jueves, 29 de diciembre de 2011

LA DOBLE VIDA



LA DOBLE VIDA
por Francisco-Manuel Nácher

¿Hay nada más triste que un hombre que lleve una doble vida?
Supongo que todos estamos de acuerdo: Ese hombre acaba sin saber
realmente quién es, y comete equivocaciones y olvidos y errores que
producen en él zozobra y nerviosismo y miedo a ser descubierto, y tensión
por no volver a errar, y excesos en un sentido para compensar los defectos
en el otro... Vive, en fin, una vida dividida y absurda, sin completar nada,
sin ir a ningún sitio, sin posibilidades de futuro ni de presente en paz, con
alegría y con confianza, sin amigos, sin confidentes, sin seres queridos, sin
verdaderos amantes...

Es difícil concebir una vida más miserable.

Pero, ¿cuál es la vida que llevamos cada uno de nosotros? ¿Es que
nos manifestamos a los demás como realmente somos? ¿Es que no estamos
continuamente pendientes de seguir siendo ante ellos aquél que deseamos
que sigan pensando que somos? ¿Es que no existe un diálogo permanente
entre la parte de nosotros que actúa en cada momento y la parte que
piensa? ¿Es que no es nuestra vida una lucha ininterrumpida entre dos
posibilidades: la correcta y la que nos “interesa”?

* * *

LA CRÍTICA



LA CRÍTICA
por Francisco-Manuel Nácher

La crítica, de cualquier clase que sea, es siempre negativa. Supone,
en el que la hace, o envidia o soberbia, pero nunca amor. Nunca produce
un efecto positivo en el criticado y, en cambio, puede provocarle una
reacción de odio o de complejo, o de ambas cosas a la vez. Ni en el que
critica, que queda, ya para siempre, con cierta desazón clavada en la
conciencia.

El camino positivo para ayudar a alguien, cuando lo que nos guía es
el amor, lo verdaderamente constructivo, es el elogio. Siempre es positivo.

Todo el mundo está dispuesto a aceptarlo y se ve obligado a perfeccionarse
en lo que le alaban para seguir mereciendo alabanzas.
Para criticar, pues, positivamente, es decir, sin hacerte daño a ti
mismo ni al criticado, alaba siempre en éste lo que tú crees que le falta,
como si lo tuviera, porque una porción tendrá, aunque sea mínima. 
Y el
otro siempre te lo agradecerá y siempre se esforzará por seguir mereciendo
tus elogios, con lo cual eliminará lo erróneo, que desaparecerá de su
pensamiento, de sus palabras o de su conducta. Y tú habrás conseguido
ayudar sin herir.

Pero, incluso antes de elogiar, yo te aconsejaría que esperases a que
te pidan consejo u opinión. No pretendas corregir en los demás lo que a ti
te parecen defectos pero que, a lo mejor, no son más que manifestaciones
de una personalidad distinta de la tuya. Y, por supuesto, tú tampoco eres
perfecto y, con toda seguridad, no te gusta que te critiquen.

* * *

jueves, 22 de diciembre de 2011

LA CONVENIENCIA DE ESCRIBIR



LA CONVENIENCIA DE ESCRIBIR
por Francisco-Manuel Nácher


Circula por los mentideros literarios una frase, aparentemente
irónica, pero llena de enjundia y de contenido. Reza así: “Si no sabes
nada sobre una materia y deseas conocerla, escribe un libro sobre
ella”.

Lo lógico parece que sería aconsejar leer o, incluso, estudiar
algún libro sobre el tema en cuestión. Pero no. Es mucho más efectivo
lo otro. Porque, si se lee, lo único que se está haciendo es apropiarse
lo que otros ya han pensado. Pero escribir exige mucho más. Escribir
obliga a recordar, ordenar y estructurar lo que sobre el tema se haya
aprendido pero, además y sobre todo, obliga a pensar, a reflexionar, a
meditar, a investigar, a descubrir. En una palabra: A crear. Ya no es
introducir nuevos conocimientos en el insaciable saco de nuestra
erudición, sino extraer vivencias de nuestro propio ser. Y, así como lo
que aprendemos lo podemos luego olvidar fácilmente, lo que hemos
vivido, lo que hemos elaborado interior y cuidadosamente, lo que
hemos descubierto, lo que ha formado parte de nuestra propia vida,
eso ya no lo olvidamos jamás.

De ahí lo interesante, conveniente, enriquecedor y yo diría que
necesario que resulta, si se quiere avanzar en la evolución, es sentarse,
de vez en cuando, ante una cuartilla en blanco (o ante el ordenador o
PC), escribir un tema en su parte superior y sumergirse en uno mismo
para extraer, revivir, organizar y exponer todo lo que no sabíamos que
sabíamos. Es el mejor sistema conocido para practicar la
concentración y, por tanto, para desarrollar el pensamiento, tanto
concreto como abstracto pues, inevitablemente, mientras escribimos,
estamos volcados al máximo en nuestro quehacer, y todo el entorno
desaparece de nuestra conciencia para ser sustituido por las
existencias de nuestro almacén interior, por los hallazgos que esa
interiorización nos facilita y, sobre todo, por las nuevas ideas y
conocimientos que de tal labor se derivan.


Al escribir, pues, uno siempre acaba asombrándose de la cantidad de conocimientos que, sin ser consciente de ello, poseía sobre el tema en cuestión que, diseminados y relacionados con otros heterogéneos, van aproximándose, organizándose, estructurándose y formando un todo racional, homogéneo, inteligible y vivo, algo que, aunque nuestro, es tan nuevo como inolvidable. Y eso supone siempre, sin excepción posible, algo tan interesante como una hermosa y fructífera ampliación de conciencia. 

 * * *

martes, 20 de diciembre de 2011

LA CONCIENCIA FÍSICA O SENSACIÓN DE VIVIR


LA CONCIENCIA FÍSICA O SENSACIÓN DE VIVIR
por Francisco-Manuel Nácher


Siempre me ha llamado la atención de un modo especial la
afirmación reiterada de Max Heindel en el sentido de que la lucha
permanente entre el cuerpo vital, que intenta conservar el cuerpo
físico, y el de deseos, que lo desgasta continuamente, es lo que nos
produce la sensación de vivir, o sea, la conciencia de la propia
existencia. Muchas veces me he propuesto meditar sobre el tema, pero
otras tantas me ha dado miedo por parecerme demasiado complejo. Ha
sido un miedo no consciente, pero yo he sabido que estaba ahí,
cobijado y sin atreverse a salir al descubierto.

Lo cierto es que, hace unos días, y sin pensar en el tema, de
repente, vi claro el proceso y, por lo menos para mí, encontré una
explicación plausible. Y es ésta:

Durante todas las horas de vigilia, querámoslo o no, estamos
haciendo algo, con el cuerpo físico. Eso es indiscutible. De otro modo
no estaríamos en estado de vigilia.

Pero, eso que estamos haciendo ¿qué proceso seguimos para
hacerlo? Vamos a poner un ejemplo para verlo más claro. Si se trata
de hacer algo con las manos, habremos de pensar primero lo que
queremos hacer. Pero, para pensar lo que queremos hacer,
necesariamente, hemos de elegir una entre varias, entre múltiples, yo
diría que entre infinitas posibilidades. Y así: Si yo deseo rascarme la
oreja derecha, una vez deseado, lo cual ya supone haber decidido entre
hacerlo o no hacerlo, tendré que elegir entre utilizar para ello el dedo
pulgar, el índice, el corazón, el anular, el meñique, o dos dedos, o tres,
y qué dedos serán esos dos o tres, o la palma de la mano o el dorso o
cualquier objeto; una vez decidido, por ejemplo, que me rascaré con el
dedo índice, tendré que elegir entre hacerlo con la yema o con la uña o
con un nudillo o con otro. E, incluso decidido, por ejemplo, a hacerlo
con la uña, tendré de nuevo que elegir entre rascarme suavemente o
con fuerza o con violencia y entre hacerlo deprisa o despacio y entre
rascarme de atrás hacia delante o de delante hacia atrás o de arriba
abajo o de bajo a arriba; y, decidido que de arriba abajo, habré de
elegir entre afectar a mucha o poca porción de mi oreja; y, decidido
esto, si lo he de hacer ostensiblemente o con disimulo; y, después…

El proceso de elección y decisión, pues, no termina nunca ya
que, apenas me he rascado, ya he de elegir entre las distintas
posibilidades que se me ofrecen entre sentirme satisfecho o insistir,
con todas sus elecciones subsiguientes. Lógicamente, un proceso así
necesita toda la atención del Yo, que es el que elige en cada caso y,
lógicamente, está siendo consciente de su actuación y, por tanto, de su
vida en la Tierra.

Por otra parte, el decidirse por una de las muchas posibilidades
siempre deja en el Yo un sabor agridulce, pues es seguro que había
algunas otras posibilidades que también le atraían, pero que no ha
podido adoptar al tener que decidirse por sólo una. Y ese sentimiento
de falta de plenitud hace también que la atención del Ego se centre en
este plano.

Estamos hablando de la conciencia en el mundo físico. Porque el
proceso sirve también para los demás mundos, aunque hablaríamos
entonces de conciencias distintas a la que aquí tratamos.
Está claro que la voluntad, en estado de vigilia, la estamos
ejercitando permanentemente. Pero la voluntad es una facultad del
Espíritu Divino.

Sin embargo, esa voluntad, para tomar cada una de las decisiones
elegidas entre las enumeradas, no tiene más remedio que recurrir,
primero al cuerpo mental para que cree una idea-forma, y luego, al
cuerpo de deseos para que la envuelva en materia de deseos y cree una
forma de deseo, que será lo que la voluntad ponga en marcha. Pero ese
ejecutar en este mundo lo que hemos primero pensado y luego
deseado, supone el desgaste por el cuerpo físico de una energía que
está a cargo y proporciona el cuerpo vital. Y es lógico que haga lo
posible por restaurar el desgaste producido, lo cual llama también la
atención del Ego y con ello acentúa su presencia y su conciencia de
vigilia.

E, incluso, en ese deseo de ahorrar energía y desgastar lo menos
posible los tejidos y órganos físicos, es lógico que el cuerpo vital
recurra a la característica propia de su nota-clave: La repetición.
Porque, cuando algo se convierte en hábito, ya no necesita la voluntad
estar presente, ya no es necesario el proceso de elección y de decisión,

ni la forma mental ni la de deseos, sino que se actúa maquinalmente,
es decir, sin conciencia, inconscientemente. Y no se desgasta tanta
energía como cuando se hace todo a plena conciencia.

Pero, a pesar de ese desgaste de energía que supone, está claro
que la toma constante de decisiones por el Ego y la observación luego
de sus consecuencias, lo hace evolucionar y aumentar su dominio
sobre sus vehículos.

Cuando estamos relajados, es decir, cuando no usamos
conscientemente el cuerpo físico ni tenemos que tomar decisiones
sobre su actuación, la voluntad no está en él, sino en otro plano, y en
él está tomando decisiones también continuamente. Por eso entonces
la conciencia está en ese otro plano. Y por eso la meditación y la
concentración y la reflexión y el estudio y la oración y la devoción y el
amor desarrollan, tanto la mente y el cuerpo de deseos como la
voluntad, favoreciendo también ese necesario dominio del Ego sobre
sus diversos cuerpos.

* * *

viernes, 16 de diciembre de 2011

LA COMPETENCIA



LA COMPETENCIA
por Francisco-Manuel

Es antinatural la postura ganador-perdedor. Aunque, aparentemente,
la competencia domine en la naturaleza, nada más lejos de la realidad.
Porque todo es uno, la vida en una y Dios está en todo. El gorrión devora
la oruga, es cierto, pero, con ello, el espíritu de la oruga participa del
espíritu del pájaro; y los vegetales, ingeridos y asimilados por los
herbívoros, participan de la existencia de éstos y evolucionan más
rápidamente; y los herbívoros que están sirviendo de alimento al hombre, a
través de ese sacrificio, evolucionan igualmente.

Así que, como todo actúa para el bien, todo mal se transforma, en sus
efectos, en algo positivo. Todos, pues, al final, somos ganadores. Por eso
dice Cristo que "el que pierda su vida, la ganará".

* * *

martes, 13 de diciembre de 2011

LA CLONACIÓN


LA CLONACIÓN
Francisco-Manuel Nácher


El tema de la clonación es verdaderamente apasionante y, para
abordarlo con cierta garantía, entiendo que hay que hacerlo razonando
escalonadamente, más o menos del siguiente modo:

1º.- Los Señores del Destino o del Karma, se nos dice en el
Servicio del Templo de nuestra Fraternidad que "están por encima de
todo error y proporcionan a todos y a cada uno lo que necesita para su
desarrollo". ¿Y qué quiere decir eso? Mucho. Y lo veremos a
continuación.

2º.- Nuestro Dios, el creador de nuestro sistema planetario, con
todo lo perfecto que es, desde nuestro punto de vista, con ser Dios, está
evolucionando y está sujeto, por tanto, a la Ley de Acción y Reacción, es
decir, a los Señores del Destino.

3º.- Los Señores del Destino tienen centrada su conciencia nada
menos que en el plano mental cósmico, es decir, el Quinto Plano
Cósmico. Tengamos en cuenta, para hacernos una idea, que nuestro Dios
mora en el primer subplano del Séptimo Plano Cósmico, en el que
llamamos Mundo de Dios. La diferencia de evolución es, pues, inmensa,
entre ellos y nuestro Dios. Mayor aún que la que hay entre nuestro
propio Dios y nosotros. Para nosotros, totalmente inconcebible. Su
capacidad de previsión y de visión hacia delante y hacia atrás en los
sucesos de todo el universo - de todos los universos que hay por debajo
de ellos - son, desde nuestro punto de vista, ilimitados. Por eso se nos
dice que “están por encima de todo error”.

4º.- Sabemos que estamos obligados a dominar el Mundo Físico, es
decir, a aprender a manejarlo, a desentrañar sus mecanismos, a
convertirnos en maestros en el manejo de la materia física. De otro
modo, ¿cómo íbamos a crear, cuando alcancemos el estatus de dioses
creadores, nuestros propios sistemas planetarios? Todo ser viviente actúa
siempre en base a lo que ha aprendido y desarrollado. Y los Dioses
creadores de sistemas planetarios no son una excepción.

5º.- Esa “obligación" o "necesidad" de "conquistar el Mundo
Físico" incluye cualquier descubrimiento, cualquier invención, cualquier
novedad. Y eso quiere decir que incluye la clonación. Y la clonación
llegará. Indefectiblemente.

6ª.- Los descubrimientos científicos y el consiguiente progreso, no
son más que el familiarizarnos con el funcionamiento de una ley natural,
hasta entonces no conocida, y su empleo en nuestro propio beneficio. El
problema estriba en que, como aún no somos perfectos y en la
constitución de nuestros vehículos aún tenemos materia elemental
involucionante, si la dejamos llevar la batuta de nuestras vidas, ese
descubrimiento lo utilizaremos negativamente. Pero eso no será culpa
del descubrimiento ni de la ley natural en cuyo funcionamiento se basa.

Será exclusivamente culpa nuestra. La electricidad no cabe duda de que
es un gran descubrimiento, pero hay quien la emplea para iluminar
ciudades y hay quien la emplea para construir sillas eléctricas con las
que asesinar a sus semejantes. Y la fuerza atómica puede servir para
curar enfermedades o para producir bombas. Y rosanet puede emplearse
para lanzar al mundo ideas constructivas o, por el contrario, para
confundir a los lectores o, incluso, torcerlos tratando de imponer ideas
en vez de ayudarlos a tener las propias. Y así cualquier adelanto. Todos
tienen un uso positivo y otro negativo (en todo aparece la polaridad).

Cuando, hace ya demasiados años, se instalaron en mi Valencia natal los
primeros semáforos, hubo en la prensa local una gran polémica. Había
quien opinaba que sólo servirían para matar peatones. Y quien aseguraba
que serviría, precisamente, para evitar que los atropellasen, ante el
incesante crecimiento del parque automovilístico. ¿Y qué ocurrió? Pues
que, en efecto, algunos, los que no fueron capaces de aprender que con
la luz roja no se debía atravesar las calle o no quisieron observarlo,
fueron atropellados, en una especie de selección natural, y los que lo
aprendimos y lo observamos, sobrevivimos. De modo que, la mayor
parte pudieron caminar tranquilos y seguros por la ciudad, con sólo
observar esa regla tan sencilla. Quiere eso decir que habrá también - ya
los hay - quienes se rasguen las vestiduras ante la clonación humana.

Pero no podrán evitarla. Porque el hombre es imparable en su sed de
conocimiento. Es una ley natural que nos empuja al más y mejor. De otro
modo, la evolución se detendría. El problema, pues, se centrará en el
uso que se quiera hacer o que se haga de la clonación.

7º.- Y llegamos al aspecto que nos interesa, desde nuestro especial
punto de vista: ¿Está la clonación de acuerdo con las leyes naturales? En
mi opinión, rotundamente sí. Aunque, como siempre, sus efectos
dependerán del uso que de ella se haga. Por ejemplo, si se pretendiera
emplearla para formar ejércitos mediante la clonación miles de veces de
un soldado muy aguerrido, es decir, de un verdadero salvaje, un
Terminator, el uso, por lo menos en proyecto, sería negativo. Si lo que se
pretendiese fuera clonar sabios o santos, la cosa cambiaría, el empleo de
la clonación, en principio, sería positivo.

8º.- Pero, y ahí está el quid, ¿saldría un ejército de salvajes de la
clonación de un soldado muy aguerrido? ¿O saldría una generación de
sabios o de santos de la clonación de un sabio o un santo? Mi opinión es
totalmente negativa. Estoy seguro de que se clonarán seres humanos. Y
estoy seguro de que los investigadores se van a encontrar que, en
cuerpos idénticos, va ha haber caracteres y tendencias y habilidades y
capacidades y gustos distintos. Max Heindel ya nos aclara que, durante
el Período Terrestre - y no debemos olvidar que apenas hemos
sobrepasado su mitad - el hombre no pasará de dominar la materia física,
pero no logrará crear vida, ni darla a las sustancias físicas por él creadas.

Eso quedará para el Período de Júpiter.

Si no hay dos espíritus iguales, será imposible que haya dos
espíritus iguales ocupando dos o más cuerpos físicamente iguales. Y no
cabe decir que, si todos los cuerpos son iguales, actuarán todos del
mismo modo, puesto que sólo podrán manifestar lo que, según su
constitución, pueden expresar. Veamos algunos ejemplos: Los
automóviles nacen clonados. Todos los ejemplares del mismo modelo
son exactamente iguales. Perfectos clones. Pero a nadie se le ocurre
deducir por ello que el recorrido que, del nacimiento a la muerte -
entiéndase desguace - será igual en todos los casos, es decir, que todos
recorrerán los mismos itinerarios, marcarán el mismo número de
kilómetros, a la misma velocidad, etc. Y otro tanto podríamos decir de
los lavavajillas, los televisores, etc. Y ¿por qué no llevan todos “la
misma vida” y no hacen lo mismo, siendo como son exactamente
iguales? Sencillamente, porque son meros vehículos que maneja un
conductor, en cada caso distinto. Exactamente como el cuerpo físico, que
es un vehículo manejado por un espíritu, cada vez distinto.

Sí ocurrirá, por ejemplo, en el caso de los automóviles, que los
pertenecientes a una serie funcionarán de un modo más parecido entre
ellos y que sus prestaciones serán similares, pero nada más. Cada uno irá
adonde su conductor quiera, a la velocidad que le exija y con las paradas
que decida hacer. Y eso cada día, mientras funcione.

9º.- ¿Qué espíritus renacerán, entonces, en esos cuerpos clonados?
Los que los Señores del Destino consideren que son los apropiados para
evolucionar en ellos. Es lo mismo que ocurre con la fecundación: Se nos
dice que los ángeles colocan el átomo simiente del cuerpo físico del
nasciturus en la cabeza del espermatozoide que fecundará el óvulo. Y,
entonces, los ingenuos, los que quieren a toda costa, negar lo innegable,
dicen: ¿y qué ocurre con la fecundación in vitro? Pues nada: que los
ángeles siguen poniendo el átomo simiente del cuerpo físico del
nasciturus en la cabeza del espermatozoide que fecundará el óvulo.

Porque, lo más que podemos hacer es demorar el plan divino - y lo
hacemos cuando vamos por el mal camino para acabar, tras varias vidas,
aprendiendo la lección, ya que "todo conduce al bien" - pero no
frustrarlo. El plan divino se cumplirá, queramos o no. Y no debemos
olvidar que formamos parte de él. Por eso, a veces inexplicablemente,
falla la fecundación in vitro y por eso, otras, arraigan varios óvulos
implantados y otras ninguno. Todas esas posibilidades, todas esas
decisiones nuestras están ya previstas por los Señores del Destino, que
nos abarcan en su propio ser y de cuyas ideas arquetípicas, al fin y a la
postre, tanto nuestro Dios creador como nosotros mismos, no somos sino
meros ejecutores, aunque nos creamos capaces de desobedecer y no
dejemos de ser libres, dentro del campo de libertad que se nos ha
otorgado.

La conclusión que de todo ello saco es la de que no debemos temer
la clonación, pero sí procurar y esperar que se haga buen uso de ella.

Y, tratando de buscar un propósito a las cosas - puesto que todas lo
tienen, ya que no son sino símbolos de ideas y éstas son proyectos de
futuro - la clonación me parece un medio estupendo para hacer renacer a
una serie de iniciados o de espíritus avanzados que se están viendo
imposibilitados de reencarnar debido a que se ven repelidos por las
bajísimas vibraciones de los que podrían ser sus padres, en el momento
de la concepción. Se trataría de una concepción inmaculada, sin pasión,
sin deseo posesivo, sin búsqueda de placer sensual, sin bajas tendencias.

Otra cosa será la compatibilidad entre las elevadísimas vibraciones de
esos espíritus y la de la sangre y el cuerpo etérico y de deseos y mental
de la madre en cuyo útero habrá que implantar los óvulos clonados.

Seguramente, esa posibilidad de traer espíritus avanzadísimos - que tanta
falta hacen - al nacimiento, se dará cuando la ciencia haya logrado
prescindir, para la gestación y feliz término de los embriones clonados,
de un útero femenino y se pueda éste sustituir por otro artificial y, por
tanto, libre de vibraciones negativas.

Como he dicho al principio, es un tema éste, verdaderamente
interesante y que da pie para pensar mucho sobre él, cosa que todos
debemos hacer.

* * *

sábado, 10 de diciembre de 2011

LA CAÍDA Y EL ASCENSO



LA CAÍDA Y EL ASCENSO
-Francisco Manuel Nácher López-


La Caída consistió en centrar la conciencia en el Plano
Físico, llevados del deseo.

Si ahora, llevados del deseo de elevarnos y espiritualizarnos
y amar a los demás y unirnos a Dios, invertimos las cosas, nuestra
conciencia volverá al Plano Etérico, al Edén. Es sólo cuestión de
saber hacer el arquetipo, desearlo con insistencia y
persistentemente y con gran esfuerzo de voluntad.

Porque:

Cuando la Caída, no teníamos mente y, por tanto, no
sabíamos lo que nos ocurriría; íbamos contra el Plan Divino y,
aunque Jehová no había previsto la intervención de los Luciferes;
la clave estuvo en sustituir el instinto reproductor por el deseo
pasional.

Ahora, tenemos mente, luego sabemos lo que hacemos y por
qué; y lo que nos puede ocurrir; conocemos las leyes naturales; y
podemos ir a favor del Plan Divino.

Por tanto, estamos ahora en mejores condiciones para
elevarnos que entonces para descender.


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martes, 6 de diciembre de 2011

LA CAÍDA



LA CAÍDA
por Francisco-Manuel Nácher


El pecado original no fue más que un cambio de canal en un dial que
contenía muchos. Y lo que ocurrió fue que, lógicamente, al abandonar el
primero, el de la unión con Dios, el del Paraíso, sintonizamos otro que nos
hace concebirnos a nosotros mismos y a la vida y a nuestro entorno, de una
manera distinta. Y con ello nos hemos hecho esclavos de los programas
que esa nueva emisora nos va transmitiendo.

¿Y así hasta cuándo? Hasta que, descontentos con esos programas y
concienciados de sus perniciosos efectos sobre nosotros, tengamos la
suficiente lucidez y fuerza de voluntad para hacer un zapping y sintonizar
de nuevo con la emisora del Paraíso. Es lo que se llama una "conversión".

La conversión requiere, pues, un proceso de reflexión y de decisión
previo, que denominamos "hollar el Sendero". Ligados como estamos, por
mucho tiempo, a los programas de este mundo de las realidades físicas, nos
parece un enorme sacrificio el tener que abandonar los culebrones que
contiene, cuyos argumentos ilógicos nos hemos acostumbrado a vivir
como propios, para pasar a programas más indicados, más elevados, más
gratificantes y más lógicos.

Ese sacrificio, sin embargo, no lo es en verdad; no es más que el
chirrido natural que se produce en nuestro ser al sustituir unos programas
por otros.

Pero, ¿cómo realizar ese cambio de canal, ese zapping espiritual?
Simplemente, considerando que somos uno con todos y actuando en
consecuencia. Eso desarrollará nuestra voluntad, espiritualizará nuestro
carácter y robustecerá nuestra mente, que son los requisitos necesarios para
permanecer en la sintonía apropiada a nuestra felicidad y a nuestra correcta
evolución

* * *

viernes, 2 de diciembre de 2011

EL HOMBRE ES UN SER SOCIABLE


EL HOMBRE ES UN SER SOCIABLE
por Francisco-Manuel Nácher


La prueba incontestable de que el hombre es un ser sociable o,
mejor, gregario o, mejor aún, grupal, estriba en su irreprimible e
intrínseca tendencia/necesidad de compartir con sus semejantes sus
propios hallazgos individuales, sean éstos artísticos, espirituales o
científicos o, incluso, vivenciales. Con el aditamento de que, para
alcanzar esos hallazgos, el hombre se ha tenido que basar siempre en los
de otros hombres que hicieron lo mismo antes que él. Ésa es la causa
última del nacimiento de la palabra, tanto a nivel humano como divino.

De ahí que el Logos nazca del Padre. Y de ahí que la finalidad de la
Creación sea la de compartir. Y, de esa necesidad/deseo de compartir,
por parte de la Deidad, que da lugar a la Palabra por la que todo fue
hecho, es decir, a la Creación, nace la necesidad/deseo de Sus criaturas,
hechas a Su imagen y semejanza y de su sustancia y en su seno, de
compartir.

Pero, si el hombre es una chispa divina, que ha de desarrollar su
divinidad evolucionando, es decir, mediante esos hallazgos que no
suponen sino un extraer lo interior y un asimilar lo que fue interior a
otros, esa evolución “participada” no puede nunca ser totalmente
individual. De lo que se deduce que la evolución humana es, ha de ser,
necesariamente grupal.

Y, si es grupal, está perfectamente explicada la necesidad de ayuda
a los rezagados, como manifestación pura y simple de la necesidad de la
evolución del todo.


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