jueves, 20 de marzo de 2014

EL TODO Y SUS PARTES



EL TODO Y SUS PARTES
por Francisco-Manuel Nácher

El todo es siempre algo o mucho o mucho más que la suma de sus
partes. Como cosa única que es, por serlo, al llegar a serlo, experimenta un salto cualitativo hacia arriba. Lo mismo que les ocurre a cada una de las partes que lo componen al juntarse para formar ese todo.

Una nación es lo que matemáticamente se llama un conjunto; pero es mucho más que una suma de pueblos; y una familia es también un conjunto, pero es también mucho más que una suma de parientes; y un hombre es igualmente un conjunto, pero también es mucho más que una suma de células; porque el hombre, por mucho de sí mismo que ponga en su obra, nunca se agotará en ella y siempre habrá algo de hombre que no estará en ella.
Esto nos permite comprender mejor a Dios. Porque Dios, a cuya
imagen y semejanza hizo al hombre, desde este punto de vista, es también un conjunto y, por tanto, no se agota en Su obra, sino que la excede con mucho.

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EL TIEMPO PRESENTE



EL TIEMPO PRESENTE
por Francisco-Manuel Nácher

¿Qué es lo que hace diferente el tiempo presente? Tan sólo la
consciencia de estar viviéndolo. Por lo demás, no se diferencia del otro tiempo, pasado o futuro. Incluso, a veces, resultan más reales, más vívidos, más “presentes”, el pasado y el futuro. En el fondo, lo relativo al tiempo y a su definición, denominación y descripción no pasa de ser un juego de palabras; porque el tiempo, en realidad, no existe. Sólo existen las vivencias, las sensaciones, los recuerdos y las fantasías, los sueños y las ilusiones.

Por eso, en los mundos superiores no hay diferencias entre lo que
imaginamos que haremos, lo que recordamos haber hecho y lo que
"realmente" hacemos o lo que pensamos ya antes, lo que estamos pensando y lo que pensaremos; o lo que sentimos en el pasado, lo que sentimos ahora y lo que sentiremos en el futuro. Cada cual produce su efecto y lanza su piedra del karma al aire.

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EL SUEÑO (bis)



EL SUEÑO   (bis)
por Francisco-Manuel Nácher

Éste, no lo olvidaré nunca. Sobre todo, porque estoy seguro de que,
más que un sueño, fue una lección.
Generalmente, los sueños tienen algo que, al despertar, nos hace
convencernos de que han sido eso, sueños. Y, aunque mientras los
vivimos, nos parecen reales y, luego, al despertar, lo que nos rodea y nos acaece nos parezca igual de real - con lo cual no acabamos nunca de tener claro si la realidad está aquí o allá o en los dos sitios... o en ninguno - siempre hay un detalle en los que llamamos sueños, que los delata por ilógicos, exagerados, extemporáneos, desproporcionados o imposibles.
En este no. Éste fue un sucedido. Fue una vivencia, una experiencia
de primera mano. O, si se quiere, un sueño de categoría superior a los normales. Como un arquetipo de sueño que se hubiera colado en mi conciencia con el exclusivo objeto de sacudírmela y de hacerme abrir los ojos físicos y mentales.
Todo empezó con la sensación o, mejor, con el convencimiento, de
que yo tenía a mi cargo todas y cada una de las células de mi cuerpo.
Se me dirá que eso no tiene nada de particular, que es lo que ocurre a todo el mundo. Y se tendrá razón. Si no fuera porque yo, además de tenerlas a mi cargo, las conocía y distinguía a todas, podía comprenderlas, una a una, era capaz de interpretar sus motivaciones, sus pretensiones, sus reacciones frente al medio y entre sí... y podía orientar hacia ellas determinadas corrientes energéticas que las hacían más fuertes, más cercanas a mí, y reaccionar en uno u otro sentido, sin perder su propia
autonomía.
Sin embargo, al mismo tiempo de ser consciente de todo ello, era
también sabedor de que mi vida dependía de que esas células viviesen y, mi salud, de que llevasen una vida sana.
Y además, sabía, me constaba, que una fuerza superior a mí, me hacía tender hacia determinadas cotas y me ayudaba y me guiaba cuando tenía necesidad de ello, del mismo modo como yo influía en y ayudaba a mis células. Lo cual constituía un límite para esas influencias que yo podía ejercer.
Yo me sentía como responsable de la vida y de la salud y del
progreso de todos y cada uno de aquellos diminutos seres que formaban mi cuerpo, y me constaba que las impregnaba a todas ellas con una parte de mi alma, como si una vibración especial, mi propia vibración, las hiciese vibrar, a su vez, de un modo determinado y ellas se sintiesen por eso vivas y formasen, sin saberlo, un complicado mecanismo, mi cuerpo, que hacía
posible que yo continuase viviendo.
Y, cuando más impresionado estaba por mi recién descubierta
responsabilidad, escuché una voz o, mejor, me alcanzó, me llenó, me impregnó un sonido que más que sonoro era sentimiento, convicción, certeza, que me dijo: “¿No te das cuenta de que tú no eres más que una célula en el cuerpo de Dios?”

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sábado, 15 de marzo de 2014

"LOS CINCO CRISTOS"




"LOS CINCO CRISTOS"
Conferencia Pronunciada por Francisco Manuel.Nacher López - el 26 de Octubre de 1999
en el Centro Rosacruz de Madrid

Agradecemos al Sr. Emilio Vercellino por la compaginación e instalación en youtube.





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Fraternalmente, Edgardo Ceol

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jueves, 13 de marzo de 2014

Espíritus de raza - Conferencia en Audio



Espíritus de Raza

Conferencia Pronunciada por Francisco Manuel Nacher López

el 16 de Nov de 1999 en el Centro Rosacruz de Madrid




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Agradecemos al Sr. Emilio Vercellino por el trabajo de adecuación e instalación en You Tube

Fraternalmente Edgardo Ceol

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lunes, 10 de marzo de 2014

EL STRIP-TEASE DEL ALMA




EL STRIP-TEASE DEL ALMA
por Francisco-Manuel Nácher

No cabe duda de que la poesía es cosa de valientes. Y el ser poeta es ser un valiente. Hay que vencer, para llegar a serlo, muchas inhibiciones, muchos temores, muchas vergüenzas. Porque la poesía es el strip-tease interior. Con cada verso, el poeta se desprende de una pieza del vestido que cubre su alma, hasta acabar mostrando ésta, palpitante, desnuda, en toda su pureza y fragilidad, expuesta a las miradas de todos y, lo que es más grave, sometida ya, en el futuro, al desnudamiento que cada observador desee practicarle por su cuenta.

¡Paradójica situación, sin embargo!. Porque, al tiempo que el poeta
exhibe sus sentimientos más íntimos, los espectadores de su desnudez descubren sus propias almas, sus propios pudores, sus secretos más escondidos y, así, ese espectáculo, ese sacrificio realizado por el poeta, acaba enseñándoles a observar y conocer y comprender su propia anatomía anímica.

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EL SISTEMA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA



EL SISTEMA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA
Francisco-Manuel Nácher

Ni que decir tiene que han sido las ideas, todas ellas surgidas del
Plan Divino previsto para nuestra evolución, las que han controlado y movido al hombre en cualquier época. Pero ha habido dos maneras de dar a conocer esas ideas maestras y conductoras de la evolución:

A.- Según el primer sistema, han sido, digamos, obsequiadas, por
individuos especialmente desarrollados y, por tanto, especialmente
intuitivos, a su generación respectiva. El proceso seguido ha sido el
siguiente:

1.- Ellos intuyen la idea divina, necesaria para el Plan
evolutivo, y le dan forma.

2.- Luego, los hombres más evolucionados de esa raza o
pueblo o civilización, siempre una minoría, captan esa idea, la hacen propia y fomentan su crecimiento y diseminación.

3.- A continuación, la mayoría, guiada por el reconocimiento
interno de su acierto, acaba deseando su realización. Y, por fin,

4.- La idea se manifiesta en el mundo físico.

Siguiendo ese sistema nos han condicionado desde su aparición las
ideas de Sócrates, Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Kant,
Rousseau, Marx y tantos otros, bien por seguirlas, bien por combatirlas.

B.- El segundo sistema ha consistido en evocar el deseo de las
masas de lo que consideraban conveniente para una mejor expresión de la vida, y personificar ese deseo en una vida ejemplar. Es el sistema empleado por todos los creadores de religiones y, especialmente, por el propio Cristo. Y también Su vida y Sus palabras y Sus ejemplos han condicionado la evolución de la Humanidad, bien por seguirlas, bien por combatirlas.

El primer sistema fue, y sigue siendo, estrictamente mental. Son
una minoría los que conocen las ideas de Sócrates, de Platón, de
Aristóteles, de Tomás de Aquino, de Rousseau o de Marx, pero no cabe duda de que las mentes de las masas posteriores a ellos, y que no saben casi nada de ellos, han sido moldeadas por sus ideas.

El segundo sistema, por su parte, es más bien emocional e influye
más fácilmente en la conciencia de las masas. De ahí la respuesta masiva a la vida, al mensaje de Amor de Cristo y a Su Pasión.
Así, por esta doble vía, el Plan Divino ha ido satisfaciendo las
necesidades, tanto intelectuales de las minorías, como emocionales de las mayorías, a lo largo de todas las épocas. En ambos casos se logró una conciencia humano-divina. Y en ambos casos, un individuo que conocía, sentía y estaba sintonizado con el Mundo del Pensamiento, con el orden mundial interno y con el Plan de Dios, hacía brotar por medio de la masa seguidora de sus ideas, una energía, mental o emocional, proveniente de los estratos internos de la propia Deidad en manifestación.

Como esta etapa de la evolución nos conduce al predominio del
intelecto sobre la emoción, las consecuencias de la aparición y
funcionamiento de esa fuerza de la conciencia divina a través de los
hombres - no olvidemos que somos centros de conciencia de Dios y que somos seres creadores - han consistido, por una parte, en el cada vez mayor atractivo de las escuelas de pensamiento y, por otra, en la cada vez menor capacidad de captación de las iglesias ortodoxas tradicionales.

En nuestros días, estamos asistiendo, sin embargo, a un cambio de
sistema para la evolución de la Humanidad, que se basa en una realidad que ya todos percibimos: la existencia de un grupo, cada vez más numeroso de personas, que han logrado cierto acercamiento, tanto mental como espiritual, a la Verdad, y que han hecho un contacto suficiente con su Yo Superior, lo cual les ha permitido dar un salto cualitativo y pasar de la labor individual a la labor de grupo y de la conciencia individual a la conciencia de grupo.

Y ya todos sabemos y aceptamos que el mar es patrimonio común,
como los ríos y el aire, y que el agujero de ozono nos amenaza a todos, y que no es correcto maltratar a los niños o al cónyuge o al semejante, y que los derechos humanos son cuestión de todos y que las necesidades de uno son de todos y todos debemos hacer algo por mitigarlas, etc…

Insensiblemente, pues, nos vamos concienciando grupalmente de las verdades que antes aceptábamos individualmente. Porque sólo en grupo podemos ser sensibles a las ideas del Plan Divino que procede traer ahora a la manifestación, y desarrollar ideales comunes, y técnicas y métodos de enseñanza y de organización y de vida. Y sólo en grupo podemos dar a conocer esos hallazgos para que las escuelas de  pensamiento y las religiones se fusionen y den lugar al nacimiento de la nueva civilización.

Porque, lo que antes era labor de uno y de sus seguidores, y que
consistía en elevar la conciencia de la Humanidad hacia el espíritu,
ahora es labor grupal y consiste en hacer descender el Espíritu porque, no lo olvidemos, el Espíritu tiene conciencia grupal y no es
individualmente consciente. Y las nuevas ideas que la Humanidad
necesita sólo pueden ser captadas como resultado de un esfuerzo grupal.
Y ya hay muchos que poseen una visión amplia, que presienten el Plan Divino, que tienen sueños que pueden y desean compartir y desarrollar en grupo. Empiezan reconociéndose recíprocamente como espíritus, descubren que tienen una comprensión común de las cosas y pueden evocar internamente la luz del intelecto y del conocimiento y de la intuición y de la comprensión. Y esa luz no les viene de fuera como antes, sino de dentro. De dentro pero en común, como consecuencia de la unificación grupal.
Ésa es la labor de nuestros tiempos, la de los grupos, especialmente
de los que tratan de desarrollar paralelamente ambas polaridades, la
intelectual y la emocional, y pueden, por tanto, explicar la religión de modo racional y comprensible a los científicos, sin necesidad de
apoyarse en la fe, a la vez que pueden ayudar a los religiosos a razonar sus creencias y a saberse y sentirse plenamente responsables de sus actos y de las consecuencias de los mismos, y conocer el por qué.

Pero esa labor que, como he dicho, es grupal, exige una conciencia
grupal, es decir, una identificación de ideas, de sentimientos y de metas.

Y, sobre todo, de ilusiones. Es, verdaderamente una labor ilusionante, apasionante, única. Pero también implica gran esfuerzo y mucha responsabilidad.

No cabe duda de que, si estamos formando parte de este grupo es
porque lo hemos merecido y se confía en nosotros para desarrollar esta labor. ¿Cabe mayor honor que colaborar conscientemente en el Plan Divino?

Se impone, pues, dedicarnos en cuerpo y alma a esta tarea, quizás
única en toda nuestra evolución y, limando asperezas y diferencias de criterio, saber elevarnos al nivel de los Espíritus Virginales que todos somos, nivel en el que no existen las diferencias y en el que,
lógicamente, las de aquí pierden toda su importancia.

Fijémonos en todo lo que nos une, que es mucho e importante, y
caminemos, unidos, al encuentro de nuestra ilusionante tarea, única
manera de lograr que desaparezcan las distorsiones en una vibración que debería ser única y lo más elevada y pura posible.

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EL RESENTIMIENTO



EL RESENTIMIENTO
por Francisco-Manuel Nácher

Aunque no nos demos cuenta de ello, cada uno de nosotros
estamos totalmente aislados de los demás. Somos un mundo,
creado por nosotros mismos. No tenemos más comunicación con
el mundo exterior que las vibraciones que de él nos llegan a través
de los cinco sentidos. Esas vibraciones, una vez recibidas por
nuestro cerebro, son interpretadas y constituyen nuestro acervo de
conocimientos sobre en mundo exterior.

Esto no sería grave si sólo se refiriera a las cosas, a los
objetos. Pero se refiere también a las personas, a quienes se
relacionan con nosotros, y a quienes, aunque no se relacionen, han
llegado a nosotros a través de escritos, relatos o ideaciones.
Y ahí reside el verdadero problema de la convivencia.
Porque, siéndonos imposible conocer de verdad cómo es cada
semejante, no tenemos más remedio que hacernos una idea para
poder convivir. Y esa idea la podemos extraer sólo de dos fuentes:

a.- De nuestro propio modo de ser, que es nuestra más fiable
base de datos.

b.- De la experiencia anterior, derivada de relaciones con
otros semejantes.

La idea, pues, que de los demás nos hacemos, aunque
procediendo de dos fuentes distintas, no deja de ser una invención
nuestra, una suposición, una hipótesis y, como tal, sin
comprobación y, por tanto, muy expuesta a no resultar exacta.
Partimos, pues, cuando nos relacionamos con alguien
(cónyuge, pariente, amigo, enemigo, extraño), de la idea que nos
hemos formado de ella, atribuyéndole en base a los datos
provenientes de las dos fuentes antes citadas de que disponemos,
una serie de virtudes, de vicios, de defectos, de facultades, de
dones, etc. pero que no dejan de ser ideaciones nuestras.
En base a esas ideaciones y a esa atribución de virtudes,
esperamos de esa persona determinados comportamientos
derivados de ellas.

Pero ¿qué ocurre si esa persona no responde a nuestras
expectativas, que, como hemos visto, eran fruto de nuestra
imaginación? Generalmente nos sentimos molestos y hasta
ofendidos. Y, con ello, generamos lo que no es sino
resentimiento. Porque, honestamente, no nos molesta tanto lo que
nos haga como el que “nos haya fallado” o traicionado o
desilusionado. Hay, pues, en esa reacción nuestra un muy
importante componente subjetivo, egocéntrico e irracional,
porque no es lógico atribuir, erróneamente, a otro una virtud que
no tiene y luego ofenderse porque carece de ella y actúa a tenor de
esa carencia. No es, pues, odio, lo que nace en nosotros. El odio
es el culmen del resentimiento, pero éste es siempre la semilla.
Suele ocurrir mucho con las parejas: en el momento del
enamoramiento o de la atracción mutua, somos muy proclives a
atribuir al otro todas las virtudes que nos gustaría ver en él. Y nos
comportamos como si esas virtudes existieran- Pero, claro, el otro
es como es y, llega un momento en que esa virtud que le
atribuíamos resulta que no la posee y, entonces, nos sentimos
defraudados, estafados, burlados, y nace nuestro resentimiento
por el engaño de que creemos haber sido objeto.

Por eso nuestra filosofía nos recomienda aceptar a los
demás “como son” y no como nos gustaría que fueran.
Porque, si persistimos en sentirnos estafados por todas las
personas que nos rodean y a las que habíamos atribuido virtudes
por doquier, seremos desgraciados en todas nuestras relaciones de
convivencia, llevaremos el resquemor o resentimiento con
nosotros permanentemente y ese resentimiento degenerará en
estrés, infelicidad y mal carácter que nos condicionarán más aún y
nos harán, cuando echemos mano, en el futuro, de nuestra
experiencia para juzgar a otros, atribuirles defectos o actitudes
negativas que no posean pero que, imaginadas por nosotros, nos
predispondrán para una convivencia nada agradable. Por eso, se
nos recuerda también frecuentemente, que somos proclives a ver
a los demás con el color de nuestro propio cristal, es decir con
el color que nuestra experiencia y nuestras atribuciones gratuitas a
los otros, nos hacen ver.

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lunes, 3 de marzo de 2014

EL PATRIOTISMO


EL PATRIOTISMO
por Francisco-Manuel Nácher

¿Qué es el patriotismo, por el que han sacrificado su vida, a lo largo
de la historia, millones de seres, manejados siempre por otros menos
patriotas?
En el fondo, no es más que un sentimiento. Y, como todos los
sentimientos, irracional. Porque, cuando se racionaliza el asunto, pronto se ve que todos somos hermanos, que el mundo es de todos por igual, que lo verdaderamente lógico y razonable y hasta inteligente es compartir, comprender y salvar, y nunca excluir y matar que es, precisamente, lo que hace el patriotismo.
¿Para qué demonios sirvieron los sesenta mil muertos
norteamericanos de la guerra del Viet-Nam y los cuatro millones de bajas vietnamitas? ¿Y las víctimas de las dos guerras mundiales o las de las guerras napoleónicas o de las de Viriato o las de todas las guerras? ¿Qué explicación se puede dar a los padres que se quedaron sin hijos, a las esposas sin marido, a los hijos sin padre, a las personas que lo perdieron todo y que sufrieron sin culpa y sin ningún interés en el asunto en que otros las envolvieron? ¿Para qué? ¿Por qué? No basta celebrar el aniversario de la paz con muchas trompetas, funerales, ramos de flores y
discursos. Porque eso no resucita a los muertos ni les devuelve las
posibilidades y los sueños que se les truncaron estúpidamente.
Cada vez que se deposita una corona en un monumento al Soldado
Desconocido, todos los soldados desconocidos se revuelven en sus tumbas clamando ante tamaña hipocresía.
Lo que habría que hacer es poner en la picota, acusar públicamente,
quitar los galones con todo el deshonor posible a quienes hicieron posible la barbaridad que siempre es la guerra y obligaron a millones de semejantes a morir para, unos años después, hacer las paces y... aquí no ha pasado nada. ¿Nada? ¿Nada para quién?
Si se ignora la intervención de la oleada de vida arcangélica en la de
los hombres (y los que provocan las guerras no la conocen), es imposible comprender la razón de ser de la guerra. Una vez conocida, todo se aclara y, desde el punto de vista recién alcanzado, todo se comprende.

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EL PAPEL DEL ESCRITOR



EL PAPEL DEL ESCRITOR
por Francisco-Manuel Nácher

El escritor es un ser que, a diferencia de sus semejantes, ha
desarrollado la facultad de, en plena carrera de la vida, detener sus pasos, observar el entorno, estudiarlo, sacar conclusiones, exponerlas a los demás y, luego, reincorporarse a la corriente que a todos nos arrastra.
Y con ello señala, con su dedo entintado, determinados
acontecimientos, emociones, ideas, para que los demás hombres, que van por la vida ocupados en sus cosas, se paren también un momento e interioricen eso y lo revivan y lo elaboren; y fijen su atención en algo cuyo aprendizaje puede resultares útil para resituarse mental, emocional e incluso físicamente en su vida, de un modo más consciente y humano. Sólo eso. Pero es bastante.

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EL MUNDO FÍSICO ES BUENO




EL MUNDO FÍSICO ES BUENO
por Francisco-Manuel Nácher

El mundo físico es bueno, como toda la Creación. Los animales y las plantas son felices en él. Sólo el hombre es desgraciado, porque se ha salido de su papel y ha confundido su proyección en el mundo físico con su ser real y, entonces, se comporta como tal y vive, sin saberlo, en un mundo limitado que, a él, inmortal como es, le resulta inapropiado. El hombre no es de este mundo, y ése es su error. La postura correcta consiste, pues, en "estar en este mundo sin ser de este mundo".

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EL LIRIO DEL VALLE Y EL PAJARILLO DEL EVANGELIO


EL LIRIO DEL VALLE
Y EL PAJARILLO DEL EVANGELIO
por Francisco-Manuel Nácher

Nos dice Cristo en este hermoso pasaje que, ni uno ni otro se
preocupan de mejorar, ni piensan en el mañana. Simplemente, están en armonía con la naturaleza y... son felices. Su vida puede tener problemas y peligros y depredadores, y pueden hasta ser destruidos o devorados. Pero han sido felices y, a pesar de los accidentes, han estado siempre sintonizados con todo, incluso con quienes los han destruido o devorado, porque está en su naturaleza destruirlos o devorarlos.
¿Y nosotros? Nosotros, que somos autoconscientes y que tenemos
mente y que pensamos en el mañana, ¿qué habremos de hacer para ser felices, es decir, para estar en armonía con el universo? Exactamente lo mismo: Vivir, hacer frente a los problemas y peligros y, si se impone, "ser devorados", pero sin odio, sin preocupación, sin romper esa sintonía con todo. Sólo así seremos felices. Y ese es el mensaje del citado pasaje
evangélico.

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