"El Nuevo Contrato Social" ( Tercera parte de Tres )


Tercera parte de Tres de "El Nuevo Contrato Social"

.......................................................
....................................................................

MARZO

SÍNTESIS DE MARZO

     Sigue la vorágine. Este mes hemos incluido en nuestra selección, cada vez más difícil por el número de originales y por su profundidad e interés, tres trabajos que nadie debería dejar de leer. Se trata en uno de ellos de conocer qué pasa tras la muerte, hasta llegar al próximo renacimiento, y ello con todo detalle, sin tenebrismos, sin mitificar ni desmitificar nada y considerándolo todo de un modo racional e inteligente; se trata, en el segundo, de comprender, de ver clara la relación entre nuestra conducta y el entorno que con ella producimos; y, por último, se trata de saborear una obra literaria, la primera, que sepamos, aparte de la producción poética, fruto de este momento de espiritualidad y de amor esencial, total, cósmico, que estamos disfrutando todos. Esto quiere decir que, asimiladas una serie de enseñanzas que han vuelto al revés las entretelas del alma, los artistas se aprestan a transmitir sus vivencias más íntimas en forma de maravillosas piezas literarias. Y, estamos seguros de que no tardarán en aparecer una pintura y una novela y un teatro ad hoc.

   La producción poética continúa al nivel adquirido anteriormente, ya que es prácticamente imposible alcanzar cotas más altas. Valdrá la pena coleccionar unidas todas las obras poéticas de estos meses para tener perfectamente representadas todas las etapas por las que el alma, tanto individual como colectiva, ha ido pasando.

          Entretanto, cada vez es mayor el número de los que están
aprendiendo a manejar a voluntad su clarividencia recién nacida y pueden ver las auras de sus semejantes y asistir al funcionamiento de las energías, comprobando así que, cuanto sobre ello se les venía diciendo, es cierto.

       Por otra parte, la sociedad cambia a pasos agigantados: Todo el mundo es consciente de sus deberes, todos saben qué procede hacer y por qué. Y eso ha de traer muy en breve un cambio en la estructuración de la sociedad o, como algunos auguran, un nuevo Contrato Social, ya que el de Rousseau, de repente, se nos ha quedado obsoleto.

     Estamos, pues, ante algo grande. Mejor dicho, estamos viviendo algo grande, aunque todos sabemos, intuimos y prevemos que se avecina algo más importante aún, más impensable, más irresistible, más arrollador y, a la vez, más dulce, más total y más integrador si cabe. Esperemos.

* * *

DÍA 1
LEVANTE, Valencia

MI AMIGA

    Es mi secreto. El único secreto de mi vida que me hace feliz. Sé que es difícil de creer, incluso que es impropio, pero es cierto: Yo tuve una amiga. Una amiga poco frecuente. Todos los hombres deberían tener una amiga como la mía. Era la amiga perfecta: Me comprendía, me escuchaba, me consolaba, me aconsejaba, me esperaba, me soportaba, me hacía vivir pendiente de ella sin sugerirlo siquiera; nunca pedía nada, ni esperaba nada, ni necesitaba nada; me acariciaba, me sonreía, me llenaba con su calor, me abarcaba con su mirada, me hacía un guiño cariñoso de vez en cuando...
   Charlábamos de muchas cosas y, escuchándola, inmóvil, los minutos se me hacían horas, brevísimas y plenas.
    Mi amiga era una estrella. Sí. Así como suena: Una estrella. Era mi estrella porque, sin pretender ningún título de propiedad, por otra parte imposible, yo la consideraba mía. Pero tampoco en el sentido de que excluyera a nadie, sino como consecuencia natural de una integración que se había ido desarrollando entre ambos. Se me hacía muy difícil pensar que nadie pudiera identificarse con ella, precisamente con ella, como yo lo estaba. Tampoco lo hubiera considerado una infidelidad por su parte, puesto que entre nosotros, que conocíamos el verdadero sentido del amor, no cabía ese sentimiento, sino porque creía que era imposible que se pudieran compartir tantas pequeñas y grandes cosas de un modo tan unificador, esas pequeñas y grandes cosas de que está hecha la vida.
    Todo empezó una madrugada, hace ya tiempo, poco antes de que los mirlos iniciasen su maravilloso aleluya cotidiano a la llegada de la aurora.
    Yo, que ya había tenido mis hijos y ya había plantado mis árboles y ya había escrito mis libros; que ya estaba de vuelta de las necesidades de autorrealización y de éxito y de renombre que parece exigirnos la vida; que ya no podía dar físicamente mucho más de mí, salvo el arreglo inexperto de algún enchufe o el chapucero pintado de alguna puerta vieja; que había alcanzado una serenidad y una visión de conjunto que me permitían convertirme en espectador de la vida y de los hombres y sonreír con deleite algunas veces y con lástima las más, pero siempre con comprensión; que, aunque físicamente, como he dicho, ni podía ni quería excederme, no me ocurría igual en el campo del pensamiento ni en el campo de los sentimientos; que pensaba, y era natural, que mi pensamiento estaba mucho más maduro y llegaba más alto y profundizaba más y se dejaba distraer menos y sabía distinguir con mucha más facilidad lo importante de lo anecdótico y que todos los malabarismos y saltos mortales que antes había dado con el cuerpo, los podía entonces dar con el alma, con mucha mayor facilidad y con menos esfuerzo y hasta con mucho mayor provecho y deleite; que había perdido el miedo a la soledad y era ella mi más frecuente compañera diurna, porque ya había descubierto que es entonces cuando verdaderamente estamos mejor acompañados; yo, en fin, que no era sino un hombre más, que había extraído del mundo lo que había podido, que le había aportado lo que había sabido y que estaba dispuesto a seguir aportando en planos cada vez más etéreos aunque no menos fructíferos y eficaces, adolecía, como supongo que ocurre a la mayor parte de los que se encuentran en mi caso, de las inevitables rupturas de lo acostumbrado y de la subsiguiente perplejidad, hasta que se encuentra la solución y todo se normaliza. Me estoy refiriendo a esas horas en que antaño acostumbraba uno dormir y que luego, quizás por falta de problemas, de miedos o de agobios, se convierten en horas que algunos llaman insomnio y yo llamo recreo, porque todo depende de cómo se miren las cosas. Siempre he pensado que estar despierto y sin sueño era una suerte, puesto que aumentaba mis horas libres para estar conmigo.
    Ocurría, pues que, cuando avanzada la madrugada, volvía en mí con el recuerdo de las aventuras vividas durante la noche en el país en que todo es posible, me solía encontrar de costado y con el rostro vuelto hacia la ventana. Dada la altura de ésta y la de mi cama, desde ella sólo podía divisar un trocito de cielo. Un anónimo retal rectangular del universo. Pero me bastaba.
    Y me bastaba porque, el primer día que lo vi, la primera vez que me Di cuenta de que estaba allí, ocurrió algo que cambió mi vida: Allí mismo, en la parte superior de ese trozo de cielo, había una estrella que me miraba, yo diría que ansiosa de que me fijase en ella. Dios sabe cuanto tiempo habría estado allí, esperando que yo despertase un día y la viese. Pero la vi.
    La vi y me vio. Fue un encuentro emocionante, un acercamiento, una atracción instantánea y recíproca, un verdadero amor a primera vista.
    Quedé prendido de su luz, percibí un algo especial, un calor suave y desconocido, un afecto particular, como un roce sutil; fijé en ella mi mirada y me hizo un guiño. Sí. Me había hecho un guiño.    ¡A mí! Estaba seguro de que era a mí. No sabría decir por qué, pero estaba seguro.
   Además, yo experimentaba también, por mi parte, una inclinación especial por ella. Mirándola me sentía feliz. De ese momento data nuestra amistad.
   Desde ese día, me acostaba sabiendo que, a su hora, me despertaría y ella estaría allí, mirándome, como arrullándome, en espera de que yo la mirase y le contara mis cosas y mis ideas y mis sueños. Y que ella me escucharía complaciente, con comprensión, yo diría que con complicidad; y que, de vez en cuando, con un guiño, me enviaría un beso como sólo ella sabe hacerlos; eran besos sin pasión, sin sombra de deseo o de exclusión o de posesión; eran besos arquetipo, besos que daban a la vez vida, luz, amor, plenitud, serenidad, ilusión; besos tibios; besos de madre, de esposa y de hija a la vez; besos de eternidad, besos que abarcaban todo el ser, por
dentro y por fuera y lo hacían vibrar y elevarse a esferas celestes. Y que yo me estremecería indefenso, pero sin ningún deseo de defenderme, y con la secreta esperanza de que no fuera el último.
    Apenas abría los ojos, allí estaba. Esperándome. Y, cuando la
mañana se aproximaba y la luz aumentaba y todo comenzaba a
difuminarse, yo la perseguía ansioso con la mirada, sin abandonarla, como no dejándola ir, y la veía hasta cuando casi era de día. Y a ella le gustaba.
    Hasta que ya, diminuta, casi microscópica, me hacía un guiño de despedida y desaparecía de mi vista, aunque no de mi ser.
   Días después de iniciar nuestra amistad, me di cuenta de que, cerca de mi amiga había otra estrella. Estaba a su izquierda, un poco por debajo.
   Y siempre en el mismo sitio, aunque yo nunca me había fijado.    Pero ella no hablaba. Ni hacía guiños. No sabía aún. Imaginé que era una estrella niña que estaba aprendiendo. Lo cierto es que para mí no había más que una estrella: Mi amiga.
    Varias veces, antes de acostarme, tuve la tentación de buscarla en el cielo estrellado. Pero no me atreví. Sabía que no la iba a encontrar, y sería terrible. No sabía dónde se ubicaba en el firmamento. Ni a qué constelación pertenecía. Ni cómo se llamaba. Sólo sabía que estaba y solamente sabía buscarla en el trocito de cielo de mi ventana. Allí sí que la encontraba y ella me encontraba a mí. ¿Qué me importaba, pues, en qué zona del cosmos habitara? ¿Qué más me daba que fuera importante o humilde, de primer grado o de tercer grado? Para mí era ella. Para mí era la más hermosa, la más grande, la más brillante, la más próxima, la más mía.
    Le fui contando toda mi vida y la de cada uno de los míos y nuestros proyectos y nuestros problemas y nuestras ilusiones. Y ella siempre lo escuchaba todo con guiños de comprensión. Porque, poco a poco, aprendí a distinguir sus guiños. Aparentemente eran todos iguales. Pero no. Ella sabía hacer guiños de comprensión y de ayuda y de colaboración y de amor y hasta de protección. En cambio, no sabía hacer guiños de odio ni de orgullo ni de envidia ni de nada negativo. En ella todo era bello, todo era perfecto, todo era maravillosamente armonioso.
    Cuando, a la hora de la cita estaba nublado y no podía verla, yo
sentía, sin embargo, que estaba allí. Y me decía que no me preocupase.
  Que la separación sólo era aparente. Y, a través de la nube, nosotros charlábamos de nuestras cosas como si el cielo estuviese despejado.
   Un día me contó ella que era un sol. Muy grande. Y que tenía
muchos planetas y los planetas tenían satélites. Y ella los cuidaba a todos y les daba vida y los protegía. Porque en cada uno de ellos había millones de hijos suyos que vivían allí y aprendían y se desarrollaban. Que ella era su dios, aunque la mayor parte de ellos no lo querían creer y no la conocían.
  Pero eso a ella le era igual. Ella les daba la vida permanentemente. Ella se desintegraba cada día un poquito para que sus hijos pudieran vivir y evolucionar. Y era feliz. Y estaba orgullosa de todos ellos.
Me dijo que hace muchos millones de años ella también fue hombre.
   Hombre y mujer durante miles de vidas sucesivas. Y que pasó por todo lo que yo le contaba y que por eso me comprendía. Pero que yo debía saber que también un día, dentro de muchos millones de años, podría ser como ella y convertirme en un sol y tener mis propios planetas y podría dar vida a millones de hijos y verme en ellos y realizarme en ellos y derramarme en ellos y desintegrarme por ellos. Porque lo más hermoso que existe en todo el cosmos, es el amor.
   Me contó que se encontraba a muchos millones de años luz. Pero eso a mí no me importaba. Yo la sentía muy cerca. Yo sabía que estaba cerca.
   Yo sabía que entre nosotros no había distancias. Que la distancia no existe para el corazón.
   Me dijo que todos los soles que hay en el cosmos son hermanos
suyos, que un día fueron también como somos ahora los hombres.
Yo le pregunté cómo era posible que teniendo tantos hijos y tantos
planetas en qué pensar, se preocupase por mí y me esperase todas las noches y perdiera el tiempo conmigo escuchando mis cosas que,
comparadas con las suyas, no tenían ninguna importancia. Y me respondió que en el cosmos todo es igual de importante, y que si yo sufro, sufren conmigo todos los seres y si yo soy feliz, mi felicidad llega hasta el último rincón de los cielos. Y que ella podía atender a todos sus asuntos y charlar conmigo porque los que charlaban no eran una estrella y un hombre, sino dos almas, y las almas se comprenden enseguida.
   Durante nuestra relación hablamos de todo. Y de muchas cosas más.
   No podría reproducir aquí todas las conversaciones que tuvimos en lo más profundo de nuestros corazones, en la poblada soledad del firmamento, en la omnipotencia sublime de la relajación, ni todas las muestras de amistad y de amor que recibí de mi amiga. La mejor de todas, sin embargo, la certeza de que estaba allí, de noche cuando la podía ver y de día cuando parecía no estar. Siempre. Y de que tenía enfocada su mirada en mí a través de mi ventana. Y de que, incluso cuando yo no dormía, cuando no la buscaba en su trocito de cielo, cuando mi atención estaba en otros asuntos, siempre menos importantes, ella me envolvía en su vibración y yo experimentaba, sin saber que venía de allí, un impulso de devoción o de alegría o de amistad o de compasión o de tolerancia, según la clase de guiño que me hiciera.
   Yo le dije a mi estrella lo afortunado que era por haberla encontrado, por haber respondido a su mirada, que me había convertido en el más feliz de los mortales. Que su mirada me había hecho más bueno. Y ella me dijo que era justo que así fuese, que yo la había buscado y por eso la encontré.
    Le pregunté qué podría yo hacer para que todos la buscasen, a ella o a otras estrellas, y pudiesen ser tan felices como yo. Y me dijo que, desgraciadamente, no quieren descubrirla, aunque su hermano, nuestro sol, se esfuerza día a día por que lo hagan. Pero que, si quería colaborar en esa obra maravillosa...
  Y entonces me hizo una confidencia. Yo sé que, en lo más profundo de su corazón de estrella, sintió un poquitín de dolor al decirme lo que me dijo. Lo sé. La conocía tan bien que no me lo pudo ocultar. Me dijo que, dentro de mí, yo tenía una estrella como ella. Y que yo debía mirarla.
   Mirarla mucho, como había hecho con ella. Con mucho amor. Con verdadera entrega y sin esperar nada. Con totalidad. Y entonces, alimentada por mi amor, mi estrellita comenzaría a brillar en mi corazón y crecería y se haría luminosa y radiante y se convertiría en mi mejor amiga, mejor aún que ella, porque sería una parte de mí. Sería yo mismo. Y sólo así, haciendo crecer mi estrella dentro de mí, podría conseguir que los hombres, al ver su luz y al saber que ellos también tienen una igual y que puede crecer y convertirse en un sol, y que lo único que necesita para ello es que se la alimente con un poco de amor, hicieran que el mundo se convirtiera así en un trozo de cielo más, cuajado de estrellas.
   Yo seguí su consejo y me miré muy adentro. Y allí percibí una
lucecita. Era diminuta, casi imperceptible. Pero simpática. Noté, supe con certeza, que estaba esperando que la mirase. Y, en cuanto la miré, me hizo un guiño.
   Desde entonces, mi estrella interior ha crecido mucho. Y ya es mi
mejor amiga. Estoy con ella todo el día. Ya no he de buscarla a través de mi ventana. Sé dónde está siempre y qué piensa y qué le gusta y oigo su voz y soy feliz.
   Y algunos hombres me han preguntado dónde he encontrado esa luz y yo les he explicado que yo veo una igual que la mía, escondida en su corazón. Y ellos se han puesto a buscar en su corazón y la han encontrado y la han mirado y su luz ha empezado a crecer.
   Pero no he abandonado a mi amiga. Claro que no. Algunas noches, cuando me despierto, miro al rinconcito de mi ventana y allí la veo. Y, enseguida, me hace un guiño. Es un guiño nuevo que yo no le conocía. Es un guiño de satisfacción, yo diría que de orgullo pero, sobre todo, es un guiño de amor. Y yo lo veo, lo recibo y, con mi estrella interior, le respondo con otro guiño. Pero el mío es de gratitud, de iluminación y, por supuesto, de amor, el mismo amor que ella me enseñó a sentir.
    Mis dos estrellas, pues, me han hecho comprobar que el amor es la única fuerza real del universo y que por eso, aunque lo ignoremos, todo el universo está permanentemente enamorado.

DÍAS 2 á 4
THE INDEPENDENT, Londres, Reino Unido

LAS LEYES NATURALES

     La ciencia, sea la física, la química, la biología, la astronomía, la
psicología, las matemáticas, la lógica, etc., la ciencia en general, no
consiste sino en, partiendo de la observación y la experimentación, con el apoyo de hipótesis y de la imaginación, descubrir, inducir, exactamente dicho, las leyes que rigen los fenómenos que nos envuelven, que nos forman, que nos hacen posibles. Sólo eso. Y luego, una vez intuida y descubierta una ley natural, una vez conocido cómo funciona, qué causas y qué efectos y qué procesos intermedios la integran, tratar de utilizarla en beneficio propio o de lo que en ese momento la Humanidad o parte de ella entienda por beneficio propio. Sólo eso es la ciencia. Adonde miremos, lo que consideremos, lo que observemos, lo que asimilemos, lo que pensemos, lo que seamos, todo, absolutamente todo está regido y
obedece inexorablemente una serie infinita de leyes naturales: El crecimiento, la ósmosis, la asimilación, el movimiento, la refracción, la cristalización, el pensamiento, las emociones, la aerodinámica, la reproducción, etc. todo está regido por leyes que llamamos naturales.
   Unas de ellas las conocemos ya (de su descubrimiento y estudio se encargaron y se encargan los científicos y de su explotación los
industriales) y las sabemos utilizar; y otras nos son aún desconocidas y estamos tratando de descubrirlas y dominarlas. Pero están ahí, vigentes eternamente, sin excepciones, sin distingos, haciendo del universo entero un conjunto en funcionamiento permanente, un algo viviente que se sucede a sí mismo, que se alimenta, aparentemente, de sí mismo y que, como un reloj perfecto, marca en cada momento la hora exacta, el fenómeno exacto, sin la menor desviación, sin el menor error. Pues, siempre que nos parece detectar alguno, resulta, a la postre, que ese aparente error estaba cumpliendo otra ley natural de rango, digamos, distinto. Pero, siempre, todo y en todo momento, está sometido a una ley.
    ¿Y qué características tienen esas que llamamos "leyes naturales".
       Podríamos apuntar las siguientes:
      1.- Lo dominan y rigen todo. Todo, en el sentido más absoluto
posible, les está sometido.
      2.-Son inexorables. No hacen excepciones.
     -3.- Su infracción produce siempre consecuencias negativas.
    - 4.- Son permanentes e inmutables.
   - 5.- Están jerarquizadas. Es decir, una ley superior puede dejar en suspenso el efecto de otra inferior. Pero también en ese juego todo es perfecto, exacto, equilibrado e inequívoco.
   Y nos preguntaremos: En medio de todo ese conjunto de leyes que lo llenan y lo forman todo, ¿cuál es el papel del hombre, si es que tiene alguno; y en qué se diferencia, de existir, del desempeñado por los demás seres vivientes?
    A diferencia de los demás seres conocidos por la ciencia y que, en el fondo, no son, a estos efectos, sino objetos en las manos de las leyes naturales, a las que no conocen ni saben manejar, el hombre posee el don de descubrirlas, estudiarlas y ¡utilizarlas en su propio beneficio!
    Esta afirmación sorprende a primera vista. Pero, a poco que
reflexionemos, comprobaremos su exactitud y certeza: Las plantas y los animales, simplemente "cumplen las leyes naturales": Se alimentan cuando tienen necesidad de hacerlo, descansan cuando es su momento, se reproducen cuando llega la época, y mueren cuando procede, de acuerdo con ellas. Los minerales, por su parte, se combinan según sus afinidades o repulsiones, regidos también por leyes naturales, forman compuestos, regidos, a su vez, por otras leyes naturales; cristalizan o no, se desintegran o no, pero en todo momento, de acuerdo y cumpliendo las leyes naturales.
    El hombre, no. El hombre es capaz, con su mente, de asociar
recuerdos y luego elaborar esa asociación e intuir la ley que regula los fenómenos. Puede, incluso, experimentar, es decir, reproducir
artificialmente las condiciones necesarias para que las leyes naturales actúen y contemplar cómodamente su funcionamiento y sus efectos, sin tener que esperar los, a veces, larguísimos ciclos naturales. Y luego, en un estadio posterior, puede producir esos efectos de un modo, digamos, artificial, como quizás no se hubiese producido nunca espontáneamente, y beneficiarse de ese efecto.
   Porque, no olvidemos que todo, absolutamente todo, tiene su causa y que toda causa, sin excepción, produce necesariamente su efecto. Es decir, que no hay causa sin efecto ni efecto sin causa. Lo que ocurre es que, un efecto, al producirse, a su vez, se convierte en causa de otro u otros ulteriores, y así ad infinitum.
   Ilustremos esto con un ejemplo sencillo: Si yo tiro una piedra al aire, seré el responsable de la fuerza que, a su vez, es la causa de que esa piedra se eleve. Pero la ley de la gravedad la hará caer de nuevo. Podrá caer, por ejemplo, en un tejado, o en el suelo o en la cabeza de un paseante. En cada caso, producirá un efecto. En cada caso ese efecto será distinto. Pero la causa será la misma y, por tanto, el responsable de la caída y de sus efectos, seré siempre yo, que fui quien arrojó la piedra a lo lato.
    Siguiendo con el ejemplo, la piedra, si cae en un tejado, podrá
romper una teja y podrá quedarse en el tejado y, con el tiempo, acumular tierra y dar lugar a que en ella arraigue una planta que puede esparcir por el tejado parte de sus semillas y llenarlo, por tanto, de plantas que, con el tiempo, pueden perforarlo; por otra parte, las otras semillas irán a producir nuevas plantas a distintos puntos, que no serán los mismos a los que hubieran ido a parar si yo, años antes, no hubiese arrojado la piedra al aire. Y la causa, el responsable de todo ello seré yo, aunque ni me pase por la imaginación en el momento de tirar la piedra ni, por supuesto, en el
futuro.
    Si la piedra cayera en la cabeza de un paseante, podría producirle una herida cuyo responsable seré yo. Y esa herida puede ser leve o grave y hacer intervenir a un médico o exigir el ingreso del afectado en un hospital. Y, en todo caso, yo seguiré siendo el responsable de los efectos de haber lanzado la piedra.
    Pero, en cada caso, nuevos elementos se van sumando a lo ya
existente: Si la piedra rompió una teja, puede producirse una gotera que exigirá la intervención de un albañil (nuevo elemento) que, si trabaja bien, terminará con el mal, habiendo producido el efecto de que la gotera desaparezca, pero un gasto, unas molestias, un tener que pintar, etc. Y, si la arregla mal, será el albañil, corresponsable conmigo de los futuros daños producidos. Si la piedra permanece en el tejado, debido a la ley de la gravedad, un día u otro tendrá que bajar a nivel del suelo: Será desintegrándose lentamente y siendo arrastrada por las aguas (que serán nueva causa concomitante conmigo) o por derrumbamiento del tejado, que tendrá otra causa que, en cuanto a los efectos que la caída de la piedra produzca, será concausa conmigo, etc., etc.
   Como se ve, todo, absolutamente todo, es susceptible de influir en
todo. Pero, eso sí, siempre cumpliendo estrictamente las leyes naturales.
   ¡Cómo nos recuerda esto la afirmación evangélica de que "ni la hoja de un árbol cae sin que Dios lo permita!

DÍA 5
LA CHACRA, Buenos Aires, República Argentina


LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA HUMANIDAD

    Cuando Rousseau escribió su Contrato Social lo hizo como
aportación personal, como dilucidación de lo que tenía en torno a él, como justificación de algo que, sin saber cómo, se había ido produciendo a lo largo de siglos y que nadie había visto, nadie había intuido con la claridad con que él lo hizo. Fue como un nuevo "huevo de Colón", algo que hizo exclamar, en su fuero interno, a sus contemporáneos y a quienes les hemos sucedido: "¡Claro!, esa es la explicación". Y, desde ese momento, el mundo se ha atenido a sus ideas. Con más o menos incursiones y más o menos alejamientos, pero sus ideas permanecieron.
   Porque eran ciertas. Porque, en términos literarios, estaban formadas por elementos universales, de los que constituyen las obras que pasan a ser clásicas, en las que todos los hombres se pueden ver reflejados.
     Pues bien, transcurridos doscientos años desde Rousseau, pero
teniendo en cuenta la evolución uniformemente acelerada del conocimiento humano (especialmente las ciencias experimentales y políticas) que se inició con él y sigue hoy su proceso ascendente intentando abarcar ciencias como la psicología, la sociología, la parapsicología, etc., es llegado el momento de dar un frenazo y recapitular. Procede, en esa ascensión del monte del saber, hacer un alto, otear el horizonte, observar lo recorrido y rectificar nuestros planes iniciales y nuestras rutas futuras en base a la nueva perspectiva que la altura alcanzada nos proporciona.
   Por supuesto no pretendemos ser clásicos, ni siquiera innovadores.
       Sólo pretendemos expresar maduras reflexiones y ser la voz que procede (quizás según leyes naturales aún desconocidas) que se alce hoy para actuar como afirmación de algo que está ahí.
        A lo largo de los siglos se han producido épocas en las que algo flotaba en el aire, algo que todos intuían, algo que impregnaba el ambiente pero nadie enunciaba... hasta que alguien lo hizo, y entonces se produjo el fenómeno que era de esperar: Aquel enunciado fue aceptado (no sin luchas, es cierto, puesto que no todos los hombres alcanzan a la vez el mismo nivel) por todos como algo incontestable, aceptado intuitivamente de antemano, obvio, y pasó de un modo normal a formar parte del acervo cultural de la Humanidad.
       Algo así se pretende con estas líneas: Enunciar algo que todos,
intuitivamente, sabemos, pero que no hemos elevado a nivel de
conciencia. Algo que, así como la obra de Rousseau aglutinó en un
enunciado la intuición humana contemporánea, aglutine hoy la intuición humana que está, diríamos, "en la punta de la lengua" de todos los pensadores, de todos los poetas, de todos los investigadores, de todos los que dedican su esfuerzo y su tiempo a ejercer de hombres (en el sentido de únicos seres investigadores de las leyes naturales) pero que no acaban de saber expresar, coaccionados o desorientados, quizás por la época de aparente crisis que, a todos los niveles, estamos viviendo.:
     a.- Los poetas no se cansan de proclamar la hermandad de los
hombres, pero su voz clama en el desierto.
    b.- Las iglesias, obligadas teóricamente, más que nadie a predicar la hermandad y el amor, bendicen cañones, defienden la pena de muerte, dudan entre seguir aliadas con los poderosos o romper lanzas por los oprimidos, sin acabar de saber "dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", sin tratar de imaginar qué haría su Fundador en este momento y, sencillamente, hacerlo con todas las consecuencias.
    c.- Los políticos, llámense gobernantes, sindicalistas, demócratas,
capitalistas, oligarcas o ácratas que, teóricamente, deberían pensar
exclusivamente en el bien del pueblo, se creen, en el mejor de los casos, detentadores de la única verdad ( o, lo que es peor, de toda la verdad) y piensan que ello les legitima para descalificar a sus oponentes, para falsear la verdad, para no informar a quienes les eligieron. Aunque todos, en el fondo, intuyen que buscan lo mismo:     El mayor bienestar para todos.
  d.- Los científicos, descubriendo cada día nuevas leyes, dominando cada día más partículas pero viendo cada día como el horizonte de posibilidades de investigación se agranda y las perspectivas crecen.
    e.- Los psicólogos, ante el dilema de decidir si el pensamiento, los sentimientos, los deseos, los sueños, etc. son materiales, en cuyo caso deben estar regidos por leyes, algunas de las cuales ya se conocen:
   Recuérdense las que rigen los silogismos, ya enunciadas por Aristóteles; o son inmateriales, en cuyo caso esas leyes que parecen regirlos no serán leyes naturales como las demás, sino que afectarán a otro nivel de la materia, pero son tan vigentes, tan exactas y tan inexorables como las que hasta hoy hemos considerado como tales.
    f.- Los físicos ven diluirse la diferencia entre materia y energía, lo que los conduce a estar descubriendo leyes que rigen el comportamiento de ésta, pero no como materia, sino como algo inmaterial.
    g.- Los médicos miden las ondas cerebrales y saben ya producir
cambios de conducta manipulando el cerebro, quedándoles en el aire la pregunta de si el cerebro es sólo un instrumento de un complejo de energía (¿alma?, ¿ego?) o un mecanismo ciego que cumple, sin más, las leyes naturales. Pero, en este caso, ¿por qué, con la misma estructura y composición que los cerebros animales (por lo menos de los superiores) se preocupa de investigar e incrementar sus conocimientos sobre sí mismo y cuanto le rodea?
   h.- Los parapsicólogos caminan medio ciegos en un mundo que no es material pero que no se atreven a llamar espiritual y que, en principio, parece también obedecer ciertas leyes naturales que le son propias.
   i.- Los sociólogos descubren la existencia de psicosis colectivas, la coincidencia inexplicable de ideas, la génesis de los estados de opinión, etc., y constatan que existen leyes que rigen ese campo tan inmaterial de la Humanidad.
   j.- Los matemáticos descubren que, en el fondo, todo es reducible a fórmulas, a números, y no pueden dejar de pensar en la afirmación pitagórica de que "Dios geometriza".
   k.- El hombre de la calle que, como consecuencia de la "rebelión de las masas", de ese acceso al conocimiento, de ese aprendizaje en la utilización de la razón, ha comenzado a plantearse preguntas, se encuentra con que no hay respuestas satisfactorias a los problemas que tradicionalmente preocupan a los sabios (que son los únicos no iletrados y, por tanto, dueños de sus pensamientos e inquisidores de la verdad): ¿Por qué la vida? ¿Por qué la muerte? ¿Por qué la enfermedad? ¿Por qué la desigualdad? ¿Por qué la injusticia? ¿Por qué en momentos determinados (grandes catástrofes, inundaciones, terremotos, guerras, etc.) la solidaridad humana salta todas las barreras sociales, culturales, morales y étnicas e, instintivamente, considera a todos iguales y con iguales derechos primarios? ¿Por qué hasta el más degradado delincuente tiene su lado bueno y sus sentimientos positivos y sus afectos y su necesidad de amor? ¿Por qué la persona más perfecta comete errores y delitos (conocidos o no, confesados o no) y carece de la rectitud y la equidad que, aparentemente, deberían caracterizarla? ¿Por qué hay personas con las que, al primer contacto, nos sentimos a gusto, mientras que otras nos repelen desde el primer momento? ¿Por qué, como afirman
muchos sabios de fama, hemos de ser civilizados y sacrificar nuestros deseos, en beneficio de los otros, y renunciar a nuestros vicios y  tendencias, en aras de la convivencia, si no fuera porque algo en nuestro interior nos dice que eso debe ser así? ¿Por qué hay personas que nacen dotadas de genio y otras disminuidas? ¿Cómo puede pensarse, como pregonan las religiones ortodoxas, que Dios es bueno y es justo y es amoroso y solícito, si todos los días vemos y vivimos y somos víctimas o protagonistas de injusticias, expolios, genocidios, explotaciones, falsedades, manipulaciones, etc., de los que, aparentemente al menos, se derivan el triunfo de la injusticia y la desgracia del justo? ¿Por qué, si no hay algo más que materia, nos rebelamos contra ese estado de cosas? ¿Por qué las religiones no saben dar respuesta y apelan a la fe (recurso sólo válido para quienes no usan debidamente su raciocinio) o relegan a un más allá la oportuna compensación? ¿Por qué, si el hombre vive en el mundo, se empeña en hacerlo inhabitable y hasta en acumular la fuerza suficiente para destruirlo, en un suicidio cósmico inútil e irracional? ¿Por qué la justicia de los Derechos Humanos parece a todos tan patente? ¿Por qué cunde entre los países más avanzados el sentimiento de culpabilidad ante el atraso, la miseria, el hambre y el desamparo de los menos favorecidos? ¿Por qué, si el pueblo, la masa, la Humanidad en su conjunto, siente así, los dirigentes, los políticos, actúan mezquinamente en contra de esos principios, conscientes como son de que ello conduce a la Humanidad a un callejón sin salida en que todo habrá de desaparecer en un holocausto atómico o de hambre o de genocidios generalizados?
  ¿Por qué, una vez demostrado que la materia no existe, que no es más que vibraciones (átomos, electrones, protones, neutrones, etc., reducibles en última instancia a simple energía, o sea, desde el punto de vista del pueblo, de la masa, del no especialista, nada), nadie puede explicar para qué todo ese aparato de leyes exactas, por un lado, y de simples apariencias, por otro? Si los objetos no son realmente como los vemos (entre cada electrón y su núcleo hay, comparativamente, la misma distancia, invisible a nuestros ojos, que entre el sol y sus planetas, y cada célula consta de millones de átomos y cada cuerpo de millones de células), ¿cómo hemos de considerarlos realmente? Y, si nuestro cuerpo no es otra cosa que un conjunto de átomos, o sea, un cuerpo electromagnético, energía al fin, ¿qué somos realmente?
   ¿Cuál es la respuesta a todas estas preguntas y a todos los miles de preguntas más que cada ser humano consciente del momento y del mundo en que vive, se plantea o puede plantearse a diario?
  ¿Es que no hay una explicación para todo esto? ¿Es que, existiendo miles de leyes naturales, total y absolutamente exactas; estando perfectamente establecido el punto que cada estrella del universo infinito ocupará en cada momento de su existencia, en una demostración incontestable de perfección, de equilibrio, de interdependencia, de armonía, de, en una apalabra, inteligencia; estando todo, absolutamente todo, regido por leyes naturales no humanas, y no existiendo nada sin una causa ni ninguna causa que no produzca su efecto, no hay respuesta a todas estas preguntas, una respuesta tan lógica, tan justa, tan inteligente como las mismas leyes naturales, en cuyo juego estamos insertos sin posibilidad de escape?
   Desde luego nos encontramos en un momento similar al que alumbró el célebre Contrato Social, del cual han vivido hasta hoy los estados civilizados. Se acerca el día en que alguien enuncie una serie de verdades que todo el tiempo han estado ahí, que eran conocidas por nuestro inconsciente sin haber sido formuladas, sin que nadie fuese capaz de suministrarlas a la colectividad que, una vez las reciba, las hará suyas con fruición, con alegría, con un suspiro de alivio, al tiempo que piensa una vez más : ¡Claro, esto era!

DÍA 6
HERALDO, Huesca


EL AZAR NO EXISTE

  Ningún investigador serio, ninguno, se atreverá a afirmar responsablemente que la casualidad o el azar existen en la naturaleza.
       Simplemente, llamamos casual al efecto cuya causa ignoramos.
   Esto lo saben bien los informáticos y los estadísticos y los matemáticos, que han comprobado la imposibilidad de determinar, fijar o extraer números aleatorios, es decir, que no obedezcan a una ley natural.
     Realmente, han tenido que recurrir a fórmulas complicadísimas, que no hacen sino trasladar el problema pues, al hacer su juego inabarcable para la mente humana, extraen números que ésta sería incapaz de calcular pero que, como siempre, no hacen más que obedecer a la fórmula establecida que, a su vez, no es más que la utilización, en beneficio propio, de una ley natural. El ejemplo más popular es el de las máquinas tragaperras, cuyas secuencias ha habido que cambiar varias veces porque muchos adictos dieron rápidamente con la fórmula para la fijación de las mismas. Y eran,
teóricamente, "aleatorias", es decir, no sometidas a ninguna ley.
   ¿Cómo puede pretenderse, visto que todo y todos estamos sometidos a leyes naturales permanentes, ordenadas, teleológicas y jerarquizadas y, por tanto, negación constante de la casualidad, que sean ellas mismas consecuencia de esa casualidad? Existe más petición de principio, más irracionalidad en la afirmación de que las leyes naturales nacieron por azar, que en la aceptación de la existencia de un ser de naturaleza superior a la humana, cuya voluntad o modo de actuar se manifieste precisamente a través de esas leyes.

DÍA 7
ANTENA 3 DEL MAESTRAZGO, Castellón de la Plana

LA VIBRACIÓN Y LA VIDA

    La vibración es la vida manifestada o, si se quiere, la manifestación de la vida, dado que todo lo que conocemos no es, al fin y a la postre, más que vibración. Y no es difícil, después de esta consideración, deducir que la vida es una y la misma en todo lo existente. Y, de ahí, que esa vida no es sino la vida del autor de todo, de Dios, en el cual, según las Escrituras, realmente "vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser".

DÍAS 8 á 12
LA REGIÓN, Valencia


EL PASOTISMO

     ¿A qué se debe el pasotismo? El pasotismo es una de las más
ostensibles, nefastas y lógicas consecuencias del materialismo. Vamos sino a estudiar ambos fenómenos y a tratar de ver un poco más claro.
    ¿Qué es el materialismo? Como la palabra claramente indica, es la creencia sólo en la existencia de la materia, entendiendo por tal la que se percibe por medio de los sentidos y, en un sentido más amplio, la que podemos (o pueden los científicos) pesar, medir, cuantificar, calcular y, en una palabra, manejar. Y la negación subsiguiente de toda otra esencia, existencia, influencia o consecuencia.
    El materialismo es un resultado lógico de varios factores, a saber:
   1.- La descomposición interna de las iglesias tradicionales, que han ido perdiendo su carisma a lo largo de los tiempos.
    2.- Su consiguiente incapacidad, no sólo para exponer, racional y
lógicamente, sus propios dogmas, sino para dar satisfactoria respuesta a las preguntas que los tiempos modernos plantean cada día.
    3.-El acceso de la masa de la sociedad al conocimiento, al uso y al cultivo del intelecto, lo cual, unido a la evolución negativa de las iglesias, que las ha hecho materializarse y asociarse tradicionalmente con el poder y, consecuentemente, perder credibilidad, ha desembocado en su conversión en una institución más de la sociedad cuyos seguidores son, en su mayor parte, gente que no se plantea problemas más allá de los dogmas, personas que no han roto la inercia de siglos y no se han atrevido a ser consecuentes con sus ideas y sentires, y a romper con su iglesia
tradicional; y hombres, los menos con mucho, que, tras una incursión por fuera de "su" iglesia, tras quizás años de alejamiento, tras búsquedas angustiosas, han hallado la luz y han regresado a ella, pero con un nuevo talante, con una nueva concepción de todo, con una escala de valores diferente y con un conocimiento profundo de lo que se esconde en los dogmas y en los ritos, aunque sus propios ministros los ignoren en muchos casos.
   Y el hombre, que tradicionalmente, desde los tiempos primitivos, ha visto en los valores espirituales que su iglesia le enseñaba y predicaba una disociación cada vez mayor entre lo predicado y lo practicado y un mayor silencio ante los nuevos problemas y las insistentes preguntas y un cerrarse en esquemas cristalizados y absolutos y un recurrir desesperadamente a la fe cuando uno necesita desesperadamente una respuesta racional, se ha encontrado de repente en el mundo sin que nadie le explique de un modo convincente por qué está aquí y para qué y adónde va cuando deja de estarlo. Lógicamente, la única postura posible, puesto que nadie le puede negar que, en efecto, está aquí, que, en efecto, está vivo, que nació y que morirá, es la del materialismo: No existe nada
más que lo que uno ve y, por tanto, es lógico vivir, disfrutar y no pensar en el por qué ni en el para qué de la existencia ni en un más allá que incluso los mismos que lo predican no creen, a juzgar por sus actos.
    Bien. Ya tenemos instalado el materialismo en la sociedad.
    ¿Consecuencias? Muchas y todas lógicas:
   a.- La búsqueda del dinero como símbolo de la garantía de una vida muelle, abundante y exitosa, que son las metas del materialista.
    b.- El incremento del egoísmo, con el consiguiente retroceso del
espíritu de sacrificio: Desintegración familiar, pocos hijos o mejor
ninguno para evitar problemas, responsabilidades y necesidad de tener que sacrificar otros bienes considerados más valiosos, como las vacaciones, la libertad de acción, el tiempo, el dinero, etc.
    c.- La pérdida de valores éticos tradicionales: Hay que escalar el
poder a costa de lo que sea; hay que obtener tal bien aunque haya que sacrificar a quien sea; hay que comer en el mejor sitio; hay que ostentar lo más posible porque luego, cuando llegue la muerte, todo se acabará.
    En este sentido, sería interesante hacer un inciso para exponer los tres estadios fundamentales por los que pasa la Humanidad actual y en uno de los cuales nos encontramos todos:
    1.- Estadio del comer. Se produce cuando el sustento ocupa el primer lugar en la escala de valores del individuo. Hay que comer, y toda otra consideración carece de interés frente a esa exigencia. Como decían los latinos: "Primum vivere, deinde filosofare", o sea, "primero vivir y luego filosofar".
     2.- Estadio del tener. Se da cuando el hombre ha sobrepasado el
estadio del comer y, como consecuencia directa de ello, tiende a tener, a atesorar. Es la psicología del "nuevo rico": Ha de tener mucho, demasiado; ha de lucir el coche más lujoso y la casa más sofisticada y los cuadros más valiosos, y frecuentar los espectáculos más caros y vestir las prendas más de moda y de las mejores marcas... pero sólo por tener, por presumir, sólo en tanto en cuanto se puede despertar la envidia o la admiración de los que, o están en el estadio del comer o en el del tener.
    Porque, si viviese, como Robinson Crusoe, en una isla desierta, no tendría para él ningún valor la marca de la ropa ni la calidad de los cuadros de su casa, ni la forma arriñonada de su piscina, ni el tamaño y adornos de su vehículo. Sencillamente, porque no está preparado para apreciar esos valores, sino, tan sólo para tenerlos y con eso le basta. Siempre, como queda dicho, que el tener le sirva para ostentar.
   c.- Estadio del ser. Vencidos los dos anteriores estadios, el hombre ve totalmente modificada su escala de valores. Ya no le preocupa qué coma, aunque ese problema es esencial (pero no es esencial ya la cantidad ni la calidad; es esencial sólo el alimentarse para seguir viviendo); no le preocupa ostentar (le es indiferente la longitud de su coche, puesto que sólo desea de él que lo transporte); ni le afecta la marca de su ropa (sólo busca que le abrigue), le trae sin cuidado el precio de los cuadros de su casa (porque la belleza no tiene ninguna relación con el precio)...
    En el estadio del ser, el primer lugar de la escala de valores lo ocupa, necesariamente el ser: ¿Cómo soy? ¿Cómo debería ser? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué puedo y debo hacer para ayudar más a mis semejantes a llegar a este estadio, en el que las piezas del puzzle de la vida van encontrando su lugar? Y ya no se preocupa uno del ascenso en el trabajo, de conquistar el poder, de la ostentación, de la adulación o la calumnia, y no le quita el sueño la envidia y es inmune a la mentira y a la difamación y ama a todos porque los comprende.
      Resulta un sano ejercicio el considerar, a lo largo del día, en qué
grupo nos situamos en cada una de nuestras actuaciones, frases o
pensamientos.
   Vamos ahora, tras esta fundamental digresión, a estudiar el fenómeno del pasotismo:
     A.- Los jóvenes de hoy ven como sus padres, como consecuencia del materialismo que practican:
      a.- Luchan despiadadamente por ocupar un puesto en la sociedad y para ello pisotean a sus amigos, compañeros, socios y hasta familiares y, por supuesto, no les importa un comino la sociedad en su conjunto.
      b.- Tienen promulgadas y, aseguran aceptar, una serie de "verdades" o "principios" ideales que todos se desmelenan por proclamar y luego nadie toma en serio y sólo, en el mejor de los casos, reprochan al prójimo su no observancia.
        c.- Viven lo que ellos llaman "la vida", (sin asumir nunca de modo claro las responsabilidades familiares, el ejemplo que deben dar a sus hijos, el sacrificio que conlleva la paternidad, la convivencia, la educación) y mueren luego recibiendo los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica de Su Santidad pensando que ya está todo hecho; o, lo que es peor, muriendo sin ninguna asistencia espiritual. Y, en todo caso, siendo olvidados al día siguiente por la sociedad sin que, aparentemente, su paso por la vida haya producido ninguna consecuencia ni ningún efecto que haya influido en nada, salvo la generación, inconsciente, y a veces no deseada, de esos hijos que luego, con justicia, los han de juzgar.
        B.- Siguiendo el ejemplo de sus padres, los jóvenes de hoy lo
prueban todo, lo disfrutan todo y se hastían prematuramente de todo porque, como sus padres, aún no han descubierto que la felicidad es un estado mental que se da sólo en el interior del hombre y nunca, nunca en las cosas, en el exterior, en lo que, precisamente y, con ignorante ironía, se llama "la vida".
       C.- Nadie les habla (porque en el materialismo es tabú hablar de eso) del por qué de la existencia, del más allá, ni de la justificación racional de la necesidad de ser buen ciudadano ni de observar las leyes, cuyo único efecto ostensible es el ver limitadas las posibilidades de vivir al máximo.
         D.- Si los jóvenes, precisamente por serlo, no tienen la fuerza
suficiente para cambiar ese estado de cosas y no ven tampoco en qué sentido podrían conducir ese cambio, si pudiesen, puesto que la vida para el materialismo carece realmente de metas que supongan la convivencia sin la explotación y el odio, ¿qué otra postura cabe adoptar que la del pasotismo?
     E.- Si el mundo carece de modelos, de líderes en los que la juventud pueda verse reflejada y a los que se sienta inclinada a seguir o a imitar porque los que se le ofrecen se alejan en muchos aspectos de lo que ella consideraría satisfactorio.
       F.- Si todas las noticias externas a su ser, que les llegan, por
cualquier conducto que sea, (literatura, arte, televisión, prensa, ciencia, entrevistas con personalidades, etc.) no les hablan sino de violencia, de sexo animalizado y sólo como medio de placer, de héroes cuyo mejor mérito consiste generalmente en que matan más que los otros, pero en los que no se vislumbra el menor atisbo de amor, de comprensión, de perdón, es decir, que son tan hipócritas como la sociedad que los está creando.
    ¿Qué opción estamos dejando a nuestros hijos que no sea el "pasar" de nosotros, de la sociedad que les pretendemos legar, de nuestras pretendidas virtudes, de nuestros hipócritas ideales y de todo lo que representamos?

DÍAS 10 á 22
SÜDDEUTSCHE ZEITUNG, Munich, Alemania


NUESTRAS NECESIDADES Y NUESTRO SALDO EN EL BANCO UNIVERSAL

     - Desde luego la vida es un laberinto incomprensible, una selva
donde uno nunca sabe cómo actuar.
     - Nada más lejos de la realidad.
     - ¿Cómo te atreves a decir eso estando el mundo como está?
  - El que el mundo esté así no se debe a que la vida sea incomprensible, sino a que el hombre no la estudia y, claro, no la comprende.
    - ¡No me digas! ¿Es que tú la comprendes? ¿Es que la vida se puede comprender?
     - Completamente.
     - ¿Y te va bien?
     - Desde mi punto de vista me va maravillosamente. Y soy feliz.
     - Explícame ese misterio, por favor.
    - De mil amores. A mí me lo explicaron hace ya tiempo, así que debía este favor a alguien que me lo pidiese.
     - Veamos, pues, qué tienes que decirme para que aprenda a vivir
feliz, como aseguras vivir tú.
      De acuerdo. Empezaré por hablarte de una ley natural, importantísima, que has de tener en cuenta.
    - ¿Qué ley?
    - La Ley de Consecuencia.
    - ¿Y qué tiene de particular?
   - Que no es una ley estática. Continuamente estamos usándola, sin saberlo, al poner en acción nuevas causas que crearán nuevo destino para compensar el destino originado en el pasado.
    - No comprendo.
    - Lo comprenderás enseguida. La ley de Consecuencia está
íntimamente relacionada con otra ley fundamental: La del Renacimiento o de Reencarnación. Todos hemos vivido muchas vidas en el pasado y hemos de vivir aún muchas más en el futuro.
    - ¿Y qué?
    - Pues que, en cada una de ellas hemos puesto en marcha varias
causas, algunas de las cuales están produciendo sus efectos en la vida presente. Es lo que llamamos karma o deudas de destino.       Estamos, pues, sin percatarnos de ello, pagando deudas y recibiendo premios del pasado, que constituyen lo que se suele denominar, respectivamente, mal destino o buen destino.
    - ¿Pero el destino existe? ¿Qué es en realidad?
    - El destino no es más que el efecto de nuestro propio carácter y
nuestro entorno no es sino el espejo en que se refleja.
    - ¿Así de simple?
    - Sí y no. Hay una excepción, digamos cronológica: Puede ocurrir que en la última encarnación nos corrigiéramos determinados defectos y en ésta no estemos viviendo de acuerdo con ese adelanto. Ello se deberá a que están llegándonos los efectos de las causas que pusimos en marcha antes de nuestro mejoramiento. Pero hay que tener claro que toda deuda kármica que se paga una vez, se pagó para siempre, de modo que uno queda libre de ella para todas las vidas futuras.
     - ¿Y cuáles son los defectos de carácter que más dan lugar a esas
consecuencias desagradables?
   - La cólera, el orgullo, la intolerancia, el odio, la venganza, el miedo, la envidia, el egoísmo y la sensualidad.
     - ¿Y qué hay que hacer?
     - Analizar nuestros pensamientos habituales y ver si en ellos
encontramos alguno de esos defectos, aunque sea en grado mínimo.      Y, en caso afirmativo, comenzar a luchar contra ellos.
     - Pero, ¿cómo?
     - Hay dos procedimientos.
     - ¿Cuáles?
   - El cambio de pensamiento y el cambio de acción, ambos en cuanto se refieren a los demás. De los dos el más importante es el primero porque, si conseguimos cambiar nuestros pensamientos, casi automáticamente habremos logrado cambiar nuestras acciones.
     - ¿Crees que si cambio mi pensamiento cambiaré mis actos?
    - Por supuesto. Ten en cuenta que el pensamiento es creador, es el instrumento que los hombres poseemos para crear. Y, una vez formulado, la naturaleza trata de realizarlo, de llevarlo a la práctica.      Los pensamientos, pues, son cosas.
     - ¿Pero cómo funciona eso?
   - En cuanto pensamos algo, creamos una forma mental en el Mundo del Pensamiento y esa forma mental es algo dinámico, es una fuerza. El siguiente paso es que la forma mental desciende al Mundo del Deseo y se envuelve en materia de deseos y de emociones. Desde ese momento pueden ocurrir dos cosas.
     - ¿Cuáles?
   - Que ese pensamiento/deseo nos incline a la acción y, en ese caso, actuaremos en el mundo físico, con lo cual habremos desencadenado una serie de causas y efectos de los que seremos responsables; o que no actuemos, en cuyo caso la forma mental y de deseos quedará en nuestra aura y en nuestra memoria consciente para orientar nuestras futuras actuaciones, estando en todo momento a nuestra disposición para uso inmediato. Pero, aunque no actuemos, si el deseo que lo envuelve es suficientemente fuerte, tratará de realizarse, incluso sin nuestra intervención consciente, y sus efectos aparecerán en nuestra vida, tanto ayudándonos como perjudicándonos, dependiendo ello sólo de la clase de pensamiento y de deseo que formulamos en su día.
      - Es bastante lógico.
    - Por tanto, si deseas cambiar tu ambiente y tu destino, cambia tus pensamientos. Sólo así serás dueño de tu futuro y éste será todo lo hermoso que tú hayas pensado y deseado.
     - ¿Quieres decir que nuestras desgracias las creamos nosotros
mismos?
     - Por supuesto. Algunas nos vienen como lo que se llama "karma
maduro", es decir, como consecuencias, inevitables ya, de acciones
nuestras en vidas anteriores. Pero la mayor parte son simples realizaciones de nuestros pensamientos y deseos o consecuencias de nuestros actos pertenecientes a esta vida.
    - ¿Si yo tengo pensamientos positivos, pues, quedarán en mi aura y me favorecerán?
   - Con toda seguridad. Pero hay que tener en cuenta una cosa.
   - ¿Qué cosa?
   - Que los pensamientos de odio, de venganza, de resentimiento y
especialmente de cólera tienen la virtud de debilitar e incluso desintegrar todas las formas mentales positivas. Tras un acceso de cólera han de pasar varios días para que toda nuestra aura se recomponga y, así y todo, las formas mentales positivas se verán casi sin fuerzas para actuar. Por tanto, nuestro ambiente se resentirá al faltarle la influencia de nuestro "lado bueno".
     - Comprendo perfectamente. Y me surge una pregunta, para mí,
clave.
     - ¿Que es?
    - ¿Cómo puedo evitar los malos pensamientos? Porque eso debe ser lo principal. Y, según tengo entendido, es dificilísimo. Recuerda que todos los santos han tenido que vencer terribles tentaciones.    Piensa en las de San Jerónimo, representadas hasta en numerosos cuadros de pintores célebres.
    - Sí, es cierto. Hay que evitar o, mejor, vencer las tentaciones. Pero para ello hay varios caminos y, entre ellos uno que, seguramente no fue el que utilizaron esos santos, por lo que les costó mucho más esfuerzo.
    - ¡Y qué camino es ese?
    - El se la sustitución.
    - ¿La sustitución? ¿Y eso qué quiere decir?
   - Tú sabes que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio, ¿no? Pues con el cerebro ocurre algo parecido: Le es imposible pensar dos cosas a la vez, no puede concentrarse simultáneamente en dos pensamientos distintos. Por tanto, cuando tengas una tentación, cuando te venga un pensamiento de los relacionados antes o un deseo de la misma especie, piensa en otra cosa, concéntrate en cualquier tontería: En el color de tus uñas, en una silla, en una flor, en un poema, en un chiste... Piensa con toda la intensidad que puedas en esa cosa, investiga sus detalles, párate, por decirlo así, en ese objeto. Y, con sorpresa notarás que el pensamiento inicial, la tentación, ha desaparecido. Si eso lo haces varias veces seguidas, ese pensamiento, esa tentación, se alejará de ti, se disolverá y dejará de constituir un peligro. La habrás vencido.
     - No parece muy difícil.
     - Y no lo es. Te garantizo cien por cien el efecto.
     - Es estupendo.
    - Lo único que necesitarás es el pequeño esfuerzo de voluntad para pensar en esa otra cosa. Nada más. Y ten en cuenta que el sistema sirve, tanto para los pensamientos indeseables como para los deseos del mismo tipo.
    - Desde este mismo momento lo voy a poner en práctica. Te lo
aseguro.
  - Llegados a este punto, quisiera hablarte, para seguir con el objeto de esta conversación, del Poder Interno, de nuestro Dios Interior.
    -¿Pero eso existe?
   - Por supuesto. Pronto lo comprenderás y lo comprobarás. Lo que ocurre es que no lo sabías, como la mayor parte de los hombres, pero está actuando en ti desde siempre.
    - Explícame eso, por favor.
    - Lo que yo llamo tu Poder Interno no es otro que tu propio y verdadero Espíritu, el Yo Superior, esa parte de la vida de Dios que eres tú en el origen y que trata, desde millones de años, de abrirse camino en los distintos mundos y a través de innumerables vidas, para cumplir su objetivo de convertirse en dios creador.
    - ¿Me puedes ampliar todo esto?
   - Claro que sí. Nuestro Yo Superior es el eslabón personal que nos
une a Dios, del que forma parte, y es quien maneja los vehículos que constituyen nuestra personalidad. Piensa, pues, cuán poderoso es tu Yo Superior, tu Dios Interno, si es una parte de Dios. Este Dios Interior, que es omnipotente y posee, en principio, toda la sabiduría divina, envía constantemente mensajes a la mente consciente.
    - ¿Mensajes? A mí no. Yo no recuerdo haber recibido ningún
mensaje de ese tipo.
   - Claro que sí. Esos mensajes nos llegan en forma de intuiciones o
inspiraciones o ideas originales y nos exponen lo que nuestro Yo Superior desea que hagamos. Si les prestamos oído y los ponemos en práctica, pronto se verán los resultados en nuestro entorno: El fracaso se transformará en éxito, los problemas se resolverán, los obstáculos desaparecerán y todo comenzará a funcionar a nuestro favor. Si, en cambio, hacemos caso omiso de las intuiciones y seguimos los deseos extraviados de la personalidad, nuestras dificultades se incrementarán y nuestra vida será más dolorosa.
    - ¿Así de fácil? ¿Y qué he de hacer para escuchar la voz de la
intuición? Porque, reconozco que, a veces la oigo e incluso podría
asegurar que tienes razón y que esa "primera intención" que casi nunca escuchamos, resulta ser luego lo más acertado. Pero, ¿cómo
acostumbrarse a oírla claramente?
    - La mejor manera es aquietar la mente, sobre todo mediante la
quietud absoluta que se obtiene en la meditación. En esos momentos, el Yo Superior puede hablarnos y nosotros oírlo.
    - ¿Y si no se sabe meditar? Porque, yo no estoy seguro de saber
meditar correctamente.
   - Pues te aconsejo que aprendas. Nunca lo agradecerás bastante. Pero, de todos modos, el Yo Superior nos está enviando mensajes
continuamente, aún en los momentos de mayor actividad por nuestra parte. Sólo hay que acostumbrar a la atención a dispararse cuando los capte.
   Y hay aún otro medio por el que ese Yo Superior se comunica con su personalidad.
    - ¿Cuál?
    - La conciencia. Lo que ordinariamente se llama la "voz de la
conciencia". Ésa es su voz y te aseguro que si todos la escuchásemos, nuestras vidas cambiarían rápidamente para bien.
     - ¿Pero es creíble siempre?
   - Siempre. Tú tienes que cultivar en todo momento la fe en tu poder interno, en tu Dios personal, en tu capacidad para transformar tu propia vida, porque lo tienes aunque no lo sepas. Si estableces una conexión entre ese poder y la conciencia, harás posible que tu Ego o Yo Superior envíe sus mensajes más clara y más efectivamente. Si no crees en ese Poder, no lo tendrás. Pero no porque carezcas de él, sino porque habrás creado una forma de pensamiento opuesta a su actuación y, lógicamente, esa forma de pensamiento tenderá a realizarse, como hacen todas. Y, sin esa posibilidad, sin esa fe en tu Dios interno, que no es más que una parte de Dios, irás por la vida sin comprenderla y siendo objeto de toda serie de desgracias y acontecimientos inexplicables.
    - ¿Tan importante es?
  - Es definitivo. Si crees en tu Dios Interno y obedeces las sugestiones e ideas que te envía, desaparecerán como por encanto de tu vida el temor y la ansiedad y su lugar será ocupado por el equilibrio, factor indispensable para el éxito. Perderás el miedo a la vida y hasta a la muerte porque sabrás que todo está ordenado con sabiduría y que el resultado será bueno. Incluso puedes aumentar esos buenos resultados orando a tu Dios Interno: Háblale, cuéntale tus problemas y tus ilusiones y tus necesidades y él te escuchará. Después de eso, deja en su mano los resultados. No le pidas nada concreto. Mediante tu diálogo con Él habrás construido tu forma de pensamiento y, cuando proceda y como proceda, tu Yo Superior se encargará de que se realice. Pero, ojo, a su manera y no a la tuya. Él es infinitamente más sabio que tu personalidad y sabe mucho mejor que ella lo que verdaderamente te conviene. Por eso, contacta frecuentemente con Él, que eres tú mismo, y refuerza esa forma mental que encierra todos los poderes divinos para realizarse, al tiempo que refuerzas también tu contacto con la parte espiritual de tu propio ser.
   - Me estás impresionando verdaderamente
   - Si tienes fe, pues, en ese Poder Interno, gradualmente se
incrementarán tu confianza y tu capacidad para afrontar situaciones que antes te parecían insalvables. Vive, por tanto con fe, con la certeza de que eres Dios y de que todo irá bien si tú así lo deseas y lo crees.
   - ¿Y no hay posibilidad de que ese esfuerzo luego no produzca
resultado, de que resulte vana mi fe?
   - Imposible.
   - ¿Por qué imposible?
  - Porque existe una institución dirigida por los llamados Señores del Destino (que son los encargados de asignar a cada uno la parte de karma que, en cada momento ha de pagar como efecto de las causas que, en su día puso en movimiento con el pensamiento, el deseo o las obras), una especie de Banco Universal, en el que cada uno de nosotros tenemos abierta una cuenta corriente.
   - ¿Una cuenta corriente? ¡No me digas!
    Sí, te digo. Una cuenta corriente en la que continuamente vamos
haciendo ingresos y de la que también vamos sacando cantidades.
   - ¿Cómo, cómo?
   - Lo que te digo: Cada buen pensamiento, deseo, sentimiento o
acción positiva, produce un abono en esa cuenta. Toda tu labor
constructiva, tu disciplina, tu trabajo bien hecho, tus obligaciones
cumplidas, los favores o servicios que haces a los demás y, en una
palabra, todo lo que está de acuerdo con la Regla de Oro: "haz a los
demás lo que te gustaría que te hiciesen a ti y no les hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti"(Lucas 6:31), sin error posible, produce un ingreso en tu cuenta.
    - ¿Y?
  - De vez en cuando, el director del banco acuerda, vistos los ingresos realizados, premiarte con una oportunidad, un éxito, un golpe de suerte, una buena racha, etc. Porque, aunque ordinariamente se cree que todas estas cosas ocurren sin motivo, al azar, debes saber que en la naturaleza no hay ni sucede nada, absolutamente nada, porque sí.
   - Eso de la cuenta corriente me parece muy interesante.
   - Y lo es. Y justo. Y ten en cuenta que ese Banco Universal en el que tienes abierta la cuenta está respaldado por todo el Universo y nunca puede quebrar ni desaparecer ni dejar de funcionar. Nunca, pues, podrás ser defraudado. Ni serás víctima de errores o defraudaciones. Todo está registrado con exactitud y con exactitud produce sus intereses.
   - Está claro.
   - Y si tu buena suerte o tu salud o tus posibilidades no son las que
quisieras, no te quepa duda de que, lo que está pasando es que tu saldo en el banco se ha agotado. Y si haces nuevos ingresos en forma de trabajo constructivo, servicio altruista y propia disciplina, inmediatamente, al tener saldo en tu cuenta, podrás extraer de ella de nuevo bienestar, salud y posibilidades. Ves con ello que tu destino está siendo creado cada día por ti mismo y, por tanto que, si no eres feliz es porque en el pasado no ingresaste nada en tu cuenta o agotaste el saldo que tenías, pero si no eres feliz en el futuro, se deberá a que en estos momentos no ingresas. Tu futuro, la felicidad de tu futuro está, pues, en tus manos hoy. Tú estarás siempre envuelto por las materializaciones de tus pensamientos, actos y deseos, por lo que debes tener presente que si te esfuerzas en modificar rasgos indeseables de tu carácter, en desterrar hábitos egoístas, en tener fe en tu Dios Interno, estarás haciendo imposiciones en tu cuenta, cara al futuro. De otro modo, te verás sin ayuda, sin crédito y a merced de las circunstancias.
    - Es estupendo,. Y tan claro. Y tan justo...
  - Mucha gente cree que repitiendo determinados mantras o adoptando determinadas actitudes o haciendo determinadas cosas supersticiosas, su suerte va a cambiar. Se engañan a sí mismos. Eso no sería justo ni razonable. Y en la naturaleza todo lo es. Lo justo y lo razonable es que, si ahorras, dispondrás de saldo y si no, no. El único efecto que esas prácticas anómalas producen a veces, y muy pocas, no se debe a lo que se dice o a lo que se hace, sino a la forma mental que se crea, al deseo que se formula y a la fe que se pone en el Dios Interno, aunque sea inconscientemente. Pero es mucho más lógico y racional saber cómo funcionan estas cosas y hacerlas del modo adecuado. Y, en este sentido quisiera advertirte una vez más que no debemos pretender que se cumplan nuestros deseos tal y como nosotros los formulamos, porque casi nunca son los mejores ni los más oportunos ni los más apropiados. Si se realizasen todos nuestros deseos seríamos los seres más desgraciados del mundo. Menos mal que nuestro Yo Superior modera esos deseos y, si tenemos saldo suficiente, nos concede lo que pedimos en la forma más conveniente. Porque nuestro Yo Superior trabaja también en ese banco. Y su voz se escucha en él cuando tiene algo que decir en favor nuestro - Cada vez me convences más.
    - Conociendo el sistema, sólo tienes que ajustarte a él: Si quieres
recibir, antes debes dar. Si compartes lo que tienes, abrirás un canal por donde te llegará mucho más. Si no haces tú el primer movimiento, el canal permanecerá cerrado. "Dad y os darán: Os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán con vosotros", dice Lucas (6:38). La comprensión y asimilación de esta Ley natural y el esfuerzo inteligente por obedecerla traerá un cambio favorable a todos tus asuntos. A esta regla de oro debes añadir la antes enunciada, comprendiendo que tú debes hacer el bien, sin tener en cuenta lo que los demás te hagan, puesto que ellos también tienen su cuenta
abierta en el mismo banco y recibirán su castigo cuando se queden sin saldo. No extraigas tú innecesariamente existencias de tu propia cuenta mediante sentimientos de odio o de aversión o de venganza.    Es irracional y es una lástima. Deja que cante su saldo. Tú dedícate a lo tuyo y envíale a tu antagonista pensamientos de amor, de comprensión y de ayuda, que bastante desgracia tiene. Comprende de una vez para siempre que no hay relación de causa a efecto entre la conducta de los demás y tu conducta.
  - Nunca creí que pudiera aprender tanto en una sola conversación.
  - Aún quisiera darte algunos consejos que te ayudarán a robustecer tu personalidad y tu éxito en la vida.
   - ¿Y cuáles son?
   - Persigue el bien en todo lo que hagas y nunca el mal. El buscar lo bueno te hace crear una forma mental que, con el tiempo, se convertirá en un bien mayor, más éxito y ambiente más favorable. El hábito de ver el bien o el lado o la porción de bien en cada cosa es como empujar una bola de nieve por una ladera: Al principio es pequeña, pero si persistimos, pronto se convierte en algo inmenso, imparable. Y tu saldo en el Banco Universal se verá rebosante. Y tu crédito no tendrá fin.
   - ¿Otro consejo?
   - Alaba todo lo bueno que veas en lo demás, en sus actos, en su
persona. Y no critiques lo feo o lo malo o lo negativo. Tú mira y ve sólo lo bueno, lo positivo, y resáltalo siempre.
   - ¿Hay más consejos?
   - Sí. Varios.
   - Sigue, pues. Me tienes en ascuas, pues todo lo que has dicho es tan nuevo y tan impresionante...
   - Primero: Agradece cada día a tu Dios Interno todo lo que
continuamente hace por ti. Ten en cuenta que todo, absolutamente todo lo que eres y tienes y quieres ser, viene de Él. Segundo: Perdona. Perdona siempre. El perdonar es científico: Disuelve las formas mentales negativas de odio, de venganza, de mala voluntad, que hayamos podido hacer, e impide su materialización. Y ten en cuenta que el rencor, la envidia y la venganza han hecho desgraciadas millones de vidas.
    - Es cierto.
  - No lo sabes bien. El odio es la fuerza más destructiva del universo.
   Y la venganza, la más mortal de las pasiones porque impide radicalmente todo éxito. Te ocurra, pues, lo que te ocurra; te hagan lo que te hagan, no abrigues nunca pensamientos de odio o de venganza, ni siquiera de revancha. Perdona al agresor y rodéalo de amor. Ya se encargarán las leyes naturales de negarle todo crédito cuando más lo necesite. Por eso las Escrituras nos dicen: "Mía es la venganza, dice el Señor". Y Lucas añade en 6:27: "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os injurian".
   - Sí. Es maravilloso.
  - Aún te voy a dar otro consejo, en relación con esto: Trata de hacer la voluntad de los otros cuando ello sólo suponga acallar tu orgullo o tu propia estimación. Recuerda que "voluntad propia es amor propio" y el amor propio es el origen de muchas situaciones negativas que restan rápidamente saldo de tu cuenta. Haz las paces, da la razón a tu antagonista, trata de comprenderlo y, no sólo no habrás restado saldo, sino que estarás haciendo un ingreso importante en tu cuenta particular.
   Déjate convencer porque no siempre tienes razón. Tú no eres perfecto y, por tanto, has de admitir tus errores sin ningún bochorno. Lo bochornoso es creerse perfecto sin serlo.
    - Tienes toda la razón.
    - Hay otro tema importante a tratar.
    - Lo espero con ansiedad.
    - Se trata de la confesión.
   - ¿La confesión? ¿Te refieres a contar los pecados a un sacerdote?
    - Sí y no. Lo que la confesión ante el sacerdote tiene de científico es que, si hay verdadero propósito de enmienda, si hay verdadero
arrepentimiento, ello disuelve el recuerdo del error de que se trate de la memoria propia y del registro del banco, abonándosenos de nuevo lo que se nos había cargado en su momento.
    - ¿Cierto? ¿Y por qué?
 - Porque cuando hacemos algo indebido, aunque no lo reconozcamos, se produce en nuestro interior un desequilibrio, una tensión, que no desaparece a no ser que la anulemos mediante una fuerza equivalente pero contraria, que es el propósito de la enmienda y de restitución, el sentir el dolor que causamos y el arrepentirnos sinceramente de nuestra actuación. Eso y sólo eso restaura la paz en nuestro interior y nos deja como antes de cometer el acto o crear el pensamiento o formular el deseo en cuestión. O, mejor dicho, nos deja mejores de lo que éramos entonces, porque hemos aprendido esa lección y, la próxima vez, nos resultará más
fácil vencer la tentación de repetir nuestra actuación negativa.
   - ¿Entonces me aconsejas que me confiese?
 - Si deses hacerlo ante un sacerdote, puedes hacerlo, lógicamente. Y te hará bien. Pero lo fundamental ya te lo he dicho. Yo te aconsejaría dos cosas: Primera, que cogieses un papel y un bolígrafo y escribieses en él todo lo que, a lo largo de tu vida, te ha dejado esa desazón de que hemos hablado, todo aquello de lo que te avergüenzas, todo lo que quisieras no haber hecho o dicho o pensado. Todo. Y con toda sinceridad. Después de eso, léeselo a tu Yo Superior sintiendo esa vergüenza y ese dolor y ese arrepentimiento y proponte firmemente restituir, si procede.    Luego rómpelo y desazte de él. Con ello te habrás liberado de ese peso para toda la vida y habrás hecho un buen ingreso en tu cuenta corriente. Y segunda:
    Cada noche, antes de dormirte, repasa en orden inverso, es decir, desde el momento de acostarte hasta el de levantarte (con el fin de que veas cuántas veces al día recaen sobre ti mismo las consecuencias de tus propios pensamientos, palabras y actos, buenos o malos), todo lo que has pensado, dicho o hecho que haya supuesto dolor o daño para alguien.
  Arrepiéntete con sinceridad y proponte rectificar, restituir si procede, pedir disculpas si es el caso. Y luego olvídalo. Si practicas este ejercicio cada noche con sinceridad, sin engañarte a ti mismo tratando de justificar tu actuación, te aseguro que, en unas semanas, serás otra persona en la que nadie verá la que eras poco antes. Y tu vida empezará a cambiar para bien y tu entorno se volverá amable y tus posibilidades crecerán y todo comenzará a sonreírte como nunca antes lo había hecho. Pruébalo.
    - Lo prometo.
  - Ten en cuenta siempre también que es imposible un éxito verdadero y un sentimiento de felicidad sin gozar de determinado nivel de salud. La salud, pues, es un elemento determinante en la vida. Y esa salud emana siembre y únicamente del Yo Superior. Por tanto, si permitimos que, entre nuestro Yo Superior y nuestros vehículos inferiores (físico/etérico, emocional y mental) se interponga algo negativo, el resultado será un deterioro de la salud, bien física, bien emocional, bien mental. Si creamos formas de pensamiento destructivas como las de miedo, sensualidad, cólera, odio, egoísmo, etc. antes citadas, que no hacen sino limitar esa comunicación, y nos dejamos llevar por la creencia de que el mal va a poder con nosotros, realmente podrá. Pero sólo porque nosotros lo hemos creído así, encarcelando a nuestro Yo Superior.
   - Es perfectamente comprensible. Pero, ¿entonces basta con creer
para obtener las cosas?
  - Basta con creer en el poder de nuestro Dios Interno y hacer posible su acción sobre nuestros vehículos inferiores. Basta convencerse, pero de verdad, de que nuestra felicidad está siempre en nuestra manos, y crear las necesarias formas de pensamiento de fe, de fortaleza, de optimismo, de éxito, de seguridad en que todo actúa para el bien y de que todo lo podemos obtener. Todas esas formas mentales se sumarán, se aglutinarán y darán lugar a una forma mental de enorme potencia, prácticamente invencible, si sabemos alimentarla continuamente. Esa potentísima forma mental podrá en todo momento perforar el muro que separa nuestro Yo Superior de sus instrumentos. Basta con cambiar, uno a uno nuestros hábitos de pensamiento y acostumbrarse a utilizar la imaginación para crear formas mentales de salud, de éxito, de felicidad, de serenidad y, como por arte de magia (realmente se trata de un acto de magia), aparecerán la salud y la alegría y el éxito, y desaparecerá el temor y cambiará el entorno y todo ello nos traerá el éxito. No falla. Es una ley natural.
  - Es asombroso. Y racional, teniendo en cuenta la Ley de Causación, claro.
   - Sí. Por otra parte, considera que la felicidad, en última instancia, es un estado mental. Todo lo externo, lo físico, sólo influencia nuestra felicidad si le hemos permitido afectar a nuestras formas de pensamiento.
   Pero las formas de pensamiento, por su propia naturaleza tienden a envolverse en materia emocional. Por eso, si pensamos en felicidad y alegría y seguridad, eso es lo que sentiremos; pero si pensamos en fracaso, angustia y tristeza, también eso será lo que experimentaremos, aunque poseamos grandes riquezas y magníficas oportunidades. La felicidad, repito, depende sólo y exclusivamente de la mente, de modo que, dominando la mente como indicado, sentiremos la felicidad de modo natural y espontáneo. Y una última recomendación:
    - ¿Cuál?
   - Si, a pesar de eso, en algún momento te ves en un apuro y tu valor flaquea y te da la impresión de que todo se hunde en tu rededor, no lo dudes: Eleva tu pensamiento a tu Dios Interno, que es Dios. No pienses en otra cosa. Y Él se encargará de enderezar la situación. No tengas la menor duda.
   - ¡Qué maravilla!
   - Piensa en Dios y cumple con tu deber. Porque, lo que nos es
totalmente imposible es engañar a Dios. Cumple tus deberes. Con todas tus fuerzas, con toda honestidad, con toda tu ilusión... y piensa en Dios. Y está seguro de que todo, todo te saldrá bien.

DÍAS 23 á 31
RADIO TELE LUXEMBURG, Luxemburgo


QUÉ PASA TRAS LA MUERTE

     - Lo más triste de la vida es que se acaba. Y luego, además, no
sabemos lo que viene.
    - ¿Cómo que no?
    - ¿Tú lo sabes?
    - ¡Claro! Yo y muchísimas personas más.
    - ¿Quiénes?
    - Todos los que se han interesado por saberlo.
    - ¿Y me lo podrías explicar?
   - Si te interesa, por supuesto. Está todo perfectamente investigado y estudiado.
    - Pero, ¿quién lo ha investigado?
   - Multitud de personas que han desarrollado la clarividencia, que no es nada sobrenatural, sino una facultad que todos alcanzaremos a lo largo de nuestra evolución y que, cada día, hay más personas que la poseen.
   - ¿Y es una facultad natural?
   - Es una facultad natural, como lo es la vista, que tampoco todos
hemos desarrollado en el mismo grado, ¿no? Tú sabes que los pintores suelen ver colores y matices que los profanos no vemos. Y que los músicos distinguen sonidos inaudibles para los demás. Y que los gurmets saben clasificar los sabores y distinguir una cosecha de vino de otra con gran facilidad. Y que los ciegos de nacimiento aprenden a leer el Braille con mucha más rapidez y perfección que los otros ciegos y que a los que tenemos vista nos resulta dificilísimo.
    - Es cierto. Lo que ocurre es que, como se trata de cosas tan
desconocidas...
   - Desconocidas para los que no se interesan por ellas. ¿Es más
desconocido para ti el Purgatorio, por ejemplo, que la física cuántica?
   - Honradamente, las dos cosas me son igual de extrañas.
   - Lo que ocurre, pues, es que la gente no se ha preocupado
generalmente por estos temas ni, por tanto, se ha esforzado por desarrollar las facultades que hacen posible su estudio directo.
   - Tienes razón. Y, después de esta aclaración, por favor, háblame de todo ese tema, que lo tengo confusísimo y, sin embargo, considero que es muy importante.
  - Y tan importante. Imagina que una persona se tiene que ir a vivir a otro país por el resto de su vida y no se preocupa lo más mínimo por averiguar nada sobre él: Cómo se vive allí ni cuáles son las condiciones sociales, económicas, culturales, de trabajo, climáticas, alimenticias, etc.
    ¿Te parecería inteligente una postura así?
   - Me parecería que estaba loco o que era un irresponsable.
  - Pues esa es la postura de la mayor parte de la Humanidad ante la
muerte y, sobre todo, ante lo que hay después. Todos saben que han de hacer ese viaje y que han de ir a vivir a un mundo nuevo y, sin embargo, no hacen el menor esfuerzo por prepararse para que la vida allí sea una vida lo más agradable posible, libre de sobresaltos y de sorpresas.
   - Está claro. Es que la gente cree que, una vez "allí", todo está
solucionado.
   - Pues no es así. Donde hay que solucionarlo es aquí. Y,
precisamente esa desidia, ese "ya veremos", esa dejadez, luego produce grandes dolores y grandes problemas a los faltos de interés.    Porque el otro mundo pertenece también a la naturaleza y, por tanto, tiene sus leyes y sus procesos y su todo, como este mundo. Y, lo mismo que en este mundo el que abre los ojos y aprende y se prepara, luego vive mejor, allí ocurre exactamente igual.
   - Explícame, pues, lo que sepas sobre todo lo que ocurre al otro lado, desde el momento de la muerte.
   - Primero habremos de convenir cuál es el momento de la muerte.
   - ¿Qué no está claro?
   - No. No está nada claro para los hombres.
   - ¿Por qué?
   - Para responderte tendré que hablar antes de otras cosas, ¿de
acuerdo?
   - De acuerdo.
   - Tú sabes que, aparte de tener un cuerpo físico, que es del que
estamos más conscientes, puesto que durante las horas de vigilia tenemos centrada en él la conciencia, poseemos un cuerpo etérico, un cuerpo de deseos o astral y un cuerpo mental, ¿no?
   - Sí, lo sabía.
  - Pues bien, te he de decir aún dos cosas al respecto. La primera es que el cuerpo físico y el cuerpo etérico pertenecen los dos al Mundo Físico.
   - ¿Y eso por qué?
   - Porque lo que se llama el Mundo Físico que, lógicamente, está
formado por materias de este plano, el físico, se divide en dos grandes Regiones: La inferior, la más densa, formada por los sólidos, los líquidos y los gases y que se llama Región Química; y la superior, la segunda, la menos densa, formada por materia etérica estructurada en cuatro zonas de densidad decreciente y que se llama Región Etérica. Las sustancias que componen cada una de estas zonas o subplanos de la Región Etérica son, respectivamente, el Éter Químico, el Éter de Vida o Vital, el Éter de Luz o Luminoso y el Éter Reflector.
   - ¿Y la segunda cosa que querías decirme?
   - La segunda es el aclararte que cada uno de nuestros cuatro
vehículos posee un átomo-simiente.
   - ¿Y eso qué es?
  - Bueno. Cada cuerpo es nuevo en cada renacimiento, en cada vida, ¿no?
   - Sí, claro.
   - Pero los renacimientos son, precisamente, para evolucionar.
   - Sí.
   - Pues eso sería imposible si no guardásemos memoria o archivos o registros o como quieras llamarlos, de todas y cada una de nuestras vidas.
   - Es lógico.
 - Ese es, precisamente, el papel de los átomos-simiente: El conservar toda nuestra historia, desde que nacimos a la existencia en el remotísimo Período de Saturno, hasta hoy día; y el servir para preparar cada nueva vida, aglutinando en torno a sí mismo las materias de cada plano o mundo en el que poseemos un vehículo, para fabricar éste con materia suya que responda a todos los adelantos que hayamos alcanzado en vidas anteriores.
   De ese modo, en cada encarnación, comenzamos con el bagaje que hemos logrado hasta entonces, como si cada vida no fuese más que un día de clase. ¿Comprendes?
   - Sí. Está claro. Y es comprensible que así sea.
  - Por eso los átomos-simiente son los mismos siempre, mientras que los cuerpos cambian cada vez.
   - Lo comprendo. ¿Pero dónde están esos átomos-simiente durante la vida en este mundo?
   - El átomo-simiente del cuerpo físico se sitúa en el vértice inferior del ventrículo izquierdo del corazón; el del cuerpo etérico, que es también etérico, en el plexo solar del cuerpo vital; el del cuerpo de deseos, en el lugar que en el cuerpo físico ocupa el hígado; y el del cuerpo mental se ubica en el emplazamiento físico del seno frontal.
   - ¿Y siempre están allí?
   - Casi siempre. Pero lo más importante es que están todos ellos
unidos.
   - ¿Unidos cómo?
   - Por medio de lo que se llama el Cordón de Plata.
   - ¿Y qué es eso?
  - No te lo voy a explicar con detalle ahora porque no es nuestro tema.
   Baste decirte que es una especie de hilo o tubo pulsante, elástico hasta límites increíbles, de color plateado y formado, según el tramo de que se trate, de materia etérica, de materia de deseos o de materia mental, y que sirve para comunicar el espíritu con todos y cada uno de sus vehículos y a éstos entre sí.
   - Ya comprendo.



LA MUERTE
    - Pues bien. Ahora ya estoy en condiciones de explicarte lo que es la muerte.
    - Entonces, adelante.
   - La muerte clínica no es más que la consecuencia de la rotura del
átomo-simiente del cuerpo físico, que produce el paro cardíaco.
   - ¿Y eso no es la muerte definitiva?
   - No. Pero produce unos efectos muy conocidos e interesantes.
   - ¿Cuáles?
   - Apenas se para el corazón, el átomo-simiente del cuerpo físico,
junto con los vehículos etérico, de deseos y mental con sus átomos-simiente, salen del cuerpo físico. Los clarividentes los pueden ver
abandonándolo por la sutura entre los parietales y el occipital, formando como una espiral ascendente de humo muy tenue.
   - ¿Y qué ocurre?
   - Pues que, como el Cordón de Plata no se ha roto, quedan todos
flotando sobre el cuerpo físico, como si se tratase de un globo cautivo.
   - ¿Y qué más?
  - En ese mismo momento, todas las vivencias de la vida que acabó y que estaban grabadas en el átomo-simiente del cuerpo físico, en el corazón, comienzan a copiarse, como si de una cinta informática se tratase, en el átomo-simiente del Cuerpo de Deseos. La grabación, sin embargo, se realiza en orden inverso, es decir, empezando por los últimos acontecimientos y terminando con el nacimiento y la gestación.
   - ¿Y qué hace mientras el muerto?
   - El muerto no hace nada. Simplemente, ve pasar las escenas, las
reconoce como pertenecientes a su propia vida pero no siente ninguna emoción al verlas. Es como si viera una proyección cinematográfica que le interesa y a la que presta atención, pero que no le produce ninguna emoción.
   - ¿Y cuánto dura?
   - Eso es importante. Dura lo que, en condiciones normales, esa
persona hubiera resistido ininterrumpidamente despierto. Por eso, la
grabación oscila entre unas horas y varios días. Puede decirse que, como máximo, a los tres días y medio ha concluido.
   - ¿Y qué importa lo que pudiera permanecer despierto?
   - Es que durante la grabación es fundamental, es absolutamente
necesario, que el interesado preste la máxima atención. Por otra parte, en esos momentos, el muerto está como cuando estaba durmiéndose, con el cuerpo de deseos fuera del físico y sintiendo la modorra del sueño, contra la cual hace falta un esfuerzo de voluntad. Y en eso hay quien resiste más y quien se duerme enseguida.
   - ¿Y por qué es tan importante esa atención del interesado?
   - Porque esa grabación es la que servirá luego en los mundos
superiores, para revivir la vida a que se refiere y extraer de ella las
enseñanzas que contiene.
   - ¿Entonces?
   - Si la grabación no se realiza con la atención debida por parte del
interesado, se puede llegar a perder parte de ésta o la totalidad, con lo que la última vida habrá sido una vida inútil, perdida totalmente a efectos de evolución, porque de ella el Espíritu no podrá extraer ninguna experiencia ni ninguna enseñanza.
   - ¿Y qué cosas pueden impedir la grabación en todo o en parte?
   Porque, me da la impresión de que ahí está la clave.
   - Exactamente. Son varias, muy ignoradas todas y de gravísimas
consecuencias, tanto para el interfecto como para los causantes de la interferencia.
   - Claro. Y tan graves. ¿Pero cuáles son?
   - Pues son todas aquellas conductas o circunstancias que puedan
distraer la atención del muerto y desviarla de la contemplación del
panorama de su vida. Por ejemplo: Los gritos histéricos, los llantos, las muestras ruidosas de dolor, los tumultos, las multitudes reunidas, los aplausos, la muerte por accidente, o en la guerra, etc.; y, además, las autopsias, la cremación, las incisiones, los embalsamamientos con extracción de vísceras, etc.; en general, cualquier cosa que pueda distraer la atención del "muerto".
   - ¿Pero es que uno siente en esos momentos?
  - En esos momentos, lo único que el muerto no puede hacer, porque todos los vehículos han salido del cuerpo físico, es mover éste. Pero oye lo que se diga en su entorno y siente lo que se le haga al cuerpo físico y, además, experimenta en su cuerpo astral todo el dolor, la pena y la lástima que sienten sus allegados. Y todo eso le impide centrar su atención.
   - Es lógico. Pero has citado los accidentes.
 - Sí. La muerte en accidente, aparte de que supone una interrupción prematura de la vida, es decir, antes de lo previsto, va generalmente rodeada de ruidos, gritos, nerviosismo, histeria, miedo, dolor, etc. y todo ello influye negativamente en la grabación.    Lo mismo ocurre con las muertes acaecidas en el frente de batalla o durante los bombardeos de las ciudades.
   - ¡Es terrible! ¿Entonces esas vidas se han vivido en vano?
  - Completamente. Y, en teoría, habría que repetirlas: Volver a nacer y vivirlas de nuevo. Pero eso resultaría ya imposible, pues las personas con las que nos hemos relacionado, sobre todo los familiares, no volverán a renacer hasta que, según sus evoluciones individuales proceda, y ya se combinaron en su momento sus encuentros con nosotros en la vida recién vivida. Así que sería una vida perdida si no se hubiese adoptado una medida un tanto original.
   - ¿Por quién y qué medida?
   - Por las Jerarquías que rigen nuestra evolución. En cuanto a la
medida consiste en que, la próxima vez que el afectado renazca, morirá durante la infancia, antes de los catorce años, en que uno empieza a ser responsable de sus actos; luego irá al Primer Cielo, donde se le enseñarán las lecciones que se perdieron, y siempre, algunas más; y, una vez aprendidas, en un plazo que oscila entre uno y veinte años, volverá a nacer, generalmente en el seno de la misma familia donde vivió como niño, aunque no siempre. Eso produce dos efectos curiosos: Por un lado el que haya padres que lloran a su niño muerto cuando éste les acaba de renacer como otro hijo y lo tienen a su lado; y, por otro, el que hay frecuentemente
niños que recuerdan a sus padres de la vida que dejaron en la infancia y hasta algunas veces los encuentran y los reconocen, con el consiguiente problema que nadie se explica.
   - Es asombroso. ¿Pero entonces, la mortalidad infantil?
   - Sí. Se debe en gran parte a causas realmente ajenas a las que se
creen.
   - Pero en Occidente está disminuyendo, ¿no?
  - En Occidente, sí. Pero, ¿y en el resto del Planeta? ¿Qué me dices de Hispanoamérica y de África y de la India?
   - Es cierto. Pero son otras razas, ¿no?
  - Es que las razas no son más que accidentes. Todos somos Espíritus Virginales, todos somos seres humanos y todos pertenecemos a la misma oleada de vida. Por tanto, puede uno renacer en una raza distinta, morir en la infancia y luego reincorporarse a su raza anterior.
   - Claro, no se me había ocurrido.
   - Pero vamos a lo nuestro. Una vez terminada la grabación en el
átomo-simiente del Cuerpo de Deseos, el Cordón de Plata se rompe y entonces la muerte ya es definitiva y nadie puede volver a la vida ese cuerpo. Hasta entonces, al estar aún intacto el Cordón de Plata, se puede hacer volver a entrar en el cuerpo físico los vehículos superiores y el Ego o Espíritu, bien mediante el boca a boca, bien mediante el masaje cardíaco, bien mediante el electroshock, los fármacos o cualquier otro medio científico, todos los cuales producen considerable sufrimiento al interesado porque su Espíritu y sus vehículos superiores se ven vertiginosamente catapultados en el cuerpo físico, en contra de los procesos naturales. Otra cosa es cuando el regreso se produce "milagrosamente", como en las "resurrecciones" del Evangelio o las realizadas por algunos santos, pues en esos casos se utilizan procedimientos que manejan energías apropiadas que no interfieren con el proceso natural.
    - ¿Entonces no es aconsejable reanimar a los que han sufrido un
colapso cardíaco, por ejemplo?
    - Claro que sí. Los médicos no son sino medios, instrumentos
voluntarios y generalmente de una entrega y abnegación que no se dan en otras profesiones, dedicados a defender la vida. Lo que ocurre es que, al mismo tiempo, son seres libres y, en el uso de esa libertad, pueden excederse. Lo normal, sin embargo, es que sepan darse cuenta de cuándo procede actuar en tal sentido y cuándo es aconsejable dejar que la naturaleza cierre su ciclo. Ten en cuenta que alrededor de todo esto hay mucho más movimiento del que se sospecha.
   - ¿Qué quieres decir?
  - Pues quiero decir que, por ejemplo, sobre cada hospital hay siempre un ángel de gran rango y poder que supervisa lo que ocurre en él y tanto él mismo como sus subordinados trabajan permanentemente en ese hospital ayudando a los médicos mediante ideas, iluminaciones, inspiraciones, ánimo, voluntad para vencer el cansancio, entrega hasta el límite para salvar una vida, discernimiento para no intervenir y dejar actuar a la naturaleza, etc. Y, en cuanto a los enfermos, allí están, aparte de los ángeles de la guarda de cada uno, las huestes que responden a las oraciones, a las peticiones de auxilio, de consuelo, de amor. Te puedo asegurar que en un hospital hay más seres de las oleadas de vida anteriores a la nuestra que de la nuestra. Eso en cuanto a los que desean el bien.    Pero a ellos hay que añadir los que, llevados por los propios enfermos o sus parientes, vibran negativamente.
   - ¿Y por qué están allí?
  - Porque los ángeles y arcángeles, así como los Señores de la Mente, evolucionan actuando sobre nosotros, lo mismo que nosotros sólo podemos evolucionar actuando sobre las oleadas de vida que nos siguen, es decir, los animales, los vegetales y los minerales.
   - Comprendo. Pero nunca lo hubiera imaginado.
   - Sí. Un hospital es un campo de aprendizaje único. Y los médicos
son seres privilegiados que, por razones kármicas han decidido dedicar su vida a salvar las de otros y, como eso es positivo, tienen en mayor escala que otros profesionales, la asistencia de los planos superiores, siempre que sus propósitos sean los que se esperan de ellos.
   - ¡Es todo tan lógico! Pero la muerte no deja de ser algo triste y
doloroso.
   - Ni es triste ni dolorosa.
   - ¿Cómo que no?
  - No. No es triste. La hacemos triste los parientes y allegados.    Pero sólo manifestamos con ello nuestra tristeza, no la del muerto. Y esa tristeza nuestra no es generalmente por amor al que se va, sino una consecuencia directa de nuestro propio egoísmo, un subproducto del sentimiento ese de:
    "¿Qué haré ahora sin él? ¿Qué va a ser de mí? ¿Cómo voy a vivir? ¡Qué sólo me voy a quedar!". Pero, en términos generales, esa tristeza de la muerte nunca proviene del sentimiento de: ¡Qué desgraciado es! o ¡Cuánto debe estar sufriendo! o ¡Qué mal lo va a pasar! Eso cuando nuestra actitud no responde sólo a una pose, a una representación que hay que hacer frente a los presentes.
    - Es verdad.
    - En cuanto a la muerte en sí, al acto de morir, es decir, de que los vehículos salgan del cuerpo físico, no es en absoluto doloroso, sino todo lo contrario.
   - ¿Qué me dices?
   - Lo que te digo. Ten en cuenta que el cuerpo físico, aunque no
seamos conscientes de ello, es algo pesado e inerte. Te das cuenta, por ejemplo, durante la meditación profunda, en que estás libre de él, o cuando sales de ella demasiado deprisa y compruebas lo que "pesa" el cuerpo, el esfuerzo tan grande que hay que hacer para mover un sólo dedo. De modo que, al quedar libre del cuerpo físico, por un lado, experimentamos una sensación de ligereza, de pérdida de peso maravillosa y, por otro, casi siempre, lo mismo que nos ocurre al nacer aquí, hay en el otro lado algún pariente o amigo que ya se fue, esperándonos con alegría y con los brazos abiertos.
    - ¿Así es?
  - Así es. Ten en cuenta que lo que aquí es muerte, allí es nacimiento.
   Y cada vez hay más gente que lo sabe. Supongo que habrás leído lo que cuentan todos los que han estado clínicamente muertos y han vuelto a la vida, ¿no?
   - Sí.
  - Pues todos ellos vieron el panorama de su vida pasar ante su vista, todos tuvieron la sensación de pérdida de peso y de ligereza y todos ellos encontraron allá parientes o amigos o seres luminosos y llenos de amor que acudieron a recibirlos al otro lado de la frontera.    Hasta el punto de que todos los que han tenido tal experiencia aseguran haber perdido totalmente el miedo a la muerte.
   - Es verdad.
   - Ya te digo que todo esto, aparte de los testimonios de los que han pasado por ello, está perfectamente investigado. Porque lo mismo que hay investigadores de los fenómenos físicos, a los que llamamos científicos, también los hay de los fenómenos que llamamos suprafísicos. Pero, ¡ojo!, "los llamamos". Porque ellos son tan naturales y tan normales y tan estudiables e investigables como los que estudian los llamados científicos.
  Lo único que hace falta, como aquí, son los instrumentos adecuados. Y para investigar estos hechos, el instrumento es la clarividencia, el desarrollo, un poco más allá de lo normal, de la vista y de la intuición.
   Bien. Sigamos
   - Vamos a ver.
   - Apenas, pues, se ha roto el Cordón de Plata, los éteres inferiores del cuerpo vital quedan flotando a unos dos metros por encima del cuerpo físico . Y el espíritu, con el cuerpo de deseos y el mental, penetra en el Mundo del Deseo o Astral.
   - ¿Y qué ocurre con esos dos éteres?
  - Como el cuerpo vital o etérico es una reproducción exacta, átomo por átomo, del cuerpo físico, esos dos éteres, el Químico y el Vital, adoptan la forma del cuerpo físico, enterrado en la fosa o encerrado en el nicho, y se descomponen sincrónicamente con él.
   - ¿Cierto?
  - Certísimo. Si vas a un cementerio una noche de luna llena y bordeas una tumba reciente, de alguien fallecido menos de cuatro días antes, podrás ver la forma de un cuerpo flotando como algo etéreo, mecido por el viento, casi luminoso, sobre la tumba. Es, por supuesto, el cuerpo vital, mejor dicho, los dos éteres inferiores.
   - Resulta tétrico.
  - Si sabes lo que ocurre, no. Sólo da miedo lo que no se conoce.    Pero, ¿te imaginas las consecuencias?
   - ¿Las consecuencias de qué?
   - De enterrar a los muertos.
   - ¿Qué consecuencias produce?
  - Varias, todas negativas. En primer lugar, el que los cuerpos vitales (los dos éteres inferiores) se descompongan allí, atraídos por el cuerpo físico, produciendo una polución increíble del ambiente pues, como recordarás, el cuerpo etérico pertenece a la Región Química del Mundo Físico. ¿No has notado que en los cementerios huele de una forma especial?
   - Sí.
   - Pues no es de los cadáveres físicos, que están enterrados y bien
enterrados, sino de los cuerpos etéricos que están allí flotando al viento en plena descomposición y a través de los cuales vamos caminando.
   - ¡Qué horror!
   - El horror es para los clarividentes. Imagínate lo que es ir a un
cementerio y ver miles de cadáveres en distinto grado de descomposición.
   - Es de pesadilla.
  - Sí, lo es. Y aún hay otro efecto, más negativo si cabe, de enterrar a los muertos.
   - ¿Cuál?
  - Que muchos de los que han muerto, una vez pasados los primeros momentos, los de la luz y la recepción, entran, como luego veremos, en el astral inferior o Purgatorio. Y allí, si al morir estaban muy pendientes de las cosas de la vida, como lo único que les ata a ella es el cuerpo físico, son atraídos magnéticamente por él mientras se descompone y rondan por los aledaños de su tumba. Por eso hay mucha gente que ha ido al cementerio a visitar a un pariente y lo ha visto realmente allí, sencillamente porque es parcialmente clarividente o porque la emoción del momento, sumada a la del muerto, ha provocado una ráfaga de clarividencia.
   - Ahora comprendo las historias de fantasmas en los cementerios.
   - Sí. Son cosas totalmente normales, que no tienen ningún valor
espiritual ni sobrenatural. Simplemente se trata de que el muerto no se ha dado cuenta de que ha muerto o no lo quiere aceptar y queda pegado a su cuerpo. Y allí estará hasta que alguien le convenza de lo que ha ocurrido o eleve sus pensamientos a otros planos y comience su periplo ascendente por el Mundo del Deseo. Pero sigamos con el tema.
    - Perdona un momento. Pero, ¿qué ocurre con la cremación?
   - Muy buena pregunta. Verás. Si la cremación se realiza antes de que la grabación de la vida que acaba de terminar se realice en su totalidad, estaremos en el caso de la vida perdida, con las consecuencias que hemos dicho, porque la cremación destruye los éteres inferiores del átomosimiente.
    Pero si esa cremación se lleva a cabo después de pasados tres
días y medio, no sólo no se causa ningún daño ni ningún dolor al muerto, ni se retrasa su evolución que puede seguir normalmente, sino que además, como los dos éteres inferiores del cuerpo vital pertenecen a este mundo, al quemar el cadáver, se descomponen también, de modo que el muerto no se puede sentir atraído por el cuerpo físico y asciende más rápidamente adonde proceda según su estado evolutivo, en lugar de pasarse años paseando tontamente, por el cementerio o por su antiguo hogar, asustando, sin saberlo y sin pretenderlo, a los que lo ven. Y, por supuesto, se elimina la polución.
   - ¿Entonces es aconsejable la cremación pasados esos tres días y
medio?
   - Es la forma más aconsejable de ayudar a los muertos. Y esto ya se ha visto, por ejemplo, en Estado Unidos donde la legislación ya prevé la cremación después de los tres días y medio, de quienes así lo soliciten, bien en su testamento, bien por medio de sus parientes o allegados. Y no tardará mucho en generalizarse porque lo que estamos haciendo ahora, o deja cautivo al muerto de su cuerpo en descomposición o, si lo quemamos antes del plazo, lo obligamos a nacer de nuevo, morir de niño y volver a nacer, con una pérdida enorme de tiempo y de evolución y con las consiguientes responsabilidades kármicas para los que practican o legalizan ese sistema. Pero sigamos con lo que estábamos.

   - De acuerdo.


EL MUNDO DEL DESEO
   - Tengo que hacer otra digresión para que comprendas lo que te diré luego.
    - Hazla, te sigo.
  - Tú sabes que, cuando tenemos la conciencia centrada en el Mundo Físico, es decir, durante las horas de vigilia en este mundo, poseemos cinco sentidos, que son las ventanas, las únicas ventanas a través de las cuales el Espíritu evolucionante puede conocer el Mundo Físico y obtener información sobre él.
    - ¿Y cuando no son horas de vigilia?
   - Durante el sueño tenemos centrada la conciencia en el Mundo del Deseo, donde se encuentran nuestros vehículos superiores. Por eso lo que vivimos allí, los sueños, nos parecen tan reales. Porque realmente lo son.
   Lo que ocurre es que, al regresar aquí, decimos que han sido "sueños". Y sigo: También sabes que nuestros cinco sentidos están localizados en puntos determinados del cuerpo físico, menos el sentido del tacto que se ha extendido ya por toda su superficie.
    - Así es.
   - Mientras estamos en este mundo, el cuerpo de deseos es como un ovoide en cuyo centro se encuentran el cuerpo etérico, compenetrando al cuerpo físico, y éste último. Pero ese ovoide no está organizado.
    - ¿No?
  - No. Ten en cuenta que el cuerpo físico es el primero que el hombre adquirió a lo largo de la evolución. Apareció a la vida ya en el Período de Saturno. Por eso es el más perfecto, el más evolucionado, el más estructurado y el que mejor manejamos de todos nuestros vehículos. Ha alcanzado el estadio evolutivo llamado "humano".
    - Es muy lógico que así sea.
   - El cuerpo vital es el segundo en antigüedad. Nació en el Período
Solar y está en el estadio que podemos denominar "animal". Por eso, si bien es una copia del cuerpo físico, no lo manejamos como a él o, mejor dicho, casi no lo manejamos. Y, si bien es la copia exacta del cuerpo físico, sus órganos, salvo el bazo, no funcionan y, en su lugar lo hacen los centros de energía o chakras de que ahora hablaremos.
    - De acuerdo.
   - En cuanto al cuerpo de deseos, está en el estadio "vegetal", ya que nació en el Período Lunar. No está, por tanto, prácticamente estructurado y ocurre con él una cosa curiosa.
    - ¿Cuál?
    - Que en ese óvalo, que interpenetra al cuerpo etérico y al cuerpo
físico y que es el cuerpo de deseos, no hay órganos concretos. Tan sólo hay lo que se llaman "chakras" o remolinos de energía, parecidos a los conos que se forman en el lavabo o en la bañera cuando queda poca agua por desaguar. Son los centros energéticos que transmiten la energía de un plano a otro. Y son las únicas partes del cuerpo de deseos que ocupan un sitio fijo. Pero todos los átomos de este cuerpo, sin embargo, están en continuo movimiento, como el agua en ebullición; de modo que el que ahora está en la zona de la cabeza, puede, en la siguiente décima de segundo, estar en el pie y luego en el riñón o en la mano. Y eso continuamente.
    - ¡Qué curioso!
    - Sí. Y produce una consecuencia importante.
    - ¿Cuál?
    - Bueno, el Mundo del Deseo está formado por siete subplanos
constituidos, cada uno de ellos, por materia astral de distinta densidad, estructurados de modo que el más denso es el más próximo al cuerpo etérico y el menos denso, el más próximo al Mundo del Pensamiento o Mental. Y, así como la Región Química del Mundo Físico es el reino de la forma y la Región Etérica es el dominio de las fuerzas que producen las actividades de la vida y de las formas, permitiendo a éstas vivir, moverse y propagarse, las fuerzas del Mundo del Deseo, trabajando activamente en el cuerpo denso, lo impelen a moverse en una u otra dirección. Cada una de
esas siete densidades, pues, o mejor dicho, los átomos de cada una de esas densidades que, además, dentro de cada subplano se estructuran de igual modo, es sensible y es capaz de reproducir una emoción, un deseo o un sentimiento determinados. De modo que, cualquier emoción, desde el odio más abyecto hasta el amor más sublime, encuentra siempre en el Mundo del Deseo, material apropiado para expresarse, es decir, materia que tenga su misma vibración. Si nuestro cuerpo de deseos no posee materia para expresar ese odio abyecto de que hemos hablado, seremos incapaces de sentirlo; pero si la poseemos, nuestro cuerpo de deseos irá atrayendo cada vez más materia apropiada para expresarlo y lo sentiremos en todo su furor.
   - ¿Y cuál es la consecuencia de que hablabas?
   - La de que, en vida del cuerpo físico, cada partícula del cuerpo de deseos, sin distinción, se mueve en él y, por lo tanto, todo el cuerpo de deseos, todos sus puntos, son como sentidos capaces de expresar todas las vibraciones.
    - No entiendo bien.
    - Nuestros sentidos físicos sólo reciben las vibraciones que están
dentro de su margen de sensibilidad. Es decir, que hay vibraciones que nuestros sentidos no pueden percibir, bien porque exceden de su umbral máximo de percepción, bien porque no llegan a su umbral mínimo.
    - Sí, eso está claro.
  - Pues en el cuerpo astral cada partícula es sensible a las vibraciones como la suya. Pero como esa partícula está en continuo movimiento, puede decirse, y esa es la sensación que produce, que uno ve y oye y huele y gusta y siente con todo el cuerpo, lo cual produce la impresión de una capacidad inmensa de sensación a quien es capaz de centrar su conciencia en el cuerpo de deseos, cosa que es, precisamente, lo que hace el desencarnado o muerto, al haber perdido sus cuerpos etérico y físico.
    - Ahora lo comprendo. Y es asombroso.


EL PURGATORIO
   - Pues bien, así como en la vida del cuerpo físico, todas las partículas del cuerpo de deseos están en todas las partes de ese cuerpo, sin importar cuál sea su vibración, cuando el cuerpo físico y el etérico se han perdido, el cuerpo de deseos se estructura inmediatamente de otra manera.
   - ¿Cómo?
  - Se estructura en capas, una por cada subplano. Como si fuera una cebolla. La capa exterior la constituyen las partículas con la vibración del subplano más bajo del que se posea materia, la que es capaz de expresar y ser sensible a los sentimientos, emociones y deseos más groseros y negativos de esa persona. A continuación, en la siguiente capa, un poco más adentro, se sitúan las partículas capaces de expresar una vibración un poco más elevada, es decir, la del siguiente subplano. Y así sucesivamente.
   - ¿Y qué consecuencias produce esa estructuración?
   - Una importantísima: La de que, como las partículas dejan de
moverse y se quedan estables en la capa que les corresponda según su vibración, la sensibilidad se traslada a la superficie del cuerpo de deseos, de modo que sólo se podrán percibir y expresar aquellas emociones que sean de la vibración más baja y más grosera que se posea en ese momento de la evolución individual.
    - ¿Y qué?
    - Que, lógicamente, apenas pasado el período de adaptación al
Mundo del Deseo, uno empieza a percibir lo que le rodea, como ocurre cuando salimos de una habitación oscura, a pleno sol y necesitamos habituar la vista a la distinta claridad o viceversa. Pues algo así, pero con la conciencia.
    - ¿Y qué ocurre?
    - Ocurre que uno va a parar siempre a la zona del astral cuya vibración es análoga a la de la capa más externa de su cuerpo de deseos.
    - ¿Y?
    - Que cada uno de los subplanos del Mundo Astral, de los que hay siete, como te he dicho, posee unas características determinadas.
    - ¿Las conoces?
    - Sí. Las tres inferiores, las más densas y más próximas al Mundo
Físico, constituyen lo que se conoce como el Infierno por la iglesia y el Purgatorio por los estudiosos, y se llaman, de abajo a arriba: Región de la Pasión y del Deseo Sensual, Región de la Impresionabilidad, y Región de los Deseos, respectivamente. En la primera dominan las Fuerzas de Repulsión, haciendo que las vibraciones similares se repelan y destruyan; en la segunda, las Fuerzas de Repulsión y de Atracción están ya algunas veces equilibradas; y en la tercera, las Fuerzas de Atracción, que hacen que las vibraciones similares se atraigan y se sumen, sobrepasan ya a las de Repulsión, aunque éstas sigan presentes.
    - ¿Y qué hay de la eternidad del infierno?
    - Que no existe tal eternidad. Existen multitud de experiencias
horribles pero, ni son eternas ni se deben a un castigo divino, sino que son temporales y se deben a las consecuencias de los actos que cada uno ha llevado a cabo en su vida y que derivan precisamente de sus propias vibraciones. Un infierno eterno es realmente una blasfemia. ¿Cómo se puede concebir un Dios todo amor que es capaz de sentirse ofendido por sus hijos en plena evolución, y de castigarlos "por toda la eternidad" por errores, que no pecados, necesarios, por otra parte, para aprender las lecciones que les harán llegar donde el plan divino tiene previsto que lleguen?
    - ¿Entonces en el Infierno o en el Purgatorio, como queramos
llamarlo, no hay castigos?
    - No. Allí, como en ninguna parte de la Creación, nadie castiga a
nadie. Te lo explicaré y lo verás claro.
    - Me gustaría mucho.
   - En esas tres zonas o subplanos inferiores, rige una ley, unas fuerzas que te acabo de citar y que se denominan de "repulsión".
    - ¿Y qué hacen?
   - Hacen que toda vibración atraiga inicialmente a las similares y, una vez en contacto, se destruyan entre sí, se desintegren, se destrocen, se desgarren, lo cual lógicamente, produce dolor.
    - Es una ley extraña. ¿no?
    - No es muy extraña. En menor escala, rige también en el Mundo
Físico.
    - ¿En el Mundo Físico? Yo no lo he visto nunca.
    - Claro que lo has visto. ¿Tú no te has dado cuenta aún de que el mal acaba siempre destruyéndose a sí mismo?
    - Pues no he reflexionado sobre eso.
    - No hace falta reflexionar mucho. Unos malhechores podrán
asociarse para cometer un atraco y llevarlo a efecto con éxito, pero, apenas el botín está en sus manos, comenzarán a intentar cada uno hacerse con todo en perjuicio de sus socios. Y vendrán las delaciones, los atentados, las venganzas, etc. Y eso lo verás siempre: La asociación para algo negativo, como está basada en el egoísmo y el egoísmo es por naturaleza excluyente de los demás, acabará siempre en lucha y, por tanto en dolor y sufrimiento.
    Mientras que, y esa es la otra cara de la Ley, que se denomina de
Atracción, y que actúa claramente en los subplanos quinto al séptimo, el bien atrae al bien y se suman, y cada vez es mayor y no hay lucha posible entre los que se asocian porque su asociación tiene por base el amor y el amor, por naturaleza, es altruista y desinteresado. Por tanto, sus motivos y sus medios son siempre positivos. Resumiendo: El mal se destruye a sí mismo y decrece, y el bien se aglutina y crece.
    - Lo que has dicho es cierto. Y muy consolador.
    - Es una ley natural y, como tal, inexorable y aplicable a todos en
todos los aspectos.
    - Es una gran cosa saberlo.
  - Sí, lo es. Y eso es lo que la Ley pretende enseñarnos. Pero sigamos.
    Como uno sólo percibe aquello que vibra como su defecto o vicio o error más negativo, atrae esas vibraciones y, como la Ley de Repulsión arranca esas sensaciones desgarrándolas, resulta una operación dolorosa.
   - ¿Pero cómo las arranca?
   - Apenas "adaptado" uno al Mundo del Deseo, o sea, apenas uno ha centrado en él su conciencia, empieza a revivir la vida que se grabó, tras su muerte, en el átomo-simiente del cuerpo de deseos.     Pero esta vez no se trata ya de "ver la película", sino de vivirla de veras y, gracias a esas fuerzas de repulsión, experimentando como propias las vibraciones que, con cada pensamiento, palabra, deseo, sentimiento o acto, hicimos nacer en los demás. Y vivimos intensamente todo el dolor, la humillación, la vergüenza, la miseria, el hambre o cualquier sufrimiento que infligimos a nuestro prójimo como consecuencia de nuestra actuación. Nada, absolutamente nada queda olvidado porque nuestro átomo-simiente lo graba todo y lo conserva todo. No pienses, sin embargo, que sería preferible no haber grabado nada o haber perdido la grabación, porque todo ese dolor nos es necesario para aprender lo que no debemos hacer en
vidas futuras y el Espíritu evolucionante toma buena nota de ello.    Todo ese dolor, todo ese sufrimiento, pues, vendrá a nosotros atraído por las partículas periféricas de nuestro cuerpo de deseos, que reproducen las vibraciones de nuestra actuación aquí. Y la Ley de Repulsión hará el resto, destrozando esas partículas y produciéndonos el mismo dolor que produjimos.
    - ¿El mismo?
    - Para ser exactos, más.
    - ¿Y por qué más?
 - Porque en el Mundo del Deseo se siente el dolor aproximadamente tres veces más intensamente que en el Mundo Físico, debido a que aquí el cuerpo físico amortigua el dolor. Y debido también a que la permanencia en el Purgatorio suele ser de una duración del tercio de la vida que se está repasando. O, dicho de otro modo, porque allí se vive tres veces más deprisa.
   - ¿Quiere eso decir que una persona que muere a los sesenta años
pasará veinte en el Purgatorio?
   - Sí. Aunque eso es la regla general. Habrá quien está mucho más y quien está mucho menos o incluso quien simplemente pasa por él, camino del Primer Cielo. Todo depende, como te he dicho, de la "densidad" de las partículas de la capa externa del cuerpo de deseos, que son las que representan las peores tendencias. Si uno las ha vencido en vida, si ha llevado una existencia positiva, su capa exterior tendrá una vibración que estará mucho más allá de las tres zonas inferiores del Mundo del Deseo y, por tanto, no permanecerá en el Purgatorio, sino que sólo pasará por él, puesto que es camino obligado, pero no será consciente de lo que allí hay porque su capa exterior no será sensible a aquellas vibraciones.
   - Es asombroso. Pero, dime: ¿Cómo se produce esa destrucción de las tendencias negativas?
   - La vida se revive también allí al revés, es decir, empezando por el final.
   - ¿Y eso por qué?
   - Para que el Espíritu vea primero las consecuencias y luego las
causas. De ese modo tiene más claro qué es lo que en el futuro no tiene que hacer.
   - Está claro. Clarísimo.
   - Cuando llega un momento, por ejemplo, en que humillaste a
alguien, como tu átomo-simiente recogió, no sólo tu actuación y tus
sentimiento, sino los de tus víctimas, esas vibraciones serán atraídas hacia ti y tú experimentarás todo lo que experimentó la persona por ti humillada.
   Y si robaste, todo el dolor o las privaciones o incluso las consecuencias familiares y más o menos remotas de tu actuación. Porque todo lo que magnéticamente esté relacionado con ello, será atraído a ti y desgarrará la parte exterior de tu cuerpo produciéndote con ello el sufrimiento que saben expresar.
   - ¿Y así hasta cuándo?
   - A medida que se van desintegrando tus partículas más negativas, tú vas sufriendo lo que hiciste sufrir y vas comprendiendo y vas "subiendo" de nivel, y entonces tu capa exterior, que está constituida por partículas de vibración superior, empieza a actuar y te aparecen las escenas en las que esas partículas fueron impregnadas con tus actos, y se repite el ciclo.
   Aunque hay casos muy interesantes que conviene conocer, porque son muy ilustrativos.
  - ¿Cuáles?
   - Entre los miles que se pueden encontrar, todos interesantes,
estudiaremos, por ejemplo, los del avaro, el fumador, el bebedor, el
suicida, el asesino, el ejecutado, el abortador, el obsesado y el mago negro.
   - De acuerdo. Pero antes quisiera preguntarte algo.
   - ¿Qué?
   - ¿Supongo que no habrá ningún medio de evitar pasar por el
Purgatorio?
   - Pues sí, lo hay.
   - ¿De veras?
   - Claro.
   - ¿Y en qué consiste?
   - Hay dos medios. El primero consiste en vivir una vida positiva,
siempre positiva, que sólo está al alcance de muy pocos muy evolucionados. Y el segundo consiste en realizar diariamente un ejercicio muy sencillo.
   - ¿Un ejercicio muy sencillo? ¿Cuál?
   - Cada noche, antes de dormirse, debe uno relajarse y repasar, en
sentido inverso, empezando por el momento de acostarse, toda la jornada, poniendo interés en todo lo que uno ha pensado, sentido, deseado, dicho o hecho con relación a los demás. Una vez fijada la atención en ese momento, hay que examinar con toda honradez y honestidad, si no el sistema no sirve, cuál ha sido nuestro móvil. Si el móvil ha sido positivo, podemos seguir o incluso tratar de sentir, con toda la intensidad posible, el bien, el placer, la alegría que hemos proporcionado a los demás con nuestra actuación; si es negativo, hay que arrepentirse sinceramente de ello, prometerse a sí mismo no volverlo a hacer, y pedir disculpas o reponer o deshacer el entuerto, y luego sentir todo el dolor que hemos causado, como si estuviésemos en el Purgatorio y nos hubiese llegado, para volverla a vivir, esa escena de nuestra vida. Si ese ejercicio se hace honestamente, sin tapujos, sin tratar de disculparse uno mismo, todos los actos negativos quedan automáticamente borrados del átomo-simiente del cuerpo físico, así como sus correspondientes vibraciones y, por tanto, cuando lleguemos al Purgatorio, esa escena de nuestra vida no aparecerá y no tendremos que experimentar entonces el dolor producido, por la sencilla razón de que ya lo experimentamos aquí, es decir, porque ya aquí aprendimos la lección que con ese dolor se pretendía impartirnos. Y si hemos hecho lo mismo con toda la felicidad y la alegría que hayamos producido, tampoco en el Primer Cielo tendremos que experimentar ese placer, puesto que ya lo hemos experimentado aquí. Y, como consecuencia, habremos impulsado muy considerablemente nuestra propia evolución, al suprimir dos tercios de nuestra vida en esos dos planos. Con ello, renaceremos antes y evolucionaremos más deprisa. Pero, ¡ojo! Todo eso hay que hacerlo, no con un fin egoísta, sino honestamente y buscando el mayor bien para todos y la mayor armonía entre los hombres. Este
ejercicio bien realizado puede cambiar al más abyecto criminal en un santo en poco tiempo. Y no miento.
   - No sabes lo que te agradezco todo esto.
   - Ten en cuenta que es lo mismo que han recomendado todas las
escuelas de Misterios a lo largo de toda la historia y lo mismo que pretende la iglesia cristiana con la confesión. Por eso te dice que, si no hay arrepentimiento y propósito de la enmienda y restitución, los pecados confesados no quedan perdonados por la sola absolución.
    - Está todo clarísimo.
   - Pues vamos a estudiar qué ocurre con un avaro cuando pasa, tras la muerte, al Mundo del Deseo.
    - Vamos allá.
   - Aparte de experimentar cuanto se ha dicho cada vez que le llegue una escena de su vida en la que por su avaricia o por otra causa perjudicó a alguien tiene, además, un "castigo" extra.
     - ¿Qué castigo?
    - Te diré antes de contestarte que cada cosa del Mundo Físico tiene su réplica exacta en el Mundo del Deseo.
   - No me digas.
   - Claro. Y todo lo que aquí sucede se reproduce, exactamente, en él.
   Pero con materia de deseos, naturalmente.
    - Comprendo.
   - Pues bien. El avaro ve su tesoro físico, porque su vicio le ha hecho quedarse muy pegado a la Tierra. Y ve cómo sus herederos lo dilapidan y se ríen de él, que malvivió para atesorarlo. Pero no puede impedirlo porque no tiene cuerpo físico, y sufre lo indecible.    Eso, en más o menos tiempo, durante el cual permanecerá montando guardia junto a sus riquezas que van siendo esquilmadas, le hará pensar que ese tesoro, al fin y al cabo, no era tal, que le tuvo tontamente esclavizado, que no valió la pena vivir pobremente para ahorrarlo y luego no podérselo llevar consigo, y ver cómo otros lo malgastan. Y, en el momento en que comprende esta gran verdad y
pierde el interés por su tesoro, como ya no vibra en él la avaricia, sube de nivel. Ese vicio ya lo ha vencido. Y continúa su periplo por el Purgatorio.
   - Estoy verdaderamente impresionado. Pero es justísimo.
   - Sí. ¿Recuerdas aquel mandamiento de "no tendrás otro Dios más
que a mí"? Pues el avaro hizo de su tesoro un Dios y sufrió las consecuencias que ya ese mandamiento le anticipaba.
   - Es cierto. ¿Y qué pasa con el fumador?
  - Al fumador le ocurre otro tanto. Ten en cuenta que, contra lo que la gente cree, uno, al morir, no cambia ni de carácter, ni de costumbres, ni de cultura, ni de tendencias, ni de habilidades ni de nada. Sigue siendo exactamente el mismo que era. Sólo dos cosas cambian en realidad.
   - ¿Cuáles?
   - La primera, que no tiene cuerpo físico. Pero, como debido a su
vicio, queda pegado a la Tierra, ve y percibe perfectamente el plano físico, pero no puede actuar en él.
   - ¿Y la segunda?
   - Que, apenas uno muere, ha perdido todas sus cualificaciones
humanas. Me explico: Ya no es ni se siente rey ni vasallo ni jerarquía ni servidor ni rico ni pobre ni sabio ni ignorante ni bueno ni malo. Se siente tan sólo hombre. Y han desaparecido las ayudas y los honores y las consideraciones y las influencias y las prebendas y los servidores y los jefes y los subordinados. Cada uno es él y sólo él, pero él como hombre o como mujer, como ser humano, como espíritu único. Y ha de olvidarse de todo lo demás. Está en manos de las leyes naturales y éstas son siempre asépticas, imparciales, sin distingos, y lo único que miran es lo que hay registrado en los átomos-simiente, y ahí nadie puede engañar a nadie.
   - Eso es increíble, pero justo. Porque, lógicamente, lo que se pretende es que evolucionemos como hombres, no como gobernadores o como criados o como generales.
    - Exacto.
   - Pero hay una cosa que ya hace tiempo te quería preguntar: ¿Cómo durante la vida aquí se graba cada cosa en el átomo-simiente?
   - Por medio de la respiración y de la sangre.
   - ¿Cómo?
  - Al respirar, con cada inspiración introducimos en los pulmones no sólo el aire, sino el éter reflector, que tiene la particularidad de que graba las vibraciones de todo tipo de su entorno. Esas vibraciones pasan, en los pulmones, a los glóbulos rojos de la sangre y, de ellos, al átomo-simiente que se encuentra, como sabes, en el ventrículo izquierdo del corazón, por donde pasa ininterrumpidamente toda la sangre del cuerpo. Así se va formando la "película" de nuestra vida.
   - Es asombroso.
   - No tanto. Sobre todo ahora que ya podemos construir un chip del tamaño de una molécula y capaz de realizar millones de operaciones simultáneamente.
  . Sí, es cierto.
   - Bueno, volvamos a nuestro fumador. Una vez pues, en el Mundo
del Deseo, él se siente igual que antes, con sus mismas virtudes y sus mismos vicios y, entre ellos, el de fumar. Y, claro, llega un momento en que quiere, en que necesita encender un pitillo. Pero no puede. Ve allí la cajetilla, pero no puede manejarla ni puede tomar un cigarrillo ni encenderlo ni aspirar el humo, porque no tiene cuerpo físico.
   - ¿Y qué hace?
   - Desesperarse. Muchos, por no decir todos, aprenden a meterse en el cuerpo físico de los fumadores que aún están en la vida física y les sugieren que fumen.
   - ¿Para qué?
  - Porque el humo del tabaco contiene algunos éteres de los que ellos pueden aspirar algo, al estar situados en una zona tan próxima al Mundo Físico.
   - ¿De modo que hacen fumar a los vivos?
   - Sí. Y si los fumadores supieran que la mayor parte de lo que fuman lo hacen por culpa y para dar satisfacción a los que ya se fueron, casi siempre por fumar, se lo pensarían dos veces antes de encender un cigarrillo. Pero es la verdad.
   - ¿Y esa situación cuánto dura?
   - Hasta que esa persona se da cuenta de que no vale la pena el
esfuerzo que está haciendo, el daño que está produciendo y el karma que está acumulando para la poca satisfacción que obtiene, y que el fumar es algo sin sentido. En ese momento ha comprendido que es mejor no fumar y ha vencido el vicio.
    - Es claro. Y hasta ingenioso. Pero es terrible eso de tener a un
muerto dentro diciéndole a uno que fume.
   - De todos modos, el fumador siempre es libre de fumar o no. Lo que suelen hacer es sugerir y no "decidir" ni ordenar, cosa que sólo ocurre con las obsesiones que estudiaremos luego. Por otra parte, no creas que el que uno fume se debe siempre a la sugestión de un muerto. Puede deberse a otras muchas causas que el fumador ni sospecha.
   - ¿Más causas? ¿Cuáles, por ejemplo?
   - Por ejemplo, puede ser un Lucifer que haya decidido aprender
cuáles son las consecuencias de fumar y haya escogido a nuestro fumador como conejillo de Indias. O puede ser un elemental que vibre con la vibración del deseo de fumar y que, como viven fomentando y mientras dura su vibración, acuden al fumador apenas apunta en él el menor deseo de fumar. O puede ser una forma mental creada por alguien que piense que nuestro hombre es un gran fumador y que no puede resistir la tentación; esa forma mental irá directa al interesado y si le pilla con la menor disposición de fumar, lo inclinará a hacerlo.
    - O sea, que por todas partes nos pueden atacar, ¿no? Y nosotros,
como tontos, fumando y haciéndonos polvo los pulmones.
   - Realmente, sí. Pero eso es natural.
   - ¿Natural? ¿Qué tiene de natural?
   - Todo. ¿Qué ocurre si dejas un pastel en una esquina? Pues que
acudirán las moscas, las hormigas, los pájaros, los perros, y todos los seres a los que les guste el pastel. Todos a aprovechar la ocasión. El fumador es como un pastel y como tal está expuesto a todo ser al que le guste la vibración de fumar. Pero él en todo momento es libre. Puede, pues, ejercitar su libre albedrío y decir: ¡Basta!, yo no doy de fumar a toda una serie de parásitos que, además me estropean la salud. Siempre la última palabra la tenemos nosotros.
    - Es cierto. Pero es impresionante.
   - Es más impresionante ver todo lo que ocurre con el hombre, sólo por su ignorancia de las leyes naturales y de cómo son y cómo funcionan las cosas.
    - Si se piensa, todo lo malo nos ocurre por ignorancia, ¿no?
    - Todo. Puede asegurarse que el único "pecado" del hombre es la
ignorancia. Por tanto, se puede concluir que la única solución es el
conocimiento.
    - Se me está ocurriendo una cosa: Si, como has dicho, todo lo del
Mundo Físico se reproduce en el Mundo del Deseo, el fumador verá, además de la cajetilla física aquí, la cajetilla astral allá, ¿no?
   - Sí, claro.
   - ¿Y no puede fumar los cigarrillos astrales?
   - Claro que puede. Pero no le producen el efecto deseado, porque él necesita las emanaciones etéricas del humo físico y esas no existen en el astral. También el avaro tiene ante sí su tesoro astral, pero sólo para ver cómo disminuye a medida que lo hace el tesoro físico, del que sólo es un duplicado.
    - Comprendo perfectamente. ¿Y qué pasa con el bebedor?
   - Con el bebedor, y llamo bebedor al alcohólico, que ya depende de la bebida, o con el que se está aficionando a ella, sucede como con el fumador, sólo que va como loco buscando poder aspirar algunos éteres que la asimilación del alcohol desprende en el estómago de los bebedores.
   - ¿Cómo? ¿También se meten en el cuerpo de los que beben?
   - ¡Claro! Los que son bebedores impenitentes, los alcohólicos,
cuando no pueden más, hacen lo que sea. Y ten en cuenta que, como te he dicho, en el Mundo del Deseo se siente todo con una intensidad triple que la de aquí.
   - ¡Qué barbaridad!
   - Ó sea, que hacen beber más a los bebedores. Y aún hacen más
cosas.
   - ¿Qué, por ejemplo?
   - Meterse en los toneles y en todos los recipientes que contienen
alcohol. Pero, en realidad, no les sirve de mucho.
   - Claro.
   - Si la gente pudiera ver la multitud de desencarnados, todos
altamente viciosos y desesperados por satisfacer su vicio, que acuden a los bares y, sobre todo, a las discotecas y a los lugares de alterne, no irían nunca más.
    - ¿Es posible?
    - Si tu fueras alcohólico o fumador empedernido o drogadicto y te murieses y te encontrases en esa necesidad en el Mundo del Deseo, ¿a qué lugar acudirías en el que tuvieses más posibilidades de dar, o mejor dicho, de intentar dar satisfacción a tu acuciante necesidad? ¿A qué crees que se debe la proliferación de locales de este tipo y la caída, en forma masiva, de la juventud en estos vicios? Sencillamente, a la ignorancia por un lado y a la actuación de los viciosos desencarnados, por otro.
    - ¡Qué horror!
  - Por eso ya va siendo hora de que cada cual, con pleno conocimiento de lo que hace, decida qué es lo que prefiere.
    - Es verdad. Cuando todos sepan esto, las cosas cambiarán.
   - Se necesitará una gran lucha. Ten en cuenta que, lo mismo que se puede sugerir a la gente que necesita fumar o beber o drogarse o "hacer el amor" como dicen ahora, se le puede sugerir que todos estos conocimientos son mentiras e invenciones, y que lo único real es el tabaco, el alcohol y la droga o el sexo.
    - ¿Entonces estamos igual que antes?
   - No, afortunadamente. Porque, cuando no se sabe, no hay más que un camino. Pero cuando se ha oído o se ha leído lo que estamos
explicando, el Yo Superior, el Espíritu, nuestro verdadero Yo, que lo que quiere es aprender y evolucionar, ese no hace oídos sordos a todo esto, porque recuerda otras épocas de su evolución en las que el ambiente era positivo y en que poseía todo el conocimiento de un modo intuitivo y natural. Y ya suele empezar a tomar medidas.
   - Comprendo. Entonces es muy importante que se conozcan todos
estos temas, ¿no?
    - Es trascendental para la Humanidad.
    - ¿Y no surgen impedimentos para que se conozcan?
    - Claro. Todos los impedimentos posibles. A lo largo de toda la
Historia, siempre ha habido quien se ha opuesto, y nunca buscando el bien del prójimo. Pero ese es un problema personal de los que han puesto trabas a la difusión de la verdad. Allá ellos con su responsabilidad que, un día u otro, tendrán que afrontar y que, te lo aseguro, no será nada envidiable.
    - ¡Es que será muy grande!
  - Bien. Pero aprenderán la lección, que es de lo que se trata siempre.
   Y la verdad, al final, resplandecerá, porque ya te he dicho que las fuerzas del bien, las que actúan desinteresadamente, se suman, mientras que las del mal, las que actúan por egoísmo o por fanatismo o por intolerancia, que no son más que formas del egoísmo, se combaten entre sí. Volvamos ahora a nuestra conversación y estudiemos qué ocurre con el suicida, porque es muy instructivo.
    - Debe ser terrible, ¿no?
    - Lo es. Ten en cuenta que el suicida ha puesto fin a su vida,
voluntariamente, antes de tiempo.
   - ¿Cómo es eso?
   - Todos, antes de nacer, elegimos, libremente, una, de entre dos y
cuatro posibilidades de vida, que se nos someten por quienes dirigen nuestra evolución. Y siempre está marcada su duración. Y cuando, en la Región del Pensamiento Concreto del Mundo del Pensamiento o Segundo Cielo, formamos, con la ayuda de dichas Jerarquías, el arquetipo de nuestra futura vida y, por tanto, del cuerpo físico, a ese arquetipo se le da, digamos, "cuerda" para determinado tiempo. Ello quiere decir que vibrará hasta el momento fijado y hasta entonces estará emitiendo su nota-clave y estará atrayendo materia física y etérica para mantener vivos los cuerpos
físico y etérico. Y, cuando llegue el momento y el arquetipo deje de vibrar, se romperá el átomo-simiente del cuerpo físico en el corazón, y éste se parará, produciendo la muerte.
   - Hasta ahora, de acuerdo.
  - Pues el suicida destruye el cuerpo físico y rompe su átomo-simiente antes de lo previsto. Pero, como su arquetipo sigue vibrando, y seguirá vibrando hasta que se le acabe la "cuerda" que un día se le dio de acuerdo con él mismo, seguirá atrayendo hacia sí sustancia física y etérica. Y, como no existe ya cuerpo físico que la absorba o asimile, el suicida siente esa atracción de materia hacia sí mismo, como un intenso dolor de muelas extendido a todo el cuerpo o como u hambre insaciable. Y ello hasta que llegue el momento en que verdaderamente debió morir.
    - ¡Qué barbaridad!
  - Es una consecuencia proporcionada al acto que le dio nacimiento.
   Los planes de Dios no se pueden burlar. El hombre los puede retrasar, pero nunca burlarlos o anularlos.
    - Es lógico. ¿Y qué pasa, además, con el suicida?
    - Que durante todo ese tiempo en el más profundo astral inferior,
aparte de estar en contacto con las corrientes negativas más potentes, con todas las creaciones terroríficas de la imaginación humana que, aunque no se cree así, una vez pensadas y fomentadas se han convertido en seres astrales reales y allí moran, y con las corrientes de los más abyectos vicios y tendencias y perversiones, durante todo ese tiempo, digo, tiene permanentemente ante sí la escena de su suicidio. De modo que tiene oportunidad de estudiar su acto desde todos los puntos de vista y de comprender lo que ha hecho y que no valía la pena puesto que, por un lado la vida no ha terminado como él creía que iba a ocurrir y, por otro lado, por muy grave que fuera su problema, lo que está teniendo que afrontar después es mucho, muchísimo peor. Una de las cosas que más impresiona es que, durante esos años en el astral inferior, el suicida se encuentra solo, completamente solo, en una oscuridad absoluta, metido en una especie de jaula y, curiosamente, envejecido, reducido de tamaño, amarillento, apergaminado y asustado. Es verdaderamente terrible. Cuando llega, pues, el momento en que debió morir normalmente, comienza su recorrido por las capas superiores del Purgatorio, siguiendo su camino ascendente a medida que va purgando las vibraciones más groseras.
   - Desde luego, no creo que ningún suicida sea reincidente.
   - No, no suelen serlo. Esas personas que tienen pavor a la muerte, que no quieren ni pensar en ella, que no pueden oír hablar del tema,
generalmente fueron suicidas en una vida anterior y ahora tienen miedo hasta de morirse, pensando, en su ignorancia, que les puede volver a pasar lo mismo. Es decir, que han aprendido la lección.
   - Es verdad.
   - Bueno. El siguiente caso es el del asesino. También las consecuencias del asesinato son impresionantes.
   - Me lo imagino.
  - Como también ha interrumpido una vida antes de hora, en cuanto a la víctima, como ha muerto sin culpa suya, apenas llega al Mundo del Deseo, queda en estado inconsciente, en coma podríamos decir, hasta que llegue el momento en que debió morir, y entonces inicia el proceso normal, empezando por el Purgatorio o por la zona del Mundo del Deseo que sea sensible a su más baja vibración.
   - ¿Y en cuanto al asesino?
  - El asesino, cuando muere, apenas se sitúa en el Mundo del Deseo, atrae hacia sí, bien al cuerpo astral en coma, de su víctima o, si ésta ha pasado ya a otros planos, a su cascarón, que no es más que el cadáver del cuerpo astral. Y ese cuerpo en coma o ese cascarón permanecerán pegados a él, recordándole permanentemente y con todo detalle todas las circunstancias de su crimen. Como eso lo mantiene muy pegado a la Tierra, los asesinos suelen permanecer bastante tiempo en el lugar del crimen o en sus alrededores, atraídos magnéticamente por él, y allí los ven los clarividentes, como fantasmas que no saben qué hacer y que permanecen abrumados por su terrible acción.
    - ¿O sea, que los asesinos se quedan en el lugar del crimen?
    - Los asesinos y los no asesinos. Todas las personas que, al morir,
tienen fuertes lazos o intereses que les importan mucho o proyectos que les preocupan o parientes que los necesitan o a los que están ligados por un vínculo emocional fuerte y en general, todos los que no saben nada de cómo funcionamos tras la muerte, pasan días, meses y aún años en sus propias casas, sentándose en su silla, estando entre los suyos y sin comprender lo que les ocurre y por qué los demás no pueden oírlos, ni ellos pueden comer ni agarrar nada físico, porque sus manos pasan a través de lo que quieren asir. Sólo dos clases de personas no pasan por esto.
  - ¿Cuáles?
  - Las que han alcanzado algún nivel espiritual y tienen noticia de lo que ocurre tras la muerte, es decir, de todo lo que estamos exponiendo, y evitan ese período de perplejidad y de dolor y de pérdida de tiempo.
   Porque todos, un día u otro tienen que admitir que están muertos y que todo lo que dejaron en la Tierra ya no lo volverán a tener y que, por tanto, no era tan importante.
   - ¿Y quiénes más?
   - Generalmente los que mueren de viejos, de una manera normal o los que lo hacen tras una prolongada enfermedad. Ambas cosas hacen pensar al afectado muchas veces en la posibilidad de la muerte y en que no se llevarán nada. Están, pues, más o menos mentalizados para ello. Y eso les suele hacer relativizar su dependencia de las cosas y de las personas, en el sentido emocional intenso. Claro que los hay muy materializados que con la vejez se hacen egoístas, y esos quedan lógicamente, tras la muerte, pegados a sus cosas, hasta que se dan cuenta de su futilidad, de que las cosas, los bienes e incluso las personas no eran sino medios, instrumentos para aprender lo que debíamos aprender: La Ley del Amor. Y que todo lo demás nos hace descarriarnos y retroceder en la evolución, para, al fin, acabar reconociendo nuestro error y rectificando.
   - Una pregunta: ¿Qué pasa con la víctima del asesinato?
  - Ya te lo he dicho: Como no ha muerto por su culpa, apenas penetra en el Mundo del Deseo, queda en coma hasta que llegue el momento en que debió morir, siguiendo luego su ascenso normal.    Pero en su próxima encarnación se le proporcionará todo aquello de que en esta se le privó injustamente. La justicia divina es impresionantemente exacta. A nadie le regala nada, pero a nadie se le quita nada. Se dice que "los molinos de Dios muelen muy lento, pero muy fino".
  - Es todo tan lógico. Y no tiene nada de misterioso ni de sobrenatural.
   - Ten en cuenta que lo sobrenatural como tal, no existe. En el
Cosmos todo está ordenado, todo está regido por leyes naturales y, por tanto, todo es natural, porque nuestra Tierra y nuestra vida física también están en el Cosmos y no son más que una parte, y no la más importante, de él.
  - Claro, es cierto. Es que estamos acostumbrados a considerar como sobrenatural todo lo que está más allá de la muerte.
   - Y ahí está el error. Cada vez son más las personas que, durante el día, en pleno estado de vigilia, pueden ver a sus parientes o amigos desencarnados y estar con ellos y charlar con ellos como cuando estaban aquí.
   - ¿Pero son reales?
   - ¿Reales? En buena lógica son más reales que nosotros. Piensa que, si todo procede de Dios, que va emanando de Sí seres que cada vez se desarrollan en mundos y con vehículos más densos, ¿quiénes de ellos están más cerca de Dios, que es la única realidad o la realidad suma? ¿Quiénes son más "reales": Los más densos, que están, por tanto, más lejos de Él, o los menos densos, que están más cerca?-
   - Verdaderamente hay que reconocer que, cuanto más elevado es un mundo, más real es. Es lógico.
   - Bueno, sigamos. Vamos ahora a estudiar el caso del ejecutado.
   - ¿Y qué tiene de particular?
   - Está claro que el ejecutado muere también antes de tiempo. Por
tanto, será afectado por lo que hemos dicho antes sobre el asesinado. Pero pueden ocurrir más cosas.
   - ¿Qué cosas?
   - Que muera perdonando a quienes lo condenaron y a quienes lo
ejecutan y arrepentido de sus actos, si es que los cometió, en cuyo caso, estará en el caso de la víctima de un asesinato, con la ventaja de haber perdonado al asesino. Y el que lo ejecutó y los que lo condenaron a muerte o hicieron posible su ejecución, se encontrarán en el caso del asesino. Porque ningún hombre, ninguno, tiene autoridad para quitar la vida a un semejante y, por tanto, el verdugo, el juez, el fiscal y los abogados que piden la pena de muerte, las autoridades que la institucionalizan y los ciudadanos que la defienden, son reos de asesinato y, tras la muerte, sufren las consecuencias correspondientes, que ya hemos estudiado.
   - ¿Y cuál es la otra posibilidad?
   - Que muera lleno de odio contra sus verdugos y contra quienes lo
han condenado y contra la sociedad en general.
   - ¿Y qué pasa en ese caso?
   - En cuanto a los que lo ejecutan o promueven o defienden la pena de muerte, lo mismo dicho para el asesino. Pero, en cuanto al ejecutado, como queda, debido a su odio y rencor y afán de venganza, muy pegado a la Tierra y amalgama por eso, inconscientemente, la sustancia más densa de su cuerpo de deseos con el éter químico del cuerpo físico y con algunos gases de su cadáver en descomposición, permanece prácticamente en el plano físico, aunque invisible para los no clarividentes, antes de entrar en
coma, como todos los asesinados. Ese tiempo, generalmente, le permite aprender a influenciar a los vivos y entonces se dedica a hacerlo así con aquéllos que tienen una vibración parecida a la suya. Por eso, siempre que se ejecuta a un terrorista, por ejemplo, al poco tiempo proliferan los terroristas. Y si es un asesino, se multiplican los asesinatos. Y si es un violador, aumentan las violaciones. Cada uno de ellos cree que está actuando por propia iniciativa, pero no es así. Están siendo víctimas del ejecutado, para el cual es mucho más importante la venganza, ya que en el Mundo del Deseo las emociones triplican su intensidad, que las vidas de
los que logra seducir.
   - Ahora que lo dices, suele ocurrir así.
   - ¿Es lógico, ¿no?
  - Sí, claro. Pero, como se desconoce todo esto, parece que lo lógico es desembarazarse de los delincuentes.
   - Eso es doblemente negativo. Por un lado está lo que te acabo de
contar, con sus secuelas para la víctima y para los verdugos. Pero, por otro lado, está la ocasión que se pierde de rehabilitar a ese delincuente y reintegrarlo a la sociedad. A estas alturas ya estarás comprendiendo que durante todas las vidas que hemos vivido todos, y si lo lógico es que, poco o mucho, en cada vida avancemos hacia lo bueno, lo positivo y lo amoroso, los que ahora condenan a los delincuentes deben haber pasado ya por los estadios en que ahora se encuentran éstos. Y entonces, ¿en base a qué una sociedad que se titula y se considera civilizada y avanzada y hasta buena, mata a uno de sus ciudadanos porque éste ha matado? ¿No se pone con ello exactamente a su altura? O peor aún. Porque el delincuente no
presume de bondad ni de progreso ni de perfección y, además generalmente actúa en un momento de ofuscación o arrebato, pero la sociedad sí presume de todo eso y, sin embargo, acaba haciendo lo mismo que el delincuente, pero a sangre fría.    Tiene, por tanto, desde todos los puntos de vista, menos defensa que el propio delincuente.
   - Es cierto. ¿Cómo no se piensa todo esto?
   - Sí que se piensa. Ya hoy muchos países, los más evolucionados
éticamente, han suprimido la pena de muerte.
   - Es cierto, pero aún quedan países en que se aplica.
  - Poco a poco la razón y la lógica y el amor se irán imponiendo. Es labor de todos y es responsabilidad de todos. Vamos al siguiente caso.
   - ¿Quién era?
   - El abortador. Y ese término comprende, tanto a los padres como al que provoca el aborto, como a quienes lo defienden y propician, de cualquier modo que sea, bien facilitándolo bien legalizándolo. El aborto, dado que desde mucho antes de la concepción se está preparando el próximo nacimiento, dado que los futuros padres, su Yo Superior, han dado su conformidad para desempeñar ese papel con el hijo que vendrá y dado que el espíritu que renace está ya en el cuerpo de la madre desde los primeros días de la concepción, y aún meses o años antes se le ve en su aura, el aborto, digo, no es más que un asesinato. Ni siquiera un homicidio.
   Porque hay siempre premeditación, hay abuso de fuerza, hay alevosía, hay imposibilidad de defensa por parte de la víctima y, en cuanto a los padres hay, además, abuso de confianza. Y hacer imposible un proyecto de vida ya iniciado es muy grave. Se trunca toda una existencia con todas sus posibilidades, se hacen imposibles todas las lecciones que se tenían que aprender y que impartir, porque todos recibimos algo y todos damos algo.
   Y se retrasa no se sabe cuánto la evolución de ese ser y de los que hubieran sido sus descendientes,, tras toda la preparación que había hecho para renacer. Créeme si te digo que para los culpables, la ley del karma guarda un efecto muy especial.
   - ¿Cuál?
  - Aparte de que, apenas ingresados en el mundo astral, el no nacido aparece, generalmente lleno de odio y les pide explicaciones de un modo aterrador, y de que el proceso es idéntico al del asesinato, lo que distingue a los abortadores es que cuando, a su vez, desean renacer, no encuentran quien quiera ser su padre ni su madre. Y ello les obliga a permanecer durante siglos sin poder renacer y, finalmente, a tener que aceptar como padres a seres muy poco evolucionados, lo que les hará vivir una vida muy por debajo de sus posibilidades y llena de sufrimiento, en medio de vibraciones negativas, vicios y degeneraciones.
  - ¿Es que las personas muy atrasadas en la evolución no escogen a
sus padres?
  - No. Su espíritu no está lo suficientemente desarrollado para hacer una elección apropiada. Y por ello son los llamados Ángeles Archiveros o Señores del Karma quienes, en esos casos, les asignan padres, los más apropiados para, a su lado, aprender las lecciones de vida que tienen que aprender.
   - Es terrible. ¿Pero cuánto han de esperar?
   - Hasta que les son asignados padres o hasta que los encuentran.
   Entretanto están quedándose rezagados con relación a los que estaban a su nivel durante la última encarnación. Puedes estar seguro de que el aborto es uno de los actos más abominables que el hombre puede hacer. Y te aseguro que no hay ni una sola mujer que haya abortado y que no sufra pesadillas o escuche la voz del hijo asesinado durante el resto de su vida.
   - ¿Quién nos queda por estudiar?
   - Vamos a estudiar el caso del obseso.
   - Obseso, o sea, endemoniado, ¿no?
  - Sí y no. Obseso significa que el espíritu del dueño de ese cuerpo ha sido expulsado de él y su lugar ha sido ocupado, temporal o
definitivamente, por otro u otros seres.
   - ¡Qué horror! Pero, ¿cómo ocurre eso?
  - Antes te diré que el hombre puede ser obsesado por tres clases de seres.
   - ¿Tres?
   - Sí. En primer lugar, y es el caso más frecuente, por los
desencarnados, es decir, los llamados muertos, que se encuentran en el astral inferior, en la capa inferior del Purgatorio, o sea, los más abyectos y  degenerados entre los que allí habitan. En segundo lugar, por los Luciferes, que son los ángeles caídos, seres de la oleada de vida angélica que sólo desarrollaron inteligencia, sin cerebro, y no desarrollaron amor ni supieron, por tanto, amalgamarlo con el intelecto. Viven en los tres planos inferiores
del Mundo del Deseo y tratan de evolucionar, puesto que no tienen cuerpo físico pero sí etérico, utilizando nuestros propios cuerpos y nuestras propias experiencias, con la consecuencia de que los que sufrimos somos nosotros y ellos aprenden las lecciones y que esas lecciones suelen ser las de vibraciones más intensas y que mayor karma nos producen: Crímenes, violaciones, perversiones sexuales, drogas, alcoholismo, magia negra, velocidad excesiva, música excitante, etc.
   - ¿Y cuáles son los otros seres que nos pueden obsesar?
   - Los Elementales.
   - ¿Y eso qué es?
   - Son seres, aún no individualizados, pero con vivos deseos de
estarlo; sin voluntad, pero con tendencias y afinidades determinadas; sin más vida que la que les proporcionan las vibraciones a las que son afines y que tienen la posibilidad de fomentar su vibración e incitarnos a reproducirla y aumentarla, porque mientras esa vibración dure, ellos vivirán. Son seres o, mejor dicho, es materia, que aún no ha alcanzado el estadio mineral, es decir, está en plena involución, descendiendo hacia la materialidad y que siguen un sistema evolutivo distinto del nuestro.
   - ¿Pero esa manera de vivir es posible?
  - Claro que es posible. En la naturaleza se dan toda clase de modos de vida. ¿Te parece muy atractiva, por ejemplo, la vida de una lombriz de tierra, teniendo que devorar ésta para abrirse camino en la oscuridad más absoluta? ¿Te atrae la vida de un microbio que no dura más de unos minutos? ¿O la de un escarabajo pelotero? ¿O la de un virus, que no llega a ser un animal siquiera, que no tiene estructura fija y, en cambio, puede reproducirse? Y, seguramente, si se preguntara a cada uno de ellos si están contentos con su vida, responderían afirmativamente.
   - Tienes razón. Claro, yo lo veo desde mi punto de vista y eso no es correcto. Pero dime: ¿Cómo penetran todos esos obsesores en el cuerpo humano y cómo desalojan de él al legítimo dueño y cómo lo manejan y, sobre todo, cómo salen?
   - Son muchas preguntas juntas. Te las responderé todas pero por su orden: ¿Cómo penetran? Es cuestión, siempre, al principio, de vibración.
  Todos ellos vibran negativamente. Por tanto, si se vibra negativamente de modo habitual, se les está abriendo las puertas. Y si se vibra positivamente, se les está cerrando el paso.
   - Pero eso es imposible, por lo menos para mí. Yo no puedo, hoy por hoy, estar positivo permanentemente. Hay mil cosas, mil acontecimientos cada día que me hacen reaccionar negativamente.
   - Claro. Te ocurre a ti y nos ocurre a todos.
   -¿Entonces?
   - Pero no se trata de eso. Se trata de que la vibración sea intensa. Si uno tiene un acceso de ira, hasta el punto de ponerse "fuera de sí", está invitando a que le obsesen y fíjate como la sabiduría popular ha creado la frase apropiada. Porque en ese momento el iracundo no tiene defensas. Si uno se rodea de un ambiente de lujuria, llegará un momento en que, en un clímax, dejará la puerta abierta. Si se acude a una sesión espiritista, bastará que se ponga receptivo, con la mente en blanco y esperando al espíritu que se le anuncia, para que éste u otro similar, se meta en su cuerpo. Será suficiente que se juegue a la oui-ja, aparentemente tan inocente, para que, al ponerse uno receptivo, el que responde, aproveche la ocasión para obsesar al incauto que pregunta y se deja dominar; o que queme incienso de composición desconocida y no bendecido por un sacerdote e inspire sus esencias, para que se le cuele algún elemental. Bastará, en términos generales, que uno se deje llevar por encima de los límites normales por el odio, el orgullo, la envidia, la crueldad o cualquier otro vicio o actitud negativa, para que se le cuele un ser afín a esa vibración.    Porque, en todos esos momentos, dejamos, sin saberlo, la puerta abierta.
    - ¡Es horroroso!
    - Claro. Y por eso es muy importante que se conozca. Una vez
sabido, el que quiera exponerse, por lo menos lo hará sabiendo lo que se juega.
    - ¿Y cómo se impide que todo esto ocurra?
   -  Estando positivo, ya te lo he dicho; elevando tu pensamiento, de vez en cuando, a los planos superiores; amando al prójimo, a la naturaleza, a los animales; tratando de comprender a los demás; ayudando a los que lo necesitan; repartiendo sonrisas y simpatía y humor y alegría y pensamientos de esperanza y de fe y de salud y de ánimo y de felicidad; en una palabra, comportándonos con los demás como nos gustaría que los demás se comportasen con nosotros. Y no haciendo tonterías con juegos y con sesiones y con inciensos, etc.
   - Sí. Y es lógico.
   - Claro. Ten en cuenta que obsesar es privar a uno de su libertad y el respeto a la libertad individual es una ley cósmica que no infringe ningún ser positivo. Sólo los negativos, los que están muy atrasados en lo que a vibraciones se refiere, son capaces de hacer tamaña barbaridad. Pero la hacen. Y, si bien la culpa no es del obsesado, no cabe duda de que él les ha proporcionado la ocasión.
   - Es cierto. Pero, ¿cómo funciona una obsesión?
  - Muy fácilmente. El obsesor, aprovechando que el otro se pone en situación de ser obsesado, bien por haber salido de su cuerpo, bien por haber aflojado sus ligaduras con él, lo usurpa, usándolo temporal o permanentemente como si fuera propio. Los que viven con el obsesado, sus padres y parientes, los que lo conocen, seguirán viendo al de antes, como siempre, pero sus actos, sus ideas, sus reacciones no serán las de antes. A veces se nota un cambio de personalidad que no se sabe a qué achacar.
   - ¿Y se `puede hacer salir al obsesor del cuerpo que ocupa?
 - Sí. Lo que ocurre es que el procedimiento y la dificultad dependerán, por un lado, de la clase de obsesor y, por otro, de la negatividad propia del obsesado. En los Evangelios, el mismo Cristo distingue distintas clases de "demonios" obsesores y utiliza distintos métodos, ¿recuerdas?
    - Sí, perfectamente.
  - Pueden usarse, desde la persuasión y el llevar al ánimo del obsesor que está haciendo un gran daño a otro y a sí mismo y que lo tendrá que pagar, hasta la utilización de energías o vibraciones muy puras y elevadas que lo hacen salir del cuerpo, como hace el sacerdote al exorcizar, pasando por el electroshock, que no es más que "electrocutar" al obsesor y al obsesado, o determinados fármacos, que lo expulsan violentamente, de modo que sale rápidamente del cuerpo. Lo que ocurre es que luego, con demasiada frecuencia, regresa y hay que repetir el tratamiento.
    - ¿Quiere eso decir que los trastornados mentales son obsesados?
    - En su mayor parte, sí. Casi todos los locos no son sino gente
obsesada y resulta tristísimo para los clarividentes ver a los espíritus
dueños de los cuerpos, fuera de ellos, y a los usurpadores ocupándolos y haciendo y diciendo tonterías con ellos.
   - ¡Es horroroso!
  - Sí, lo es. Pero ten en cuenta que hay mucha consecuencia kármica.
   En el Cosmos todo está relacionado, todo depende de todo. De modo que el obsesado, muchas veces tiene esa predisposición porque, en otras vidas obsesó o perjudicó a otro de modo que lo hizo obsesar; y el obsesor de hoy, muy frecuentemente, también está respondiendo a cierta tendencia originada en vidas pasadas que no ha sido capaz de superar. Siempre existe el libre albedrío, pero siempre están ahí también las tendencias kármicas, consecuencias de nuestra actuación anterior. Y todo conducente a que cada cual aprenda las lecciones que necesita aprender. Hay un caso especial de obsesión que quiero que conozcas.
   - ¿Cuál?
   - El de la obsesión por un elemental
   - ¿Y qué tiene de particular?
   - Pues que el elemental, ordinariamente, sabe cómo penetrar en el
cuerpo, pero no sabe cómo manejarlo y muchas veces no sabe cómo salir.
   Esos casos tan frecuentes de coma profundo que dura años y de los cuales el interfecto se despierta un día, no son sino obsesiones realizadas por un elemental que, por fin, ha encontrado la manera de salir del cuerpo usurpado.
   - Es impresionante. Pero lógico. Estoy pensando que el castigo por la obsesión debe ser terrible, ¿no?
   - Imagínatelo. Lo que el obsesor está haciendo es robar un cuerpo y hacer inútil una vida. Pero su delito más grave es la privación a la víctima de su libertad, cosa la más grave que se puede hacer, a nivel cósmico.
   Entra dentro de lo que ordinariamente se denomina magia negra, que ahora vamos a estudiar.
   - ¿Qué es realmente la Magia Negra?
   - Verás. En la naturaleza existen una serie de fuerzas, de energías, de seres que conocemos y manejamos. Y otros que aún no conocemos ni, por tanto, manejamos. Los primeros los situamos en el campo de la ciencia y los segundos, en el de la Magia. Ahora bien, esas fuerzas "mágicas" son tan naturales como las otras y, por tanto, tan manejables como ellas por quien sepa hacerlo. Y esto sólo se puede hacer de dos formas:
   Altruisticamente, desinteresadamente, para hacer el bien y sin ningún interés personal; o egoístamente, en beneficio propio o en perjuicio de alguien. La primera es la Magia Blanca y la segunda, la Magia Negra.
   Ambas, pues, utilizan las mismas energías o seres, aunque con fines diametralmente opuestos. Ambas son potentes, pero sus consecuencias para quienes las practican son, en un caso maravillosas y de notable evolución y poder y luminosidad y elevación y encanto en todos los sentidos; y en el otro, degradantes, tristes, oscuras, dañinas y, en última instancia, destructoras.
   - ¿Quieres decir que un mago negro puede hacer milagros?
   - Claro. Lo mismo que un santo, que no es sino un mago blanco.    Pero cambiará la finalidad.
   - ¿Puedes ponerme un ejemplo?
   - Mira. Cristo, como sabes, multiplicó los panes y los peces, para dar de comer a las multitudes, pero no para aplacar su propia hambre. Y, cuando después de cuarenta días de ayuno, fue tentado para convertir las piedras en panes y satisfacer su hambre, ¿qué crees que se le estaba proponiendo sino el utilizar sus poderes en beneficio propio?
   - Es verdad. No había considerado nunca ese pasaje desde este punto de vista.
   - Ten en cuenta que cualquiera que haya adquirido poderes de los llamados "supranormales" lógicamente, porque se ha hecho acreedor a ellos, ya que no se regalan nunca, ni se compran ni se venden, y para desarrollarlos no hay más camino que el amor y el servicio altruista, puede ser tentado, y de hecho lo es, porque es hombre y, por tanto, aún no perfecto; y puede, en determinado momento, supervalorar el poder o la fama o las riquezas o incluso la propia vida, y utilizar egoístamente lo que sólo puede emplearse en beneficiar a los demás; o puede ser tentado porque está a punto de recibir una facultad más elevada y las Jerarquías que conducen nuestra evolución, necesitan estar seguras del uso que se dará a esa nueva facultad. Y hay gente que falla y cae. Y, si bien cuando uno traiciona la ley oculta y vende o saca partido de sus conocimientos
ocultos, por cualquier medio que sea, pierde instantánea o paulatinamente esos poderes, lo cierto es que éstos nunca crecen ya, a partir de ese momento. Entre esos que fallan, los hay que se arrepienten y reciben en la siguiente encarnación otra oportunidad; y los hay que siguen el sendero del egoísmo. Estos son los magos negros.
   - Es verdaderamente impresionante. Y, mientras todo esto ocurre, el mundo preocupado por nimiedades...
   - Siempre ha sido así. Pero no son nimiedades sino los libros de texto en los que tenemos que aprender lecciones de vida. Lo que ocurre es que sólo unos pocos se han preguntado cosas y se han preocupado de buscar respuestas. Y esos han sido los que han llegado a magos blancos o a magos negros.
   - ¿Pero qué hacen los magos negros?
  - Magos negros los hay de muchos tipos, incluso los que lo son de
modo inconsciente.
   - ¿Se puede ser mago negro de forma inconsciente?
   - Desgraciadamente, sí. Luego lo veremos. Para que lo veas más
claro, te relacionaré algunas de las actividades de la Magia Negra.
   - Eso es interesante para saber a qué atenerse.
   - Pertenece a la Magia Negra toda utilización de las fuerzas
sobrenaturales con fines egoístas o negativos, como te he dicho. Por tanto, están incluidos en ella el vudú, la macumba y similares; las oraciones o plegarias solicitando algún mal para alguien; la utilización de la hipnosis con fines egoístas; el uso interesado del conocimiento de secretos ajenos obtenido por medios sobrenaturales; el cobro de las enseñanzas ocultas, o sea, las que dan lugar al desarrollo de esos poderes supranormales o, mejor dicho, a poner al discípulo en el camino de adquirirlos, puesto que el esfuerzo lo ha de realizar siempre el discípulo; el mal de ojo; las maldiciones; los conjuros; la prostitución de los poderes adquiridos para conseguir poder o fama o renombre o dinero o influencia; e, incluso, esas oraciones tan corrientes, a Dios y a los santos consistentes en "yo te doy  esta limosna o rezo esta oración o me comporto así, a cambio de que tú, Dios o santo, me des esto o aquello.
    - ¿Eso también es Magia Negra?
    - ¿A ti qué te parece? ¿Es que no está uno usando poderes
supranormales, como la oración y las energías que ella pone en
movimiento, sólo para fines egoístas?
   - ¿Entonces no podemos pedir nada para nosotros?
   - Sí. Podemos pedir. Y debemos pedir. Pero no a cambio de nada.   Y no bienes materiales, sino discernimiento, evolución, alegría, amor, ocasiones de hacer el bien, buenos pensamientos y deseos, caridad, compasión, deseo de compartir, defensa de la verdad y la justicia, colaboración, fraternidad, fidelidad, honradez, humildad, generosidad, pureza de pensamientos, paciencia, templanza, diligencia... ¿Te parecen pocas cosas? Todo eso se puede y se debe pedir. Y muchas cosas más del mismo tipo. Y si se piden, se recibirán. Y si lo que pedimos es eso, además, "por añadidura", como dijo Cristo, recibiremos todo lo otro, es decir, los bienes materiales que, al fin y a la postre, no son sino medios  para llevar a cabo todas nuestras actividades positivas. Pero no son fines en sí. Después de la muerte, todo lo positivo nos acompañará para que nuestro tránsito sea lo más feliz posible. Pero los bienes materiales, no. Ni uno sólo de ellos se vendrá con nosotros. Y sólo servirán de acusadores si los convertimos en fines y no en medios. Y no quiero decir que los bienes materiales no sean necesarios, que lo son, ni que todos tengamos que convertirnos en ascetas. Lo que quiero decir es que no hemos de convertirlos en el centro, en el objetivo de nuestras vidas, hasta el punto de utilizar para obtenerlos nuestra más preciada facultad: La capacidad de relacionarnos con Dios y hablar con Él y pedirle, como Padre que es, lo que Él considere que nos conviene, lo que a Él le place concedernos. Y no
entablar un mercadeo en el que todo desciende terriblemente de nivel para convertirse en un "do ut des", te doy para que me des.
   - Comprendo perfectamente. Y es verdad. ¿Y qué ocurre con el mago negro tras la muerte?
   - El mago negro recibe el peor castigo de todos.
   - ¿Qué castigo?
   - La desaparición.
   - ¿Cómo?
   - Como lo oyes. Hay, como te he dicho, varias clases de magos
negros: Los inferiores, los menos evolucionados, son los que actúan en los niveles más bajos, en contacto con elementales que se alimentan de las emanaciones de la sangre de las necesarias víctimas animales y, a veces, humanas y a los que se adora estúpidamente como dioses. Luego están los que usan la hipnosis en su propio beneficio, violentando la libertad ajena.
    Y, por fin, los magos negros que proceden en su mayor parte de la Época Atlante, que poseen grandes poderes, que alcanzan hasta la Región del Pensamiento Concreto, ya que fueron grandes iniciados que fallaron, siendo capaces de permanecer sin reencarnar durante siglos, en una situación extraña, solitaria y sin intervenir, prácticamente, en el Mundo Físico, salvo en lo que desean para sí.    Son, por supuesto los más peligrosos, pero resulta muy difícil encontrarlos o ser sus víctimas, pues ellos, como he dicho, se aíslan generalmente.
   - ¡Qué barbaridad!
   - El problema de los magos negros estriba en que todos ellos están
luchando permanentemente contra la evolución, que nos impulsa hacia arriba, hacia la espiritualización constante de nuestros vehículos, hacia la unión, hacia la unificación, mientras que ellos se aferran a la materia, a la forma, a la individualización, a la separatividad. Pero el Triple Espíritu, que está situado en los Mundos Superiores ha enviado sus vehículos inferiores a investigar mundos más densos y poder así seguir su evolución hasta su unión con la Mónada o Espíritu Virginal, que se encuentra en el Mundo de los Espíritus virginales. Por tanto, lo que ocurre es que los magos negros se van quedando atrás mientras la oleada de vida a que pertenecen se va elevando, hasta que el Espíritu, comprobada la inutilidad para su propia evolución, de sus vehículos inferiores, corta la comunicación con ellos, con lo que quedan a la deriva, sin alma, sin espíritu y abocados a ser derivados por las fuerzas cósmicas hacia el Caos, donde toda la materia se descompone y se recicla. El mago negro, pues, a la larga, pierde su personalidad y su individualidad y desaparece como ser viviente.
   - ¿Y no tienen redención posible?
   - Depende de ellos, como siempre. Pero si no cambian, terminan en la destrucción. Y fíjate, es el único caso que se conoce de pérdida del alma, (que no es sino el extracto de la experiencia adquirida a través de los cuatro vehículos inferiores y que sirve de alimento al espíritu) y de los átomos-simiente de dichos vehículos . Hasta que llega ese momento, sin embargo, pasan primero, durante muchísimos años, por todos los horrores del astral más profundo para, luego, quedar aislados de su oleada de vida, es decir, solos en el universo, en espera de ir descomponiéndose, para que su materia se integre en los planos mental y astral con el fin de ser reciclada y utilizada por los otros seres en el futuro.
   - Es el castigo más horrible que puede existir, ¿no?
  - Sí. Pero no es un castigo, sino la consecuencia lógica de ir contra la corriente. Y los magos negros, precisamente, no pueden alegar ignorancia de las leyes naturales, puesto que las están manejando conscientemente.
 Nosotros, desde el momento en que alcanzamos la autoconsciencia, nos hacemos responsables de nuestros actos. Ello supone que, o podemos ir a favor de la corriente evolucionaria, que nos empuja hacia arriba y hacia la unificación con los demás y, últimamente, con Dios; o podemos elegir y reincidir en ello vida tras vida, el camino del egoísmo, que nos irá hundiendo cada vez más en la separatividad, el aislamiento. y la incomunicación. Por tanto, lo que el mago negro obtiene es precisamente lo que buscó siempre: Separatividad y aislamiento. Y, consecuentemente, es rechazado por las fuerzas que impulsan a la oleada de vida a la que
perteneció, y es, finalmente, destruido.
   Bien. Con esto creo que terminamos con los ejemplos que quería
exponerte de lo que ocurre en algunos casos en la primera Región del Purgatorio, su capa más densa, más oscura y más triste de las tres que lo componen.
   - Tengo una pregunta pendiente desde hace mucho tiempo y es ésta: ¿Hay fuego en el Purgatorio que, según me has dicho, es el Infierno de las iglesias cristianas?
  - Pues sí. Hay lo que en el lenguaje oculto se llama Fuego Kundalini o energía creadora. Pero para explicarte esto tendré que alargarme un poco.
  - Pues alárgate. Creo que todo esto es lo suficientemente interesante.
   - De acuerdo. Cada uno de nosotros, al nacer, llevamos una dosis de energía creadora ya que somos, como te he dicho varias veces, seres creadores. Pero esa energía creadora se nos ha dado para que la empleemos de acuerdo con el plan divino, es decir, a tenor de las leyes naturales.
   - Parece lógico.
  - Tú sabes, por otra parte, que la fuerza creadora sufre en el hombre una diversificación que le permite manifestarse de tres maneras.
   - ¿Ah, sí? Eso no lo sabía. ¿De qué maneras?
   - Mediante la fuerza sexual, mediante la palabra y mediante el
pensamiento. La fuerza creadora es la misma, pero con distinto ropaje. Por tanto, se espera de nosotros que nuestros pensamientos, palabras y ayuntamientos corporales se encaminen hacia lo positivo, es decir, respectivamente, a crear formas de pensamiento positivas y constructivas y altruistas y amorosas; a pronunciar palabras justas y verdaderas y consoladoras y auxiliadoras; y a dedicar nuestra fuerza sexual a la procreación para dar ocasión de renacer a otros hermanos que lo necesitan, como se hizo con nosotros. ¿Está clara la cosa ahora?
   - Está clarísima.
   - Pues bien, cuando nuestro pensamiento es negativo o nuestras
palabras son destructivas o nuestro acto sexual no se realiza debidamente, es decir, entre un hombre, polo positivo de la fuerza creadora, y una mujer, polo negativo, con lo que se complementan y compensan ambas polaridades, o se malogra esa compensación mediante el onanismo o los anticonceptivos o la homosexualidad, esa energía, esa fuerza creadora, ese fuego kundalini no encuentra su compensación y es derivada a la zona Purgatorial, única donde puede ser almacenada sin causar estragos, dada su inmensa potencia. Y, cuando el interesado, el que la derrochó creando pensamientos perversos o dañinos, o palabras mentirosas y provocadoras de desgracias o de errores, o realizando actos sexuales anormales, esa energía, ese "fuego" le es devuelto por medio de las fuerzas de Repulsión que le desgarran la capa externa del cuerpo de deseos. Y esa es una de las labores de los Luciferes: La de restituir a cada uno, mediante esa operación tan traumática, el fuego creador que malgastó para que, cuando vuelva a renacer, tenga a su disposición, la dosis apropiada y, si las consecuencias
kármicas que su nuevo cuerpo refleje se lo permiten, pueda hacer de ella un uso adecuado. Ese es, pues, y ningún otro, el fuego del infierno que, como ves, no es como nuestro fuego, sino algo mucho más terrible, mucho más potente y mucho más irresistible, puesto que se trata de una fuerza cósmica.
   - Ya comprendo. Está claro. ¿Qué más me puedes decir sobre el
Purgatorio?
   - Podría estarte hablando días enteros. Te añadiré tan sólo que,
prácticamente, cuanto te he dicho se refiere a la zona profunda del
Purgatorio, la de la Pasión y el Deseo Sensual, donde se nos arranca a tiras literalmente la capa externa de nuestro cuerpo de deseos, si es que poseemos vibraciones afines a ella. Y donde uno, aparte de lo dicho, ha de enfrentar y sufrir toda serie de horrores, vejaciones, miedos y monstruosidades. Es una zona donde todos los vicios y todas las maldades y perversiones andan sueltos y sin freno y campan por sus respetos; donde hay huracanes de odio y vendavales de lujuria y ciclones de ira y donde uno es asaltado y violentado y acorralado y despedazado por todas las fuerzas del mal. Te puedo asegurar que el tradicional infierno, con su fuego y sus demonios pinchándonos con sus tenedores es un cuento de niños comparado con lo que uno realmente ha de enfrentar y experimentar en la zona inferior del Purgatorio real. Porque, además, todo ello lo ha de experimentar en soledad, sin ayuda, sin amparo, con verdadera desesperación. Allí no hay nadie que ayude ni que se compadezca. No hay ninguna vibración positiva.
   - ¡Qué espanto! Y pensar que todo eso nos lo ganamos a pulso aquí...
    Pero sigue, por favor.
    - Una vez liberados de esa capa, pasamos a la siguiente Región,
llamada de la Impresionabilidad. En ella de nuevo se desarrolla ante
nuestra visión la película de nuestra vida, pero ya no aparecen en ella nuestros pensamientos, palabras u obras viles y bajos en extremo, sino nuestras deslealtades, nuestras intolerancias, nuestras pequeñas flaquezas y, aunque el desgarramiento de nuestra capa exterior continúa, el sufrimiento que ello nos proporciona es, lógicamente, menor. De todos modos, allí nos damos cuenta del daño que hicimos y aprendemos las correspondientes lecciones.
   - Esto es ya más tranquilizador.
   - Claro. Llegamos, pues, con ello a la tercera Región, la de los
Deseos, para consumir allí la tercera capa de nuestro cuerpo de deseos. Y de nuevo vemos la película de nuestra vida y nos aparecen nuestros caprichos injustos y todo el mal que hemos hecho sin intención de hacerlo.
   - No lo comprendo. ¿Quiénes pueden estar en ese caso de hacer mal sin pretenderlo? ¿Me pones un ejemplo, por favor?
   - Por ejemplo, los escritores, que se dan cuenta allí del efecto
negativo de sus libros en los lectores; los editores, impresores y
vendedores de pornografía; los políticos que gobernaron erróneamente; y, en general, los responsables de cualquier daño o mal indirecto.
   Con este repaso último a la vida termina la permanencia en el
Purgatorio que, como te he dicho, tiene una duración aproximada, en condiciones normales, de un tercio de lo que duró la vida que se purga. La estancia en el Purgatorio nos proporciona Rectitud para las próximas vidas.
  En ellas no recordaremos los detalles, ni las escenas, pero sí poseeremos algo en lo más profundo de nuestro ser que hará que nos repugne hacer ciertas cosas, aunque otros las hagan. Ese es el fruto de la experiencia purgatorial.
   - Es maravilloso. ¿Vamos ahora al cielo?
  - No, aún no. La cuarta Región del Mundo del Deseo es un estadio intermedio entre el Purgatorio y el Primer Cielo.
   - ¿Y qué pasa en ella? ¿Quiénes están allí?
   - Bueno, la principal característica de esta Región, llamada del
Sentimiento, es, precisamente, que en ella no pasa nada.
   - ¿Nada?
  - Me explico: Así como en las tres Regiones del Purgatorio reina la oscuridad, absoluta en la primera, en ésta hay ya luz, pero se aparece como un gran desierto. A ella van a parar aquellos que no hicieron daño a nadie, pero tampoco hicieron bien, los que se limitaron a cumplir con sus deberes, con las normas, pero no participaron activamente en nada, ni militaron en ningún partido ni defendieron ninguna idea ni lucharon por nada, seres sin interés, seres sin fe.; y allí están, sobre todo, los que pensaban que con la
muerte todo se acaba, los que no admitían más realidad que la material.
   Claro, encuentran lo que ellos decían: Nada. Allí pasan siglos solos sin que ocurra nada. Allí no hay negocios ni hay nada que pueda atraerles. Tan es así que la mayor parte piensan que están siendo víctimas de una pesadilla interminable.
   - ¿Y qué salida tienen?
   - Realmente, están fuera de toda ayuda. Rechazan todo lo que no sea material y, por tanto, siguen pegados a la materia y, cuando ascienden al mundo celeste es para construir rápidamente nuevos vehículos y descender a la reencarnación. Pero, como tienen centradas sus conciencias en la vida material, no reciben suficiente provisión de los éteres superiores, ni de materia de las capas superiores del Mundo del Deseo ni del Mundo del Pensamiento, con lo que nacen con cuerpos enfermizos y poco inteligentes que, debido a su tendencia materialista, van degenerando vida tras vida,
salvo que esos sufrimientos, esas vidas tan pobres les hagan, en algún momento, elevar sus pensamientos a otros planos y desear ascender y salir de tan triste situación.
   - ¿Tan terrible es el materialismo?
   - Hoy por hoy es la peor lacra, la que más está retardando la evolución de millones de hombres.
    - Claro. Por otra parte, si sólo creen en la materia y sólo desean lo material, es lógico que obtengan lo que desean: Materia. No se pueden quejar.
   - No. Pero suelen hacerlo cuando las cosas no les van bien, sin saber que son ellos los únicos causantes de sus desgracias.
    - ¿Terminada esta Región?
  - Aún quisiera decirte que de ella es de donde nacen nuestro interés o nuestra indiferencia por las cosas.
    - ¿Cómo, cómo?
   - Una cosa puede producirte, al percibirla, dos impresiones: La del
interés o la de la indiferencia, ¿no?
    - Sí, claro.
  - Y ese interés puede ser: Positivo, en cuyo caso esa cosa te atraerá y harás lo posible por conseguirla; o negativo, en cuyo caso la cosa en cuestión te repugnará y harás lo posible por alejarte de ella.
   - Es lo lógico.
   - En el primer caso, pues, habrás puesto en marcha las fuerzas de
atracción; y en el segundo, las de repulsión.
   - ¿Y en el caso de la indiferencia?
   - No habrás puesto en marcha ninguna fuerza en ningún sentido.
Pasarás del asunto y en paz. Bueno, en paz No. Ya ves lo que ocurre a los indiferentes sobre estos temas, cuando van a parar a esta región fronteriza.
    - Claro, ahora lo veo.
    - En cambio, los que ponen en funcionamiento las fuerzas de atracción o de repulsión hacen algo y luego recogerán sus consecuencias, con lo cual aprenderán y seguirán evolucionando, cosa que no harán los "tibios" que son, según las Escrituras, de quienes Dios abomina..
   - Está clarísimo.


EL PRIMER CIELO
   - Pues vamos ahora a estudiar el llamado Primer Cielo, compuesto por las tres Regiones superiores del Mundo del Deseo: La de la Vida Anímica, la de la Luz Anímica y la del Poder Anímico.
   - ¡Qué nombres tan bonitos y sugerentes!
   - Sí que lo son, porque aquí el clima cambia radicalmente.
   - ¿Y qué ocurre?
  - Ocurre que en la inferior de las tres se visiona de nuevo la película de la vida. Pero entonces aparece sólo todo el bien que hemos hecho a los demás y sentimos la gratitud, el afecto, el amor, la alegría y la felicidad que hemos proporcionado. Porque, a partir de esta Región, actúa sólo la ley de atracción, que atrae las vibraciones similares a la de nuestra "capa exterior", pero las suma a las de la misma, con lo cual percibimos, incrementado, el bien realizado en su día. Con ello incorporamos a nuestra alma la oportuna lección.
    - ¡Qué bien! Debe ser maravilloso.
   - Ya lo creo. De ahí pasamos a la segunda Región que es, por decirlo así, nuestro domicilio en este cielo.
   - ¿Cómo? ¿Qué quieres decir?
  - Que la mayor parte de los hombres permanece allí durante siglos.
   - ¿Siglos?
   - Sí. Estas tres Regiones superiores del Mundo del Deseo son los
planos de la luz, del color, de las flores y, dado que su materia es
moldeable y obedece instantáneamente a los deseos, cada uno puede construir su casa o su mansión o su castillo o su palacio a su gusto, con jardín y con flores y árboles de todo tipo, según su propio capricho. Y puede incluso cambiar de apariencia personal, hasta el punto de que la mayor parte de la gente tiene allí apariencia joven y favorecida.
   - Claro, es el cielo.
   - Sí. Allí se puede uno reunir con los que le son afines, con los que
tienen los mismos gustos o aficiones. Es la casa del Amor y la Amistad.
   Allí convive uno con sus parientes que le precedieron e, incluso, con los que aún no han llegado.
   - ¿Y cómo es eso posible?
  - Porque el afectado emite un "duplicado" de sí mismo, consciente o inconscientemente, según esté en planos superiores o en planos inferiores, de modo que el que está en esta Región del Primer Cielo convive con el lado bueno de sus parientes o amigos ya que ese duplicado reproduce exactamente todas las particularidades positivas que posee.
    - ¿Es, pues, un mundo de alegría sin mezcla de amargura?
    - Se está más allá de la influencia de las condiciones materiales y
terrestres. Cuanto más dura ha sido la vida, mejor será el descanso de que se disfruta. No hay enfermedad, ni tristeza ni dolor. Todos obtienen allí aquello por lo que aquí suspiraron. Aquí es donde están los que han muerto siendo niños, como ya te dije, y que reciben las enseñanzas que perdieron por falta de grabación de sus vidas anteriores. Allí son felices: Aprenden enseguida a manejar la materia astral y con ella construyen juguetes y personajes aparentemente vivientes, con los que experimentan aventuras y juegos sin fin. Cuando llegan, siempre hay allí algún pariente esperándolos para acogerlos. Y, si no, siempre hay una pareja dispuesta a adoptarlos durante su estancia en este paraíso infantil, que dura entre dos y veinte años. Luego vuelven a la Tierra para continuar su evolución, pero con todas las lecciones aprendidas.
   - ¡Qué hermoso!
   - Sí. Pero lo es más aún la séptima Región del Mundo del Deseo o del Poder Anímico.
    - ¿Qué ocurre en ella?
    - Es la Región de la Inspiración y la Contemplación.
    - ¿Y eso por qué?
   - Porque cada cual es feliz haciendo lo que más le gusta: El pintor, creando cuadros maravillosos, verdaderas obras maestras, con colores inverosímiles e inexistentes aquí; el poeta, componiendo verdaderas maravillas de ritmo y rima y de contenido y de inspiración; el filántropo, llevando a efecto sus planes y disfrutando de su realización; el estudioso puede acceder a todas las bibliotecas del mundo y consultar todo lo que desee; el músico, aunque no ha llegado aún a su especial paraíso, que es el Mundo del Pensamiento, puede componer obras perfectas e inspiradísimas; y así todos. Es, en verdad, el cielo.
   - ¿Por qué el músico aún no ha llegado?
  - El Mundo Físico es el Mundo de las Formas; el astral, mejor dicho, sus tres Regiones superiores o Primer Cielo, es el Mundo del Color, Y el Mundo del Pensamiento, donde están el Segundo y el Tercer Cielos, es el Mundo del Sonido. Allí es, pues, donde los músicos, que son entre todos los artistas, los que más arriba llegan con su arte y de más arriba reciben su inspiración y por eso su arte es la más fugaz, son verdaderamente felices escuchando y creando armonías jamás soñadas en esta vida.
   - Es estupendo.
   - Y, así como las tres Regiones inferiores del Mundo del Deseo o
Purgatorio es el hábitat de los Luciferes, las tres superiores o Primer Cielo lo es de los ángeles y arcángeles. Allí viven y se desenvuelven, aunque, debido a la gran diferencia evolutiva entre ellos y nosotros, la mayor parte de los humanos que allí están, no se aperciben de su presencia y actuación.
    Los que aquí tomaron conciencia de su existencia, sin embargo, pueden allí verlos y oírlos perfectamente. También hay allí Elementales y Artificiales. Y moran allí también los espíritus-grupo de los animales.
  - ¿Cómo? ¿Qué? ¿Elementales en el cielo? ¿Artificiales? ¿Espíritus
grupo? Por favor, aclárame todo eso.
    - Tranquilo. Por supuesto, lo mismo que en el Purgatorio hay elementales, es decir, sustancia elemental, que vibra como aquellos planos, los hay también en el Primer Cielo y en los otros dos Cielos que se encuentran en el Mundo Mental. Sólo que son elementales de lo positivo.
    Son los que cuando, por ejemplo, luchamos por cambiar un deseo negativo por otro positivo, nos ayudan fortaleciendo éste y haciendo que tendamos a repetirlo. Y, lo mismo que los magos negros manejan los elementales inferiores para que hagan lo que les mandan, los magos blancos manejan los superiores.
   - ¿Y los Artificiales?
   - Los artificiales son seres que no tienen vida o, mejor dicho, que no evolucionan, que no tienen espíritu. Son creaciones de los hombres o de los animales.
    - ¿Por ejemplo?
  - En el Purgatorio puedes encontrar al Conde Drácula, al Monstruo de Frankenstein, a la Momia, a los hombres lobos, etc., que son creaciones mentales del hombre y que, a fuerza de repetirse y de recordarlas y de pensar en ellas y de poner en ellas la atención, han llegado a adquirir cierta permanencia. Y más de uno se lleva un gran susto cuando se encuentra, cara a cara, con una de estas creaciones que, por otra parte, resultan completamente inofensivas, aunque en ese mundo son tan reales como nosotros aquí. Allí están, pues, y por allí funcionan. Y, de la misma manera, en el Primer Cielo se encuentran los Tres Reyes Magos con sus pajes y sus camellos, el Papá Noel con su trineo y sus renos y sus sacos de juguetes, Blanca Nieves y los Siete Enanitos, así como todas las Vírgenes que, bajo mil advocaciones, son veneradas por sus devotos en distintos lugares y que, en respuesta a los deseos de aquéllos, se les aparecen con frecuencia. Y allí están también las creaciones de los animales. Todos ellos son Artificiales positivos que están allí para hacer la vida agradable a quienes con ellos quieren departir o distraerse o rezarles o reverenciarlos.
   - ¿Y los Espíritus- Grupo de los animales?
  - Los animales aún no han alcanzado la individualidad, es decir, aún no tienen mente y, por tanto, aún no son conscientes de su propia existencia como individuos, de que son ellos y, consecuentemente, no son responsables de sus actos. Por eso su evolución está siendo dirigida por determinada categoría de arcángeles, cada uno a cargo de una especie animal o de un grupo numeroso. Es como si fuese un solo espíritu con muchos cuerpos físicos. De ese modo evoluciona el arcángel, aprendiendo cómo defender la vida de sus pupilos, como protegerlos, cómo perpetuarlos, etc. Los animales, por su parte, comparten sus experiencias.
    - ¿Puedes aclararme esto último?
    - Claro. ¿Tú te has fijado en los trucos que usan los animales para
alimentarse o para salvarse de sus depredadores? Cada uno ha desarrollado determinadas características: Unos, la velocidad, otros el tamaño, otros la fuerza, otros el mimetismo, otros el veneno, etc. Unos emigran para la reproducción; otros invernan, etc. Pues todo eso ha sido ideado y puesto en práctica por el Espíritu-Grupo de cada especie que, con ello, está aprendiendo y, por tanto, evolucionando.
    - ¿Y, por ejemplo, esos grupos de ballenas que quedan varadas y
mueren en la orilla del mar, a qué se deben?
    - Se trata, sencillamente, de errores de cálculo del Espíritu-Grupo
respectivo que, no cabe duda, aprenderá así la lección.
    - Es impresionante.
  - Y te voy a decir una curiosidad: En el Primer Cielo, esos arcángeles que son Espíritus-Grupo de determinadas especies animales, cada uno aparece con el rostro de los animales de la especie que dirige. Es decir, que el Espíritu-Grupo de los conejos, aparecerá con cabeza de conejo y el de los gatos, tiene cabeza de gato.
    - ¡Qué horror debe ser encontrarse con el Espíritu-Grupo de los
escarabajos, por ejemplo! ¿No?
    - No, porque, si bien tienen esos rostros, no causan ninguna
impresión desagradable. Son seres inteligentes y amables.
   - ¿Pero cómo evolucionan los animales?
  - Cuando uno muere, además de grabar su vida en un átomo-simiente superior, la "vuelca" en una especie de depósito común a la especie. Y luego, cuando va a renacer, toma de ese depósito los materiales para formar sus cuerpos. Con ello, toda la especie evoluciona a la par. Y por eso ves que, menos las especies más avanzadas que están ya al borde de la individualización, como los perros, gatos, etc., todos los miembros de la especie responden del mismo modo al mismo estímulo, de modo que se puede prever cuál será su conducta. Sin embargo eso no es posible con el hombre, ya individualizado porque, ante el mismo estímulo, cada hombre responde de modo diverso, por la sencilla razón de que cada hombre es ya una especie distinta.
    - Ahora comprendo cómo los peces, a veces formando grupos de
miles de ejemplares, son capaces de reaccionar todos a la vez y cambiar de dirección o huir o esconderse, con una uniformidad asombrosa; o cómo las aves migratorias adoptan esas formaciones que las hace parecer un organismo. O como las hormigas constituyen realmente un organismo.
   . Exacto. Todo eso, y muchas cosas más, constituyen la labor del los Espíritus-Grupo.
    - Una cosa: Has hablado de las creaciones de los animales, o algo así, que hay en el Primer Cielo. ¿A qué te referías?
    - Ah, sí. Verás. Si un perro, que es uno de los animales más
evolucionados, muere encariñado con su amo como sólo los perros saben hacerlo, en el Primer Cielo llevará una existencia más corta que los hombres, pero feliz, hasta que deba renacer. Pero, entretanto él, mediante la imagen de su amo que conserva en la memoria y su deseo de estar con él, crea un artificial que responde exactamente a lo que el perro ama de su amo, de modo que puede estar y jugar con él permanentemente y gozar de su compañía.
    - Es enternecedor.
    - Sí. El Primer Cielo es un lugar en donde no hay penas. Todo es
hermoso. Pero aún quiero decirte algo sobre la séptima Región del Mundo del Deseo que es la superior del Primer Cielo.
     - ¿Qué?
   - Es la región adonde va a parar la élite de la Humanidad, mientras que la masa queda en la sexta Región. Y ello, sencillamente, porque aquélla está hecha de materia de los más altos ideales, bien artísticos, como te he dicho antes, bien filantrópicos, bien devocionales. Y, desgraciadamente, no todos poseen en sus cuerpos de deseos estas materias en grado suficiente para vibrar conscientemente en esta Región. Pero hay algo especial en ella digno de mención.
    - ¿Y qué es?
   - Cristo, la Segunda Persona de la Trinidad, el más alto iniciado de la oleada de vida de los arcángeles, un día, a lo largo de Su evolución, tuvo cuerpo de deseos y, aunque ahora ya no está obligado a centrar en él Su conciencia, no obstante, con el fin de ayudar a quienes se encuentran en esta Región del Poder Anímico, a las doce de medianoche desciende hasta allí cada día.
    - ¿Es posible?
  - Es certísimo. De ese modo, todos los que allí están pueden recibir cada día un impacto espiritual que les confiere comprensión de las leyes naturales que rigen el mundo y ser, en su próxima encarnación, como una luz que guíe a los demás. También en ese plano, todos los estudiantes de estos temas reciben directamente de los ángeles y arcángeles instructores multitud de lecciones maravillosas que aceleran considerablemente su evolución. Y con esto hemos terminado la estancia en el Primer Cielo.
    - ¿Y qué pasa luego?
    - Pues pasa que el Espíritu impulsa a su cuerpo mental a elevarse a su plano, con lo que el cuerpo de deseos muere y la vida se retira al Mundo del Pensamiento, incorporándosele los átomos-simiente de los cuerpos físico, etérico y de deseos.
    - ¿Y el cuerpo de deseos se descompone?
    - No exactamente. La materia de deseos, a diferencia de la física,
posee una vida, digamos, autónoma, de modo que el cuerpo de deseos desechado, que se llama "cascarón", queda flotando en el Mundo del Deseo. Tiene, además, la particularidad de conservar algo de memoria de la vida pasada y algunos de los sentimientos del que fue su propietario.
    - ¿Y qué ocurre con esos cascarones?
    - Lo lógico es que sus materiales vayan siendo aprovechados por los espíritus que vibran de igual modo y que van a renacer y están acopiando material de deseos para su propio vehículo. Los cascarones, pues, quedan llenos de agujeros y desgarrones a medida que van siendo desgajadas de ellos determinadas vibraciones.
    - ¡Qué horror!
   - Nada de eso. ¿Es que tú no incorporas al comer vegetales, los restos mortales descompuestos de otros seres, humanos o no, y sus excrementos? En la naturaleza se siguen unas pautas muy lógicas y económicas. Y es más lógico asimilar la materia que ya vibra como uno mismo, que tener que luchar con una vibración distinta para poderla asimilar.
    - Es lógico, sí.
    - Lo que ocurre con los cascarones es que, frecuentemente, son
ocupados por los elementales, que disfrutan de lo lindo haciendo creer a los asistentes a las sesiones de espiritismo, que son el propio personaje evocado y que, si se trata de personalidades históricas como Napoleón o Julio César o Cleopatra, hace muchos años que dejaron el Mundo del Deseo. Por eso, generalmente, las manifestaciones de esos "espíritus" suelen ser una serie de lugares comunes cuando no de incongruencias y de tonterías. Fíjate en que sólo puede establecerse contacto en esas sesiones con las personas que se encuentran en el Purgatorio. Los que están más arriba ya no reciben esas "llamadas". Así que lo que se puede recibir en esas sesiones es sólo negativo. Su única ventaja, si es que así puede llamarse, es que le hace a uno convencerse, más o menos, de que existe algo tras la muerte. Lo que ocurre es que ese algo que se vislumbra es tan descabellado, tan ilógico, tan poco edificante, que uno casi preferiría que ese más allá que se le muestra no existiese en realidad. Porque lo que ve son sólo tristezas, emociones no controladas, palabras sin sentido, peticiones irracionales, puro cuerpo de deseos sin pizca de inteligencia ni de razonamiento... y todo eso a cambio del inmenso peligro de terminar obsesado por un desencarnado nada escrupuloso, porque está precisamente en la zona inferior del Purgatorio, y que lo que quiere es vivir en nuestro
cuerpo de la forma que a él le apetezca.
   - Ahora comprendo las cosas que cuentan que suceden durante esas sesiones, claro.
    - Sí. Se aprovechan de los ingenuos y, o los obsesan o se ríen de ellos haciendo payasadas con los objetos de la sala o con apariciones extrañas o con mensajes ininteligibles, etc. En fin, un peligro innecesario, ninguna lección interesante o, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo.
   - Pues también en este campo es importante que se conozca la
verdad.
  - La verdad es siempre interesante que se conozca. Es la única cosa que puede soportar todos los exámenes, todas las calumnias y todas las difamaciones sin verse afectada. Al final resplandece siempre. Pero vamos a seguir con nuestro tema y penetremos en el Mundo del Pensamiento.
   - De acuerdo, te escucho.


LA REGIÓN FRONTERIZA

  - Contra lo que se pudiera creer, no se pasa directamente del Primer Cielo al Segundo Cielo.
    - ¿No? ¿Y por qué?
  - El Espíritu, desprendido de su Cuerpo de Deseos, se retira, envuelto en su Cuerpo Mental, al Mundo del Pensamiento. Ese paso de un mundo a otro, sin embargo, se realiza esta vez sin pérdida de consciencia. Uno está perfectamente lúcido de que sale de un estado para ingresar en otro y ello le produce una inefable felicidad. Este período se llama el "Gran Silencio", porque todo está acallado y tranquilo y uno se siente solo en medio del cosmos, pero deliciosamente bañado en la inefable armonía del universo.
    Se tiene la sensación de estar regresando al propio hogar tras una larga ausencia. No se puede pensar, ninguna facultad está viva pero uno sabe, siente, que es. Tiene el sentimiento, la certeza de encontrarse en el "Gran Siempre" y su alma se llena de felicidad.
    - Debe ser maravilloso.
    - Lo es, en verdad. Es como la promesa o, mejor, la seguridad de algo sublime a lo que uno se aproxima.


EL SEGUNDO CIELO
     Tras esto, uno penetra ya en el Segundo Cielo, que comprende las cuatro primeras capas del Mundo del Pensamiento y que también recibe el nombre de Región del Pensamiento Concreto.     Está constituido el Segundo Cielo por las citadas cuatro capas que, en orden ascendente, se denominan, respectivamente, Región de los Arquetipos de la Forma, de los Arquetipos de la Vitalidad Universal, de los Arquetipos de los Deseos y Emociones y de los Arquetipos del Intelecto.
   - ¿O sea, que también aquí hay capas o estratos de distinta densidad?
   - Sí, claro. El Mundo del Pensamiento, como todos los siete Mundos que forman nuestro campo evolutivo, está formado por siete capas. Las cuatro inferiores forman, como he dicho, el Segundo Cielo, y las tres superiores, el Tercer Cielo. Hay, sin embargo, quien considera a éste como un espejo que refleja lo de arriba en los planos inferiores y lo de abajo en los superiores.
    - ¿Cómo es eso?
   - Tú sabes que lo inferior siempre procede de lo superior. Es, por así decirlo, cristalización de algún modelo o arquetipo que está más arriba, ¿no?
   - Sí.
   - Pues, considerando la mente, es decir, la cuarta capa del Mundo del Pensamiento como línea de reflexión, el Tercer Cielo, llamado también el Mundo del Espíritu Humano o Región del Pensamiento Abstracto, y que es la sede del tercer aspecto de nuestro Espíritu Virginal, se refleja en el Mundo del Deseo.
   - Perdona, pero no lo entiendo.
  - Bueno, empezaré por el principio. Nuestro Espíritu verdadero, esa chispa divina que, a lo largo de la involución primero (o descenso a la materia alejándose de Dios) y de la evolución después (ascenso o acercamiento a Dios) ha de despertar de su sueño, adquirir autoconsciencia y desarrollar todas las facultades divinas que, como parte de Dios que es, posee en estado de latencia, se manifiesta, igual que el Dios del que procede, en tres aspectos: El Espíritu Divino, el Espíritu De Vida y el Espíritu Humano. Y, así como el Espíritu Virginal, la Mónada, la chispa divina o nuestro verdadero Yo, como quieras llamarlo, se sitúa en el Mundo de los Espíritus Virginales, su primer aspecto, el Espíritu Divino, que no es más que un duplicado del primer aspecto de la Trinidad, el Padre, se sitúa un escalón, un mundo más abajo, es decir, en el Mundo del
Espíritu Divino; su segundo aspecto, duplicado del segundo aspecto de la Deidad, el Cristo, y que es el Espíritu de Vida, se sitúa en el siguiente mundo, el Mundo del Espíritu de Vida; y su tercer aspecto, reflejo del tercer aspecto de Dios, el Espíritu Humano, se sitúa en un mundo aún más denso: El Mundo del Espíritu Humano que es, precisamente, el Tercer Cielo, o sean, las tres capas superiores del Mundo del Pensamiento. ¿Me sigues?
    - Sí. Perfectamente.
    - Pues el proceso sigue hacia abajo, hacia los planos más densos.
    - ¿Cómo?
   - Aquí ya es por reflexión. Verás: El Espíritu Humano se refleja en el Cuerpo de Deseos, de modo que entre ambos existe una relación especial; el Espíritu de Vida, en el Cuerpo Vital o Etérico; y el Espíritu Divino, en el Cuerpo Físico. Lo más elevado, pues, se refleja en lo ínfimo. Por eso se dice que la mente, la cuarta capa del Mundo del Pensamiento, es una lente o, mejor, un espejo, que refleja lo superior en lo inferior y viceversa.
   Porque, además, sirve de conexión entre lo de arriba y lo de abajo que, sin ella, estarían desconectados, como ocurre aún con los animales, que no han recibido aún el eslabón de la mente y que por eso necesitan un espíritu-grupo que haga el papel de nuestro Triple Espíritu y de nuestra mente. ¿Lo comprendes ahora?
   - Perfectamente. Ahora está claro. Y es impresionantemente
maravilloso.
   - Pues sigamos. Al penetrar en el Segundo Cielo, uno experimenta la sensación de estar bañándose en un océano de armonía; escucha los ecos de la "música de las esferas", el crepitar de los astros en su marcha a través del espacio, emitiendo cada uno su nota-clave y formando entre todos una sinfonía inconcebible en esta vida. Algunos iniciados hay aquí que son capaces de escuchar esa Música de las Esferas y de bañarse en su infinita armonía, lo cual les produce raptos de llanto y felicidad totalmente inefables. Así, experimentando todo esto, comprende uno en el Segundo Cielo la descripción del universo como un gigantesco instrumento musical
y ve en él la célebre "Lira de Apolo", formada por la caja, constituida por los doce signos zodiacales, y las cuerdas, que son los planetas, todos ellos interpretando la sinfonía cósmica en una armonía infinita. Y comprende que ese sonido, esa armonía sonora, es el fiat creador permanente que mantiene el universo entero en pie. Allí uno comprende la existencia y la necesidad de esa armonía universal, de esa dependencia de la parte del todo y del todo de la parte, y sin la cual nada existiría. Allí el hombre se conciencia de que forma parte de un conjunto, de una oleada de vida y que no es más que una parte de ella, necesaria, pero sólo una parte y que todo
es de todos y que el egoísmo ha desaparecido y hasta el saber es
patrimonio común, tanto el propio como el de los demás y tanto el de la última encarnación como el acumulado a lo largo de toda la evolución por toda la oleada de vida, desde su nacimiento a la existencia.
   - ¿Todo eso se conoce allí?
   - Allí se encuentran los verdaderos Registros Akásicos o Memoria de la Naturaleza. Y el hombre allí puede consultar cuanto desee y ver todas sus vidas pasadas, desde que era una célula o, antes aún, desde que era un mineral, y comprender el cómo y el por qué de todas esas vidas y de cada uno de los personajes o papeles que ha tenido que representar para adquirir el conocimiento que posee. Y...
    - ¿Y allí vamos todos, una vez abandonado el Primer Cielo?
    -Ir, vamos todos. Lo que ocurre es que unos van con plena
consciencia y otros inconscientemente. Porque allí hay que hacer unos trabajos importantes para la propia evolución y para el mundo.     Luego lo veremos.
    - De acuerdo.
    - Igual que en el Mundo del Deseo uno asimila las lecciones
derivadas de los sentimientos, las emociones y los deseos y los incorpora al alma, en el Mundo del Pensamiento hace lo propio con las lecciones derivadas de su actuación mental. Por eso solamente quienes han ejercitado el pensamiento en esta vida, pueden tener vida consciente en el Mundo del Pensamiento. Los que no lo han hecho, no poseen en sus Cuerpos Mentales átomos que vibren con la misma vibración de ese mundo tan elevado.
   - Lo comprendo. Y es lógico.
   - Por tanto, el ejercitar aquí la mente, el pensar, el meditar, es
asegurarse una vida consciente allí y dar un paso importante en la propia evolución. Quien aquí se queda en las emociones, lógicamente, no puede aprender nada allí, porque nada entiende.    Ten en cuenta que la mente está aún en su estado mineral Y, realmente, aún nos cuesta mucho no digo dominarla, sino sólo manejarla.
  - ¿Tú crees?
  - Por supuesto. ¿A qué atribuyes tú que, incluso a la mayor parte de los estudiantes que son, teóricamente, los que más cultivan la mente, les resulte más difícil aprender o interesarse por las matemáticas que, por cualquier otra materia? Sencillamente a que las matemáticas son puro pensamiento, sin mezcla de emoción, es decir, puro manejo de la mente, y la mente es difícil de manejar y de dominar y, por tanto, de concentrar y es mucho más cómodo no hacerlo.
    - ¡Claro! No se me había ocurrido, pero es perfectamente lógico.
    - Eso no quiere decir, sin embargo, que todo el mundo tenga que
estudiar una carrera y preferentemente de Matemática Pura. No. Lo que quiere decir es que hemos de aprender a vencer las emociones y a racionalizarlas y a pensar antes de actuar y a reflexionar y a estudiar los problemas de la vida. Y eso se puede hacer igual habiendo ido a la universidad o no. Por supuesto que el estudio facilita el hábito de pensar y, por tanto, el estudio es aconsejable, pero no es indispensable. Se puede ser un gran pensador sin ningún conocimiento científico.
   - Lo comprendo. Está clarísimo.
   - En el Segundo Cielo, además, estudiamos nuestros propios
pensamientos y formas mentales creados en la última vida con todo detalle.
   Porque allí los pensamientos son cosas y podemos así descubrir nuestros errores de pensamiento, con lo cual incorporamos a nuestra alma las oportunas enseñanzas.
  Se absorbe allí también la quintaesencia de los tres cuerpos inferiores en el Triple Espíritu: Lo que haya aprendido el hombre sojuzgando sus pasiones y emociones, lo absorbe el Espíritu Humano, proporcionándole una mente más evolucionada para el futuro; lo que haya espiritualizado el Cuerpo Vital, quedará amalgamado al Espíritu de Vida, asegurándole un Cuerpo Vital más fuerte y un mejor temperamento en la vida por venir; lo que haya aprendido con la rectitud en el obrar, se asimilará por el Espíritu Divino y le proporcionará en el futuro un ambiente mejor y más oportunidades de crecimiento espiritual. Y todo ello porque, como sabes, la espiritualización de los vehículos se realiza mediante el cultivo y desarrollo de la observación, el discernimiento, la memoria, la devoción, la oración, los ideales elevados, la concentración, la perseverancia, la meditación y el correcto empleo de las fuerzas vitales. Pero tampoco es esto sólo lo que hacemos en el Segundo Cielo, donde permanecemos durante varios siglos.
   - ¿Siglos?
   - Sí.
   - ¿Y qué más hacemos?
   - Colaborar con las fuerzas de la naturaleza.
   - ¿Y cómo hacemos eso tan raro?
   - Ten en cuenta que allí están los arquetipos de todo lo que existe
más abajo. En la primera zona, los del Mundo Físico, es decir, los de las montañas, los ríos, los valles, los animales, las plantas, nuestros cuerpos físicos, etc. Allí se construyen los moldes que, proyectados luego en el Mundo Físico, lo configurarán en el futuro. Por tanto, al colaborar nosotros en esa labor, estamos preparando el ambiente en el que se desarrollará nuestra próxima encarnación, así como el cuerpo físico de que en ella dispondremos.
   Las Jerarquías que rigen nuestra evolución nos ayudan y nos enseñan a confeccionarlo, pero somos nosotros los que decidimos, si estamos lo suficientemente avanzados y conscientes en ese plano (porque si no, lo deciden ellas, de acuerdo con nuestro karma), cómo será ese cuerpo físico y qué características tendrá: Los pintores, por ejemplo, necesitan una sensibilidad especial para los tonos de los colores; los escultores, para la forma; los arquitectos, para el volumen; los músicos, para el sonido. Éstos, por cierto, se encuentran allí en el mundo del sonido. Por eso las obras de los arquitectos, de los escultores y de los pintores, que buscan y encuentran su inspiración en el Mundo del Deseo, son más duraderas; mientras que la música, cuyas raíces y cuya inspiración se encuentran más lejos del Mundo Físico, en el Mundo del Pensamiento, es más fugaz. Allí, sin embargo, en su propio mundo, la música es tan permanente como aquí la pintura.
    - Todo esto es asombroso.
   - Sí que lo es. Y nos hace darnos cuenta, a la vez, de nuestra propia importancia y de nuestra propia insignificancia y de la magnitud y perfección de la Creación y de la armonía del plan divino, y nos obliga a adorar a quien ha contado con nosotros para colaborar con Él en tamaña maravilla. Lo que ocurre es que, luego, cuando llegamos aquí abajo, con las influencias negativas que nos acosan y las que traemos como bagaje del pasado, vemos generalmente las cosas de otro modo muy distinto que allí, donde no llega nunca ninguna vibración negativa.
   - Claro, es lógico. Y uno, conociendo ahora todo esto, se hace el
firme propósito de enmendarse, de poner atención y de arrimar el hombro en esta magna obra que es la vida.


EL TERCER CIELO
  - Bien. Terminada nuestra estancia en el Segundo Cielo, asimiladas totalmente las lecciones de la última encarnación, preparados los distintos ambientes y los arquetipos de los vehículos para la próxima vida y disuelta la Mente en el Triple Espíritu, pasamos al Tercer Cielo, llamado también Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento y que comprende las tres capas superiores de éste último. En él, por medio de su inefable armonía, nos fortalecemos para nuestra próxima inmersión en la materia. Y así, pasado algún tiempo, generalmente en estado inconsciente, salvo los muy evolucionados, empieza a acometernos el deseo de nuevas experiencias, de nuevos conocimientos. Y ello, obedeciendo inconscientemente las fuerzas cósmicas que rigen el plan divino y que lo impulsan todo, ininterrumpidamente, hacia adelante, las mismas que aquí hacen que el huevo se convierta en polluelo y la semilla en árbol y el botón en flor. Ese deseo de nuevas experiencias hace que se nos sometan por las Jerarquías, varios proyectos de vida, que contienen las líneas generales de las mismas, los acontecimientos principales y el karma maduro, que no
podemos evitar, y entre las cuales podemos elegir libremente para, durante nuestra estancia aquí, ir rellenando mediante el ejercicio de nuestra libertad, los huecos del esquema elegido, aquello que dejaba sin cubrir.
   - ¿Pero cómo vemos esas vidas entre las que hemos de elegir?
   - Viene a ser como el panorama que veíamos, tras la muerte, pero con algunas variaciones.
   - ¿Cuáles?
  - Primera, que los acontecimientos pasan en el orden normal, es decir, primero las causas y luego los efectos, para que veamos que cada causa produce su efecto, a diferencia del panorama post mortem en el que se nos mostraba, primero el efecto y luego la causa, a fin de aprender la lección de que cada efecto tiene su causa. Segunda, que en ese proyecto de vida sólo aparece lo principal: El cuerpo cuyo arquetipo ya creamos, los padres que tendremos, la raza, la clase social, el ambiente, el cónyuge, los años de vida, la clase de muerte, los hijos, etc. así como las enfermedades o malformaciones o deficiencias o debilidades debidas a errores cometidos en vidas anteriores y cuyas consecuencias ha llegado el momento de afrontar. Todo lo demás está, por así decirlo, en blanco y es nuestro cometido rellenarlo con nuestros pensamientos, palabras y actos, del mejor modo posible utilizando las facultades que hemos desarrollado y tratando de adquirir las más posibles. Ese "relleno" que haremos durante la próxima vida, será lo que producirá nuevo karma en el peor de los casos, o nuevo avance en la evolución.
   - Es estupendo y se comprende todo tan bien... Pero quisiera
preguntarte algo que me ronda por la mente hace tiempo.
   - ¿Y qué es?
   - Que, si en esos planos existe tanta armonía y tanta sabiduría y se
está tan bien, ¿por qué hemos de descender una y otra vez a la materia y sufrir y pasarlo tan mal? ¿No podríamos quedarnos allí y recibir directamente todo ese conocimiento?
   - A primera vista da la impresión de que tienes toda la razón. Pero en tu argumento hay varios errores.
   - ¿Cuáles?
   - Primero, que partes de la base de que nacemos para ser felices,
cuando la verdad es que nacemos para aprender. Y aprender a convertirnos en dioses creadores. Pero hemos de llegar a ser capaces de crear mundos felices y perfectos, lo más perfectos posible. ¿Tú consideras que el dolor, en esta vida, es desagradable?
   - Por supuesto.
   - ¿Y consideras que es innecesario?
   - Hombre, supongo.
   - ¿Qué ocurriría si no sintieses dolor y te arrimases a una hoguera?
   - Que ardería, claro.
   - ¿Y qué es preferible, el dolor en un punto de tu cuerpo o el arder
completamente?
   - Por supuesto, lo primero.
  - En el Mundo Físico, pues, comprendes la necesidad del dolor, ¿no?
   - Sí.
  - Pues en el Mundo del Deseo y en el del Pensamiento, es lo mismo: Si ultrajamos la moral y pensamos destructivamente, el dolor subsiguiente nos hará aprender la lección y rectificar e ir teniendo emociones y pensamientos cada vez mejores y más constructivos y más positivos y más a tenor de las leyes naturales, ¿no?
   - Sí.
  - La experiencia es, pues, el conocimiento de los efectos que siguen a nuestros actos y ese es el objeto de la vida, además del de desarrollar la voluntad que no es sino la fuerza con que aplicamos luego el contenido de la experiencia. La experiencia, pues, hemos de adquirirla. Así lo dispone el plan divino y eso es inapelable. Es como si me dijeras que por qué hemos de comer para vivir, que podríamos vivir del oxígeno del aire, con lo cual todo resultaría más fácil. Y yo te diría, pues sí, sería más fácil, pero lo cierto es que si quieres vivir sólo del oxígeno del aire, te morirás y, si quieres seguir viviendo, tendrás que comer. Está previsto así y así ha de ser, ¿comprendes? ¿Te sientes con fuerza para enmendar la plana a Dios
después de todo lo que hemos estudiado? ¿Te crees con conocimientos suficientes para pretender que tú harías un mundo mejor y con resultados mejores? Francamente, lo dudo.
   - Sí, es cierto. Comprendo que yo lo veo sólo desde mi punto de vista egoísta de este plano.
  - Lo que siempre estará en tu mano es adquirir esa experiencia, esos conocimientos, esa evolución, bien sin sufrir en absoluto, viviendo como el plan divino te ha previsto, o ir por el otro camino, haciendo lo que te apetece aquí, aunque no sea lo que más te conviene allí, y sufrir lo indecible durante innumerables vidas para llegar al mismo punto que por el otro camino, pero mucho más tarde. Eso sí que está en tu mano.
   - Lo comprendo. Es cierto.
   - Pero eso ya es otro tema que nos aleja del que nos ha ocupado
durante esta conversación. Creo que hemos cumplido con la demanda inicial que hiciste.
   - Completamente. No puedes imaginarte lo sugerente que ha
resultado todo, lo claramente que los has expuesto y lo convincente, lógico y atractivo que resulta el tema, una vez conocido en profundidad.
    Sinceramente, gracias.
POESÍA:

ABC VALENCIA

EL SENDERO

Si estás en mí, Señor, el recorrido
Es tan sólo, en verdad, de mí...hasta mí.
Un más breve sendero nunca vi...
Ni más arduo, difícil ni escondido.


DIARIO 16 MÁLAGA, Málaga

DIME SEÑOR

Dime, Señor, ¿Por qué con tal porfía
Velas por mí, sin tregua, año tras año,
Mientras yo, ciego y sordo y a Ti extraño
Vivo un vida mísera y vacía?
¿Por qué, si no merece el alma mía
Por su triste vivir y gesto huraño
Que la alejes más tiempo de su daño
Te afanas por salvarla cada día?
Quiero, Señor, salir de esta bajeza
Y borrar del pasado oscuros trazos
Y apoyar en Tu pecho mi cabeza
Y dejarme abrazar por Tus dos brazos,
Sentir de Tu presencia la certeza
Y anudar con Tu amor eternos lazos


EL DIARIO PALENTINO, Palencia

YA SÉ, SEÑOR

Ya sé, Señor, que Tú eres mi inquilino.
Ya sé, Señor, que estás dentro de mí
Y que debo acercarme tanto a Ti
Que acabe convirtiéndome en divino.
¡Qué dulce y milagroso desatino:
Que un ser tan débil, pobre y baladí
Descubra a todo un Dios dentro de sí
Y tenga su conquista por destino!
Pero, Señor ¡Qué senda tan estrecha!
¡Qué camino tan arduo y tan fragoso!
¡Qué luchas, qué peligros...qué maltrecha
Queda el alma del miedo y del acoso!
Pues esa breve senda...aún no está hecha
Y yo, Señor, no soy ningún coloso.

* * *


ABRIL

SÍNTESIS DE ABRIL

    Este mes, último capítulo de la presente obra, hemos seleccionado varios trabajos, digamos, de divulgación: Dos, relativos a nuestra relación con los ángeles y arcángeles, que resultan agradablemente sorprendentes y de gran actualidad, dado que son muchos ya los que con ellos pueden contactar; otro, relativo a los Espíritus de Raza, que abre los ojos sobre actuaciones hasta ahora incomprensibles de los pueblos en un pasado muy cercano y que, debido a esta oleada que nos embarga, de vibraciones divinas, han desaparecido para siempre; un tercero sobre las iniciaciones, meta de todo hombre, que se exponen con todo detalle; y, por último, un trabajo sobre los llamados Hermanos Mayores, los más evolucionados de los hombres, sumamente inspirador y reconfortante.
       Hemos seleccionado luego, como venía siendo costumbre, una serie de trabajos de todo tipo, sobre temas variados, más unos cuantos Pensamientos; y, después, hemos creído oportuno, para lograr una visión más completa del estado de ánimo actual de la Humanidad, incluir dos cosas:
     La primera, una serie de entrevistas aparecidas en los medios de comunicación españoles el 30 de abril de l998, del tipo "¿...y ahora?", que están haciendo furor a nivel mundial, y que demuestran palpablemente el cambio producido. Ya nada es igual que antes, y todo el mundo es feliz.
     La segunda, con la que cerraremos el libro, es una selección entre los Editoriales de los distintos medios de comunicación españoles, que han visto la luz durante los tres últimos meses. El lector percibirá leyéndolos la progresión producida en tan poco tiempo, pues ellos, más que nadie, dan fe de la temperatura alcanzada.
    Después, a fuer de honestos, nada nos quedaría por añadir. Sólo llamar la atención, a guisa de simpática anécdota, sobre el hecho de que el libro lo cerramos precisamente con un editorial aparecido el 30 de abril de 1998 en el diario "HECHOS", de Madrid, en cuya redacción, recordará el lector, comenzó a arder la mecha que dio rápidamente lugar a la explosión más hermosa que pensarse pueda. Nuestro amigo Juan, pues, tenía razón.
    Son momentos en que uno se siente inclinado a no hablar ni pensar ni actuar, sino a caminar por la vida de puntillas, por miedo a romper, en la primavera más hermosa de la historia, el encanto que lo hechiza todo, que lo envuelve todo, que lo transforma todo...
       Hemos alcanzado el estado de lo inefable. La Mutación
experimentada por la Humanidad, de la mano de Su Hacedor, sabrá encontrar el sendero de su futura evolución.


* * *


DÍAS 1 á 10
HESSISCHER RUNDFUNK, Francfort del Maine, Alemania


LOS ESPÍRITUS DE RAZA

    - Lo de las razas es un problema de difícil comprensión, ¿no?
    - Como todo en la vida; si no se conocen las causas es muy difícil
comprender los efectos.
    - ¿Es que se conocen las causas de la existencia de las razas?
    - Claro que sí.
    - Pues me gustaría conocerlas.
    - De acuerdo. Pero antes de llegar a eso tendremos que aclarar
algunos asuntos previos.
    - ¿Por ejemplo?
    - Por ejemplo, que no siempre ha habido razas. La afirmación de la Biblia de que las razas nacieron en un momento determinado, que ella relata con el episodio de la Torre de Babel, es cierto aunque simbólico.
    - ¿Así que no siempre ha habido distintas razas?
    - No.
    - Explícame, pues, el proceso.
    - Bien. La oleada de vida humana que, en la Primera Revolución del Período de Saturno salió a la manifestación como reino mineral,
evolucionó, más o menos homogéneamente durante las seis Revoluciones siguientes de dicho Período y siguió haciéndolo durante las siete Revoluciones de cada uno de los Período Solar y Lunar.
     - ¿Eso supone mucho tiempo?
     - Eso supone miles de millones de años.
     - ¡Caramba, qué barbaridad!
   - Sí. En la naturaleza el tiempo no es importante. Importa el objeto y éste siempre se obtiene paso a paso, nunca súbitamente.
     - De acuerdo. Sigue, por favor.
    - Al comenzar el Período Terrestre, nuestra oleada de vida iba ya a ser humana.
    - ¿Y eso?
  - Porque, sencillamente, había evolucionado durante los tres Períodos anteriores: Durante el Período de Saturno, como minerales; durante el Solar, como vegetales; y durante el Lunar, como animales. Durante el Período Terrestre, que es en el que nos encontramos, estamos evolucionando como humanos.
    - ¡Es interesantísimo!
  - Sí, mucho. Pero sigo. Ahora, la evolución en este Período Terrestre, como en todos, tiene lugar en siete globos sucesivamente y las oleadas de vida evolucionantes pasan siete veces por cada globo, denominándose Revolución a cada uno de esos pasos por los distintos globos; de modo que la Primera Revolución, en todos los globos, se llama Revolución de Saturno.
     - ¿Y eso por qué? ¿No me has dicho que hay ya un Período de
Saturno?
    - Sí. Y, precisamente por eso: Cada Revolución es una repetición,
mejorada, de lo que ocurrió en cada Período. Por eso, como en el Período de Saturno nuestra oleada de vida apareció a la evolución como mineral, durante la Primera Revolución del Período Terrestre y en el globo denominado Tierra, repitió el proceso y fuimos "minerales avanzados"
    - ¿Y eso duró también mucho?
    - Sí. Muchos millones de años.
    - ¿Y luego?
   - Luego vino la Segunda Revolución y se recapituló el Período Solar, y fuimos vegetales avanzados; durante la Tercera Revolución, tras recapitular el Período Lunar, llegamos a ser "animales avanzados"; y, por fin, al llegar la Cuarta Revolución, que es en la que nos encontramos, empezó la verdadera labor del Período Terrestre y pasamos a ser hombres.
    - ¿Así que fuimos hombres al llegar al Período Terrestre?
    - No.
    - ¿No me lo acabas de decir?
  - Sí. Pero no debes entender que nuestra oleada de vida es humana desde que empezó el Período Terrestre, porque no es así.
   - ¿Entonces cuándo empezó?
 - Verás. Te he dicho que la naturaleza o Dios o como quieras llamarlo, se toma tiempo. Pues bien, aquí tienes un ejemplo.
   - ¿Cuál?
 - El que, además de que cada Período repite los procesos anteriores, cada Revolución de cada Período los vuelve a repetir, mejorándolos. Y, dentro de cada Revolución, cada Época, reproduce una vez más el recorrido. Siempre se trata de espirales evolutivas dentro de espirales evolutivas.
  - ¿Qué ocurrió, entonces?
  - Pues que, si bien es en nuestra Revolución, la actual, del Período
Terrestre, cuando procede que seamos hombres, esa Revolución se divide en Épocas, cada una de las cuales reproduce un Período de los ya transcurridos, y así: La Época Polar reprodujo el Período de Saturno y volvimos a ser minerales; la Época Hiperbórea reprodujo el Período Solar, y volvimos a ser vegetales; la Época Lemúrica repitió el Período Lunar, y volvimos a ser animales; y la Época Atlante, repitió lo evolucionado en las tres Revoluciones anteriores de este Período, y pasamos a ser hombres recibiendo la mente, empezando el verdadero trabajo de este Período y de esta Revolución, la cuarta, cuya primera mitad ya hemos rebasado.
   - ¡Qué barbaridad! ¡Qué complejo y cuánto tiempo! ¿No?
   - Sí. Pero aún hay más complejidades.
   - ¿Más?
  - Sí. Porque después de cada Período, y dentro de cada uno de ellos, tras cada Revolución, hay una época de reposo, en la que todo se desintegra y vuelve al estado amorfo.
   - ¿Espíritus amorfos?
   - No. Espíritus amorfos, no. Los espíritus son siempre de la misma
materia y lo único que hacen es ir adquiriendo autoconsciencia y
experiencia. Me refiero a los vehículos inferiores: el físico, el etérico, el de deseos o astral y el mental. Esos cuerpos se desintegran tras cada Revolución y tras cada Período y se aglutinan en un globo, digamos, intermedio, durante un período que se denomina "noche" o "caos".
    - ¿Caos? O sea, un desconcierto.
   - No. Nada más inexacto. Es una especie de período de reflexión y de asimilación. Únicamente subsisten los átomos simiente y el núcleo o centro de los globos, así como los átomos simiente de cada uno de los vehículos utilizados por cada espíritu virginal a lo largo de toda su evolución. La vida y la forma, los dos polos del espíritu, son uno sólo. Y hay un solo espíritu compenetrando el conjunto.    Luego, una vez preparados los espíritus para nuevas incursiones en los planos de materia más densa que ellos, y preparados los arquetipos para dichas materias, emerge todo de nuevo a la manifestación, digamos, exterior u objetiva - puesto que la del período de "caos" podría ser denominada "subjetiva" - y comienza el siguiente Período o Revolución.
    - No he comprendido bien eso de los dos polos del espíritu.
  - Te lo aclaro. El espacio es espíritu en su forma atenuada, mientras que la materia es "espíritu cristalizado". El espíritu manifestado es dual: Lo que vemos como "forma" es la manifestación de su polo negativo, cristalizado e inerte; lo que vemos como "vida" es la manifestación de su polo positivo. La vida galvaniza la forma y la lleva a la acción. Pero antes, vida y forma, son originarias del espíritu, del espacio, del caos. El espíritu es, por tanto, activo en todo tiempo: De una manera durante la manifestación y de otra durante el caos.
   - No acabo de verlo.
 - ¿Qué ocurre cuando se empolla un huevo, que es algo aparentemente inerte, y sale de él un polluelo vivo? Pues imagina que el período del caos no es más que un enorme huevo del que, en un momento dado, sale vivo el polluelo de la oleada de vida, aparentemente inerte hasta entonces.
  - Comprendido.
  - Pues bien. Seguimos. Hasta casi terminada la Época Lemúrica no
apareció la primera raza con características suficientes para ser
denominada así.
   - ¿Y qué características son esas?
   - Se trata de una serie de cuerpos que, a lo largo de la evolución,
ofrecen similitudes que las diferencian de los otros individuos y poseen, además, características que las habilitan para evolucionar en determinado sentido, desarrollando determinadas facultades en los espíritus superiores o Egos, en evolución también, y que son, como sabes, quienes utilizan esos cuerpos. ¿Comprendes?
    - Sí. Comprendo.
  - Pues bien. La primera raza, como te digo, fue la Lemúrica. Luego terminó la Época del mismo nombre.
   - Pero, ¿cómo eran los miembros de esa raza?
  - Los lemures, si bien tenían esqueleto, era muy maleable. Al nacer tenían oído y tacto, pero no vista, que llegaba después, como ocurre ahora con los gatos y perros cuando nacen. Esa vista, sin embargo, no se basaba en ojos, sino en una especie de ocelos o manchas sensibles a la luz, como tienen ahora algunos animales. La vista, tal como hoy la conocemos, no la desarrolló la humanidad hasta fines de la Época Atlante. La Tierra, con una atmósfera muy densa, estaba aún, en muchos puntos, en plena ebullición y llena de volcanes. En otras, grandes bosques con enormes árboles y enormes animales. El lenguaje estaba formado por sonidos como los de la
naturaleza: El rugido del huracán, el susurro de la brisa, el murmullo del arroyuelo, el bramar de los volcanes...El hombre no sabía nada del nacimiento de su cuerpo físico. No podía verlo, ni ver las cosas materiales, pero percibía a sus semejantes mediante una percepción interna, como cuando en sueños vemos a personas conocidas, pero muy claras y concretas.
    La propagación estaba a cargo de los ángeles - oleada de vida
anterior a la humana - guiados por Jehová, el más alto iniciado entre
ellos. Los hombres, como ocurre ahora con los animales, en determinadas épocas astrológicamente convenientes, eran agrupados para procrear. Por eso el parto era inconsciente (como ahora lo son aún la digestión, la asimilación, etc.) y, por tanto, sin dolor. El lemur no era consciente del mundo físico, ya que su consciencia estaba centrada en los planos superiores. No conocía, pues, la muerte. Tampoco tenía memoria y la facultad que desarrolló incipientemente fue la voluntad. No tenía sentimiento alguno. Podía sentir el dolor, la comodidad, pero nada espiritual ni mental como alegría o tristeza o simpatía. Era mago de nacimiento. Convivía con los ángeles y poseía poderes para manejar la naturaleza. Se consideraba un dios. Por eso dirigió su evolución hacia la materia ya que la parte espiritual ya la estaba viviendo, justo al contrario de lo que ocurre hoy día: Que, embebidos en la materia, se hace necesario despertar nuestra parte espiritual. El lemur era puro e inocente y nunca infringió las leyes de la naturaleza. Pero lo importante para adquirir experiencia no es la inocencia, sino la virtud y ésta surge del error y la rectificación, es decir, la experiencia. Con esto tienes una idea general de cómo éramos en la Época Lemur. ¿De acuerdo?
    - De acuerdo.
  - Sigo, pues, donde nos habíamos quedado. Durante la Época Atlante aparecieron las siete subrazas que en ella evolucionaron.
   - ¿Y en qué se diferenciaban?
  - Te resumiré las características distintivas de cada una de ellas para que te des cuenta.
   - Estupendo. Soy todo oídos.
  - La primera raza atlante fue la llamada de los Rmohals. Tenían muy poca memoria y sólo relacionada con las sensaciones.   Recordaban colores y sonidos. Con la memoria les fue posible crear y utilizar palabras para designar las cosas y no imitar los ruidos de la naturaleza como los lemures.
   Sentían que eran espíritus y nunca causaron el menor daño.
   - ¡Qué interesante! Sigue.
  - La segunda raza atlante fue la de los Tlavatlis. Éstos empezaron a sentir la individualidad y apareció con ello la ambición. La memoria era el don más preciado y los que más memoria tenían y, por tanto, más experiencia y con ella más posibilidades de resolver problemas o situaciones, eran quienes ostentaban la autoridad. El recuerdo de las proezas de algunos era motivo para designarlos guías. Ese fue el origen de la realeza. Como el recuerdo de esas gestas perduraba tras la muerte del héroe, nació así también el culto a los antepasados.
   - Esto es verdaderamente sugestivo. Pero, por favor, sigue.
   - La tercera raza atlante fue la Tolteca. Inauguraron la monarquía y la sucesión hereditaria. Comenzaron a honrar a los hombres por las proezas de sus antepasados.
   - ¿Y eso?
   - Era lógico, dada su constitución. Entonces el padre podía evocar
ante la vista interna del hijo escenas de su propia vida y ello condicionaba las características de éste a lo largo de la vida, resultando, en general, un imitador de su padre, con el que se consideraba identificado.
   - Claro. Así estaba justificada esa veneración por los hijos de los
héroes. Porque se tenía la seguridad de que iban a serlo también.
   - Exacto. La memoria de los Toltecas era incomparablemente
superior a la nuestra. Pero eso fue porque no podían pensar, por no tener aún vehículo mental. Sólo la memoria les auxiliaba para resolver situaciones y por eso, quien más memoria tenía, era el más valioso para la comunidad.
   En esta época, como te he dicho, aparecieron los primeros reyes, que fueron los más avanzados, iniciados por los guías espirituales.    Por eso se les llamaba reyes "por la gracia de Dios". Pero los reyes que, al principio, eran conscientes de que el poder era algo sagrado y que debían usar en beneficio del pueblo, acabaron abusando de él en beneficio propio. Lo mismo hicieron los magistrados, gobernantes, etc., produciendo terribles condiciones para los inferiores.
   - Aquí empezó, pues, la eterna historia, ¿no?
  - Más o menos. La siguiente raza fue la de los Turanios Originales.
Fueron verdaderamente abominables a causa de su egoísmo. Erigieron templos en los que los reyes eran adorados como dioses. Practicaban la magia negra con fines de ostentación y para satisfacer su vanidad.
   - O sea, que la cosa iba empeorando.
  - Pues, como ves, sí. Pero sigamos y comprenderás la salida de estas situaciones.
   - Vamos allá.
  - La siguiente raza fue la de los Semitas Originales. Esta es la raza raíz de las siete razas de la Época Aria, que es la nuestra.
   - ¿Y por qué?
   - Porque, aparte de otras cualidades, tenían un esbozo de
pensamiento. En la Época Polar el hombre adquirió el cuerpo denso como instrumento para la acción; en la Época Hiperbórea añadió el cuerpo vital o etérico, que le dio la fuerza del movimiento, necesario para la acción; en la Lemúrica, el cuerpo astral o de deseos, que supuso el incentivo para esa acción; y en la Época Atlante se le dio al hombre la mente para que esa acción tuviera un propósito.
   El problema fue que esa mente, era aún muy rudimentaria, muy débil, mientras que el cuerpo de deseos, era mucho más desarrollado y fuerte por tener ya millones de años de antigüedad. Por ello la mente se unió al cuerpo de deseos y se sometió a él, con lo que el resultado fue la astucia, es decir, el pensamiento sometido al deseo, generalmente egoísta. En la actual Época Aria, el trabajo consiste en intentar y lograr - y se está logrando cada vez en más hombres - unir el espíritu con la mente y, así, espiritualizarla y con ella los deseos y la acción.
   - ¡Qué interesante!
   - Pues esto lo es más: Como en la naturaleza todo tiene un precio, un coste, y cada facultad desarrollada lo ha de ser a costa de algo que se pierde, esa posibilidad que la mente brindó al hombre de pensar y formar ideas, le costó renunciar a la facultad que hasta entonces poseía, de dominar las fuerzas vitales de la naturaleza.
  La mente, que se encuentra aún en estado mineral, sólo nos permite, por ello, dominar los minerales. No podemos aún dominar la vida. O sea, que podemos dominar totalmente las sustancias físicas de cualquier tipo y crear objetos. Pero no podemos insuflarles vida, hacer que vivan. Y no podremos hasta que concluya el próximo Período, llamado de Júpiter.
   Entonces ya seremos capaces de crear vegetales y darles vida, como hacen ahora los ángeles con los vegetales de hoy.
  - ¡Qué pena haber perdido el poder que teníamos sobre la naturaleza!
   - Relativamente. En la naturaleza rige una ley natural según la cual todo trabaja siempre para el bien, de modo que, de cualquier mal siempre, siempre resulta un bien. Y eso ocurrió con la pérdida de la facultad a que te refieres. ¿Te imaginas lo que hubiera sido de todos nosotros si, con el egoísmo como centro de nuestras vidas, hubiéramos podido privar a los demás, no sólo de sus cuerpos como hacemos ahora con las guerras, los asesinatos, los abortos, etc., sino de sus vidas, las vidas de sus espíritus?
    - ¡Hubiera sido terrible! Es cierto.
  - Entonces seguimos. Los semitas originales, pues, si bien se guiaban por la astucia, pronto se dieron cuenta de que la mente es superior al músculo. En esa época, además, el cuerpo vital que, hasta entonces no había compenetrado exactamente la cabeza del cuerpo físico, lo hizo, con lo cual la visión del mundo exterior se aclaró. Y, también por entonces, la atmósfera, que había sido totalmente nebulosa (Nibelungos significa "hijos de la niebla"), permitiendo una visibilidad de poco más de un metro, comenzó a aclararse. Y, como siempre, la facultad de ver el mundo físico con claridad, fue a costa de la pérdida de la visión de los mundos internos o planos superiores.
   - Debió ser muy triste, ¿no?
   - Sí. Los atlantes lamentaban esa pérdida de contacto con "los
dioses". Pero el intelecto fue desde entonces nuestra mejor arma: Con él el hombre adquiriría facultades físicas, dominaría el mundo y reconquistaría aquellos poderes, pero con conocimiento y con raciocinio y no, como antes, de un modo ciego, subconsciente, ignorante y, por tanto, sumamente peligroso.
   - Es cierto. ¿Y qué más?
   - Sí. Por ejemplo, que, así como hasta la recepción de la mente, el
hombre hubo de ser guiado en su evolución por seres superiores, desde ese momento tuvo que empezar a guiarse a sí mismo. Y en eso estamos.
   - ¡Qué impresionante!
  - Y hay más, mucho más. Pero antes quisiera terminar con el estudio de las razas atlantes.
   - De acuerdo, ¿cuáles quedan?
  - Los Acadios, que fueron la sexta raza atlante, y los Mogoles, que
fueron la séptima. Ambos desarrollaron la inteligencia, pero siguieron líneas de pensamiento que los alejaron de la corriente principal de la oleada de vida. Los mogoles se aferraron a métodos y medios anticuados y, para evolucionar, hace falta renovar los instrumentos y los medios. Por ello, ambas razas degeneraron pronto, a la vez que el resto de las razas atlantes, salvo los semitas originales, seleccionados por Jehová como raza-raíz o simiente de la futura raza aria, la de la época que estamos viviendo.
   - ¿Y qué pasó con los semitas originales?
   - Pues pasó lo que, en términos más o menos encubiertos, relata la
Biblia y se interpreta como la historia del actual pueblo hebreo.
   - ¿Y no es así?
   - No. La Biblia relata los momentos clave de aquellos semitas
originales.
   - ¿En qué pasajes?
   - Pues, por ejemplo, en el de Noé.
   - ¿Noé? ¿Qué tiene que ver Noé con los atlantes?
   - Noé simboliza a los atlantes que escaparon al hundimiento de la
Atlántida e inauguraron la Época Aria.
   - Explícate, por favor.
   - Verás. Sabes que, hasta la Época Atlante, el agua que hoy llena los océanos, debido a la enorme cantidad de zonas eruptivas, a los
movimientos sísmicos y a las elevadas temperaturas, estaba en suspensión en la atmósfera, en forma de vapor, hasta el punto de que la visibilidad era todo lo reducida que te he dicho antes. Por ello los atlantes no tenían pulmones.
   - ¿Que no tenían pulmones? ¿Y cómo respiraban?
   - Por medio de branquias.
   - ¡No me digas!
   - Te digo. ¿Tú sabes que el embrión humano que, durante su
desarrollo, reproduce los distintos estados por que pasó la humanidad a lo largo de la evolución, vive en un medio líquido hasta que nace y empieza a utilizar sus pulmones?
   - Sí. Y es asombroso. Pero sigue, por favor.
  - La Atlántida se fue sumergiendo en el océano (en realidad, el agua de la atmósfera se fue condensando y el nivel de los mares fue subiendo) y fueron desapareciendo muchos pueblos. Otros se fueron refugiando en los montes y allí, al ser menos denso el aire, comenzaron a desarrollar pulmones. Llegó un momento en que, por haberse sobrepasado un punto crítico de equilibrio entre el calor de la tierra y la cantidad de vapor de agua en la atmósfera, ésta se precipitó más rápidamente, dando lugar a enormes inundaciones que sumergieron la mayor parte de lo que quedaba del continente. Ese momento es el que la Biblia relata con el episodio del Diluvio Universal.
   - ¡Qué interesante!
   - ¿Y quiénes piensas tú que se salvaron?
 - ¡Ahora lo comprendo!: Los que se habían refugiado en los montes.
 - Y que, además, habían desarrollado pulmones que les permitieron sobrevivir en la atmósfera resultante, mucho más pura y limpia de vapor de agua.
   - ¡Claro!
   - Y otra cosa.
   - ¿Cuál?
  - El arco iris. ¿Qué supones que quiere decir el Génesis cuando habla del arco iris?
  - Me lo imagino: Que, hasta entonces los hombres, debido a la niebla reinante, no habían visto nunca el cielo ni el arco iris. Pero, al precipitarse tanta agua en suspensión, la atmósfera quedó limpia y pudieron contemplarlos por primera vez.
   - Sí, señor. Y por eso la Biblia dice que el arco iris fue la señal del
pacto de Jehová con Noé.
   - Está clarísimo.
  - En cuanto a las siete razas derivadas de los semitas originales, ya te las he relacionado antes y no hay prácticamente nada que añadir, puesto que pertenecen a la época que recoge la Historia que todos estudiamos.
   - Bien. Pero te has dejado pendiente algo, ¿no?
   - Sí. Pero antes quiero aclarar que las dieciséis razas ( la lemúrica, las siete atlantes, las siete arias y la de la Sexta Época) son conocidas en ocultismo como los "dieciséis senderos de perdición".
   - ¿Y eso por qué?
   - Porque lo son. Antes de haber razas, todos lo hombres se
consideraban iguales, nadie pretendía distinguirse de los demás.    Pero, con la aparición de las razas, todo cambió: Cada raza se distinguía de las demás por una serie de cosas como facultades, destrezas, costumbres, leyes, lengua, religión, que cada una de ellas fomentaba. En general, pues, los miembros de una raza estaban orgullosos de pertenecer a ella y, lógicamente, no les atraía pertenecer a ninguna otra.
    - ¿Y eso era malo?
    - Claro. Ten en cuenta que la raza son sólo cuerpos, más o menos
perfectos, más o menos hábiles, pero cuerpos y, por tanto, arquetipos, instrumentos de los Espíritus Virginales, que son quienes de verdad evolucionan con su empleo. Por tanto, lo normal es que, cuando un espíritu ha adquirido, a lo largo de determinado número de vidas en cuerpos de la misma raza, toda la experiencia que en ella y con esa clase de cuerpos podía adquirir, renazca en otra raza cuyos cuerpos sean más perfectos, más avanzados, más aptos para desarrollar y manifestar nuevas facultades del espíritu.
   - Es lógico.
  - Pero si la gente "se encariña" con su raza y renace siempre en ella, ¿qué piensas que puede ocurrir?
   - Pues que llegará un momento en que esa raza estará formada por espíritus que ya habrán aprendido todo lo que con esos cuerpos podían aprender y, por tanto, no podrán seguir evolucionando.
   - Exacto.
   - Pero, ¿ha ocurrido eso con alguna raza?
   - Pues, sí. Ha ocurrido, precisamente con algunos de los semitas
originales.
   - ¿Y cómo fue eso?
   - Verás. Como te he dicho, Jehová escogió a los más avanzados de la raza y los llevó como "pueblo elegido" al desierto de Gobi, no al de Sinaí.
   Entonces ocurrió lo del Decálogo.
   - ¿Lo de Moisés?
   - Sí.
   - ¿Pero eso fue real?
  - Claro. El Decálogo no es más que una serie de consejos que Jehová dio al pueblo elegido para que ajustase su conducta a las leyes naturales.
   Ten en cuenta que, hasta entonces, el hombre había sido dirigido por seres superiores. Pero, desde que recibió la mente, era autoconsciente, libre e inteligente y, por tanto, responsable de sus actos, y debía convertirse en guía de sí mismo e independizarse de la dirección externa. Por eso le hacían falta unas normas, un marco de actuación que, si lo aceptaba, lo haría evolucionar sin traumas y, si no, le produciría sufrimiento pero, al fin, conocimiento porque, como te he dicho, en toda la Creación todo trabaja para el bien, aunque momentáneamente no lo parezca.
   - ¿Pero el Decálogo no son unos mandamientos muy severos y
expuestos de un modo amenazador?
   - Realmente, no. Son consejos, son la plasmación de las leyes
naturales que rigen la evolución humana. Es como si a ti te dijeran: "No tomarás venenos" o "no cruzarás la calle cuando venga un coche" o "no pondrás la mano sobre el fuego" o "no tocarás los cables de alta tensión"...
   - ¿Así?
   - Así. Tú podrás hacer caso, con lo que te ahorrarás muchos
problemas y sufrimientos, o podrás desoír esos consejos, que no
mandamientos y, entonces, sufrirás, no un castigo, sino las consecuencias que, de modo natural, se derivan de las actuaciones de las que los mandamientos tratan de alejarte. No es, pues, culpa de nadie, sino sólo del hombre, lo que le ocurre de malo.
   - Sí, lo comprendo.
   - Lo único que no se hizo entonces y se hace ahora, durante el
presente siglo (aunque lo hizo Moisés a la tribu de Leví y lo hizo Cristo a Sus discípulos) es explicar qué hay detrás de cada mandamiento, qué ley natural es la que se puede infringir si se desoye el consejo que contiene, y por qué, y cuál es la consecuencia previsible.
   - ¿Y eso se hace ahora?
   - Sí. Durante toda la Historia, los iniciados de las Escuelas de
Misterios (India, Asiria, Babilonia, Egipto, Israel, Grecia, Roma) han conocido estas verdades. Pero sólo porque, por un lado, esos
conocimientos estaban reservados a los sacerdotes o a determinadas castas (Brahmanes) o tribus (Levitas) y, por otro, porque deseaban conocerlos y eran capaces de comprenderlos. El resto de la humanidad, ni mostraba interés ni estaba capacitado. Esos conocimientos, que son los que Cristo impartía en privado a Sus discípulos, según dice el Evangelio, después de hablar en parábolas al pueblo, fueron conservados fielmente por los primeros cristianos. Luego, desde el 380 d.C., éstos fueron perseguidos por la iglesia oficial, ya politizada y alejada de la espiritualidad inicial, y tuvieron que ocultarse. De ahí les viene el nombre de "ocultistas" a todos los que, a lo largo de los dos mil últimos años han mostrado interés por
estos temas y los han estudiado. Ellos han conservado estos conocimientos en secreto hasta principios del siglo veinte, en que se consideró que la humanidad había alcanzado, de un modo general, la madurez mental y espiritual suficiente para interesarse por ellos y comprenderlos, y por eso, desde entonces, se han publicado.
   - Pero casi nadie los conoce, ¿no?
  - Cada vez, más. Y ahora se ha dado otro aldabonazo y eso estamos haciendo, precisamente.
   - Pero, ¿crees que porque tú expongas estas cosas, la gente las va a creer?
   - No. Porque yo las exponga, no las van a creer. Ni estaría bien que lo hicieran. Lo que ocurrirá es que muchísimas personas a las que llegue este mensaje, lo creerán porque su Dios interno, que conoce bien el tema porque lo vivió con detalle como protagonista, les dará su aprobación. Y lo que esa vocecita interior nos dice que es cierto, es que es cierto. Eso lo sabemos todos.
    - Ya comprendo.
  - Volvamos, pues, adonde estábamos. Para fomentar las facultades
que se consideraban necesarias para la raza futura, se hizo imprescindible evitar los matrimonios con otros pueblos, es decir, se estableció la endogamia como obligatoria y la exogamia se convirtió en un gran delito.
  - Sí, eso dice la Biblia, que se prohibió al pueblo escogido contraer
matrimonio con las hijas de los otros pueblos.
   - Exactamente. Pues bien, hubo bastantes, al parecer diez de las doce tribus, que, haciendo caso omiso de esa prohibición, se casaron con mujeres de otros pueblos, por lo que fueron castigados por Jehová, abandonándolos.
   - ¿Cómo abandonándolos?
   - Sí, como suena. Los que infringieron la ley fueron expulsados del pueblo elegido y por eso se habla de "las tribus perdidas". Los que permanecieron fieles, sin embargo, cuando fueron muriendo fueron renaciendo como sus propios descendientes, por lo que se dice que "heredaron la Tierra Prometida", que no es sino la Tierra actual.
   - ¿Entonces la Tierra Prometida no es Palestina?
   - No.
   - ¿Y qué fue de los "perdidos"?
   - Son los actuales hebreos.
   - ¡No me digas!
   - Sí. El hecho de verse segregados de entre sus hermanos de raza los hizo rectificar con tal intensidad que quedaron "pegados a su raza", es decir, siempre que morían volvían a nacer en cuerpos de raza judía. Y así continuaron cuando, adquiridas las características deseadas por Jehová, la prohibición fue levantada y se aconsejó la exogamia, pasando a ser pecado la endogamia. Sus hermanos, que somos, que son, todos los demás arios, obedecieron, pero ellos quedaron adheridos a esos cuerpos y siguieron casándose entre ellos, con lo cual, están corriendo el riesgo de que esos cuerpos lleguen a no poder dar más de sí y su evolución, como espíritus, se
vea detenida e imposibilitada.
   - ¿Entonces se han invertido los papeles?
   - Sí. Por eso lloran en vano por las tribus perdidas pues,
precisamente, los que "se perdieron" fueron ellos.
   - ¿Y qué síntomas ofrece ese fenómeno?
   - A lo largo de la historia, mientras todos los demás hemos ido
renaciendo en distintos cuerpos de distintos pueblos y razas, la mayor parte de ellos han renacido inexorablemente en el seno del pueblo judío. Una gran parte están aún gobernados por la facultad atlante de la astucia más que por la razón. Para ellos el sentimiento de raza es tan fuerte que sólo distinguen dos clases de hombres: Judíos y gentiles. No ha sido posible integrarlos a lo largo de los tiempos. Los demás pueblos han desaparecido, mezclados unos con otros; pero ellos permanecen aferrados a su raza.
    - Pero eso no ocurre con todos ellos, ¿no?
    - Hay excepciones, pero casi siempre entre los que han contraído
matrimonio con miembros de otros pueblos, es decir, con los que han vencido al Espíritu de Raza.
    - Sin embargo, precisamente ese pueblo yo diría que ha dado más
científicos, artistas, pensadores, etc. que ningún otro.
    - Sí. Y lo comprenderás enseguida. Te he dicho que el hombre
recibió la mente en la Época Atlante, ¿no?
    - Sí.
   - Pues, si bien eso es cierto para la gran masa de la Humanidad hubo, sin embargo, algunos que, debido a su desarrollo, la recibieron ya a fines de la Época Lemúrica.
    - ¿Y qué?
   - Que luego, en plena Época Atlante, cuando Jehová seleccionó a los más avanzados de la oleada de vida para constituir con ellos los semitas originales, la raza-raíz de la futura Raza Aria, lógicamente incluyó entre ellos a los que ya en la Época Lemúrica habían recibido la mente pues, en términos generales, seguían siendo los más avanzados.
    - Es lógico.
  - Luego, cuando, para preservar determinadas características raciales, se prohibió la exogamia y algunos fallaron, esos, lógicamente, pertenecíana los semitas originales, a ese grupo selecto que incluía a los más avanzados de la oleada de vida, ¿no?
    - Claro.
   - Pues ahí tienes la explicación. Concienciados de su error tras haber sido abandonados por Jehová, tomaron la decisión, en un arranque de arrepentimiento y deseo de "pago de su pecado", de permanecer en "su" raza, acuñando la conocida frase de "una vez judío, siempre judío". Los demás miembros de la oleada de vida, sin embargo, siguieron evolucionando en la línea prevista por Jehová y se fueron mezclando con las demás razas cuando Éste permitió la exogamia y convirtió en pecado la endogamia, de modo que fueron desapareciendo como raza, hasta el punto de que hoy día nadie puede asegurar que pertenece cien por cien a ninguna, entre las de piel blanca. Pero los otros, los que fallaron, siguieron fieles a las antiguas órdenes, ya derogadas, de Jehová y en ello siguen. Por supuesto, muchos de ellos continúan siendo muy capaces mentalmente puesto que algunos son los que recibieron la mente en la Época Lemúrica.
   Pero si permanecen pegados a su raza, es decir, a los cuerpos de su raza, éstos resultarán cada vez más incapaces de expresar capacidades que los otros irán adquiriendo y manifestando en sus cuerpos nuevos, más evolucionados, y se irán quedando atrás en la evolución. Y ese es el problema. Hoy existe, por tanto, entre los judíos un gran porcentaje de "inteligentes", menos en cantidad, por supuesto, que en el resto de la oleada en su conjunto, pero sí porcentualmente, ya que éstos pertenecen ahora a distintos pueblos. Pero en el futuro se quedarán atrás. Y hay que tener en cuenta que los Guías de la Humanidad prevén nuestros problemas con miles de años de anticipación y, sin quebrantar nuestro libre albedrío, tratan de evitárnoslos.
   - ¿Y qué han hecho en ese sentido?
  - Han hecho multitud de intentos para romper esa obsesión, pero sin éxito.
   - ¿Por ejemplo?
   - Con el fin de que dejasen de considerarse distintos, se les hizo
luchar con otros pueblos, se les llevó cautivos a otras tierras (Babilonia), se les envió a los profetas, a los que despreciaron o dieron muerte, pero permanecieron autosegregados y, al fin, regresaron a su "Tierra Prometida". El Mesías mismo, Cristo, pudo haber nacido en cualquier otro pueblo pero, precisamente pensando que, si Su mensaje provenía de alguien distinto de ellos no lo aceptarían, nació precisamente como uno de ellos. Y ya sabes el resultado. Cristo no les habló de Abraham ni de ninguna de sus antiguas tradiciones, precisamente para no aumentar su arraigo; y, en cambio, les habló de "otro reino", de "otro mundo", de una nueva tierra de amor y olvido, y repudió el "ojo por ojo"; y no los incitó a armarse contra el César. Sí. El rechazo de Cristo por sus propios hermanos fue la prueba suprema. Desde entonces se dejó de enviarles profetas especiales o instructores. La historia de los últimos dos mil años ha vuelto a demostrar que, a pesar de la dispersión que siguió a la destrucción de Jerusalén por las tropas de Tito, donde han estado se han autosegregado siempre. Y, mientras los demás pueblos se mezclaban, ellos no, y han ido siendo expulsados y perseguidos por todos, precisamente por no integrarse
ya que, como es sabido, en el origen de toda segregación hay una
autosegregación. Ellos, sin embargo, han permanecido obcecados con su raza.
   - ¿Y eso no ha ocurrido con ningún otro pueblo?
   - Nunca. La prueba es que todas las demás razas, tras un período de florecimiento de cada una de ellas, han ido desapareciendo al mezclarse con las otras. Las religiones de raza son reliquias del pasado.
   - ¿Qué significa eso de "religión de raza".
  - Verás. Tú sabes que las tres oleadas de vida anteriores a la nuestra, y que para su propia evolución necesitan trabajar con los hombres (como nosotros necesitamos trabajar con los minerales, vegetales y animales), son: los Señores de la Mente (que fueron la humanidad del Período de Saturno, cuando nosotros éramos simples minerales) cuyo vehículo más denso es de materia mental; los arcángeles (la humanidad del Período Solar, cuando nosotros éramos vegetales) y cuyo vehículo más denso es de materia de deseos; y los ángeles ( la humanidad del Período Lunar, cuando nosotros éramos animales) y cuyo vehículo más denso es de materia etérica.
   - Sí, lo sabía.
   - Bien. La siguiente oleada de vida es la nuestra. Nuestro vehículo
más denso es de materia física y nos estamos haciendo especialistas en el manejo del mundo físico. No tienes más que mirar en torno tuyo y te asombrará el grado de perfección que hemos adquirido para hacer cosas con la materia física.
   - Es cierto.
  - Pues esa maestría, y aún mayor, porque nos llevan todo un Período de ventaja, la poseen los ángeles para manejar la materia etérica; mayor aún, porque nos llevan dos Períodos, la tienen los arcángeles para manejar la materia de deseos o astral; y aún nos llevan un Período más de ventaja los Señores de la Mente en el manejo de la materia mental. ¿Comprendes?
   - Sí. Es perfectamente lógico.
  - Llegado el punto en que Jehová, el más alto iniciado de los ángeles,  el Tercer aspecto de la Trinidad, el Espíritu Santo, encargado de proveer todos los vehículos para los espíritus evolucionantes durante el Período Terrestre, llegado el momento, digo, en que Jehová consideró conveniente dividir la humanidad en razas para ir desarrollando distintas facultades y luego seleccionar las mejores para impulsar la evolución de los cuerpos y, con ellos, la de los espíritus que los utilizaran como instrumentos, puso a cargo de cada raza a un arcángel de los que a sus órdenes trabajan.
  - ¿Arcángeles a las órdenes de un ángel?
  - Sí. Te he dicho que Jehová es el más alto iniciado de los ángeles y, por tanto, ha alcanzado un nivel de conciencia y de evolución muy superior al de la mayor parte de los arcángeles.
   ¿Qué quieres decir con "nivel de conciencia"?
   - Quiero decir que puede funcionar conscientemente en planos de
existencia en los que la mayor parte de los arcángeles no pueden hacerlo.
   - Perdona, pero no lo entiendo.
   - ¿Tú te das cuenta de que piensas, o sea, de que conscientemente
trabajas en el plano mental?
   - Sí.
   - Pues los animales no pueden hacerlo. Y menos, los vegetales. Y
menos aún, los minerales. ¿Comprendes ahora?
   - Sí. Ahora lo he comprendido.
   - Pues bien. Jehová encomendó cada raza a uno de sus arcángeles
para que las fueran guiando en su evolución. Y a cada raza, su arcángel le dio una religión adaptada a sus características con el fin de facilitarle el progreso.
   - Muy claro.
   - Pero las religiones de raza tienen un grave inconveniente.
   - ¿Cuál?
 - Que, como se dan a un solo pueblo y adaptadas a su idiosincrasia,
ello provoca la segregación, la separación, el que se considere "distinto" a cualquier extranjero, o "gentil" al seguidor de cualquier otra religión.
   - Claro, es cierto.
   - Y eso, si por un lado brindaba más posibilidades de educir más
rápidamente facultades distintas, por otro, creaba el concepto erróneo de que lo importante eran los cuerpos y no los espíritus, que es lo que realmente importa.
   - Claro.
 - Por eso se produjeron tantas guerras, tantos odios, tantas matanzas.
   ¿Cuántos hombres han muerto y están muriendo aún por motivos
patrióticos o religiosos?
   - Sí, es terrible.
  - Y por eso vino Cristo. Como se vio que el sistema de las razas había dado de sí todo lo posible y que los efectos negativos que de ellas se derivaron habían polucionado terriblemente el cuerpo astral del planeta, se hicieron necesarias dos cosas.
   - ¿Cuáles?
   - Primera, limpiar ese cuerpo astral del mundo, de la Tierra.
   - ¿Y segunda?
   - Instaurar una religión que recordase a los hombres que somos
espíritus, que somos hermanos, que todos somos parte de Dios y que, por tanto, las razas, las clases sociales, los colores de la piel, las religiones, etc. no son sino ayudas, caminos que conducen a lo principal que es nuestra evolución como individuos y como oleada de vida.
   - ¡Qué maravilloso! ¿Y qué más?
   - Pues que lo primero se consiguió con la penetración de Cristo en la Tierra por medio de la sangre derramada en el Gólgota.
   - ¿Y eso?
   - Esto no puedo exponértelo con detalle hoy, puesto que estamos
tratando otro tema. Pero, en términos generales, has de comprender que Cristo, el más alto iniciado de los arcángeles, el Segundo Aspecto de la Trinidad, el Hijo, es un ser de tal poder, tal intensidad de vibración en Su cuerpo de Deseos (Su vehículo más denso, como arcángel que es) que, con sólo penetrar en la tierra, produjo una limpieza instantánea en forma de una especie de explosión termonuclear que, a los ojos humanos, apareció como una gran oscuridad ("el cielo se oscureció", dice la Escritura), y desintegró todas las vibraciones negativas acumuladas en el cuerpo de deseos de la Tierra (y del cual toma sus componentes nuestro cuerpo de deseos, lo mismo que nuestros cuerpos físico y etérico los toman del mundo físico), tanto por las razas y sus luchas, como por los hombres individualmente. Por eso se dice que Cristo borró con Su muerte "los pecados del mundo" y no de los hombres, como se suele interpretar, pues ésta ya es labor de cada uno, con esfuerzo y autodisciplina, arrepentimiento, reparación, propósito de la enmienda y rectificación.
   - ¡Qué portento! Esto aclara muchas cosas.
   - ¿Has comprendido el problema de las religiones de raza?
   - Sí y no. Aún me da la impresión de que me falta algo, como un dato que me acabe de aclarar el por qué de las razas y de su peligro.
  - Trataré de aclarar más el tema por donde imagino que no lo acabas de ver. Verás. El Yo Superior, el Ego, el Espíritu, como quieras llamarlo, no tiene otro medio de evolucionar ni de expresarse ni de actuar en este mundo que utilizando los cuerpos físico, etérico, de deseos y mental, que son sus vehículos inferiores, aquellos en los que se ve reflejado y que constituyen lo que se llama la "Personalidad". De todos, el más perfecto, el más evolucionado, porque es el más antiguo, el que más tiempo tiene es el físico. Y le sigue el etérico o vital, que es el que lo hace vivir y moverse y reproducirse y asimilar y utilizar los cinco sentidos y recordar.
   - Eso lo entiendo.
   - Ese empleo presenta un problema: Cada raza ha creado una
determinada clase de cuerpos físicos y etéricos que, no sólo discrepan en color y en otras características visibles (cabello, ojos, piel, estatura, resistencia, etc) sino, y esto es mucho más importante, en la capacidad, la aptitud del cerebro para recibir y manifestar (a través de las palabras y los actos) determinados sentimientos y pensamientos. Por eso cada raza expresa, en términos generales, una idiosincrasia, unas tendencias, unas virtudes y unos defectos, unas facultades y unas carencias, unas capacidades y unos límites. Y por eso es preciso ir perfeccionando los cuerpos, para que cada vez sean más capaces de expresar ideas y sentimientos y facultades y tendencias más elevados, más perfectos, más de acuerdo con las leyes naturales.
   - Te sigo.
  - La raza negra, con cuerpos descendientes de las subrazas de la gran raza de los lemures, tiene más que demostrada su capacidad para los deportes físicos (boxeo, atletismo, baloncesto, etc.). La raza amarilla, que utiliza cuerpos descendientes de las subrazas de la gran raza atlante, posee una resistencia proverbial, un conservadurismo muy suyo y una astucia característica.
   - Continúa.
   - Y por eso el peligro de quedarse pegado a una raza. Si esa raza,
cuando apareció era capaz, como la de los semitas originales, de supeditar la mente recién nacida, al cuerpo de deseos, más antiguo y robusto, y dar lugar con ello a la tendencia egoísta y, por tanto, a discurrir en beneficio propio, resultará una raza caracterizada por la astucia, que no es más que eso: La utilización del intelecto para el propio beneficio, para la obtención de bienes materiales, poder, fama, etc. pero con exclusión de los miembros de las demás razas, a los que se considera instintivamente como antagonistas. Con lo cual se autosegrega, se encierra en sí misma, se aísla y deja de progresar: Son conocidos los períodos de autoaislamiento de China y Japón, por ejemplo, ya muy mitigado últimamente en Japón que, rápidamente, se va occidentalizando, lo que quiere decir que dejan de estar pegados a su raza. Y eso es bueno.
   - Tienes razón, es cierto.
  - Cuando aparece una raza como la aria y, dentro de ella, una subraza como la greco-latina o la anglosajona, cuyo cerebro y cuyo sistema nervioso son capaces de manifestar la preponderancia, por lo menos en tendencia, del intelecto sobre los deseos ( la greco-latina desarrolla la mente abstracta: La democracia, san Francisco de Asís, don Quijote, los místicos españoles, etc.; y la anglosajona, la mente concreta: Lutero, la Revolución Industrial, la ciencia práctica, la economía, el Marxismo, etc), ese egoísmo innato desaparece y, en su lugar, uno es capaz de concebir y de traducir en sus escritos, palabras o acciones, una concepción más altruista, que tiene más en cuenta a los demás individuos y a los demás pueblos y sus necesidades. Y aparece la democracia, cosa imposible en otras razas. Y aparecen la Cruz Roja y las Naciones Unidas y la Fao y la
Unicef y Cáritas y Manos Unidas y tantos y tantos movimientos altruistas como están proliferando en occidente, siempre pensando en ayudar a los más desvalidos, de cualquier raza, país, color o religión que sean.
   - Es curioso, pero es verdad.
   - Por eso Cristo necesitó, para utilizarlos como Suyos, los cuerpos
físico y etérico de Jesús, los más perfectos que hombre alguno podía proporcionar. Porque, aparte de que Sus padres eran altos iniciados, con una serie de vidas tras de sí en varias razas, y Él mismo, había sido también líder en razas más antiguas y en la propia Israel. Y, al ser esos cuerpos de Jesús, los más perfectos posibles porque, tanto él como sus padres fueron de los pocos que, en su momento, en el lejano pasado, no cayeron en la atracción de los Luciferes y se conservaron puros, y porque Jesús es el más evolucionado de nuestra oleada de vida, eran capaces de concebir y sentir y expresar en términos humanos los sentimientos y pensamientos de amor altruista y desinteresado en que se basan Sus enseñanzas.
   - Es absolutamente lógico.
  - Es decir, por una parte, cuerpo hebreo para tratar de que los hebreos aceptasen esa enseñanza por provenir de uno de ellos y, al considerar a todos los hombres y a todas las razas como iguales ante Dios, sin distinguidos ni elegidos, sino cada cual según su propio esfuerzo, se mezclasen con otras razas y dieran lugar a cuerpos más evolucionados, más capaces de mayor sensibilidad y amor al prójimo. Y, por otra parte, enseñanza para la raza aria, que ya estaba utilizando cuerpos suficientemente aptos para comprender y hacer propio Su mensaje. Hablo siempre, claro, en términos amplios y refiriéndome a la gran masa.
   - Sí. Está perfectamente claro. Pero...
  - Sé adonde vas a parar. Y a lo dicho hasta aquí te añadiré que en la base de todo este misterio está el hecho de que los Espíritus son, cada uno, independientes y su evolución es autónoma. Pero el cuerpo físico y el etérico, en cuanto a sus características físicas y de capacidad y de sensibilidad, derivan de los cuerpos de los padres (no es casualidad, por ejemplo, que haya habido varias generaciones de músicos en las familias de Bach o de Strauss, ya que el músico necesita características especiales en la configuración del oído). Y si los padres pertenecen durante generaciones a la misma raza, los cuerpos que pueden proporcionar a sus descendientes son siempre de las mismas características. En cambio, si se mezclan con miembros de otras razas de cuerpos más evolucionados, sus hijos recibirán cuerpos mejorados y serán sus Espíritus capaces de manifestar sentimientos y vivencias y anhelos y tendencias más evolucionadas también. Por eso es tan inútil enseñar cristianismo a un caníbal como pretender que un gato aprenda los rudimentos del álgebra.
  Aunque sus espíritus la comprendan, sus instrumentos serán incapaces de traducir ese conocimiento a este plano.
   - Ahora lo entiendo todo. Era eso lo que me faltaba: El hecho de que las características de nuestro cuerpo provienen de los de nuestros padres y no de nosotros mismos.
   - Exacto. Nuestro cuerpo lo debemos a nuestros padres. Nuestro
Espíritu es nuestro y evoluciona independiente de todas las vidas físicas pero utilizando los vehículos físicos que cada vez le proporcionan los padres que sean. Por supuesto, el karma puede luego disminuir las capacidades del cuerpo físico heredado, pero ese es otro tema.
   - Sí, sí. Es lógico y justo y está claro. Pero, ¿cuál es hoy día el papel de los arcángeles encargados de las distintas razas?
  - Este es un tema interesantísimo, muy ignorado y que aclara muchas cosas de la actuación humana, precisamente en nuestros días.
   - Me estás intrigando. ¿En qué pueden influir los arcángeles en
cuanto ocurre hoy día en el mundo?
   - Pues en casi todo y, especialmente, en los movimientos
independentistas, en las luchas tribales y entre etnias y en el terrorismo.
    - ¡Pero bueno! ¿Es eso posible? Explícamelo, por favor.
  - Sí, claro. Pero antes te diré que, dado que los arcángeles y ángeles están evolucionando con nosotros y que para su evolución necesitan actuar sobre nosotros - como nosotros necesitamos para evolucionar actuar sobre animales, vegetales y minerales -, en cuanto se constituye una agrupación de hombres (raza, nación, etnia, tribu, pueblo, club, equipo, gremio, familia, sociedad, etc.), siempre hay un arcángel que está interviniendo en esa creación y en su conservación, desde el mundo del deseo.
   - ¿Pero cómo actúa?
  - Impregnando a ese grupo de hombres con su propia vibración, que tiene la virtualidad de separarlos de los demás hombres, de hacer que se sientan diferentes de los que no pertenecen a esa agrupación.
   - ¿Y eso es malo o bueno?
   - Para el arcángel de turno es bueno, puesto que él va adquiriendo las experiencias que necesita a través de las emociones de los miembros del grupo que él inspira. Pero para los hombres, depende del estado evolutivo en que se encuentren.
   - No lo comprendo.
   - Está muy claro: Si se trata de hombres poco evolucionados, para los que el grupo significa, no sólo una defensa frente a grupos similares, sino un medio de evolución al compartir experiencias y sentimientos y proyectos y luchas, resulta un medio muy positivo de evolución. Pero si se trata de hombres evolucionados, que han superado o están en trance de superar la tendencia a la separatividad para desembocar en la conciencia de pertenecer a algo mucho más grande, más importante y más hermoso que es la Humanidad en su conjunto, del cual todos somos miembros, y si
sienten o vislumbran que, como consecuencia de lo anterior, cada cual está obligado a preocuparse por todos sus hermanos y a tender a una sociedad sin diferencias, sin luchas, sin exclusiones, entonces la influencia de los arcángeles resulta nefasta.
   - ¿Es posible?
   - Y tan posible. Ten en cuenta que el hombre es un ser libre,
responsable de su propia evolución y, por tanto, responsable de ajustar sus pensamientos, emociones, deseos, palabras y obras a las leyes naturales. Y en ese cometido puede chocar con los intereses de los arcángeles.
  - Yo pensaba que los arcángeles eran seres excelsos, muy evolucionados, perfectos, y a los que había que reverenciar y obedecer.
    - Por supuesto que se trata de seres muy evolucionados, de una
vibración altísima, con gran sabiduría en determinadas materias, como por ejemplo, el manejo de la materia de deseos o astral. Pero eso no quiere decir que sus intereses hayan de coincidir siempre con los nuestros.
   - Pues no lo entiendo.
   - Fíjate en esto: A los animales les interesa vivir para evolucionar,
¿no?
   - Sí, claro.
   - ¿Y qué ocurre cuando los matamos para comérnoslos?
  - Pues que les privamos de la posibilidad de aprovechar esa vida para evolucionar, es cierto.
  - ¿Y nosotros los matamos por gusto? Por supuesto, excluyo la caza, los deportes sangrientos, la vivisección, los experimentos llamados científicos, etc. que son verdaderas aberraciones, contrarias siempre a las leyes naturales. Pero, ¿qué ocurre cuando matamos un ternero para comérnoslo? ¿Lo hacemos por maldad o por necesidad? Y también excluyo aquí a los que no comen carne porque han comprendido estas verdades.
   - Sí, realmente nuestros intereses y los de los animales, en esos casos, son opuestos.
    - Y, si los animales adquiriesen la posibilidad de comprender que
necesitan evolucionar y para ello han de vivir, ¿te parecería ilógico o injusto que se opusieran con todas sus fuerzas y por todos los medios a nuestro propósito de matarlos y comérnoslos?
    - No, claro.
   - Pues lo mismo nos ocurre a nosotros con los arcángeles. Cuando
nosotros, por una parte, llegamos a ser conscientes de que hemos de
evolucionar y para ello hemos de vivir y de sentirnos uno con todos y de que somos libres y, por tanto, responsables de lo que hagamos y, por otra parte, los arcángeles, porque está en su naturaleza, nos impulsan a la separatividad, ¿cuál ha de ser nuestra postura? Esa es una decisión importante que cae dentro de la actuación de nuestro libre albedrío.
   - Es todo lógico, pero tan nuevo...
  - Eso no quita para que sea verdad y, además, muy importante y muy conveniente que se conozca y se divulgue. Voy a ponerte unos ejemplos y verás lo comprensible, lo lógico y lo importante que es comprender esto.
   - Sí, por favor.
   - Los clarividentes ven a los arcángeles de las naciones como una
especie de nube de materia de deseos que cubre todo el país (y, al decir "país" me refiero a etnia, a pueblo, cuyas fronteras no necesariamente han de coincidir con las fronteras políticas de cualquier estado). Es decir que todos los habitantes de ese país están continuamente recibiendo la vibración de ese arcángel, que es su "espíritu de raza", que así se llaman, y está vibrando con su frecuencia y se siente feliz con ella porque es la que ha tenido siempre desde que fue asignado a esa etnia como su "espíritu de raza". ¿No has notado cuando vas a otro país que hay algo en el aire, en el ambiente, que te hace sentirte "raro", como inseguro, como indefenso, como ignorante de cuándo actúas correctamente a tenor de la manera de ser de ese pueblo?
   - Sí. Es cierto. Siempre se nota ese algo, pero uno lo atribuye a que no conoce bien las costumbres, ni el idioma, ni la idiosincrasia de la gente, a que el clima es distinto y la cultura y mil cosas.
  - Y es cierto, pero esas costumbres y ese idioma y esa idiosincrasia y ese clima y esa cultura y todas esas cosas, son consecuencia de la
influencia del "espíritu de raza" de ese país que, por supuesto, ha ido buscando lo que ha creído más conveniente para "su pueblo". Y te voy a decir otra cosa curiosa: La influencia arcangélica la percibimos a través de la respiración; su vibración impregna toda la atmósfera que cubre a "su pueblo" de modo que ninguno de sus miembros puede sustraerse totalmente a su influencia.
   - ¡Es asombroso!
   - Pero ten en cuenta, además, que eso ocurre con cualquier otra
agrupación de hombres, bien sea un regimiento, un colegio, una profesión, una sociedad o una etnia, etc. ¿No te ha ocurrido el criticar, entre los tuyos, a algún familiar y, sin embargo, salir en su defensa cuando es alguien ajeno a la familia quien lo critica? ¿Cuántos divorcios piensas que se deben a la falta de respeto de uno de los cónyuges para con la familia del otro?
   - Sí, es cierto
  - ¿Y a qué crees que se debe? ¿No has salido en defensa de España cuando algún extranjero la ha criticado, en cualquier aspecto que haya sido y, sin embargo, tú, a lo mejor, te pasas el día criticándolo todo?
   - Sí.
   - ¿Y a qué crees que se debe? ¿Cuál piensas tú que es la causa de la célebre morriña, de la saudade, de la nostalgia que sienten los emigrantes y por qué era un castigo tan temido en la antigüedad el conocido "ostracismo" o destierro? Pues, precisamente, porque con ello se priva a alguien de respirar y vivir en las vibraciones de su país, de sus parientes, de sus compatriotas, en fin, de todo lo configurado y dominado por su Espíritu de Raza.
   - Es verdaderamente alucinante.
 - Por eso los espíritus más evolucionados se sienten bien en cualquier parte y se declaran "ciudadanos del mundo".
   - Ahora comprendo eso que, hasta hoy, he considerado sólo una
frase.
   - Fíjate en una cosa tan de nuestros días como un club deportivo, un club de fútbol, por ejemplo.
   - ¿Qué quieres decirme?
   - Quiero decirte que, apenas creado, un arcángel se hace cargo de él.
  Y, al poco tiempo, todos sus miembros ya "sienten" que hay "algo" que los hace diferentes de los miembros de los demás clubes de fútbol e, incluso, de quienes simplemente no pertenecen a él. Y serán capaces de discutir y de enfrentarse a los demás y de despreciarlos y de sacrificarse por su club, etc., sin saber que realmente no se trata de sentimientos propios y libres.
   Esa es, pues, la labor de los arcángeles.
   - Ya comprendo.
   - Y esa influencia puede llegar hasta donde todos estamos viendo:
  Hasta el odio, el homicidio, el vandalismo, etc.
  - Pero eso no ocurre con todo el mundo.
  - Exacto. Los más evolucionados se dejan influenciar menos por el
arcángel y ya sopesan las reacciones y las posturas que éste les sugiere y adoptan muchas veces actitudes incluso contrarias a él, cuando les parece que eso es lo correcto. Pero la mayor parte se dejan influenciar por el arcángel, convencidos de que se trata de sus propios sentimientos. Y cuanto menos evolucionado sea un hombre, más se dejará llevar por la separatividad y el odio consecuente.    Porque sólo el hombre verdaderamente evolucionado es dueño de sus sentimientos y de sus pensamientos.
   - ¿Y qué se puede hacer contra eso?
  - Lo único que se puede hacer, hoy en día, en que la humanidad, por lo menos la de occidente, ha alcanzado, en términos generales, un grado de evolución suficiente para comprender esto y para darse cuenta de que ha de tomar su vida en sus propias manos y no dejarse llevar por un ser que, realmente ha cumplido ya su cometido, es proclamarlo para que cunda la voz y la gente se conciencie de esta gran verdad.
  - Ahora se comprende toda la violencia que se desata en los campos de fútbol.
   - Sí. Pero tampoco hay que atribuir toda la culpa de lo que ocurre a los arcángeles de los dos equipos enfrentados. No: Recuerda que los Luciferes están evolucionando gracias a las vibraciones intensas de los hombres, tanto buenas como malas y, por tanto, las fomentan; y ten en cuenta también la permanente presencia, en todo el universo, de la materia elemental, que tiende a acudir e incrementar la vibración a que naturalmente es sensible, y que hay materia elemental sensible a toda clase de vibraciones. Los hombres, por otra parte, tienen también una gran responsabilidad, primero por dejarse influenciar, no sólo por el arcángel, sino por los Luciferes y por los elementales y, segundo, por emitir sentimientos negativos, de oposición, de odio, de enemistad hacia los otros, creando con ello una psicosis colectiva, suma de todos esos sentimientos y que, convertida, gracias a los citados elementales y a su actuación, en una vibración prácticamente irresistible para todo aquel que vibra negativamente, los arrastra a cometer cualquier atropello que, individualmente, a lo mejor, jamás hubieran llevado a cabo.
   - ¡Cuántas cosas se aclaran con esto!
   - Pero aún se pueden aclarar muchas más.
   - ¿Cuáles?
  - Por ejemplo, dos que han llevado a la muerte a millones de hombres a lo largo de la historia.
   - ¿Y cuáles son?
   - El racismo y el patriotismo.
  - ¿El patriotismo? Yo siempre he creído que se trataba de una virtud ciudadana, una obligación.
   - En determinados estadios históricos, sí. Y para determinados
hombres. Pero es la mayor muestra de la influencia de los "espíritus de raza" a lo largo de los tiempos.
   - Explica eso, por favor.
  - El patriotismo es algo que, aunque todos lo hemos sentido en algún momento, nadie ha sabido explicar. Es un sentimiento, una emoción, una exclusión de todo el que no pertenezca a nuestro "grupo". Por patriotismo, la gente es capaz de ir a la muerte, de soportar los mayores tormentos, de encajar las mayores desgracias, de producir las mayores hecatombes, de caer en lo más bajo de la animalidad...
   - Es cierto.
   - Como se trata de una emoción no sometida al intelecto sino
dominándolo, es algo irracional por definición y por eso sus consecuencias son también irracionales y, por tanto, ilógicas. ¿Cuánta gente ha muerto innecesariamente por un sentimiento exacerbado del patriotismo? ¿Y qué tiene eso que ver con la certeza de que todos somos hermanos y de que todo el mal que hagamos a cualquiera lo estamos haciendo a la humanidad como conjunto y, por tanto, a nosotros mismos, puesto que estamos retrasando la evolución de todos? ¿En qué se parece al sentimiento de hermandad, de sacrificio por los demás, sean del pueblo que sean o de la raza que sean o de las ideas que sean, que es lo que nos enseña la religión de occidente, es decir, la religión de Cristo?
   - Es verdad.
   - ¿Y de dónde piensas tú que proceden todas esas guerras étnicas, tan de moda hoy? ¿Cómo es que cada pueblo se levanta en armas contra su vecino y es capaz de masacrar a quienes hasta hace poco fueron sus hermanos, sus amigos, sus parientes?
   - ¿Todo eso es influencia de los "espíritus de raza"?
   - Claro. La humanidad occidental está llegando a un punto en su
evolución en que ya se están generalizando los pensamientos aglutinantes de todos los hombres y se han publicado y aceptado por las constituciones los Derechos Humanos, los Derechos del Niño, los Derechos de la Mujer, y siempre sin distinción de razas ni de credos ni de color. Y eso, a los espíritus de raza de determinados pueblos, que aún no creen llegado el momento de la emancipación de éstos, les resulta intolerable y su reacción consiste en hacer que sus pupilos experimenten una exacerbación del sentimiento de separatividad y, consecuentemente, hagan lo posible por adquirir una independencia emocionalmente muy posible, pero intelectualmente inviable en un mundo tan interdependiente e
interconexionado como el actual y que camina precisamente en la
dirección contraria, agrupando pueblos y naciones y culturas y hasta religiones. Se trata, pues, de los últimos coletazos de los arcángeles menos evolucionados. Y que, lógicamente, afectan a los menos evolucionados de sus pupilos o "protegidos".
   - ¿Entonces hay que entender que todas las guerras étnicas entre
tribus, grupos, pueblos o razas, o las luchas terroristas o las guerras de religión son consecuencia de la influencia de los arcángeles.
  - Por supuesto. Y, como te he dicho, si bien en determinados estadios de la evolución esa influencia era necesaria y fue positiva (desarrolló el espíritu de sacrificio, la fuerza de voluntad, la camaradería, etc.), hoy día, y sobre todo en occidente, es negativa, perniciosa e injustificable.
   - ¿Cómo es eso de que las guerras fueron convenientes o útiles?
  - Hay algún pasaje de la Sagrada Escritura en el que los arcángeles o espíritus de raza de varios pueblos conversan diciendo que van a lanzar a su pueblo a luchar contra tal otro.
   - ¿Y qué tiene eso de positivo? ¿O qué tenía entonces?
  - No cabe duda de que toda guerra es una ocasión única para "pagar deudas kármicas", para hacer favores, para sacrificarse, para ayudar a quienes lo necesitan, para reflexionar sobre la vida y la muerte, para preguntarse el por qué de las cosas... En el fondo, aunque de momento no nos lo parezca, todo, al final, trabaja para el bien y el bien, desde este punto de vista, es la evolución de nuestros espíritus.
   - Claro.
 - Pero cada vez hay más hombres que han alcanzado a comprender que todos somos uno y se niegan a perjudicar a los demás o a encontrar justificaciones para hacerlo, que sean más importantes o más valiosas o más convincentes que la certeza de que la obligación de cada uno es trabajar honradamente, cumplir las leyes naturales y ayudar a quienes, no habiendo alcanzado esa claridad de visión, andan aún en busca de la luz. Y nunca la de exterminarlos o castigarlos o despreciarlos.
   - ¡Todo esto puede cambiar el mundo!
   - Todo esto es tan maravilloso y tan aclaratorio que resulta ya
imprescindible que todos lo conozcan y reflexionen antes de actuar "con mando a distancia" para tener que recoger luego el resultado que, siempre, sin excepción alguna, es de desastres, desgracias, trastornos, llantos, dolor, odio, violencia, etc., es decir, nuevo karma que luego tenemos que pagar a lo largo de las próximas vidas. Es irracional, por definición, como todo sentimiento lo es. Ya que los sentimientos están en el plano inferior al del pensamiento y, para ser constructivos, deben estar sometidos al intelecto e influenciados por el corazón. Ten en cuenta que sólo alcanzaremos la perfección en nuestra actuación cuando hayamos logrado "amar con el intelecto y pensar con el corazón".
   - ¡Qué verdad es todo esto una vez conocido lo que hay detrás de las actuaciones de los grupos humanos. Porque, curiosamente, siempre ocurre que los que más se dejan llevar por esos impulsos de los arcángeles son precisamente los menos desarrollados intelectualmente, los que están aún en la "víscera". Y que esto ocurre tanto en los clubs de fútbol como en los partidos políticos, en los ejércitos, en los pueblos, en los nacionalismos, en las guerras étnicas, en el racismo...
   - Veo que has comprendido perfectamente cuanto he expuesto y me alegro de ello porque éste es uno de los conocimientos que más falta está haciendo en nuestro mundo de hoy.

DÍAS 5 á 15
CBS NEWS TELEVISION, Nueva York, U.S.A.


CÓMO ACTÚAN EN NOSOTROS LOS ÁNGELES, LOS
ARCÁNGELES Y LOS LUCIFERES

   - ¿Es cierto eso de que los Luciferes nos tientan?
  - Por supuesto. Lo que ocurre es que está mal explicado y, por tanto, mal comprendido. Y lo que se comprende mal se interpreta mal y acaba ridiculizándose y, consecuentemente, despreciándose.
   - Pero, ¿qué hay de real en todo eso?
   - Lo más importante de nuestra evolución.
   - ¿Y me lo podrías exponer?
   - Sí. Ha llegado la hora de que todo esto se conozca, se divulgue y
entonces, cada cual, decida con plena libertad pero también con pleno conocimiento, qué sendero quiere seguir en su evolución y, de momento, en su vida actual.
   - Me parece lo lógico. Pero, ¿por qué no se ha explicado todo este
tema antes?
  - Se ha explicado. La prueba es que siempre ha habido quien ha
conocido todo lo que hay detrás de las religiones. Pero la mayor parte de la Humanidad no ha sentido ningún interés por estos temas. Casi nadie les presta la menor atención y, cuando lo hace es, como siempre, para ridiculizarlos sin haberlos estudiado antes, es decir, ridiculizándose a sí mismo. De todos modos hoy son ya muchos los hombres, por doquier, que están deseando que se les aclare por qué están aquí y para qué y cómo funciona el mundo en que viven y por qué se han de morir y muchas cosas más.
   - Pues, ya que es el momento, aprovechémoslo. Te escucho.
   - Bien. Tendré que empezar haciendo un poco de historia.
   - De acuerdo.
  - Tú sabes que los hombres constituimos una oleada de vida de entre las muchas que, sucesivamente, emanan de Dios en Su seno. Somos simplemente centros de Su conciencia, a través de los cuales el Dios de nuestro sistema planetario está adquiriendo experiencia y evolucionando Él mismo.
   - ¿Pero es que nuestro Dios no es perfecto por naturaleza?
  - No. Nuestro Dios es un ser perteneciente a una oleada de vida muy anterior a la nuestra y que, por tanto, ha evolucionado infinitamente más que nosotros. Pero Él, con ser tan grande, tan perfecto desde nuestro punto de vista, no es el Creador de todo el universo, sino sólo de nuestro sistema planetario.
   - ¿Y quién ha creado los demás sistemas planetarios?
   - Los que podríamos llamar compañeros o hermanos de oleada de
vida de nuestro Dios.
   - ¿Y a ellos?
   - Otros seres de oleadas de vida anteriores. Hasta llegar al que se
denomina el Ser Supremo. Este ser es la primera manifestación.   Antes que Él no existía vida ni forma ni manifestación alguna. Antes existía, por decirlo así, el Absoluto, un ser inconcebible para nosotros pero que es el primer eslabón de la evolución y la vida. Él, que era sólo "seidad", es decir, existencia sin expresión alguna, sin límites, sin tiempo ni espacio ni forma, se expresó, es decir, se manifestó en el Ser Supremo y, a partir de Él, surgieron las innumerables oleadas de vida, entre las cuales está la nuestra. Pero ese Ser Supremo fue una manifestación bipolar, compuesta, por un lado de vida , y por otro, de forma y, a su vez, se manifestó en Tres
Aspectos: Poder, Verbo y Actividad, o sea, la Trinidad original, que
reproducen en sí mismas todas Sus criaturas.
   - ¿Y dónde están todas esas oleadas de vida?
   - En los distintos Planos Cósmicos, de los que se sabe de la
existencia de siete, cada uno dividido en siete subplanos de existencia o mundos. En el Primer Plano Cósmico se sitúa el Ser Supremo y nosotros estamos en el Séptimo. Así que la distancia es prácticamente infinita entre Él y nosotros. Lo que ocurre es que, como cada plano interpenetra a todos los más densos, en cada punto de nuestro mundo físico se encuentran todos los planos cósmicos con sus subplanos. Por tanto, se puede decir que Dios está en todas partes y que todos somos parte de Dios. Y resulta real y verdadero aquello de que "en Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser". ¿Lo comprendes?
   - Sí. Perfectamente.
 - Pues bien. Vamos sólo a considerar tres oleadas de vida anteriores a nosotros y tres posteriores, que son las que más directamente intervienen en nuestra evolución o nosotros en la suya.
  - ¿Y cuáles son?
  - Las anteriores, por orden de antigüedad, son la de los Señores de la Mente, la de los arcángeles y la de los ángeles. Y las que nos siguen son la de los animales, la de los vegetales y la de los minerales.
   - Comprendo. ¿Y cómo se influyen?
  - Antes te diré que todos estos seres poseen varios vehículos en los
cuales actúan y evolucionan, aunque todos ellos son espíritus, como hemos dicho, pertenecientes a su determinada oleada de vida. Lo que diferencia, pues, a una oleada de vida de otra es, la antigüedad de su nacimiento y, consecuentemente, el número y clase de los vehículos que ha desarrollado a lo largo de su evolución hasta estos momentos, así como su composición y, sobre todo, su estado de conciencia.
   - De acuerdo.
   - La oleada de vida que era ya humana cuando nuestra oleada de vida constituía los minerales en el Período de Saturno, hoy día son los Señores de la Mente. Su vehículo más denso está constituido por materia mental concreta y el más elevado, por materia del subplano superior del Mundo de los Espíritus Virginales, o sea, que no han desarrollado nunca cuerpo de deseos ni etérico ni físico. El más alto iniciado de esa oleada de vida es el Ser que llamamos el Padre de nuestra divina Trinidad, aunque Él no fue el "Padre" original, que ya ha ascendido a planos más elevados, sino que, en determinado momento, y debido a su enorme evolución, logró sintonizarse con Él y le ha sucedido en el puesto. Exactamente como ocurre en las
empresas cuando un directivo es promovido a responsabilidades más altas y su puesto lo ocupa alguno de sus subordinados que se ha capacitado para ello.
   - Hasta ahora está claro.
   - La oleada de vida siguiente es la de los arcángeles, que, cuando
nosotros éramos minerales y los Señores de la Mente eran humanos, eran sólo animales. Y al decir que "eran humanos" o que "eran animales" quiero decir que, respectivamente, tenían "conciencia humana" o "conciencia animal", es decir, conciencia "de vigilia", como la nuestra ahora o conciencia de "sueño con ensueños", como la que ahora tienen nuestros animales. El vehículo inferior de los arcángeles está formado de materia de deseos o astral, y el más elevado, de materia del subplano intermedio del Mundo de los Espíritus Virginales. No desarrollaron nunca cuerpo etérico ni cuerpo físico. El más alto iniciado de esta oleada de vida es Cristo, el Verbo, el Hijo de nuestra Trinidad, que tampoco es el "Hijo" original, sino un subordinado suyo que logró la cualificación.
  - Está clarísimo.
  - Y la oleada de vida siguiente, la de los ángeles, cuando nosotros
éramos minerales y los arcángeles actuales eran animales, constituía el reino vegetal, es decir, tenían conciencia de "sueño sin ensueños", mientras que nuestra conciencia, como la de los minerales actuales, era la de "trance profundo". Su vehículo inferior está constituido por materia etérica y su vehículo superior por materia del subplano inferior del Mundo de los Espíritus Virginales. No desarrollaron nunca cuerpo físico. El más alto iniciado de la oleada de vida angélica es Jehová, el Espíritu Santo de nuestra Trinidad que, por supuesto, también sucedió a la Tercera Persona
de la Trinidad original. ¿Me sigues?
  - Sí.
  - Pues bien, si continuamos con las oleadas de vida posteriores a la
de los ángeles, encontraremos lo mismo: Nosotros tenemos conciencia de vigilia y nuestro espíritu cuenta con un cuerpo físico, un cuerpo etérico, un cuerpo de deseos y un cuerpo mental; los animales tienen conciencia de sueño con ensueños y su espíritu ha desarrollado un cuerpo físico, un cuerpo etérico y un cuerpo de deseos. Les falta el eslabón de la mente y por eso sus vehículos no están aún dirigidos por su propio espíritu individual, sino por espíritus-grupo, que son arcángeles, y que evolucionan dirigiendo a los animales de una especie determinada o a cualquier agrupación de seres que posean cuerpo de deseos. El espíritu-grupo es, pues, el responsable del "instinto" que guía a los animales. Por eso los animales responden todos del mismo modo al mismo estímulo, salvo los muy avanzados y próximos a la individualización y, por tanto, al desarrollo de la mente, que empiezan a tener cada cual "su carácter"..
   - Es perfecto. Sigue.
   - La siguiente oleada de vida es la de los vegetales, que tienen
conciencia de sueño sin ensueños y que sólo han desarrollado cuerpo físico y cuerpo etérico, careciendo de cuerpo de deseos, por lo que no los tienen ni pueden moverse, y de mente, con lo que no pueden pensar.
   También están a cargo, cada especie, de un espíritu-grupo, pero éstos ya no son arcángeles, maestros en el manejo de la materia de deseos (porque cuando eran humanos, su cuerpo más denso y el que mejor aprendieron a manejar era el de materia de deseos), sino ángeles, maestros en el manejo de la materia etérica porque, cuando fueron humanos, su vehículo más denso era de materia etérica.
   - Sigue siendo todo muy racional y comprensible.
   - La oleada de vida que sigue a la vegetal es la mineral. No posee
más que cuerpo físico, por lo que no pueden crecer ni reproducirse ni sentir deseos ni pensar. Y están en su evolución a cargo de nuestra oleada de vida, que es la que mejor maneja la materia física.
   - Es lógico.
   - Bien. Quiero llamarte la atención sobre algo importante. ¿Has
pensado cuánto hemos enseñado, a lo largo de los tiempos, al perro o al elefante o al gato o al caballo? ¿Y cuánto debemos a la leche de vaca y al huevo de gallina? ¿Y cómo hemos hecho desaparecer especies enteras y cómo hemos creado otras nuevas y cómo estamos a punto de crear animales útiles clonados? No son más que unos cuantos ejemplos de la actuación de nuestra oleada de vida en la de los animales. Y, por otra parte, fíjate en que nosotros, para formar nuestro cuerpo físico, necesitamos asimilar sustancias de este mundo. Y no podemos asimilar los minerales; han de ser sustancias animales o vegetales. Es decir, que nosotros, para sobrevivir, hemos de matar y comer el cadáver del animal o del vegetal.
   Los minerales, como te he dicho, no nos alimentan. Sólo el reino vegetal puede asimilar los minerales y convertirlos en sustancias orgánicas. Tras ello ya son asimilables por los animales o por nosotros. ¿Está esto claro?
   - Completamente.
   - Pero te llamo también la atención sobre el hecho de que, cuando te sientas ante un filete de ternera, ni siquiera piensas si la ternera ha sufrido o no y, por supuesto, te olvidas completamente de que se trata de un trozo de cadáver. Tienes hambre y comes porque si no, morirías.
   - Así es. No había caído en la cuenta.
   - Pues conviene caer. Porque lo que ocurre es que cada oleada de
vida necesita, para evolucionar, apoyarse en las que la siguen.   Nosotros no sólo no podríamos evolucionar, sino ni siquiera vivir, si no existiesen los minerales, los vegetales y los animales.
    - Es cierto.
   - Pues piensa que lo mismo les ocurre a las oleadas de vida que nos preceden, con nosotros.
    - ¿Qué ellos nos comen?
    - No exactamente, porque sus evoluciones son distintas. Pero
tampoco podrían evolucionar si nosotros no existiésemos. Es decir, que nos necesitan como nosotros necesitamos a las que nos siguen. O, dicho de otro modo: Que están obligados a ayudarnos o, por lo menos a intervenir en nuestra evolución, para evolucionar ellos. ¿Lo ves?
    - Lo veo. Y es alucinante. Nunca lo hubiera pensado.
   - Pues es así. Lo que ocurre es que, según la oleada de vida de que se trate y según su grado de evolución, intervienen en nuestras vidas de un modo o de otro.
  - Es lógico. Pero, ¿cómo nos afectan?
  - Todo llegará. Pero para ello tendremos que estudiar cuatro cosas.
  - ¿Cuáles?
   - Primera, la evolución de los arcángeles y su intervención en la
nuestra.
  - ¿Segunda?
  - La evolución de los ángeles y sus problemas.
  - ¿Tercera?
  - Los problemas de nuestra evolución.
  - ¿Y cuarta?
  - Las soluciones a nuestros problemas.
  - Pues, cuando quieras, empezamos.
  - Allá vamos. Verás: Los arcángeles no sufrieron sobresaltos
especiales en su evolución y pasaron, digamos, sin problemas, el "examen final", lo que a nosotros se nos anuncia como el "Juicio Final" y que no es más que el acceder a la categoría superior de seres, cuando se dominan todas las posibilidades de la propia. Todos los arcángeles, pues, habían alcanzado las metas que el plan divino les asignaba cuando eran humanos, y han continuado normalmente su evolución.
   - De acuerdo.
  - Pero hay un aspecto que nos conviene conocer. Y es que, como son especialistas en materia de deseos, es decir, como la manejan con la maestría con que nosotros manejamos la materia física, o mucho mejor puesto que llevan manejándola dos Períodos cósmicos más que nosotros, Jehová, el más avanzado de los ángeles y que por serlo ha adelantado a muchísimos arcángeles en su evolución y los tiene a sus órdenes, asignó un arcángel a cada pueblo para que le suministrase una religión, una lengua y unas leyes adaptadas a su propia capacidad e idiosincrasia, y lo hiciese evolucionar de ese modo. Es el acontecimiento que el Génesis relata con la historia de la Torre de Babel.
   - ¿De modo que los arcángeles nos rigieron?
   - Nos rigieron en la antigüedad y nos siguen rigiendo. Entonces
fueron una especie de espíritus-grupo, porque la humanidad no había aún recibido la mente. Pero, desde que la hemos desarrollado, ya es tarea de cada cual y de la Humanidad como conjunto, el ir emancipándose de la dirección de los arcángeles.
   - ¿Es posible?
   - Sí. Así es. Piensa que, apenas unos cuantos hombres forman un
grupo, sea el que sea, con una finalidad determinada, allí acude un
arcángel a dirigir ese grupo, porque él lo necesita para evolucionar.  Pero su intervención tiene unas consecuencias directas e indirectas que no suelen ser siempre las mejores para nosotros.
  - ¿Cuáles?
  - Por ejemplo, la de que, enseguida, los miembros del grupo se
sienten "distintos" de los demás hombres. Funda una familia, una empresa, un ejército, un equipo de fútbol, un colegio profesional o cualquier agrupación de hombres e, inmediatamente, todos sus componentes se sentirán "distintos" de los que no pertenecen a ese grupo. Funda una religión e, inmediatamente, sus seguidores llamarán gentiles a los que practican otra. Esa es la principal consecuencia directa de la actuación de los arcángeles: La insolidaridad.
  - ¿Pero cómo actúan sobre nosotros? ¿Por qué medios?
  - Mediante el aire. Cada arcángel aparece a la visión clarividente
como una nube que cubre el espacio que tiene asignado o la sede de la familia o del equipo o de la agrupación de que se trate. Y sus miembros, con cada inspiración, reciben su vibración especial y se sintonizan con ella.
  ¿No has notado que, cuando vas en avión a otro país, apenas tomas tierra y desembarcas, hay en el aire una vibración especial, un algo distinto de aquello a lo que estás acostumbrado, una sensación de inseguridad, de novedad, hasta a veces, de peligro?
  - Sí, lo he notado. Pero, ¿a qué se debe?
 - Pues a la influencia del arcángel del nuevo país que, por supuesto, vibra de modo distinto al del propio. Por eso, dos de las más tristes consecuencias de esa influencia, además de las trifulcas que vemos, por ejemplo, cada fin de semana en los campos de fútbol, a veces con un fin trágico, son el patriotismo y el orgullo de raza, valores ambos arcangélicos, que se esgrimen siempre para llevar a las masas a morir en la guerra, sea ésta étnica, invasora, defensiva, comercial o de la clase que sea, o para cometer masacres con otros pueblos. Siempre, detrás de todo ello hay uno o varios arcángeles.
  - ¿Y qué solución hay contra eso?
  - La de ir razonando, es decir, usando la mente, que para eso la
tenemos, y hacer lo que nosotros decidamos con conocimiento de causa y no lo que los arcángeles de turno nos inclinen a hacer. Ten en cuenta que ellos no pretenden nuestro mal, sino su propia evolución. Pero recuerda que tú, cuando te sientas frente a un filete de ternera, tampoco deseas el mal de la ternera, pero te la comes. La única manera es usar la mente, desarrollar el discernimiento y darse cuenta, por ejemplo, de que aún no se conoce una sola guerra cuyas consecuencias no hayan sido mucho más graves que los problemas que con ella se pretendían resolver. O ver, que no es tan difícil verlo, que no hay relación de causa a efecto entre que unos
cuantos jugadores metan una pelota en una portería y que nosotros
matemos a un espectador. Hay algo irracional, ilógico, inhumano en todo ello. Y luego, cuando estudiemos cómo nos influencian los Luciferes, veremos cómo ellos también se aprovechan de ese "río revuelto". Y nuestra evolución, desde el momento en que tenemos mente propia y, por lo tanto, libre albedrío y, consecuentemente, somos responsables de nuestros pensamientos, palabras y actos, pasa necesariamente por emanciparnos, tanto de los arcángeles como de los Luciferes, y convertirnos en autosuficientes.
  - Esto es muy aclaratorio de muchas cosas. Y es cierto que cada
grupo de hombres tiende a integrarse y a excluir a los demás.
  - Y ese fue uno de los peores resultados de haber encargado cada país a un arcángel: Cada uno inspiró una religión distinta, unas leyes distintas, unas costumbres distintas, unos intereses distintos y el final fue una sucesión interminable de odios, de monstruosidades, de falta de amor, de guerras, de pérdidas, de dolor. Y como todo ello crea unos deseos y unos sentimientos totalmente exclusivistas y, por tanto, negativos, ocurrió lo peor que podía ocurrir para nuestra evolución.
   - ¿Qué?
  - Tú sabes que, lo mismo que alimentamos nuestro cuerpo físico con materias de este mundo, alimentamos el cuerpo etérico y el de deseos y el mental con materias del mundo respectivo, ¿no?
   - Sí. Y es lógico.
   - Pero si tú te alimentaras todos los días con los productos de un
estercolero, ¿piensas que vivirías mucho tiempo sano?
   - No, claro.
   - Pues eso empezó a ocurrir. Que el cuerpo de deseos de la Tierra, del que extraemos el alimento para nuestro propio cuerpo de deseos, debido a toda la negatividad existente en todos los pueblos durante tantos milenios, estaba totalmente polucionado. Y, por tanto, lo que utilizábamos para alimentar nuestros cuerpos de deseos no hacía más que aumentar la propia negatividad. Si a eso añades el que, debido a esa negatividad, tras la muerte, la mayor parte no pasaba del Purgatorio y sólo unos pocos accedían al Primer Cielo, es decir, no pasaban al Mundo del Pensamiento, resultaba que el cuerpo de deseos no moría y se volvía a renacer con el mismo cuerpo de deseos de la vida anterior pero sin haber aprendido ninguna lección y sin haber renovado nada ni tener posibilidad de hacerlo, debido al "mal estado" del alimento disponible. La situación era, pues, muy grave para nosotros. Nuestra evolución se hubiera detenido y nosotros, como oleada de vida, hubiéramos ido degenerando hasta desaparecer completamente pues tú bien sabes que es una ley cósmica, y por tanto vigente a todos los niveles, que el que no avanza, ya está retrocediendo.
   - ¿Y qué se hizo?
  - Lo único que se podía hacer. Pero antes de decírtelo quiero hablarte de la evolución de los ángeles y sus problemas.
   - Te escucho con verdadero interés.
  - Los ángeles estaban evolucionando en dos grandes grupos: Los que lo hacían utilizando el elemento Fuego y los que evolucionaban a través del elemento Agua.
  - ¿Y eso qué significa?
  - El Fuego, en lenguaje ocultista, significa la inteligencia, el
intelecto, el ansia de saber, el deseo de conocimiento. Mientras que el Agua representa las emociones y, fundamentalmente, en este caso, el Amor. Bien. Los ángeles fueron evolucionando como te he indicado, desarrollando unos el intelecto y otros el amor. Pero en la evolución de esa oleada de vida, como en todas, llegó un momento en que era necesario amalgamar el Agua y el Fuego, es decir, desarrollar el amor los que sólo poseían intelecto y desarrollar el intelecto los que sólo sentían amor. En otras palabras, había que aprender a pensar con amor y a amar con inteligencia. Y la mayor parte de los ángeles lo consiguieron. Sólo hubo una parte de los que trabajaban con el Fuego que no fueron capaces de esa amalgama y se quedaron sólo con la inteligencia, pero sin poder sentir ninguna emoción positiva: ni compasión ni piedad ni, por supuesto, amor.
  - Es apasionante.
  - Sí, pero tuvo consecuencias nefastas. Esos ángeles que no
consiguieron la alquimia espiritual, la amalgama del Fuego y el Agua, son los que se denominan Ángeles Caídos o Luciferes, palabra que significa "portadores de la luz", refiriéndose a la luz de la inteligencia, y sabiendo que, en latín, el verbo "fero" significa "llevar".
   - Está claro. Sigue.
  - La situación de estos Luciferes, tras este fracaso evolutivo pasó a ser grave cuando el resto de la oleada de vida angélica continuó su evolución normalmente. Ellos empezaron a quedarse rezagados hasta que llegó un momento en que les resultaba ya imposible alcanzar a los suyos, con lo cual, estaban abocados a la desaparición. Eran mucho más avanzados que los hombres y mucho menos avanzados que los ángeles.
   Con éstos no podían ya conectar, pero con los hombres... Y ahí estuvo su "salvación"
   - ¿Cómo?
   - En aquellos tiempos, y estoy hablando de la Época Lemúrica, el
hombre todavía no había recibido la mente, puesto que se encontraba aún en el estadio animal y estaba desarrollando el cerebro. Tenía cuerpo físico pero como su conciencia estaba centrada en el Mundo del Deseo, no era consciente de que lo tenía. Ese cuerpo moría. Pero como su dueño no era consciente, no conocía la muerte. La reproducción se hacía por medio de épocas de celo, como ocurre ahora con los animales, en que los ángeles
reunían a los hombres para procrear. Pero como seguían con la conciencia centrada en el Mundo del Deseo, no eran conscientes de ese acto reproductor ni de sus consecuencias en orden a la perpetuación de la especie.
  - ¿Pero como era posible que no fuéramos conscientes de la muerte ni del cuerpo físico?
    - De la misma manera que hoy es posible que, si no lo hubieras
estudiado, no sabrías que haces la digestión, ni que asimilas el oxígeno del aire, ni que tu corazón bombea la sangre por tus arterias, ni que el acto sexual realizado hoy es la causa de que nueve meses después nazca un niño, ni de tantas y tantas cosas que no pensamos pero que están ahí.
   - Es cierto y es apabullante.
   - Bien. Los Luciferes se encontraron, pues, con una posibilidad:
Utilizar a los hombres, es decir, utilizar sus cuerpos etéricos y, a su través, los físicos, como si fuesen propios, y aprovecharse de la experiencia que con esos cuerpos pudieran adquirir.
   - Muy ingenioso.
   - Y diabólico. Y nunca mejor empleada la palabra.
   - ¿Por qué?
  - No olvides que los Luciferes no son capaces de sentir compasión ni amor, entre otras cosas.
   - Lo sé.
  - Pues añade a eso que el plan divino está basado en el amor, que la propia Creación, la propia emanación en Dios de las sucesivas aleadas de vida, no es más que un deseo de compartir la propia plenitud, la propia felicidad con las propias criaturas. Es un maravilloso acto de amor el dar la vida a seres nuevos para compartir con ellos lo que se tiene. Pero es maravilloso si se cumple la ley del amor. Porque si no, si se actúa por egoísmo, entra en juego una ley cósmica que es la Ley de Retribución o Ley del karma, que hace que todo acto, toda palabra, todo deseo, todo pensamiento egoístas, que no son más que causas que lanzamos al campo de batalla de la vida, produzca su efecto y que ese efecto recaiga siempre, de un modo inexorable, sobre su autor.
   - ¿Pero dónde está la línea que separa lo bueno de lo malo?
   - La ley cósmica, para decirlo gráficamente, divide la vida en dos
grandes zonas: En una rige el "ama a tu prójimo como a ti mismo"; y en la otra rige el "ámate a ti mismo más que a tu prójimo". Ahí está la diferencia.
   Por eso Cristo dijo aquello de que "El que no está conmigo, está contra mí". No hay término medio. A los Luciferes, pues, vista su situación desesperada, se les ocurrió hacer que el hombre centrase su conciencia en el plano físico, influenciarle para que actuase como a ellos les conviniese, y aprovecharse de esas experiencias. ¿Ves mucha diferencia entre esta actitud y la que adoptamos nosotros cuando inoculamos enfermedades o practicamos la vivisección a los animales para extraer de ello enseñanzas en nuestro exclusivo beneficio?
   - Yo no veo ninguna diferencia.
   - Pues sigamos. Como el hombre no era consciente de su cuerpo
físico, lo que hicieron los Luciferes es introducirse en su cuerpo etérico (puesto que la materia etérica es la que ellos mejor manejan por haber sido de éter su vehículo más denso cuando eran humanos) y ocupar la médula espinal, excitando por arriba el bulbo raquídeo y fomentando el desarrollo del cerebro, y por debajo los órganos sexuales. Se hicieron manifiestos a los hombres sugiriéndoles que ellos eran capaces de crear como creaba Jehová. Los hombres acabaron por fijar su atención en su cuerpo físico y,
empujados por esa excitación inferior de los Luciferes, comenzaron a hacer uso del acto sexual fuera de las fechas astrológicamente indicadas, como venían haciendo bajo la supervisión de los ángeles y, poco a poco fueron experimentando placer y luego buscándolo. Lo que ocurrió era lo lógico: Al centrar su conciencia en este plano, perdieron contacto con el mundo astral, es decir "fueron expulsados del Edén" donde vivían en contacto con los dioses, o sean, los ángeles. Y, una vez centrada la conciencia en este mundo, se dieron cuenta de que existían la muerte, que siempre había existido, y la enfermedad, consecuencia del acto sexual realizado fuera de las épocas apropiadas.
    - No fue muy honesto por su parte.
  - No, no lo fue. Pero ellos buscaban su propia experiencia. Y siguen buscándola. Y ahí está el problema.
   - ¿Dónde?
  - Te he dicho que tanto los ángeles como los Luciferes nos necesitan para evolucionar, es decir que han de actuar, de algún modo sobre nosotros para seguir aprendiendo lecciones de existencia, ¿verdad?
   - Sí.
   - Pues fíjate de qué distinto modo intervienen unos y otros.
   - Vamos a ver.
  - Los ángeles, al amalgamar el intelecto y el amor, recibieron de la
oleada de vida anterior, la arcangélica, que está lógicamente influenciándoles, la revelación.
   - ¿Y eso qué es?
  - Pues es una forma de conocimiento en la que, de una vez, se sabe todo el asunto de que se trate, sin necesidad de utilizar la razón. Es la forma de instruir que tienen los arcángeles. Y los ángeles aprendieron así lo que tenían que aprender. Por otra parte, la manera de enseñar de los ángeles es distinta: Como no tienen cerebro, puesto que su oleada de vida no lo desarrolló, y están muy avanzados para penetrar en el nuestro, utilizan la "iluminación", que consiste en una especie de flashes, de chispazos de sabiduría, de fogonazos que, una vez elaborados por nosotros con nuestro intelecto, nos van desvelando problemas o temas que estamos estudiando. A todos nos ha ocurrido infinidad de veces el estar tratando un asunto determinado y, de repente, "verlo claro". Por supuesto ese vislumbre, que es obra indudablemente de un ángel que, por haber desarrollado el amor, sólo actúa positivamente y en ayuda nuestra de modo totalmente desinteresado, necesita nuestra elaboración posterior.
   - ¿Y los Luciferes?
   - Los Luciferes juegan con ventaja.
   - ¿Por qué?
   - Porque, primero, aunque tampoco tienen cerebro, al estar menos
evolucionados que los ángeles y tener, por tanto, una vibración más
próxima a la nuestra, pueden penetrar en los nuestros y "hablarnos desde dentro" de nosotros mismos, de modo que nos resulta prácticamente imposible distinguir los mensajes de nuestro Yo Superior de los mensajes de los Luciferes. Y segundo, ellos no buscan sino su propio interés y no les causa ningún problema el destrozar nuestras vidas si es preciso.
   - A ver, a ver. Explícate.
   - Me explico. Imagina que un Lucifer desea conocer y extraer las
lecciones oportunas de qué ocurre cuando un joven adquiere el hábito de la drogadicción. ¿Qué hace?
   - No lo sé.
  - Pues es muy sencillo: Comenzará haciéndole "pensar" que hay que probarlo todo, que los demás dicen que es maravilloso, que por una vez no pasa nada, etc. El joven puede que resista, en cuyo caso insistirá siempre que tenga ocasión. Y como en vidas anteriores ese Ego no haya tenido ya esa experiencia y haya aprendido la lección y haya desarrollado suficiente voluntad e independencia de criterio, lo más probable es que caiga. Pero, como lo que al Lucifer le interesa es ver, hasta sus últimas consecuencias, qué ocurre, le hará recaer y le hará robar para procurarse dinero y le hará mentir y engañar a su familia y despreciarse a sí mismo y matar por conseguir droga y, si es preciso, suicidarse lleno de remordimientos y de asco y, lo que es peor, sin llegar a saber que todo eso que él cree que es algo propio, algo suyo, algo que le puede porque "él es así" o tiene esa debilidad, no es sino el juego diabólico de un Lucifer.
   - Es terrible.
   - Y lo que te he dicho es aplicable al tabaco, al alcohol, al juego, al sexo y, en general, a todos los vicios, que nunca, nunca producen al vicioso más que daño, regresión en su propia evolución, enfermedades, sufrimiento propio y de las familias y allegados, y karmas terribles. A cambio de eso los Luciferes aprenden las mismas lecciones que nosotros, pero sin sufrir ellos. El sufrimiento nos lo dejan a nosotros que, por supuesto, a lo largo de un montón de vidas de dolor y de pago de karma contraído por su culpa, aprenderemos las mismas lecciones. Pero serán vidas que, de haber seguido por el otro camino, el positivo, y haber escuchado los flashes mentales de los ángeles, nos hubiéramos ahorrado.
   - ¡Qué barbaridad! Y qué inconscientes estamos de todo esto.
  - Sí. Pero eso no nos libra de sufrir las consecuencias. Ten en cuenta siempre que los Luciferes no han desarrollado el amor y, por tanto, no tienen ningún rebozo en hacernos sufrir todo lo que haga falta sin sentir ninguna compasión.
  - ¿Y todos los Luciferes son así?
  - No. Afortunadamente los hay, y cada vez más que, como
consecuencia de las lecciones que están aprendiendo "en carne nuestra", es decir, en cabeza ajena, y de los esfuerzos de Cristo, cada año, por limpiar el cuerpo de deseos de la Tierra, como luego verás, están desarrollando las emociones y hasta el amor, y los hay capaces de fomentar la emoción de la devoción y acompañarnos en un éxtasis. Pero hay que tener claro que las sugestiones para lo negativo nunca nos elevarán y los Luciferes siempre harán que nos parezcan atractivas. Por eso han hecho que cunda la frase y, lo que es peor, la idea, de que "todo lo agradable es pecado" cuando no hay nada más lejos de la realidad. Porque el placer que produce cualquier vicio, aún en su grado máximo, no tiene ni comparación con el que otorga el sentimiento de unidad con Dios o con todo el género humano, o la felicidad que nos embarga cuando perdonamos de corazón una ofensa, o ayudamos a alguien que lo necesita, o vamos por la vida repartiendo amor y simpatía y colaboración y comprensión, o durante la oración o la meditación sobre asuntos elevados, o durante la contemplación o la adoración. Pero la mayor parte de los Luciferes no pueden evolucionar aún por ese lado. Las emociones para ellos son terreno desconocido y, por tanto, se inclinan por el otro sendero: Que sufran los hombres y nosotros, como experimentadores, ya sacaremos las oportunas conclusiones y, una vez comprendido el mecanismo, amalgamaremos el amor con la razón.
   - ¿Y qué solución hay frente a eso?
  - La solución te la expondré luego. De momento interesa que te des cuenta de que con esa actuación de los Luciferes se agravaba la polución del cuerpo de deseos de la Tierra. Porque los Luciferes sólo nos causan situaciones que nos hacen emitir vibraciones negativas de odio, de venganza, de envidia, de egoísmo, de sensualidad, de soberbia, de avaricia, de ira, de gula, etc. Y todo ello, aparte del karma que nos va creando y que tendremos que pagar en futuras encarnaciones, va polucionando el cuerpo astral de la Tierra y toda esa "basura" es lo que estábamos utilizando para
formar y alimentar nuestros cuerpos de deseos. Nuestra evolución, pues, estaba seriamente comprometida como consecuencia de las actuaciones de los Espíritus arcangélicos de Raza y de los angélicos Luciferes.
  - Es cierto.
  - Y se imponía contrarrestar dos cosas fundamentalmente.
  - ¿Cuáles?
  - La polución del cuerpo de deseos de la Tierra y la voz "interior" de los Luciferes que el hombre confundía con la propia y que es más fuerte que la de los ángeles que nos hablan desde fuera.
   - ¿Y?
   - Se hacía así necesario el acontecimiento más importante de los
acaecidos en la Tierra desde que fue creada: La Redención.
   - ¿La Redención?
   - Sí. La venida de Cristo.
   - No entiendo.
 - Lo comprenderás enseguida. Dada la gravísima situación alcanzada y que, lógicamente, iba a seguir empeorando y acabaría con la evolución de los Luciferes, de los hombres y de los animales, las tres oleadas de vida que utilizan cuerpo de deseos y aún no han amalgamado en él el Fuego y el Agua, hubo que tomar una decisión drástica pero que respetase la libertad de todos y cada uno de los componentes de esas tres oleadas de vida. Y esa solución fue la venida de Cristo a la Tierra.
   - ¿Por qué precisamente Cristo?
   - Porque Él es el más evolucionado de los arcángeles, maestros en el manejo de la materia de deseos, ya que cuando alcanzaron el estadio humano, su vehículo más denso era de esa materia. Y porque su exaltación es tal que posee la potencia vibratoria suficiente para limpiar de miasmas todo el cuerpo de deseos de la Tierra. Por eso se preparó, con varios milenios de antelación, la venida de ese exaltado Ser.
   - Es asombroso.
   - Pero había varios problemas. Por un lado Cristo, para limpiar el
cuerpo de deseos de la Tierra tenía que penetrar en ella. Segundo, como era un arcángel y sabemos que los arcángeles nunca tuvieron cuerpo etérico ni cuerpo físico, no sabía construir tales vehículos. Y tercero, para penetrar en la Tierra había de hacerlo mediante el vehículo del espíritu en este mundo que es, precisamente, la sangre. Es decir, tenía que introducirse en la Tierra mediante la sangre de un cuerpo físico. Por eso hizo falta un hombre. Un hombre de tal adelanto, con unos cuerpos etérico y físico de tal perfección, de tan elevadas vibraciones, que pudiesen soportar las del arcángel Cristo. Y ese hombre fue precisamente Jesús, el más evolucionado, el más alto iniciado de la oleada de vida humana.
   - ¿Pero cómo se produjo todo eso?
   - Está expuesto en los Evangelios y te lo resumiré porque no es el
objeto de nuestra conversación: Jesús, tras una serie de vidas de santidad y sintonización con los planos superiores, nació en Belén y creció en la misma línea hasta el momento de su bautismo por Juan el Bautista. En ese momento, el espíritu de Jesús salió de sus cuerpos físico y etérico, con sus cuerpos mental y de deseos, y cedió aquéllos al arcángel Cristo que los ocupó. De se modo, en ese mismo momento, nació el único ser que posee vehículos que van desde el plano físico hasta el Mundo de Dios. Ese fue el Jesu-Cristo de la vida pública. Durante tres años expuso Su doctrina y luego fue condenado a morir en la cruz. En el Gólgota la sangre de Jesucristo se derramó y penetró en la Tierra. De ese modo penetró Cristo en ella y se convirtió, desde entonces, en su regente. En ese mismo instante su inmensamente potente cuerpo de deseos limpió, abrasó sería la palabra, todos los miasmas que allí había acumulados desde millones de años y comenzó a existir en él materia apropiada para que nuestros cuerpos de deseos se alimenten con sustancias no contaminadas.
   - Maravilloso. ¿Entonces en eso consistió la Redención?
   - Sí y no. La Redención consistió en mucho más. Tanto en el
nacimiento de Jesús como en todo lo demás hay muchas cosas que decir, pero que no son propias del tema que estamos tratando. Lo que nos importa es que, de momento, la limpieza del cuerpo de deseos de la Tierra estaba asegurada. Pero como los Espíritus de Raza iban a continuar con su modo de actuar y los Luciferes iban a seguir haciéndonos emitir vibraciones negativas que volverían cada día a polucionar aquél, Cristo viene cada año a la Tierra de nuevo, trayendo nueva provisión de éteres de Luz y Reflector, y materia de deseos purísima, para alimentar nuestros cuerpos de deseos, y limpiando el de la Tierra.
  - ¿Pero cuándo viene?
 - Comienza Su penetración en el equinoccio de otoño; llega al centro de la Tierra el veintiuno de diciembre en el solsticio de invierno; permanece en él hasta el veinticuatro, en que comienza Su salida, es decir, "nace" y hasta el seis de enero impregna cada átomo de la Tierra con Su vibración; ese derramarse, ese volcarse, dándonos Su vida por completo, dura hasta el equinoccio de primavera, el veintiuno de marzo, en que comienza su retorno al Trono del Padre, es decir, a Su Mundo, para, durante los seis meses siguientes, acumular nueva provisión de vida para nosotros. Y me dirás, ¿qué se consigue con eso? Pues, por un lado, si cada átomo de la Tierra lleva ya la vibración de Cristo, y cada año con más fuerza, toda comida y toda bebida que tomemos no hace más que incrementar nuestra tasa vibratoria; cada año la Tierra y nosotros con ella, está más positiva, vibra más rápidamente, se acerca un paso a la vibración del propio Cristo. Ello, al mismo tiempo que estamos alimentando nuestros cuerpos de deseos con material más limpio y apropiado para expresar emociones más elevadas. Fíjate en cómo cada vez proliferan más las organizaciones humanitarias, cómo las constituciones ya han recogido los derechos elementales, cómo cada día damos un paso hacia el amor, hacia la
comprensión de que todos somos uno y de que el mal que hagamos a los demás nos lo hacemos nosotros mismos. Eso compensa, pues, la polución anterior.
  - ¿Y la voz de los Luciferes que nos hablan desde dentro de nosotros mismos?
   - Para ese problema el remedio está en el Cristo Interno.
   - ¿El Cristo Interno? ¿Qué es eso?
  - Te he dicho que cada átomo de la Tierra contiene ya la vibración de Cristo. Por eso aquello de que "el que no comiere mi carne y bebiere mi sangre, no tendrá vida en mí". Pero esa vibración, ese rayo de Cristo, lo mismo que está en toda la Tierra, está también en nosotros y se desarrolla y aumenta dentro de nosotros y nos habla desde dentro, pero en el sentido de lo positivo, del amor. Esa voz es la que puede compensar la de los Luciferes porque, como ella, actúa desde dentro.
   - ¿Entonces qué procede hacer?
   - Lo lógico es tratar de reforzar la voz del Cristo Interno y hacer que crezca dentro de nosotros. Porque ese Cristo Interno es el que ha de lograr la amalgama, que también nuestra oleada de vida ha de realizar, entre el Fuego del intelecto y el Agua de los sentimientos. Ésa es la piedra filosofal, ése es el Santo Grial del que tanto se ha hablado y escrito. Y a eso se refería Cristo al decirnos que Él estaría en nosotros y nosotros en Él.
  - ¿Pero cómo podemos hacer crecer esa voz interna?
  - Cristo recomendó varios sistemas. Por un lado, la oración, la
elevación del espíritu a las alturas, a los planos superiores porque hay otra ley cósmica según la cual, cuando alguien suplica algo a los planos superiores, éstos han de responder inmediatamente con una efusión de energía proporcional a la devoción manifestada. Pero no hemos de pedir dinero ni bienes ni salud ni fama ni poder. Hemos de pedir luz y discernimiento y amor y caridad y comprensión. Lo demás nos vendrá, como dijo Cristo, "por añadidura", pero sólo si logramos desarrollar eso.
   Y, además, Cristo estableció otras ayudas muy importantes, una especie de píldoras o comprimidos de energía Suya, que podemos tomar cuando haga falta.
   - ¿Qué píldoras son esas?
  - Son las ayudas que nos prestan los Sacramentos. Si tú comulgas en buena disposición, deseando desarrollar tu discernimiento y avanzar por el lado positivo, si quieres desarrollar el amor en ti, esa comunión será como una inyección de vida positiva que te ayudará enormemente en ese sentido.
  Pero si comulgas en mala disposición de ánimo, es decir, sin hacerlo de corazón, sin haberte desprendido del egoísmo, pensando sólo en tu propia evolución y en tu propia felicidad, esa comunión, al no vibrar tú a su nivel, será dañina para ti. Y lo mismo ocurre con cada sacramento en el momento procedente: Son magníficas ayudas para darnos fuerza o luz o comprensión en cada momento de la vida. Y ya es asunto nuestro aprovecharlas o no.
   - Ahora comprendo la finalidad de los Sacramentos que, hasta ahora no la acababa de entender. Pero, sobre todo, comprendo la grandiosidad de la Redención y la maravilla del sacrificio de Cristo y la manifestación de amor, realmente infinito, que supone el venir a la Tierra, el morir en la cruz y, sobre todo, el volver año tras año a derramar Su vida por nosotros.
   - Cuanto más medites sobre la maravilla de la Redención, más te
asombrarás y más crecerán tu amor y tu devoción a Cristo y tu deseo de evolucionar y de que evolucionemos todos para poder liberarlo cuanto antes de ese inconcebible sacrificio que se ha impuesto sólo por amor.
  Como has visto, pues, la Redención vino a solucionar los dos problemas existentes. Desde entonces ya no estamos en manos de los Luciferes.
  Desde entonces ya depende de nuestro libre albedrío el ir por el sendero de la derecha y, en unas cuantas vidas, dar fin a la evolución y pasar a planos superiores a trabajar en otros campos; o encaminarnos por el sendero de la izquierda y vivir en este mundo miles de vidas pagando karma, padeciendo enfermedades y desgracias para, tras ellas, ir a parar al mismo sitio que los primeros que, entretanto, ya habrán evolucionado mucho más.
   - ¿Y cómo terminará la historia de los Luciferes?
   - Es de suponer que bien.
   - ¿Y eso cómo puede ser?
   - Así como los ángeles nos ayudan por el "lado de la derecha", es
decir, de acuerdo con el plan de evolución diseñado por Jehová para nuestra oleada de vida, y con ello evolucionan, los Luciferes, a los que se denomina la "mano izquierda de Dios" y que hicieron fracasar en parte dicho plan, que no tenía prevista su fracaso evolutivo, nos enseñan a base de sufrimientos. Resumiendo, podría decirse que los ángeles, con su iluminación, nos hacen aprender la "teoría" y luego nosotros, con nuestro intelecto, deducimos la "práctica"; mientras que los Luciferes nos enseñan la "práctica" y nos ayudan mentalmente a inducir la "teoría".
   - Claro. Es lógico.
  - Pero no cabe duda de que los dos nos están enseñando y, por tanto, esa enseñanza de los Luciferes, aunque no por senderos ortodoxos, les va a deparar la experiencia suficiente para sumarse a su oleada de vida. Por otra parte, nuestra experiencia será "más completa" así, que la proporcionada por los ángeles y que tenía prevista Jehová para nosotros porque, a diferencia de lo previsto, habremos conocido y experimentado el bien y el mal, y no sólo el bien.
   - ¡Qué maravilla!
  - Y todo ello obedeciendo una ley cósmica según la cual "el mal no es sino bien en formación" o, enunciada de otra manera: "Todo trabaja siempre para el bien".

DÍA 6
EL NORTE DE CASTILLA, Valladolid


EL OJO

    El ojo es un misterio, un abismo insondable, un hilo directo con el alma, que puede expresar, sin que sepamos por qué, mejor que ningún otro órgano y con toda fidelidad, los sentimientos más recónditos, desde el más profundo amor hasta el más abyecto de los odios. Sabe ser acariciador, amable, alegre, irónico, inquisitivo, lejano, escrutador; puede transmitir miedo, orgullo, fe, tranquilidad; es capaz de llenarnos de firmeza, de seguridad, de esperanza y de resolución; o de temor, de incertidumbre, de duda o de desesperación; nos abarca, nos absorbe, nos estudia, nos mira o nos admira o nos observa o, simplemente, nos ve; se rodea de un halo de misterio y conecta, por un proceso inverosímil, con nuestro ojo, para transmitirnos su mensaje sin ningún intermediario.
   ¡Hay que imaginar lo que debió ser, el ser mirado a los ojos por los ojos de Cristo!

DÍAS 7 á 10
DIE WOCHE, Hamburgo, Alemania


EL AGNÓSTICO

    - Yo no tengo claro todo eso de Dios ni del más allá.
    - ¿Conoces alguien que lo tenga claro?
    - No. No lo sé.
  - Entonces no has tenido ocasión de cambiar impresiones con nadie que haya profundizado en el tema.
   - ¿Quieres decir con eso que, como no lo he hablado con nadie, no lo he estudiado en serio?
   - No. Quiero decir que no has tenido ocasión de contrastar tus
opiniones con otra persona que haya llegado a tener claras estas cosas.
  - Tampoco creo que porque lo hable con alguien vaya a ver las cosas como él. Esto es una cuestión absolutamente personal.
   - No cabe duda. La cuestión más personal que imaginarse pueda.
  - Y por eso, porque no lo veo claro, he renunciado a pensar en ello.
  - No deja de ser un sistema.
  - Sí, realmente soy un agnóstico.
  - ¿Pero eso me lo dices sólo, o lo sientes de verdad?
  - Hombre, claro que lo siento. Si no, no lo diría.
  - ¿De verdad te lo has planteado en serio?
  - ¡Claro!
  - ¿Y qué conclusión has sacado?
  - La de que, como no puedo llegar a ninguna conclusión que me
convenza, como sé que no voy a poder aclarar nada sobre el tema, lo suspendo, no me pronuncio, lo dejo en stand by.
  - Pero, insisto: ¿Eso lo dices sólo o, de verdad, tras planteártelo
seriamente, lo sientes así?
  - No, no. Lo siento así.
  - Pues no me parece muy lógico.
  - ¿Por qué?
 -¿Tú te has planteado, en serio, que llegará un día en que te morirás?
  - Hombre, claro.
  - ¿Y no consideras que el morirte, después del nacer, es lo más
importante que te va a suceder?
  - Sí, claro.
 - ¿Y te limitas, ante lo más importante que te puede ocurrir, a decir  - porque veo que sólo lo dices - que, como no lo tienes claro, "no te
pronuncias"?
  - ¿Y qué puedo hacer?
  - Es que no es cuestión de pronunciarse. El pronunciarse no sirve
para nada ni te aclara nada. Es sólo una postura frente a los demás.   Ante ti no te pronuncias. Te pronuncias siempre ante los demás. La cuestión, como has dicho, es personal. Es como si me dices que, como no puedes demostrar que la ley de la gravedad te afecta, no te pronuncias sobre ella, y te quedas tan fresco.
  - ¿Por qué?
  - Porque, aunque tú no te pronuncies, la ley de la gravedad seguirá
estando ahí y seguirá afectándote y seguirá siendo algo importante en tu vida.
   - ¿Y qué?
  - Pues que, lo lógico es que no te quedes en pronunciarte. Lo lógico, si eres un ser racional, es que, por lo menos, actúes racionalmente, ¿no?
  - ¿Es que no actúo racionalmente diciendo, con toda sinceridad que, una vez estudiado el asunto, reconozco que no he llegado a ninguna conclusión definitiva ni creo poder llegar a ella? ¿Es que sería más racional decir que creo en un más allá y en un Dios creador y premiador o castigador?
  - No.
  - ¿Entonces qué tengo que hacer, según tú, si quiero actuar
racionalmente?,
  - Dejarte de declaraciones y posturas. Y, si de verdad consideras que la muerte y lo que pueda haber después es el asunto más importante de tu vida, estudiarlo con verdadera dedicación, con verdadera obsesión, con verdadera preocupación, porque te va en ello mucho, muchísimo.
   - ¿Y cómo puedo saber que me va en ello mucho si, ni siquiera tengo claro que Dios exista?
  - Volveremos a lo anterior. ¿Consideras o no que la muerte te llegará y que eso y lo que te pueda pasar después, si te pasa algo, es el asunto más importante de tu vida?
  - Sí. Bueno, pero con matices. Repito que, como no lo sé...
  - Eso es una petición de principio para evadir el problema. Es la
pescadilla que se muerde la cola. Es, realmente, no querer pensar en él, lo cual es muy distinto de lo que tú me has dicho hasta ahora.
  - ¿Por qué?
  - Vamos a ver: Tú estudiaste una carrera. ¿Por qué y para qué?
  - Porque tenía que vivir.
  - Si hubieses tenido dudas sobre eso de que tenías que vivir,
¿hubieras hecho el esfuerzo de estudiar durante tantos años y preparar luego una oposición dificilísima, como has hecho?
  - Es que me era imposible tener dudas. Es que la vida está ahí,
rodeándome; es que la veo en cuanto abro los ojos por la mañana. Por tanto, ¿cómo iba a dudar de su existencia y de que, para mantenerme en ella, necesitaba situarme?
  - Exacto. La vida estaba ahí. La ves en todas partes. Pero, ¿y la
muerte? ¿No la ves en todas partes también? ¿No es tan segura como la vida? Tú entonces "suponías" (porque pudiste morir joven) que vivirías, pero no podías saber tampoco cómo ibas a vivir y; sin embargo, hiciste lo posible por enterarte de qué hacía falta para vivir bien y lo hiciste. ¿Y la muerte? ¿No es mucho más segura que una u otra manera de vivir? ¿No valdrá la pena hacer para averiguar qué hay tras ella, por lo menos el mismo esfuerzo que hiciste para saber lo que era la vida y para situarte en ella? ¿Te parece muy racional quedarte en decir que no te pronuncias?
   - Es que he hecho ese esfuerzo.
   - ¿Y qué?
   - Pues que no he llegado a ninguna conclusión.
   - No es posible.
   - ¿Cómo que no?
   - No.
   - ¿Me lo podrías demostrar?
   - Sí. Vamos a estudiar el asunto, de verdad, racionalmente.
   - De acuerdo. Ya verás.
   - Está claro que, aunque tú no puedas pronunciarte, sólo pueden
ocurrir dos cosas.
  - ¿Cuáles?
  - O que tras la muerte no haya nada, o que haya algo, ¿no?
  - Sí. Completamente de acuerdo.
  - Bien. Estudiemos la primera posibilidad: Tras la muerte no hay
nada.
  - Vale.
  - ¿Qué postura se puede adoptar, racionalmente, ante esa
eventualidad?
  - Pues la mía precisamente. ¿O no?
  - No. Tú dices que no puedes pronunciarte. Pero estamos viendo el caso en que tú "sabes" que no hay nada, una de las dos únicas
posibilidades que hemos aceptado, ¿no?
  - Sí.
  - Bien. ¿cuál es la conducta consecuente con esa creencia?
 - La conducta consecuente con esa creencia sería la de vivir lo mejor posible, puesto que luego... se acabó.
  - ¿A costa de lo que fuese y de quien fuese?
  - En buena lógica, sí.
  - Esa, sin embargo, no parece ser tu conducta. Yo creo que tú eres un hombre responsable, formal, amigo de tus amigos, que cumple sus compromisos, buen esposo, buen padre... Luego he de deducir que tu postura no es la de que, tras la muerte no hay nada, ¿no?   Porque, de otro modo, estarías actuando irracionalmente, cosa que no imagino en ti.
 - Por supuesto. Pero ya te he insistido en que no puedo pronunciarme.
  - Estoy viendo que lo que ocurre es que "no quieres" pronunciarte.
  - ¿Por qué?
  - Porque, si de verdad quisieras pronunciarte, si de veras quisieras
resolver el problema más importante de tu vida, como has reconocido que es, querrías estudiarlo de verdad, que es lo que estábamos haciendo al estudiar racionalmente la primera de las dos únicas posibilidades de respuesta que tú mismo has aceptado, ¿no es verdad?
  - Bueno, sí. Tienes razón. Comprendo lo que quieres decir: Si yo
acepto que es un tema que me preocupa, lo lógico es que lo estudie; y si, estudiándolo, no veo más que dos posibilidades, lo lógico es que investigue cada una de ellas. De acuerdo.
  - Quedamos, pues, en que, si tú te has planteado en serio el tema y tu agnosticismo no es sólo una pose, o estás seguro de que no hay nada tras la muerte - en cuyo caso no estás actuando en consecuencia porque estás perdiendo continuamente ocasiones de ser más feliz mientras sacrificas tu tiempo trabajando y dedicándote a ser un ciudadano modelo (o, si lo prefieres, para que no digas que te adulo, un ciudadano normal), o es que crees que tras la muerte hay algo, ¿no?
  - Sí. Esa es la conclusión lógica: Que, o no lo he estudiado a fondo o, si lo he estudiado y mi conclusión es que no hay nada, mi conducta no se ajusta a esa conclusión y, por tanto, es ilógica. Tienes razón, te lo admito.
  - Bueno. Vamos, pues, a estudiar la otra posibilidad, la de que hay
algo tras la muerte.
  - De acuerdo. Realmente, ahora lo veo más claro; yo me sitúo más en la postura de que algo debe de existir, pero no puedo saber qué es.
  - Pero, ¿"no puedes" saber qué es o "no te preocupa" saber qué es?
  - No. No lo sé. No puedo saber qué es.
 - Pero, por lo menos, si estás seguro de que hay algo, tendrás alguna idea, ¿no?
  - No. Porque, te repito que no puedo, no está en mi mano, ni en la de nadie, por lo menos esa es mi opinión, llegar a una conclusión definitiva.
 - Pero, vamos a ver: Tú aceptas, porque estamos en esa posibilidad, que hay algo. Es decir que, tras la muerte, uno no desaparece. Porque eso es, supongo, lo que quieres decir con que "hay algo" tras la muerte, ¿no?
  - Hombre...
  -Si hay algo, ese "algo" no va a ser "nada", porque entonces
estaríamos en la posibilidad anterior que, además, me acabas de decir que no es la tuya.
  - Sí, claro. Ese algo ha de suponer que yo, sigo viviendo. Si no, no
habría un "algo" para mí.
  - De acuerdo. Entonces, si sigues viviendo, tendrás que hacerlo de
alguna manera, ¿no?
  - Por supuesto.
  - ¿Y cómo imaginas tú esa vida?
  - No tengo ni idea.
  -¿Te parece lógico - porque estamos razonando y, por tanto, hemos de guiarnos por la razón - , te parece lógico decir que esa vida, es de suponer que tenga alguna relación con la de aquí?
  - No estoy seguro.
  - Perdona. No se trata de seguridades. Pero, si aceptas que sigues
viviendo, que tú sigues viviendo, y subrayo la palabra "sigues", es decir, que tu vida, tu existencia, no se interrumpe, esa otra vida no será más que una continuación de esta, ¿no?
  - Sí.
  - Entonces, lo lógico es que tenga alguna relación con ella, que
contenga elementos que sean consecuencia de lo que aquí hayas hecho.
  - No exactamente. Te veo venir: Tú vas a parar al célebre juicio tras la muerte, etc.
  - No. En absoluto. Lo que te estoy diciendo es que, si en esta vida, lo que tú eres lo debes a lo que fuiste e hiciste antes, porque el hoy es producto del ayer, y si el mañana es consecuencia del hoy (y por eso todos hacemos cada día lo posible hoy para prepararnos el mejor "mañana" que podemos) si, tras la muerte, esta vida sigue, aunque sea de otro modo, pero sigue, es lógico, y digo lógico, pensar que esa vida sea también consecuencia de ésta, ¿no?
  - Bueno, sí. De otro modo tendría que ser una vida nueva, que
empezara desde cero.
  - Pero esa posibilidad la hemos eliminado al aceptar que la muerte, en realidad, no existe, puesto que, tras ella, seguimos viviendo; y si
"seguimos" viviendo, esa otra vida, necesariamente, ha de ser una
continuación de ésta, o sea, un trozo, por decirlo así, de nuestra vida total.
  - Sí, claro. Esa nueva vida, comenzada desde cero tendría que ser una parte de vida que, al mismo tiempo que fuera continuación de ésta, no tuviera nada que ver con ella. Y eso, tienes razón, no es lógico. Lo lógico es que el más allá sea una especie de prolongación de esta vida.
  - O, por lo menos, algo que tenga tal relación con la vida terrena, que se manifiesten en ella todos o algunos de los efectos de las causas puestas en funcionamiento aquí, ¿no?
  - Sí. Está claro.
 - Y, si seguimos razonando, si esa vida del más allá es continuación o consecuencia de la de aquí, lo lógico es prepararla mientras estamos aquí para que, al llegar allá, sea lo mejor posible. ¿O no?
  - Sí. Eso sería lo razonable.
  - Entonces, lo lógico es averiguar aquí qué información podemos
obtener sobre esa otra parte de nuestra vida.
  - Eso es lo lógico, sí.
  - Pues, sin pretenderlo, hemos llegado a las religiones.
  - ¿Las religiones?
  - ¡Claro! ¿Qué otra información existe sobre la otra vida? ¿Dónde
puedes obtenerla sino en el seno de las religiones?
  - Sí, es cierto.
 - Pero, fíjate qué curioso: Todas ellas, sin excepción, hablan de una
especie de juicio, de reequilibrio, de compensaciones, de sanción de las conductas...
  - Es cierto. Todas lo hacen.
 - Entonces el problema no está ya sino en ver qué religión es la que, racionalmente, te convence más, ¿no?
  - Sí. Pero es que las religiones, precisamente, no son racionales. Con lo cual llegamos a un callejón sin salida. Yo me tengo que creer, por ejemplo, que Eva se hizo de una costilla de Adán y que Noé llenó su arca con una pareja de cada especie animal o que Jonás estuvo tres días en el vientre de una ballena o que el papa, que a lo largo de la historia ha hecho guerras, ha tenido amantes, ha excomulgado a sus enemigos políticos, ha hecho negocios con las bulas y las indulgencias, etc., es infalible. Y, francamente, eso es demasiado. Y lo mismo ocurre con cualquier otra religión. Por lo cual, llega uno al punto en que, sabiendo que algo hay y teniendo una idea de cómo debe ser, no es capaz de comulgar con las ruedas de molino de las religiones. ¿Lo comprendes?
  - Perfectamente. Y estoy totalmente de acuerdo en todo. En todo
menos en dos cosas.
  - ¿Cuáles?
  - Primera, que tú pareces confundir las religiones con las personas
que, con mayor o menor acierto y dignidad e incluso fe, las representan. Y eso ni es racional, ni es lógico ni siquiera es justo.   Las religiones están siempre por encima de los hombres.
  - Te acepto la crítica. Tienes razón y, por tanto, retiro lo de los papas.
  Pero no me negarás lo otro.
  - Ese es el segundo punto.
  - ¿Cuál?
  - Que no has agotado el tema.
  - ¿Que no lo he agotado? ¿Y qué tenía que haber hecho?
  - Si el asunto es, como hemos convenido, el más importante que te
puedes plantear, no parece lógico que te quedes ahí, sin investigar otra posibilidad.
  - ¿Qué posibilidad?
  - ¿No se te ha ocurrido pensar que la Costilla de Adán o el Arca de
Noé o la Ballena de Jonás no sean más que símbolos de algo más
profundo, más permanente, más racional, destinado, precisamente, a aquéllos que se hacen preguntas sobre estos temas?
 - Pues, francamente, no. Pero, ¿cómo puedo encontrar la explicación de esos símbolos, esa aclaración racional de la religión?
   - Pues investigando, como siempre que te preocupa un problema.
¿Qué crees que significan aquellas palabras del Evangelio de "buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá, pedid y recibiréis? Pero aquí la disyuntiva que se te plantea ya es otra.
  - ¿Cuál?
  - O no te preocupa el tema y, por comodidad, para quedar bien
cuando se habla de él, dices que eres agnóstico y te quedas tan fresco - y, perdona, pero pienso que ese es precisamente tu caso - o te preocupa de verdad y sigues buscando hasta encontrar respuestas, que las hay, y que es lo que hemos hecho todos los que nos hemos planteado en serio el asunto.
  - Después de este estudio que hemos hecho juntos, te he de admitir que mi búsqueda no había sido exhaustiva. Y que todo lo que hemos hablado hoy aquí me ha hecho planteármelo todo de otro modo y darme cuenta de que realmente es un tema importante y que todo hombre consciente debería meditarlo y resolverlo. Porque hasta que uno no lo haga, se ve claro que su paso por la vida no tiene una razón de ser lógica y eso, a un ser lógico como el hombre, es lo más grave que puede ocurrirle.
   Después de esto, permíteme que, por un lado, te agradezca la luz que me has dado y, por otro, te ruegue que me evites mucho trabajo: ¿Hay, de verdad, manera de conocer todo esto con garantías de que sea cierto lo que se conoce?
   - Absolutamente. Hay una serie de libros, de escritos, que te
proporcionan una explicación totalmente lógica y racional de lo que dicen las religiones. Y ello por dos razones: Primera porque las religiones se han dado a los hombres y éstos son seres racionales y, por tanto, cualquier cosa que se les dé con la pretensión de que la comprendan y ajusten sus vidas a ella, ha de ser racional, comprensible y lógica. Y segunda, porque, cuando estudias estos temas en los textos apropiados, tu propia voz interna se convierte en tu guía y es quien va aceptando y quien va proponiendo nuevas preguntas y quien va poniendo en su lugar las piezas del enorme
rompecabezas que es la Creación toda. Y ahí no hay error posible.    Y aún añadiría otra.
   - ¿Cuál?
  - Que el ver esos temas claros, el saber qué ocurre y por qué y para qué en torno tuyo, y el aprender a meditar y a conocerte tal cual realmente eres, sin ficciones, sin representaciones, sin pensar en lo que los demás han de opinar de ti, te proporciona una paz, una seguridad, una confianza, una fe y una alegría imposibles de explicar a quien no las ha experimentado. Si de veras te preocupa el tema, estúdialo, busca y encontrarás, llama y se te abrirá, y pide y recibirás.

DÍA, 11
DIARIO DE BURGOS, Burgos


LA EUTANASIA

  El Yo Superior es el Espíritu, nuestro verdadero Yo. La Personalidad es la serie de vehículos (físico, etérico, de deseos y mental) que ha enviado a mundos inferiores, y que están compuestos de la materia de esos mundos.
   Y ello con el fin de aprender a manejarse en ellos, es decir, para adquirir experiencia y, a través de ella, llegar a ser creador de nuevos mundos, compuestos de dichas materias.
   Cada vida, pues, cada existencia en estos mundos inferiores, cada
encarnación, supone una serie de experiencias para el Ego, que lo hacen evolucionar al ir asimilando, tras cada muerte de los vehículos inferiores, todas las enseñanzas por éstos recolectadas.
   La eutanasia, pues, no es aconsejable. Si el Yo Superior ha de
aprender determinadas lecciones teniendo un cuerpo físico en malas
condiciones, como consecuencia de su anterior actuación, y se le priva de aprender esas lecciones, repetirá las mismas causas y producirá los mismos efectos, con lo que se llegará, en otra vida futura, a la misma situación que ahora pensamos aconseja la eutanasia.
   - El punto de vista de Dios, Su proyecto, es que evolucione el Yo
Superior, no la personalidad, que no es más que un instrumento de aquél.

DÍA 12
LEVANTE, Valencia


EL SACRIFICIO

   Este término ha sido objeto de dos interpretaciones erróneas, prácticamente opuestas.
   Por un lado, se encuentra la interpretación religiosa, la de los ayunos, la de las flagelaciones, la de los cilicios, la del desprecio del propio cuerpo y de las penitencias en general, que es una interpretación, como mínimo irreverente, si no blasfema. ¿Cómo puede defenderse y, sobre todo por personas dedicadas a Dios, la idea de que Él se complace con nuestro dolor, que disfruta con nuestro sufrimiento, que se siente feliz con nuestro martirio, con que despreciemos nuestro cuerpo, que Él mismo construyó para ser Su propia morada? ¿Qué concepto tan pobre, tan miserable, tan
erróneo de Dios puede haber provocado esta acepción de la palabra
"sacrificio"?
   ¿Qué beneficio le reporta a Dios nuestro sufrimiento gratuito y
voluntario? ¿Quién ha podido creer, ni por un momento, que con tal
conducta se elevaba hacia Dios y evolucionaba y se sintonizaba con Su vibración? ¿Qué concepto tienen esas personas de Dios como Padre?
   La otra acepción errónea de la palabra "sacrificio" es la que le da el materialista, el hombre que aún no ha visto más allá de sus cinco sentidos.
  Este hombre, dado que no concibe y, por tanto, no admite más vida que la material, ni cree en nada que no sea material, consecuente con esa idea, desea, mientras la vida dure, la mayor cantidad de felicidad posible. Y como él supone que la felicidad sólo se la puede proporcionar lo que sea suyo o lo que nadie le pueda arrebatar, el solo pensamiento de verse privado de algo que a él le apetece o le produce placer, le hace sentirse desgraciado. He aquí, pues, su concepto del sacrificio: Verse privado de algo suyo o que le produce placer o le proporciona poder: El fumador, por tanto, pensará y creerá que dejar de fumar es un sacrificio; y el bebedor considerará un sacrificio el privarse del alcohol; y el glotón, de la comida excesiva; y el lujurioso se sentirá sacrificado si ha de reprimir sus excesos; y el avaro si ha de reducir sus ganancias...
   Ambas acepciones de la palabra "sacrificio" son moneda corriente en el lenguaje de hoy en día. Pero ninguna de ambas es correcta. La acepción correcta es infinitamente más hermosa y, en absoluto, es desagradable o triste o limitadora.
   ¿Qué es lo primero que piensa cualquier persona media que
encuentra un tesoro o le toca el premio mayor de la lotería o acierta una quiniela o recibe una herencia inesperada? Sin duda ninguna, compartirlo con sus seres queridos: Hijos, cónyuge, parientes próximos, etc. Es una actitud natural.
   ¿Cuál es la mayor ilusión del descubridor, del investigador, del
artista, del creador, del que siente vibrar lo nuevo en sus venas, en su corazón? Compartir ese éxtasis, hacer partícipes de él a los demás. Y de ahí la obra de arte, de ahí la música trascendental, la pintura, la escultura, la arquitectura, el teatro, la danza, la poesía, de ahí la investigación y de ahí los descubrimientos. Todos ellos no son sino fruto de esa tendencia natural, de ese deseo de compartir lo que se ha creado, lo que se ha encontrado. Porque la creación o el hallazgo de algo no tiene ningún sentido si no se comparten.
   El compartir, pues, es un concepto, una actitud que encaja mejor en la verdadera idea del "sacrificio". Podríamos decir que el compartir es la octava superior del sacrificio del egoísta, la sublimación de su postura para comenzar a ver la luz y apreciar la existencia de los demás y sus derechos a participar de lo bueno, lo verdadero y lo bello.
  Pero aún hay otra etapa, otra acepción más exacta, otro grado de
"sacrificio", más gozoso que el anterior y más ajustado a su verdadero sentido, y es la "renunciación". La "renunciación" supera el compartir. La "renunciación" hace que uno se prive de algo que podría legítimamente disfrutar, para darlo a otros y, sin embargo, se sienta feliz con ello. ¿Qué padre o qué madre dudarán en sacrificar sus propias vidas a cambio de la de sus hijos? ¿Qué hacen, a lo largo de toda su existencia, sino renunciar a placeres, sueños, alimentos, caprichos, bienestar económico, viajes, etc. para proporcionar a sus hijos una vida mejor? ¿Y son desgraciados por eso? No, de ninguna manera. Son felices, se sienten felices de esa renunciación, mejor dicho, se sienten más felices proporcionando a sus hijos el objeto de su renuncia que aprovechándolo ellos mismos.
   ¿Por qué esa actitud? Simplemente porque esas personas han
ascendido un escalón más en la evolución. En su escala de valores, la felicidad de sus hijos está por encima de la propia. Porque, si los hijos son felices, uno es feliz y si son desgraciados, uno es desgraciado aunque posea todos los tesoros del mundo.
    La "renunciación", pues, es la octava superior del compartir.
   Pero aún hay otro grado de "renunciación" y es aquél en que no se priva uno de algo para dárselo a sus hijos o seres queridos, sino a todos, a toda la Humanidad. ¿Qué lleva, sino, a tanta gente a renunciar a todas las comodidades, caprichos y placeres de la vida, para dedicarla, toda entera, al servicio de los demás? ¿Qué decir de esos hombres y mujeres que dedican su vida a la oración por todos o a la enseñanza o a la asistencia de enfermos o de ancianos o de niños o de disminuidos? ¿Son desgraciados por no tener vida propia, por no disponer de dinero ni de ropa ni de proyectos propios ni de familia? ¡No! Son tremendamente felices. Ellos saben que no podrían serlo teniendo todas esas cosas y viendo necesidades a su alrededor. No podrían vivir indiferentes ante la desgracia, la injusticia o la necesidad y se sumergen en el trabajo renunciando a todo, pero ganándolo todo: Su familia pasa a ser la Humanidad entera; su tesoro, los que la Humanidad entera posee; sus caprichos, los de sus pupilos; sus ilusiones, las de los demás...
  Realmente, se hallan en la octava superior de la "renunciación a favor de los más próximos". Para ellos todos somos próximos, todos somos igualmente queridos.
  Y ¿qué elemento común hay en estas modalidades de la verdadera
acepción del "sacrificio"'. ¡El amor! Porque el amor es darse uno mismo, es vaciarse en el ser amado, es identificarse con él, es convertir el "yo" en "tú".
  ¿Y qué de extraño tiene ello? ¿Qué de antinatural hay en que todos, de una manera instintiva, tendamos a proporcionar felicidad a alguien, aún a costa de la nuestra, y acabemos así siendo más felices aún, viendo su felicidad? ¿No estamos hechos a imagen y semejanza de Dios? ¿No somos centros de conciencia Suyos, como células de Su cuerpo, formado por la naturaleza toda? ¿No es abajo como es arriba? ¿No se nos ha dicho aquello de que "en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser"?
  ¿Qué de extraño tiene, pues, que se nos diga que la Creación no fue más que un acto de amor o un acto de sacrificio que, en su verdadera acepción, es lo mismo?
  ¿Es tan difícil creer que Dios quisiese crearnos para hacernos
partícipes de Su felicidad, de Su omnipotencia, de Su plenitud? Y ¿qué de extraño tiene que se sintiese feliz con ello y que esté continuamente procurando nuestra felicidad y que, si hace falta, porque Sus hijos yerran mucho en el camino, sacrificar Su vida por nosotros para proporcionarnos la ayuda que necesitamos para alcanzar esa felicidad, lo haga lleno de amor por nosotros?
   Esa es, precisamente, la razón que debe inclinarnos a ayudarle a
ayudarnos, es decir, a seguir Sus consejos de Padre y a hacer Su renuncia, Su sacrificio, lo más corto posible. Porque, si es cierto que Él es feliz sacrificándose, nosotros debemos tender a aprovechar Su ayuda y alcanzar cuanto antes nuestra meta, en cuyo momento, alcanzaremos la felicidad y colmaremos más, si cabe, la de nuestro Padre.
   Esa es, pues, la verdadera y última acepción de la palabra
"sacrificio": Dar, darse para hacer felices a los demás y, como
consecuencia de la felicidad de esos seres queridos, ser también feliz con ellos.

DÍA 13
CRÓNICA DEL SUR, Almería


COMPRENDER LA VIDA

   Si aceptamos que venimos a este mundo, no para ser felices sino para aprender lecciones; si conseguimos comprender que esas lecciones nos son necesarias para acceder, a su través, a la felicidad que aquí estamos buscando donde no se halla, cambiará nuestra visión de todo.
  Lo mismo que al niño se le asignan profesores que, en su momento, van enseñándole cada uno su asignatura, exactamente igual ocurre con nosotros. Sólo que la escuela es la vida y los profesores son las personas que se relacionan con nosotros.
  Y así, los padres son maestros que nos han de enseñar a ser honrados, amables, respetuosos, obedientes, seguros de nosotros mismos, veraces, bien educados, etc.; los hermanos nos enseñarán el compañerismo, la fidelidad, la confianza, el respeto mutuo, etc.; los profesores del colegio nos enseñarán el afán de saber, la curiosidad intelectual, el método de estudio, el desarrollo de la voluntad, de la memoria, del léxico, del intelecto, etc.; los condiscípulos nos enseñarán la camaradería, la lealtad, la amistad, la colaboración, etc.; los jefes nos enseñarán el sentido de responsabilidad, la disciplina, la aplicación de los conocimientos, la aspiración, la propia estimación, el afán de superación, la lealtad, etc; los compañeros de trabajo nos darán clases sobre compañerismo, convivencia, competencia, seriedad, etc.; el cónyuge nos enseñará la responsabilidad, el compartir, el soñar, el proyectar y preparar y trabajar por el futuro, el sacrificarse por los hijos, etc...
  Vista así la vida, resulta comprensible, interesante y hasta sugestiva.
   Pensemos que sólo para las "asignaturas" que no dominamos se nos pone "profesor". Luego, cuando aparece uno es porque tiene algo que enseñarnos y lo lógico es que lo recibamos con agradecimiento y con aprovechamiento porque, si nos negamos a aceptarlo o a aprender sus lecciones, nos aparecerá luego otro profesor, y luego otro y otro, cada vez más exigentes, hasta que aprendamos esas lecciones. Entretanto, nuestra vida se habrá ido endureciendo y perdiendo nosotros una gran posibilidad de ser felices. Pensemos que todos esos seres con los que convivimos, con
los que nos relacionamos, aunque ellos no lo sepan, vienen a enseñarnos algo y a intentar que, aprendiendo nuestras lecciones, evolucionemos rápidamente y alcancemos antes la felicidad. No olvidemos tampoco que también nosotros somos profesores de alguna asignatura para los demás y procuremos hacerlo bien en beneficio del alumno y... del profesor.
   Si. Cuando logramos aprender la lección del amor (ya que, en el
fondo todos los profesores no enseñan otra cosa) entonces ya no
necesitamos aprender más, ya no necesitamos profesores y hemos
terminado la rueda de renacimientos.

DÍAS 14 y 15
LA VANGUARDIA, Barcelona


EL HIJO DEL HOMBRE Y EL HIJO DE LA VIUDA

  Cuenta el mito que Jehová creó primero a Eva. Y luego, prendándose de Su criatura, se ayuntó con ella, abandonándola a continuación, dado Su carácter divino. Eva tuvo a Caín como consecuencia de esa unión. Más tarde, Jehová creó a Adán y de la unión de éste con Eva, nació Abel. Los dos hermanos resultaron muy distintos: Uno era medio divino y medio humano, un semidiós y, como tal, capaz de preguntarse el por qué de los fenómenos e investigarlos, y de crear. Éste fue Caín, llamado también el "Hijo de la Viuda", denominación que hace referencia al abandono de que
Eva había sido objeto por parte de Jehová. Se dedicó a la agricultura dado que era capaz, con su esfuerzo, de crear cosas nuevas. El otro, Abel, era sólo hombre, no sabía crear y dejaba actuar a la naturaleza. Por eso se dedicó al pastoreo. Abel y su hermano y sucesor Set fueron denominados los "Hijos del hombre".
   Ambos hermanos, Set y Caín, una vez desaparecido Abel como
expresión de que el hombre activo y creador es superior al estático y falto de empuje, representan las dos clases de hombres que existen: Por una parte los que creen, sin más, los que no se plantean preguntas, los que se dejan llevar, los hombres de iglesia, los místicos. Y, por otra, los que no tienen fe, los que se lo cuestionan todo, los que han de comprender para creer, los que buscan, los que investigan, descubren, crean y organizan.
   Cada uno representa una de las polaridades del espíritu humano: Set, el corazón y Caín, el intelecto. Ambas polaridades han de desarrollarse igualmente para llegar al hombre equilibrado y perfecto. Esto quiere decir que el místico, que ha desarrollado exclusivamente el corazón, o sea, el Hijo del Hombre o de Set, tendrá luego que dedicar una serie de vidas a desarrollar el intelecto; y que el investigador, el comerciante, el industrial, el militar, el filósofo, o sea, el Hijo de la Viuda o Hijo de Caín, que también así se les llama, y que ha desarrollado sólo el intelecto, se verá igualmente obligado a desarrollar la polaridad del corazón:   El sentimiento y el amor.
   En la Biblia aparecen, de vez en cuando, los representantes de ambas polaridades: En la época de Salomón, éste representaba a los Hijos del Hombre. Salomón decidió construir un templo dedicado a Jehová, pero él no sabía construir, no dominaba las artes de la cantería y la metalurgia, por lo que tuvo que recurrir al representante de los Hijos de Caín o de la Viuda, el constructor Hiram Abif, que fue quien realmente construyó el templo.
   A lo largo de los tiempos esas dos polaridades han luchado entre sí o se han asociado para determinado fin.
   En tiempos de Jesús, Éste se denominó a Sí mismo públicamente el "Hijo del Hombre" pero también, según dicen las Escrituras, resucitó al "Hijo de la Viuda"(según el evangelio de Lucas en 7:11-17) o a Lázaro (según el de Juan en 11:11-44), que no son sino dos versiones del representante de la otra polaridad. De este modo, el Hijo del Hombre, Jesús, reencarnación de Salomón, iniciando al Hijo de la Viuda o a Lázaro, reencarnación de Hiram Abif (puesto que no se trató de resurrección sino de iniciación), realizó la conciliación entre ambas polaridades.
   Luego, esas dos polaridades se separaron y sólo esporádicamente
volvieron a colaborar. Una de esas épocas de colaboración se dio cuando la construcción de las catedrales góticas, cuyas obras las decidió y sufragó la iglesia, o sean los Hijos del Hombre, pero las realizaron los Hijos de la Viuda, los constructores iniciados.
  Dado que hay que desarrollar por igual ambas polaridades, el camino más lógico y equilibrado lo constituye la llamada Sabiduría Occidental que, al fomentar, por un lado, el conocimiento, la comprensión intelectual de las grandes verdades, desarrolla el intelecto y, al fomentar, como consecuencia de esa comprensión intelectual, la devoción, fomenta igualmente el polo del corazón, consiguiéndose el desarrollo armónico del hombre y evitándose así la eterna lucha entre representantes de ambas polaridades, causa de tantas guerras, excomuniones, intolerancias y retrasos en la evolución. La finalidad, pues, de la Sabiduría Occidental, es la de acercar la religión y la ciencia, hacernos "sentir con la cabeza y pensar con el corazón".
   Desde el siglo XIII en que Christian Rosenkreutz dio a conocer las bases científicas de la religión de Cristo, aquello que Él exponía en privado a Sus discípulos tras haber hablado al pueblo en parábolas, la Sabiduría Occidental ha ido atrayendo a los Hijos de Caín que, faltos de esa fe ciega que guía a los Hijos del Hombre, se han preguntado sobre la vida y la muerte y Dios y la naturaleza y los misterios de todo tipo, diseminados mediante velos, símiles, tabúes y parábolas a lo largo de milenios por la otra polaridad.
   Cristo, exotéricamente, dio comienzo a una nueva religión, la del
amor; pero, también esotéricamente, trajo una nueva iniciación. En todos los pueblos antiguos, incluido el pueblo hebreo, el conocimiento de los misterios de Dios y de los hombres, estuvo atribuido a una casta o clase o tribu especial dedicada al sacerdocio; y los demás hombres, en términos generales, quedaron excluidos y tuvieron que conformarse con la parte externa de la religión. Esa clase privilegiada era la única que podía dar sacerdotes. Ellos conocían la Ley y practicaban una iniciación que sólo a sus miembros podía otorgarse.
   Cristo hizo posible que esa iniciación pudiera recibirla cualquier
hombre, fuera de la tribu que fuese y de la clase y condición social que fuese y sin distinción de razas ni colores de la piel. Por eso el Evangelio dice que, en el momento de morir Cristo "se rasgó el velo del templo", es decir, que ya éste no protegía a los Hijos de los Hombres, ya todos tenían acceso al conocimiento y por eso el mismo Cristo había ya dicho aquello de "yo soy el camino, la verdad y la vida".
   Es sabido que en Babilonia, Egipto, Grecia y Roma, existían las
llamadas Escuelas de Misterios. Esas escuelas enseñaban a sus discípulos el conocimiento de los misterios divinos e impartían las correspondientes iniciaciones. Es voz común que Pitágoras, Solón y Platón viajaron a Oriente y a Egipto y fueron allí iniciados en los Misterios Sagrados de esos pueblos. En realidad, la mayor parte de los filósofos célebres fueron iniciados.
   En Atenas todo el mundo - los hombres libres, se entiende, pues
entonces existía la esclavitud - asistían al templo para recibir educación, hasta llegar a cierto nivel. Ello los capacitaba para la vida ordinaria. Pero, a partir de ese nivel de conocimientos, sólo los verdaderamente interesados y capacitados proseguían sus estudios y su aprendizaje. Pero esos conocimientos estaban protegidos por un juramento de silencio y con la pena de muerte para quien lo quebrantase. Y eso ocurría en todas las escuelas de misterios de todos los países.
   ¿Por qué ese empeño en mantener secretos esos conocimientos? La respuesta es muy sencilla: Esos conocimientos, junto al plan de vida de los aspirantes, desarrollaban en ellos facultades paranormales (clarividencia, clariaudiencia, ubicuidad, visión a distancia, telepatía, manejo de las fuerzas de la naturaleza, etc.) que, en manos de personas no dedicadas exclusivamente a hacer el bien de modo totalmente altruista, podrían dar lugar a verdaderas catástrofes. A eso se refiere la Sagrada Escritura cuando dice: "No echéis las perlas a los cerdos".
    Por eso cuando, por un lado el régimen de vida seguido por el
aspirante y los conocimientos adquiridos habían hecho desarrollarse en su interior esas facultades y seguros, por otro, sus maestros, de su buena fe y sus buenos propósitos, tenía lugar, en fechas astrológicamente favorables, la ceremonia de la iniciación.
  La iniciación, pues, no regala nada a nadie, no da nada: Simplemente consiste en que el iniciador o hierofante enseña al aspirante a utilizar esas facultades que, sin saberlo, ha desarrollado como consecuencia de su vida de dedicación al estudio, a la meditación, a la oración y al servicio altruista al prójimo. No es, pues, posible comprar la iniciación ni conseguirla por otro medio que no sea el propio esfuerzo. Recuérdese a estos efectos el pasaje de Simón el Mago que quiso comprar a Pedro los poderes de la iniciación, según se expone en los Hechos de los Apóstoles.
   En cuanto a los conocimientos de la Sabiduría Occidental, deben
transmitirse con amor y altruismo, sin exigir por la enseñanza ninguna contraprestación. Clarísimamente lo expuso Cristo a Sus discípulos al decirles: "Gratis lo recibisteis, dadlo gratis". Por tanto, quien exige el pago de sus enseñanzas está en el sendero de Simón el Mago y no en el de Pedro. Y el resultado será el mismo.

DÍA 16
RIKISUTVARPID, Reikiavik, Islandia


VIRTUDES A DESARROLLAR

    Éste es el Sendero. Al principio parece difícil pero, apenas se pone el pie en él con decisión firme, el avance se realiza en progresión geométrica:
    - El servicio desinteresado al prójimo.
    - Ver siempre el bien en todo, hasta en lo que parezca incapaz de
contenerlo. Porque siempre, todo, conduce irremisiblemente al bien.
   - Decir siempre la verdad ya que la mentira daña a los demás y a
nosotros mismos.
   - No envidiar a nadie en ningún aspecto, sabiendo que cada cual
recibe en la vida aquello a lo que se ha hecho acreedor con su actuación anterior, en ésta o en otras vidas, y que es lo más apropiado para su evolución.
   - Mantener en todo momento el equilibrio y no dejarse llevar por las emociones, los deseos ni los sentimientos negativos, para actuar
indebidamente.
   - Confiar siempre en la ayuda divina, en la identidad con Dios y en que, mientras intentemos honestamente, aunque no lo consigamos, mantenernos en la senda correcta, la ayuda no nos faltará.
  - Obedecer siempre a nuestro Juez Interno, que es quien realmente
está evolucionando y quien participa de la naturaleza y la sabiduría
divinas.
   - Practicar diariamente la meditación, con lo cual ejercitaremos el
intelecto y daremos pie al desarrollo de la intuición y del conocimiento de nosotros mismos.
   - Ejercitar la constancia en el sentido correcto. Sólo se nos pide el
esfuerzo, ya que el resultado ni está en nuestra mano ni es cosa nuestra.
   - Practicar la humildad sincera, fruto de la meditación y del
conocimiento de sí mismo.
   - No dejar de aspirar al propio perfeccionamiento y la propia
elevación espiritual mediante los medios que la vida, con tal fin, pone continuamente a nuestro alcance.
  - Practicar la inofensividad ya que no somos quiénes para perjudicar conscientemente, en ningún sentido, a ningún ser vivo que, en todo caso, no son sino hermanos nuestros.
   - Amar a todos los seres por igual y sin esperar nada a cambio, amar a Dios y amarnos a nosotros mismos.
    - Practicar el altruismo siempre que tengamos ocasión, sabiendo
como sabemos que somos meros depositarios o administradores de los bienes o los poderes que en esta vida detentamos.
   - Aspirar a aumentar nuestro conocimiento de las leyes naturales para adaptarnos lo más posible a ellas y avanzar, y hacer avanzar a los demás en el sendero evolutivo.
   - Ejercitar correctamente la epigénesis y poner en funcionamiento
siempre causas nuevas positivas que den lugar en su momento a nuevas cadenas de causas y efectos positivos.
 - Conservar la salud, mediante una alimentación sana y equilibrada, una vida higiénica física y moralmente, y mantener el cuerpo físico, nuestro mejor instrumento, en las mejores condiciones de funcionamiento la mayor cantidad de años posible con el fin de utilizarlo para ayudar a los demás.
   - Practicar diariamente la retrospección para alegrarnos del bien y
llorar el mal que hayamos hecho a los demás, al tiempo que aprendemos a conocernos, y avanzar en nuestro perfeccionamiento interior.
   - Orar de modo permanente manteniendo a Dios en la mira de
nuestros pensamientos, palabras y obras, viéndolo en todo y en todos, sintiéndolo por doquier y sincronizando con la Suya nuestra propia vibración.
   - Acostumbrarnos a escuchar y obedecer cada vez más la voz de la intuición, esa maravillosa facultad que nos permite prescindir del intelecto y saltar a planos superiores para contactar directamente con la verdad.
   - Practicar permanentemente la tolerancia, siendo conscientes de que los errores o defectos ajenos que más nos molestan son precisamente los que más recientemente hemos logrado vencer y por eso nos duelen tanto en los demás, concienciados como estamos de su negatividad.
  - Ejercitar y desarrollar siempre el discernimiento, tratando de tener claro en cada momento lo que es realmente importante y lo que sólo lo parece.
   - Practicar la contemplación, tratando de ver con los ojos del alma la grandeza de Dios y Su creación.
   - Intentar sin desmayo la Adoración, la unión con Dios, la
identificación con la fuente y la meta de nuestra existencia.
  - Tener claro que la fuerza creadora es una fuerza divina que merece todo nuestro respeto y que debe ser empleada siempre y exclusivamente con el fin para el que se nos dio: Proveer de cuerpos físicos a quienes nos elijan como padres, construir formas mentales positivas y pronunciar palabras del mismo tenor, sabiendo como sabemos que es la misma energía en los tres casos.
   - Hacer de la discreción un hábito para evitar dañar a los demás o
llamar la atención de modo excesivo e innecesario.
   - Enseñar lo que esté en nuestra mano a quien nos lo pida o lo
necesite y lo reciba de buen grado, sin pretender imponer ningún
conocimiento ni ninguna idea o sentimiento, pues cada cual es libre de conducir su vida como tenga por conveniente.
  - Sonreír a la vida, sacar al exterior nuestro contento interno, nuestra alegría de sabernos hijos de Dios y de contar permanentemente con Su amor, Su comprensión y Su asistencia.

DÍAS 16 á 18
TVE, Madrid


LAS OTRAS DIMENSIONES, MUNDOS O PLANOS

   - Yo, eso de que existen otros planos u otras dimensiones u otros
mundos, o como quieran llamarlo, me parece todo pura palabrería.
   - ¿Por qué?
   - Porque, puestos a inventar, es posible afirmarlo todo, ¿no?
   - Claro. Pero eso tampoco demuestra que no existan, sino que tú no crees en ellos.
   - No, por supuesto. Pero, si yo no los veo, pues no existen.
   - Ah, ¿si?
   - ¡Claro! ¿Tú crees que, porque alguien me diga que ve otra
dimensión, yo ya me lo tengo que creer y, consecuentemente, me he de creer que existe todo lo que esa persona asegura ver?
  - No. Tú eres libre de creerlo o no.
  - Pero, ¿cómo voy a creer una cosa que no me consta? ¿Para qué
crees que tengo los cinco sentidos? ¿Y la cabeza?
  - ¿Para qué crees tú que tienes la cabeza?
  - ¿Qué quieres decir?
 - Pues quiero decir que, si bien es cierto que los sentidos, que hemos ido desarrollando en este mundo de tres dimensiones, a lo largo de millones de años, nos dan noticia de cuanto en él existe, por un lado, no sabemos si, más allá de esos sentidos, hay algo que no percibimos y, por otro, la razón nos dice que eso es muy posible que ocurra.
   - ¿Eso te lo dice la razón? ¿Cómo?
   - Pues, simplemente utilizándola.
   - ¿Quieres decir con eso que yo no la estoy utilizando?
  - Quiero decir que, en este asunto concretamente, no pareces usarla debidamente.
   - ¿Y eso por qué?
 - Porque no has estudiado racionalmente el problema y, sin embargo, has sacado conclusiones, por lo que esas conclusiones no pueden ser racionales.
 - Yo digo: Tengo cinco sentidos que son mis medios de información sobre el mundo exterior; por tanto, lo que ellos me digan es lo que allí hay.
  Y me dicen que hay tres dimensiones: Largo, ancho y alto. Luego, si no hay, según mis datos, más que tres dimensiones, no debo aceptar, por ejemplo, una cuarta dimensión, sencillamente porque mis sentidos no me dicen que existe o, mejor dicho, me dicen que no existe. ¿Te parece todo esto poco razonable?
  - Hombre, es un razonamiento, digamos, para andar por casa. Para manejarte tú, en ese sentido, basta. Pero para discutir seriamente el tema o para dar una opinión con ciertas garantías, hay que estudiar el asunto y profundizar en él. ¿O no es así?
  - ¿Por qué?
  - Porque tu propia experiencia te está demostrando continuamente
que hay algo más que esas tres dimensiones.
  -Ah, ¿sí?
  - Sí.
  - Ponme un ejemplo.
  - No uno. Te puedo poner cientos. Ahí va uno: Tú sientes amor por tus hijos, ¿no?
  - Sí, claro.
  - Pero, ¿es un amor real o una imaginación tuya?
  - Es un amor real.
  - ¿Existente?
  - Por supuesto.
  - ¿Y cuánto mide de largo, de ancho y de alto?
  - ¡Hombre! Eso no se mide así.
  - ¿Por qué no?
  - Porque se trata de un sentimiento y estamos hablando de cosas
físicas.
  - Estás hablando tú. Claro, si sólo te fijas en la vista, sólo existe lo
que ves; si en el oído, sólo existe lo que oyes, si en el olfato, sólo lo que hueles... ¿no?
  - Sí.
  - ¿Y lo que otros ven y oyen y huelen no existe?
  - Sí, claro.
  - Y eso que tú o los otros veis u oís u oléis, ¿qué dimensiones tiene?
  - Bueno. Reconozco que me he pasado un poco. Sí. Hay cosas que no tienen tres dimensiones. Mejor dicho, hay cosas que no tienen
dimensiones.
  - ¿No tienen dimensiones?
  - No. ¿Qué dimensiones puede tener un sentimiento o una canción,
por ejemplo?
  - Usando la mente, tanto podría afirmarse, a primera vista, que no
tienen dimensión, como que tienen cuatro o cinco o más ¿no? Porque, lo que está claro es que no son largos ni anchos ni altos.
  - Sí. Pero ¿por qué dices "a primera vista"?
  - Porque eso es lo que uno ha de concluir al empezar a estudiar un
asunto empleando el intelecto.
  - ¿Al empezar? ¿Qué más se puede hacer?
  - Se puede profundizar.
  - ¿Cómo?
  - Estudiándolo analógicamente.
  - ¿Qué quieres decir con "analógicamente"?
  - Te voy a poner otros ejemplos y lo comprenderás.
  - De acuerdo.
 - Imaginemos que tu mundo estuviera constituido por una línea. Sería un mundo de una dimensión, sólo longitud. A lo largo de millones de años habrías vivido en ese mundo y habrías desarrollado unos sentidos que te informarían fielmente de lo que en él existía.
  - Vale.
  - ¿Cómo reaccionarías tú si algunos de tus congéneres asegurasen
que existe una segunda dimensión, el ancho; que el mundo no es una línea sino un plano y que ese plano tiene dos dimensiones, largo y ancho?
  - Pues, como mis sentidos no percibirían más que el largo, en
principio negaría la existencia del ancho y, por tanto, la de un mundo bidimensional.
  - Pero tú sabes que esa segunda dimensión existe, ¿no?
  - Sí.
  - Y, sin embargo, tú lo negarías, basado sólo en el testimonio de tus sentidos. ¿Sería una postura racional?
  - No. Lo racional, lo reconozco, sería confesar que yo no lo veía,
pero que no podía, ni debía negar esa posibilidad.
  - ¿Sería una postura racional el decir que estaban locos los que
aseguraban ver la segunda dimensión, solamente porque tú no la veías?
  - No. Sería totalmente ilógico.
  - De acuerdo. Pasemos, pues, a otro mundo, a otro plano o a otra
dimensión, como quieras llamarlo: Ahora eres un ser cuyo mundo es un plano y, por tanto, tiene sólo dos dimensiones, largo y ancho.   Y, durante millones de años que has vivido y evolucionado en él, has desarrollado una serie de sentidos que te informan puntualmente de cuanto en él existe y sucede, ¿de acuerdo?
   - De acuerdo.
   - ¿Podrías percibir y, por tanto, concebir, y consecuentemente
admitir, la existencia de una tercera dimensión, "el alto"?
  - No. Mis sentidos y mi hábito de fiarme de ellos y sólo de ellos me lo impedirían.
  - Pero, esa tercera dimensión existiría, ¿no?
  - Sí, claro que existiría.
  - Y tú la negarías.
  - Sí.
  - ¿Y qué harías si algunos de tus congéneres empezasen a asegurar
que existe una tercera dimensión, "el alto", y que, por tanto, el mundo tiene tres dimensiones y que ellos lo percibían así?
  - Lo negaría, claro.
  - ¿Basado en qué?
  - En que mis sentidos no percibirían esa tercera dimensión.
  - ¿Y sería la tuya una postura racional?
  - No. No lo sería.
  - ¿Y cuál sería la postura racional?
 - Reconocer que yo no la veía, admitir la posibilidad de su existencia y hacer lo posible por agudizar mis sentidos.
  - ¿Cómo?
 - Enterándome de qué camino o qué procedimiento habían utilizado los que aseguraban ver esa tercera dimensión y, una vez conocidos, poniéndolos en práctica. Sólo después de eso, lo reconozco, estaría racionalmente autorizado a afirmar si esa tercera dimensión existía o no.
  - De acuerdo. Pues vamos a seguir con nuestro razonamiento
analógico. Llegamos, precisamente, donde nos encontramos ahora:   Al mundo físico, que todos conocemos. Un mundo de tres dimensiones: el largo, el ancho y el alto. Sólo tres, pero siempre tres. Durante millones de años hemos ido desarrollando nuestros cinco sentidos que, a nuestro entender, nos informan cumplidamente de cuanto en nuestro mundo existe y sucede, ¿no?
  - Sí.
  - Y, sin tener en cuenta que, a pesar de lo dicho, hay ciegos que no
ven nada, y sordos que no oyen nada, y gente sin olfato, y daltónicos, y ciegos a colores y, a pesar de haber demostrado la ciencia que los insectos perciben los rayos infrarrojos y los ultravioleta, y que los perros oyen los ultrasonidos, etc., ¿qué ocurrirá, cómo reaccionarás si empieza a haber gente que te dice que existe una cuarta o incluso una quinta dimensión y que ellos las perciben?
  - Te comprendo perfectamente. Yo diré, y es lo que hacía al empezar nuestra conversación, que esas dimensiones, que esos mundos no existen, basado sólo en que yo no los percibo.
  - ¿Y será una postura racional?
  - No. Lo admito. Lo racional sería enterarme exactamente de qué es lo que dicen y por qué lo dicen; luego, averiguar de qué procedimientos se han valido para agudizar de ese modo sus sentidos o para hacer nacer los que sean; después, poner esos métodos en práctica; y, sólo después de eso, estaría en condiciones de poder afirmar, con cierta base y cierta dosis de razón, si esos mundos existen o no.
  - Estupendo. Eso es, precisamente lo que yo quería decirte al inicio de nuestro diálogo.

DÍA 17
EXCELSIOR, México D.F., Méjico


LOS PREJUICIOS

   Cuando, en la infancia, o a lo largo de la vida, nos ponemos en
contacto, por primera vez, con una materia o un tema o una experiencia desconocidos hasta entonces, el conocimiento con ello adquirido se programa, por decirlo en términos informáticos, pasando a formar parte de nuestros mecanismos internos. En el futuro, ese programa actuará automáticamente, cada vez que nos relacionemos con el mismo tema o materia, cualquiera que sea el aspecto o parte del mismo que se toque. Con ello, ese programa, unido a la ley del Mínimo Esfuerzo, da lugar a la cristalización de los conocimientos que contiene y rechaza cualesquiera otros, automática e inconscientemente, creando así lo que constituye un
verdadero prejuicio - nótese que viene de pre-juicio, es decir, juicio previo o, mejor, anterior al juicio - , una barrera difícilmente salvable en la carrera de la evolución, que supone la de la ampliación de conciencia o, lo que es lo mismo, la ampliación permanente de conocimientos.
    Esa es la explicación de que un científico resulte casi incapaz de
ponerse en disposición de aceptar estudiar cualquier nuevo aspecto de una materia que cree conocer, y condene cualquier otro punto de vista o teoría sobre la misma, de un modo irracional. Ese fue el motivo de que se rechazase varias veces la propuesta de Cristóbal Colón, y la de Galileo y la de los llamados herejes y la de los opositores políticos de cualquier clase y la de los enemigos de religión, etc. etc, y de que, generalmente, sea tan difícil convencernos de algo que "tenemos claro". Siempre la ignorancia de que uno está siendo víctima de la cristalización de sus propias ideas, que le impide hacer un esfuerzo para abrir su mente y admitir, sólo admitir, la posibilidad, sólo la posibilidad, de que haya otros caminos, otras verdades o, por lo menos, otras facetas de la misma verdad. No dejaba, pues, de ser una gran lección aquélla de "si no os hacéis como niños...", porque el niño tiene esa particularidad de carecer de pre-juicios y, por tanto, admite cualquier posibilidad. Y esa actitud abierta y receptiva es la que hace posible que los niños, en un tiempo récord, adquieran los conocimientos necesarios para desenvolverse en la vida con normalidad.
   La vejez mental, en realidad, no tiene otra causa, ya que esos
programas automáticos, al cristalizar y estar, a lo largo de años,
repitiéndose, retroalimentándose e impidiendo el aporte de nuevos puntos de vista, nos acaba aislando de las generaciones siguientes, de las nuevas modas, de las nuevas teorías, de los nuevos modos, convirtiéndonos en viejos inadaptados, inútiles y llenos de resquemor y de animadversión contra los que no entran ni quieren, lógicamente, entrar en nuestros esquemas tradicionales y compartir nuestra vida estrecha, huera, estéril y autocomplaciente. El secreto para evitar la vejez estriba, pues, en mantener la mente abierta a todo lo nuevo, en estudiarlo sin pre-juicios, en calibrar lo que puede tener de útil, de inteligente, de constructivo, de interesante, y aceptarlo y hacerlo propio, es decir, incluirlo en el propio programa automático que, de ese modo se va ampliando y va con ello ensanchando los horizontes, las ilusiones, y las esperanzas...

DÍA 18
LA VERDAD, Murcia


LA MEDITACIÓN

   Efectos de la meditación:
   1.- Nos eleva más allá de la personalidad.
   2.- Nos descubre y demuestra, de modo irrefutable, que podemos
vivir perfectamente sin nuestro cuerpo físico. O sea, que la vida continuará  tras la muerte.
  3.- No es una actitud pasiva, sino sumamente dinámica.
  4.- Nos aclara nuestras metas.
  5.- Nos proporciona los medios para alcanzarlas.
  6.- Hace posible la unión con el Yo Superior, nuestro verdadero yo, nuestro Dios interno, nuestro Cristo interior.
  7.- Esa unión nos hace tender a - y conseguir - controlar nuestros
pensamientos, emociones, palabras y actos negativos y destructivos, al situar nuestra atención en planos superiores y eternamente positivos.
  8.- Nos hace tomar las riendas de nuestra vida.
  9.- Nos da seguridad y ayuda sin límites.
  10.- Nos hace ver la relatividad de los valores.
 11.- Nos hace saber en qué nivel de conciencia estamos funcionando en cada momento y, si es preciso, rectificarlo elevándolo.
  12.- Nos proporciona una paz y una serenidad desconocidas hasta
entonces.
 13.- Nos da confianza total en nosotros mismos, con lo que desaparecen los traumas.
  14.- Hace que nuestros vehículos superiores - cuerpos etérico, de
deseos y mental - que intercambian materia - vibraciones - permanentemente con el exterior, limiten el acceso de la materia inferior y absorban la superior cosa que, al ser constante, hace que nuestros vehículos mejoren sin interrupción y esa mejora se refleje, de modo inevitable, en el cuerpo físico, que es reflejo de aquéllos.
  15.- Pone nuestro centro de atención en el corazón, y no disperso por el exterior, que nos es ajeno y nos confunde.
  16.- Todo ello cambia nuestra perspectiva con relación a nosotros
mismos, a los demás y al mundo.
 17.- Ya no nos planteamos cómo nos afectan los demás y el mundo, sino cómo les afectamos nosotros.
  18.- Bajamos las barreras que hemos elevado frente a los demás y
ello nos hace comprenderlos y amarlos pero también influirlos
positivamente.
  19.- La paz interior nos hace objetivos frente a todo y a todos, es
decir que lo vemos todo, lo percibimos todo, pero no nos sentimos
implicados emocionalmente ni con nuestros propios problemas, sino que lo consideramos todo desde un punto más elevado, donde no hay emoción y ello nos permite tener visión y energías y claridad para ayudar y ayudarnos.
  20.- Proyectamos amor hacia todas las personas que se relacionan
con nosotros o que sabemos necesitan ayuda y ello les dará energías en los niveles superiores, para resolver sus problemas. Y ese amor nuestro es desinteresado, altruista, "amoroso", sin esperar ni desear ser correspondidos, una dádiva del corazón, una vez comprendido que todos somos uno.
  21.- Desarrollamos la intuición, que es el conocimiento directo y no racional, de la verdad; una especie de salto hacia arriba para aprehender la verdad, la solución, la respuesta buscada, el camino aconsejable, etc. Y la intuición, cuanto más la oímos, más fuerte nos habla. Es como el conocimiento propio del corazón, a diferencia del que usa la vía del razonamiento, de la mente, de la cabeza. La intuición no puede fluir si nuestra atención está dispersa. Sólo si la aquietamos, puede funcionar. Y esa quietud sólo se obtiene con la meditación.
 22.- Como todas las prácticas, cuanto más se ejercita la meditación, más se la domina y más se aprovechan sus efectos benéficos.
  23.- Nos permite experimentar la vivencia de la unidad con todo: el paisaje, la música, los animales, las plantas, las personas, el cielo, la tierra, los mares...
  24.- Esa vivencia de la unidad nos permite expresar claramente
nuestras creencias y convicciones más profundas; o sentir un arrebato de amor - los místicos - o de comprensión - las conversiones repentinas - o incrementar la claridad mental o desarrollar la imaginación.
 25.- Nos proporciona serenidad y calma en los momentos de tensión, ya que en nosotros ha desaparecido el miedo.
  26.- Podemos acceder, cuando queramos, a esa energía superior y
convertirla en el elemento dinamizador de nuestra vida.
  27.- Nos hace sentir la necesidad y nos da los medios, para rehacer
nuestra personalidad y nuestra vida y ponernos manos a la obra.
  No es, pues, asunto desdeñable la meditación. Y lo mejor es que está al alcance de cualquiera que desee practicarla y comprobar por sí mismo cuanto antecede.

Pueden terminar de leer esta Tercera y última parte 
de "El Nuevo Contrato Social", desde aquí

*


No hay comentarios:

Publicar un comentario