, porque se lo han explicado con claridad, cómo funcionan los cuerpos y los espíritus y Dios y el universo todo. Y, una vez comprendido todo y asimilado, ya no hacen falta mandamientos ni ley alguna, porque uno obra espontáneamente el
bien. Eso es lo que quiso Cristo. Y el clero no tiene más papel que el administrar ese depósito maravilloso de energía espiritual; ser un ejemplo viviente de lo que el cristiano ha de devenir, puesto que, gracias a la ordenación, ha dado un paso gigantesco en la evolución; y ser un canal permanente para aproximar a Cristo, cuyo representante directo es, a los hombres. Nada más. Y ya es bastante responsabilidad.
  - ¡Cuán cierto es todo esto y qué hermoso lo que dices!
  - Pero, como te dije antes, Cristo ya previó esas desviaciones y, a
pesar de todo, cuando se administra un sacramento por una persona
debidamente consagrada, el efecto querido por Cristo se produce
indefectiblemente. Lo que ocurre es que ese efecto no es el mismo si el que recibe el Sacramento es consciente de lo que hace y de lo que recibe, que si lo hace todo porque "hay que hacerlo", porque "es costumbre" o por otro motivo similar y sin ningún conocimiento de qué fuerzas se mueven en esa ceremonia.
  - Está clarísimo. Pero aún tengo otra pregunta pendiente.
  - Vamos allá.
  - ¿Cómo desciende esa energía de arriba?
  - La energía espiritual o gracia de Dios y la luz de Dios y la vida
misma de Dios emana de Éste en ininterrumpidas oleadas, inundando el plano o Mundo de Dios. De ahí va descendiendo a los planos inferiores.
  Pero hay que tener en cuenta cuatro cosas.
  - ¿Cuáles?
  - Primera, que esa energía espiritual se queda siempre en el plano en que se encuentra, salvo que, desde otro inferior, se la haga descender.
  - ¿Segunda?
 - Que, al descender de un plano a otro inferior, esa energía disminuye su efectividad, ya que cada vez se trata de medios más densos, que frenan la altísima vibración de esas energías.
  - ¿Tercera?
  - Que para que esa energía descienda de un plano al siguiente ha de ser atraída desde éste.
  ¿Y cuarta?
  - Que la única forma de atraerla es mediante la devoción, el
pensamiento o el sentimiento inegoístas. Sólo estos tres utensilios
humanos son capaces de perforar en el techo de los distintos planos un agujero por el que se derrame inmediatamente la energía espiritual. El agujero será del diámetro apropiado a la intensidad de esa devoción, ese pensamiento o ese sentimiento inegoísta. Y, por tanto, la cantidad de energía derramada, también.
  - ¿Y qué pasa con las oraciones pidiendo cosas?
  - Si son para los demás, funcionarán. Si son para uno mismo, a no ser que lo solicitado sea el discernimiento, la fe, la caridad o alguna virtud, entrará en lo que se conoce como magia negra y, en vez de beneficiar al que ora, le perjudicará considerablemente.
  - ¿Y eso por qué?
  - Muy sencillo: El pensamiento y el sentimiento son vibraciones. De distinta frecuencia porque el primero actúa en el Mundo del Pensamiento y el segundo en el Mundo del Deseo, que está por debajo. Pero, si se trata de un pensamiento o un deseo egoísta, esa vibración sale del que la emite y, tras recorrer un espacio en el plano correspondiente, vuelve al Cuerpo Mental o al Cuerpo de Deseos del emisor, atraída por su propio egoísmo.
  En cambio, si se trata de un pensamiento o un sentimiento altruista, totalmente desinteresado, o de devoción o amor a Dios, la vibración sale del vehículo correspondiente y perfora el techo de su plano, abriendo un agujero en él , por donde la energía espiritual se derrama inmediatamente.
  Por eso, cuanto más elevada es la vibración emitida, más arriba puede llegar y más pura es la energía que se recibe. Y cuanto mayor es la intensidad y más permanente, mayor es la cantidad recibida. Y otra cosa:
   Siempre, siempre se recibe más de lo que se emite.
  - ¡Qué maravilla! ¡Y qué claro!
  -Y ten en cuenta que esa energía beneficia, no sólo al emisor de la
vibración inicial, sino a todos los que vibran como él. La energía espiritual, pues, está siempre dispuesta para efundirse hacia abajo.   Somos los hombres los que, con nuestra ignorancia, no la utilizamos debidamente.
  Esa lluvia de energía espiritual la puede provocar cualquiera de
nosotros en cualquier momento del día o de la noche. En ese sentido, si se conociese por la gente la inmensa labor de ayuda a toda la humanidad que están, noche y día, realizando con sus oraciones todas las órdenes contemplativas, no se oirían las tonterías que se oyen, de quienes hablan sin conocer y, como dice el Evangelio, siendo ciegos, pretenden servir de guías a otros ciegos, para acabar todos en el hoyo.
  Si se supiese las inmensas cantidades de energía espiritual que han
cosechado los santos, los fundadores de religiones, los ascetas, en
beneficio de todos, la gente se asombraría. Pero, como digo, cualquiera, con sus pensamientos y sentimientos inegoístas, puede mantener abierta la puerta del cielo y, en su parte más espiritual, ascender hasta el mismo trono de Dios y contribuir a llenar el depósito que ayudará a toda la Humanidad.
  Hasta el más débil y pobre de nosotros puede así auxiliar al mundo
  - ¿Entonces, si esa efusión la podemos provocar todos, para qué los clérigos?
  - Por dos motivos principales. Primero porque cada hombre está en un nivel de evolución y alcanza un nivel determinado de vibración y, por tanto, puede evocar sólo determinada efusión.   Entre los hinduistas, por ejemplo, cada padre de familia es un sacerdote. Pero la heterogeneidad de vibraciones que ellos evocan difícilmente sería canalizable y aprovechable para toda la comunidad. Y, segundo, porque las órdenes sagradas proporcionan a los distintos clérigos el poder para extraer del depósito especial reservado para los cristianos, materias de distinta vibración, según
el poder conferido.
  - ¿Cómo es eso?
 - El depósito de que te he hablado, mejor dicho, el reservado especial para los seguidores de Cristo, posee también distintos planos: Comenzando por la parte inferior, contiene: Materia de los planos más elevados, o Primer Cielo, del Mundo del Deseo o astral; materia de la Región del pensamiento Concreto o Segundo Cielo; materia de la Región del Pensamiento Abstracto o Tercer Cielo; y hasta materia del Mundo del Espíritu de Vida en la parte superior.
  - ¿O sea, que cada uno puede extraer materia espiritual de distinto
grado?
  - Exactamente: El diácono puede extraer materia del Mundo del
Deseo y de la Región del Pensamiento Concreto que, en primer lugar le ayudará a él a mejorar y a alcanzar la disposición necesaria para la ordenación sacerdotal pero también, mediante su voluntad, puede transmitirla a otros para auxiliarles astral y mentalmente.
  El sacerdote que, debido a la ordenación, ha visto despertado
definitivamente su Ego, hasta entonces adormecido, y ostenta una
conexión directa con Cristo, puede extraer materia de la Región del
Espíritu Humano, lo cual le capacita para reorganizar el nudo creado en las corrientes descendentes de energía como consecuencia de los errores cometidos, poder que se conoce como el de "perdonar los pecados".
  Recuerda aquello de "lo que desatares en la Tierra quedará desatado en el cielo". Se refería a esos nudos que la vida fuera del sendero correcto produce en esa comunicación, impidiendo o interfiriendo el paso de la energía del Espíritu a sus vehículos inferiores. Puede asímismo el sacerdote celebrar la Eucaristía, que produce una inmensa efusión de energía, destinada a los fieles que le han sido confiados.
  Y el obispo, debido a la definitiva e intimísima relación creada entre su Espíritu y Cristo, puede extraer materia del Mundo del Espíritu de Vida, lo cual significa que ha de ser una verdadera manifestación del espíritu de Cristo, y ha de ser capaz de irradiarlo sobre quienes con él se relacionen.
  El poder espiritual que ello supone es infinitamente superior a lo que pudiera pensarse y, por supuesto, resulta de todo punto indescriptible con palabras. Pero es así. Y eso es lo que los obispos están obligados a tener en cuenta siempre, convirtiéndose en duplicados del Maestro, preguntándose en cada momento de su vida qué haría el propio Cristo en su lugar y dejando que su Yo Superior, misteriosa pero potentemente ligado a Él, le responda.
  - ¿Pero en qué consiste realmente la ordenación? ¿Qué ocurre cuando alguien recibe las órdenes sagradas?
 - Ya hemos llegado al punto en que se pueda entender perfectamente.
  Lo que ocurre es lo siguiente: Cuando se ordena a un subdiácono, el efecto oculto consiste, simplemente en la preparación para una próxima ampliación de la conexión (¿recuerdas la letra H?) entre el Espíritu Humano y el Cuerpo Mental.
  Al ordenar un diácono, que ha de ser antes subdiácono, ese delgado hilo de comunicación al que hemos asignado la letra H, se convierte ya en un amplio canal. Al mismo tiempo, el Espíritu Humano, nuestra letra G, se conecta con el correspondiente Principio de Cristo. Y, además, se despierta el Espíritu de Vida, la letra E, y se conecta levemente con el Espíritu Humano.
 - ¿O sea que con la ordenación se modifican los vehículos internos?
  - Por supuesto. Si no, ¿de dónde iban a salir los poderes para manejar las energías que se manejan?
  - ¡Claro! ¡Es asombroso!
 - Más lo es lo que sigue. Al ordenar un sacerdote, el obispo ordenante le impone las manos dos veces.
  - ¿Y qué supone una imposición de manos?
  - Una imposición de manos supone siempre una transferencia de
energía de la persona que las impone a la recipiendaria. Por eso en los países orientales está muy mal visto que nadie toque la cabeza de los demás, sobre todo de los niños, pues puede transmitirles sus vibraciones, que podrían ser nocivas.
  - ¿Y eso es verdad?
  - Por supuesto. Todo depende de lo receptivo que uno esté. Pero los niños tienen siempre muchas menos defensas.
  - ¿Pero por qué las manos transmiten energías?
 - Nuestros cuerpos, salvo el físico, tienen unos centros energéticos,
como remolinos, que transmiten la energía de uno a otro plano y que tienen una determinada localización con relación al cuerpo físico. Son lo que los orientales llaman chakras. Y, aunque en todos están abiertos, lo están, generalmente, en el grado mínimo para cumplir su misión que consiste en transmitir la fuerza proveniente de otros planos. Es una fuerza séptuple y, si bien discurre por todos los chakras, cada uno está especializado fundamentalmente en una de esas siete fuerzas o colabora en el desarrollo de una facultad. Cuando el hombre avanza en la evolución, se van abriendo más los chakras, al desarrollarse la facultad de que se trate. Hasta que todos brillan como soles en el hombre evolucionado.
  - ¿Y cuántos chacras tenemos?
  - Tenemos muchos, unos más importantes y otros menos, unos que
transportan más energía y otros que transportan menos. Pero todos lo hacen, entre el cuerpo astral y el etérico y entre éste y las glándulas de secreción interna del cuerpo físico, al tiempo que todos los del cuerpo etérico están conectados por líneas de energía etérica que cubren todo el cuerpo y lo vitalizan constantemente. Esas líneas de energía etérica, mejor dicho, los cruces de esas líneas son los puntos que la acupuntura localiza e interviene para reanudar el paso de la corriente etérica, detenida o reducida por alguna causa y que produce determinadas dolencias o carencias en la vida de quien las sufre.
  - ¿Entonces es verdad?
 - Claro que es verdad. Todo tiene una razón. Por eso la acupuntura
sirve en determinados casos. Lo que no se debe hacer es convertirla en la panacea universal.
  - Pero no me has dicho cuántos chakras tenemos.
  - Te relacionaré sólo los principales. Son siete, situados, de abajo a
arriba, el primero, en el final de la espina dorsal, entre el ano y los órganos sexuales; el segundo, en el plexo solar o epigastrio; el tercero, que es el que especializa la energía solar, en el bazo; el cuarto, en el corazón; el quinto en la glándula tiroides; el sexto en la frente, constituyendo lo que se llama el "tercer ojo"; y el séptimo, en la coronilla. Aparte de ellos que, como te he dicho, son los principales, existen otros en las plantas de los pies, en las rodillas, en las palmas de las manos, etc.
  - Pero, ¿de dónde procede esa fuerza?
  - Del segundo aspecto del Logos, es decir, del Hijo, de Cristo. Y es
realmente un rayo de Su propia vida que, a su vez, nos permite vivir. De todos modos, hay que distinguir entre los chakras.
  - ¿En qué sentido?
  - Los dos inferiores, el de la base de la espina dorsal o coxígeo, y el del bazo o esplénico, y que podríamos llamar "fisiológicos", reciben, respectivamente, la energía de la Tierra y la vitalidad proveniente del Sol; los intermedios, que podríamos denominar "personales", y que son el del epigastrio, el cardíaco y el tiroideo, se ocupan de las fuerzas que les llegan a cada uno, provenientes de la propia Personalidad, o sea, respectivamente, del astral inferior o Purgatorio, del Astral Superior o Primer Cielo y del Mental Concreto o Segundo Cielo; y, los superiores, llamados "espirituales", y que son el de la frente y el coronario, conectados con el cuerpo pituitario y con la glándula pineal, se ponen verdaderamente activos cuando se alcanza cierto nivel de desarrollo espiritual y se reciben mensajes del Triple Espíritu. Precisamente, la apertura y refulgencia de este último chakra es el origen de la aureola que se coloca, al representarlos, alrededor de la cabeza de los santos.
  - ¡Es impresionante! Pero, qué has querido decir con eso de que el del bazo especializa la energía solar?
  - Lo que he dicho. Tú sabes que los vegetales, mediante la función
clorofílica, aprovechan la energía solar, ¿no?
  - Sí, pero ¿qué tiene eso que ver?
  - Pues que nosotros también la especializamos. No la misma parte
que los vegetales precisamente, pero sí otra parte.
  - Explícate, por favor.
  - Los vegetales absorben y transforman una parte de la luz solar o,
mejor dicho, de la energía que los rayos solares transportan. Y expulsan otra parte. Pues esa parte es precisamente la que nosotros absorbemos y especializamos. Por eso la proximidad de determinados árboles, como los pinos o los eucaliptos, que expulsan mucha energía "rosa", llamada así por los clarividentes debido a su color, y que es la que nosotros absorbemos, nos sienta tan bien y nos relaja. Y el punto por donde absorbemos la luz solar es, precisamente, el chakra esplénico, el del bazo, que está siempre en
funcionamiento, desde el momento de nacer, mientras los otros se van abriendo según el grado de evolución del interesado.
  - ¿Y tan importante es eso?
  - Sin esa energía solar no podríamos vivir en absoluto. Por eso son
más frecuentes las muertes de enfermos pasada la media noche, cuando la luz solar ha perdido su fuerza. Y por eso las primeras horas de sueño, las de antes de la media noche, son las más reparadoras. Y por eso una corta siesta después de la comida de mediodía, equivale a veces a horas de sueño nocturno. Y te diré más: El cuerpo etérico o vital, que es al que pertenece ese entramado de nervios o canales de que hemos hablado antes, es una
reproducción exacta, átomo por átomo, del cuerpo físico, de modo que si se extirpa un órgano físico, desaparece también su homólogo etérico. Pero con una excepción: Si se extirpa el bazo físico, el bazo etérico continúa existiendo y funcionando normalmente, porque es absolutamente necesario para especializar la energía solar sin la cual la vida es imposible. Pero nos hemos vuelto a desviar de lo que nos estaba ocupando: Las manos del obispo.
  - Es verdad.
  - Las palmas de las manos, pues, poseen también un chakra que nos sirve para emitir energía. Y como el obispo, por medio de su consagración como tal, ha establecido una conexión directa con el propio Cristo, esa energía que recibe de Él es la que transmite, a través de los chakras de las palmas de sus manos, al ordenar un sacerdote. Y sigo con la descripción de lo que ocurre.
  - Sí. Sigue, por favor.
  - Con la primera imposición de manos del obispo, resplandecen el
Espíritu Divino, nuestra letra B, y el Espíritu de Vida, nuestra letra E; además, se abre una comunicación entre ellos, al tiempo que se intensifica la ya existente entre el Espíritu de Vida (E) y el Espíritu Humano (G); además de ensancharse el canal H, entre éste y el Cuerpo Mental - ¡Parece mentira!
  - Pero es rigurosamente cierto. Todo esto está investigadísimo por
montones de clarividentes serios y honestos. Sigamos, pues.
  - Sigamos.
  - Con la segunda imposición de manos se producen estos efectos: El principio del ordenando se enlaza con el de Cristo y se fortalece el canal H entre el Espíritu Humano (G) y el Cuerpo Mental; se intensifica la comunicación entre los tres espíritus que componen el Triple Espíritu, las letras B, E y G; y se establece una conexión entre la letra F y la letra G en el Mundo de Pensamiento Abstracto.
  - El sacerdote, pues, está claro que es un hombre distinto, ¿no?
 - Totalmente. Externamente quizás parezca el de siempre. Pero "por dentro" no cabe duda de que ha dado un salto muy considerable en su evolución y que esos despertares y esas conexiones de los distintos principios le han capacitado para manejar las energías que intervienen en todos los sacramentos. Ha recibido el Don del Espíritu Santo, ha establecido un lazo irrompible con Cristo, hasta el punto de convertirse en canal Suyo, en un instrumento preparado para ser utilizado por el Maestro.
  Tiene poder para convocar a los ángeles y que éstos distribuyan la energía por él evocada. Y, sobre todo, puede, como he dicho, administrar todos los sacramentos. Bueno, todos menos dos.
  - ¿Cuáles?
 - El de la Confirmación y el del Orden. Un sacerdote no tiene poderes para ordenar a otro hombre. Lo puede intentar pero el efecto deseado no se producirá, porque eso sólo lo puede hacer un obispo, que ha recibido, con su consagración como tal, los poderes suficientes para ello. Y, del mismo modo, una vez ordenado sacerdote, nada podrá privarle de esos poderes mientras viva, cualquiera que sea la vida que lleve y aunque pierda toda la fe. Y lo mismo ocurre con los obispos.
  - Qué gran responsabilidad, pues, el torcerse después de haber
recibido las órdenes sagradas, ¿no?
  - Si las recibió es porque las merecía. Después, el uso que haga de
ellas dependerá sólo de su evolución y de su libre albedrío, que todos debemos respetar. Lo verdaderamente triste es que los sacerdotes ignoren todo esto. Y lo ignoran sencillamente porque la iglesia lo ignora. Y todo ha quedado reducido a una ceremonia externa, muy solemne, muy hermosa, con toda la emoción y la devoción que se quiera, mas sin que se sepa qué se está haciendo, que se está consiguiendo y con qué finalidad. Pero vamos a estudiar la consagración de un obispo.
  - Veamos.
 - Por supuesto, para ser consagrado obispo es preciso ser sacerdote, naturalmente. Lo sabías, ¿no?
  - Sí.
  - En el momento de pronunciarse la fórmula de la consagración, los principios D y E se enlazan con los correspondientes de Cristo y
comienzan a brillar intensamente, y se intensifican los enlaces existentes entre F y G.
  Y, al ungir con el crisma su cabeza, brillan intensamente los
principios B y C y se establece un triple enlace entre los principios D, F y G, lo cual significa que un obispo puede actuar en el Espíritu Humano (G) y que puede, mediante su bendición, transmitir el poder del Triple Espíritu.
  En el obispo, pues, todos los principios están despiertos y refulgen como estrellas.
  - Es una verdadera maravilla.
  - Y vale la pena que todo el mundo lo sepa.
  - Quisiera aclarar una cosa.
  - ¿El qué?
  - ¿Es necesario el celibato de los clérigos?
 - Desde el punto de vista de lo que Cristo estableció, está claro que
no. Precisamente San Pedro, el designado como cabeza de los apóstoles, era casado y como tal aparece en el Evangelio. De todos modos, hay razones, externas e internas, que aconsejan el celibato.
  - Me gustaría conocerlas. ¿Cuáles son las externas?:
  - No cabe duda de que si uno es cónyuge o padre de familia, parte de sus pensamientos, de su tiempo, de sus cavilaciones, de sus ilusiones, etc. han de ir destinados legítimamente a su familia. Si es célibe, por el contrario, puede dedicar todas esas energías y ese tiempo al servicio del prójimo. Por otra parte, si es padre de familia ha de atender una serie de necesidades económicas que, de no poder hacerlo con suficiente holgura, le han de plantear nuevos problemas, ajenos a su ministerio. Eso suponiendo que su matrimonio sea modélico, cosa que nunca dependerá sólo de él.
  - ¿Y las causas internas?
 - Ocultas, sólo hay una causa: La conveniencia de reservar la energía sexual para fines altruistas y de servicio.
  - ¿Cómo? ¿Qué quieres decir con eso?
  - La energía sexual contiene la fuerza creadora, la fuerza de Dios, a cuya imagen y semejanza está hecho el espíritu del hombre. Pero esa fuerza se manifiesta, no sólo mediante el sexo, cuya exclusiva finalidad es proporcionar cuerpos aptos a los espíritus hermanos que esperan su renacimiento, sino también a través del pensamiento y de la palabra. Por eso la iglesia espera que, dada su unión íntima y directa con Cristo, y que los legos pueden proveer de cuerpos a los que los necesitan y atender sus necesidades materiales, generalmente, mejor que los clérigos, éstos, mediante la elevación de su corazón y mediante la devoción y el amor y el servicio al prójimo, transmuten la fuerza sexual en pensamientos elevados, constructivos y de ayuda y en palabras convincentes, auxiliadoras, confortadoras y generadoras de fe y de confianza en Dios y en Su obra.
  Porque la familia, la verdadera familia de un sacerdote la deben constituir las almas puestas a su cuidado.
  - Ahora comprendo la razón de la iglesia para no permitir el
matrimonio de los clérigos. Y no es, ni mucho menos, caprichosa ni
arbitraria, como se suele decir.
  - Claro que no. Lo que ocurre es que esa explicación no se conoce y, claro, no se expone y, por tanto, cuando el profano dice que no lo entiende, la iglesia se queda sin respuesta.
  El sacerdocio no es obligatorio. Es una opción libre. Por tanto, el que opta por él conociendo a qué se compromete, no tiene luego derecho a pretender tener las dos cosas. Toda elección entre dos posibilidades supone renunciar a la otra. Si no, no sería una elección.

EL BAUTISMO
   Vamos ahora a estudiar, también brevemente, el sacramento del
Bautismo.
  - Te escucho con delectación.
  - El Bautismo tiene tres objetivos principales, a saber: La apertura de los chakras superiores del cuerpo a la influencia espiritual, la represión de las tendencias negativas que se traen de otras vidas, y el dotar al neófito de una especie de ángel de la guarda.
  - ¿Y el pecado original?
  - Eso es una de las historias derivadas de errores de traducción e
interpretación de la Sagrada Escritura. No podemos ahora dedicarnos a estudiar ese tema. Te diré tan sólo que, dado que todos tenemos en nuestro pasado una serie enorme de vidas, puesto que cada encarnación o renacimiento no es sino como un día de clase en la escuela de la vida, nuestros vehículos inferiores, el físico, el etérico, el de deseos y el mental, que forman lo que se llama la Personalidad, traen al renacer determinadas tendencias, unas positivas y otras negativas. Las negativas constituyen una especie de elemental, un compendio de todo lo malo que aún conservamos,
que se denomina el Guardián del Umbral, contra el que uno ha de combatir la primera vez que pasa conscientemente del plano físico al astral, y las positivas forman otro elemental, pero positivo, resumen o compendio de todo lo bueno que hay en nosotros. Pues bien, el bautismo tiene por finalidad el frenar, el dificultar el renacimiento, durante la vida del bautizando, de ese "demonio", de esas tendencias negativas, y de favorecer la proliferación de las positivas.
  ¿A ti te parece razonable que por culpa de un hipotético Adán, todos tengamos que nacer en pecado? El pecado, que no existe porque lo único  que existe es el error, es una cosa totalmente personal e intransferible, lo mismo que la virtud o la evolución.   Nadie, absolutamente nadie tiene que responder ante las leyes de Dios, que son las leyes naturales, más que por lo que él mismo ha hecho. Y es inconcebible que se hable por un lado, de un Dios todo amor y todo justicia y, por otro, de su ofensa por el pecado y de ese pago de unos por otros. Se cae por su base. La finalidad, pues, del
bautismo es la lógica y la racional. Y la justa: Ayudarnos a evolucionar, mejorando nuestros pensamientos, palabras y obras.
  - ¿Entonces no existe el pecado?
  - El pecado supone ánimo de pecar, como el delito supone dolo. Y el hombre no pretende pecar ni, por tanto, ofender a Dios. El hombre simplemente lo que quiere es vivir y en esa tesitura, por ignorancia, vulnera una serie de leyes naturales y esa vulneración pone en marcha una serie de causas que, en su momento le acarrearán las correspondientes consecuencias en forma de enfermedades o deficiencias o problemas. Pero nunca se trata ni de que uno quiera ofender a Dios ni, menos aún de que Dios se ofenda por nuestros errores. ¿Qué clase de Dios sería ese? ¿Puede ser ese el mismo Dios que nos aconsejó o, mejor, que nos pidió perdonar siete veces siete a quien nos ofenda, el mismo Dios que entregó Su vida por nosotros? Evidentemente, no. Ese no es el Dios que Cristo vino a mostrarnos. Ese es Jehová, el Dios de Israel que, como espíritu de raza del pueblo escogido, en una determinada época de su historia, consideró conveniente aparecer como susceptible y vengador para desarrollar en su pueblo la voluntad, que tenía aún muy débil. Y por eso precisamente, aparte de otros motivos, vino Cristo. Y no se deben mezclar ambas cosas, sencillamente porque son distintas y sólo llevan a todos a la confusión y al descreimiento.
  - Es comprensible que así sea. Pero, ¿por qué se ha afirmado lo del
pecado original?
  - Eso lo podemos tratar en otro momento. Hoy centrémonos en los
Sacramentos, que ya es bastante tema. ¿Te parece?
  - De acuerdo.
  - Durante la administración del Sacramento se abren los chakras
superiores del neófito, como he dicho, o sean, el coronario, el de la frente, el de la garganta, el del corazón y el del plexo solar. Sin embargo no se toca el de la base de la espina dorsal porque encierra energías que no se deben despertar hasta llegado un avanzado estado de la evolución individual.
  - ¿Y el del bazo?
  - Ese, como te he dicho antes, está abierto desde el nacimiento y
especializando energía solar y, por razones obvias, no puede abrirse ni cerrarse.
  - ¿Pero cómo y para qué se abren?
  - Se abren mediante la señal de la cruz, que es un signo de poder. Y se abren para que penetre por ellos la energía que el sacerdote retirará del depósito de que antes hemos hablado. Luego el sacerdote hace una crucecita en el pecho del niño y otra mayor, que abarca toda la longitud del cuerpo y, a continuación, otra pequeñita en la espalda y una grande de las dimensiones del cuerpo. Con ello forma un escudo, una coraza protectora, de luz blanca, por delante y por detrás.
  - ¿Y cuándo se recibe la energía del Bautismo propiamente dicha?
  - Al verter el agua sobre la cabeza del bautizando. Pero ha de ser
agua previamente magnetizada por el sacerdote, porque el agua
magnetizada tiene la virtud de vibrar de modo que aleja las vibraciones negativas y penetra en los cuerpos etérico, de Deseos y Mental, purificándolos. Por eso el agua ha de llegar a estar en contacto con la piel y no basta que toque los cabellos. En el momento de verter el agua debe pronunciarse, necesariamente, la fórmula del Bautismo: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Con esta fórmula de poder, exactamente pronunciada, se produce una gran efusión de energía que penetra, por los chakras abiertos, hasta vivificar los tres Espíritus del neófito. Esa misma energía vivifica una forma mental, que incorporará todo lo positivo que hay en el niño y se constituirá en una especie de Ángel de la Guarda durante la infancia. A continuación, utilizando el crisma, que es una mezcla de aceite y bálsamo que consagran los obispos el Jueves Santo y que se usa en el Bautismo, en la Confirmación, en la ordenación de sacerdotes, en la consagración de obispos y en la Extrema Unción, el sacerdote cierra los chakras para que esa energía recibida no escape y quede allí como una fuerza viva y vaya irradiando lentamente a todos los que con él convivan. Se hace, además, una cruz especial, con el crisma, en la coronilla.
  - ¿Por qué?
 - Porque cada vez que nos dormimos, los vehículos inferiores salen
del cuerpo físico precisamente por el chakra coronario; y por él se
incorporan al cuerpo cuando nos despertamos; y por él salen definitivamente al morirnos. Por eso a ese punto se le denominaba tradicionalmente la "puertavía". Esta unción con el crisma construye precisamente en ese chakra una especie de cedazo que filtra las vibraciones excesivamente negativas.
  - ¿Cómo funciona eso?
  - Muy sencillamente: Si durante el día uno ha caído en vibraciones de tipo iracundo o lujurioso o de odio o envidia o similares, que no llegan a determinado nivel de vibración (porque, recuerda que cuanto más intensa nos parece aquí abajo una pasión, más lentamente vibra desde el punto de vista espiritual, y viceversa), no pueden atravesar esa malla e incorporarse a los vehículos inferiores. Y si ello ha ocurrido durante el sueño, porque uno ha estado en contacto con los estratos inferiores del astral, serán igualmente rechazadas, al reincorporarse uno al cuerpo, las vibraciones más groseras.
  - ¿Con ello termina la parte interna del Bautismo?
  - No. Aún hace el sacerdote una cruz, persignando la frente del
bautizado con el santo crisma para señalarlo "con el signo de la cruz".
  - ¿Y eso qué significado tiene?
 - Es como una marca, indeleble, que indica que esa persona pertenece a la iglesia de Cristo. Esa cruz permanece toda la vida en la frente del cuerpo etérico del bautizado, significando que está dedicado al servicio de Cristo y, por tanto, de sus hermanos. Es, realmente, la marca del cristiano.
  Y por eso la iglesia dice que el Bautismo es uno de los sacramentos que "imprimen carácter".
  - ¿Cuáles son los otros?
  - La Confirmación y el Orden. Los tres realizan modificaciones
definitivas y permanentes en la estructura interna de quien los recibe.
  - ¿Y por qué se nos aconseja bautizarnos de niños?
 - Muy sencillo. Porque, como te he dicho, todos traemos tendencias y vibraciones negativas de otras vidas. Si uno se bautiza, esas vibraciones se mantienen a raya. Pero si no ocurre así y el niño muere sin bautizar, esas vibraciones pueden conducirle a la zona inferior del astral, lo que la iglesia llama el infierno y los esoteristas el purgatorio, y allí puede proliferar el mal y perjudicar gravemente su evolución. Por eso se bautiza a los niños, sobre todo si hay peligro de muerte.
  - ¿Y qué pasa con el Bautismo administrado por un no sacerdote?
  - Si lo administra un diácono, como tiene recibidos poderes para
extraer materia espiritual de la porción astral del depósito, produce algún efecto beneficioso. Pero como no ha realizado su conexión directa con Cristo, esos efectos no son los que obtiene el sacerdote. Si lo administra un seglar, el efecto es menor. De todos modos, si pronuncia las palabras sacramentales con la firme decisión de bautizar, estimula los propios aspectos de su Espíritu Trino, es decir, el Espíritu Divino, la intuición y la inteligencia, y hace vibrar también los del infante.
  No quisiera terminar sin decirte que el Bautismo puede ser administrado hasta por un no bautizado. Sólo se exige el derramar agua pura sobre la cabeza y el pronunciar la fórmula sacramental citada, al tiempo que se tiene el firme deseo de bautizar al interesado. Pero esto sólo es aconsejable en casos especiales. Lo conveniente es que el Bautismo lo administre un sacerdote y, si es posible, que sepa lo que está haciendo y que lo haga con devoción.

LA CONFIRMACIÓN 
     - Vamos a estudiar ahora el Sacramento de la confirmación que, como su nombre indica, ratifica la pertenencia del confirmando a la iglesia de Cristo.
    - ¿Es aconsejable la Confirmación? 
   - Por supuesto. Lo que no es, es necesario o imprescindible para recibir los otros Sacramentos. Pero, tú piensa un poco: Si el propio Cristo en persona lo ha establecido como una ayuda gratuita, fruto exclusivo de Su amor por nosotros y que Él considera conveniente, ¿crees acertado prescindir de ella?
   - No, claro. Sería una insensatez.
  - De todos modos, cada uno es libre de actuar como crea que debe hacerlo. Bien, vamos allá. 
   - ¿Y por qué se administra a los niños y no a los adultos?
  - Porque su principal finalidad estriba en fortalecer los lazos, las conexiones entre el Triple Espíritu y sus vehículos inferiores, en el momento en que el niño está a punto de llegar a la pubertad. 
  - ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? 
  - Así como el cuerpo físico todos sabemos que tiene un período de gestación de nueve meses, el Cuerpo Etérico lo tiene de siete años, el Cuerpo de Deseos, de catorce, y el Cuerpo Mental, de veintiuno. Alrededor de los catorce años, pues, nace el Cuerpo de Deseos y con él llega la pubertad. Y la pubertad es la época más difícil de la vida.
   - ¿Por qué? 
  - Muy sencillo. Porque el niño, emancipado psicológicamente de sus padres, ya es él, se siente diferente y comienza a querer tomar y a tomar realmente decisiones, y sus deseos y emociones y sentimientos, recién nacidos, alcanzan, a veces, niveles y direcciones no aconsejables. Pero, como la mente aún no ha nacido, no es capaz de usarla y, por tanto, ni de discernir por su cuenta lo conveniente de lo que no lo es tanto, ni de seguir los consejos o razonamientos de sus mayores que sí tienen mente y la suelen usar. De ahí el peligro de la pubertad: Nos dominan los deseos y nadie los frena. 
  - Ya lo comprendo. Y es cierto. El adolescente no suele seguir más que sus propios deseos y no suele admitir demasiados razonamientos sobre su conducta.
   - Exacto. Pues eso es lo que trata de mitigar la Confirmación.
   - Entonces es algo muy interesante. 
  - Y muy conveniente. Ten en cuenta que la estableció el mismo Dios que nos creó y que, por ello, nos conoce perfectamente. Hasta mejor que nosotros mismos. Por eso resulta tristísimo que la iglesia, ignorando todo esto, exija una preparación teórica a los confirmandos, a veces exhaustiva, y siempre molesta por el tiempo que exige y que a veces va contra la dinámica familiar y, por esa causa tan fútil, queden sin confirmar muchísimos niños a los que esa "inyección" espiritual les haría mucho bien. 
  - Es cierto. ¿Y cómo funciona la Confirmación? 
  - En principio, te diré que sólo puede administrar este Sacramento el obispo, lo cual ya te da idea de la potencia de la energía que confiere. Y que es uno de los tres Sacramentos que "imprimen carácter", es decir, que no se pueden recibir dos veces, porque su efecto dura toda la vida.
   - Sí, lo sé.
  - Te añadiré que la parte principal de este Sacramento consiste, primero en una imposición de manos por el obispo. 
   - ¿Y qué ocurre con ella? 
  - Como el obispo, en el momento de ser consagrado como tal, estableció con Cristo un estrechísimo lazo, al impetrar la efusión de energía, recibe e infunde a su través la propia del Espíritu Santo, la misma que los apóstoles recibieron la noche de Pentecostés. Esa energía llega al Cuerpo de Deseos, al Cuerpo Mental y al Espíritu Humano, alcanzando aún al Espíritu de Vida y hasta al Espíritu Divino. Impregna, pues, el Triple Espíritu, procedente de abajo.
   - ¿Y en qué más consiste?
  - En la segunda parte el obispo unge con una cruz la frente del confirmando, mediante el santo crisma, al tiempo que dice: "Recibe por esta señal al Espíritu Santo". Esto produce la efusión de energía principal que, actuando esta vez de arriba a abajo, revitaliza de nuevo el Triple Espíritu y luego, descendiendo, los vehículos inferiores, de modo que fortalece definitivamente la conexión entre ambos. 

LA PENITENCIA 
   Vamos a hablar ahora del Sacramento de la Penitencia.
   - Este Sacramento está cayendo en desuso, ¿no?
 - Quizá. Pero porque es un sacramento mal explicado y, consecuentemente, mal entendido. 
  - ¿Por qué mal explicado? 
 - Porque parte de la base de que Dios está ofendido, como enfadado por nuestros pecados y entonces nosotros hemos de pedirle perdón y luego pagar con una penitencia la deuda contraída, y sólo así Dios se calma, olvida su malhumor y todo vuelve a su cauce. Y no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que esa es la concepción del Dios del Antiguo Testamento, a lo largo de todo el cual, campea la conveniencia y aún la necesidad del "temor de Dios". 
   - ¿Y no es así? 
  - ¿En qué pasaje de la vida de Cristo se insinúa siquiera que Dios se ofende y que hay que desagraviarle? ¿Cómo es posible atribuir a Dios las veleidades humanas de una forma tan infantil, o mejor, tan primitiva? Dios es nuestro Padre, el que nos ha hecho como somos, formamos parte de Él, y cuando erramos, no se enfada, ni coge ningún berrinche, sino que sonríe con comprensión, nos tiende la mano y nos ayuda y nos envía todo Su amor y su compasión y su fuerza, para que no volvamos a caer en el error. Ese es el Dios que, en nuestro fuero interno, todos deseamos y sabemos que existe. Pero el problema viene de más lejos. 
   - ¿De dónde viene? 
  - De la doctrina de que sólo vivimos una vida en la Tierra, cosa que no figura en ningún lugar del Nuevo Testamento. ¿Cómo es posible aceptar que un Dios que merezca tal nombre, o sea, infinitamente más inteligente y bueno y justo que el más perfecto de los hombres, pretenda que quien ha nacido pobre, porque precisamente Dios lo ha querido así, y ha tenido una vida de desgracias porque precisamente Dios lo ha querido así, y se ha desenvuelto en un medio, no elegido por él, de vicio y podredumbre, muera sin haberse arrepentido de sus errores y se condene por ello para siempre; y que, quien, tras una vida en la opulencia, porque Dios lo ha querido, con todo a su favor, porque Dios lo ha querido, pero dedicada a la crápula, se confiese in articulo mortis, tenga asegurado el cielo para toda la eternidad? Realmente, resulta increíble que se pueda defender una cosa así. Y esa es la causa de que este Sacramento esté cayendo en desuso y que los que lo usan, en general, no lo hagan de modo del todo correcto. 
  - ¿Pero cómo es entonces este asunto? ¿Qué hay, de verdad, detrás de este Sacramento? 
  - Para entenderlo hay que comprender antes que somos espíritus en evolución, partecitas emanadas de y en Dios, que han de desarrollar la autoconsciencia y todas las facultades divinas, que poseen en potencia. Y para eso han de evolucionar, es decir, han de despertar y de crecer. Y para eso emiten a los mundos inferiores una serie de instrumentos o vehículos o cuerpos, con los cuales van viviendo vidas y asimilando las enseñanzas de las mismas, que son las que van haciéndoles despertar y desarrollar esas potencialidades. Y hay que comprender que ese proceso evolutivo no puede tener lugar en el espacio de una vida de sesenta, setenta u ochenta años.
   - Esto parece más lógico.
   - Y lo es. Durante esas vidas, lo único que nos hace aprender son los errores que cometemos porque, al infringir la voluntad de Dios, plasmada en las leyes naturales que gobiernan cualquier aspecto de la Creación, al pecar, como dice la iglesia, ponemos en marcha, según esas leyes, una causa que, un día u otro, volverá a nosotros haciéndonos experimentar el daño que con aquel error causamos a otros. Tras cada muerte en este mundo, recibimos, pues, en los mundos superiores, los efectos de nuestra actuación, unos buenos y otros malos, de modo que el espíritu va así aprendiendo y, por tanto, evolucionando.
   - Sigue siendo muy lógico.
   - Y, para que podamos recibir tras la muerte las consecuencias y, por tanto, las lecciones, que se derivan de nuestra última encarnación, es preciso que toda esa vida se conserve de algún modo, y eso se consigue mediante la grabación de cada instante de nuestra existencia en lo que se llama el átomo-simiente del cuerpo físico. 
  - Sigue pareciéndome racional y lógico. 
  - Y, como las leyes naturales lo que pretenden no es castigarnos, sino enseñarnos, ya que son expresión de la voluntad de nuestro Padre, si una vez cometido un error, nos damos cuenta del daño que hemos hecho y nos arrepentimos sinceramente y restituimos lo que hayamos perjudicado y nos proponemos firmemente no reincidir, eso quiere decir que hemos aprendido la lección; por tanto no tendremos necesidad de aprenderla en la vida post mortem y, consecuentemente, quedará borrado ese error del átomo-simiente. De modo que cuando, tras la muerte, llegue, en el repaso de nuestra vida, el momento en que cometimos ese error, no aparecerá, porque ya estará corregido, es decir "perdonado". 
   - ¡Es perfecto! Y racional e inteligible.
   - Y es la realidad, miles de veces investigada clarividentemente.
   - ¿Entonces no hace falta confesarse con un sacerdote? 
  - La confesión ante un sacerdote, como dice la misma iglesia, no es efectiva si no hay arrepentimiento sincero, restitución y propósito de enmienda. Lo que perdona los pecado, pues, no es la absolución, sino la concurrencia de esas tres condiciones.
  - ¿Entonces?
 - Tiene una explicación, de todos modos, la intervención del sacerdote. 
  - ¿Cuál? 
 - Verás. Lo que Cristo dijo, según la iglesia, para instituir el Sacramento, fue: "Lo que desatares en la tierra quedará desatado en el cielo". No habló de "perdonar", sino de "desatar". Y eso tiene una justificación oculta perfectamente lógica y clara.
  - Expónmela, pues, por favor. 
  - Claro. Te he dicho que la voluntad de Dios se manifiesta a través de las leyes naturales, que lo rigen todo. Pues bien, la ley clave, a los efectos de nuestra evolución, es la enunciada por el mismo Cristo: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Todo lo que no se ajuste a esta ley es lo que la iglesia llama pecado.
   - ¿El pecado es, pues, sólo una infracción? 
  - Exacto. Ten en cuenta que el hombre sólo puede infringir esta ley por tres motivos. 
  - ¿Cuáles? 
  - El primero, la ignorancia, si no ha sido debidamente instruido o no está lo suficientemente evolucionado. A un jíbaro, reductor de cabezas, no se le puede pedir, de repente, que ame a su prójimo como a sí mismo.  
   - Claro. ¿Y el segundo?
  - El segundo es la negligencia. Junto con el anterior, es el más corriente. El hombre ve distraída su atención muy frecuentemente, por las cosas del mundo: Dinero, poder, fama, influencia, etc. Pero no obra así por infringir la ley ni por hacer daño. Generalmente el daño es una consecuencia no deseada pero inevitable de su elección. 
  - ¿Y el tercero? 
  - Éste ya es más grave. Es la magia negra. En ella hay verdadero propósito de hacer daño, de infringir la ley. El ejemplo más gráfico y conocido es el de los genocidios nazis. Pero, aunque desgraciadamente se dan cosas así con más frecuencia de la que fuera de desear, los autores son un porcentaje mínimo de la oleada de vida humana. 
  - Pero, ¿qué ocurre cuando pecamos y cuando se nos absuelve ese pecado? 
  - El pecado, como te he dicho, es una salida de la línea debida, una "transgresión" que sustituye a una "progresión", que es lo deseado. Bien entendido que esa línea o, mejor, la energía divina que la atraviesa, nos empuja permanentemente hacia adelante y hacia arriba. Recuerda que una de las mejores definiciones de Dios es la que dice sencillamente que "Dios es presión". 
   - Es una buena definición. 
  - Y muy profunda. Pues bien, cuando erramos, cuando pecamos, producimos una especie de "retorcimiento" o de recodo o, incluso, de nudo, en las líneas que comunican el Cuerpo etérico con el Astral y éste con el Mental, de modo que esa anomalía dificulta la libre circulación de la energía divina evolutiva que permanentemente estamos recibiendo y nos empuja, como te he dicho, hacia arriba y hacia delante. Consecuentemente,  esa tendencia, acorde con la ley natural, cede, se debilita y el hombre queda desvalido y a merced de las fuerzas que en otros sentidos lo atraen. 
   - ¿Y ese retorcimiento cómo se arregla? 
   - Por supuesto, la fuerza constante proveniente de Dios, de que te he hablado, con el tiempo, es capaz de restablecer la situación, pero entretanto el hombre víctima de ese retorcimiento a causa de sus malos pensamientos, palabras u obras, queda más o menos indefenso. Para esos casos, pues, Cristo estableció la absolución.
  - ¿Así que la absolución restaura las comunicaciones? 
  - Por supuesto. Para eso es. El sacerdote, al ser ordenado, recibió poder para restaurar esos retorcimientos y desatar esos nudos, restableciendo la comunicación. A eso se refería Cristo cuando hablaba de "desatar" y no de "perdonar". La finalidad del Sacramento, pues, es ésta y, consecuentemente, la de desechar la actitud mental que nos aparta de Dios y sustituirla por otra abierta y receptiva para que pueda penetrar Su luz. 
  - Está clarísimo. Pero entonces es preciso ir a confesarse cada vez que producimos un retorcimiento, ¿no? - Si se desea, claro. Pero ya te he dicho que el pecado queda borrado con el arrepentimiento, la restitución y el propósito de enmienda. En cuanto al retorcimiento, se corrige con la fórmula de la absolución pronunciada por un sacerdote. 
    - ¿Entonces? 
  - Que Cristo, con el fin de que los fieles que asisten a las celebraciones de la iglesia pudiesen hacerlo en la mejor disposición, estableció al comenzar, y especialmente en la misa, la fórmula de la absolución. Con lo cual, si uno reúne los tres requisitos citados y recibe la absolución al comenzar la misa o cualquier otro oficio que la contenga, quedarán restauradas las comunicaciones entre sus Espíritus y sus vehículos inferiores. Por otra parte, si ya te he dicho que la presión normal y permanente de la fuerza divina puede desenredar o desembozar las  comunicaciones, lógicamente, si ese hombre, además, eleva sus pensamientos y su corazón a Dios, Éste responderá inmediatamente con una efusión de energía proporcionada y el efecto será el mismo que el que se hubiera podido obtener con la absolución sacerdotal. La única diferencia con la confesión personal estriba en que, si el sacerdote conoce los pecados, podrá enfocar la energía que con sus poderes evoca, directamente en ese punto y podrá, además dar unos consejos ad hoc al penitente. Por otra parte, el sacerdote no tiene ningún interés en conocer esos pecados e, incluso tiene obligación de guardar el "sigilo sacramental" aún a costa de su propia vida. Y más de un sacerdote la ha perdido por negarse a violarlo.

 EL MATRIMONIO 
    ¿Y qué me dices del Sacramento de Matrimonio? 
   - Que es muy hermoso, aunque mal expuesto y mal comprendido.    - ¿Por qué? 
   - Como siempre, porque no se conoce lo que hay detrás, su parte oculta, y por eso no se ha explicado.
    - Pero, ¿qué parte oculta tiene el matrimonio? 
   - ¿A ti qué te parece? Si los hombres constituimos una oleada de vida que va evolucionando a base de renacer miles de veces, y cada vez necesitamos un cuerpo físico, y la única manera de obtenerlo es la que tú sabes, ¿cuál te parece que ha de ser la finalidad del matrimonio? 
  - Está claro: La de proporcionar cuerpos físicos a los espíritus evolucionantes. 
   - Y, si cada uno de nosotros, antes de comenzar el descenso a la vida, desde los mundos superiores, elegimos uno, entre varios proyectos de vida que se nos someten, porque queremos hacer aquí una serie de cosas y para eso necesitamos un ambiente determinado y un cuerpo capaz expresar unas definidas facultades, y en ese proyecto de vida están previstos unos padres  que reúnen esos requisitos, ¿te parece que el matrimonio es algo para tomarlo a la ligera, una especie, como se dice, de contrato que se rompe cuando no nos conviene? 
    - No. Por supuesto. Supone una enorme responsabilidad el que un espíritu, un hermano, nos haya escogido para que le proporcionemos un cuerpo físico de unas características determinadas, y lo queramos, y lo alimentemos, y lo eduquemos, y seamos sus protectores. 
    - Porque, ordinariamente, sólo se ve en un hijo la parte externa, es decir, un bebé más o menos hermoso y más o menos llorón o tragón, un ser desvalido que nos viene, no sabemos cómo, que es nuestro y que, tampoco sabemos por qué, lo queremos por encima de todo y nos hace capaces de hacer por él los mayores sacrificios. Eso, la mayoría. Pero también hay quienes piensan que un hijo es una lata, una molestia, una carga, algo que va a condicionar y a limitar sus vidas, sin saber que las va a completar en un grado que ni siquiera pueden imaginar. Y aún hay quienes, ante esa visión ciega de las cosas, deciden luchar contra ese ser no deseado y lo matan antes de verlo. ¿Qué te parece, cuando sabes que ese ser te escogió a ti, precisamente a ti y, lo que es más grave, que tu Yo Superior, es decir, tú mismo, tu propio Espíritu, dio su conformidad a esa ayuda? 
    - Me parece monstruoso. 
  - ¿Te extrañará que el Espíritu Superior, defraudado ante ese fracaso de su Personalidad, corte su contacto con ella y quede ésta a merced de los instintos más bajos, cayendo por un plano inclinado y retrocediendo en su evolución entre sufrimientos, desgracias, enfermedades y problemas, consecuencia directa, precisamente, de sus desviaciones? 
   - En absoluto. Y comprendo lo que me dices porque hay muchas parejas en ese caso y realmente, aunque disimulen, ya nunca más se sienten felices. 
    - Yo te puedo asegurar que no hay ni una sola mujer que haya abortado voluntariamente y que no sea víctima, con mucha frecuencia, de pesadillas durante el sueño, pesadillas que obedecen, sencillamente, al odio y el rencor y la petición de explicaciones que el frustrado hijo siente y pide desde el Mundo del Deseo en que se encuentra y al que vamos todos durante el sueño.
     - Lo creo. Y es impresionante.
   - Porque no hemos de ver en el hijo sólo a ese bebé rosado e inocente. Hemos de darnos cuenta de que se trata de un espíritu con millones de años de edad y miles de vidas a sus espaldas, que viene a desarrollar su personalidad y a llevar a cabo una serie de cosas y a vivir una serie de experiencias, unas agradables y otras no y, a través de ellas, a aprender una serie de lecciones que condicionarán su evolución como espíritu pero que, al principio de su vida, necesita de nosotros dos cosas: Un cuerpo físico y amor. Exactamente lo que nosotros recibimos de nuestros padres cuando vinimos a este mundo. 
  - Eso es un matrimonio desconocido. Lo cambia todo. Conociendo esto, todos los esquemas tradicionales se caen por su base. 
   - Pues eso es lo que de verdad hay tras el matrimonio y, como es algo muy, pero que muy serio para nuestra evolución, la de los padres y la de los hijos, y puede tropezar con muchos escollos de todo tipo, Cristo salió al paso de ellos e instituyó el Sacramento como una ayuda excelente a los contrayentes para que puedan, juntos, llevar a puerto esta maravillosa labor de servicio desinteresado a los hermanos que necesitan y desean renacer y nos escogen porque confían en nosotros.
   - Verdaderamente, visto así, resulta sublime. 
  - El matrimonio es maravilloso desde todos los puntos de vista. Supone la unión de un hombre y una mujer, de por vida, para ayudarse mutuamente en la evolución. 
   - ¿Ayudarse? 
  - Por supuesto. En ese proyecto de vida que elegimos antes de nacer, también está incluido el cónyuge. Y, como tal, escogemos a alguien que  nos pueda proporcionar lo que nos conviene y al que podamos corresponder del mismo modo. Casi siempre por razones kármicas. 
   - Esto último no lo entiendo.
   - Tú sabes que, a lo largo de todas esas vidas que hemos de vivir mientras evolucionamos, estamos sometidos a las leyes naturales, como lo está toda la Creación, ¿no? 
   - Sí, claro.
  - Pues una de esas leyes es la llamada Ley de Retribución o del Karma, que hace que recaiga sobre nosotros, en esta vida o en otra posterior, todo el bien y todo el mal que hacemos a los demás. Es decir, que nos obliga a pagar lo que debemos y a cobrar lo que nos deben, con el fin de que nuestro Espíritu aprenda así lo que debe y lo que no debe hacer. 
    - Eso lo sabía también. 
    - Pues bien, ¿con quién piensas tú que se contraerán más deudas y más créditos? ¿Con los que tratamos más o con los desconocidos?
   - Lógicamente, con los primeros. 
   - ¿Y quienes son las personas con las que más y más íntimamente tratamos?
   - Nuestros parientes más próximos. 
  - ¿Entonces? 
 - ¡Claro! Será con ellos con quienes tenemos más deudas contraídas. Es lógico.
  - Luego, tanto en el matrimonio como en la paternidad y en la filiación, hay una carga kármica importante y, a veces, prácticamente total. 
  - ¿Y cómo funciona eso? 
 - De la manera más lógica. En la naturaleza no hay nada ni incomprensible ni ilógico. Te podré unos ejemplos y lo comprenderás. 
  - Vamos a ver. 
  - Imagina que tú, y perdona que te ponga como protagonista pero así lo vivirás más intensamente, imagina que tú eres padre de un niño. Un niño  "no deseado por ti" y, en consecuencia, no te portas bien con él: No lo alimentas en la medida de tus medios, no le facilitas la educación y la formación adecuada, lo maltratas, y tu hijo, por culpa tuya, lleva una vida triste y muere joven y enfermo sin poder llevar a cabo lo que le hizo renacer. ¿Qué crees que él, según la ley de Retribución, tendrá derecho a recibir de ti?
  - Hombre, en ese caso está claro: Amor, asistencia, dedicación, medios... 
   - ¿Y tú qué deberás a ese Espíritu que era tu hijo? 
   - Lo mismo.
   - Y si tú te mueres y pasas por los distintos mundos superiores y en ellos te das cuenta del daño que has hecho y te propones pagar esa deuda, ¿a qué espíritu te parecerá más lógico pagarla que a ese mismo espíritu que fue tu hijo? 
    - Es lógico. Si, desearé pagarle a él. 
   - Pero él entonces, a lo mejor, nace, esta vez como mujer, antes que tú y eres tú el que llegas como hijo suyo.
   - ¿Entonces qué ocurrirá? 
   - Entonces serás un hijo, que los hay, preocupado toda la vida por que su madre no carezca de nada. Tú no sabrás por qué lo haces. Te nacerá de dentro y lo harás y haciéndolo te sentirás feliz. Pero tu Yo Superior sí que lo sabrá y estará satisfecho de pagar esa deuda y de haber aprendido esa lección. 
    - ¿Y mi madre? 
   - Tu madre en esta encarnación, que era tu hijo en la anterior, considerará normales tus cuidados e incluso se considerará con derecho a ellos y a que sacrifiques tu vida en aras de su comodidad.     - Está clarísimo. 
     - ¿Quieres que te ponga otro ejemplo?
    - No me hace falta. Con éste ya tengo suficiente para imaginar todas las otras situaciones que se dan en el entorno familiar y comprenderlas perfectamente. Lo que me lleva a la conclusión de que, prácticamente, en este campo siempre estamos haciendo lo que queríamos hacer. 
   - Exactamente. Pero, como seres libres que somos, también podemos fallar y, a pesar del propósito del Yo Superior cuando preparaba la encarnación, no cumplir lo previsto, en cuyo caso habremos creado nuevo karma y habremos retrocedido en nuestra propia evolución. Imagina que en ese papel de hijo, tú te hubieras despreocupado de tu madre. ¿No hubieras añadido nuevas deudas a tu cuenta corriente? 
   - Por supuesto. Lo que ocurre es que, sabiendo todo esto, la vida toda cobra un sentido que no tenía. Porque resulta que todos venimos al mundo a hacer algo determinado, es decir, con intenciones concretas y con cosas que pagar y que cobrar.
   - ¿Comprendes ahora el por qué de los problemas conyugales y las causas del hijo no deseado?
    - No del todo.
   - Si tu Personalidad no está aún lo suficientemente evolucionada y sabe que tu cónyuge de hoy, en una vida anterior fue causa de su desgracia o incluso de su muerte, ¿no sentirá hacia él una aversión que no sabrá explicar, pero que será superior a sus fuerzas y que producirá continuas desavenencias? 
   - Claro. 
  - ¿Y si sabe que ese hijo no deseado es aquel espíritu al que maltrató injustamente y que viene a cobrar su crédito en forma de sacrificios y entrega y limitaciones por su parte?:
    - Está clarísimo.
  - ¿Y qué conclusión sacas de todo esto? . Muy sencilla y esclarecedora: Que cuando hay problemas entre los cónyuges o con los hijos, en lugar de evitarlos, lo que hay que hacer es afrontarlos con valentía y, sobre todo, con amor, sabiendo que con ello estamos pagando una deuda, ayudando al otro a pagarla o a cobrarla y, en todo caso, evolucionando todos y evitando tener que renacer otra vez, con más deuda, más desgracias y más problemas, hasta que hayamos aprendido la lección. ¿No es así? 
   - Perfecto. Lo has visto con toda claridad. O sea que, tanto el cónyuge como los hijos son importantísimos para nuestra propia evolución. Son, como se suele decir, verdaderos maestros para nosotros y nos enseñan lecciones de convivencia y, por tanto, de vida y, fundamentalmente, de amor, que es la nota-clave del universo. Un hijo, pues, es un ser al que hay que tener mucho amor, pero también mucho respeto y permitirle que desarrolle su personalidad. 
   - Por cierto, ¿qué parte ponen los padres en ella?
   - En el cuerpo físico ponen los genes. El hijo tendrá que soportar parecerse a sus padres y tener las limitaciones físicas y sensoriales que necesariamente le toquen por ser transmisibles aunque, como comprenderás, también aquí interviene la Ley del Karma ajustado casos concretos. Pero con el cuerpo y con la nutrición y con la educación y la preparación para la vida termina la labor de los padres. Luego el hijo, que trae su propio Espíritu consigo, con un determinado grado de evolución y un determinado grado de comunicación con su Personalidad aquí abajo, ha de tomar las riendas de su vida y hacer lo que vino a hacer, les plazca o no a los padres, que deben saber retirarse a tiempo. Fíjate cómo los pájaros, que se matan por alimentar a sus polluelos mientras lo son, apenas les crecen las alas y pueden volar, los expulsan del nido para que se realicen ellos y saquen lo que tienen dentro. La labor de los padres ha terminado. Nosotros, como humanos, no sólo por razones kármicas sino también por amor, continuaremos nuestra relación afectiva y de ayuda con los hijos, pero su vida es suya. - ¿Entonces los padres no influyen en el carácter de los hijos? 498 - Genéticamente, no Las únicas lecciones que los padres pueden y deben dar a sus hijos con visos de efectividad son los buenos consejos y los buenos ejemplos. Sobre todo éstos últimos. Los hijos tienden a idealizar a los padres y si éstos son consecuentes en su vida con los consejos que imparten a sus hijos, éstos incorporarán unos y otros a sus propias vidas, debiendo ese aprendizaje precisamente a sus padres. Pero lo que el hijo trae al nacer es exclusivo y ahí los padres no pueden modificar prácticamente nada. ¿Tú no te has dado cuenta de que, aunque una familia tenga muchos hijos y todos hayan recibido el mismo amor y la misma educación y hayan tenido el mismo entorno, no resultan dos hermanos iguales e, incluso, los hay completamente opuestos, y surgen el dadivoso y el tacaño, el introvertido y el extrovertido, el arisco y el mimoso? ¿Por qué crees que será?: 
  - Lógico. Porque cada uno es distinto. 
 - Exacto. Cada uno tiene tras de sí una serie de vidas y de experiencias sólo suyas, y ha pertenecido a una serie de familias distintas y ha desarrollado distintas facultades en distintos lugares y circunstancias, y ese conjunto no se da en nadie más, ni siquiera en sus propios hermanos. 
   - Está clarísimo. 
  - A veces ocurre, sobre todo en los artistas que, cuando eligen su plan de vida, necesitan unos padres que les proporcionen cuerpos con alguna particularidad y, si quieren ser músicos, los eligen entre los que son músicos y tienen muy desarrollado el oído y ese desarrollo lo pueden transmitir en sus genes. Y si son pintores, buscarán unos ojos capaces de captar matices que la generalidad de los hombres no ven. Y así en todos los casos. 
  - Pero, ¿no se dice que uno es lo que las estrellas marcan al nacer? 
   - Uno es lo que las estrellas marcan al nacer, en determinado lugar y hora. Pero eso no funciona como generalmente se entiende. Se suele decir: Yo soy así porque nací tal día a tal hora en tal lugar. Pero la realidad es que  yo nací tal día a tal hora y en tal lugar porque tenía que ser así. ¿Comprendido? 
  - Clarísimo. Y es todo maravillosamente aclaratorio y lógico y comprensible. 
   - Como te he dicho, la vida siempre ha sido maravillosa. Sólo la ignorancia la hace incomprensible y fea.
  - Se me ocurren una serie de preguntas y no sé por dónde empezar. 
   - Bueno, trata de elegir una. 
  - Allá va. Yo, por ejemplo, si soy hombre, ¿naceré siempre como hombre?
   - No. La regla general es que en cada encarnación alternemos los sexos, aunque hay excepciones por razones kármicas.
  - ¿Y por qué esa alternancia? 
  - Para adquirir cuanta más experiencia mejor. Y no cabe duda de que si una vez somos hombre y la siguiente mujer, adquiriremos más comprensión y más experiencia que si siempre aparecemos aquí bajo el mismo sexo, ¿no?
   - Claro. Sigue siendo lógico. 
  - Ten en cuenta que el Espíritu no es macho ni hembra. El Espíritu es bisexual. Posee los dos sexos, que no son sino la manifestación de las dos polaridades, por tanto imperfectas y que, al unirse, dan lugar a la totalidad, a la perfección. Pero como en este mundo sólo podemos expresar una de las polaridades, necesitamos el concurso de la otra para poder producir el fruto. Por eso la conveniencia de la alternancia de sexos.
   - Entonces, si es así, se comprende la sinrazón tanto del machismo como del feminismo, ¿no? 
  - Piensa un poco en la Ley del Karma y sacarás tus propias conclusiones.
   - Es verdad. Otra pregunta: ¿Qué pasa con el Sacramento? 
  - Sí, vamos a estudiarlo concretamente por dentro. Desde el punto de vista oculto, este Sacramento abre una hacia otra las naturalezas de los contrayentes en los niveles astral y mental y traza luego en torno a ellos una especie de anillo que los aísla del resto del mundo. Y pretende que la acción recíproca active la vida interna de ambos, que vivan en perpetuo amor y que aprovechen el honor de proporcionar cuerpos adecuados a quienes desean ser sus hijos.
   - Estoy pensando, entonces ¿está limitado el número de hijos o no? 
   - Nadie tiene más hijos de los que ha aceptado su Yo Superior. Es un error creer que, si no se ponen obstáculos a la fecundación, van a llegar hijos sin fin. Sólo la ignorancia total sobre cómo funcionan las cosas ha hecho que se llegue a esas prácticas que no hacen sino aumentar terriblemente la deuda kármica de quienes las siguen. Pero vamos a la ceremonia. 
  - Espera, por favor. ¿No hay excepciones en esto de los hijos?
  - Claro. Siempre hay excepciones y siempre por razones kármicas. Verás: Cuando el Yo Superior está lo suficientemente despierto en el momento de elegir su proyecto de vida, y en ese momento suele estarlo más que durante el resto de la vida en las personas medias, comprende lo que ha hecho y lo que debe y lo que quiere hacer. Pero cuando se trata de Espíritus aún muy atrasados, prácticamente incapaces de discernir, ni siquiera en ese momento trascendental, qué es lo que les conviene, entonces son las Jerarquías que rigen nuestra evolución como oleada de vida las que les asignan la que más les va a convenir para no retroceder en su evolución. Y como, precisamente, las personas cuyos Espíritus Superiores están más adormecidos son las que aquí ocupan los estratos menos formados espiritualmente, es frecuente que, por razones kármicas, tengan muchas deudas familiares por pagar y, consecuentemente, se vean rodeados de hijos, generalmente de poca evolución también, y que exigen el cobro de sus créditos. Ese es el motivo de que las razas más atrasadas en  la evolución tengan muchos más hijos, incluso en las circunstancias menos aconsejables. Y eso supone para nosotros, por supuesto, una ocasión o, mejor, una obligación, que es la de ayudarles a sobrellevar esa carga que es, por supuesto, suya pero que, como miembros de la misma oleada de vida, recae sobre todos. Ahí está la razón de la necesidad de ayudar a quienes están necesitados de ayuda. Y el no hacerlo pudiendo hacerlo, es un karma que añadimos al que ya tengamos. Porque, míralo debidamente y verás que son ocasiones que se nos están dando para evolucionar. Pero volvamos al Sacramento. 
   - De acuerdo. 
  - Lo curioso es que es el único Sacramento en que los ministros son los mismos contrayentes. El cura bendice los anillos, imprimiéndoles el sello de la sincera fidelidad y el profundo respeto. Desde ese momento el anillo se convierte en un talismán y, si está hecho de un metal noble, conservará esa particularidad en el futuro e irradiará esa vibración en beneficio de su portador. No es, pues, conveniente, desprenderse del anillo nupcial. A continuación los contrayentes pronuncian la fórmula según la cual se convierten en marido y mujer. Y ocurren entonces cosas muy hermosas.
   - ¿Qué ocurre? 
  - Cuando el novio pronuncia la fórmula del matrimonio, su aura brilla y se amplía hasta abarcar dentro de él a la novia. Y lo mismo ocurre cuando es ésta la que la pronuncia. Cuando el novio pone el anillo en el dedo de la novia el anillo brilla intensamente y vibra dentro del aura de ésta. Y otro tanto ocurre cuando la novia pone el anillo en el dedo del novio. Esto hace a los novios más sensitivos a esa vibración. Y cuando el sacerdote los declara marido y mujer y pronuncia la fórmula de poder, brota de él un caudal de luz que se mezcla con las dos auras y las funde en una sola. Esa luz y esa unión duran lo que el servicio y  se incrementan aún si se celebra a continuación una misa nupcial y los novios comulgan debidamente preparados. Después, poco a poco, las auras recobran su tamaño y brillo normales, pero siempre queda en cada una de ellas algo de la vibración de la otra de modo que, a lo largo de la vida, les resultará siempre más fácil vibrar al unísono con el cónyuge que con otras personas. Eso los capacitará para auxiliarse mutuamente y los hará receptivos a la influencia y sentimientos del otro, de modo que, esa facultad, si conservan la armonía, será una bendición, pero si no, aumentará las discordias. 
   - Es verdaderamente impresionante saber todo esto. 
  - Claro, todo esto es así si los novios están en una disposición apropiada y deseando recibir realmente un Sacramento. Si están pensando en el traje de la novia o en el convite o celebran la ceremonia como un acto social obligado, aunque el efecto del Sacramento se produce, se reduce todo muy considerablemente.
   - Sí. La ignorancia de estas cosas es lo que hace que los novios no se comporten debidamente y, precisamente en su propio perjuicio, pues ellos son, en ese momento, los más interesados en que todo vaya como el Sacramento hace lo posible por conseguir.
  - Una cosa importante quiero añadirte.
  - ¿Qué? 
  - Que la boda debe celebrarse antes de mediodía, antes de que el sol atraviese su cenit. Pasado ese momento, las condiciones magnéticas ya no son tan favorables. 

LA EXTREMA UNCIÓN 
     - ¿Qué me dices de la Extrema Unción? 
   - Que es otro Sacramento, como todos, mal entendido.
   - ¿Por qué? 
   - Porque se piensa que, una vez recibida la Extrema Unción, ya uno va derechito al cielo, sin importar qué vida haya llevado. Y eso no tiene nada de verdadero ni, por supuesto, de lógico ni de justo. 
    - ¿Entonces?
   - ¿Recuerdas lo que te dije sobre los efectos de la absolución del sacerdote al hablar de la Penitencia? 
    - Sí, claro.
  - Pues lo que hace la formula de la absolución que en este Sacramento se emplea es lo mismo: Desenredar las comunicaciones entre el Espíritu Superior y sus vehículos. Y, en ese aspecto, nada más. Esa persona irá, como todas, al Purgatorio y luego adonde proceda, de acuerdo con las vibraciones más bajas que su Cuerpo Astral posea, e irá sufriendo el daño que hizo. Y luego irá al Primer Cielo, etc., etc. 
  - ¿Entonces cuál es el efecto, como Sacramento, de la Extrema Unción? 
   - Tiene tres finalidades principales. La primera, muy olvidada sólo por falta de fe y de conocimiento oculto, es la de restaurar la salud. Por eso debería administrarse a todos los enfermos graves y no sólo a los terminales y en el último momento. Es un sacramento que se puede repetir, pues, aunque se utiliza el crisma como en el Bautismo y en la Confirmación, y por eso se llama Extrema "Unción", no imprime carácter. La efusión de energía espiritual que supone, producida por la unión estrechísima del sacerdote con su Maestro, puede, desde luego, si no se trata de un caso de karma maduro, o sea, inevitable, restablecer la salud completamente pues, aunque no se trata de producir milagros, sí refuerza las defensas naturales sin infringir ninguna ley, al tiempo que abre al enfermo a la influencia espiritual. Y todos sabemos lo definitivo que resulta el estado de ánimo en todos nosotros y, especialmente en los enfermos. No olvidemos que los Sacramentos son ayudas. Pero ayudas en todos los planos, incluso en el físico. 
    - ¿Y la segunda finalidad? 
  - Es la de preparar al enfermo para la muerte. A veces la separación de los cuerpos Físico y Etérico es laboriosa y, si bien el Espíritu no la vive, sí son momentos en que puede intervenir una influencia extraña, un desencarnado que pretenda penetrar en el cuerpo, un elemental, etc. El Sacramento sale al paso de esas posibilidades y facilita el desprendimiento, reduciendo los estertores y la consiguiente angustia de los circundantes, médicos, parientes o allegados. ¿Y cuál es la tercera finalidad?
    - Darle un impulso, cargarlo de energía espiritual para que se vea protegido de todo sobresalto y dolor innecesario en su recorrido por el astral inferior. Es lo que pretendían los conocidos y antiquísimos Libros de los Muertos egipcio y tibetano. Entonces, antes de Cristo y Su religión, el sacerdote que asistía al moribundo era un clarividente, capaz de acompañar a éste, en su cuerpo astral, y ayudarle a aprender a manejarse en ese mundo nuevo. Después de Cristo, esa labor la realiza el Sacramento, que presta una asistencia semejante, aunque potenciada porque viene del propio Cristo. Para reforzar esa ayuda es muy recomendable que el enfermo reciba, a continuación, la comunión que, en este caso recibe el nombre de Viático, que no significa sino eso: Lo que se le da a alguien que ha de viajar, para atender sus necesidades. 

 LA EUCARISTÍA 
    - Y, dicho esto, vamos a entrar en el Sacramento de la Eucaristía.     - ¿También éste ha sido mal entendido? 
   - Mal entendido y mal expuesto. Y, por ser el más frecuente y el más necesario, esa ignorancia o esa deficiente explicación han hecho muchísimo daño a los fieles y a la iglesia misma durante siglos. - ¿Qué hay, pues, detrás de este Sacramento'. 
   - Hay mucho, muchísimo. Es el Sacramento en que más actividad se despliega en los mundos superiores; en el que más clara se ve la colaboración y la interdependencia entre hombres y ángeles; en que la efusión de energía es más grande e intensa y luminosa y a más seres beneficia. 
  - Pero, ¿cuál es el objetivo de este Sacramento? 
  - Antes de contestarte quiero aclararte que hay que distinguir entre la sagrada misa, que es el rito establecido y necesario para consagrar las especies y producir una efusión de energía divina única e indescriptible, y la Sagrada Forma, la Hostia, que es lo que el sacerdote consagra y consume y los fieles reciben durante la misa para participar más intensamente de los beneficios de aquélla. Estudiaremos, pues, la misa y, dentro de ella, el Pan y el Vino Consagrados. 
    El objetivo de la santa misa es quíntuple. Por un lado, el construir una especie de edificio etérico, astral y mental que aísle del resto del mundo a todos los fieles y al entorno de la iglesia en que se celebra, para concentrar en ellos toda la energía que se reciba de lo alto, produciendo un reparto proporcional al adelanto y a la devoción de cada uno de los presentes, una elevación espiritual, una maravillosa llamada de atención que afecta, desde el Triple Espíritu hasta el Cuerpo Físico, es decir, a todo el hombre; en segundo lugar, aislar, dentro de ese edificio, al sacerdote, en los momentos cumbre, para que establezca el contacto directo con las alturas; en tercer término, y éste es su fin principal, producir una efusión de energía divina, consistente en la vida misma de Cristo; luego, distribuir esa oleada de paz y fortaleza entre los asistentes; y, por último, acumular y canalizar hacia arriba toda la devoción de los fieles, porque debemos adorar a Dios y darle gracias, pero nunca pensar que Dios lo necesita o lo quiere y, menos aún, que le halaga. Es, pues, un milagroso intercambio desinteresado entre Dios y Sus criaturas en el que éstas salen, como siempre, maravillosamente beneficiadas, repletas de paz interna, de devoción, de fe, de confianza y de amor. 
   - ¿Pero no es una repetición del sacrificio del Calvario?
  - Eso es una interpretación posterior a Cristo y, además, ajena a Su, digamos, estilo. En la misa no se conmemora la crucifixión de Cristo que, aunque necesaria para que se cumpliese Su propósito, no fue el único en sufrirla. Lo que la misa conmemora y reproduce es la venida a la Tierra y a nuestra propia naturaleza humana, nada menos que del Verbo, segundo aspecto de Dios. En la misa, además, se mezclan, sin orden ni concierto, la religión del Antiguo Testamento con la del propio Cristo. Cristo, Segunda persona de la Santísima Trinidad, cuya nota-clave es el Amor, desea que seamos felices, que disfrutemos, que extraigamos de la vida todo lo que tiene de hermoso, de gozoso, de alegre, de feliz y, en modo alguno, que estemos tristes y con descalificadores sentimientos, generalmente hipócritas, de ser grandes pecadores, inclinándonos ante un Dios vengador y ofendido. Eso no se parece nada a lo que Cristo predicó. Él vino a mostrarnos a un Dios Padre, todo ternura, todo amor, todo preocupación, si cupiera la expresión, por que Sus hijos, que en un momento de su vida pidieron su parte de la herencia y se lanzaron al mundo, vuelvan a casa. Ese es el Dios de Cristo, ese es el Buen Pastor, ése es el Dios que, habiendo adoptado nuestra propia naturaleza humana, nos comprende y nos ayuda y nos socorre y nos alienta y nos consuela, pero nunca se ofende ni nos amenaza ni se reconcilia con nosotros, porque nunca, jamás, ha estado sino suspirando por nuestros innecesarios sufrimientos que nosotros mismos nos creamos, hasta el punto de ofrecer Su propia vida por redimirnos de esa absurda situación.
    - ¿Entonces qué queda?
   - Queda todo porque, como tú sabes, el efecto de los Sacramentos se produce siempre que se utilicen las materias y los signos y palabras de poder por una persona apta para ello. Y esos requisitos se dan. Lo que  resulta improcedente, por incongruente, es que, por ejemplo, al Dios que vino a la Tierra a ayudarnos y dio Su vida por nosotros en el empeño, le pidamos ya en el Kyrie, "que tenga piedad de nosotros". ¿Más piedad aún? ¿Qué se supone, pues, que ha de hacer? Lo lógico es darle gracias, adorarlo, elevar hasta Él nuestros corazones, unirnos al Suyo en provecho de todos nuestros hermanos, puesto que para ayudar a todos, sin excepción, vino. Eso sería lo congruente y lo conveniente y lo lógico.
   - Es cierto. Y sería mucho más hermoso. 
  - Y más efectivo y edificante para los asistentes al acto. No es, pues, un momento para darnos golpes de pecho y fingir un dolor que no sentimos (a Dios no lo vamos a engañar con eso), sino para sentirnos todos uno, formando con Él la verdadera iglesia de Cristo y sintiendo con Él que todos los hombres, todos, sin exclusión de ideas, ni de razas, ni de posición social, ni de cultura, somos uno. Y que los más afortunados en cualquier sentido deben ayudar, sin excepción, a los más necesitados. Y vibrar con la nota crística del amor, de un amor incondicional, de un amor total, que desborda el propio corazón e inunda la iglesia y se eleva a las alturas para que Dios sea feliz al vernos felices y ya en el camino de regreso al hogar paterno. 
   - ¿Y la parte esotérica u oculta de la Misa?
  - La parte oculta es de tal envergadura que sólo voy a resumirte muy brevemente lo que en una misa sucede a esos niveles.
   - De acuerdo.
   - Es preciso que nos consideremos colaboradores voluntarios de Dios en la labor de crear, mediante la misa, una forma de pensamiento o edificio eucarístico, por cuyo medio puedan efundirse mejor Su vida y Su energía desde los mundos superiores. Y que consideremos el asistir a misa como una fabulosa oportunidad que se nos da de trabajar, codo a codo con Dios, en beneficio de Sus criaturas. 508 La Consagración, como te he adelantado, aparte de todo cuanto veremos luego, simboliza la bajada de Cristo a la materia y simboliza Su sacrificio al tomar forma física y vivir entre nosotros. Por eso a la misa se la suele denominar el "Santo Sacrificio". El asistir al Santo Sacrificio y el comulgar en la disposición apropiada hacen, pues, avanzar muy considerablemente en la propia evolución, ya que el ofrecimiento de sí mismo abre un canal por donde desciende inmediatamente el divino amor. Porque, no nos engañemos: Ser verdaderamente religiosos es ser inegoístas.
    - Has hablado de un edificio crístico. ¿Qué es eso?
   - El ritual de la misa trata, en primer lugar, como también te he dicho antes, de aislar al sacerdote y los fieles del resto del mundo, con el fin de limpiar el espacio interior de influencias desagradables para que se pueda concentrar la energía divina sobre ellos sin dispersarse y sin que del exterior puedan perturbar el acto formas mentales o emocionales o cualquier ser o acontecimiento negativo.       - ¿Pero cómo se forma ese edificio? 
  - En la misa rezada, el material lo ponen el sacerdote con su devoción, los fieles de todo tipo con la suya y, además colabora en gran manera la guía angélica. En la misa cantada se suma la materia de las formas mentales de los cánticos y la emoción que despiertan en los asistentes. 
    - ¿Qué quieres decir con eso de los "fieles de todo tipo"? 
   - Has de saber que los asistentes al Santo Sacrificio nunca son los que parecen. Hay siempre alrededor del lugar verdaderas multitudes, no sólo de ángeles de toda clase que, espontáneamente ayudan en cualquier labor positiva, y éste es para ellos un magnífico medio de adelanto, sino multitud de desencarnados que flotan sobre los fieles, y de elementales afines a las vibraciones que allí se producen. Todos ellos asisten al acto, participan en su desarrollo colaborando activamente y se benefician de una parte del  fruto recibido. Todos ellos, pues, aportan materia para el edificio eucarístico. 
     - ¿Es impensable! 
    - Pues es real. Y más te va a sorprender que la forma mental que se crea, luego verás cómo, tiene al final del Servicio, la forma de una basílica antigua. 
    - ¿De una basílica? 
  - Sí: Una base cuadrada con una cúpula grande central y otras menores en los ángulos, más algunos minaretes. Aproximadamente, como la iglesia de Santa Sofía en Estambul que, como fácilmente se deduce, fue proyectada por alguien que era clarividente. 
   - ¿Es posible? 
  - Lo es. Por supuesto, el número de asistentes y su devoción y los cánticos influyen mucho en la cantidad de material, pero ese es el edificio eucarístico que se forma en todas las misas. De más o menos grandiosidad, con más o menos altura, con más o menos minaretes, pero siempre el mismo y aprovechando todo el material existente.
    - ¿Pero quién es el que utiliza ese "material". 
    - El llamado "Ángel de la Eucaristía". 
    - ¿Cómo? Pero todo esto es tan nuevo... 
    - No, no es nuevo. Data de los tiempos de Cristo. Lo que pasa es que no se ha divulgado y hasta se ha, prácticamente, olvidado por la propia iglesia. Por cierto, ¿cómo crees que apareció el estilo gótico en la Edad Media? 
     - No tengo ni idea. 
   - Fue una inspiración de quienes dirigen la evolución humana, para que, aparte de expresar mediante él la alegría, el gozo del pueblo, la elevación y la espiritualidad, sus paredes, sus columnas y su arquitectura toda canalizasen las energías de la tierra y del cielo, de la manera más conveniente para la colectividad allí reunida. Por eso todas ellas son  verdaderos talismanes pues las piedras acumulan la energía emocional y mental y la conservan y la difunden. ¿No has notado la vibración tan especial de devoción, de respeto, de paz que se respira en las catedrales góticas?
    - Sí, es cierto. Pero no sabía a qué atribuirlo. 
  - Pues esa es la causa. Además de que, cuando se construyeron por los gremios de constructores, muchos de ellos ocultistas iniciados, el pueblo era verdadera y sinceramente devoto y cada piedra era desbastada, tallada y colocada en su sitio con verdadero fervor, como en un acto de amor y servicio a la Divinidad. Y esas vibraciones están allí y se difunden permanentemente entre quienes vibran del mismo modo. Todos los estilos de los templos, así como las vestiduras sacerdotales y los materiales de que están hechos unos y otras, están cuidadosamente elegidos entre los más apropiados para el fin perseguido que es siempre, evocar energía, canalizarla, acumularla y efundirla en el momento y a las personas indicadas o con el fin propuesto. No hay nada caprichoso ni arbitrario. Y ello es así porque, como te he dicho repetidas veces, en la naturaleza no hay nada sin motivo ni al azar y todo tiene su por qué y su para qué. Otra cosa es que nosotros lo conozcamos o no y elucubremos más o menos basados en nuestra ignorancia. Pero eso es así y así ha sido siempre. 
    - ¿Pero cómo se hace el edificio?
   - Empieza siendo sólo una especie de burbuja transparente, que va creciendo, como crece una ampolla de cristal fundido al soplarlo, Y, poco a poco, a medida que avanza el servicio, van apareciendo las distintas partes del mismo. Las oraciones preliminares, dan material para el suelo, las paredes y el techo, resultando, al principio, como un gran cajón. Los Kyries dan lugar a las cúpulas de los ángulos; el Gloria, a la cúpula central. Y el Sanctus las incrementa todas. 
  - Es verdaderamente asombroso.
  - Hay un aspecto desagradable pero frecuente que conviene tener en cuenta: Dado que la misa fue concebida como un festival del amor y la alegría por la indescriptible fusión de Dios y Sus criaturas, toda expresión de tristeza, de pesimismo, de miseria, de desgracia, de compasión de sí mismo, de desprecio del mundo, etc., todas provenientes del Antiguo Testamento, producen distorsiones en el proceso normal, por lo que una serie de ángeles han de dedicarse a, digamos, "barrer" esas inmundicias y transmutarlas en algo positivo que no interfiera negativamente en el conjunto.
    - Es lógico, 
  - La forma mental o edificio crístico hace las veces de un transformador. 
   - No entiendo eso.
  - Está muy claro: Las energías que se evocan en la misa por el sacerdote, debido a su íntima unión con Cristo, son de tal sublimidad, vienen de planos tan altos, que no sería posible a los fieles recibirlas con aprovechamiento. Por eso hace falta ese edificio que, lo que hace es, transformar la energía divina, bajarla de nivel, lo mismo que el vapor de agua, que no es sino agua sin impurezas, gracias al destilador, la pasamos al estado líquido porque no podemos beber el agua en forma de vapor. 
  - Ya lo comprendo. 
  - Por otra parte, para que el Ángel de la Eucaristía pueda saber cuánto material hay y lo pueda distribuir convenientemente, es preciso almacenarlo antes, cosa que se consigue también con el edificio etérico. Pero no creas que siempre se puede obtener un edificio tipo Santa Sofía. Desgraciadamente, no. Lo corriente es que resulte un edificio muy pobre porque hay muy poco material, debido a la falta de devoción de los fieles, debida a su vez a su ignorancia, y a que tienen el pensamiento en otras cosas. La mayor parte de los fieles aún van a misa a pedir algo y no a dar y, menos aún, a darse. Y, como esos pensamientos y esos deseos, además  de ser egoístas, vibran muy bajo, sólo llegan a la capa inferior del astral, el Purgatorio y de allí regresan a quien los ha creado, con lo cual éste recibe daño en lugar de bien. En cambio, si el sentimiento o el pensamiento es de entrega sincera y altruista y de deseo de servir y de devoción, se convierte en una fuerza cósmica que siempre recibe de lo alto inmediata respuesta que nos beneficia y nos permite irradiarla en nuestro entorno y rellenar el depósito destinado a los fieles cristianos. 
   - ¿Y cómo continúa la construcción?
  - El ángel sitúa el altar en el centro y, con gestos de sus brazos que la materia etérica obedece instantáneamente, prolonga por el oeste la burbuja hasta el lugar que ocupa el último de los fieles y luego, tras el altar, hasta un lugar simétrico que, ordinariamente cae ya fuera de la iglesia; luego la ensancha hacia los lados hasta encerrar en ella a todos los fieles. 
   - ¿Y abarca terreno fuera de la iglesia?
  - Sí. Ten en cuenta que la misa es para dar un baño de energía divina a los fieles de determinada iglesia y su comarca. ¿Por qué crees tú que antiguamente se construían los pueblos con las casas adosadas a la iglesia, siempre en su entorno? Precisamente para aprovechar esa benéfica influencia. 
  - Claro. Siempre me había llamado la atención ese sistema de rodear la iglesia, en lo alto, con las casas del pueblo. Pero no se me hubiera ocurrido la causa. 
   - Una cosa importante. Antes de empezar la Eucaristía se procede siempre a purificarse. 
     - ¿Y eso cómo se hace?
   - De tres maneras. Primero, con el agua bendita, que se suele encontrar a la entrada de las iglesias en una pila ad hoc.
    - ¿El agua bendita purifica? ¿Qué tiene, pues, de especial?
  - Por supuesto que purifica. Para eso está. Es agua normal desmagnetizada y mezclada con sal, también desmagnetizada previamente. 
   - ¿Y quién las desmagnetiza y por qué? 
  - Las desmagnetiza el sacerdote, en virtud de los poderes recibidos con su ordenación. Y lo hace para librarlas de cualquier vibración negativa que pudiesen tener. 
  - Pero, ¿por qué precisamente agua y sal?
 - El agua es un disolvente universal, que absorbe todo el magnetismo circundante y que representa, además, las emociones. Y la sal es el vehículo más asequible del cloro, ya que la sal común, como sabes, es cloruro sódico. Y el cloro es un elemento ígneo, mental. La mezcla, pues, del agua y el fuego, de las emociones y la mente, ambas purificadas, redobla el efecto de cada una por separado y hace que nuestros pensamientos y nuestros deseos negativos huyan al recibir la energía que, al bendecir la mezcla, le infundió el sacerdote. ¿Lo comprendes ahora?
   - Y es perfecto. 
  - El segundo sistema de purificación para la misa es, a la vez, palabra y signo de poder. 
   - ¿Y cuál es? 
   - El santiguarse al tiempo que se dice:" En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
   - ¿Y qué ocurre cuando uno se santigua?
   - Cuando un sacerdote se santigua, evoca y actualiza su unión con Cristo y provoca el descenso, sobre él, de un torrente de energía. Si es una persona no sacerdote la que se santigua, llama la atención de su Triple Espíritu o Yo Superior, éste fija su atención en la Personalidad y el espíritu, la intuición y la inteligencia se ven libres de vibraciones negativas. Por eso es conveniente santiguarse antes de comenzar cualquier cosa importante, al iniciar un viaje, etc. Ayuda a que todo vaya bien. 
   - ¿Pero me puedes desentrañar el lado oculto del santiguarse? 
  - En realidad equivale a un pequeño Credo: Al tocar la frente primero, y el plexo solar después, significamos que Cristo, como Dios,  descendió desde lo más alto hasta la Tierra, la parte inferior de su Creación, el plano más denso; luego, al tocar el hombro izquierdo, recordamos que Cristo, tras Su Resurrección, fue a los Infiernos, es decir, al Purgatorio, al lugar donde se encuentran los que se sitúan a la izquierda de Dios; y luego, al tocar el hombro derecho, simbolizamos que, a continuación, subió de nuevo al Trono del Padre y se sentó a Su diestra. El signo de la cruz, pues, hecho sobre nosotros mismos con devoción, nos libera de pensamientos y tendencias negativos al tiempo que nos incrementa los positivos. Los elementales son todos muy sensibles a las palabras y signos de poder y los hay que, ligados magnéticamente al signo de la cruz, acuden inmediatamente al que lo hace, fomentando en él el incremento de la devoción y haciendo que huyan los elementales a los que esa vibración no satisface. 
   - Está clarísimo. Y, ¿cuál es el tercer medio para purificarse antes de la Eucaristía? 
  - La fórmula de la absolución, que el sacerdote pronuncia al principio y que produce los efectos que ya te expliqué al hablar del Sacramento de la Penitencia, desatando los retorcimientos entre los vehículos superiores y los inferiores. Y aprovecho para recordarte que la absolución no nos releva de la responsabilidad por nuestros actos ni hace desaparecer sus consecuencias materiales. Dicho esto, volvamos a la misa. El Ángel de la Eucaristía construye el pavimento etérico que tiene unas particularidades muy curiosas.
    - ¿Cuáles? 
   - Es un enlosado como un tablero de ajedrez, pero en diagonal con relación al altar que siempre está en el Este; es decir, las líneas rectas van de noreste a suroeste y de noroeste a sureste. Las "baldosas" son, alternadas, de color azul y carmesí. Y si la devoción de los fieles es muy elevada, azul celeste y rosa. Estos colores son los que producen, respectivamente, las vibraciones de la devoción y del amor.
    - ¿Y por qué esas direcciones precisamente?
   - El altar ha de estar necesariamente, en todas las iglesias, en el lado del Este. Pero es que en la Tierra hay, permanentemente, unas corrientes etéricas que discurren de este a oeste y de norte a sur Y esas corrientes las utilizan el Ángel de la Eucaristía para distribuir los materiales del pavimento del edificio etérico. Si la iglesia no tuviera esa orientación, el ángel necesitaría vencer una serie de fuerzas que supondrían mucho más esfuerzo, como si tuviera que nadar contra corriente. Pero hay aún otra particularidad con relación al pavimento que construye y es que, si bien, vistas desde arriba, las baldosas son cuadrados perfectos y parecen planas, la realidad es que cada baldosa no es sino la base de una pirámide invertida que, por debajo de la superficie del edificio, se ajusta perfectamente con otras cuatro iguales a ella pero de pie, para formar una placa, sin instersticios, de pirámides de color alternado.       - Se me ocurre una pregunta, para mí importante. 
    - ¿Cuál? 
   - ¿Cómo Cristo puede atender a la vez a todas las misas que se celebran, muchas de ellas simultáneamente en distintos puntos y lugares del mundo y derramar, en su momento, la energía correspondiente? 
   - Es algo que a nuestra capacidad de comprensión parece difícil y aún imposible, debido a que nuestro cerebro físico no puede poner la atención en dos cosas a la vez. Pero en otros planos más elevados, con cuatro, cinco y más dimensiones, esas limitaciones no existen. No se trata tampoco de que Cristo esté permanentemente con Su atención puesta en cada lugar donde se celebra una misa. Piensa en tu propio cuerpo. Está formado por millones de células y, por supuesto, tú no te fijas en todas y cada una de ellas. Pero como forman parte de ti, si en algún lugar de tu cuerpo ocurre algo especial, y una misa es algo especial para Cristo, te das cuenta y fijas  en ese lugar tu atención. No es exactamente esto pero algo similar. Es un estar en la conciencia, formando parte de la conciencia de Cristo, de modo que, cuando lo desea, fija la atención en nosotros y entonces recibimos el baño de energía divina, amorosa y elevadora. 
   - Es impresionante todo lo que hay en torno a una misa. Pero sigamos, que no hago más que interrumpirte.
   - Bien. Hay otra fórmula de poder, que se llama la bendición menor, que se encuentra en todos los servicios religiosos y que se repite en la misa varias veces. 
   - ¿Cuál es?
   - La de "El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu". Todo lo que se hace y dice antes de la consagración va encaminado a acumular energía, y lo que se hace o dice después de ella, a su conservación y distribución. Cuando el celebrante pronuncia esa bendición menor se derrama sobre los congregados una poderosa corriente de energía que vuelve enseguida al sacerdote acrecentada con las vibraciones de todos y cada uno de los presentes. Se utiliza, pues, siempre que hace falta una aportación de energía para acometer cualquier cosa importante. Y esa energía la proporcionan, como ves, los asistentes al acto. Pero eso tiene un inconveniente.
    - ¿Qué inconveniente? 
  - Que al sacerdote le llega energía de todas clases y de una variada gama de vibraciones, lo cual la hace menos utilizable. 
   - ¿Y cómo se resuelve ese problema?
  - En la Misa Mayor, con tres sacerdotes, los que hacen de subdiácono y de diácono son los que reciben esas vibraciones y las filtran, enviándolas luego al sacerdote ya homogeneizadas. También el incienso ayuda en esta tarea. 
    - ¿Cómo? 
   - Verás. Hay infinidad de clases de ángeles, como hay infinidad de clases de hombres. Los hay que se expresan con música, igual que nosotros lo hacemos con palabras y que, lógicamente, donde hay una música devocional o amorosa o de cualquier tipo, siempre positiva pues los ángeles rechazan todo lo que no lo sea, allí acuden a disfrutarla. Hay otros que se comunican mediante colores, ráfagas irisadas y matices impensables y que, lógicamente, acuden donde hay colores alegres y disfrutan con ellos. Los hay que se comunican mediante aromas exquisitos y perfumes y que acuden donde se encuentran. Y una especie éstos son los que acuden cuando se quema incienso que ha sido debidamente compuesto y debidamente bendecido por un sacerdote. Su aroma los atrae y ellos lo incrementan, disfrutan en él y lo limpian de impurezas, realizando una especie de filtrado que elimina lo negativo que pueda haber en el ambiente. Del mismo modo acudirán elementales de esa vibración elevada que colaborarán con los ángeles en esa labor, al tiempo que se alimentan y aseguran su supervivencia. 
   - Esto es asombroso. No sé qué decir. ¿Puedo interrumpirte con otra pregunta?  
  - Por supuesto. De lo que se trata es de que no te quedes con ninguna duda innecesariamente. Dime. 
  - Si lo que se pretende con la misa, según veo, es un derramamiento de energía, ¿no podría Cristo enviar esa energía a cada uno directamente sin necesidad de esperar a que estuvieran reunidos en la iglesia?
    - Mira: Lo mismo que nosotros, Cristo obra siempre del modo más racional y sin derrochar nada. Y como la energía que se derrama de los planos elevadísimos en que Él mora, no sería aprovechable por nuestros vehículos inferiores salvo que se dedicase una cantidad enorme de esfuerzos a reducir su vibración hasta la aceptable y asimilable por cada uno, lo que se hace es emitirla, durante la consagración, a través del Ángel de la Presencia, en el edificio etérico que ya te he dicho cómo actúa,  reducir su frecuencia y luego sí, dirigir a cada uno la que puede asimilar. Los fieles, pues, lo que contribuyen a hacer es a construir el canal, lo más amplio posible, para ese descenso de energía. Pero para eso han de actuar con plena consciencia y pleno deseo de servir. 
    - Está claro.
   - Bien, seguimos. No vamos a pormenorizar. Ya sabes que cada cosa que se dice o hace redunda en beneficio del servicio. El Evangelio es una de esas cosas. Y sobre los Evangelios quisiera hablarte un poco. 
  - Estupendo. Te escucho.
  - Ninguno de los cuatro Evangelios pretendió relatarnos, como una crónica histórica lo haría, la vida de Jesucristo en la Tierra. Los cuatro son libros de texto de cuatro escuelas cristianas de misterios distintas, de distinto nivel espiritual. Por eso a veces se detectan incongruencias y hasta alguna contradicción entre unos y otros. Pero todos contienen, simbólicamente expresada, la historia del alma humana desde lo más bajo hasta Dios. Es cierto que Cristo dijo con toda propiedad, "yo soy el camino". Porque eso quiere decir que cada acontecimiento de su vida, es un acontecimiento que todo cristiano, todo hombre, tendrá que experimentar en algún momento de su evolución. Y que Cristo es el modelo para todos. Por tanto, la lectura del Evangelio en la misa tiene un efecto muy positivo. Fíjate que antes de comenzar su lectura, nos signamos, es decir, hacemos, con el pulgar derecho, tres cruces, una en la frente, otra en los labios y la tercera en el corazón. Con ello simbolizamos la dedicación de la mente, la boca y el corazón a la tarea de divulgar la verdad de Cristo. Y con esas tres cruces abrimos los chakras de la frente, de la garganta y del corazón para que estén preparados para recibir la energía que se va a efundir. Porque el libro de los Evangelios se convierte en un centro de fuerza, canal apropiado para estimular nuestras facultades mentales y ayudar con nuestros pensamientos en la construcción del edificio eucarístico. 
    - ¿Y por qué se hacen las tres cruces con el pulgar?
  - Porque el pulgar, como todos los dedos, está continuamente emitiendo energía etérica y esa particularidad se emplea por la iglesia cuando desea emplear una corriente pequeña, puntual, pero intensa, en determinados momentos, como el Bautismo, la Confirmación, etc. o para abrir los chakras, como ocurre en el momento que comentamos. 
   - ¡Qué impresionante y qué sencillo y lógico resulta todo! 
  - Así como al principio de la misa, las alabanzas a Dios provocan una efusión de energía emocional que pone en movimiento el Cuerpo Emocional, de Deseos o Astral; y la Epístola y el Evangelio hacen lo propio con la materia mental y el Cuerpo Mental o Mente Concreta, el Credo vitaliza la Mente Abstracta o Espíritu Humano, debido a lo profundo de los conceptos que en él se contienen. Con ello tenemos ya a los tres vehículos y al Espíritu en plena vibración. Y supongo que te habrás ido dando cuenta de que, poco a poco, se va unificando la vibración del conjunto, de modo que llega un momento en que todos, sacerdote, fieles, ángeles y demás asistentes al acto, están vibrando en todos sus componentes o vehículos y al unísono. 
    - Sí. Y es impresionante.
   - Cuando llegamos al momento en que el sacerdote nos dice que levantemos el corazón hacia Dios, se produce una corriente que el Ángel de la Eucaristía reparte por todo el edificio con gran dominio; y cuando la respuesta de los fieles vuelve, la dirige a lo alto y la arremolina en la gran cúpula, desde donde va descendiendo sobre la concurrencia. 
   - ¡Qué ignorantes estamos. Pero, ¿cómo hace todo eso el Ángel de la Eucaristía? 
 - Con simples gestos de sus brazos y, por supuesto, con su voluntad. La materia etérica obedece al instante sus órdenes y se sitúa dónde y como le indica, todo ello con gran autoridad y dominio, dignos de verse. Ten en cuenta que los ángeles, en su estadio humano, es decir, cuando adquirieron  una conciencia de vigilia similar a la nuestra y vivían en su vehículo más denso, estaban usando un vehículo formado de éter. Ellos manejan, pues, el éter con más soltura y maestría aún que nosotros empleamos para manejar la materia física.
    - Comprendo. ¡Y es tan lógico...!
   - Vamos ahora a hablar del pan y del vino. Las investigaciones clarividentes realizadas por numerosos investigadores en la memoria de la naturaleza han demostrado que, durante la Última Cena, ciertamente, Cristo utilizó pan ázimo, o sea, sin levadura, que era el que los judíos utilizaban en la cena pascual. Pero, curiosamente, no utilizó vino, sino mosto, es decir, zumo de uva sin fermentar, que era también lo que ellos usaban en aquellas fechas, y, además, mezclado con agua. También es preciso referirse, aunque sea someramente, a la serie de puntos que, en una iglesia, sirven para canalizar, reflejar o condensar las energías. Una de ellas es el ara, que se encuentra en el mismo altar; luego están el cáliz y la patena, la cruz y los cirios situados sobre el altar, y una serie de puntos distribuidos en determinados lugares del templo. Si celebra el obispo, el pectoral, el báculo y el anillo se convierten también en activos talismanes en el momento de la Consagración. 
   -Es verdaderamente grandioso. 
  - Antes de la Consagración el celebrante cita los destinatarios de parte de la energía a efundir, que suelen ser el Papa, los obispos, los monarcas, los gobernantes, etc. y quienes el celebrante desee, vivos o muertos. A la designación de cada beneficiario, el Ángel de la Eucaristía señala con su cetro al ángel o grupo de ángeles que se encargará de transportar esa energía a su destinatario. Producida la efusión, asigna a cada destinatario su parte y los ángeles respectivos se adelantan, la suman a sus respectivas auras, que brillan de modo deslumbrador, y quedan a la espera de recibir la orden de partir. 
   - ¿Y qué ocurre cuando alguien recibe esa energía? 
   - Depende de su estado. Si está vivo y sano, le ayudará limpiando su aura de negatividad y fomentando todo lo positivo que en él haya, al tiempo que frena lo negativo. Si está enfermo, tratará de restituirle la salud, siempre que no se trate de karma maduro. Si está durmiendo o es un difunto que no se encuentre en estado de coma, ordinariamente el Ángel de la Eucaristía no tiene dificultad en encontrarlos y ellos mismos acuden al acto y reciben la energía que les ha sido asignada. Si se encuentra en estado de coma será el ángel portador el que decidirá entre dedicar parte de la energía para ayudarle a salir de ese estado o dejarla a su lado para que, cuando despierte la pueda utilizar. Nunca nadie queda sin la parte que le corresponda. Y siempre es beneficiosa. Siempre. Incluso cuando la dedicatoria es "a los difuntos" o "a los enfermos" o cosas similares. Hay, como te he dicho, ángeles de todas clases y hay cohortes que trabajan con los enfermos y otras con los atribulados y otras con los difuntos. Incluso cuando la misa se celebra por el sufragio de alguien a quien el sacerdote no conoce, y puesto que el pensamiento del sacerdote es la referencia que usa el Ángel de la Eucaristía, sabe éste seguir el hilo de los acontecimientos hasta llegar a la persona que pidió la misa y, a su través, da con el difunto en cuestión. 
   - Verdaderamente impresionante. Y totalmente consolador. 
  - Y llegamos al momento culminante. El acontecimiento del cual todo lo anterior ha sido preparación: La Consagración. 
  - ¿En qué consiste realmente?
  - La fórmula de poder son las palabras "este es mi cuerpo" y "este es el cáliz de mi sangre". Pero antes de pronunciar la primera, en el Sanctus, los fieles y el sacerdote dicen: "Bendito el que viene en nombre del Señor". Y ésa es la fórmula de poder para evocar al Ángel de la Presencia.
     - ¿Quién es el Ángel de la Presencia?
   - Realmente no es un ángel; no es un ser vivo. Es una forma mental, reproducción del mismo Cristo, que Él envía cada vez que se produce una  Consagración y con cuya ayuda tiene lugar ésta. Al aparecer el Ángel de la Presencia, le acompañan huestes enteras de una clase especial de ángeles, que se llaman contemplativos, y que acuden para bañarse en la luz radiante que de la Hostia emana y engendran, a su vez, gran cantidad de energía con su devoción. Cuando el sacerdote pronuncia la primera fórmula de poder, se produce la Transubstanciación del Pan, que es el acontecimiento más impresionante que se puede uno imaginar. 
   - ¿En qué consiste? 
   - Para explicártelo voy a dar un rodeo necesario. 
   - De acuerdo.
   - Cada átomo de materia física está permanentemente, ligado por una especie de finísimo hilo con su sustancia correspondiente del mundo astral, y cada uno de los átomos de ésta, con la correspondiente sustancia del mundo mental, y así sucesivamente, hasta llegar al mismo Dios. De modo que puede decirse que todo átomo participa de la misma vida de Dios. Pero la cosa se complica más: Cada cuerpo simple de este plano físico, en el mundo astral resulta ser un cuerpo compuesto. Y cada cuerpo simple astral es, a su vez, en el mundo mental, un compuesto. Puedes imaginar, pues, la complicación que ello supone. Pero, curiosamente, si un cuerpo físico compuesto está formado por dos cuerpos simples, cada uno de los átomos de esos cuerpos simples, aunque estén formando parte de otra sustancia, sigue conectado, a través de su hilo particular, con el mismo Dios. ¿Lo entiendes?
   - No estoy muy seguro.
  - Te lo expondré con un ejemplo. Imagina una molécula de sal común. Como tú sabes, la molécula de sal común está compuesta de una molécula de cloro y otra de sodio. Pues bien, a pesar de estar ambas formando la sal, cada uno de los átomos de la molécula de cloro, seguirá tan unido a Dios a través de su hilo, como lo estaba cuando aún no se había unido al sodio para formar la sal. Y a cada átomo de la molécula de sodio le ocurre lo mismo.
   - Ya lo he comprendido. Y es admirable y hace fácil comprender eso de que, en el fondo, todos somos partes de Dios o de que en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. 
   - Pues bien. En el momento de la transubstanciación lo que ocurre es que el Ángel de la Presencia retira los hilos correspondientes a cada uno de los átomos de todas las sustancias que componen la Hostia y los sustituye por un rayo brillante como el sol, que desciende de lo más alto conteniendo la vida misma de Cristo. Por tanto, la apariencia del pan, lo que la iglesia llama los "accidentes" será la misma que antes. Pero la "sustancia" ya no, la sustancia será completamente otra. 
   - Ahora comprendo la célebre Transubstanciación. ¿Y con el vino ocurre lo mismo? 
  - Exactamente lo mismo, al hacer el sacerdote la segunda cruz y pronunciar la segunda fórmula de poder. Pero los fenómenos ocultos son distintos en cada caso.
  - ¿Distintos? ¿En qué sentido?
   - En el momento de la Transubstanciación, la Hostia refulge como un sol. Y, cuando el sacerdote la eleva para que los fieles la adoren, surgen de ella tres clases de energía diferentes.
  - ¿Es posible?
  - Sí. La primera se expande en todas direcciones, llegando a todos los puntos del templo y atravesando sus paredes se expande por los alrededores del templo hasta una considerable distancia, de lo cual se deduce lo conveniente que es vivir cerca de una iglesia. Esta energía produce un estímulo muy fuerte en el Espíritu Humano o Mente Abstracta, incrementando la intuición. El efecto de esta energía en los fieles es proporcional a su desenvolvimiento espiritual, aunque el Yo Superior recibe siempre una gran ayuda que, en su adormecimiento en la mayor  parte de los casos, no sabe discernir. También el cuerpo de Deseos, en sus más elevados estratos, queda intensamente influenciado. Y ocurre que quienes caminan o trabajan a cierta distancia del templo, repentinamente experimentan un estremecimiento de afecto o de devoción al pasar por ese lugar la oleada amor y de paz espiritual. Y nunca relacionarán ese sentimiento con la misa que se está celebrando en el templo próximo. Con ello, cada pueblo, cada parroquia, recibe, por lo menos una vez al día, esa efusión de energía que fomenta el adelanto de que cada uno es capaz. 
   - ¿Y la segunda energía? 
   - La segunda, es como las llamas de la corona solar y, así como la anterior se derrama sobre todos los concurrentes, sin distinguir su estado de ánimo ni su evolución, esta segunda es selectiva, o sea, que sólo se actualiza en los devotos. Sale de la Hostia como una serie de rayos y se dirige a cada uno de los asistentes que están experimentando un sentimiento de devoción. Al recibir el rayo, el cuerpo de Deseos del destinatario refulge intensamente, transmitiendo su vibración al Espíritu Humano.
   - ¡Qué maravilla! 
   - Como ves, el pan se ha convertido en el vehículo de Cristo, en una avanzada de Su conciencia. 
    - Exacto. ¿Y cómo es la tercera energía?
  - La tercera, a diferencia de las dos anteriores, que manan ininterrumpidamente sin intervención de nadie, es la que los ángeles han de distribuir y se ve como un arroyo de fuego líquido, de polvo de oro o de estrellas. Pero es limitada en su cantidad.
    - Es maravilloso.
   - Pues añade a todo esto que todos los puntos especiales como el ara, y las paredes, así como los utensilios consagrados como el cáliz, la patena, la cruz, los cirios, etc., brillan, a su vez, e intercambian sus rayos componiendo un festival de energía luminosa de todos los colores. Y ello  con la particularidad de que, así como la energía física se desgasta y termina por agotarse, la energía de los planos superiores se multiplica a sí misma al relacionarse con otra. De modo que el templo todo acaba siendo un mundo de luz, de amor y de devoción. Bien entendido que la luz y los colores no son en sí la energía, sino sus ropajes, pues la energía es tan invisible en los planos superiores como en este mundo. Y que si la misa la celebra el obispo, entran en el juego de luces el anillo, el pectoral con sus siete joyas y el báculo con sus otras siete, todas emanando energía y luz de los distintos rayos. - ¿Y qué pasa con el vino al ser consagrado? - Con el vino se produce la Transubstanciación del modo descrito, pero el rayo que desciende no es de blanco y oro deslumbrante como antes, sino que se parece a una espada de color carmesí intenso. Esta energía se derrama entre los asistentes. Pero es una energía más cercana al hombre medio, pues las vibraciones del vino pertenecen al astral superior y las del agua son vibraciones etéricas. La energía de la Hostia procede de la mónada y afecta a lo que en nosotros representa fortaleza, exactitud y ritmo, mientras que la del cáliz es más propia del Ego, del Triple Espíritu. Las dos nos son necesarias y cuando, como en la misa, actúan de consuno, estimulan todo bien y hacen desaparecer todo mal. 
   - ¡Cuánto he aprendido con todo esto! ¡Y qué maravilloso!
   - Hay una cosa que conviene tener en cuenta y que la ignorancia ha hecho que se olvide. 
   - ¿Cuál? 
  - Todo el plan de la Eucaristía está previsto de modo que se sincronice con las corrientes magnéticas solares. 
   - ¿Qué quieres decir con eso? 
   - Que entre el Sol y la Tierra hay un flujo y reflujo permanente de corriente magnética. De medianoche a mediodía circula del sol hacia la Tierra; y desde mediodía hasta medianoche, de la Tierra al Sol. La  Eucaristía ha de aprovechar la corriente del Sol hacia la Tierra. Por tanto, si se celebra pasado el mediodía, no tiene lugar la Transubstanciación. Será un acto devocional, pero no la Eucaristía. Deberá, por lo menos, haber comenzado el acto antes de mediodía porque, recién comenzado el reflujo hacia el Sol, aún no es lo suficientemente fuerte para anular la energía que evoca la misa. Y, por tanto, las formas consagradas después de mediodía no quedan debidamente consagradas. 
   - Pues eso no se está poniendo en práctica.
  - Es, como te he dicho, otra de las consecuencias de haber perdido el conocimiento esotérico la iglesia. Y aún te diré otra cosa, también muy discutida.
   - ¿Cuál? 
  - Que la Eucaristía está concebida y estructurada para que sea ministrada por un organismo masculino. Por eso la ordenación de mujeres sacerdotes, si bien no tendría nada de particular en cualquier otro aspecto, no sería lo mismo en cuanto a la Eucaristía, ya que el cuerpo de la mujer tiene otra configuración interna distinta de la del hombre. Me refiero, claro, a la relación de fuerzas en los distintos vehículos.
   - ¿Pero cuál es esa correlación? ¿Podrías profundizar un poco en ello?
  - Sí, claro. Verás: Empezando por los vehículos más densos, y siguiendo hacia los superiores, lo que ocurre es que el Cuerpo Físico es positivo en el hombre y negativo en la mujer y por eso el hombre posee más fuerza; pero, el Cuerpo Etérico es positivo en la mujer y negativo en el hombre, por lo que aquélla posee más resistencia, soporta mejor el dolor y vive más tiempo; el siguiente vehículo, el Cuerpo de Deseos, es positivo en el hombre y negativo en la mujer y, por eso, los deseos son más acuciantes e intensos en el hombre; el siguiente Cuerpo, el Mental Concreto o Mente, es positivo en la mujer y negativo en el hombre, lo que produce que la mujer sea más "práctica", más observadora y tenga "los pies en el suelo"; el siguiente, es el Mental Abstracto o Espíritu Humano, que es positivo en el hombre y negativo en la mujer, por lo que al primero se le dan mejor las matemáticas, la filosofía y las grandes concepciones abstractas; el siguiente Cuerpo es el Espíritu de Vida, positivo en la mujer y negativo en el hombre, lo que hace posible la proverbial intuición femenina; y, el último, el Espíritu Divino, es positivo en el hombre y negativo en la mujer y por ello aquél tiene una voluntad más fuerte y activa. 
   - Es asombroso, pero lo explica todo. 
  - Claro. Como te he dicho, el Espíritu es bisexual pero, según encarne como hombre o como mujer, expresa el lado positivo o negativo, según proceda, de cada uno de sus vehículos. Y la Eucaristía, como te he dicho también, está concebida para la relación de fuerzas que se da en la expresión que llamamos hombre. Esa es la razón oculta de la no conveniencia de la ordenación de mujeres, y que la iglesia tampoco explica. 
  - Pues también es interesante conocer esto.
  - Concluida la consagración, las energías primera y segunda están en plena actividad, mientras que la tercera se acumula hasta que llena el edificio todo y se transmuta o materializa en las manos del Ángel de la Presencia. El Pan y el Vino se han convertido en las joyas más valiosas del mundo, un regalo impensable y directo de Dios. El divino Ángel, que no es sino una prolongación de la conciencia del mismo Cristo, recibe, como respuesta, todos los sentimientos y pensamientos de gratitud, de devoción y de amor de los fieles, los modifica un tanto para acondicionarlos y, cuando se retira con una luminosa sonrisa, los deposita a los pies de Su Señor. De ese modo contribuimos a llenar el depósito del que luego los sacerdotes harán uso al administrar los Sacramentos o a través de los distintos servicios religiosos. 
   - Veo que, prácticamente, la misa nos relaciona con Cristo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Pero, ¿qué pasa con las otras Personas? 
   - Es una buena pregunta. Siempre son necesarias la sabiduría para concebir, la fortaleza para realizar y la belleza para adornar. Y en todas las religiones participan las tres. Lo que ocurre es que, según lo que en cada caso y pueblo se ha creído conveniente, la religión que se les ha dado destaca uno de los tres aspectos de la Deidad. Y así, por ejemplo, el aspecto saivita del hinduismo, la religión de Jehová y la de Mahoma rinden culto a la Primera Persona, al Padre, al aspecto fortaleza; las religiones con cultos femeninos como las de Isis, Astarté, Venus, Vesta y Palas Atenea se enfocan en la Tercera Persona, o sea en el aspecto Belleza; mientras que la tendencia vaishnita del hinduismo, la religión de Mitra y el Cristianismo tributan su culto a la Segunda Persona, al Logos, al Verbo, a Cristo, o sea, al aspecto amor-sabiduría.
    - Comprendo. En eso se ve la mano de Dios tratando de ayudar a cada pueblo según lo necesita. 
 - Exacto. Quisiera decirte algo también muy interesante. Lógicamente la fórmula para la consagración del Pan y el Vino que, como has visto, es muy simple, ha de pronunciarse con consciencia de lo que se está haciendo. Pues bien, nunca, en ninguna investigación clarividente, se ha encontrado que ningún sacerdote haya dejado de estar consciente y concentrado al pronunciarla. Pueden haber estado distraídos durante el resto de la misa o actuando mecánicamente o, incluso, sin ser conscientes de lo que hacían o no creyendo en ello; pero, al llegar ese momento todos, todos sin excepción, se han concentrado y han pronunciado las fórmulas de poder debidamente. Y eso quiere decir que ese enlace directo con Cristo que desarrollaron con la ordenación, actúa en los momentos en que es necesario por razones de servicio.
   - Es verdaderamente impresionante. 
  - Llegamos al momento en que, rezado el Padrenuestro, la más maravillosa de las oraciones, recomendada por el mismo Cristo y que ahora no podemos desentrañar y, tras comulgar el sacerdote bajo las dos especies, son los fieles los que tienen acceso a recibir la Sagrada Forma.
   - ¿Y qué ocurre entonces? 
  - El que comulga atrae hacia sí la línea del viviente fuego divino que está emanando directamente de Cristo. Con él recibe estímulo y fortaleza y experimenta un cambio que conviene pormenorizar.
   - ¿Qué cambio? 
 - La energía altísima que recibe y que conmueve todos sus vehículos, desde los más elevados hasta el mismo cuerpo físico, produce en todos ellos una elevación de vibración. Desgraciadamente, la densidad de los más inferiores hace que esa vibración no dure mucho y que, con mayor o menor celeridad, descienda a la tasa habitual. Pero no es exactamente así si se comulga con frecuencia pues, en ese caso, la elevación es lenta, quizás lentísima, pero permanente y cada uno de sus vehículos se va convirtiendo en un centro de difusión de energía divina, que va influyendo en su entorno de modo constante y haciendo que vaya mejorando en todos los sentidos. La cantidad y calidad de energía que cada uno recibe al comulgar depende de su propia evolución y de la disposición en que se acerque al Sacramento, pues eso marca la que es capaz de asimilar. En todo caso, cualquiera que sea su grado de adelanto, todos experimentan una aceleración en su propia evolución. A cada comulgante le sigue siempre algún ángel que revolotea bañándose en esa vibraciones que, por su elevación, no pueden alcanzar de modo normal. Y ello contribuye a aumentar aún el aura de paz y devoción que rodea a cada comulgante, lo perciba él o no, lo cual dependerá de su propia evolución.
   - ¿Y qué ocurre luego en la iglesia? 
 - El sacerdote pronuncia las palabras de despedida que se interpretan mal. 
   - ¿Por qué? 
   - Porque ordinariamente se cree que van dirigidas a los fieles y no es así. Van dirigidas a las huestes angélicas y es la orden de que se pongan en camino para transportar la energía que cada uno de sus miembros ha recibido, hasta entregarla a su destinatario. Esa frase de despedida, "Idos, la misa ha terminado", produce un revoloteo irisado y, rápidamente, todos los ángeles mensajeros desaparecen. Entonces el Ángel de la Eucaristía deshace el edificio para que toda la devoción y el amor en su construcción empleados se derramen por el mundo junto la energía generada por la última bendición. 
  - Una última pregunta, por favor. 
  - Adelante.
   - ¿Produce la Comunión los mismos efectos que la meditación? 
 - No. Son esencialmente cosas distintas. La energía de la Eucaristía armoniza y fortalece, como te he dicho, los distintos vehículos de quienes la reciben. En cambio, mediante la meditación, y me estoy refiriendo al meditador altruista, uno mismo, con su propio esfuerzo, va desarrollando las potencialidades de sus vehículos superiores para servir de auxilio al prójimo.
   - ¿Y qué es preferible o más aconsejable? 
  - Corresponden a las dos clases de hombres que tradicionalmente ha habido y, a lo largo de la Historia, han alternado su colaboración o su incompatibilidad: Los llamados "Hijos de Set" o "Hijos del Hombre", que han evolucionado por el lado de la devoción y la fe, desarrollando una polaridad del espíritu, la del corazón; y los llamados "Hijos de la Viuda" o "Hijos de Caín", que han carecido de fe y han buscado por sí mismos la verdad desarrollando, consecuentemente, las facultades de la otra polaridad de Espíritu, la del intelecto.  ¿Entonces cuál es la mejor?
   - Ninguna de las dos es perfecta. El que desarrolló el corazón tendrá que recorrer de nuevo el sendero de múltiples existencias para desarrollar la inteligencia. Y el que desarrolló la mente, habrá de hacer lo propio hasta que desarrolle el corazón. Lo ideal, por tanto, es desarrollar ambas polaridades a la vez: Ser devoto, amar al prójimo desinteresadamente y actuar de modo inteligente y no llevado sólo por la emoción. Esta es la actitud que pretendió Cristo para Sus seguidores, puesto que les exhortaba a amar al prójimo para desarrollar el corazón, pero también les explicaba "en privado" los misterios divinos para fomentar el conocimiento y, con él, el intelecto, doctrina que, además, les expuso, primero entre la Resurrección y la Ascensión y, luego, durante los años que, dice la Tradición, permaneció con ellos en Su cuerpo vital y durante los cuales estableció la esencia de los Sacramentos e inició a una serie de primeros cristianos. Esos son, sin embargo, los conocimientos que, desgraciadamente, hubo que ocultar a causa de la conversión de la religión cristiana en la oficial del Imperio Romano y del consiguiente sometimiento de la iglesia al poder político. La iglesia, ya sometida, se desvió, lógicamente, a lo que exigían a la masa las religiones tradicionales: Fe ciega, fanática, sin ningún elemento racional ni ninguna explicación inteligible. Es llegado el momento de que esos conocimientos salgan a la luz e iluminen a todos. Con relación a tu pregunta concreta, si piensas un poco, obtendrás la respuesta por ti mismo. 
   - ¿Cómo? No veo cómo. 
 - Tú sabes que la meditación es algo antiquísimo y que se practicaba en el Lejano Oriente y en el Antiguo Egipto y en Mesopotamia y, en general, en todos los pueblos con una religión digna de tal nombre, y ello muchos siglos y aún milenios antes de Cristo, ¿no? 
   - Sí.
  - Entonces, si la Eucaristía no fuera infinitamente más conveniente y más efectiva, Cristo hubiera dejado la meditación como único medio de adelanto. La Eucaristía es algo nuevo, algo incluso inconcebible en la antigüedad. Es un descenso de Dios al hombre, es una electrocución espiritual a lo que nada existente antes ni nada creado después se le puede comparar. Lo que ocurre es que hay hombres que no quieren seguir el sendero religioso y esos disponen para su evolución, de la magnífica herramienta que es la meditación. Lo lógico, sin embargo, lo racional y lo más aconsejable, es seguir simultáneamente las dos vías, utilizar las dos herramientas y obtener una evolución equilibrada y armónica, como quiso el propio Cristo. La doctrina de esta postura, en cuanto al sendero hacia el hombre ideal, puede muy bien resumirse en esta frase: "Una mente pura, un corazón tierno y un cuerpo sano".

DÍA 13 
RNE, Málaga


LA VENIDA DE CRISTO Y LA EVOLUCIÓN 

   - ¿A qué se debió la venida de Cristo? 
   - Vino a salvar a la Humanidad.
   - Pero, ¿a salvarla de qué? 
   - De su cristalización y desaparición. 
   - ¿Así, como suena?
  - Sí. En el momento de la venida de Cristo, la evolución de la Humanidad estaba seriamente comprometida. 
  - Pero, ¿por qué? 
  - Verás: El cuerpo físico nos nace a los nueve meses de gestación, como todos sabemos. Pero el cuerpo vital o etérico necesita más, ya que es más reciente y, por tanto, menos evolucionado: Nace a los siete años, dando lugar al comienzo de la edad del crecimiento. El cuerpo astral o de deseos, a su vez, nace a los catorce años, produciendo, lógicamente, el comienzo de la pubertad. Y la mente, último vehículo adquirido por el hombre en su evolución, nace a los veintiún años, dando lugar al desarrollo integral del hombre. 
   - ¿O sea, que hasta los veintiún años no somos realmente adultos?    - En buena ley, no.
  - ¿Cómo es posible, pues, que pensemos y discurramos y hasta estudiemos sin tener mente? 
  - Porque utilizamos la mente de nuestros progenitores, es decir, especializamos dentro de nuestra propia aura una porción de la mente de nuestros padres. Pero nuestra propia mente, la totalmente nuestra, individual, fruto de todas nuestras vidas anteriores y, por tanto, la que da a nuestra vida el carácter verdadero relativo a nuestra exacta evolución, esa, si bien nos envuelve y está formándose desde el día de la concepción, no nace hasta los veintiún años. 
   - ¡Qué cosas! ¡Quién lo diría! Pero, si se reflexiona un poco, parece lógico. Es curioso recordar que, tradicionalmente, la mayoría de edad se fijaba en los veintiún años, hasta que, recientemente, se rebajó a los dieciocho.
  - Son cosas que el hombre hace por ignorancia de las leyes naturales. Pero, pon atención a lo que sigue. 
   - ¿Qué? 
  - Que, lo mismo que nuestro cuerpo físico, llega un momento en que deja de funcionar, es decir, se muere junto con el cuerpo vital o etérico (y nosotros extraemos sus átomos-simiente, que conservan la historia completa de nuestra evolución), también el cuerpo de deseos o astral, en el que seguimos viviendo tras la muerte física, primero en el llamado Purgatorio y luego en el Primer Cielo, llega un momento en que se muere. 
   - ¿También? ¿El cuerpo de deseos también muere? 
  - ¡Claro! Y nosotros, nuestro espíritu, recibe su átomo-simiente, junto con los dos anteriores, y pasa al segundo cielo, que se encuentra en la Región del Pensamiento Concreto del Mundo del Pensamiento, donde sigue viviendo.
   - ¿Y en qué cuerpo se vive?
   - En el cuerpo mental. 
   - ¿Y ese no se muere? 
  - También. Llega un momento, igualmente, en que el Espíritu se desprende de él y pasa, sin vehículos, a la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento o Tercer Cielo.
  - ¿Y qué hace allí? 
  - Ahí está la cuestión. Tanto en el Purgatorio como en el Primero, Segundo y Tercer Cielos, el Espíritu reflexiona sobre todas y cada una de las vivencias y acontecimientos de su última vida, y extrae las enseñanzas oportunas, que quedan grabadas en el átomo-simiente de cada vehículo para, cuando vuelva a renacer, es decir, cuando recorra el camino inverso, desde el espíritu hasta la materia, cada átomo-simiente pueda atraer y extraer de cada mundo la sustancia apropiada para la construcción del vehículo de ese mundo capaz de manifestar todas las facultades, sabiduría y progreso alcanzados hasta entonces, así como los vicios y defectos aún no corregidos, a lo largo de su evolución. 
   - ¿Así funcionamos? 
   - Así funcionamos. Pero ten en cuenta que el paso, tras la muerte, de un plano a otro más elevado, es consecuencia directa de la eliminación paulatina de las vibraciones más lentas, es decir, del material más pesado, más próximo a la Tierra, como un tronco sumergido en el fondo de un depósito de agua que fuese perdiendo lastre iría ascendiendo hacia la superficie.
   - Comprendo.
   - Sin embargo, cuando se está muy pegado a la Tierra, al mundo físico, cuando no se tiene ninguna elevación espiritual o altruista, no es posible el ascenso a planos superiores. 
   - ¿Por qué?
   - Porque, tras la muerte, se pasa al Purgatorio. En el Purgatorio, como sabes, se revive la última vida, experimentando todo el dolor que se ha producido a los demás, con la finalidad de que el Espíritu aprenda esas lecciones. En el Purgatorio, como te he dicho, vivimos en el Mundo del Deseo o Astral.
   - Sí. 
  - Lo normal es que, una vez terminada la estancia en el Purgatorio, es decir, una vez eliminadas, a base de sufrimientos, las vibraciones más lentas en la zona más densa del Astral, se eleve uno al Primer Cielo y allí, viviendo aún en el cuerpo de deseos, revivir de nuevo la última encarnación y experimentar todo el bien y la felicidad que durante ella hemos producido a los demás. 
   - De acuerdo. 
   - Pero con la Humanidad de entonces ocurría algo especial.
   - ¿Qué? 
  - Pues que, pegados a la Tierra, sin más aspiraciones que poseer muchos bienes, sin sentimientos altruistas, es decir, manteniéndose desde millones de años como los pueblos primitivos, no pasaban, tras la muerte, del Purgatorio y, sólo los más avanzados, del Primer Cielo, es decir, no llegaban al mundo del Pensamiento. 
   - ¿Y eso qué efecto producía? 
   - El de que, como no se elevaban más, porque sus vibraciones no se lo permitían, su cuerpo astral y/o su cuerpo mental no morían y, por tanto, al renacer, seguían siendo los mismos pero con vibraciones más bajas aún, ya que ni habían podido asimilar las lecciones del Purgatorio y/o ni siquiera recibir las del Primero y Segundo Cielo. 
  - ¡Qué barbaridad! 
  - Añade a ello que, como lo único que conseguían renovar en cada encarnación eran los cuerpos físico y etérico, no mejoraban tampoco en ese aspecto. Es decir, que su evolución estaba detenida y sin posibilidades de mejorar y, por tanto, estaban abocados al retroceso y a la desaparición como individuos, en el caos. 
  - ¿Y cómo se solucionó?
  - Ahí fue donde intervino Cristo. 
  - Pero, ¿cómo? 
  - Cuando murió en la cruz y Su sangre penetró en la Tierra, por medio de ella, que es en todos los seres que la tienen el vehículo del espíritu, Cristo penetró igualmente y, con Su aura, con Su inmensa vibración de arcángel evolucionadísimo, armonizado e identificado con el Segundo Aspecto del Ser Supremo, barrió o, por mejor decir, abrasó o desintegró en un instante todos los lodos astrales acumulados en el Purgatorio y limpió totalmente el cuerpo de deseos del Planeta. Por eso se dice en los Evangelios que cuando Cristo murió, el cielo se oscureció, porque la vista humana no puede soportar un fenómeno lumínico de tal intensidad que, por tanto, percibe como oscuridad. 
   - ¡Qué maravilla! 
  - Sí. Por eso dice también la Escritura que Cristo descendió a los infiernos. 
   - ¿Y qué sucedió luego? 
  - Como todos los seres que tenemos cuerpo de deseos o astral (animales, hombres,. ángeles y arcángeles) lo formamos con materiales del cuerpo astral de la Tierra (aunque sólo los animales, los hombres y los Luciferes entre los ángeles, no lo tenemos aún purificado), disponíamos todos de un material de bajísimas calidad y vibración, con lo cual, si para los hebreos la evolución era imposible por renacer siempre en la misma raza y no renovar sus cuerpos físico y etérico, para los demás era lentísima  e iba a peor, al estar cada vez más polucionado el cuerpo de deseos del Planeta.      - ¿Cómo es eso de los hebreos? 
  - Todas las demás razas, incluidas las "diez tribus perdidas", fueron mezclándose unas con otras y, en cada reencarnación, los espíritus lo hacían en cuerpos físicos y etéricos más evolucionados. Los hebreos de las tribus de Judá y Benjamín, sin embargo, conocidos históricamente como pueblo hebreo, pegados a su raza
 - y raza significa sólo cuerpos y no espíritus -   usaban siempre, digamos, "los mismos moldes", lo cual, unido al problema antes expuesto en cuanto a los cuerpos de deseos y mental, hacía su evolución imposible a largo plazo. Por eso Cristo vino al mundo como judío y por eso en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles y en las Epístolas hay multitud de pasajes en los que se dice claramente que Cristo venía, en primer lugar, a salvar a los hebreos - los más necesitados - y luego, a los demás pueblos, o sea, a los "paganos". 
   - Comprendo. ¿Así que nosotros formamos nuestro cuerpo astral del cuerpo astral de la Tierra?
   - Claro. ¿De qué materiales formamos nuestro cuerpo físico? De los materiales del cuerpo físico de la Tierra, ¿no? 
   - Sí. 
  - ¡Y de qué materiales crees tú que formamos nuestro cuerpo etérico o vital? 
   - Supongo que de los que forman el cuerpo vital de la Tierra.
  - Exacto. Y, del mismo modo, nuestro cuerpo mental está formado con los materiales que extraemos del cuerpo mental del Planeta.
    - Es todo muy lógico y está claro.
   - Con lo que antecede, pues, has comprendido lo que te decía al comenzar nuestra conversación: Que, en el momento de la venida de Cristo, la evolución del hombre estaba seriamente comprometida. ¿No?
   - Sí. Está perfectamente justificado y comprendido. 
  - Pues desde entonces, Cristo, cada año, regresa a la Tierra y vuelve a repetir el proceso de limpieza de los Planos superiores: Mundo del Deseo o Astral, y Mundo del Pensamiento. Con ello cada año elimina todo lo negativo de ellos creado por el hombre en ese intervalo y, además, nos deja una enorme provisión de los dos éteres superiores, el éter de Vida o Vital y el éter Reflector, que nos ayudan a espiritualizarnos. 
   - ¿Así que cada año vuelve Cristo? ¿Cómo es eso y cuándo vuelve y adónde y por qué eso no se sabe?
  - Son muchas preguntas a la vez, pero trataré de contestártelas, aunque alguna de ellas tendrá que ser motivo de otra charla como ésta. Verás: Cristo empieza cada año Su penetración en la atmósfera terrestre en el equinoccio de otoño, cuando el sol está en el signo zodiacal de Virgo, y sigue penetrando hasta que llega al centro de la Tierra, cosa que ocurre el 21 de diciembre, es decir, en el solsticio de invierno, comenzando el 24 Su emisión de Vida, es decir "naciendo". Desde allí, y durante doce días, hasta el 6 de enero, irradia la mayor parte de Su vibración a todo el Planeta y lo que en él existe y evoluciona, es decir, nos da Su vida, Su propia vida, casi hasta el agotamiento, mientras permanece constreñido en un reducto tan diminuto para un Ser de la magnitud del Segundo Aspecto del Creador del Universo. A partir del 6 de enero comienza Su salida, entregándonos todo lo que le queda de vida, hasta culminar en el equinoccio de primavera en que, tras morir en la cruz (el sol ese día "cruza" el horizonte de sur a norte), "asciende al trono del Padre" de nuevo, para renovar Su provisión de vida y volver al año siguiente. En ese trayecto, al salir entregándonos Su vida, y pasar por los planos superiores (y ten en cuenta que el Purgatorio, por pertenecer al Mundo del Deseo es menos denso que el físico, aunque para el cuerpo astral sea densísimo), va limpiándolos y dejándolos constituidos por materiales mucho más puros, lo que nos permite formar nuestros vehículos con material cada año más apropiado. Por eso por Pascua sentimos deseos de penitencia, de rezar, de arrepentirnos de nuestros  errores, y de ahí las procesiones, los penitentes, etc. Todo ello, consecuencia de ese rayo de Cristo que nos nace en nuestro propio interior. Ese es el verdadero sacrificio de Cristo y no solamente la muerte en la cruz, tormento que sufrieron, además de Él, muchos miles de hombres en la antigüedad y que, en aquella época, no tenía nada de particular. 
  - ¡Por eso se celebra Su nacimiento el 24 de diciembre y Su crucifixión en primavera? 
  - ¡Claro! ¿Vas comprendiendo? Pero, por hoy yo creo que basta con esto. 

DÍA 14 
CBS NEWS TELEVISION, Nueva York, U.S.A.

LOS DELINCUENTES 

    - Me dan pavor los delincuentes. Habría que eliminarlos a todos.
    - ¿Por qué?
   - ¿Por qué? ¿Qué otra cosa se puede hacer? 
   - Primero, tratar de comprenderlos; luego, ayudarles enseñándoles y formándolos.
    - ¿Tú crees que ese es el sistema? 
  - Sin duda. Tú y yo y todos los que nos sentimos molestos o amenazados, ya hemos sido alguna vez delincuentes. 
   - ¿Qué me dices? ¿Nosotros delincuentes? 
   - Sí. Con toda seguridad. 
   - ¿Y cómo lo sabes? 
   - Porque no puede ser de otro modo: Hay una ley natural, que se llama de Afinidad y, según la cual, todo atrae y es atraído por lo similar. 
   - ¿Y eso qué tiene que ver? 
  - Tiene que ver que tú y yo y todos somos inconscientemente atraídos por aquellas personas, lugares o situaciones que nos son familiares y entre las que nos sentimos cómodos. 
  - ¿Seguro? 
  - Seguro. ¿Tú no te encuentras mejor entre filatélicos, porque tú lo eres, que entre coleccionistas de encendedores, por ejemplo? 
  - Hombre, sí. Con los coleccionistas de encendedores no tengo nada en común, no tengo tema. 
   - ¿Y no estás mejor con españoles que con alemanes, pongo por caso? 
   - Claro. 
   - ¿Y no te sientes más a gusto y te manejas mejor en tu ciudad que en una desconocida? 
   - Sí. 
   - ¿Y no te sientes más cómodo entre tus compañeros de trabajo o tus parientes y amigos que entre extraños? 
  - Sí.
   - ¿Tú te sentirías cómodo, en cambio, en una reunión de asesinos?    - No, claro.
   - ¿Por qué? 
   - Porque no soy asesino, sencillamente. 
   - ¿Y en una reunión de terroristas?
   - Tampoco. 
   - ¿Y en una de violadores? 
   - Tampoco, claro.
   - ¿Y en una de diplomáticos? 
  - Hombre, no me sentiría muy cómodo, pero mejor que con los otros. Por lo menos no sentiría miedo. 
   - ¿Y en una reunión de Premios Nobel de Física?
   - Pues ahí no tendría nada que hacer.
   - ¿Pero preferirías esa reunión a la de violadores? 
   - Por supuesto.
   - ¿Y una de músicos eminentes?
   - También la preferiría.
  - Bien. Ya podemos tratar de extraer la ley general, lo que todas esas elecciones tuyas nos enseñan. 
  - No comprendo.
  - Lo verás en seguida. De todo lo que hemos dicho, ¿qué deduces tú? ¿En qué situaciones te sientes más cómodo?
   - En las que se refieren a algo que conozco o me es familiar. 
  - Y, entre las que no te son familiares, ¿cuáles prefieres? ¿Las de aquéllos que son más cultos, más sabios, más inteligentes o más educados que tú, o las de los que son más groseros, más incultos, más primitivos o menos respetuosos o amables que tú?
  - Lógicamente, las primeras. 
  - ¿Y por qué? 
   - Porque son menos peligrosas.
 - ¿Sería correcto decir que, porque son de hombres más evolucionados o más perfectos que tú o que representan algo que a ti te gustaría alcanzar?
   - Sí. Eso sería exacto.
   - Pero, entre una reunión de Premios Nobel y otra de gente como tú y como yo, ¿con cuál te quedarías?
   - Con la de los míos. 
  - ¿Y dónde se encontraría mejor un asesino? ¿Entre asesinos o entre Premios Nobel?
   - Entre asesinos, seguro.
   - ¿Te das cuenta?
  - Sí. Me he dado cuenta de que uno, con los que se encuentra mejor es con los que le son afines. 
  - ¿Y con quienes se encuentra más a disgusto? ¿Con los que son, digamos, "mejores" o con los que son "peores" que uno mismo?
    - Con los que son peores. 
    - ¿Siempre? 
    - Siempre, no me cabe duda. 
    - ¿Y por qué crees tú que eso ocurre? 
    - No lo sé. No se me ocurre una respuesta. 
    - Pues la hay. 
    - ¿Y es?
   - Es doble. Por un lado, porque todos tendemos a mejorar, todos tenemos una idea de la perfección, de la belleza, de la sabiduría, de la armonía y la seguridad, etc. y, sin darnos cuenta, tendemos hacia ellas. Por eso trabajamos y estudiamos y nos esforzamos toda la vida: Por mejorar y por subir. 
   - ¿Y la segunda? 
  - Pues que, a medida que vamos "subiendo" o mejorando o evolucionando, nos vamos encontrando bien y vamos buscando y asociándonos con los que son como nosotros, y nos encontramos mal con aquellos que están donde nosotros nos encontrábamos antes o aún más atrás, ¿no? 
   - Es cierto.
  - Cuando eras niño te encontrabas a gusto con los niños. Pero ahora te encuentras más a gusto con los de tu edad.
  - Sí, claro.
 - Y antes de estudiar tu carrera, te encontrabas perfectamente entre los que eran como tú y sabían lo que tú, pero ahora ya no te encuentras tan cómodo con ellos y prefieres los que se han cultivado y, entre ellos, los que tienen tu misma carrera, ¿no?
    - Sí. Es así. 
  - De lo cual se deduce que, aquellos comportamientos que te disgustan, precisamente te disgustan porque ya los has sobrepasado.    Ya estás en un nivel superior, con otras metas, otras bases, otros objetivos, etc. Pero sólo nos parece mal y evitamos aquello que, por comparación con lo que somos o tenemos, es peor o más primitivo o más basto o más rudimentario. 
   Y, si todos, sin excepción, vamos, a lo largo de toda nuestra evolución, tendiendo a mejorar, a subir, a perfeccionarnos, quiere ello decir que, si nos molestan los carteristas, violadores, asesinos o delincuentes en general es, sencillamente, porque ya superamos, en esta o en una vida anterior, esos niveles. 
   - Es lógico, sí. 
  - Y, cuando estábamos en esos niveles, no nos hubiera parecido justo que los "buenos", es decir, los que habían evolucionado más, tratasen de eliminarnos. Nos hubiera parecido mucho más humano y más acertado que se nos dieran las oportunidades necesarias para mejorar, para salir de aquella situación moral, ¿no?
    - Sí.
  - Y, lo que es más: Se nos dieron. Porque, de otro modo, no estaríamos ahora donde estamos y seguiríamos siendo delincuentes.    - Tienes razón. 
  - Por tanto, piénsalo dos veces antes de pronunciarte sobre los que, a su pesar, ya que todos tendemos a lo mejor, aún no han llegado a tu nivel. Tiéndeles una mano como a ti un día te la tendieron; compréndelos, como a ti un día te comprendieron; y, con ello, estarás tú mismo avanzando un paso más en tu propia evolución. 

DÍA 15 
RADIO LUNA, Villanueva de Córdoba, Córdoba 

LA ELEVACIÓN PAULATINA

   El plan divino se desarrolla en un continuo fluir de corrientes espirituales producidas por el Verbo, la palabra creadora, el sostén de todo el universo, y que se expresa como una armoniosa y perenne sinfonía. 
  Cada virtud conquistada y asumida nos hace emitir el tono de dicha virtud, que será más o menos armónico con el del Verbo y más o menos elevado o intenso, según el grado de perfeccionamiento que hayamos adquirido. 
  A medida que vayamos añadiendo nuevas virtudes a nuestro propio ser, nos iremos integrando en esas corrientes de luz, vida y amor, provenientes de Dios, y ello nos facilitará la recepción de mayores gracias, el desarrollo de nuevas fuerzas y el despertar de nuevas energías que, a su vez, harán aflorar nuevas virtudes y nos aproximarán más y más a la inmensa armonía que es Dios. 

DÍA 16 
COPE SIERRA, Benidorm, Alicante

 LAS APARIENCIAS

    El que cree ser más importante por tener un coche más caro o una casa más grande o un capital mayor, sin darse cuenta de que con ello no ha añadido ni un ápice a su inteligencia, ni un adarme a su valor moral, ni una micra a su cultura, ni un segundo a su vida, a los únicos que logra engañar es a los tontos... y a sí mismo, claro. 
   Y, sensu contrario, el que respeta a otro porque tiene un coche más caro o una casa más grande o un capital mayor, sin tener en cuenta su valor como hombre, no hace sino pregonar a los cuatro vientos su propia estupidez. 
   El que, en cambio, sabe que lo único que en un hombre merece respeto y admiración son las obras realizadas en beneficio de los demás, ese demuestra inteligencia, altura moral y visión exacta de las cosas.

 DÍA 17 
ANTENA 3, Salamanca 

LA GÉNESIS DEL AMOR 

  Si el mundo que nos rodea es, en realidad, creación nuestra personal, a partir de los datos que los sentidos nos suministran y si,  consecuentemente, nos es imposible conocer ni aún penetrar el mundo de ninguno de nuestros semejantes, está claro que el amor es también, y sobre todo, creación nuestra y, por tanto, cosa de uno sólo.
  Cuando esa "obra de uno" coincide con la "obra de otro" es cuando se da un gran amor. Si no hay coincidencia, hay sólo amor unidireccional y, si quien lo ha creado no está al corriente de su génesis, puede ser víctima de grandes desengaños, creados también por él mismo. 

DÍA 18 
ISTOÉ, Sao Paulo, Brasil 

   *El teatro se creó para que, en una vida, pudiésemos extraer la experiencia de varias. 
    *Tú no eres igual a nadie. Ni siquiera a ti mismo. 
    *El más necio es siempre el que más defectos ve en los demás.        *El mejor padre es el padre muerto, pues no tiene debilidades ni comete errores. El que aún vive, eso no lo puede conseguir. 
   *Entre todos los padres ausentes, el padre muerto es el que está más presente y el que mejores cualidades tiene.
   *El hombre, que ha creado tales medios de destrucción que, ante su sola presencia, tiembla el animal más fuerte y poderoso, tiembla a su vez ante el ser más pequeño e insignificante: El virus. Contrasentidos de la vida. 
  *La propia libertad termina donde empieza la libertad de los demás. Y el propio interés debe terminar donde empieza el interés de los demás. 
  *Pregúntate siempre el por qué de todo. Si sabes el por qué, sabrás el cómo. Pero, si sabes sólo el cómo, no sabrás el por qué. 

DÍA 19
EXPANSIÓN, México D.F., Méjico 

    *Los apóstoles no lo tenían muy claro: Discutían sobre quién de ellos sería el primero, no creían en la resurrección, abandonaron a su Maestro y lo negaron... Y, sin embargo, desde Pentecostés lo comprendieron todo, lo pregonaron y entregaron sus vidas a la causa de Cristo. Ahora, por tanto, podría estar ocurriendo algo parecido; sólo que, lo que entonces fue instantáneo y limitado a unos pocos, ahora sería lento, pero afectando a todos. 
   *Cristo no vino a, ni pretendió en ningún momento, hablar de política, de la organización del estado o de la estructura social. Lo dejó bien claro: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Él vino, y así lo dijo (Juan 3:17), a modificar al hombre, a decirnos cómo debemos ser nosotros porque, mejorando los hombres, mejora todo. 
     *Cuando veas a un hombre reírse de otro hombre, el tonto es el que se ríe. 
    *Si tienes la tentación de despreciar a tu prójimo, recuerda tu último examen de conciencia. 
    *El hombre más evolucionado es el que más comprende y más disculpa y más perdona y más olvida. 
   *Cuando pienses que no puedes soportar más, es que aún te queda mucha energía. Cuando de veras no se puede más no hay tiempo para pensar.
    *Si te compadeces de ti mismo dejarás de compadecerte de los demás. Y eso es nefasto. 
     *Si se te ha dado a conocer la verdad; si te estás encaminando a Dios por el sendero correcto; si se te han enseñado los medios a emplear para tu rápido progreso ¿de qué te quejas? 
    *Cada vez que eleves tu mente a Dios sentirás envolverte Su respuesta amorosa e instantánea.

 DÍA 20
EL DÍA, Toledo

   *Llena de amor los recintos en que penetres. Servirás así a tu prójimo más de lo que crees. 
   *Cuando saludes a alguien, envíale amor. Su Yo Superior te lo agradecerá y tú habrás aprovechado una hermosa ocasión. 
   *No te apresures a pedir consejo a los demás. Tu mejor consejero es tu Yo Superior, la parte de Dios que te pertenece y que eres tú mismo. Consúltalo a Él y Él te dará siempre la respuesta correcta. Ello incrementará esa confianza en ti mismo tan necesaria para hollar el sendero de tu evolución. 
    *No te impacientes si no te haces perfecto en unos días. Dios lo desea más que tú. Pero tu papel es trabajar, no impacientarte.              *Toda tu evolución está encerrada en cada instante de tu vida, pues en cada instante tienes un cuerpo, una salud, unas facultades y una posición social que son consecuencia sólo de tu pasado. Y, a la vez, lo que hagas en ese momento decidirá tu cuerpo, tu salud, tus facultades y tu posición social futuros. No desperdicies, pues, ningún momento de tu vida. Y menos aún, quejándote. 
    *A poco de morir, ya nadie se acordará de ti. Y, sin embargo, todos tendrán algo tuyo. Porque lo que tú pensaste, dijiste o escribiste, lo que hiciste, todo, habrá influido en todos y todos, sin excepción llevarán siempre consigo algo que nació de ti. Procura, pues, que ese algo sea hermoso. 
   *Amar es ponerse en lugar del otro. Y obrar como a él le gustaría. 

DÍA 21 
ESTADO DE MINAS, Belho Horizonte, Brasil 

    *Sin amor no es posible ninguna virtud. El las contiene todas. 
    *El servicio eleva siempre al servidor a los ojos de Dios. 
   *La casualidad no existe. Todo tiene una causa y una finalidad. Procura descubrirlas. 
   *Procura ser el que eres y no el que quisieras ser ni el que quieres que crean que eres. Llegarás más lejos. 
   *Alégrate de la felicidad ajena. También es tuya.
   *Entristécete con tu prójimo. Su desgracia te afecta igual que a él.    *Tiende tu mano antes de que te la pidan.
  *Que tus problemas sean los de tu hermano. 
  *Todo lo que pienses, hagas o digas volverá a ti algún día. Ojo, pues. 

DÍA 22 
THE NEW YORK TIMES, Nueva York, U.S.A. 

     *Nunca te sientas solo, pues nunca lo estás. Dios está contigo, ya que formas parte de Él. 
     *No emplees a otro en lo que puedas hacer tú. 
     *No te arrepentirás nunca de haber comido poco. 
     *No te preocupes por los problemas que aún no han llegado. ¡No existen! 
    *Todo suceso tiene su lado bueno. Aprende a buscarlo. 
   *Los efectos de la cólera tardan días en desaparecer del aura. Tenlo en cuenta.
   *Un hábito sólo se quita con otro hábito. Procura ir adquiriendo los buenos. 
   *Cada pensamiento, palabra u obra es una oportunidad de hacer el bien, que aprovechas o desperdicias.
   *Puedes engañar a todos... menos a ti. No lo intentes porque serás desgraciado. 
   *Lo único que se pide de nosotros es que, en el lugar en que la vida (es decir, nuestro pasado) nos haya colocado, desempeñemos nuestras obligaciones con todas nuestras energías, toda nuestra ilusión y todo  nuestro afán de servir... El resultado ya no depende de nosotros, ni debe importarnos. Eso ya es cosa de Dios. 

DÍA 23 
LA REPÚBLICA, Roma, Italia 

    *Siempre produce más gozo el dar que el recibir. 
   *¿Eres consciente del sufrimiento que Dios está experimentando por Sus criaturas mientras tú comes y bebes y te desentiendes del mínimo que se te pide, que es tan sólo que ames a tu prójimo y actúes en consecuencia? 
   *¿Has experimentado la paz del alma? Nace de estar bien con todos, incluso contigo mismo. Búscala, experiméntala una vez y no la olvidarás nunca. 
   *Si la clave de todo está en dominar la mente, arremángate y comienza la tarea, convencido de que es lo más importante que hayas emprendido jamás.
    *El mañana nos asusta porque no lo conocemos. Pero Dios sí lo conoce. ¿Por qué, pues, tenerle miedo? 
   *No hay nada más inútil que el miedo. Además de no resolver nada, nos hace vulnerables. 
    *¡Si atendiéramos al hambre del alma con la misma solicitud que al hambre del cuerpo! Y, sin embargo, es mucho más grave que ésta. 
    *Recuerda siempre que cada día has de dar de comer a tu alma. Y que ella come buenos pensamientos, buenas obras, buenos deseos, buenos sentimientos, devoción, lecturas positivas, música elevada, meditación, arte, y amor, sobre todo, amor. 
   *Al hacer tu examen de conciencia, ponte siempre en el sitio del otro, del que recibió tu ofensa o tu odio o tu envidia. Y sufre tú las consecuencias de tu actuación. Si lo haces así, te corregirás pronto. 
  *Lo mismo que el vicioso se encenaga cada vez más porque el vicio le embota el cerebro, el que aspira a mejorar se eleva sin interrupción porque sus ideas son más claras cada día. 

DÍA 24
 DER STANDARD, Viena, Austria 

   *Nuestra escala de valores debe ser revisada a diario, pues cada día el examen de conciencia aumenta nuestra visión del mundo y nuestra comprensión de las leyes naturales. 
   *Mira a tu prójimo sólo para ayudarle y nunca para envidiarlo o hacerle daño. Ve en él siempre a un hermano y nunca a un antagonista. 
   *No es casual el que estés donde estás. Agradécelo, pues, y actúa consecuentemente. 
   *No seas fatalista. Es irracional y conduce indefectiblemente a la inactividad y al retroceso. Está convencido de que, si te esfuerzas, mejorarás. 
 *Sé consciente de que, lo que se espera de ti y lo que verdaderamente te hace evolucionar es el esfuerzo, pero que el resultado de ese esfuerzo ya no depende de ti. 
   *Todo esfuerzo produce su fruto. Será el fruto que tú deseabas u otro distinto, pero te hará siempre subir un peldaño en la escala de tu evolución. 
  *Dios está en todas las cosas. Y si lo ves cuando haces algo, lo reencontrarás en cuanto te suceda. 
  *Mira siempre los problemas o las desgracias como si hubieran transcurrido ya seis meses. Te asombrará la poca importancia que tienen. 
   *Las cosas, en sí, no tienen ningún valor. Tan sólo el que tú les quieras dar. Da, pues, todo el valor a lo bueno y ninguno a lo malo y conocerás la paz del espíritu. 
  *Adquiere el hábito de acordarte de Dios frecuentemente durante el día. Poco a poco llegarás a así a ser consciente de Su presencia. Y entonces, ¿qué problemas podrán preocuparte? 

DÍA 25 
EL TRIBUNO, Salta, República Argentina 

   *Acostúmbrate a ver siempre en tu interlocutor al propio Dios porque, más o menos manifiesto, allí está. Y háblale a Él. Porque, aunque no lo parezca, a Él le estás hablando. Y será Él quien, de un modo u otro, te responda. 
   *Mira hacia atrás de vez en cuando en tu vida. Te resultará fácil percibir la fuerza invisible pero incesante que, a lo largo de los años, la ha ido configurando, y verás en ella claramente la mano de Dios y la obra de Su amor por ti. 
 *Si te dijeran que debes morir hoy mismo, seguramente encontrarías mil razones para seguir en este mundo. ¿De qué te quejas, pues? Alégrate de seguir en él y concéntrate en desarrollar esas razones con la gratitud que ello merece. 
   *Cada minuto de tu vida es una bifurcación en el sendero de tu evolución. Sé consciente de ello y aprovéchalo para escoger el camino apropiado. 
    *No esperes que los demás te den si tú no te adelantas a dar. Si te adelantas, empero, ello hará que cada vez te atraiga más dar que recibir. Y eso es señal de que evolucionas deprisa. 
   *No hay nada, absolutamente nada, ni en ti ni fuera de ti, que no esté regido por una ley natural. ¿Cómo puedes, pues, dudar de la existencia de Dios? 
   *Los pecados, desde el punto de vista científico, no son sino infracciones de las leyes naturales y producen, lógicamente, el efecto de  cualquier infracción de cualquier ley natural. Lo que procede, pues, hacer es conocer esas leyes y cumplirlas. En eso consiste la evolución. 
   *Si todo está regido por leyes naturales, nuestro único posible pecado es el de la ignorancia de las mismas. 
   *Dentro de ti está Dios y con Él, todo el conocimiento. Procura, pues, penetrar en ti e ir extrayendo ese tesoro. 
  *La fórmula secreta de la evolución está en el servicio. Aprovecha, pues, cada pensamiento, palabra u obra para convertirlos en otros tantos actos de servicio. 

DÍA 26 
EL SUR, Concepción, Chile 
   
   *Impregna de amor cada pensamiento, cada palabra y cada obra y vivirás el amor. Y el amor vivirá en ti. 
 *No olvides que el pensamiento es creador y que, consecuentemente, si piensas en el bien, tendrás el bien y si piensas en el mal, recibirás el mal. Y, en ambos casos, serás tú el único creador de esos resultados. Sabiendo esto, ¿cómo prosigues permitiendo a tu pensamiento escoger el mal con tanta frecuencia? ¿De qué o de quién te quejarás luego, cuando ese mal o sus consecuencias te abrumen, obedeciendo precisamente a tu propia voluntad? 
    *Dios está en ti. Tú eres Dios. Y lo puedes todo. Procura, pues, que lo que deseas sea positivo. Tu mundo se llenará de luz y de amor y de felicidad y de alegría.
    *Si te propones "intentar" algo, estarás predisponiendo todas las energías que hay en ti para ese cambio. Pero no te propongas sólo "intentar". Proponte "hacer". O, mejor, "hazlo". 
   *Habitúate a, cuando pienses en alguien, tratar de ver solamente sus virtudes, que todo el mundo tiene. Con el tiempo, la vida te parecerá más hermosa, el mundo más atractivo y tus semejantes más dignos de tu amor. 
  *Recuerda que es tu Yo Superior el que te ha de hacer evolucionar. Y recuerda que ese Yo Superior está permanentemente en ti. Trata, pues, de elevar tu conciencia hacia Él para que, desde Su omnipotencia, asuma el mando de tu vida y de tu evolución. 
   *El optimista se cura a sí mismo. El pesimista acaba padeciendo la dolencia que temía y que él mismo ha creado al pensar insistentemente en ella. 
   *Una cosa es el progreso: Utilización, en beneficio propio, de las leyes naturales que rigen el mundo fenoménico. Y, otra, la evolución: Utilización, en beneficio propio, de las leyes naturales que rigen el mundo espiritual y cuya observancia se refleja en el mundo físico. 

DÍA 27 
IL CORRIERE DELLA SERA Sera, Roma, Italia 

    *El dominio más importante, en realidad el único dominio importante a que debes aspirar, es el dominio de tu yo inferior por tu Yo Superior. Para ello debes ser consciente, y adquirir el hábito de serlo, de que tú eres tu Yo Superior y no tu yo inferior, y de que ese Yo Superior que eres tú, es una parte de Dios y, como tal, omnisciente y omnipotente y perfecto. Esfuérzate por atraerlo a este nivel, al tiempo que tú te esfuerzas por subir al Suyo. 
     *Si el mal absoluto no existe. Si, como sabes, el mal sólo es bien en formación, busca siempre el bien en todo mal, pues allí está escondido, y acelerarás el dominio del bien en ti y en el mundo que te rodea. 
     *Recuerda que tienes cuatro cuerpos: Físico, etérico, de deseos y mental. Y que los cuatro experimentan hambre y han de ser nutridos con alimentos apropiados en cantidad y calidad. El físico, con comida física sana y nutritiva, so pena de desarreglos físicos; el etérico, con la repetición de hábitos positivos; el de deseos, con sentimientos y deseos altruistas, con devoción y oración, so pena de desequilibrios emocionales; y el mental,  con pensamientos puros y desinteresados, concentración, meditación, oración y lecturas adecuadas, so pena de desajustes mentales. Cada uno de ellos, además, si enferma o se desnutre, afecta negativamente a los inferiores. 
   *Encomiéndate con frecuencia a tu Yo Superior. Él es tu verdadero "yo". Acostúmbrate a identificarte con Él, elevando tu conciencia, y pronto sentirás Su influencia.
     *La virtud es consecuencia del conocimiento. O, dicho de otra manera: Sin conocimiento no hay virtud. Luego, el primer componente de ésta es mental. 
   *El esfuerzo permanente por "vivir la vida" hace salir a la superficie las virtudes y facultades desarrolladas en encarnaciones anteriores, pues son patrimonio del espíritu en evolución.
    *Aunque parezca mentira, una de las virtudes más difíciles de desarrollar es la sinceridad consigo mismo. Así de arraigado tenemos el hábito de fingir para engañar a los demás. 
    *El sendero es un camino lleno de rosas disfrazadas de espinas. No te dejes engañas por las apariencias. 

DÍA 28
 RADIO TOP 40, Zaragoza 

   *A lo largo del sendero, a cada paso que damos, gracias al esfuerzo, a la oración, a la meditación y al amor al prójimo, se rompe un sello que ocultaba una verdad, una ley, un principio. Y nuestra comprensión del plan divino aumenta. Poco a poco vamos así componiendo el gran rompecabezas de la Creación, haciendo propios sus procesos y armonizándonos con las fuerzas creadoras alineadas junto a Dios. Con ello aumenta ininterrumpidamente nuestro conocimiento de Dios y nuestra identificación con Él.              *Cuando uno se entrega a una gran causa, y la evolución de la humanidad es la más grande, no hay excusa para la inactividad. 
  *La salvación del pueblo judío de su trágico destino de permanecer pegado a una raza, pasa por su incorporación al pueblo cristiano. Pero ésta pasa primero por la aceptación de que Jesús, sus padres, sus parientes, sus amigos, sus apóstoles y sus primeros seguidores fueron judíos. Y por la asimilación profunda, por todos, de esta verdad incontestable y significativa. Porque, si la religión cristiana fue fundada por Jesús, un judío, en el seno de su propia religión y como continuación y perfeccionamiento de la misma, ¿Qué impide a los judíos aceptarla como cosa propia?
   *La religión cristiana, según propia manifestación de su fundador, es la Ley Antigua perfeccionada. ¿Qué inconveniente hay, pues, en que el pueblo judío acepte la obra de un judío, aparte de la tradición injusta e injustificable entre judíos y cristianos por una mala o hasta malévola interpretación de las Escrituras por parte de los cristianos? 
  *Jesús, no sólo explicaba a sus discípulos en privado el significado de las parábolas, no sólo les prohibía que proclamasen que Él era el Mesías sino que, tras el milagro de los milagros, - la Resurrección - sólo se apareció a algunos de sus discípulos. La manera, pues, que tenía Cristo de inculcar su religión no era la de la conversión repentina de las masas, sino la del ejemplo individual, la de la maduración lenta, la de la ayuda a la evolución, la de la Iniciación "a quien la quiera solicitar". Por eso se rasgó el velo del Templo.       *Ordinariamente el karma no es muy grave. Lo hace grave la forma en que lo recibimos, lo interpretamos o lo soportamos. Es decir, que somos nosotros, nuestra mente, influenciada por el cuerpo de deseos, nuestra personalidad inferior, quienes hacemos el karma importante. Pero eso no es precisamente karma, consecuencia del pasado, sino creación nuestra actual.
    *Sólo serás feliz si no condicionas tu actitud hacia los demás a la actitud de los demás para contigo. Son dos cosas distintas, independientes y que nunca debes relacionar. Una es responsabilidad tuya. La otra, no. 
  *Procura emitir continuamente buenos pensamientos, buenos deseos y corrientes de buena voluntad a tu alrededor. Te mantendrás ocupado y te sentirás feliz.

 DÍA 29 
TELECINCO, Madrid

   *Si sabes que en el futuro serás mejor porque para eso te estás esforzando ahora, piensa en ese futuro y vive en él como si ya fuese una realidad. Te irá mucho mejor. 
   *Toda gran obra empezó con un modesto paso. Lo demás fue ilusión y empuje y constancia.
    *Donde estén tus pensamientos, allí estará tu vida y estarás tú.       *Decimos que para Dios el tiempo es un eterno ahora. Pero también lo es para nosotros, como chispas divinas o dioses en formación que somos: Podemos recordar el pasado y planificar el futuro, pero eso, necesariamente, sólo lo podemos hacer ahora. Luego sólo el "ahora" cuenta y es el ahora lo que hemos de aprovechar combinando la experiencia del ayer con la ilusión del mañana para obtener la realidad de hoy. 
    *En todo acto que llevamos a cabo, en todo pensamiento, en todo deseo, hay un 50% de pasado - conocimiento, experiencia - y otro 50% de proyecto, de sueño, de ilusión, de futuro en fin. De presente, en realidad, no hay nada. El presente tan sólo amalgama el pasado y el futuro, pero no aporta nada. Y, sin embargo, es decisivo. 
   *Estamos condenados a vivir donde viven nuestros pensamientos. Por tanto, pongámoslos en el paraíso. Hagamos de la vida un paraíso y vivamos en él. 
     *Nadie persigue un ideal si no le resulta atractivo. Y, si le resulta atractivo, no supone para él sacrificio el perseguirlo, sino placer.         *Nadie puede extraer, al leer un libro sobre la Sabiduría Occidental, más saber del que su nivel de conocimiento en ese momento le permite. Por eso, cuando releemos uno, encontramos siempre verdades que, en la lectura anterior, se nos habían escapado. Ello sólo significa que, entre ambas lecturas, nos hemos elevado, hemos aumentado nuestro conocimiento y nuestra comprensión. En una palabra: Hemos progresado. 

DÍA 30
 TURUN SANOMAT, Turku, Finlandia 

    *Si bien nuestro sitio - y, por tanto, el lugar de nuestra actividad física - debe encontrarse en donde la vida nos ha puesto, nuestra actividad espiritual, nuestro amor al prójimo, debe extenderse en todo momento a todo el mundo. Ningún verdadero aspirante a la evolución puede sentirse feliz mientras haya hambre o miseria, odio o violencia, opresión o falta de solidaridad con el pobre, el débil o el retrasado, entre los hombres. Y su dolor debe ser doble: Por los oprimidos y por los que oprimen, por los pobres y por los ricos, por los enfermos y por los sanos egoístas, por los retrasados y por los líderes que no se acuerdan de ofrecer su mano a aquéllos. Y su actividad espiritual permanente debe tender a mitigar el dolor de unos y a fomentar el descubrimiento de la luz por los otros. 
   *Cada vez que dirigimos un sentimiento de devoción a lo alto, automáticamente desciende de lo alto una cantidad mucho mayor de energía divina. Pero el comienzo de tal proceso depende siempre de nosotros. No lo olvidemos y no culpemos a lo alto de abandonarnos, porque es sustancialmente injusto. 
 *Para coronar una escalera hay que subir cada uno de sus peldaños. Tenlo presente. 
 *Cada hombre posee unas cualidades que ha desarrollado a lo largo de su evolución, y le faltan otras. Para adquirir éstas está viviendo su vida actual y, para ello, se le han dado unos medios. Cada cual, pues, está en el mejor lugar y con la mejor dotación - dado su nivel de evolución - para progresar. No pretendamos, pues, atraer a los demás a nuestro sendero particular, salvo que nos lo pidan. Pero tratemos siempre de comprender los senderos de los otros y hagamos lo posible por ayudarles en su recorrido. Todos los senderos, por extraviados que nos parezcan, conducen a Dios, puesto que nada existe fuera de Dios.
   *La ley natural establece que, en la medida en que nos ocupemos de los demás, reduciremos el ocuparnos de nosotros mismos. Son, pues, dos conductas incompatibles. Y, si sabemos que la evolución espiritual la hemos de obtener venciendo el egoísmo, tenemos claro el camino a seguir. 
   *Una cosa es el deseo y otra la voluntad. El primero, en realidad, no conduce a nada, si no se pone en funcionamiento la segunda. No basta, pues, "desear" ser mejor. Es preciso "querer" serlo. Desear no implica el despliegue de ninguna actividad encaminada a la satisfacción del deseo. Querer, en cambio, lleva implícito el esfuerzo necesario para la consecución. Tenlo presente siempre y no te quedes en el mero deseo. ¡Quiere! 
   *En realidad, no nos da miedo la oscuridad, sino las imágenes con que la llenamos. Ni nos da miedo la desgracia, sino las consecuencias - aún no existentes - que le atribuimos. Ni la enfermedad, sino los problemas - inexistentes aún - que le imputamos. Ni la muerte, sino todo lo que en torno a ella imaginamos. 
  *Al experimentar un problema, un contratiempo, una desgracia, debemos preguntarnos: ¿Cuál es la lección que de esto debo extraer? 

DÍA 31 
LA NACIÓN, Buenos Aires, República Argentina 
   
   *Es el espíritu lo que nos da la vida y no el intelecto.
  *El intelecto sin espiritualidad acaba adorándose a sí mismo y decayendo por falta de contenido. 
  *Si nuestro juicio está limitado a lo que nos proporcionan los sentidos, no podremos elevarnos nunca por encima de los éstos y nos será imposible percibir las verdades espirituales. 
   *La vida sensual nos inclina a considerarnos uno y distinto de los demás. La vida espiritual nos hace considerarnos uno con todos. Por eso, cuanto más sensuales, más despreciamos y tememos lo relacionado con la vida del espíritu. 
  *Nadie es más grande ni mejor que sus ideales. 
  *"La verdad os hará libres", dijo Cristo. Pero, ¿qué es la verdad? La verdad es el conocimiento de la Ley, es decir, de las leyes naturales. Porque, si las ignoramos y, en nuestra ignorancia, las infringimos, somos víctimas de la desgracia, la enfermedad y la muerte. Pero, si las conocemos y las utilizamos, cumpliéndolas, en beneficio propio, somos libres de tales limitaciones y desaparecen para nosotros la desgracia, la enfermedad y la muerte.

 POESÍA

 LAS PROVINCIAS, Valencia

 ESTAR SIN TI 

¡Qué triste era, Señor, no conocerte
 Ni saber que el final de mi destino 
No era seguir sin rumbo mi camino
 Sino orientarme a Ti para tenerte!
 ¿Qué triste es ver la bruma ensombrecerte, 
Del vicio, la soberbia, el desatino,
 Molicie, sinrazón, lujuria y vino,
 Sin ver la luz y sin reconocerte! 
Y ¡qué pobre y qué inerme y qué inservible
 Me siento al intentar, sin conseguirlo, 
Ayudarte a lograr que lo imposible 
Se haga verdad: Que, casi sin sentirlo,
 Se vuelva el hombre a Ti todo sensible
 Y puedas, con su ayuda, redimirlo!

 EL SOL, México D.F., Méjico

 NO ME DEJES

 Sé que Te llevo en mí; no estoy vacío.
 Que, con divino amor, a mí Te acoges
 Y, callado, en mi pecho Te recoges 
Y, con ser Dios, eres del todo mío.
 Sé que, si pienso en Ti, ya no hay hastío 
Y, aunque no sé en verdad por qué me escoges, 
Con Tu presencia ya me sobrecoges 
Y ella es tan sólo todo cuanto ansío. 
¡Quédate en mí, Señor, dame Tu aliento, 
No me prives de Ti, de Tu alegría,
 Que, descubierto en mí, yo ya Te siento
 Como parte de mí, de noche y día 
Y, privado de Ti sólo un momento,
 Sé que, al ser Tú la vida, moriría! 

LOS TIEMPOS, Cochabamba, Bolivia

 EL HOY Y EL AYER 

El hoy es consecuencia del ayer
 Y causa ineludible del mañana.
 ¡Qué verdad tan sencilla y, a la vez,
 Qué justicia tan clara! 


 * * *

FEBRERO

SÍNTESIS DE FEBRERO

   Estamos en una espiral de espiritualidad que ni los más imaginativos podían prever hace muy poco.
     Los medios de comunicación siguen profundizando en los temas que a todos gustan. Los maestros, que aparecieron discretamente por doquier para darnos a conocer lo que denominan la Sabiduría Occidental que no son más que las enseñanzas privadas de Cristo a Sus discípulos, abordan ya temas trascendentales para poder comprender perfectamente la evolución y el plan de la Creación.
      Hay trabajos maravillosos por doquier, de modo que se hace
dificilísima la selección. Pero, como los más importantes son
inevitablemente extensos (hasta el punto de que todos los medios adoptan la medida de dividirlos en capítulos o entrevistas sucesivas), hemos tenido también que limitarnos a incluir aquí sólo algunos de ellos, que consideramos fundamentales.                    Destacaríamos este mes un trabajo sobre los Cristos que resulta estremecedoramente clarificador; otro sobre el Padrenuestro, esa oración aparentemente anodina y casi ininteligible, y que resulta ser una fuerza positiva poderosísima cuando se la sabe utilizar; un tercero, relativo a las oleadas de vida, que aclara nuestro pasado como seres evolucionantes; y aún un cuarto, sobre las enseñanzas
ocultas de Cristo, que redondea el capítulo, llenando de luz una serie de puntos oscuros en la religión externa, entre otros, el del renacimiento.
     Hay muchas personas que, en este clima de adelanto espiritual, de clarificación de ideas y sentimientos y de reestructuración de escalas de valores, están desarrollando vertiginosamente la intuición y la hipersensibilidad y hasta los principios de la clarividencia. Es maravilloso.
    Ya se ha corrido la voz de que todo lo que está sucediendo no es
exclusivamente obra humana, sino que hay una serie de fuerzas, ajenas a nosotros, una serie de vibraciones de comprensión, de fraternidad, de amor, que proceden de otros planos que, indudablemente, están enfocando sus energías hacia nosotros. Esto podría, pues, ser una colaboración, una asociación entre hombres y ángeles para llevar a cabo una obra maravillosa. No tardaremos en saberlo.
    La poesía, como acostumbra, adelantada a la generalidad, camina ya por las cumbres del amor a Dios y de la soledad durante la noche del alma, síntoma inequívoco del paso de un estado de conciencia a otro superior.


* * *

DÍA 1
LA VOZ DE AMÉRICA, Washington, D.F., U.S.A.

CARTA A MI HIJO

     Has llegado a una edad en la que tienes que ir aprendiendo a utilizar la mente, a adquirir discernimiento, a no perderte en la maraña que la vida pone ante tus ojos.
    Como yo también pasé por eso y he caminado ya bastante y hasta he llegado a abrir una pequeña trocha en la selva de la vida, por donde puedo discurrir con relativa tranquilidad, creo mi deber, a la vez que, como parte de mi ser que eres, no puedo por menos de desearte lo mejor, darte algunos consejos que, a modo de brújula, te puedan servir para orientarte en tu safari vital y conducirte a los puntos que te hayas prefijado en tu programa de viaje a lo largo de esta existencia.
      Comienza esta lectura con la idea de que Dios existe y de que tú
formas parte de El, como la formo yo y tu madre y todos los seres de este mundo y aún de todos los mundos.
    Piensa, consecuentemente que, si este mundo es parte de Dios, no puede ser malo, ni feo, ni negativo y que, por tanto, si alguna vez lo percibes así, el defecto no estará en él sino en ti: El mundo es hermoso, la vida es maravillosa, el amor es la savia de la vida de Dios, la sangre que lo hace funcionar todo adecuadamente, que todo lo comprende, que todo lo disculpa, que todo lo purifica, que todo lo supera, que todo lo hace bueno.
   Adopta, pues, al amor como hilo conductor de tu vida, como origen de tu actividad y como fin de la misma. Hecho esto:
    - Si te parece que en el mundo no hay más ley que la de la propia
ambición, sabe que la ambición es necesaria, pero tiene sus límites y éstos se encuentran donde empiezan los derechos de los demás.
     - Si parece no haber más metas que el éxito, el dinero y el poder,
sabe que el éxito es efímero y se cobra un altísimo precio, que el dinero es una magnífica energía si se emplea bien y un instrumento peligrosísimo si se usa indebidamente, y que el poder es sólo una oportunidad que se nos da para ejercerlo promoviendo el progreso, la fraternidad, la responsabilidad y la ilusión.
    - Si parece que el amor, el verdadero amor, ha degenerado y no se eleva por encima del sexo, recuerda que el amor es el fundamento del universo, es la fuerza que hace posible la vida, es la vida misma; mientras que el sexo es sólo una función fisiológica encaminada a asegurar la supervivencia de las especies, razón por la cual su ejercicio va acompañado de placer. Sabe también que, entre los hombres, el sexo debe ir acompañado del amor y no sólo del deseo porque si no, se queda a nivel exclusivamente animal y es degradante.
    - Si parece que la amistad, la verdadera amistad, no se encuentra ya, sabe que la amistad es hija del amor y, como él, imperecedera,
inconsumible, sublime cuando es verdadera y que, aunque no lo parezca, sigue existiendo.
   - Si parece que la familia es un lazo debilísimo, puramente genético, sabe que la familia es un conjunto de seres, unos de los cuales ofrecen sus cuerpos, sus genes y la mayor parte de sus energías a lo largo de todas sus vidas, a otros que, a su vez, se aprovechan de ello y se desarrollan hasta la madurez. Y que ese sacrificio sólo se puede hacer por amor, porque el amor es la base de la familia.
     - Si parece que los abuelos estorban y hay que alejarlos, sabe que esos abuelos dieron su juventud y todas sus energías, y renunciaron a muchos sueños y aspiraciones y proyectos, sólo por amor a sus hijos, y éstos les deben una gratitud y un amor que sólo llegarán a comprender cuando ellos, a su vez, sean padres. Y sabe que los abuelos son los eslabones entre generaciones, son la memoria de la familia, los que han de enlazar el pasado de la misma con su futuro, relacionando así su propia generación y las anteriores con la de sus nietos y que, si los abuelos faltan del hogar, los nietos se quedan sin raíces, sin historia, sin anécdotas, sin antepasados, víctimas de una gravísima amnesia sociológica.
   - Si parece que el egoísmo domina a todos los hombres en todas sus actuaciones, sentimientos y deseos, sabe que el egoísmo es antinatural y tiende a destruir, a monopolizar, a excluir, y que acaba destruyendo al egoísta, haciéndolo desgraciado, solitario, triste, frustrado e insatisfecho de sí mismo.
   - Si la vida sana parece haber perdido la batalla frente al tabaco, el alcohol, la droga, el exceso en la comida y la adulteración de los alimentos, sabe que las leyes naturales son inamovibles y que, inexorablemente, se cobrarán en falta de salud, en cánceres, en incapacidades, en dolor, en privaciones y en muertes prematuras las transgresiones que aquellas conductas suponen.
    - Si todo el mundo parece conocer y exigir sus derechos pero casi
nadie recuerda sus obligaciones, sabe que todo derecho entraña una
obligación correlativa y que el vivir en sociedad debe ser un constante equilibrio entre unos y otras.
    - Si el hábito de fijarse en y resaltar sólo lo imperfecto, lo erróneo,
lo desagradable, lo incompleto; si el ejercer la crítica negativa
permanentemente y con verdadera fruición, parece ser la labor cotidiana de quienes se dirigen a los demás, sabe que lo negativo lo es sólo por comparación con lo positivo y que todos quienes así actúan conocen, por definición, la existencia de lo hermoso, lo armónico, lo acabado, lo completo, lo positivo. Tú esfuérzate por ver esto último que, aunque no lo parezca, abunda más que lo primero.
     - Si, al parecer, ya no hay Dios, ni vale la pena rezar, ni creer en
algo, ni hay que agradecer nada, sabe que Dios existe y nos abarca a todos y, queramos no reconocerlo, somos parte de Él y en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
   - Si está generalmente aceptada la práctica de la calumnia, la injuria, la difamación, la envidia, el odio, la infidelidad, sabe que, quien así actúa está aún aprendiendo a convivir con sus semejantes y que, día llegará en que, purgadas las consecuencias de su actuación y desarrolladas las virtudes opuestas a esos errores, comprenderá cuán tristes e inútiles fueron sus esfuerzos.
   - Si todos responden a la ofensa con la ofensa, al odio con el odio y a la violencia con la violencia, sabe que es mucho mejor no hacerlo así y que cada día se nos ofrecen oportunidades sin cuento de devolver bien por mal y enseñar a los demás una manera más hermosa y más ajustada a las leyes naturales, de vivir.
   -Si la máxima justificación parece ser el decir: "¿Qué puedo hacer si soy así?", sabe que cada uno es fruto de su voluntad y de su imaginación y que, si te fijas metas hermosas y aplicas luego tu decidida voluntad, las alcanzarás, y tú mismo te sorprenderás del cambio que en ti se ha realizado.
   - Si los hombres parecen preocuparse más de aparentar que de otra cosa, sabe que lo verdaderamente importante es "ser tú" y que si tú eres bueno e intentas permanentemente mejorar, no necesitarás aparentar nada, sino que tu propia bondad superará, con mucho, todas las inútiles apariencias.
   - Si parece que el verbo "estar" y, sobre todo, el verbo "tener"
prevalecen sobre el verbo "ser", sabe que el verdaderamente importante es éste último; que lo que interesa es cómo seas, pues el lugar que ocupes puede variar y lo que tengas lo podrás perder, pero lo que seas formará parte de ti, será tu tesoro. Un tesoro del que nadie te podrá privar. Usa, pues, hijo mío, tu discernimiento. Acostúmbrate a ver más allá de los acontecimientos, de las modas, de las costumbres, de las actitudes, de las representaciones. Mira al fondo de las cosas.
   - Si alguna vez te sorprendes justificando tu conducta o tus
pensamientos o deseos con la frase "todos lo hacen", comienza a alarmarte:
    Los líderes nunca hicieron lo que hacía la masa y, si bien ésta, al principio, los escarneció, los despreció, los ridiculizó, los persiguió y hasta los mató, al final terminó adoptando sus ideas, imitando sus costumbres y admirando sus vidas. Tiende en todo momento, pues, a ser tú, a manifestarte como eres o, mejor aún, como deseas ser, siempre que ese ideal sea bello, bueno y, por tanto, positivo, y no te preocupes de las críticas, las burlas, los desprecios...ni las lisonjas.
    - Cada día, cuando te despiertes, agradece la nueva oportunidad que se te da, piensa que ese día es el primero de lo que te queda de vida y...vive. Vive queriendo a la vida, queriendo a tus semejantes, a las plantas, a los animales, al sol, a las estrellas, a la lluvia, al viento, al mar... porque, aunque no te des cuenta, con ello estarás amando a Dios y Él te responderá con un derramamiento de paz que te hará ser feliz y comprender más el amor, y te sentirás más bueno, más completo, más realizado, más preparado, más capaz, más enérgico para acometer la labor que en tu existencia tienes decidida. Es cuanto te desea de corazón tu padre

DÍAS 2-6
TVE, Valencia

EL PECADO ORIGINAL

      La iglesia asegura en su catecismo (Epígrafe 404) que no sabe por qué razones el Pecado Original, cometido por dos, se transmite a todos sus descendientes que, sin haber tenido parte en aquella acción, se ven condenados a sufrir sus consecuencias.
    Claro que eso no se compagina nada bien con un Dios todo justicia y todo amor por Sus criaturas. Y, desde ese momento, hay ya un algo no claro, ni razonable que flota sobre todo lo que luego se nos dice sobre Dios y sobre los hombres.
    Sin embargo, lo que la Sabiduría Occidental (las enseñanzas privadas de Cristo a Sus discípulos, que la iglesia ha olvidado pero que los llamados ocultistas han conservado fielmente) enseña es mucho más lógico y razonable y explica, no sólo que todos nazcamos con algún rastro de aquella caída, sino que algunos nazcan exentos de ello, sin necesidad de milagros ni de intervenciones de seres cuya misión es muy distinta de la que se les asigna por esas causas.
      La realidad, pues, es la siguiente:
   En la Época Lemúrica, hace muchos millones de años, la conciencia de los hombres no estaba, como ahora, fijada en el mundo físico sino que, como la de los actuales animales, estaba en el plano etérico, que es el mundo en el que viven y evolucionan los seres pertenecientes a la oleada de vida anterior a la humana y que hemos dado en llamar ángeles. Por eso los hombres de entonces se dice que estaban "en contacto permanente con los dioses". Es decir, que ambas oleadas de vida, la angélica y la humana, tenían centradas sus conciencias en el mismo mundo: El plano etérico.
    Aquellos hombres eran andróginos, es decir, contenían en su cuerpo físico ambos sexos y se reproducían mediante una especie de esporas que ocupaban los espíritus reencarnantes. Como tenían centrada su conciencia en el plano astral, ignoraban que tenían cuerpo físico, como ignoramos ahora que hacemos la digestión, por ejemplo. Todos, pues, eran unidades reproductoras completas, como ocurre aún hoy con algunas plantas a las que se denomina hermafroditas. Estábamos pasando en esos momentos por nuestro estadio animal y acabábamos de recibir, durante la Época Hiperbórea, el cuerpo de deseos o astral. En cuanto al cuerpo mental si bien a fines de la propia Época Lemúrica lo recibieron los líderes de la Humanidad, la gran masa de la oleada de vida, no lo recibiríamos hasta la época posterior a la Lemúrica: La Época Atlante.
   En plena Época Lemúrica aún, fue preciso que el hombre desarrollase un cerebro, que pudiese servir como eslabón entre los vehículos superiores y el cuerpo físico, y una laringe que le permitiese comunicarse con sus semejantes y pronunciar, en su día, la palabra creadora. Y, con ese fin, de cada individuo se destinó la mitad de su fuerza creadora sexual a dicho objeto, a lo largo de varios millones de años más. Según el estatus de cada uno, esa mitad de la fuerza creadora sexual que se destinó a crear esos nuevos órganos, fue la mitad positiva o masculina, o la mitad negativa o femenina. Ése es el origen de la curiosa relación existente entre los órganos de la reproducción y la garganta (paperas/orquitis/esterilidad, cambio de voz al llegar la pubertad, etc.) y entre aquéllos y el intelecto (ningún libertino se caracteriza por su inteligencia ni ningún sabio por su exceso de sexualidad). Es decir, que la fuerza creadora sexual se puede utilizar o derrochar mediante el sexo, mediante la palabra o mediante el intelecto. Pero es siempre la misma energía. Y ello explica muchos problemas y situaciones de otro modo inexplicables.
   Lógicamente, desde entonces, cada individuo, para producir un nuevo cuerpo físico, necesitó la colaboración de otro con la polaridad opuesta.
   Sin embargo los hombres seguían ignorando que tenían vehículo físico y eran los ángeles los encargados de, en determinadas fechas
astrológicamente apropiadas, reunirlos y aparearlos, exactamente como ocurre ahora con los animales en sus épocas de celo. La prostitución sagrada situada en los templos de algunos pueblos históricos no es más que una reminiscencia de aquellas épocas.
   En aquellos momentos precisamente, nuestra oleada de vida fue
víctima de un asalto inesperado, realizado por algunos miembros de la oleada de vida de los ángeles. Se trataba de los rezagados de dicha oleada que, habiendo llegado a un punto en su regresión, en que les resultaba imposible alcanzar a los suyos y, siendo por otra parte mucho más evolucionados que los hombres, y no pudiendo, por ello, integrarse en la nuestra, se encontraban entre ambas oleadas de vida y sin posibilidad de adquirir conocimientos y, por tanto, de evolucionar y, consecuentemente, abocados irremisiblemente a desaparecer como seres individualizados:
    Eran medio ángeles y medio hombres y son conocidos en todas las religiones, siéndolo en la nuestra con el nombre de Luciferes.
     Los ángeles, que alcanzaron el estadio o conciencia humana o de
vigilia en el Período Lunar, habían alcanzado el estatus vegetal o
conciencia de sueño sin ensueños, en el Período de Saturno o Primer Día de la Creación, cuyo elemento principal fue el fuego (no el fuego físico, que no es sino su levísimo reflejo, sino el fuego de la sed de saber, del entusiasmo, de la inteligencia, ya que la humanidad de aquel Período de Saturno la constituyeron los Señores de la Mente); habían alcanzado el estadio animal en el Período Solar o Segundo Día de la Creación, cuyo elemento principal fue el agua (no el agua física que conocemos, sino el elemento base de las emociones y los sentimientos, porque en ese Período, la humanidad la constituyeron los Arcángeles, maestros en el manejo de las emociones); y, durante el Período Lunar o Tercer Día de la Creación, cuyo trabajo para la oleada de vida angélica consistía en combinar, en amalgamar, en fundir el fuego y el agua, es decir, la inteligencia y la emoción para conseguir la espiritualidad, hubo algunos ángeles, entonces ya en el estadio humano, que fueron incapaces de esa unión y siguieron manejando preferentemente el elemento fuego. Esos son los Luciferes, que se convirtieron por ello en una anomalía en el plan de evolución.
   Al llegar, pues, el Período Terrestre, o Cuarto Día de la Creación, que es el presente, y en el que nuestra oleada de vida ha alcanzado el estadio humano, los Luciferes estaban ya rezagados con relación a su propia oleada de vida.
  En tales circunstancias, el medio que se les ocurrió para evolucionar, es decir, para aprender lo que la existencia en el mundo físico puede deparar en cuanto al manejo de la materia física y de las emociones se refiere( ya que, como ángeles que eran, no tenían cuerpo físico y su vehículo más denso era el etérico), fue el de aprovecharse de las experiencias de los hombres.
   El problema estribaba en que los hombres, como se ha dicho, si bien tenían cuerpo físico, aún no eran conscientes de ello y esos cuerpos nacían, se reproducían y morían sin que sus dueños llegaran a saberlo, lo mismo que no somos conscientes de tantísimos procesos que ocurren continuamente en nuestro cuerpo físico, de los cuales depende incluso nuestra vida física. No conocían tampoco, pues, la muerte. Por ello nuestra personalidad, que es la que los Luciferes deseaban explotar, no estaba sacando ninguna experiencia de todo ello, al no tener centrada su conciencia en este plano.
     En el plan divino diseñado para el hombre, no estaba previsto que éste se hiciese aún consciente de su cuerpo físico. Debía evolucionar más en el plano astral, perfeccionar el cuerpo físico y preparar el cuerpo de deseos, espiritualizándolo un tanto, para poderlo eslabonar con el cuerpo mental, de que el hombre carecía por aquél entonces, como también se ha dicho.
    La intervención, pues, de los Luciferes, relatada simbólicamente en el célebre pasaje del Génesis sobre la Caída del Hombre, consistió en introducirse en el cuerpo de los hombres, mejor dicho, en su espina dorsal, tocando con su cabeza nuestro cerebro (y fomentando con ello la inteligencia) y con su cola, nuestros órganos sexuales (fomentando también su utilización extemporánea).
    La necesidad de evolucionar obligó, pues, y sigue obligando a los
Luciferes a prestarnos ayuda hacia el conocimiento, pero a su manera, es decir, utilizando el fuego. Constituyen por ello lo que se llama "el brazo izquierdo de Dios": Nos ayudan aumentando nuestra comprensión de las cosas pero por el lado no ortodoxo.
    Los ángeles, pues, nos ayudan, desde fuera, a través del cuerpo de deseos y del cuerpo vital o etérico, como estaba previsto; pero los Luciferes nos hablan "desde dentro" de nosotros mismos y por eso nos resulta más fácil seguir sus sugestiones. Estimulan nuestras funciones cerebrales pero, al mismo tiempo, estimulan también las funciones sexuales, haciéndonos fijar en ellas la conciencia y haciéndola descender un escalón y centrarse en el mundo físico.      Por eso se dice en el Génesis que, como consecuencia del pecado original, Adán y Eva, representantes simbólicos de la Humanidad de entonces, "fueron arrojados del Paraíso", es decir, dejaron de percibir la presencia de los "dioses" o ángeles por haber centrado su conciencia en el mundo físico.
      De ese modo, pues, sugirieron al hombre y a la mujer que tenían
cuerpo físico y que, si se concienciaban de ello, serían capaces de crear hombres cuando quisieran, como hacía Jehová.
   Esas sugestiones fueron mejor percibidas por los elementos femeninos de la oleada de vida, sencillamente porque, como sigue ocurriendo ahora, el elemento femenino tiene más desarrolladas la intuición y la imaginación.
    Como los Luciferes se habían situado, etéricamente se entiende, a lo largo de la médula espinal y en estrecho contacto con la base del cráneo, como hemos dicho, las mujeres los percibieron con la "forma de serpientes", es decir, la forma de la propia médula espinal que ocupaban.
    Y fueron las mujeres, ciertamente las que, a lo largo del tiempo,
insistieron y convencieron al hombre (a los elementos masculinos) de que tenían cuerpo físico, porque ellas lo veían, con lo que fueron centrando todos su conciencia en el mundo físico, y se fueron haciendo conscientes de la existencia de su cuerpo y, poco a poco, de que lo manejaban.
   Y comenzaron a percibir las sensaciones que rodeaban el acto sexual.
   Y, como tenían ya cuerpo de deseos (que es el responsable precisamente, de nuestros sentimientos, pasiones y deseos, y que en aquella época estaba bastante desarrollado, y la mayor parte de la Humanidad no disponía aún, como ahora disponemos, del freno de la mente), se inclinaban fácilmente hacia aquello que les resultaba agradable sin pensar en las consecuencias.
     El acto sexual, pues, comenzó a parecerles agradable y, como
consecuencia de ello, empezaron a realizarlo buscando sólo el placer y sin adaptarse a las fechas astrológicamente apropiadas (la actual época de celo de los animales, como hemos dicho), lo cual produjo el nacimiento de la pasión sexual, con lo que se subvirtió la finalidad de dicho acto que era, como en los animales actuales, la procreación.
     Ello produjo distorsiones en los arquetipos de los vehículos, que
fueron la causa de la enfermedad. Como, por otra parte, se hicieron
conscientes del cuerpo físico, descubrieron su muerte, que siempre había existido pero que ellos no percibían.
  La pasión sexual hizo descender la tasa vibratoria de sus vehículos, con lo que fueron perdiendo su conciencia etérica y, por tanto, su contacto con "los dioses", es decir, con los ángeles. Y la muerte del cuerpo físico se convirtió en algo triste, desagradable y como un final terrible.
   Gracias a los Luciferes, pues, la Humanidad, que se hubiera convertido en un conjunto de autómatas dirigidos por las Jerarquías superiores, está convirtiéndose en independiente y creadora, con conocimientos que nos están costando muchos sufrimientos (por haber puesto en funcionamiento la Ley del Karma al utilizar métodos heterodoxos que infringen las Leyes Naturales), pero nos están también llevando a unas capacidades inesperadas.
    Esta ayuda que nos están prestando, sin embargo, hará posible que, como recompensa, se reincorporen a las filas de su oleada de vida con una gran evolución en su haber.
   Ese, pues, fue el pecado original: La caída en la utilización pasional y con finalidad inapropiada de la fuerza creadora sexual.     Eso es lo que se denomina en las Escrituras "comer del fruto del Árbol del Conocimiento".
    Pero, aunque la mayor parte de la Humanidad cayeron en ese "pecado", no todos lo hicieron. Y esos que no cayeron, que eran algunos de los avanzados (que ya, a fines de la Época Lemúrica habían recibido la mente), continuaron su evolución del modo previsto, es decir, en contacto con los ángeles, con su conciencia centrada en el plano astral. Y, cuando llegó su momento, se hicieron conscientes de la existencia de su cuerpo físico. Entonces, sin embargo, ya habían desarrollado la mente y ésta había aprendido a dominar al cuerpo de deseos, por lo que quedaron convertidos en hombres "sin pecado original" y capaces de, al ayuntarse entre ellos, dar lugar a una "concepción inmaculada", es decir, sin pasión, sin rastro de deseo carnal, puesto que sus conciencias estaban ya muy por encima del nivel de la media de los hombres. Ese fue el caso de Jesús, de Joaquín y Ana, padres de María, fruto de una concepción inmaculada, de la misma
María y de su esposo José, que dieron lugar, a su vez, a la concepción inmaculada de Jesús, etc. Por eso, cuando el ángel anunció a María que concebiría exclamó asombrada aquello de no "conozco" varón, es decir, "yo no probé el fruto del Árbol del Conocimiento".
    Jesús, pues, era realmente, descendiente de David según la carne,
puesto que su padre José lo era. Y éste no tuvo, en absoluto, que pasar ninguna vergüenza por el embarazo de su mujer, sino que se sintió, como todos los padres, muy orgulloso. Ese relato no es más que una interpolación hecha por alguien que no sabía esto ni sabía que el Espíritu Santo, Jehová, es el encargado, durante el actual Período Terrestre, de proveer los vehículos de todas las criaturas que en la Tierra evolucionan.
    Todo esto explica otra contradicción hasta ahora inexplicada: ¿Por qué si Cristo murió para borrar los pecados de todos los hombres, siendo Su acto de un valor infinito, seguimos todos naciendo con el pecado original?
    La respuesta es clara: Cristo murió para borrar los pecados "del mundo" y no "los de los hombres". Cristo vino a limpiar con Su aura de arcángel glorificadísimo, el cuerpo de deseos de la Tierra, polucionado hasta extremos que hacían imposible nuestra evolución, por la pasión causada por la intervención de los Luciferes y por los "errores", que no "pecados"(porque el pecado no existe, sino que existen las infracciones de las leyes naturales) de los hombres como consecuencia, principalmente, de las religiones de raza, que provocaron odios, guerras y egoísmos. Pero el redimir los pecados de los hombres, eso es labor de cada uno de nosotros
individualmente. Dios nos da para ello la ayuda que necesitemos, si se la pedimos. Pero es cada uno el que, aprendiendo de los errores, ha de ir espiritualizando el carácter, robusteciendo la voluntad y desarrollando el intelecto. Porque en la naturaleza no se regala nada; todo tiene un precio y toda causa produce su efecto, que es experimentado, irremediablemente, por el que puso aquélla en funcionamiento.
    Lo que hizo Cristo, pues, y repite cada año, desde el equinoccio de otoño hasta el de primavera, es derramar en el cuerpo etérico y astral de la Tierra toda Su provisión de los éteres de Luz y Reflector y darnos desinteresadamente, hasta el agotamiento, hasta la consunción, toda Su materia de deseos elevadísima, lo que está produciendo, año tras año, que los vegetales, los animales, los hombres y los ángeles caídos o Luciferes, podamos alimentar nuestros vehículos etérico y de deseos o astral con sustancias cada vez más elevadas, más puras y de superior vibración para, poco a poco, hacernos recuperar a todos la tasa vibratoria de los tiempos
del Edén, momento éste en que estaremos todos otra vez en contacto con los "dioses". Entonces tendrá lugar Su segunda venida, "en el aire", como dice San Pablo.
     Es, pues, todo perfectamente lógico y razonable. El resultado es el mismo pero la explicación es más apropiada a un ser inteligente creado por otro ser inteligente, que la de recurrir a imposibilidades absurdas que a nada conducen sino a confundir a muchos y a alejar a muchísimos de lo que debería ser la principal preocupación de todos: Comprender a Dios, comprender el por qué y el cómo de la vida y colaborar espontáneamente, pero sabiendo lo que se hace, en el plan de nuestro Creador que nos tiene reservado un futuro verdaderamente de dioses creadores como Él.

DÍA 7
RADIO ESCUCHA, Lérida


LA TRINIDAD

       Lo que llamamos "el Padre", primera persona de la Trinidad, es el más evolucionado de los Señores de la Mente, seres que constituyen una oleada de vida que era ya humana cuando la nuestra era aún mineral.
      El que llamamos "Hijo", segunda persona de la Trinidad, es el más evolucionado de los arcángeles, seres que constituyen una oleada de vida que ya era humana cuando la nuestra era aún vegetal.
    El que llamamos "Espíritu Santo", tercera persona de la Trinidad, es el más evolucionado de los ángeles, seres que constituyen una oleada de vida que era ya humana cuando la nuestra era aún animal.
     Pero, realmente, esos tres seres no han sido los creadores de nuestro sistema planetario. Ellos sólo, debido a su elevación y progreso, canalizan, cada uno de ellos, las energías de cada uno de los tres aspectos del Ser Supremo, hasta el punto de identificarse con ellos y asumir Su función.
      Porque, en toda la Creación, todo evoluciona, todo crece, todo prospera, todo se eleva hacia el propio Ser Supremo.

DÍAS 6 á 20
HECHOS, Madrid

LOS CRISTOS

        - ¿Qué me podrías decir sobre Cristo?
        - ¿Sobre qué Cristo?
    - ¿Cómo sobre qué Cristo? El Cristo de las Escrituras, el fundador de la religión cristiana.
       - Es que hay una gran confusión sobre este nombre y todo lo que representa.
        - ¿Confusión, por qué?
     - Porque ese mismo nombre se aplica, en realidad, a cuatro entidades a lo largo de las Escrituras.
      - ¡No me digas! ¿Cuatro entidades? ¿Distintos? ¿Cuatro Cristos?
       - Exacto. Cuatro Cristos. Cuatro aspectos o manifestaciones de
existencia a los que se da el mismo nombre.
       - Es la primera vez que lo oigo.
       - Es posible.
       - Pero, explícate. ¿Qué cuatro Cristos son esos?
    - Pues son: El Cristo Cósmico, el Cristo Planetario, el Cristo Histórico y el Cristo Interno de cada hombre.
    - ¡Caramba! Esto sí que es una sorpresa. Por favor, ¿puedes ilustrarme sobre todo eso?
    - Sí. Es una ocasión estupenda para hacerlo y aclarar muchas cosas que no lo están tanto.
      - ¿Aclarar cosas?
    - Tradicionalmente se ha dicho y se ha enseñado y hasta se ha creído, que todo lo relativo a la religión era misterioso y, por tanto, ininteligible para el hombre.
      - ¿Y eso no es cierto?
      - ¿Por qué va a serlo? ¿Por qué el hombre que es un ser racional ha de aceptar a ojos cerrados, haciendo depender de ello su conducta, su vida y hasta su más allá, una serie de cosas ilógicas? ¿No es más racional aclararlo todo? El día que la religión sea algo inteligible, lógico, razonable y, por tanto comprensible, el día en que el hombre pueda saber y comprender por qué está aquí y para qué y cómo funcionan la vida y la muerte, la religión será algo muy distinto que mientras se ha creído en misterios y se ha estado esperando ayudas extraordinarias e inmerecidas, procedentes de planos superiores, y se han imputado a Dios todos los defectos, vicios y errores de los hombres. La Humanidad, como conjunto, ha llegado a un punto en su evolución en que, por lo menos en una gran parte, es capaz de estudiar, comprender y practicar conscientemente y con pleno conocimiento, lo que la religión enseña.
    - Me dejas perplejo, pero tienes razón. Vamos, pues allá.
    - Bien. Empezaremos por el Cristo Cósmico. Antes, sin embargo,
quiero decirte que la llamada Sabiduría Occidental, las enseñanzas de Cristo a Sus discípulos, precisamente por tratarse de enseñanzas
perfectamente comprensibles y lógicas, no se transmiten como dogmas de fe. No. Cada cual es muy libre de, una vez estudiadas y comprendidas, decidir que se ajustan a la razón, que le dan una respuesta a las preguntas tantas veces planteadas sobre la existencia, Dios y el hombre y, por tanto, seguirlas conscientemente; o que, por el contrario, no es así, y prefiere
continuar como antes. Cada uno es libre y como tal debe actuar y
convertirse, una vez conocidas las Enseñanzas, en su propio maestro y, por tanto, en el único responsable de su vida y de las consecuencias que ella le acarree. ¿Está claro?
     - Sí. Completamente claro.
    - Pues vamos a estudiar lo que se denomina el Cristo Cósmico. Antes, sin embargo, es preciso que te diga que, para la comprensión de estos temas, hay que usar, además de la inteligencia, la razón o la lógica, el recogimiento, la capacidad de admiración y de asombro y de adoración y de agradecimiento porque tan grandes Seres y tan importantes fenómenos vayan encaminados a ayudarnos a nosotros, precisa e individualmente a nosotros. Necesitamos una especie de silencio interior, el silencio de la contemplación espiritual, para enfrentarnos a todo esto y para poder, con los pobrísimos medios que constituyen las palabras y nuestra limitada comprensión, ser capaces de asimilar su contenido y significación.
      - De acuerdo. Me hago cargo y estoy dispuesto.

EL CRISTO CÓSMICO
      - Bien. San Pablo se refiere al Cristo Cósmico diciendo: "Cristo, el Poder de Dios y la Sabiduría de Dios"(lª Corintios 1:24). Esto te da una primera idea.
      - Sí, me hace elevarme a niveles insospechados.
     - Te haré ahora una cita de Orígenes que te ayudará a ver más claro.
   Dice así: "El Verbo de Dios, mostrando la grandeza del Conocimiento del Padre, que sólo es abarcado en toda Su extensión, primero por Él y, en segunda instancia, por aquéllos cuya razón ha sido iluminada por Él, que es Verbo y Dios, dice: Nadie conoce al Hijo sino el Padre (Mateo 11:27), pues nadie puede conocer a Aquél que es increado y engendrado antes de ser creada la naturaleza toda, en su más amplio sentido, tan bien como el Padre que lo engendró; ni puede nadie conocer al Padre como el Verbo animado que es Su Sabiduría y Su Verdad".
     - Verdaderamente es algo sublime.
  - Y te lo completaré con otra cita del Evangelio: "Yo he manifestado Tu gloria en la Tierra llevando a cabo la obra que me encargaste; ahora, Padre, glorifícame Tú a Tu lado, dándome la gloria que tenía junto a Ti antes de que existiera el mundo" (Juan 17:4-5). ¿Vas perfilando la idea?
     - Sí.
    - Todas las religiones reconocen la naturaleza trina de la Deidad.       En el Cristianismo esa Trinidad la constituyen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A cada una de estas tres personas o aspectos de Dios se le atribuyen, respectivamente, los siguientes atributos: El Poder, al Padre; el Verbo, al Hijo, el Cristo Cósmico; y el Movimiento, al Espíritu Santo.
     El Evangelio de San Juan empieza, precisamente, hablando del Cristo Cósmico y dice claramente: "En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Al principio ya estaba con Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas y nada de lo que ha sido hecho se hizo sin Él".
   Y San Pablo insiste, definiéndolo como :"Imagen del Dios invisible, nacido antes que toda criatura, pues por Él fueron creadas todas las cosas que hay en la vida y en la tierra, visibles e invisibles, incluso los Tronos, las Dominaciones y las Potestades o Poderes: Todas las cosas fueron creadas por Él y para Él; y Él está en todas las cosas y todas las cosas consisten en Él... pues plugo al Padre que en Él se diera la plenitud total".(Colosenses 1:15-19).
     - Cada vez se eleva uno más oyendo esto...
   - Sí. Pero, sigamos tratando de profundizar. El Verbo es una vibración de tremendo poder. En hebreo se compone de cuatro letras, dos masculinas y dos femeninas y ten en cuenta que la Creación toda está compuesta de sólo cuatro elementos o vibraciones fundamentales a las que se llama:
     Fuego, Aire, Agua y Tierra. Los dos primeros son masculinos o positivos y los otros dos, femeninos o negativos. Las doce Jerarquías Zodiacales que rodean nuestro universo, o sea, nuestro sistema planetario, y están encargadas de los distintos procesos creadores, trabajan con esos cuatro elementos.
    - ¿Entonces es cierto que el Zodíaco nos influencia?
   - El Zodíaco es un conjunto de astros y cada astro no es sino el cuerpo físico de un gran ser, cuyas vibraciones nos están influenciando permanentemente, a cada uno según sus propias características.
    - ¿Qué quieres decir con eso?
    - Pues que, por ejemplo, las Jerarquías o signos de Tauro, Virgo y
Capricornio trabajan mediante el elemento Tierra y están centrados en el Verbo o Hijo, parte femenina de Dios; las Jerarquías de Aries, Leo y Sagitario utilizan el elemento Fuego y se centran en el Poder o aspecto masculino o positivo de Dios. Así el espíritu actúa sobre la materia para crear. Las Jerarquías de Géminis, Libra y Acuario, que trabajan con el elemento Aire, se centran en el Movimiento o tercer aspecto de la Trinidad.
   - ¿El Movimiento?
  - Sí. Ten en cuenta aquello que dijo Pitágoras, uno de los más grandes iniciados de la antigüedad: "Lo que deja de moverse, deja de vivir". Y es cierto. Pero no se trata de un movimiento arbitrario, sino de una vibración, de un tono. Cada Jerarquía emite su vibración, su tono, su sonido y el conjunto de todas ellas produce lo que se llama la "música de las esferas", que los espíritus avanzados pueden escuchar. Esa sinfonía, esa armonía cósmica va creando en los planos inferiores, haciendo que sus materias adopten las formas previstas en el momento previsto. De modo que cada cosa creada posee su propio tono o nota clave individual, personal e intransferible.
    - ¿Cada cosa? ¿Nosotros también?
   - Por supuesto. El arquetipo humano, que es el molde del futuro cuerpo físico, lo forman las Jerarquías creadoras en los planos superiores; y cada arquetipo humano tiene su propia nota clave que resuena mientras dura la vida en el plano físico o, mejor dicho, al revés: El cuerpo físico vive mientras dura la vibración del arquetipo.
    - ¿Se puede conocer esa nota clave?
  - Claro que sí. En nuestro estadio actual de evolución, sin embargo, sólo quienes han obtenido la iniciación y, por tanto, han desarrollado su oído espiritual, pueden escuchar su nota clave, el cántico de su propia alma. Pero todos llegaremos a poder escucharla perfectamente. A esto quisiera añadir que es relativamente fácil determinar cuál es la nota clave de nuestro cuerpo físico, aunque nuestra nota clave es la suma armónica de las de todos nuestros vehículos.
   - ¿Y cómo se puede conocer la nota clave de nuestro cuerpo físico?
    - Cuando se oye una escala musical, siempre se llega a una nota que nos produce un cosquilleo en la nuca, un leve estremecimiento, una pequeña conmoción interna. Esa es la nota clave de nuestro cuerpo físico.
   Pero, así como suavemente puede relajarnos y vitalizarnos, tocada con insistencia y fuerza puede enfermarnos, trastornarnos y aún matarnos.
     - ¿Es posible?
     - ¿Qué crees que hizo Josué para derribar las murallas de Jericó, como relata la Biblia, sino hacer que las trompetas de su ejército entonasen la nota clave de esas murallas prolongadamente? ¿Y por qué crees que los ejércitos evitan marcar el paso cuando caminan sobre puentes, sino para evitar producir involuntariamente la nota clave del puente y provocar su hundimiento? ¿Y qué crees tú que produce esas pérdidas de consciencia y esos desmayos entre los oyentes de los conciertos de jazz y la música posterior, sino el sostener o repetir insistentemente determinadas notas que coinciden con las de algunos de los oyentes?
     ¡Es inaudito!
    ¿Tú sabes que si tienes un diapasón afinado a determinada nota, pero en reposo, y haces sonar otro, cerca de él, afinado a la misma nota, el primero se pondrá en movimiento instantáneamente? ¿Y sabes que si, sobre un papel o un cristal colocas arena o limaduras de hierro y tocas su borde con un diapasón en funcionamiento, la arena o las limaduras formarán inmediatamente unos dibujos determinados, siempre los mismos para la misma nota y siempre distintos para cualquier otra.?
     - Sí, lo sabía.
    - Pues eso no es más que un ejemplo, una ilustración a pequeña escala de cómo influyen los mundos superiores sobre los inferiores, cómo actúan las Jerarquías Creadoras y cómo se produjo y se sigue produciendo, por tanto, la Creación.
     - Es maravilloso.
   - Te completaré la exposición diciéndote que las Jerarquías de Cáncer, Escorpio y Piscis, que trabajan mediante el elemento Agua, están enseñando a la Humanidad la Ley del Equilibrio.
     - ¿Y en qué consiste esa Ley?
     - Se trata de equilibrar lo positivo y lo negativo, la emoción y el
intelecto, el corazón y la mente, al agua y el fuego. Se trata de conseguir que nuestro cuerpo emita una nota clave armónica, suma de las notas clave de cada vehículo, y de que esa nota clave armónica, se armonice, a su vez, con la música de las esferas, es decir, con la vibración del Cristo Cósmico.
     Eso sólo lo han logrado hasta hoy los llamados Adeptos, que han recibido, por lo menos, una de las cuatro Iniciaciones Mayores. Con ello desaparecen la enfermedad, la edad y la muerte.
     - Todo esto es extraordinario.
   - Sí, lo es. Todo esto quiere, pues, decir que la vibración del Cristo Cósmico es la causa de todo, la vida de todo y que, por tanto, está en todo del modo más inmediato y próximo y consustancial posible.
   - Lo comprendo. ¿Entonces todos lo tenemos o, mejor dicho, somos creación o partes de Él?
   - Exacto. Sólo que hemos de ser conscientes y procurar que nuestras vibraciones no discrepen de la Suya porque toda disonancia que produzcamos será luego una enfermedad o malformación en nuestros vehículos inferiores.
     - Todo esto es muy clarificador.
    - Claro. Si se comprende esto se responden muchas preguntas. Pero, una cosa es comprenderlo y aún admitirlo como posible, y otra muy distinta sentirlo, vivirlo, contemplarlo desde dentro de nuestro propio ser.
     Y para eso, aparte de admitirlo como posible, hay que encaminar nuestros pasos hacia la propia comprobación.
     - ¿Y eso cómo se hace?
   - Meditando, por ejemplo, sobre los versículos iniciales, antes citados, del Evangelio de San Juan. Porque ese texto, aparte de sus contenidos gramatical y oculto, está dotado de un poder espiritual interno enorme; es como un depósito de energía espiritual que, cuando se medita sobre él, se rompe y derrama su contenido en el espíritu, iluminándolo y haciéndole más comprensible el proceso de la Creación.
     - Es, pues, algo fácil y al alcance de todos, ¿no?
    - Sólo nos hace falta voluntad, que es una de las facultades del espíritu que debemos desarrollar. Y las facultades sólo se desarrollan ejercitándolas, como sabes.
     - Sí.
     - La vibración, pues, está en todas partes y es fundamental. Por
ejemplo, el nombre de cada uno de nosotros es muy importante.
      - ¿Y eso por qué?
    - Porque cada nombre posee una vibración que le es propia y exclusiva que, lógicamente, produce su efecto cada vez que se pronuncia; por eso lo ideal es que la vibración del nombre armonice con la nota clave del individuo que lo lleva. ¿No te ha ocurrido ver a una persona y pensar que su nombre "no le va" o que tiene cara de llamarse de otra manera?
      - Sí; ahora que lo dices, me ha ocurrido con bastante frecuencia.
     - ¿Y no nos sucede a casi todos que los parientes y amigos nos llamen de modo distinto que los extraños o, incluso, que nos llamen de diferente manera en distintas épocas o circunstancias?
     - Sí.
   - Pues eso tiene una razón de ser y es la de que ese nuevo apelativo armoniza más con la vibración que estamos emanando o que ellos esperan de nosotros.
      - ¡Qué curioso! Pero es lógico.
   - No es algo consciente pero, instintivamente, nos "nace" el llamar a otro de determinada manera. Y con eso no hacemos sino obedecer la Ley de Afinidad. Tratamos de que la nota clave de la persona en cuestión y la de su nombre sean lo más armónicas posible, porque las disonancias nos molestan a todos.
     - Es cierto.
    - Fíjate: En casi todos los idiomas la palabra "nombre", es decir, la que expresa la "fórmula oculta" de cada uno, contiene dos letras positivas o masculinas y dos negativas o femeninas, cada una de ellas representando a uno de los cuatro elementos fundamentales antes citados.
    - ¿Cómo dices? ¿Letras masculinas y femeninas?
   - Sí. En inglés y en alemán se dice "Name", en francés, "nom" porque se le ha apocopado la e final; en italiano y portugués se dice "nome"; en latín, "nomen"; y en griego, "ónoma". En todos ellos aparecen la "n" y la "m" y dos vocales, una positiva y una negativa, una fuerte y una débil. Y no es casual que esas mismas letras se encuentren en el "Amón" egipcio y en el "amén" hebreo y cristiano.     Y recuerda también el mantra más utilizado entre los budistas:       "Om", con una letra positiva y otra negativa.
      ¡Es increíble!
      - En el Antiguo Egipto, decir "por Amón" era decir "por Dios" o "en el nombre de Dios", que es lo que queremos significar los cristianos al decir "amén". Fíjate que a los apóstoles se les enseñó a curar "en el nombre" de Jesu-Cristo". El Verbo, pues, la palabra, la vibración es el centro creador para la diseminación de la luz y el amor del Cristo Cósmico.
   - Estoy perplejo. Es maravilloso.
   - Fíjate, pues, en lo sublime del trabajo de la Santísima Trinidad a lo largo del año, con relación a la actividad del Cristo Cósmico.
   - ¿La Trinidad?
   - Sí. Actúa durante el ciclo crístico completo. La actividad de los
Serafines (Jerarquía de Géminis) se enfoca sobre la tierra en el mes de junio, bajo la dirección del Espíritu Santo; en el mes de julio son las  fuerzas transmutadoras de los Querubines (Jerarquía de de Cáncer) las que, por intermedio de Cristo, se dirigen a la Tierra; y, durante el mes de agosto, a través del Padre, se dirige a la Tierra la fuerza amorosa de los Señores de la Llama (Jerarquía de Leo). La armonía entre los tres es perfecta, de modo que actúan los tres en cada uno y cada uno en los tres.
     - ¡Es asombroso!
     - El Padre canaliza el principio de la Voluntad; Cristo, el Hijo, el
principio de la Sabiduría y el Amor; y el Espíritu Santo, el de la Actividad.
      Es el Espíritu Santo el que infunde la vida a las formas y es el guardián de esa sagrada fuerza o principio creador de Dios. Y por eso todo lo que tiene vida está bajo Su protección. El Padre, pues, concibe, crea; Cristo formula, hace las formas; y el Espíritu Santo las activa y vivifica, de ahí que se le llame el Espíritu Vivificador.         Y, cuando el hombre despierta a la vida superior, cuando se da cuenta de su verdadera importancia y de cuál es su papel en el plan divino, comienza a espiritualizar su voluntad, es decir, a desear lo positivo, adquiere sabiduría y siente amor, y acaba sublimando la
fuerza vital, la energía creadora sexual, en el interior de su cuerpo.
    - ¿Sublimar la energía sexual?
  - Por eso, cósmicamente, el único pecado imperdonable es el pecado contra el Espíritu Santo, es decir, el mal uso de la fuerza creadora sexual.
     No es, pues, Dios, quien establece el castigo por tal acto, sino el hombre quien, libremente, atrae sobre sí el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte, como consecuencia directa de no haber respetado lo sagrado de la fuerza creadora que se le ha confiado para colaborar en el plan divino y hacer posible el renacimiento de espíritus hermanos, para que avancen en su evolución. Esa es la explicación de la exigencia del celibato eclesiástico, que resulta perfectamente lógico en personas que, libremente, han escogido la vida religiosa. Y esa sublimación de la fuerza sexual, esa su transformación en pensamientos, palabras y deseos positivos, en
creaciones de amor, en obras altruistas es lo que los alquimistas denominaban la piedra filosofal. La verdadera piedra filosofal era el propio hombre purificado, transformado, espiritualizado.
   - Si eso se supiera quedarían claras muchas cosas.
   - Ya empieza a saberse. Y hasta que el hombre aprenda a hacer lo
mismo, utilizando la fuerza creadora solamente para la procreación, y transformando el excedente en buenas obras, creaciones positivas e ideas constructivas, estará sujeto a los problemas citados de la enfermedad, la vejez y la muerte. La misión del Espíritu Santo consiste, cada vez más, en iluminar a la Humanidad sobre el plan divino y lo que en él se prevé para el Planeta Tierra y todos y cada uno de sus habitantes. Por eso Cristo dijo aquello de: "Si yo no me voy, el Confortador no vendrá a vosotros; pero si yo parto, yo os lo enviaré... y Él os mostrará las cosas por venir". Cuando el hombre haya alcanzado en status evolutivo que supone haber recibido las cuatro Iniciaciones Mayores, traídas por Cristo a la Tierra e inexistentes en ella antes de Su venida, podrá ver a esos tres Seres Divinos desarrollando Sus actividades.
    - ¿Y eso cuándo ocurrirá?
    - Eso está aún muy lejano. Piensa que los Apóstoles recibieron en
Pentecostés la primera de las cuatro Iniciaciones Mayores. Pero lo que estábamos tratando de hacer es alcanzar una idea, sólo lejanamente aproximada, de lo que puede ser el Cristo Cósmico.
    - Sí, es verdad. Y eso lo hemos logrado, ¿no?
   - Sí. Pero con ello no Lo hemos agotado. Son tantas sus facetas, Sus actividades, Su ubicuidad, que sólo podemos alcanzar algo así como la idea que puede tener de ti una célula del dedo meñique de tu mano izquierda, por ejemplo. Nuestra comprensión depende siempre de la capacidad que, para comprender, hayamos desarrollado cada uno.
    - Es lógico.
    - Fíjate que toda partícula de energía física proviene del sol físico
visible. Pero toda partícula de energía espiritual, procede del sol espiritual, invisible a nuestros ojos como lo es nuestra propia aura. A lo largo de la evolución, la mayor parte de los hombres nos rezagamos y nos resultó imposible soportar el impulso espiritual del sol de modo directo. Por eso la Tierra fue lanzada del Sol (Período Solar) y ese impulso se nos hizo llegar reflejado por la Luna, desgajada más tarde de la propia Tierra (Período Lunar), a través de su regente que es Jehová.
    - ¿Así que provenimos del Sol?
   - Sí. Y ese es el origen de todas las religiones, que no pretenden sino invertir la tendencia "descendente" del hombre y "re-ligarlo" de nuevo con Dios elevando su tasa vibratoria. Por eso, cuando la Humanidad se capacitó para recibir más directamente el impulso espiritual, Cristo, actual espíritu regente de la Tierra, vino a prepararla.
   - ¿Y cómo lo hizo?
  - El Sol, en realidad, es trino: Existe el sol físico, que todos vemos; tras él o, mejor dicho, en él se encuentra el sol espiritual, del que procede todo el impulso crístico; y aún hay otro sol, más elevado y que a los ojos del clarividente aparece como medio globo, denominado Vulcano, y que es el cuerpo del Padre. Cuando hubimos, pues, progresado lo suficiente, gracias a la dirección de la evolución asumida por Jehová y ejercida desde fuera de la Tierra, el Cristo Cósmico lanzó un rayo de Sí mismo y encarnó en los cuerpos físico y etérico del Hermano Mayor Jesús de Nazaret, en el momento de Su bautismo por Juan, constituyendo el ser que, desde entonces, se denominó Jesu-Cristo. Y, tras el sacrificio del Gólgota, ese rayo de Cristo, a través de la sangre derramada por Jesucristo, penetró en la Tierra y se convirtió en su Espíritu Planetario y Regente y, desde entonces, dirige, desde dentro, la evolución de toda vida en ella existente.
     Esto es cuanto, de momento, puedo decirte de ese ser sublime que llamamos el Cristo Cósmico.
    - Verdaderamente todo esto es inimaginable y es cierto que las palabras son medios muy rudimentarios para expresarlo y es preciso considerarlo con el alma, con el espíritu, en el silencio interior.

EL CRISTO PLANETARIO
    - Sí. No hay otra manera. Vamos, pues, ahora a considerar al Cristo Planetario.
    - Bueno, ha quedado claro que es un rayo del Cristo Cósmico, ¿no?
     - Sí, pero es mucho más. Porque significa que, desde el momento del sacrificio del Calvario, nació en el interior de la Tierra algo que antes sólo estaba en el Cosmos: El Amor Cósmico.
     - No sé qué decir. ¡Es tan impresionante!
    - El Cristo Planetario está personalizado en un arcángel, el más alto iniciado de la oleada de vida de los arcángeles, que moran en la Jerarquía de Capricornio. Para cumplir Su misión, este arcángel, identificado con la Segunda Persona de la Trinidad y convertido en canal Suyo, junto con Sus huestes, se estableció en el aura del Sol. Por eso, desde las épocas más remotas, todas las religiones han adorado a ese gran Ser que habita en el Sol. Los sacerdotes de los templos sagrados enseñaron a sus discípulos que ese gran Ser, un día descendería a la Tierra y se convertiría en Redentor del Mundo.      Los clarividentes podían verlo y adorarlo. Pero llegó un día en que dejaron de verlo y por ello supieron que Su venida estaba cerca. Y la noticia corrió de país en país, de maestro a discípulo: El Salvador del mundo estaba próximo.
       - ¿Eso explica lo de la adoración de los Magos?
      - Sí. Los Magos eran altos iniciados. Pero el proceso cósmico de la venida a la Tierra, pues de ello se trata, llevó bastante tiempo. Ya en tiempos de Moisés la luz de Cristo se le manifestó en el Monte Sinaí. Los seguidores de Zoroastro, por ejemplo, en la antigua Persia, adoraban al sol.
     Pero no al sol visible, sino al espíritu solar, al que llamaban Aura Mazda, la dorada aura de luz, que más tarde sería conocido como Cristo.
    - Es impresionante y maravilloso.
    - Pues imagina lo que debió ser la llegada de Cristo. Imagina la
expectación de la naturaleza, el silencio cósmico, el aliento contenido en todos los planos, el júbilo de todas las huestes celestiales cuando ese proceso cósmico, preparado desde miles de años antes, culminó con el descenso de Cristo al cuerpo de Jesús en el momento mismo de su bautismo por Juan.
    - ¿Y por qué al cuerpo de Jesús precisamente?
    - Es muy sencillo. El hombre está constituido por un espíritu trino y varios vehículos que llamamos inferiores y que, en orden decreciente de densidad son: El cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo de deseos y el cuerpo mental. O sea, que nuestro vehículo más denso es el físico, lo más bajo que hemos alcanzado y alcanzaremos en nuestra evolución. Pero la oleada de vida anterior, la de los ángeles, el vehículo más denso que en su evolución ha desarrollado es el etérico o vital. Y la oleada de vida anterior, la de los arcángeles, sólo llegó a tener un cuerpo de deseos o astral como
vehículo más denso. Nosotros, pues, sabemos manejar la materia física.
     Estamos adquiriendo verdadera maestría en su manejo, la prueba está en todo cuanto hemos logrado construir con ella. A los ángeles les ocurre lo mismo con la materia etérica, que aunque pertenece al mundo físico, no percibimos por los sentidos, pero no saben manejar la materia física; y los arcángeles, a su vez, son maestros en el manejo de la materia astral o de deseos, ya que de ella está constituido su vehículo más denso, el que utilizaban cuando alcanzaron el estadio humano en el Período Solar, cuando nosotros éramos como los actuales vegetales, con conciencia de sueños sin ensueños, pero no saben manejar ni la materia etérica ni la física, puesto que nunca tuvieron, a lo largo de su evolución, vehículos de
tales materias ni vivieron en mundos de tales materias Y ello era un
problema.
     - ¿Por qué?
   - Porque en el universo todo es lógico: Cristo es el más alto iniciado de la oleada de vida de los arcángeles, así que su inmensidad y la intensidad de sus vibraciones sobrepasan todo lo imaginable. En el plan de Cristo estaba el penetrar en la Tierra para elevar su tasa vibratoria impregnándola con Su propia vida, haciendo así posible que la evolución de la Humanidad, estancada y sin posibilidades de elevarse, se espiritualizase e invirtiese su sentido, de descendente en ascendente. Pero, para penetrar en la Tierra había de hacerlo mediante un vehículo de la Tierra, pues para funcionar en cada mundo hace falta poseer un vehículo construido con la materia de ese mundo. Y en la Tierra, es decir, entre los hombres, el vehículo del espíritu lo constituye el cuerpo físico y, dentro de él, la sangre, por lo que tenía que ser a través de la sangre de un hombre como penetrase en la Tierra.
     - Es de impresión todo esto.
     - Ello planteó un nuevo problema.
     - ¿Cuál?
    - Encontrar un cuerpo humano, mejor dicho, un cuerpo físico y un cuerpo etérico capaces de, por un lado, soportar sin desintegrarse en un instante, las vibraciones de todo un Cristo y, por otro, sintonizarse con Su vibración.
      - ¿Y cómo se logró?
    - Utilizando los vehículos inferiores del Maestro Jesús, el más alto iniciado de la oleada de vida humana, el hombre más perfecto de cuantos la naturaleza humana ha producido. Y que, voluntariamente, cedió sus citados vehículos, quedándose él en su cuerpo de deseos en el mundo astral, para que Cristo pudiese utilizarlos. Con ello nació Jesu-Cristo, como he dicho antes, un ser único, pues poseía todos los vehículos que van, desde el mundo físico hasta el mismo trono o Mundo de Dios.
    - ¡Qué cosa tan maravillosa!
    - Pero aún hubo más dificultades.
    - ¿Más aún?
    - Claro. Se trataba de algo único, irrepetible, casi inconcebible. Y para ello se necesitaba que esos dos vehículos de Jesús fueran lo más perfectos y sutiles y espiritualizados posible. Por eso la preparación de esos vehículos empezó varias generaciones antes de Jesús.
     - ¿Por qué?
    - Porque se necesitaba que los cuerpos de Jesús fueran de una pureza exquisita. Por eso se escogió al propio Jesús, a su madre María, a su padre José y a sus abuelos, entre los pertenecientes a nuestra oleada de vida que no cayeron cuando se produjo el descenso de conciencia del plano astral o Edén, al plano físico o mundo físico, tras la utilización indebida de la fuerza creadora por la mayor parte de la Humanidad, como consecuencia de la intervención de los Luciferes. Lo que se conoce como "pecado original". Los que no cayeron evolucionaron de la manera prevista, en comunión con los ángeles en el plano astral, y nunca fueron víctimas de la pasión. Por eso sus ayuntamientos, exentos de pasión y con el único fin de procrear, se llaman "concepciones inmaculadas". Y concepciones inmaculadas fueron la de José, la de María y la del propio Jesús. Eso hizo posible que sus vehículos pudiesen vibrar al unísono con los de Cristo.
     - ¡Qué maravilla! Y cuántas cosas comprendo ahora, que antes no entendía... Pero, ¿ por qué no bajó Cristo al cuerpo de Jesús al nacer éste?
   - Porque los años que van desde el nacimiento hasta los veintiocho, en que se completa el desarrollo de la mente, son años en gran parte perdidos a efectos de evolución: Se dedican a crecer, a aprender, a prepararse para la vida. ¿Qué hubiera hecho todos esos años el espíritu de Cristo en un cuerpo de niño? No hubiera sido posible, además, que soportara Sus vibraciones durante tantos años. Tres ya fueron muchos.
    - Ahora lo comprendo.
    - Imagina, pues, el momento: El arcángel Cristo penetra en los
vehículos de Jesús y los oídos se abren para escuchar la voz del Padre:
"Este es mi hijo muy amado en quien me complazco".
    - Es inenarrable.
    - A pesar, sin embargo, de todos los preparativos, era tal la tasa
vibratoria de Cristo que los vehículos de Jesús sólo podían soportarla por algún tiempo y necesitaban de restauraciones, que realizaban los esenios.
   Por eso, inmediatamente tras el Bautismo, Jesucristo se fue cuarenta días al desierto, para ir acostumbrándose al manejo de esos vehículos, nuevos para Él, y para ir adaptando éstos a Sus elevadísimas vibraciones. Y por eso los Evangelios dicen que Jesucristo se retiraba solo a la montaña con frecuencia "para orar". Eran los momentos en que salía de los vehículos físico y etérico de Jesús y los terapeutas esenios aprovechaban para restaurarlos.
    - ¿Los esenios?
    - Sí. Se trata de una de las tres sectas en que se dividían los judíos de aquella época. Vivían lejos de las ciudades, en comunidades muy estrictas, dedicadas a la meditación, la oración y la curación. Aparecieron un par de siglos antes de Cristo con el único fin de servirle durante los tres años de Su ministerio. Luego, cumplida su misión, desaparecieron porque, lógicamente, se convirtieron en seguidores de Cristo. Y vale la pena añadirte que, tanto Jesús como Sus padres y abuelos eran esenios. Y que esa es la razón de que la oración dominical o Padrenuestro, desconocido para el Antiguo Testamento pero enseñado por Cristo según los Evangelios, haya aparecido en los Papiros del Mar Muerto, que datan de una comunidad esenia de un siglo antes de Cristo.
    - Es verdaderamente impresionante.
  - Lo cierto es que, en el momento del bautismo de Jesús tuvo lugar un maravilloso acontecimiento: El más exaltado de los arcángeles se había encarnado para caminar y dialogar con los hombres. Fueron tres años que cambiaron la historia de la Humanidad y del Planeta porque, antes del Bautismo, Cristo no pertenecía a la esfera terrestre. Vino desde esferas superterrenas. Y, desde Su venida, se ha convertido en una fuerza en la Tierra misma. Jesucristo es el único Ser en el Universo que posee doce vehículos que le permiten estar en contacto, a la vez, con Dios y con el Hombre, y puede mediar entre ellos porque ha experimentado, personal e individualmente, todas las condiciones y conoce todas las limitaciones inherentes a la existencia física. Nadie, salvo Él, es capaz de sentir tal compasión ni comprender tan ampliamente la situación y las zozobras de la Humanidad, ni nadie está calificado como Él para aportar el remedio que satisfaga todas nuestras necesidades.
   - Verdaderamente no encuentro palabras.
  - Ni hacen falta. Antes de hablar del Gólgota quiero exponerte algo de otro acontecimiento ocurrido durante esos tres años mágicos.
    - ¿Cuál?
    - La Transfiguración.
    - ¿Por qué? ¿Qué tuvo de particular?
   - Verás: Hemos dicho que el Dios de nuestro sistema solar, que incluye la Tierra como uno de sus planetas, opera en él mediante los poderes trinos del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, cuyos tres aspectos son Voluntad, Amor-Sabiduría y Actividad, ¿no?
    - Sí.
    - Pues en el momento de la Transfiguración, Cristo, mediante la
Sabiduría o segundo aspecto de la Deidad Solar, fue elevado a una
sintonización o identificación con el Verbo o Segundo Principio del Ser Supremo, es decir, el Creador de todo el Cosmos y de todo cuanto existe.
    Esa sintonización es lo que hizo brillar Su rostro, como se indica en el Evangelio.
     - Comprendo.
 - Pasemos ahora a estudiar la crucifixión, que es un acontecimiento rigurosamente histórico, sin perjuicio de su carácter simbólico, como todo en la vida de Cristo.
     - ¿Qué quieres decir con eso?
    - Que cada acontecimiento de la vida de Cristo es un ejemplo de lo que cada aspirante a la vida superior, de lo que cada hombre ha de alcanzar a lo largo de su evolución. Son, pues, hechos reales pero, a la vez, simbólicos y ejemplares. Por eso Cristo dijo aquello de "Yo soy el camino" porque exactamente eso es, el camino que todos hemos de recorrer.
   - Ahora lo entiendo.
   - El acontecimiento del Gólgota fue el suceso más impresionante
conocido en la Tierra y marcó un cambio de rumbo en la evolución del hombre y del Planeta. Porque la Tierra, lo mismo que el hombre, tiene un cuerpo físico, que es el que vemos, un cuerpo etérico, un cuerpo de deseos y un cuerpo mental. Y el hombre forma y alimenta sus distintos vehículos con la materia del plano correspondiente. Estamos familiarizados con el hecho de alimentar el cuerpo físico con material físico. Por eso se nos dice que "polvo eres y al polvo volverás". Pero lo mismo ocurre a todos los niveles. Y en la época de la venida de Cristo, la Humanidad había alcanzado el máximo de la materialidad: La maldad, la lujuria, el egoísmo, la mezquindad y el odio habían polucionado hasta tal grado el cuerpo de deseos de la Tierra que ya no existía material adecuado para construir cuerpos de deseos limpios o para alimentar debidamente los ya polucionados. Se había, pues, llegado a un punto en el que era imposible todo progreso espiritual. Y esa, precisamente, fue una de las misiones de Cristo: Durante el intervalo transcurrido entre la muerte en la cruz y la Resurrección, Cristo limpió y purificó el cuerpo de deseos de la Tierra, produciendo una especie de explosión nuclear que, a los ojos humanos, "oscureció el cielo", al tiempo que Su luz se derramaba a lo largo y a lo ancho del Planeta y elevaba su tasa vibratoria. No obstante, no creas que con ello terminó la misión de Cristo.
   - ¿No?
   - No. En absoluto. Con ello no hizo más que empezar.
   - ¿Cómo es posible? ¿Qué más tuvo que hacer?
  - Sigue haciéndolo. Y en ello consiste Su verdadero sacrificio. Porque en la cruz murieron muchos miles de hombres. Pero el sacrificio de Cristo es mucho más que eso. El sacrificio de Cristo consiste en constreñirse, cada año, en este Planeta, infinitamente insignificante para Su inmensidad, y recibir y experimentar todas las vibraciones de egoísmo, de lujuria, de ambición, de odio, etc. que sus habitantes hemos creado, transmutándolas todas y dejándonos, para ayudarnos, Su propia vida, Su propia vibración, al tiempo que eleva, un poco más cada año, la tasa vibratoria de la Tierra.
     - ¿Has dicho cada año?
   - Exactamente. Cada año, en el equinoccio de otoño el Cristo Cósmico, el Espíritu Solar, desciende de lo alto, adonde ascendió en el equinoccio de la primavera anterior, y comienza Su penetración en la esfera terrestre, capa tras capa, hasta llegar a su mismo centro, cosa que ocurre en el solsticio de invierno, el 21 de diciembre. Hasta el 24 permanece en el centro de la Tierra, emanando Su vibración que hará posible, un año más, la germinación de las semillas, la reproducción de los animales y de los hombres, la continuación de la vida, en una palabra. Pero con ello no termina tampoco Su actuación de esta época.
    - ¿Qué más ocurre?
   - Desde el día 26 de diciembre hasta el 6 de enero siguiente, de cada año, sigue impregnándolo todo intensamente con la colaboración de las doce Jerarquías Zodiacales. Son los llamados "doce días santos", el Sancta Sanctorum del año. Cada día, empezando el 26, la Jerarquía de Aries, relacionada con el apóstol Santiago el Mayor, se derrama sobre la Tierra la vibración de esa Jerarquía, impregnándola con el arquetipo de lo que han de llegar a ser el Planeta y sus habitantes cuando cumplan el plan divino.
  - ¿Has dicho que Aries está relacionado con Santiago el Zebedeo?
  - Sí. No fue casual que Jesús eligiese precisamente doce apóstoles,
como no son casuales los doce hijos de Jacob, ni las doce tribus, ni los doce trabajos de Hércules...
   - ¿Por qué eligió Cristo precisamente doce apóstoles?
   - Todo ocultista sabe que cualquier grupo de sanación espiritual
necesita un miembro nacido bajo cada signo del Zodíaco, porque sólo así se puede obtener, con la unión de todos, la perfecta armonía. Por eso cada uno de los apóstoles pertenecen a un signo astrológico.
   - ¿Y cual es la correspondencia de cada apóstol con cada signo?
  - Santiago el Mayor era Aries, como te he dicho; Andrés era nativo de Tauro; Tomás era Géminis; Bartolomé era Cáncer; Judas Iscariote era Leo, pero se relaciona íntimamente con Juan, el primero representando la personalidad, los vehículos inferiores, siempre propensos a caer en la tentación, y el segundo representando el Espíritu (el suicidio de Judas es representativo del que la personalidad, o sean, los cuatro vehículos inferiores, ha de realizar para que el espíritu triunfe); Santiago el Menor era Virgo; Judas Tadeo era Libra; Juan, el discípulo amado, era Escorpio.
   Este discípulo alcanzó, mediante la transmutación de la fuerza creadora, tal nivel, llegó a espiritualizar de tal modo su cuerpo que no conoció la muerte tal como la conocen los demás hombres. De ahí su íntima relación con Judas: Hay una interna relación entre el corazón, regido por Leo, y los órganos sexuales, regidos por Escorpio de modo que, si dominan éstos, el corazón les está sometido; pero, cuando la personalidad se ha espiritualizado hasta convertirse en una individualidad espiritual, es el corazón el que gobierna. En el hombre crístico, pues, la pasión humana se ha transmutado en amor divino. Felipe era Sagitario; Simón Tadeo era
Capricornio; Mateo era Acuario, Y Pedro era Piscis.
   - Esto es sorprendente.
  - ¿Por qué crees que los cuatro evangelistas se simbolizan por un toro, un león, un águila y un hombre?
    - No tengo ni idea.
  - Se trata de los cuatro signos fijos del Zodíaco: Tauro, Leo, Escorpio y Acuario.
   - ¿Pero qué tienen que ver el águila con Escorpio y el hombre con
Acuario?
   - El águila es otro símbolo de Escorpio que se usa con frecuencia; en cuanto a Acuario, generalmente se le representa por un hombre portando un cántaro.
    - Es cierto, ahora que lo dices.
   - ¿Recuerdas ese pasaje de los Evangelios en que Cristo envió a Sus discípulos a preparar la Pascua y les dijo: "Veréis un hombre con un cántaro, etc." Es una indicación de que todo se encamina hacia la Era de Acuario, la próxima, ya inminente, en cuya zona de penumbra nos encontramos desde mediados de este siglo, y que supondrá el desarrollo de la mente, cosa que ya se aprecia en los progresos vertiginosos que el hombre está obteniendo cada día, gracias al uso de ese instrumento aún no verdaderamente desarrollado.
   - Esto es totalmente apabullante.
   - Sí, pero nos ha alejado de nuestro tema y quisiera continuar.
   - De acuerdo.
   - Tras los Doce Días Santos, y hasta el equinoccio de primavera, Cristo permanece en la Tierra, dándonos toda Su energía hasta la extenuación. Y, cuando ya no puede más, cuando se nos ha dado completamente para que nosotros vivamos con Su vida, muere crucificado al atravesar el ecuador en su camino de regreso y, en el equinoccio de primavera comienza Su ascensión, Su vuelta al Trono del Padre, Su regreso a la morada solar donde, hasta el siguiente equinoccio de otoño, en que comenzará de nuevo Su penetración en la en la atmósfera terrestre para repetir el ciclo, repone Sus fuerzas, almacena grandes cantidades de los éteres de luz y reflector y se prepara para Su próxima venida. Entretanto nosotros, y con nosotros la Tierra entera, disfrutamos de los efectos de Su sacrificio: Comemos Sus frutos y desgraciadamente malgastamos la mayor parte de Su energía. Pero poco a poco, año tras año, Cristo va elevando la tasa vibratoria del Planeta de modo que, cada vez, su cuerpo de deseos, del cual extraemos los materiales para formar el nuestro, es más puro, más espiritual, más elevado... Añade a todo esto que, cada vez que Cristo pasa por el Purgatorio o zona inferior del astral, camino obligado para descender desde los planos superiores hasta el plano físico o para hacer el recorrido inverso, limpia con Su vibración esa zona astral y da un empujón a todos los que, debido a la densidad de sus vibraciones, se encuentran allí purgando sus errores de la última encarnación. ¿Te das cuenta, pues, de la inmensidad del Sacrificio y de la misión de Cristo y del significado de la verdadera Redención? Eso es lo que cada hombre debe comprender y agradecer y, una vez comprendido, colaborar para que ese sacrificio de Cristo se acorte gracias a nuestra aportación y no se prolongue gracias a nuestras vibraciones de egoísmo, lujuria y separatividad.
    - ¡Me dejas boquiabierto! ¡Qué hermoso! ¡Qué maravilloso!
    - Esto es, en términos generales, una somera exposición de lo que es y supone el Cristo Planetario. Pasemos, pues, a considerar ahora al Cristo Histórico.

EL CRISTO HISTÓRICO
      - Escucho con verdadera emoción.
    - A guisa de preámbulo te haré algunas citas célebres sobre el tema.
     Por ejemplo, San Ireneo escribía el año 185 d. C.: "Nuestro Señor, abarcando todas las cosas dentro de Sí, viene a nosotros, no como podría venir, sino como nosotros somos capaces de verlo. Porque, podía haber venido en Su incorruptible gloria, pero nosotros no hubiéramos podido soportar la grandeza de esa Su gloria". Orígenes, uno de los Padre de la Iglesia, dijo: "Aunque era de naturaleza invisible, por ser igual al Padre, tomó una apariencia visible y se le vio con aspecto humano". Juan, en su Evangelio (17:5), atribuye a Cristo estas palabras, ya citadas: "Padre, glorifícame a Tu lado, dándome la gloria que tenía junto a Ti antes de que existiera el mundo". Y San Ignacio añade:" Él es también un hombre, criatura de Dios, y por ello, subsumiendo a toda la Humanidad dentro de Él, lo invisible se hizo visible, lo incomprensible se hizo comprensible, lo imposible se hizo posible y el Verbo se hizo carne". Con esto te habrás formado una idea, ¿no?
    - Sí. Perfectamente. Comprendo que nos vamos a referir a la figura, al ser que, físicamente, actuó en la Tierra.
      - Eso es.
      - De acuerdo.
    - Empecemos, pues, reviviendo la Navidad. Jesús, el más alto iniciado de la oleada de vida humana, el más perfecto de los hombres, el más evolucionado, sintonizado perfectamente con el Cristo Cósmico, tras una preparación durante innumerables vidas de pureza y altruismo para conseguir un cuerpo físico y un cuerpo etérico capaces de enlazarse con los del propio arcángel Cristo, y cuyo nacimiento había sido anunciado por los profetas miles de años antes, nace, como todos los fundadores de religiones, la noche del 24 de diciembre, cuando el signo de Virgo asoma en el horizonte. Trata de imaginar lo que debió ser ese momento, la expectación de María y José, sus padres; el júbilo de los coros angélicos rodeando la escena; el estremecimiento de la naturaleza toda al recibir nada menos que al que sería la luz del mundo.
    - Sí. Es impresionante imaginar aquello. Deberíamos hacerlo con
frecuencia y sentir en nuestro interior aquella vibración que lo debió llenar todo.
     - Te quiero recordar algo que ya te he dicho antes, y es que cada
acontecimiento en la vida de Jesucristo, aparte de su realidad histórica, es simbólico de un paso que el discípulo (la Humanidad toda más lentamente) ha de dar necesariamente en su evolución para llegar a convertirse en un dios creador.
    - Sí, lo recuerdo.
    - El nacimiento, pues, simboliza el momento en que el hombre se da cuenta, admite que él es un dios en formación, un espíritu inmortal, una parte de Dios destinada a convertirse en Dios. En ese momento se produce la Navidad en el interior de cada hombre. El siguiente pasaje interesante es el de la Presentación en el Templo.
     - ¿Y qué significa?
    - Simboliza la dedicación, la decisión, muchas veces traicionada, que cada hombre toma, tras nacer en él su propio Cristo, de mejorar su vida, sus aspiraciones, sus deseos, sus obras, etc.
     - Cuánta verdad hay en eso...
     - Pensemos ahora en la relación tan íntima de Jesús y de María.
     - ¿En qué sentido?
   - Piensa que el anciano Simón y la profetisa Ana que eran iniciados del templo y que, según los Evangelios, abordaron a María y José en el momento de entrar en él con su hijo, eran capaces de leer en los registros akásicos, en la llamada "memoria de la naturaleza", donde pudieron ver los arquetipos de lo que iba a ser la misión de Jesús y de Cristo. Y María, que poseía la misma facultad y que intuía cuál habría de ser su papel, lo vio claro en ese momento y comprendió el dolor que le estaba reservado con el sacrificio cruento de su hijo.
    - Sí, debió de ser terrible ver eso, para una madre.
    - El siguiente acontecimiento importante es la Huída a Egipto.
    - ¿Y qué simboliza?
    - Simboliza la ayuda y protección que los ángeles brindan a quien sabe sintonizar con ellos.
    - ¿Pero ellos nos pueden ayudar?
    - Por supuesto. Toda la vida de Jesús estuvo influenciada por los
ángeles. Fíjate sino: Su nacimiento fue anunciado por un ángel a su madre; en el momento de nacer, la escena estaba repleta de ángeles, felices del acontecimiento; la Huída a Egipto fue aconsejada por un ángel a José para salvar al Niño; toda la infancia de Jesús, como antes la de María, transcurrió en la compañía de los ángeles que, en todo momento lo rodearon, lo protegieron, lo ilustraron; en el momento de Su bautismo, derramaron sus bendiciones sobre la escena; en el momento de la Tentación, lo confortaron; en el de la Transfiguración, revolotearon gozosos en su entorno; lo acompañaron en las sombras de Getsemaní; lo llenaron de fuerza y de bendiciones en el Gólgota; manifestaron su gozo con la Resurrección; y, después de la Ascensión, anunciaron al mundo que vendría otra vez.
    - Verdaderamente es emocionante.
    - Pero, lo mismo que ayudaron a Jesús, nos ayudan a nosotros
continuamente sin que nos demos cuenta. Sólo los niños son conscientes de su presencia y juegan con ellos y los tienen por compañeros. Pero pronto la incredulidad al uso hace que se olvide ese privilegio y que los niños se vean obligados a centrarse en el mundo y a disimular esas vivencias ante sus mayores que, por supuesto, no las creen.
    - ¿Pero qué hay que hacer para tenerlos por amigos?
   - Solamente lo lógico. Ten en cuenta que ellos evolucionaron de modo distinto a la Humanidad y lo hicieron sin más tropiezo que el de los Luciferes que, desde entonces evolucionan de otro modo.     Pero los demás permanecieron siempre en total observancia de las leyes naturales, es decir, de la voluntad divina y del plan previsto para ellos. Los hombres, en cambio, debido al descenso de conciencia que produjo la Caída, vibran casi siempre negativamente y esa vibración hace que los ángeles no puedan acercarse ni nosotros podamos verlos. Los ángeles, por otra parte, no poseen cerebro, sino ciencia infusa, y no pueden comunicarse fácilmente con nosotros. Sólo mediante la pureza de pensamiento, de deseo
y de vida se puede alcanzar esa convivencia. Recuerda que, tanto María como Jesús fueron de los que no cayeron en aquella ocasión y, por tanto, se conservaron limpios de pasión como los ángeles. Si lográsemos (ya muchos lo han logrado, por supuesto, y cada vez lo hacen más) mantenernos puros, veríamos a los ángeles y los tendríamos por compañeros, ya que ellos están en todo momento deseándolo, pues espontáneamente el amor nace en ellos de modo natural; pero nuestras vibraciones lo impiden, como impide el olor de la mofeta que se le acerquen los demás animales. Por eso dijo Cristo en sus Bienaventuranzas aquello de que "los puros de corazón verán a Dios".
   - Esto es verdaderamente enriquecedor. Y tierno. Y hace pensar
mucho.
   - El siguiente acontecimiento de la vida de Jesús lo constituyó su
extravío, tras la visita al Templo, por Pascua, con sus padres, y su hallazgo por éstos, tres días después, enseñando a los doctores.
    - ¿Qué se nos quiere decir con ese pasaje?
  - En los antiguos templos de misterios, las ceremonias preparatorias de la iniciación tenían una duración de tres años. Jesús había alcanzado la edad en que nacía su cuerpo de deseos, es decir, la pubertad. Y, como Su único deseo era la pureza, el amor desinteresado a todo y a todos, su aura refulgía de tal modo que, algunos de los doctores del templo que habían alcanzado la clarividencia, no es de extrañar que lo rodearan y se asombraran de los conocimientos que demostraba. El acontecimiento, pues, simboliza la luz de quien, tras la Dedicación, holla el sendero (es 
decir, trata de vivir la vida de acuerdo con las leyes naturales) y comienza a evolucionar rápidamente, gracias a las enseñanzas que asimila, y que le iluminan la mente.
   - Comprendo. O sea, que se trata de un proceso que se desarrolla a raíz de los intentos de enderezar la propia vida por los caminos de Dios.
  - Que no son de Dios, sino nuestros: Son los caminos del amor, del
servicio, del sacrificio por los demás, de la colaboración, de la simpatía, de la responsabilidad, de la alegría...
    - Está clarísimo.
   - Porque, en cuanto se encarrila la vida por ese sendero, cambia
radicalmente todo: El medio ambiente, las oportunidades, la suerte, los acontecimientos, la salud, etc. Y todo para bien. Vamos a estudiar el siguiente suceso importante.
    - ¿Que es?
   - El Bautismo de Jesús. Es el momento más importante de la vida del Maestro Jesús. Ten en cuenta que muchas de sus vidas estuvieron dedicadas a prepararse para ello. Tuvo, sobre todo, que ser capaz de sintonizarse de tal modo con Cristo, que sus cuerpos físico y etérico pudiesen resistir aquellas vibraciones imposibles ni siquiera de concebir por nosotros. Fue, pues, Jesús el primer "fruto maduro" que dio la humanidad. Desde el momento del Bautismo, Jesús se convirtió en el director de todas las iglesias, grupos u organismos que reconocen a Cristo como Salvador del Mundo. Y en ese papel continúa, trabajando desde los mundos espirituales.
   - ¿O sea, que Jesús sigue haciendo por la Humanidad?
   - Y seguirá hasta que la Humanidad haya alcanzado un grado de
evolución suficiente para no necesitar Su ayuda.
    - Pero no parece que esa ayuda sea reconocida por los hombres, ¿no?
  - El que sea o no reconocida no es cosa que a Él le importe. Como
tampoco son responsabilidad suya los errores que los hombres que
componen sus iglesias puedan cometer. Él está siempre pronto a ayudar, a inspirar, a sugerir, a derramar Su amor donde se le pida. Y eso es lo que
viene haciendo.
  - Verdaderamente esto es impresionante, le marca a uno por dentro al escucharlo.
   - Claro. Por eso es conveniente que se sepa. Él dijo muy claro que
"quien lo desee puede venir", refiriéndose a los que, habiendo empezado a vislumbrar lo que se esconde tras la vida y la muerte y la religión, han iniciado su marcha hacia esa nueva Jerusalén que Él está construyendo para ellos, sin distinción de sexo, raza, estado, posición o edad. Todos tienen cabida en Su corazón. Y, tras esto, nos queda por considerar el último aspecto del Cristo, el Cristo místico o Cristo Interno.

EL CRISTO INTERNO
    - Estoy verdaderamente intrigado y emocionado.
   - Es para estarlo. Porque, para la evolución espiritual, el Cristo Interno es el más importante y significativo.
   - ¿Por qué?
Porque es el que más directamente nos afecta. Porque se halla dentro de nosotros mismos. Porque es la parte de Dios que todos tenemos dentro.
    - ¿Pero puedes aclararme cómo actúa?
  - Sí, claro. Actúa bajo la guía del Espíritu Santo. Recuerda aquellas palabras de Jesucristo (Juan 16:7 y 13):" Os conviene que yo me vaya; porque, si no me voy, no vendrá el Confortador a vosotros; pero, si yo parto, yo os lo enviaré... y él os irá guiando en la verdad toda".
   - Eso no me aclara mucho.
  - Espera, hombre. Cuando el Espíritu Santo activó el Cristo Interno en Sus discípulos el día de Pentecostés, se convirtieron en hombres nuevos:
   Pedro dejó de tener miedo, Tomás dejó de dudar, Juan dejó de ir tras los acontecimientos; ninguno temió la persecución ni la cárcel ni siquiera el  martirio; su mirada estaba puesta en servir a Dios y hollar el Sendero que Él (como Camino, Verdad y Vida que era), les mostró hollándolo el primero; y comenzaron a obrar milagros; y, cuando hablaban, cada uno los entendía en su propio idioma; porque había despertado su Cristo Interno, como había pronosticado el Señor en Juan 16:14: "Él manifestará mi gloria porque tomará de lo mío y os lo interpretará"; y sus pensamientos, palabras y obras eran pensamientos, palabras y obras "crísticas", es decir, impregnadas de la Sabiduría y el Amor de Cristo, segunda persona de la Trinidad, cuya nota clave es, precisamente, Amor-Sabiduría.
   - Esto es otra cosa. Ahora comprendo.
   - Y su aura se manifestaba, para los clarividentes, como un halo dorado en torno a sus cabezas. Y su elevado nivel de conciencia hacía que no viesen diferencias entre las criaturas de Dios, sino que viviesen en la unidad de toda la Creación, en la identificación con todo y con todos.
   - Sí. Es lógico.
   - Fíjate, pues, en estas palabras de San Pablo en su Epístola a los
Gálatas(4:6): "Y la prueba de que sois hijos es que Dios envió a vuestro interior el Espíritu de Su Hijo". O en 4:19 y 20: "Hijos míos, otra vez me causáis dolores de parto, hasta que Cristo tome forma en vosotros".
   - Están clarísimas. Nunca había caído en ello.
  - Este Cristo, pues, está latente en cada hombre. El Verbo, el Cristo Cósmico, "se hizo carne" y habita en Su Creación. Esa unificación de todas las vidas da un nuevo sentido a la paternidad de Dios y a la hermandad entre los hombres.
   - Cierto.
   - Por eso la principal misión de todas las Escuelas de Misterios, así como de los grupos e individuos que trabajan para ayudar al mundo en su evolución, consiste en despertar ese Cristo Interno en la mayor cantidad posible de hombres.
   -¿Y cómo se va a lograr ese despertar?
   - La perfección del cuerpo físico se va logrando mediante la observancia de las leyes éticas y dietéticas, ¿no?
  - Sí.
   - Pues el crecimiento del cuerpo-alma, constituido por los dos éteres superiores, el Luminoso y el Reflector, que forman el vehículo a desarrollar por todo iniciado y que nos acompaña hasta el Tercer Cielo, se basa en una ley cósmica.
  - ¿Cuál?
   - La Ley del Sacrificio. Según ella, sólo es posible avanzar
espiritualmente cuando se es capaz de amar a los demás como a sí mismo, cuando uno se dedica a servir a sus hermanos, cuando uno se olvida de sí mismo para acordarse de los demás, cuando hace propios los problemas de los otros, porque sabe que los otros y él mismo no son sino partes del mismo Dios.
   - Pero eso es muy avanzado, ¿no?
   - Antiguamente las religiones exigían a los fieles la ofrenda, ante altar, de los primogénitos de su ganado y así consta en el Antiguo Testamento.
  Aún hay iglesias que exigen a sus fieles los "diezmos y primicias". Pero eso corresponde sólo a un estadio primitivo de la religión, que debe, lógicamente, estar adaptada a lo que sus seguidores pueden comprender.
  - ¿Y ahora?
   - Ahora ya ha venido Cristo, ya ha expuesto Su doctrina y ha, según Sus palabras, completado la Ley Antigua; nos ha enseñado a perdonar, a amar a nuestros enemigos, a pedir por quienes nos ofenden y, además, está despertando al Cristo Interno, tantos años dormido en el corazón de cada hombre. ¿No es lógico que se nos den nuevas pautas de conducta? Ten en cuenta que, en términos generales, occidente es la parte más evolucionada espiritualmente de la oleada de vida humana. ¿A quién habría que darle estas nuevas normas sino a nosotros? Otra cosa será que las sepamos comprender y que las sigamos.
    - Sí, tienes razón. Es lógico que se nos indique el camino para
progresar en la evolución.
    - Es, pues, uno mismo quien ha de ofrendarse ante el altar. Es decir, ha llegado el momento en que, quien quiera seguir al Maestro, se convierta a sí mismo en víctima; ya no basta con dar limosna, por ejemplo; ahora hay que darla pero dándose con ella, considerando que quien la recibe es un hermano, de nuestra misma sangre, que nos está brindando una ocasión de avanzar.
  - ¿Pero, como te he dicho, eso es poner muy alto el listón, no?
  - ¡Claro! En ningún momento dijo Jesucristo que el camino fuera fácil.
    Insistió con frecuencia en que es estrecho... pero posible. y Él lo demostró personalmente. Por eso los acontecimientos de Su vida representan hitos para todos nosotros, situaciones, momentos por los que todos tendremos que pasar a lo largo de nuestra evolución hacia adelante y hacia arriba.
    - Lo reconozco, es totalmente cierto.
    - El despertar del Cristo Interno es un proceso lento, como todo
nacimiento. Primero, el aspirante, es decir, cada hombre cuando llega a ese punto, ha de hacer su dedicación al ideal de Cristo. Si es sincero en esta dedicación, sentirá una cada vez mayor sintonización con Él y le resultará más fácil pensar, hablar y actuar a tenor de la idea crística; se hará consciente de una nueva sensación de bienestar, aquella que hacía que los primeros cristianos arrostrasen con alegría todos los peligros posibles, encerrados en sus catacumbas. Esa sensación de bienestar, desconocida hasta entonces, no puede ser destruida por ninguna circunstancia ni acontecimiento mundanos, ni puede equipararse con ningún bien material.
   - Es emocionante.
   - Cristo, desde la Ascensión, y sin perjuicio de la venida anual a la
Tierra del rayo del Cristo Planetario, está preparando Su segunda venida y se aproxima cada vez más a la Tierra en el plano etérico.
   ¿Es posible?
   - Sí. Y hay muchas almas avanzadas que, bien durante el sueño, bien en plena vigilia, se hacen conscientes de Su corriente de bendiciones tan sumamente próxima, que experimentan una enorme ampliación de conciencia. Y, desde ese momento, su vida cambia radicalmente y, con la marca de la divinidad en el corazón, sienten un inagotable deseo de oportunidades de servicio al prójimo. Y, cuando les llega la muerte, comprueban que pueden permanecer en el plano etérico para seguir auxiliando y sirviendo a sus hermanos aún encarnados.
   - ¡Qué maravilloso!
   - Sí, lo es. Y cada vez son más los que lo experimentan, aunque el
aspecto actual del mundo, a primera vista, parezca desmentirlo.
  - Estoy seguro de que es así. Algo en mi interior me dice que realmente está ocurriendo...
  - Te he dicho varias veces que cada acontecimiento en la vida del
Salvador tiene un significado especial, e incluso lo he repetido hace un momento, ¿no?
   - Sí.
   - Pues, con relación al Cristo Interno, ocurre lo mismo.
   - ¿Y qué significado tienen?
  - El nacimiento en Belén supone el despertar de Cristo en el interior del hombre. Desde ese momento, una nueva luz emana del corazón y una nueva radiación emana de la mente y los planos espirituales angélicos empiezan a centrar su atención en ese discípulo. De ese modo la vida cobra para él un significado nuevo y profundo. María simboliza la corriente femenina del corazón y José, la masculina centrada en la cabeza. Cuando esas dos corrientes se unen armónicamente, nace un nuevo y tercer elemento, un nuevo poder, la voluntad, que nos convierte en Hijos del Padre, en seres creadores. Por eso los coros angélicos entonaron : "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".
    Porque esa paz es la paz interna que, desde entonces reina en el templo interior que cada uno estamos construyendo para nuestro Yo Superior. De ahí también las palabras de San Pablo: "Las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven, son eternas".
   La Presentación en el Templo, el siguiente acontecimiento
significativo, tiene el siguiente contenido oculto: El Templo es lugar de oración y meditación. Y el aspirante debe, tras la Natividad, adquirir el hábito de retirarse cada día, de modo regular, unos instantes, a ese Templo interior, mientras los otros hombres viven en el mundo exterior. Ha de vigilar sus pensamientos para preservarlos de influencias destructivas o negativas; sus palabras, para no herir a los demás; y sus actos, para que sean constructivos y positivos. Y para ello son necesarias la autodisciplina y la voluntad. Si así lo hace, le llegará indefectiblemente la bendición del Gran Sacerdote y de la Gran Sacerdotisa (las fuerzas masculina y femenina) y recibirá su nuevo nombre anímico que lo sintonizará más con los poderes espirituales y obtendrá la protección más próxima de los planos superiores. Se incrementa, pues, considerablemente, la fuerza crística.
    - Estoy verdaderamente atónito.
    - Es para estarlo. Pero sigamos. Este acontecimiento es seguido por la Huída a Egipto, que representa las caídas que todo discípulo experimenta, muy a su pesar. Es el lado desagradable: Los fallos, los errores, las debilidades, los pasos atrás. Esto, sin embargo, le enseña la lección de la fortaleza, que le permite afrontar igualmente la alegría y el dolor. Entonces comprende el significado de aquellas palabras de San Pablo que, indudablemente, conocía por propia experiencia las incidencias del Sendero: "Ninguna de estas cosas me impresiona". Porque, si somos honestos, hemos de reconocer que nos han enseñado mucho más las partes sombrías de nuestra vida que las parte luminosas.
    - Sigue, por favor. Es alucinante.
    - Pero aún hay un significado más oculto en todo ello. Verás: La Huída a Egipto, el país de la oscuridad, representa esos momentos que todo discípulo conoce y teme: Acostumbrado a sentir, a percibir la permanente asistencia de los planos espirituales, de repente, queda uno sin ese soporte; todo se oscurece; uno se siente solo, terriblemente solo y desamparado y extraviado. Es ese momento que los místicos tan gráficamente han descrito como "la noche oscura del alma". Son trances terribles porque, de tenerlo todo, se pasa a no tener nada. Pero, y ahí está la enseñanza, hay que seguir, hay que tener la entereza y la voluntad y la fe necesarias y recordar la máxima oculta que dice "el único fracaso consiste en dejar de intentar", para no desesperarse. Porque si es así, de repente, todo volverá a ser como antes, el camino a Nazaret se reencontrará y la ayuda de arriba, que no percibimos temporalmente, aunque siempre estuvo allí, junto a nosotros, volverá a hacerse perceptible y retornaremos a nuestro antiguo domicilio con la voluntad y la fuerza espiritual robustecidas.
   - ¡Qué cosa tan sublime!
   - La enseñanza a los Doctores del Templo representa el momento en que la voz del Cristo Interno se convierte en la principal fuerza de la vida del aspirante. Y su ilusión es compartir sus conocimiento y sus experiencias con todo el que lo desee. Su único deseo es estar siempre disponible para ayudar a los demás en ese sentido. Pero, en un estrato más profundo, el suceso que estudiamos tiene este contenido: Hay dos clases de hombres: Los que siguen a su corazón y los que se guían por la cabeza.
   Los primeros son frecuentemente víctimas de sus emociones. Son los que construyen su casa sobre arena, con lo que su obra se derrumba. Los segundos, centrados en la razón, son los que construyen sobre roca. Pero también sus edificios pueden ser derribados por los vientos huracanados.
     Mediante las enseñanzas del Templo (oración y meditación) uno aprende a amalgamar las dos fuerzas, la emocional y la mental, con lo que la primera se impregna de razón y la segunda de luz espiritual. La expansión de conciencia que ello produce, la elevación alcanzada es tal que todo lo terreno pierde interés y ello explica la respuesta del Niño Jesús a sus padres: "¿No sabíais que me he de ocupar de las cosas de mi Padre?".
   - Es inenarrable todo esto.
     El Bautismo supone la unificación de la fuerza espiritualizada de la mente y el amor radiante del corazón. El nacimiento del Cristo Interno, con esto, ha tenido lugar y el hombre se ha convertido en un hombre crístico.
   El Bautismo, pues, anuncia el comienzo de una nueva vida, una vida en la que la personalidad (los cuatro vehículos inferiores: El físico, el etérico, el de deseos y el mental) pasa a un lugar secundario mientras la conciencia crística ocupa el primer lugar. La cabeza del interesado se orla con un aura de luz blanca cuando la paloma del Espíritu Santo proclama sobre ella:
    "Este es mi hijo muy amado en el que me complazco". Te aseguro que, aunque parece algo imaginario, todo el que holla el Sendero, pasa realmente por todo esto. Pero hay más: Quien recibe este Bautismo adquiere, además, la visión de los mundos superiores y sus gloriosos habitantes. Porque el que penetre en ellos sin haber recibido el Bautismo y sin haber, por tanto, unificado las dos fuerzas, corre el grave riesgo de ser víctima de trastornos psíquicos y aún físicos. Por eso se aconseja a los discípulos en este trance, "mantener la cabeza en las estrellas, pero los pies en el suelo". El Bautismo es el nexo entre los Misterios del Agua de la Navidad y los Misterios del Fuego de la Pascua.
    - Sigue pareciéndome todo emocionante y sumamente esclarecedor.
      ¿Con esto termina el Sendero de la evolución?
       - No, ¡qué va! Tras el Bautismo, tras esa maravillosa exaltación de la conciencia, viene la Gran Tentación. ¿No lo recuerdas?
     - Ah, sí. Los cuarenta días de ayuno y las tentaciones.
     - Exacto.
     - ¿Pero por qué la tentación? ¿Es necesaria?
  - Porque todos estos pasos en la evolución suponen que el interesado ha tomado, digamos, un atajo, y eso le está haciendo llegar a determinados hitos de la evolución que proporcionan determinados poderes supranormales, que la Humanidad toda irá adquiriendo con el tiempo, dentro de miles o de decenas de miles o incluso de cientos de miles de años, y aún más. Por eso, quienes dirigen la evolución humana han de estar completamente convencidos de la pureza de intenciones y de la sinceridad y desinterés de los aspirantes, antes de permitirles seguir adelante pues, en caso contrario, esa persona podría hacer un uso indebido de esos poderes, lo que podría, a su vez, hacer mucho daño a muchos otros y, por supuesto, causar la precipitación del interesado en el caos y su desaparición como individuo.
   - Lo comprendo perfectamente. Y es lógico.
  - Siempre que se experimenta un momento de exaltación, es seguido por otro de tentación, de oscuridad, de esfuerzo. Es una ley cósmica. En la vida ordinaria sucede también, como medio para que desarrollemos el discernimiento y sepamos dar a las cosas su verdadero valor: La paz sigue a la guerra y ésta a la paz; la felicidad sigue y precede a la desgracia; la alegría al dolor, la opulencia a la necesidad; la enfermedad a la salud; la muerte a la vida...
   - Es cierto. No había caído en ello.
   - Pues en la vida de Cristo ocurre lo mismo: Tras el Bautismo, la
Tentación y, luego, tras la Transfiguración, Getsemaní. Tú sabes que los hombres experimentaron lo que se denomina la Caída, que produjo su expulsión del Edén o plano astral; pero antes que los hombres, parte de la oleada de vida angélica, que precedió y precede a la nuestra en la evolución, tuvo también su caída y pasó a constituir el grupo de ángeles denominados Luciferes. Los arcángeles, la oleada de vida anterior a los ángeles, también tienen cuerpo de deseos, pero no cayeron, de modo que lograron transmutar el deseo en fuerza espiritual y el cuerpo de deseos en
un cuerpo de luz. Por eso era necesario que el Salvador de la Humanidad perteneciese a la oleada de vida arcangélica, porque tienen cuerpo de deseos, como nosotros, como los animales y como los Luciferes pero, a diferencia de nosotros y de los Luciferes, lo han sabido transmutar. Los Luciferes lo comprendieron enseguida, como demuestra el pasaje del Evangelio (Marcos 1:24), cuando pone en boca de un Lucifer obsesor: "Sé quién eres: el Consagrado de Dios", e hicieron lo posible por hacer fracasar el plan divino. Y, cuando Cristo se retiró al desierto para aprender a manejar los vehículos, recién recibidos, de Jesús en el Bautismo, se apresuraron a tentarlo en tres aspectos distintos: física, mental y espiritualmente. Le ofrecieron todos los reinos de este mundo, que es una gran tentación, pues son legión las personas que han abandonado el buen
camino a cambio del poder, la fama y el prestigio. No está de más recordar el pasaje del joven rico que desistió de seguir al Maestro precisamente porque prefirió seguir con sus riquezas. Le ofrecieron poderes mágicos, capaces de transformar las piedras en panes. Y son también multitud los que, incluso hoy, están utilizando sus poderes mentales para atraerse posesiones terrenales, sin pensar en las consecuencias para ellos y para los demás. Finalmente lo tentaron con la utilización de sus poderes espirituales en beneficio propio. Y también aquí son legión los que caen, después de haber dedicado vidas enteras a desarrollar esos poderes. También lo advierte el Evangelio de San Mateo (7:14): "¡Qué angosta es la puerta y que estrecho el sendero que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos". El total y absoluto desinterés es el elemento clave. Porque tras la unificación de las energías de la cabeza y del corazón, surge en el aspirante una fuerza dinámica de atracción activa, tanto en el plano físico como en el etérico, en el de deseos y en el mental, fuerza a la que se refirió el Maestro cuando dijo a Sus apóstoles: "Cualquier cosa que pidáis en mi nombre, yo la haré".
    Y ahí está el gran peligro. Sabiendo que posee ese poder, el aspirante tiene dos posibilidades: O emplearlo en beneficio propio atrayéndose bienes o ventajas terrenales; o utilizarlo para la redención del hombre, para mitigar dolores y necesidades y hacer avanzar la Humanidad.
   - ¿Y qué se suele decidir?
    - Desgraciadamente, hay muchos que fallan. Pero también son muchos, y cada vez más, los que saben exclamar a tiempo, como hizo el Señor:
  "Apártate de mí, Satanás", y siguen el camino recto.
   - Es sublime.
 - Pasada la Gran Tentación, está uno preparado para la Transfiguración, una consecución seguida de la alta exaltación del Festival del Amor. Mediante este Rito florecen por decirlo así, los dos órganos espirituales de la cabeza humana: La pituitaria y la pineal, que se convierten en dos luminosas lámparas del templo interior. La mente del discípulo llega a estar de tal modo espiritualizada y su corazón tan iluminado que, literalmente, es capaz de pensar con el corazón y de amar con la mente. Las esencias de esa mente y ese corazón, el pan y el vino del Festín, trascienden el tiempo y el espacio. El discípulo ya puede ser enviado al más alejado lugar de la Tierra para bendecir y curar, y se halla habilitado para consagrar esos elementos en auxilio de los hombres sus hermanos. Entonces cobra sentido aquello de: "Yo soy el pan de vida" y "mi sangre es el agua de la vida eterna". Y cuando la luz que emana de ambos centros iluminados se une, convierten el tercer ventrículo, situado entre ambos, en el verdadero "pesebre", el punto focal en el que "nace" el Cristo Interno y fija Su sede. El aura de ese discípulo ya no envuelve sólo la cabeza, sino todo el cuerpo, constituyendo lo que se denomina "el cuerpo del alma" o "soma psichikon" de que habla San Pablo, el "traje de bodas", que permite a quien lo ha desarrollado el contacto inmediato con el Maestro, al margen del tiempo y del espacio. Durante la Transfiguración, Cristo apareció en toda Su esplendente gloria arcangélica a los discípulos
que habían alcanzado un nivel de clarividencia suficiente para percibirlo y para sintonizar con Él sus conciencias.
   - Sigue siendo maravilloso.
   - El discípulo puede, pues, en cualquier plano, irradiar el poder
dinámico engendrado en su interior, como una gran luz, en beneficio de los demás. No oculta ya, pues, su luz "debajo del celemín".
   - ¿Con ello ha terminado todo, supongo?
   - No. Te he recordado que el Maestro dijo con mucha frecuencia que el Sendero es estrecho. Se necesitan muchos años para recorrerlo. Y, a veces, muchas vidas. No. Después de la Transfiguración, ha de hacer frente el discípulo a su propio Getsemaní.
   - ¿Y eso qué supone?
   - Bueno. En principio supone que toda la fama, el prestigio, la
influencia o el poder que se han adquirido, por supuesto involuntariamente, han de ser abandonados. Ha de descender a la oscuridad que hizo exclamar a Cristo (Juan 5:30): "Por mí mismo no puedo hacer nada". El Prendimiento y la Crucifixión, para los hombres de entonces suponían un fracaso rotundo de Su misión, el desprestigio, el ridículo, el desprecio... En esos momentos, pues, puede llegarse a exclamar aquello de : "Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz". Pero el discípulo que pasa la prueba sabe decir: " No obstante, que no se haga mi voluntad, sino la tuya".
   - ¿Quiere eso decir que todos seremos crucificados alguna vez?
   - No, por supuesto. Te he dicho que todo es simbólico. Lo que sí
tendremos que hacer es una renuncia equivalente, a algo muy querido. Por ejemplo, el Getsemaní de Abraham consistió en decidirse a sacrificar a Jehová a su propio hijo Isaac. El cordero que apareció a su lado y que fue sacrificado en lugar de Isaac, una vez realizado por su padre el trabajo espiritual requerido, simboliza el progreso conseguido mediante la sublimación de las fuerzas animales, transmutándolas en poder espiritual mediante el sacrificio. Por eso, gracias a su triunfo en su tentación, desde entonces, pudo caminar y conversar con los ángeles. Tras Getsemaní llegan el Juicio y la Crucifixión.
   - ¿Y qué simbolizan?
   - El Juicio representa ese momento en que, habiendo el discípulo
desarrollado poderes superiores a los de la mayoría de sus hermanos, ha de decidir si los utilizará en beneficio propio o en beneficio de los demás. Ha de ser capaz de reconocer con Cristo que "Mi reino no es de este mundo".
     Por eso uno es capaz de soportar las burlas, las ofensas, los desprecios, el ser abandonado por los amigos, el encontrarse solo ante la hostilidad y la incomprensión y de mantenerse firme.
   - ¿Y la Crucifixión?
   - Aunque es un momento de dolor y sufrimiento, también lo es de
glorificación. Quien renuncia a todo, lo gana todo. Entra así en juego una ley que rige el desarrollo oculto y que Cristo enunció a sus apóstoles así:
      "A aquél que tiene, se le dará; pero al que no tiene, hasta lo que tiene se le quitará". Pero no es preciso ser crucificado para pasar este punto del Sendero de la evolución; la crucifixión puede consistir en saber soportar las falsas interpretaciones, el ridículo, la persecución, etc. y, no sólo de la gente sino, especialmente, por parte de los más próximos y queridos.
   Supone el saber renunciar, si es preciso, a la posición, la fortuna o el prestigio. Entonces el discípulo comprende todo el significado de las palabras del Maestro: "Quien quiera ser mi discípulo, que coja su cruz y me siga". Y, una vez consumado el sacrificio, la recompensa, la gloria. Por eso Cristo, en la cruz, exclamó aquello de "¡Dios mío, Dios mío, cómo me has glorificado!, que es la verdadera traducción de Sus palabras, y no las de aparente desesperación que se le han atribuido. No hay, pues, otro camino que cargar cada uno con su cruz. Fíjate que María, la madre de Jesús, estuvo con Él durante la crucifixión y hasta Su muerte.       Eso quiere decir que ella también había alcanzado ese grado, lo mismo que Juan, el discípulo amado. Y fíjate también que ese estatus elevadísimo lo habían  alcanzado también María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José y la madre de los Zebedeos, o sea, que hubo varias mujeres, entre los discípulos, que alcanzaron cotas elevadísimas de evolución. En cambio, el resto de los apóstoles no habían evolucionado tanto en el Sendero y el día de la crucifixión se fueron quedando atrás, aunque supieron reaccionar y, con la ayuda del Confortador, alcanzar en Pentecostés a sus compañeros aventajados.
    - Es cierto, así lo dicen los Evangelios. Y es maravilloso todo esto visto así.
   - La Resurrección y la Ascensión son la últimas etapas para llegar a la Gran Luz.
   - ¿Qué simboliza la Resurrección en la vida del discípulo?
  - Tras recordarte que todos los hombres somos discípulos porque este recorrido que estamos estudiando ha de ser transitado por todos una vez u otra, lo que significa, fundamentalmente, es que el que llega a la glorificación tras la Crucifixión adquiere lo que se denomina la conciencia permanente, es decir, que ya nunca, desde ese momento, en ninguna de sus vidas futuras dejará de ser consciente, ni al dormirse, ni al morir y abandonar sus vehículos inferiores. Eso es lo que Cristo quería decir cuando afirmaba: "Yo soy la resurrección y la vida". Y fíjate también aquí en que, la primera persona a la que Cristo se apareció tras Su Resurrección fue, precisamente, María Magdalena, lo cual quiere decir que esta mujer había alcanzado tal elevación que fue capaz de sintonizar con Él antes que nadie. Eso es lo que nos quieren decir los Evangelios. Así como que Pedro había ya aventajado a Juan que, a pesar de correr más hacia el sepulcro al recibir la noticia de la Resurrección, se quedó a la entrada y fue Pedro el que penetró primero, es decir, aquél que mayor elevación espiritual había alcanzado. Sin embargo, la investigación de la Memoria de la Naturaleza o Registros Akásicos demuestra que a la primera persona a la que el Cristo resucitado visitó fue, precisamente, a su madre María. Tal era la unión entre sus almas y sus corazones.
  - ¡Qué hermoso! ¿Y qué simboliza la Ascensión?
   - Significa la gloria, el rapto de eternidad, de amor infinito, de
identificación con la Creación toda, que el discípulo que ha llegado a este punto, experimenta de modo indescriptible. El que llega, alcanzó la meta y podrá reunirse con el Señor en el éter en el momento de Su segunda venida, acompañándolo en sus labores, en un estado de inmortalidad consciente, hasta el fin de la era.
    - Quisiera plantearte una pregunta que hace tiempo me martiriza.
    - ¿Cuál?
    - ¿Es preciso ser religioso o sacerdote o profesar en alguna orden para poder alcanzar todas estas etapas?
   - Buena pregunta. Pues no. De ninguna manera. El Sendero se puede hollar siendo padre de familia o hijo de familia o soltero o casado u hombre o mujer. No hay restricción para nadie ni de sexo, ni de raza, ni de edad, ni de cultura ni de clase social. Todo el que lo desea lo puede hacer.
      Lo que ocurre es que a la mayor parte de la gente le lleva varias vidas y puede que alguna de ellas le interese vivirla como religioso. Pero nada más. ¿Crees que tiene más mérito retirarse a un convento que vivir en el mundo, criando y educando a los hijos, enfrentando adversidades y penalidades, trabajando, sacrificando muchas ilusiones? Todo hay que pasarlo y todo hay que aprenderlo. Los que hoy son monjes o sacerdotes fueron en otras vidas padres de familia, y viceversa. Dios está dentro de todos por igual y todos podemos, o mejor, debemos despertarlo. Y terminaré con una cita de San Juan, el más evolucionado de los discípulos, en su primera Epístola (3:2): "Amigos míos, hijos de Dios lo somos ya, aunque todavía no se ve lo que vamos a ser". Y aún cederé a la tentación
de terminar con otra cita, precisamente relativa al Cristo Interno: "Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo".

DÍAS 15 á 20
DER MONAT, Stuttgart, Alemania


LAS OLEADAS DE VIDA

    - ¿Cuántas y cuáles son las oleadas de vida?
  - Infinitas. Pero, en todo caso, sólo nos interesan las que han tenido o tienen algo que ver con la nuestra, la humana.
    - ¿Y cuáles son?
    - Anteriores al hombre, once y posteriores, tres.
    - ¿Podrías enumerarlas?
     - Sí, claro. Las enumeraré desde la más antigua hasta la nuestra,
indicando la jerarquía del Zodíaco que constituyen, sus equivalencias, si las hay, con la denominación de la iglesia cristiana y la intervención que han tenido en nuestra evolución. ¿De acuerdo?
    - ¡Estupendo!
    - Empecemos, pues. La más antigua es la llamada de los Xeofines
que es la Jerarquía de Aries. Representan el modelo o arquetipo cósmico del perfecto hombre-dios, es decir, del hombre crístico. Han pasado ya a la liberación, es decir, en su evolución, han superado la existencia limitada.
  Ayudaron al hombre espontánea y libremente y hoy sólo contactan con la Tierra a nivel del plano que denominamos el Mundo de Dios, o sea, el séptimo, el más elevado de los siete mundos en que se desarrolla la evolución en el Séptimo Plano Cósmico en el que nos encontramos. Por ello su enseñanza ha sido transferida a su signo opuesto, la jerarquía de Libra, o sean los Señores de la Individualidad, o "Virtudes", para la iglesia cristiana y que, como veremos, ayudan al hombre a desarrollar su latente divinidad interna.
  - ¡Qué curioso!
  - La segunda es la de los Terafines, Jerarquía de Tauro y de la cual se puede repetir lo dicho para la anterior en cuanto a su comunicación con nuestro planeta. Representan el arquetipo cósmico de la forma, ya que en este plano, es precisa una forma para poder vivir y actuar en él. Su trabajo, pues, ha sido también traspasado a su signo opuesto, Escorpión, los Señores de la Forma, llamados por la iglesia cristiana, "Potestades".
  Las tres siguientes que, en estos momentos, han pasado igualmente a la liberación, trabajaron también libre y voluntariamente ayudando a la oleada de vida humana durante las tres primeras Revoluciones del Período Terrestre: La de Saturno, la Solar y la Lunar. Y digo que lo hicieron libremente porque habían alcanzado una evolución tan exaltada que su trabajo con nuestra oleada de vida no les podía proporcionar ninguna enseñanza adicional que no poseyeran y que les fuera útil para su propia evolución. Estudiemos ahora estas tres Jerarquías con más detalle.
     - Veamos.
  - La tercera oleada de vida la forman los Serafines, que constituyen la Jerarquía de Géminis y que, en la quinta Revolución del Periodo Lunar, ayudaron al hombre despertando en él el germen del tercer aspecto del Triple Espíritu, Ego o Yo Superior: El Espíritu Humano. Contactan con este planeta sólo a través del Mundo de los Espíritus Virginales, el sexto de nuestro Plano Cósmico. Su labor consiste en unir la vida con la forma.
   Al pasar a la liberación, su trabajo ha sido traspasado a su signo opuesto, Sagitario, la jerarquía de los Señores de la Mente o "Principados", para la iglesia cristiana..
   - ¡Es impresionante!
   - La cuarta oleada de vida es la de los Querubines o Jerarquía de
Cáncer y que, en la sexta Revolución del Período Solar, despertaron en el hombre el germen del Segundo Aspecto del Triple Espíritu: El Espíritu de Vida. Contactan también con la Tierra a través del Mundo de los Espíritus Virginales. Al pasar a la liberación, su trabajo fue traspasado a su signo opuesto, Capricornio, la jerarquía de los Arcángeles. La misión de los Querubines ha sido siempre la de guardar los lugares santos de este planeta: El Edén, el Sancta Sanctorum del Templo Atlante o Tabernáculo...
   La quinta y última oleada de las que actuaron libre y espontáneamente en ayuda nuestra la constituyen los Señores de la Llama, Jerarquía de Leo y que la iglesia cristiana denomina "Tronos". Durante la primera Revolución del Período de Saturno nos implantaron el germen de nuestro cuerpo físico actual; y, mediada la séptima Revolución del mismo Período, despertaron a la actividad el Primer Aspecto del Triple Espíritu o Ego: El Espíritu Divino. Además, en la primera Revolución del Período Solar, incorporaron al germen del cuerpo denso, de que hemos hablado, la
capacidad de desarrollar órganos de los sentidos y, en las cinco siguientes, desarrollaron el sentido del oído, nuestro sentido más antiguo, pues, entre los cinco que poseemos. Los Señores de la Llama se hicieron cargo de la evolución material de la oleada de vida humana durante el Período de Saturno. Han progresado también más allá de nuestro sistema solar y pasado a la liberación y contactan con la Tierra sólo a través del Mundo de Los Espíritus Virginales. Su trabajo, consistente en despertar en la Humanidad el poder de vida, fue transferido a su signo opuesto, Acuario, la Jerarquía de los Ángeles.
   - ¡Qué maravilla es todo esto!
  - Sí, es algo maravilloso. Pero continuemos. Todas las Jerarquías que siguen, que son seis, han actuado ayudando a la oleada de vida humana porque lo necesitan para su propia evolución y siguen actuando en nuestro actual Período Terrestre.
  - Pero, ¿cómo podíamos ser necesarios para la evolución de seres tan exaltados?
  - ¿Tú concibes nuestra propia evolución, nuestra propia vida, sin los animales, los vegetales y los minerales, que son las tres oleadas de vida que siguen a la nuestra?
   - No, sería imposible.
  - Pues lo mismo ocurre con esas Jerarquías. De un modo u otro, por una u otra razón, se vieron necesitadas de actuar en determinado sentido que nos afectaba y que, lógicamente, produjo su resultado, que es el que estamos estudiando.
  - Lo comprendo. Sigamos, pues.
 - Seguimos. La primera de estas seis Jerarquías, sexta según el orden que llevamos, es la de los Señores de la Sabiduría, la Jerarquía de Virgo, "Dominaciones" para la iglesia cristiana, y que se hicieron cargo de la evolución material de la oleada de vida humana durante el Período Solar.
   Contactan con nosotros a través del Mundo del Espíritu Divino, el más elevado de los mundos espirituales. Junto con los Señores de la Llama, reconstituyeron el germen del cuerpo denso en la primera Revolución del Período Solar y, de la segunda a la quinta, irradiaron de sus propios cuerpos el germen del cuerpo vital o etérico, haciéndolo capaz de interpenetrar el cuerpo denso; le dieron la capacidad de crecimiento y de propagación y excitaron los centros de los sentidos del cuerpo denso, obligándolo a moverse. Su actual enseñanza consiste en mostrarnos el verdadero significado y el objeto de la sabiduría que, desde ese punto de vista se define como "dolor cristalizado". Es la esencia de la alegría y la pena. el dolor y la felicidad, la oscuridad y la luz, de las cuales el hombre va extrayendo la verdadera sabiduría anímica.
   - ¡Todo esto es impensable!
   - Sí, pero es real. Es nuestra historia y ya va siendo hora de que la
generalidad de los hombres la conozca y se conciencie de que un hombre es un ser importante, muy importante, en el que han trabajado durante eras enteras una serie de Jerarquías creadoras que continúan ayudándole.
   - Pero, ¿por qué todo esto no se ha dicho antes? ¿Por qué se ha
ocultado?
   - En primer lugar te diré que se ha dicho siempre; y, en segundo
lugar, todo ello está publicado desde tiempo inmemorial y a ello han tenido acceso quienes se han interesado sinceramente. Pero, a causa de interpretaciones equivocadas o interesadas, no se le ha dado demasiada publicidad, incluso se ha perseguido a quienes lo estudiaban. Además, la mayor parte de los hombres no mostraban ningún interés por estos temas, distraídos como estaban con los atractivos de la vida física. Ahora parece llegado el momento, ya que todos se interesan por ellos: Se lee el horóscopo, que aparece regularmente en los medios de comunicación, se conoce la reencarnación o renacimiento, se habla del karma, etc. Ahora, pues, es el momento.
   - Comprendo. Sí, en pocos años ha cambiado la mentalidad de la
gente con relación a estos temas.
   - Bien. Sigamos con lo nuestro. La séptima Jerarquía creadora, ya
citada al hablar de la Primera, que ha intervenido e interviene en nuestra evolución es la de los Señores de la Individualidad, "Virtudes" para la iglesia, y que constituyen la llamada Jerarquía de Libra. Contactan con la Tierra por medio del Mundo del Espíritu de Vida, también denominado el Mundo de la Conciencia Crística. Tuvieron a su cargo la evolución material de nuestra oleada, durante el Período Lunar. En su primera Revolución, junto con los Señores de la Sabiduría, reconstruyeron el germen del cuerpo denso traído por éstos desde el Período Solar y que había desarrollado los órganos embrionarios de los sentidos, digestivos, glándulas, etc., y lo interpenetraron por el cuerpo vital o etérico. En la segunda Revolución del Período Solar, con la ayuda de los Señores de la Sabiduría, hicieron el cuerpo vital capaz de ser interpenetrado por un cuerpo de deseos y lo adaptaron a los sistemas muscular, nervioso, óseo, etc. En la tercera Revolución del Período Lunar, emitieron de sí mismos e infundieron en el hombre un germen del cuerpo de deseos. En la sexta Revolución, junto con los Querubines, eslabonaron el Espíritu Humano con el Espíritu de Vida. Y, en la séptima, junto con los Señores de la Llama, eslabonaron los espíritus Humano y de Vida con el Espíritu Divino.
  Gracias a ellos, pues, nació nuestro Triple Espíritu, nuestro Ego o nuestro Yo Superior, como quiera llamársele. Enseñan a quien acepta sus enseñanzas, cómo cada Ego individual puede llegar a ser uno con el Todo.
   - ¡Qué procesos tan largos!
   - Sí. Estudiando estas cosas se da uno cuenta de que todo y todos
estamos relacionados, de que nadie está nunca solo y de que hay siempre alguien dispuesto a ayudar si uno está en la disposición adecuada.
    - Es cierto. Esto consuela, da seguridad y optimismo y esperanza.
Porque ¿para qué tanto esfuerzo desde tantos millones de años si no es para algo digno de ese esfuerzo?
   - Así es. Pero sigamos con las oleadas de vida. Y aquí vamos a
cambiar, para comprenderlo todo mejor, la exposición.
   - ¿En qué sentido?
   - En el sentido de que, para estudiar las oleadas que nos quedan
(Señores de la Forma, Señores de la Mente, Arcángeles y Ángeles), todos ellos actuantes en el Período Terrestre en el que nos encontramos, vamos a estudiar cada una de las Revoluciones de dicho Período, hasta llegar a la actual, que es la cuarta. Pero antes quiero añadir algo importante.
   - ¿Qué?
   - Que, en la naturaleza y en el cosmos y en todo lo manifestado, la evolución es cíclica, es decir, se repite incesantemente; que todo parte de un punto, recorre un camino y, al fin, regresa al punto de partida. Pero nunca se trata exactamente del punto de partida, sino que es algo más elevado, más evolucionado. Recuerda ese pasaje del Evangelio en que Cristo dice a Sus discípulos, asombrados de Sus milagros: " Maravillas así las haréis y aún mayores". ¿Qué quiere decir? Pues precisamente eso: Que cuando Sus discípulos hayan alcanzado el punto de la evolución en que Su Maestro se encontraba en ese momento, no serán como Él, sino más evolucionados que Él y, por tanto, podrán realizar portentos mayores. La evolución, pues, no funciona a base de círculos cerrados, sino más bien como un muelle vertical de modo que, cuando se llega a un punto determinado, se está más alto que el mismo punto del ciclo anterior. O, mejor, como una espiral, cada punto de la cual está más alejado del principio que el mismo punto de la curva anterior. Y ese sistema se multiplica ad infinitum.
   - ¿Cómo es eso?
   - Piensa, por ejemplo, en una galaxia. Es un núcleo y una serie de
sistemas solares girando en espiral a su alrededor. Pero cada sistema solar no es sino un sol central y una serie de planetas que giran en torno a él; y, en cada planeta, la materia está compuesta de átomos en los que , alrededor de un núcleo, giran los electrones. O míralo de otro modo: La flor contiene semillas que contienen el germen de una nueva planta que, a su vez, dará semillas y se repetirá el proceso. O, simplemente, repasa lo que estamos estudiando: Hay siete Períodos, en cada Período siete Globos, en cada Globo Siete Revoluciones, en cada Revolución siete Épocas, en cada Época siete Razas, etc. Y, por encima, cada siete Períodos constituyen una Cadena, pero hay series de Siete Cadenas, etc... Siempre espirales dentro de espirales. Por eso, una de las leyes clave para desvelar los misterios de la naturaleza dice que "como arriba, es abajo y como abajo, es arriba".
   - Es verdad. ¡Es asombroso!
  - Y ahora vamos a estudiar, aunque sólo sea someramente, nuestro
Período Terrestre cuyo globo, como habrás adivinado, es la Tierra en que vivimos.
  - Vaya, qué sorpresa. Pero es lógico.
   - Quiero, sin embargo, antes de que empecemos, aclarar otra cosa
fundamental. Y es que en cada Período evolucionan siete Globos (la Tierra es el Globo G del Período Terrestre), que llamamos A, B, C, D, E, F, y G, y que cada globo de cada Período está formado por distintas clases de materia. los Globos A y G del Período de Saturno estaban formados por materia del Mundo del Espíritu Divino; los Globos B y F, por materia del Mundo del Espíritu de Vida; los C y E, por materia del Mundo del Espíritu Humano o Región del Pensamiento Abstracto, del Mundo del Pensamiento; y el Globo D, por materia de la Región del Pensamiento Concreto, del Mundo del Pensamiento. O sea, que los vehículos de los seres que en esos globos evolucionaban, estaban formados de esas materias. Y una cosa más que te va a asombrar.
  - ¿Cuál?
  - Que en el Período de Saturno, la oleada de vida mineral, es decir, la que sólo tenía cuerpo físico y conciencia de trance profundo, era la actual oleada de vida humana, o sea, la nuestra.
   - ¿Y quiénes eran los vegetales de entonces, si existían?
   - Los equivalentes de nuestros actuales vegetales (conciencia de
sueño sin ensueños) eran los actuales ángeles, o sea, la oleada de vida anterior a la nuestra. Y los entonces reino animal (conciencia de sueño con ensueños), son hoy la oleada de vida de los Arcángeles. Y los hombres de entonces (conciencia de vigilia) son hoy los Señores de la Mente.
   - ¡Qué maravilloso y qué impresionante!
  - Entonces, siguiendo el proceso, al iniciarse el Período Solar, todos los globos descendieron un escalón en la materialidad y estuvieron constituidos por materias que iban desde el Mundo del Espíritu de Vida hasta le Mundo del Deseo; para el Período Lunar se bajó otro escalón y, mientras el vehículo superior era de materia de la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento, el más denso era de la Región Etérica del Mundo Físico; y en nuestro actual Período Terrestre, las materias utilizadas para la construcción de los vehículos van, desde la Región del Pensamiento Concreto del Mundo del Pensamiento, hasta el Mundo Físico. Y su Globo más denso, el D, que es la Tierra, está formado,
consecuentemente, por las materias del Mundo Físico: Los cuatro éteres (Químico, Vital o de Vida, de Luz o Luminoso, y Reflector) que constituyen la Región Etérica, y los componentes de la Región Química: sólidos, líquidos y gases.
   - Todo esto, con ser tan abstracto, resulta concreto, esclarecedor.    Nos hace situarnos y saber dónde estamos en el cosmos.
   - Claro. Y es fundamental saberlo para tener una idea clara del por qué y el cómo de todo.
   Pero, sigamos. Cuando la vida evolucionante salió de la Noche
Cósmica que siguió al Período Lunar y penetró en el Globo A del Período Terrestre, los componentes de esas vidas estaban en distintos momentos de su evolución.
   - ¿Cómo es eso?
   - Por un lado, no hay dos hombres iguales y, por otro, están los
animales, los vegetales y los minerales. ¿Cómo crees que pasarían a un próximo Globo si procediera ahora hacerlo?
  - Claro, no había caído.
  - Y, por otra parte, piensa en los que no "aprueban" y no pueden
seguir con su oleada de vida y, por tanto, quedan rezagados, y en los que son tan "aplicados" que se adelantan a los suyos y se unen a la oleada anterior. Por tanto, antes de estudiar qué ha pasado en lo que llevamos transcurrido de nuestro Período Terrestre, cosa que me temo haremos otro día, vamos a ver en qué condiciones ingresaron en él los componentes de las cuatro oleadas de vida: Humana, animal, vegetal y mineral.
   - Estupendo. Vamos a ver.
   - Los que "aprobaron" al terminar los Períodos de Saturno, Solar y Lunar, que ya tenían el Triple Espíritu (Divino, de Vida y Humano) y los tres cuerpos (denso, vital y de deseos), actualmente componen las denominadas razas de la Quinta Época o Aria, entre las cuales nos encontramos y que son: La hoy llamada propiamente Aria, que se estableció al sur de la India; la Babilónico-Asirio-Caldea; la Perso-Greco-Latina; la Céltica; y la Teutónica-Anglo-Sajona. O sean, las hoy llamadas razas blancas.
   - ¿Qué quiere decir eso de que "aprobaron"?
  - Pues verás: En términos generales, la masa de una oleada de vida va evolucionando más o menos homogéneamente durante cada Revolución y, durante siete Revoluciones, en un Período. Cuando termina una Revolución o termina un Período, la oleada de vida ha de ser trasladada a la siguiente Revolución o al siguiente Período que, lógicamente, reunirán condiciones distintas, siempre más evolucionadas y que, por tanto, exigirán unos niveles mínimos para poder desenvolverse en ellos. Por eso, tras cada Revolución y tras cada Período hay una Noche Cósmica que es una especie de "alto en el camino" para recapitular, asimilar lo aprendido y prepararse para las nuevas condiciones del nuevo ambiente por venir. Es lo que las religiones llaman el "juicio final". Porque, terminada esa Noche Cósmica, los que no hayan evolucionado lo suficiente para poder sacar provecho de las nuevas condiciones y que sólo podrían provocar que el resto de la oleada de vida, más avanzados, se vieran retrasados por su culpa, son separados de dicha oleada, son "condenados" según las religiones, y deben esperar a incorporarse a otras oleadas siguientes para renacer en ellas. Lo mismo ocurre con quienes han evolucionado muy por encima de la media de su oleada y que, de seguir en ella, nada aprenderían, por lo que renacerán con una oleada anterior integrándose en ella.
   ¿Comprendes ahora lo del "aprobados".
    - Sí, está claro.
    - Es decir, que nadie queda abandonado, a nadie se le castiga.
   Simplemente cada cual va adonde más beneficio puede obtener para su propia evolución. En ningún momento existe injusticia ni olvido ni preferencias. Es la justicia perfecta.
   - Desde luego . En el fondo es el mismo sistema que se lleva con los estudios: A fin de curso se hace un examen final y quien lo aprueba pasa y quien no, tiene que repetir.
  - Exactamente. Veo que lo has comprendido perfectamente.
  - Pero quisiera hacerte una pregunta que me bulle por dentro hace
tiempo. ¿Por qué hemos de evolucionar? ¿Por qué esa "preocupación" de todos por que evolucionemos?
  - Muy sencillo. Tú sabes que existe un Ser Supremo, un Creador de todo lo manifestado, ¿no?
   -Sí, lo sé.
   - Pues bien, este Ser, que es algo para nosotros totalmente
inconcebible, decidió Su creación. Y en esa Creación había una serie de seres exaltadísimos, de Jerarquías, de planos de existencia , de materias, de oleadas de vida, etc. Todo eso, toda la Creación es Su obra, aunque para su desarrollo se valga de seres inferiores a Él, creados por Él, pero que siguen las normas que Él estableció al concebirla y que son las leyes naturales, los canales por donde circula, por decirlo así, Su voluntad. O sea, que ese Ser, Padre de todo y de todos, pensó en ti y en mí como dos de Sus criaturas, a las que asignó en Su proyecto unos papeles determinados en unos momentos determinados. Esa voluntad divina, esas leyes naturales van empujando a todos los seres creados hacia adelante y hacia arriba. Para que lo entiendas mejor, una manifestación de esa fuerza, a nivel nuestro, lo constituye el que los niños, inevitablemente, crecen y se hacen hombres, y que las semillas germinan y llegan a plantas y que todo, absolutamente todo, se está moviendo ininterrumpidamente hacia el destino que en el plan divino tiene asignado. A esto añádele que, en un "exceso" de
magnanimidad, ha decidido que seamos un día dioses creadores como Él y para conseguirlo, de acuerdo con Su voluntad, nos da el libre albedrío. Por supuesto con el libre albedrío podemos hacer lo que queramos, pero relativamente, sólo relativamente. Piensa en un gusano. Si te imaginas siendo una oruga, te sentirías constreñidísimo, limitadísimo; sin embargo a la oruga, su vida no le parece así, y eso que ignora que un día será mariposa. También nosotros estamos limitados y constreñidos, aunque nos creamos libres y nos consideremos felices en este estado, ignorantes de otras posibilidades infinitamente más perfectas, más elevadas y más sublimes que son nuestro verdadero destino en el plan del Creador. El plan se ha de cumplir, porque así lo quiere Él, cuya voluntad es infinitamente superior a la nuestra en todos los sentidos, y la mayor parte de los seres del conjunto van aportando su esfuerzo, al tiempo que aprenden para cumplir su misión. A todo esto añade que la Creación es un gesto de amor, es la consecuencia del deseo del Creador, de compartir con Sus criaturas Su propia grandeza Y a ese fin van encaminados todos los esfuerzos de todos,
siempre guiados por el amor, que es el hilo conductor de la Creación en todos sus ámbitos. ¿Comprendes por qué todos esos seres se esfuerzan por ayudarnos? ¿Te das cuenta de cuánto amor ha tenido que derramar el Creador para que todos lo sientan de tal manera? ¿Puedes concebir nada más maravilloso? ¿Qué es lo que tú más deseas para tus propios hijos que no sea su felicidad, incluso a costa de la tuya? ¿Con qué finalidad los educas, los reprendes, los aconsejas, los castigas, si es preciso, con más dolor por tu parte que por la suya? ¿Por tu bien o por el de ellos? Y si tú, una criatura que estás viendo en esta charla dónde estás situada en el conjunto de la creación, actúas así por tus hijos, ¿cómo puede extrañarte que lo haga Dios, del cual no eres sino un palidísima e imperfecta imitación?
    - Queda todo clarísimo. Gracias.
    - Bien, dicho esto, vamos a seguir con nuestro tema. Estábamos
hablando de los seres que ingresaron en la Tierra al comenzar el actual Período Terrestre y las condiciones en que lo hicieron, ¿no?
  - Sí.
  - Tras los que habían aprobado los Períodos de Saturno, Solar y
Lunar, venían los suspendidos o rezagados del Período Lunar que, en ese momento, sólo habían desarrollado dos de los tres espíritus, el Espíritu Divino y el Espíritu de Vida. Tenían, sin embargo, desarrollados los tres cuerpos que entonces existían: El físico, el etérico y el de deseos. Estos Egos, actualmente componen las razas mogoles, los negros africanos y las razas humanas más atrasadas.
   - ¿O sea, que los orientales de raza amarilla y los negros son de razas inferiores a los blancos?
  - No puede enunciarse así. No son los Egos los más primitivos, sino los cuerpos que ocupan. En todas las razas hay Egos muy avanzados que nacen en ellas por motivos especiales: Para realizar una labor determinada, para hacer avanzar la raza en su conjunto, para crear o iniciar algo, etc., y esos seres no se encuentran en el estadio evolutivo de los demás miembros de la raza en que renacen. No me vas a decir que un pigmeo está igual de evolucionado que un premio Nobel de física. O que un abogado negro americano está al mismo nivel que un zulú. Cada cual está donde ha llegado, pero todos pueden adelantar a los que les preceden, para eso tenemos el libre albedrío precisamente. En términos generales, pues, lo que te digo es lo relativo a la "masa" de cada raza.
   - De todas maneras, eso de las raza no lo tengo muy claro. ¿Quién y por qué forma parte de cada una?
   - Lo comprenderás enseguida. La Humanidad actual, lo estamos
estudiando precisamente en nuestro diálogo de hoy, es fruto de una
evolución de millones de años que ha recorrido, como se dice, aunque es mucho más, "desde el microbio hasta el hombre". Pues bien, también hemos estudiado que, tras tanto tiempo de evolución, a estas alturas ya no hay dos hombre iguales, aunque la gran mayoría de nuestra oleada de vida se encuentra en un nivel parecido, que le permite mantenerse en el actual Período Terrestre, evolucionando juntos al mismo tiempo. Pero no siempre han existido las razas.
   - ¿No?
  - No. Las razas, propiamente dichas, aparecieron al final de la Época Lemúrica.
   - ¿Y qué es eso?
  - Esto se va complicando. Verás: La cuarta Revolución del Período Terrestre en la que nos encontramos, se divide en varias Épocas: La Polar, la Hiperbórea, la Lemúrica, la Atlante, la Aria, que es la actual, y la llamada Sexta Época, aún por venir. Bueno, pues es sólo a fines de la Época Lemúrica cuando aparece la primera raza, que era de piel negra.
   Durante la Época siguiente, la atlante, aparecieron siete razas, que son: Los Rmohals, los Tlavatlis, Los Toltecas, los Turanios, los Semitas Originales, los Acadios y los Mogoles. Los Atlantes eran de piel amarilla. En cuanto a las razas de la Época Aria ya te las he mencionado, salvo las dos últimas, aún por venir, y son: La Eslava y otra derivada de ella, cuyo nombre aún no se conoce. Todas las razas arias son de color blanco. Luego vendrá la última, pero ya en la Sexta Época, y nacerá de la mezcla de todas ellas que está iniciándose ya en América del Norte. Estas dieciséis razas se denominan también en los escritos antiguos sobre el tema, los dieciséis "senderos de perdición", precisamente porque, a lo largo del paso por ellas, los Egos pueden extraviarse y quedar demasiado pegados a una raza determinada, es decir, a un modelo determinado de cuerpo físico, como ha ocurrido con la actual raza judía, con peligro de quedar rezagados. Por supuesto, no ahora, pero en un futuro.
  - Pero con eso no queda claro lo que yo preguntaba.
  - No. Aún no. Pero lo que he dicho es previo y necesario para
responder a tu pregunta. Y sigo con algo también previo y necesario.
  Desde el punto de vista de la evolución; Una raza quiere decir un cuerpo, unos vehículos inferiores de unas características determinadas que pueden acoger Egos con un desarrollo mínimo y conducirlos a un desarrollo máximo, pero no más allá porque esos cuerpos no dan más de sí y para seguir evolucionando es preciso renacer en otra raza capaz de recoger ese Ego y conducirlo a un desarrollo mayor (como las serpientes han de cambiar de "camisa" para crecer), hasta que las posibilidades de esa raza se agoten también porque ese Ego haya aprovechado todas sus posibilidades
y se vea obligado a renacer en otra más adaptada a su estatus último para seguir su desarrollo.
  - Eso ya me aclara más la cosa.
  - Pero aún no he terminado. A cada raza se le ha dado siempre una
religión adaptada a su desarrollo, para que los Egos en ella encarnados, pudieran evolucionar más. Y, cuando un Ego ha sacado todo el partido posible a la religión de un pueblo determinado, ha tenido que renacer en otro pueblo - aunque fuera de la misma raza pero con una religión más avanzada - para continuar su evolución sin perder tiempo. De modo que, por ejemplo, imagina un actual pigmeo que, por ser uno de los líderes de su pueblo, logra desarrollar sus potencialidades por encima de lo que lo hacen sus hermanos de raza. Cuando este hombre muera y haya de renacer, si lo hiciera como pigmeo no avanzaría nada, puesto que ya se había situado por encima en su última vida. Por eso, posiblemente, nacerá en alguna tribu africana o de Oceanía, de raza negra, pero más evolucionada que los pigmeos.
   - Ya lo comprendo.
   - Y, siguiendo así, cada uno va renaciendo en los cuerpos
correspondientes a la raza que mejor le puede ayudar a evolucionar.    Y ten en cuenta que, al decir cuerpos, no quiere decir que usemos cuerpos "de segunda mano", no, sino moldes de cuerpos de determinada raza, que fueron formados por hombres más avanzados, auxiliados por todos esos seres que hemos visto que nos han ayudado a lo largo de las eras. Por eso tantos pueblos y tantas religiones. Porque cada cual ha de renacer en el sitio más favorable para él. Y por eso lo antinatural que resulta pretender convertir a un pueblo a la religión de otro pueblo más avanzado: Lo único que se consigue es que acabe practicando el sincretismo religioso, adaptando las creencias antiguas, las que él puede comprender, las que se dieron ex profeso a su pueblo, a las nuevas, pero seguir practicando, en el fondo, su antigua religión. ¿Comprendes ahora?
   - Sí. Ahora está todo perfectamente claro.
   - ¿Podemos, pues, seguir relacionando los seres que entraron en el
Período Terrestre en su Primera Revolución y sus características de
entonces así como su estado actual?
  - Sí, por favor.
  - Bien. Habíamos hablado de los que constituyen las razas blancas y las restantes, o sean las amarillas y las negras.
- Perdona que te interrumpa una vez más, pero no quisiera seguir sin tener esto perfectamente claro. ¿Por qué lo de los colores de las razas?
   - Bueno, eso se debe a reminiscencias históricas. La primera raza de todas, la Lemúrica, era negra. Pues bien, los cuerpos, y entiéndelo bien, todos los cuerpos y no todos los Egos de los actuales negros, descienden de aquellos cuerpos lemures. Las razas atlantes eran amarillas y todos los cuerpos, insisto, los cuerpos y no los Egos, de las razas orientales, indios americanos, esquimales, etc. descienden de aquellos cuerpos atlantes.
  - Eso quiere decir, por ejemplo, que mi Ego utilizó una vez un cuerpo negro o amarillo?
  - Por supuesto. Si no fuera así no hubieras podido llegar a una raza
blanca. Y los utilizaste, no una vez, sino miles de veces. Por eso resulta totalmente absurdo el racismo, puesto que los propios racistas han pertenecido a todas las razas que desprecian y precisamente gracias a ellas están donde están, aunque practicando el racismo opositan seriamente a que su próximo renacimiento se produzca en una de las razas despreciadas.
   ¿Podemos ya seguir?
  - Sí, perdona que te interrumpa tanto, pero esto es interesantísimo.
   - Te comprendo y te agradezco que preguntes. Lo que pretendo no es hablar yo, sino que tú entiendas lo que te digo. Así que soy yo quien tiene que agradecerte la oportunidad de transmitirte lo poco que sé. Y tras esto, reanudamos lo nuestro:
   Tras los actuales humanos, entraron en la Tierra los rezagados del
Período de Saturno y del Período Solar, que habían desarrollado el Espíritu Divino y el Espíritu de Vida y sólo el cuerpo físico y el cuerpo vital. Hoy constituyen lo que llamamos antropoides.
   - ¿Los antropoides son de nuestra oleada de vida?
   - Sí. Todos los que en el Período de Saturno éramos minerales, como sabes, pertenecemos a la misma oleada de vida, la humana.    Los antropoides son un caso típico de rezagados. Por eso es inútil buscar el eslabón intermedio entre el mono y el hombre, porque éste no desciende de aquél, sino prácticamente, al revés.
   - ¿Entonces los antropoides han perdido ya todas las posibilidades de seguir su evolución con nosotros?
   - No. Todas no. Aún pueden alcanzarnos y renacer como pigmeos o miembros de una raza de las más primitivas. Si se les ayuda lo
conseguirán. ¿Qué crees tú que están haciendo todos esos científicos que los estudian y los protegen, e incluso los que los domestican? Sin saberlo ellos conscientemente, aunque su Ego sí lo sepa y lo haya proyectado así, están ayudándoles. Y, que quede bien claro: No incluyo entre los que les están ayudando a los que investigan con ellos, los que practican lavivisección o les inoculan enfermedades para hacer avanzar la ciencia.
  Esos no tienen ni la más remota idea de lo que les espera. Como a los que entrenan perros u otros animales para ser agresivos, para atacar, para matar. Las tradicionales penas del infierno de que nos ha hablado la iglesia durante siglos no son nada comparadas con el sufrimiento que el karma que están acumulando les va a infligir. Somos los guardianes de nuestros hermanos los hombres, pero también de los antropoides y de los animales y plantas. Y todo sufrimiento arbitrario o egoísta crea un karma que, un día u otro, se paga.
  - Eso que estás diciendo es muy gordo, ¿no?
  - No. Es la ley natural. Y la ley natural no sigue las mismas pautas
que nosotros y los efectos de tales actuaciones son el dolor o el retraso en la evolución. Así que es lógico que eso, que no es más que una causa que se ha puesto libremente en movimiento, produzca un día su efecto correspondiente, que consistirá en recibir uno mismo en su propio ser todo el daño que ha producido a los demás seres voluntaria y libremente.
  - ¿Quieres decir que las leyes naturales no distinguen las intenciones?
   ¿Es que es lo mismo matar un semejante por gusto que en legítima
defensa?
   - No precisamente. Quiero decir que, aunque esas actuaciones se
disfracen de "fines benéficos" lo que mueve a esas personas es, en primer lugar, un interés personal por situarse en la vida, por ganar un sueldo o un premio o la fama y, en segundo término, el curar o prevenir enfermedades, si con el descubrimiento que han hecho, si llegan a hacerlo, se puede. No es lo mismo matar por gusto a un semejante que en legítima defensa.
    Estudiemos el asunto. Por supuesto, si yo mato a un hombre por gusto está claro que he privado a un semejante de sus posibilidades de evolución en esta encarnación y, por tanto, eso lo tengo que pagar, según la ley del karma porque lo he hecho libre y voluntariamente. Si yo lo mato en legítima defensa habrá que distinguir si mi intención fue la de defenderme o la de matar y en qué grado y si pude evitarlo o pude evitar la situación que desembocó en el hecho. Ten en cuenta que lo que se llama el "juicio" tras la muerte no lo hace nadie más que uno mismo, su propia memoria de todo lo que sintió, deseo, hizo, pensó, dijo, etc. a lo largo de su vida. Y a esa memoria no la puede engañar nadie. Y ella es la que atrae la sustancia elemental que produce el dolor que hicimos. Así que cada uno sabrá sus móviles. Lo que es cierto es que las leyes naturales no las puede burlar nadie.
   - Realmente me parece justo.
   - Bien. Seguimos otra vez con lo que íbamos diciendo. Tras los
actuales antropoides, llegaron a la Tierra las mónadas o espíritus en
evolución, pertenecientes a las siguientes oleadas de vida. Primero los que nacieron como oleada (y por tanto como minerales) en el Período Solar.
  Estos entraron en el Globo A del Período Terrestre con Espíritu Divino y de Vida y con cuerpo denso y etérico, o sea, como los antropoides, y son los que constituyen el actual reino animal. Aquí ves en qué ha consistido el retraso de los Egos hoy encarnados en cuerpos antropoides.
  - Sí, lo veo perfectamente.
   - Tras ellos llegaron los rezagados de la oleada de vida que en el
Período Solar empezó como mineral, más los "aprobados" que habían empezado como minerales en el Período Lunar. Ambos tenían Espíritu Divino y cuerpo denso y constituyen el actual reino vegetal; los primeros, los árboles y los arbustos de hoja perenne; y los segundos, los arbustos florales y las hierbas.
   - Es impresionante pensar que, detrás de cada hierba hay una
mónada, un espíritu como nosotros.
   - Sí. Es una maravilla, y hace pensar mucho. ¿Seguimos?
   - Por favor.
  - No quedan sino los que hoy componen el reino mineral y que son, por un lado, los rezagados entre los que iniciaron el Período Lunar como minerales y que ahora son las arenas y tierras, y luego la oleada de vida mineral propia del Período Terrestre, que han empezado su evolución en la Revolución de Saturno, y que forman las actuales montañas, rocas y aglomerados. Todas estas mónadas, todas estas oleadas de vida son las que ocupan y habitan y forman la Tierra en la que estamos evolucionando.
   - No sé qué decir. Es todo tan maravilloso...
   - Bueno. Ahora estaríamos en condiciones de estudiar qué ha
ocurrido durante el Período Terrestre propiamente dicho. Pero, dado que, como me temía, nos hemos extendido mucho más de lo previsto, lo haremos la próxima vez. ¿De acuerdo?
  - ¿Como no? ¡De acuerdo! Y muchas gracias.


DÍAS 20 á 22
DAILY MAIL, Londres, Reino Unido


EL PADRENUESTRO

  - ¿Qué oración me recomendarías?
  - Sin ninguna duda, el Padrenuestro.
  - ¿Y eso por qué?
  - Porque es la oración más completa que se conoce. Es un
procedimiento científico. Es como una fórmula algebraica, abstracta, para la defensa, el mejoramiento y la evolución de todos los vehículos del hombre; hasta el punto de que Cristo, según demuestra la Memoria de la Naturaleza, terminó con él la santa ceremonia de la Última Cena. Por eso la recomendó a Sus discípulos cuando le hicieron la misma pregunta que tú me acabas de hacer.
  - ¿Y por qué es tan perfecta?
  - Para responder tendría que exponerte antes la composición de
nuestro ser.
  - ¿De nuestro ser?
 - Sí. Nosotros somos seres compuestos y el Padrenuestro va dirigido a mejorar todos y cada uno de nuestros componentes. Por tanto no se puede concebir nada mejor. ¿Lo comprendes?
   - Sí y no. Será mejor que empieces por el principio. ¿Te parece?
  - Vamos allá. Antes que nada has de hacer propia la idea de que, lo mismo que en este mundo físico en que vivimos existen los sólidos, los líquidos y los gases, de modo que los líquidos pueden interpenetrar a los sólidos y los gases pueden interpenetrar a los sólidos y a los líquidos, ese fenómeno se da en los llamados "mundos superiores", que no son sino concreciones de materia menos densa cuanto más "elevado" es el mundo de que se trate. Es decir, que, partiendo de los sólidos que conocemos, existen distintos planos, cada vez menos densos, que constituyen distintos mundos y en todos ellos existen seres que viven y evolucionan en vehículos construidos con la materia de ese mundo, lo mismo que nosotros
vivimos en el cuerpo físico, construido con los materiales del mundo físico. ¿Lo ves claro?
 - Sí. Está bastante claro: Existen distintos mundos que se superponen, de modo que cuanto más elevados, menos densos, ¿no?
    - No exactamente. Se dice "mundos superiores" para hacer más
comprensible la idea. La realidad es que todos los mundos ocupan el mismo espacio.
  - ¿El mismo espacio? ¿Y cómo es eso?
  - Muy sencillo. Recurramos a nuestro mundo físico: Si tú mojas pan en agua, ¿en el pan mojado, el pan y el agua no ocuparán el mismo espacio?
    - Sí.
  - Y si esa agua tiene, como siempre tiene, aire disuelto, ¿no ocuparán los tres, el aire, el agua y el pan el mismo espacio?
   - Sí, claro.
   - Por tanto, para diferenciar cada uno de esos tres estados de la
materia de los otros dos, desde el punto de vista de su situación con
relación a ellos, no tendríamos más remedio que decir que los sólidos, es decir, el pan, se sitúan debajo y, sobre él, los líquidos, o sea, el agua, que es menos densa y, sobre ella, los gases, o sea, el aire, que es aún menos denso. Pero esa manera de exponerlo no tendría otra finalidad más que hacernos comprender la clasificación por densidades, ¿no?
   - Sí. Está claro.
   - Pues piensa que la materia no termina con los gases. Hay otros
estados de la materia, mucho más sutiles, que interpenetran siempre a todos los más densos. Y es más, la vida, la energía vital, pasa siempre desde los más sutiles hacia los más densos. De modo que podría decirse, sin posibilidad de error, que cada estado de la materia o plano de vida es la cristalización del inmediatamente más sutil, del que en nuestra escala está inmediatamente por encima.
  - ¿Y eso por qué?
 - ¿No lo ves también en el mundo físico? ¿Qué piensas tú que existió primero, los gases, los líquidos o los sólidos?
  - Bueno, sí. Lo lógico es pensar que primero aparecieron los gases,
éstos se densificaron y dieron lugar a los líquidos y luego éstos se
concretaron en los sólidos.
  - Pues exactamente lo mismo, aplícalo a todos los planos. Lo cual
quiere decir que para la existencia de un plano son necesarios todos los de arriba, ¿no?
  - Sí. Rotundamente.
  - Bien. Pues ampliando nuestro campo de estudio te diré que, por
encima de los gases, y perteneciendo aún al Mundo Físico, existe una materia que se denomina éter y que se estratifica en cuatro densidades distintas. De modo que, de bajo arriba, el Mundo Físico se compone de Sólidos, Líquidos, Gases, Éter Químico, Éter Vital, Éter de Luz y Éter Reflector. El Éter Químico es el responsable de la asimilación y excreción; el Vital lo es de la reproducción; el de Luz hace posible el funcionamiento de los sentidos; y el Reflector contiene la memoria de todo lo que hacemos, decimos, pensamos y acaece en nuestro entorno. Los cuatro éteres son la materia constitutiva del segundo de nuestros vehículos: El cuerpo Vital o Cuerpo Etérico.
   - ¿Y por qué no lo percibimos?
  - Porque no hemos desarrollado sentidos para percibir los éteres. Hay ya quien los ha desarrollado y a esas personas se las llama clarividentes etéricos. Y te diré también que el desarrollo de la visión etérica es algo que todos los hombres tendremos algún día y algo que ya hoy poseen muchos animales.
   -  ¿De veras?
  - Sí. Es el mundo de la electricidad, de los Rayos X, del magnetismo, de las ondas de radio y de TV, de las ondas cerebrales, etc. etc. Es el mundo del infrarrojo, que perciben las abejas, o de los ultrasonidos, que perciben los perros...
  - Claro, es cierto.
  - Bien. Esas siete capas o planos de materia, pues, constituyen el
Mundo Físico. Pero sobre él existen otros mundos, cada uno de ellos constituido por siete planos, constituidos igualmente por materia cada vez menos densa y que interpenetra a todos los planos inferiores. ¿Lo comprendes?
  - Sí. Y es alucinante.
  - De modo que, donde está el pan de nuestro ejemplo anterior, no
sólo estarán el agua y el aire, sino los cuatro éteres y todos los planos y mundos "superiores". ¿De acuerdo?
  - Sí. Está clarísimo.
  - Pues el mundo inmediatamente superior, o menos denso que el
Físico se llama Mundo del Deseo o Mundo Astral. Encima de él, y
constituido también por siete planos de distinta densidad, está el llamado Mundo del Pensamiento; encima de él, el Mundo del Espíritu de Vida; encima, el Mundo del Espíritu Divino; encima, el Mundo de los Espíritus Virginales; y encima, el denominado Mundo de Dios. Bien entendido siempre que ese "encima" significa "menos denso" y ocupando, por tanto, el mismo espacio que el mundo inferior y que todos los inferiores a él. O, para ser exactos, cada mundo ocupa el espacio del inmediatamente inferior, pero excede bastante ese espacio; es decir que, cuanto más denso es un mundo, menos espacio ocupa. ¿Me sigues?
   - Sí.
  - ¿Y no se te hace comprensible así aquello de la "omnipresencia" de dios? ¿O lo de que los muertos y el cielo y el purgatorio están aquí, junto a nosotros, ocupando el mismo espacio que nosotros estamos ocupando? ¿O lo de que mentalmente podemos comunicarnos fácilmente con cualquiera, sin que influyan el tiempo ni la distancia?
  - ¡Es verdad! Y está claro: Si todos los planos o mundos ocupan el
mismo espacio y se interpenetran, todo eso que parecía imposible resulta de lo más claro y comprensible.
  - Pues bien, en el Mundo del Pensamiento existe una división
especial: Los tres planos inferiores o más densos, constituyen la Región del Pensamiento Concreto; el cuarto lo constituye la mente; y los tres planos superiores forman la llamada Región del Pensamiento Abstracto, pero también se llama Mundo del Espíritu Humano.
  - ¿Y la mente está ahí?
  - Sí. La mente es como una lente o un espejo que refleja los planos
inferiores a ella en los planos superiores, que asimilan así lo que ocurre "debajo", y refleja también lo que ocurre en los mundos superiores, en los planos inferiores. Es, por decirlo así, el eslabón entre lo material y lo espiritual. ¿Vale?
  - Sí. Hasta ahora está claro.
  - Pues empecemos a entrar en el fondo del asunto.
  - Vamos allá.
 - Nuestro Dios, el Creador de nuestro sistema planetario, está situado en el Mundo de Dios, es decir, en el plano superior de los siete, el menos denso y que los interpenetra a todos.
  - Un momento, ¿has dicho el Creador de nuestro sistema solar?
  - Sí. Porque por encima de este conjunto de siete mundos que hemos descrito y que constituyen, los siete juntos, el que se denomina Séptimo Plano Cósmico, existen seis planos cósmicos más, cada uno de ellos constituido, a su vez, por siete mundos, formados cada uno por siete planos. Y siempre constituidos por materia cada vez menos densa y que interpenetra a todas las más densas de los planos inferiores. ¿Comprendes?
  - Sí. Comprendo. Pero entonces, ¿Quién es el creador de todos los
seres, planos y mundos?
  - El llamado Ser Supremo, que mora en el séptimo plano o mundo, o sea, el más elevado, del séptimo plano cósmico, el superior.
  - ¿Y por encima de Él?
 - Por encima del Ser Supremo, causa y origen de todo lo manifestado, sólo está el que se denomina El Absoluto, es decir, lo anterior a toda manifestación, a toda existencia, algo que nos resulta mucho más imposible de concebir a nosotros que a nuestro perro el comprender cómo podemos ser capaces de, con una presión de un dedo, hacer que aparezcan en la pantalla del televisor imágenes de sucesos remotos. Pero éste no es el objeto de nuestra charla. Volvamos a nuestro plano cósmico, el séptimo, y continuemos su estudio.
  - De acuerdo, volvamos.
  - Bien. Nuestro Dios, he dicho, mora en el Mundo de Dios. Pero se
manifiesta en tres aspectos, por cierto, reflejando los tres aspectos en que se manifiesta el Ser Supremo en el séptimo mundo del séptimo plano Cósmico. Y esos tres aspectos, cada uno de ellos operativo en distinto plano del Mundo de Dios, son: El Padre, que se manifiesta como Voluntad; el Hijo, que se manifiesta como Amor-Sabiduría; y el Espíritu Santo, que se manifiesta como Actividad.
  - Es impresionante.
  - Nosotros somos una especie de semilla de Dios, un Espíritu
Virginal, emanado dentro de Dios en el mundo denominado de los
Espíritus Virginales, el segundo de nuestro plano cósmico. Este espíritu nuestro o mónada, a su vez, se manifiesta también de modo trino, como el Dios a cuya semejanza está constituido. Y para esa manifestación, proyecta uno de sus aspectos, el Espíritu Divino, al mundo de la misma denominación y tercero del plano cósmico; luego proyecta su segundo aspecto, el Espíritu de Vida, al mundo que así se llama, que es el cuarto; y, por último, proyecta su tercer aspecto o Espíritu Humano, a la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento.
  - ¡Caramba! Somos complicados, ¿no?
  - Sí. Pero sólo somos un duplicado de nuestro Dios del que, como te he dicho, formamos parte. O sea, y recapitulando, que nuestro Espíritu se manifiesta en tres Mundos distintos mediante tres Espíritus que, juntos constituyen lo que ordinariamente se llama el Ego o el Yo Superior.
   - Sí, está claro.
  - Pero, como te he dicho, sólo somos un reflejo, una manifestación, un centro de conciencia de Dios y, por tanto, cada uno de nuestros Espíritus no es sino reflejo de uno de los tres aspectos de Dios: Nuestro Espíritu Divino tiene su origen en el aspecto Padre de la Divinidad; el Espíritu de Vida, en el aspecto Hijo; y el Espíritu Humano, en el aspecto Espíritu Santo. De modo que cada uno de nuestros tres Espíritus mantiene una conexión especial con el aspecto de Dios del cual trae origen.
 - Es lógico.
 - Bien. Sigamos. Te he dicho antes que la mente, situada en el cuarto plano del Mundo del Pensamiento, actúa como un espejo que refleja lo de arriba, abajo y lo de bajo, arriba.
  - Sí, lo recuerdo.
  - Pues bien: El Espíritu Divino, la parte más elevada de nuestra tríada espiritual, se manifiesta o refleja en el cuerpo físico, que actúa en el mundo físico; el Espíritu de Vida, en el cuerpo vital o etérico, situado en esos cuatro planos constituidos por éter; y el Espíritu Humano, se refleja en el cuerpo de Deseos, situado en el Mundo del Deseo. Cada uno de esos vehículos, cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo de deseos, mantiene en todo momento una conexión especial con el espíritu de que trae origen: Divino, de Vida o Humano. ¿Está claro?
  - Sí.
  - Te aclararé aún que, así como el cuerpo físico nos sirve para actuar, el cuerpo etérico es el que nos permite mover el cuerpo físico y hacer que viva y se alimente y perciba sensaciones y se reproduzca, hasta el punto de que cuando el cuerpo vital abandona el cuerpo físico y sale de él, se produce lo que llamamos muerte y el cuerpo físico queda convertido en lo que es, una estatua de materia física, totalmente incapaz de movimiento y de sensación y a merced de los elementos para ser desintegrada. El cuerpo de deseos es el que usamos cuando experimentamos deseos, sentimientos o emociones que, transmitidas, vía cuerpo etérico, al cerebro físico, nos harán actuar. Y el cuerpo mental o mente es el vehículo que empleamos para pensar, para crear conceptos, ideas, juicios, razonamientos que, al pasar por el cuerpo de deseos activan éstos y siguen la ruta antes indicada hasta el cuerpo físico.
  - Está muy claro. Y parece tan lógico...
  - Pues, llegados aquí, ya estamos en condiciones de comentar el
contenido y aclarar la efectividad y sabiduría del Padrenuestro.
  - Estoy verdaderamente intrigado.
  - Es para estarlo. Vamos a ir diseccionándolo para su mejor
comprensión.
  - De acuerdo.
  - Comienza con una fórmula de adoración: "Padre nuestro que estás en el cielo". Y la adoración, a diferencia de otros medios de
"aproximación" como la concentración, la meditación y la contemplación, supone la elevación del espíritu directamente hasta Dios, sin intermediarios. Si, al pronunciar esta frase, uno se concentra y pone su deseo en alcanzar ese Primer Plano o Mundo de Dios, notará cómo su plegaria llega a su destino y recibirá inmediatamente una descarga de amor, de plenitud, de confianza. Y ello obedeciendo a una ley cósmica según la cual, cualquier petición de un plano determinado a otro superior, es respondido inmediatamente mediante una efusión de energía vitalizante y de ayuda. Con esa frase, pues, nos hemos puesto a vibrar sincronizados nada menos que con nuestro propio Creador. Esta primera frase del Padrenuestro equivale, pues al destinatario que se escribe en un sobre: "A Dios".
  - Es maravilloso.
  - Una vez postrados ante el trono de Dios, nuestros tres espíritus se
dirigen a sus respectivos orígenes, elevando así sus respectivas vibraciones para sintonizarse con ellos. Y así, el Espíritu Humano dice: "Santificado sea Tu nombre"; el Espíritu de Vida añade: "Venga a nosotros Tu reino"; y el Espíritu Divino añade: "Hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo". Con ello tenemos completamente sintonizados con el Creador a la mónada y a los tres espíritus.
  - Es impresionante.
  - Sí, pero aún no ha terminado la maravilla. Ahora, cada uno de los
tres espíritus pide al aspecto de la divinidad del que trae origen, una vez sintonizado con Él, ayuda para el vehículo inferior que es fiel reflejo suyo, de modo que la bendición del Creador llegue hasta los más recónditos rincones de nuestro ser. Y el Espíritu Divino pide al Padre por su doble el cuerpo físico diciendo: "Danos hoy nuestro pan de cada día". Pide, pues, lo necesario para mantener el cuerpo físico. El Espíritu de Vida se dirige al Hijo, Cristo, en demanda de ayuda para su reflejo inferior el cuerpo vital, diciendo: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Recuerda que el cuerpo vital, en su éter reflector, contiene la memoria de todos nuestros hechos y vicisitudes.
  - ¡Que sublime es todo esto!
  - ¿Vas comprendiendo la maravilla que se encierra en esta oración?
  Bien. A continuación el Espíritu Humano pide igualmente ayuda para su vehículo inferior el cuerpo de deseos. Y, como el cuerpo de deseos es el causante siempre de nuestras caídas y errores porque tiende a dominar la mente, y los deseos sin el freno de la mente, tienden siempre a la propia satisfacción en perjuicio de otros, dice: "No nos dejes caer en la tentación".
  - Es perfecto.
  - Puestos, pues, los tres vehículos inferiores en sintonía con el
Creador, los tres espíritus, al unísono, formulan su súplica por el último vehículo adquirido por el hombre, la mente, para que no se doblegue al cuerpo de deseos, sino que se le imponga, y dicen: "Líbranos del mal", porque, si la mente está sometida a los deseos, discurre siempre para el mal. Concluida la oración, aún se termina con la palabra Amén, que es un símbolo de la amalgama que la Humanidad ha de lograr de los cuatro elementos que entran en la constitución del hombre: El Fuego, el Agua, el Aire y la Tierra. Con ello, pues, si el Padrenuestro se reza con devoción, con fe y sabiendo lo que se hace, la ayuda que produce es inenarrable. Por
eso Cristo dijo que no hacía falta que pidamos nada al Padre, pues Él ya sabe lo que nos hace falta, pero que si queremos rezar lo hagamos con el Padrenuestro.
  - Comprendo ahora lo que ni hubiera soñado nunca. Hay una
sabiduría inmensa en esta oración.
  - Sí. Es el mantra por excelencia para los cristianos. Y para los no
cristianos, por supuesto. Pero no quiero que creas, como muchos, que es una invención de Cristo en el momento de aconsejarla. Él nunca se atribuyó ese mérito. Lo que ocurre es que Jesús era esenio y se crió entre esenios y éstos conocían el Padrenuestro. La prueba es que figura, entre otras cosas, en los papiros de Qumram, hallados hace unos años junto al Mar Muerto, y que pertenecieron a una comunidad esenia del siglo I a.C. Y aún parece que no era desconocido para los sacerdotes del antiguo Egipto.
  Lo cual demuestra la profundidad de los conocimientos de algunos
pueblos.


DÍAS 21 á 24
ASUNTOS, Sevilla

EL CORDÓN DE PLATA

    - ¿Existe realmente eso que se llama "el Cordón de Plata?
    - Por supuesto. Hasta la Biblia lo cita.
    - ¿Dónde?
    - En el Eclesiastés I (12:1,6 y 7), cuando dice: "Acuérdate de tu
Hacedor... antes de que se rompa el hilo de plata... y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio".
    - ¿Y qué es exactamente ese Hilo de Plata?
    - Es el canal de comunicación entre todos nuestros cuerpos o
vehículos y entre éstos y el Espíritu que los rige, que es nuestro verdadero Yo, el llamado Yo Superior o Ego.
    - ¿Cómo?
  - Tú sabes que nosotros somos espíritus que desarrollan actividades en el Mundo del Pensamiento, en el Mundo del Deseo, en la Región Etérica del Mundo Físico y en la Región Química del mismo, ¿no?
    - Tengo una idea. Pero, ¿qué cuerpos y qué vehículos son ésos?
     - En el Mundo del Pensamiento utilizamos el Cuerpo Mental o
Mente, que está formada de y maneja materia mental; en el Mundo del Deseo, también llamado Astral, usamos el Cuerpo de Deseos o Astral, constituido de y que maneja materia de deseos o astral; en la Región Etérica del Mundo Físico utilizamos el Cuerpo Etérico o Cuerpo Vital, construido con y que maneja los cuatro éteres que constituyen la Región; y en la Región Química del Mundo Físico, que es el mundo que conocemos más directamente, utilizamos el cuerpo físico, construido con y que maneja materia física.. ¿Está claro ahora?
   - Sí. Completamente.
   - Pues cada uno de esos vehículos, entre otras muchas particularidades, tiene dos.
     - ¿Que son?
     - Que tienen, cada uno, un átomo-simiente, y que nacen de nuevo con cada renacimiento del Espíritu, en cada vida, como diríamos desde el punto de vista físico y, por tanto, tienen un período de gestación.
     - Me gustaría que me aclarases esto. Lo del período de gestación lo puedo comprender pero, ¿qué es eso del átomo-simiente?
    - Bueno, tú sabes que, a lo largo de la evolución vivimos una serie casi infinita de vidas, ¿no? Sólo el cuerpo físico, para evolucionar desde el ser unicelular hasta la complicación actual, necesita haber renacido muchas veces y haber evolucionado mucho, ¿no?
   - Sí.
    - Y sabes también, o por lo menos te parecerá lógico que, si todas
esas sucesivas vidas son para que nuestro espíritu evolucione, lo que en cada vida aprendamos o evolucionemos deberá estar presente en las siguientes. De otro modo siempre estaríamos en el mismo punto y la evolución sería imposible.
     - Claro, es lógico.
     - Pues esos átomos-simiente son como los archivos en los que se
conservan todas las vivencias y todos los avances de todas las vidas del vehículo de que se trate. Por eso es posible, mediante una hipnosis profunda o mediante un acto de voluntad si se está entrenado, que uno recuerde vidas anteriores con todo detalle.
    - ¿Y cómo es eso?
     - Porque, a lo largo de toda la evolución, utilizamos infinidad de
cuerpos, infinidad de vehículos, pero los átomos-simiente son siempre los mismos. Es decir que el átomo-simiente de tu cuerpo físico es el mismo desde que, a lo largo de la evolución de tu espíritu, éste adquirió cuerpo físico. Y lo mismo ocurre con el átomo-simiente de cada uno de los cuerpos que usamos en los distintos mundos o planos.
   - ¿Y cómo actúan?
  - Trataré de resumírtelo con la mayor claridad posible, empezando, por ejemplo, por el momento en que el Espíritu, allá en la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento, en el denominado Tercer Cielo, libre de vehículos y acompañado solamente de sus cuatro átomos-simiente, ha asimilado todas las enseñanzas y ha hecho suyas todas las experiencias de la última vida, y siente deseos de renacer de nuevo en el mundo físico.
    - ¿Y por qué siente deseos de renacer aquí? Se supone que en ese
Tercer Cielo debe ser mucho más feliz.
    - Por supuesto que lo es. Pero ten en cuenta que todos formamos
parte de la naturaleza y que ésta no es más que la manifestación del plan divino y que éste se rige por una serie de leyes, de fuerzas, de exigencias que fluyen casi insensiblemente pero que son inexorables, inevitables y que conducen fatal y finalmente a la realización del plan. Es lo mismo que si me preguntaras por qué los niños crecen, con lo hermosa y feliz que es la niñez; o por qué desean ser "mayores", y por qué el hombre quiere mejorar económica, social y culturalmente; o por qué morimos si, generalmente, no lo deseamos; o por qué las flores acaban marchitándose; o por qué cada día se pone el sol; o por qué... cada uno de los fenómenos que nos rodean e incluso de los que formamos parte. Por eso, pues, obedeciendo a esos mismos imperativos, que sólo pretenden nuestra evolución y ésta sólo se consigue mediante la adquisición de conocimientos y cuando los que nos proporcionó la última encarnación han sido asimilados, el Espíritu siente, inevitablemente, el deseo de nuevas experiencias que le empuja a renacer.
    ¿Lo comprendes ahora?
    - Ahora sí.
      - El Espíritu, pues, comienza a descender. Y el primer Plano de
existencia que se encuentra es la Región del Pensamiento Concreto del Mundo del Pensamiento, llamada también Segundo Cielo. Al penetrar en ella, el átomo simiente del cuerpo mental, de todos los cuerpos mentales que ese Espíritu ha tenido, entra en acción y comienza, durante su descenso a través de los cuatro planos de esta Región, a atraer sustancia de esos planos.
    - ¿Pero qué sustancias atrae?
     - Justamente las que son afines a su vibración. Por ejemplo, si ha
desarrollado ya, en una vida anterior, una facultad determinada, atraerá la sustancia mental que sea capaz de expresar y manifestar esa facultad en el futuro cuerpo mental, puesto que ya la ha adquirido y es suya.
   - No acabo de entenderlo.
   - Te pondré un ejemplo más gráfico. Imagina que tienes, reunidas,
limaduras y trozos de distinto tamaño de hierro, estaño, plomo, oro, plata, latón y toda una serie de metales. Si sobre ese montón sitúas un imán, automáticamente atraerá las limaduras y trozos de hierro.     Pero no atraerá las de latón ni las de oro, por ejemplo. Y no las atraerá, sencillamente, porque no son sensibles a su vibración, es decir, a su atracción. Y no importará que sean más o menos valiosas que el hierro. Sin duda alguna, sólo atraerá al hierro. ¿Lo comprendes ahora?
    - Perfectamente.
    - Seguimos, pues. Cuando el Espíritu camino del renacimiento haya  atravesado toda la Región del Pensamiento Concreto y vaya a penetrar en el Mundo del Deseo, habrá atraído hacia sí, para que formen el nuevo cuerpo mental que será usado en la nueva encarnación, todas las sustancias mentales capaces de reproducir el máximo nivel adquirido hasta ese momento, de cada facultad o capacidad. De ese modo cada cual tiene lo que se ha "trabajado". Cada uno atrae "su hierro" y sólo el hierro. Ni más ni menos. Ni un ápice más ni una mota menos. Así es la exactitud y la justicia del plan divino: Todo requiere un esfuerzo, todo progreso tiene un precio, a nadie se le da nada sin merecerlo.
  - Comprendo. ¿Y qué forma tiene ese cuerpo mental en formación, si es que tiene alguna?
      - Podría decirse que tiene la forma de una campana con la parte ancha hacia abajo. El la parte interna superior se sitúa el átomo-simiente mental, que dirigirá la operación.
     - Comprendido.
     - Cuando llega, pues, al Mundo del Deseo, ocurre lo mismo: Que el átomo simiente de todos los cuerpos de deseos de ese Espíritu y de su futuro cuerpo de deseos, se sitúa en la parte superior interna de la campana, para dar lugar a la formación de una nueva capa. A medida que desciende, ese átomo-simiente va atrayendo las sustancias de deseos que le son afines y que, por tanto, manifestarán en el nuevo cuerpo de deseos las facultades desarrolladas hasta entonces: Si sentía amor filial, atraerá sustancias que manifiesten ese sentimiento y, por tanto, el nuevo cuerpo de deseos será sensible al amor filial. Pero si, por ejemplo, sentía odio hacia los demás y murió sin corregir esa tendencia, ni la ha logrado corregir en la vida post mortem, nadie podrá evitar que atraiga sustancias que vibren así y que el nuevo cuerpo de deseos manifieste ese defecto. Lo cual le acarreará durante su futura vida una serie de problemas y de nuevo karma que tendrá que pagar. Y así hasta que aprenda la lección del amor, momento en el que esas sustancias ya no serán atraídas por su átomo-simiente y ya no volverán a manifestarse en su carácter esas tendencias negativas.
   - Es completamente justo, aunque resulte triste.
     - Si. Pero no se trata de que sea triste o no. Se trata de que cada
espíritu se dé cuenta de lo que procede y lo que no procede hacer.    Y, al decir "hacer" quiero decir también "desear" y "pensar".
    - Está claro. Entonces cada vida no es más que la continuación de la anterior, ¿no?
    - La continuación de la anterior, más lo aprendido tras la muerte en el Purgatorio y en el Primero, Segundo y Tercer Cielos, más una aportación original que el Espíritu hace en cuanto a los cuerpos etérico y físico y que responde a la capacidad creadora que poseemos y que también se llama Epigénesis.
   - ¿Epigénesis?
    - Sí. Tú sabes que lo que el plan divino pretende es que lleguemos a convertirnos en dioses creadores, como nuestro Dios, a cuya imagen y semejanza fuimos hechos.
    - Sí.
   - Piensa un poco y verás que, si no interviniese esa capacidad nuestra creadora, esa puesta en marcha de causas nuevas, no existentes antes, esa originalidad, el proceso de la evolución sería totalmente mecánico. Y no se trata de eso. Nosotros hemos de, digamos, "ensayar" nuestra capacidad creadora. ¿Y con quién mejor que con nosotros mismos?
   - Sí, es lógico. ¿Pero por qué no ejercemos esa prerrogativa con los cuerpos astral y mental?
   - Porque son los más recientes. El más antiguo de nuestros vehículos es el físico y, por tanto, el que mejor conocemos y manejamos. Luego adquirimos el etérico, que es una reproducción, átomo por átomo, del físico, pero cuya sustancia, prácticamente, ya no manejamos. Más tarde adquirimos el cuerpo de deseos, que no manejamos casi y la prueba la tienes en que los deseos nos dominan a lo largo de toda la vida. Y, por fin, adquirimos el cuerpo mental, que aún dominamos menos. En eso estriba nuestra trabajo actual precisamente: En desarrollar la mente para dominar con ella el cuerpo de deseos, ya que éstos nos llevan a crearnos nuevo karma que hay que pagar en nuevas vidas.
    - Ahora lo veo.


Por problemas técnicos, seguimos publicando el final de esta parte, aquí ,gracias.

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