DIOS
por Francisco-Manuel Nácher
- Amigo, ¿crees en Dios?.
- No. No creo.
- Y, ¿por qué?.
- Porque no lo veo y, a lo largo de mi vida, he aprendido a creer
en lo que veo.
- ¿Y no ves a Dios?.
- No. No lo veo.
- ¿Y crees que lo reconocerías si lo vieses?.
- Sí.
- ¿Cómo piensas, pues que, de existir, debería ser?.
- No lo sé. No puedo concebirlo. Pero sé que si existiese y yo lo
viera, lo reconocería. Porque sería algo distinto a todo.
- Pero, ¿tú lo has buscado?.
- No. No lo he buscado porque no creo en su existencia.
- Lástima. Porque, si lo hubieras buscado, a lo mejor lo hubieras
encontrado.
- ¿Y dónde tenía que buscar?.
- Precisamente donde no sospechas que está: En ti mismo. Tú
mismo eres Dios, y tu prójimo, y el sol, y las estrellas, y la brisa de
la mañana, y el arco iris, y la risa de los niños, y la flor del cerezo, y
el susurro del mar...
- ¿Eso es Dios?.
- Eso es Dios. Y muchas cosas más. Dios es todo lo que tú ves.
Y todo lo que tú sientes. Y todo lo que tú piensas. Y lo que ni
siquiera percibes. Dios es todo. Porque tú y yo y todos, vivimos en
Él y formamos parte de Él. Y Él evoluciona con nosotros.
- Ese no es el Dios de que me han hablado.
- Porque los que te han hablado de Él no lo conocían.
- Si eso es Dios, ¿cómo puedo entrar en contacto con Él?.
- Por medio del amor. Es el único camino. Ama a tu prójimo;
ama por igual a los pobres y a los ricos, a los inteligentes y a los
torpes, a los buenos y a los malos, a los tristes y a los alegres...
porque todos, todos somos parte de Dios. Si así lo haces,
comenzarás a sentir Su existencia, experimentarás la certeza de
Su presencia y de Su acción y de Su omnipotencia y de Su
sabiduría, y te sentirás arropado y seguro, y sonreirás recordando
cuanto sobre Él te habían contado, y sentirás que aquella puerta
que cerraste en tu alma, se abre, y que tu alma rebosa y se funde
con el alma de tus hermanos y ya no puedes distinguir dónde
terminas tú y dónde empiezan ellos, ni quién es el feliz ni el
desdichado...
- Entonces, las iglesias...
- Instrumentos necesarios y convenientes para determinados
hombres. Medios para intuir a Dios. Pero la única manera de
percibir a Dios, de estar seguro de Su existencia, de sentirlo
palpitar en tus venas y en tu corazón y en tus entrañas, es
amándolo en Sus criaturas. Hazlo y recibirás amor. Un amor que
calmará tu medida y hará que ya nunca vuelvas a dudar de Su
existencia.
* * *
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