EL ENFERMO Y LA MUERTE
por Francisco-Manuel Nácher
En pleno discurrir por la vida, me encontré con un enfermo:
- Dime, amigo enfermo: ¿Temes a la muerte?
- Sí, la temo.
- ¿Por qué?
- Porque me da miedo que todo se acabe; porque me aterroriza
la oscuridad; porque me asusta el castigo, si lo hay; porque me
apena perder cuanto poseo y alejarme para siempre de los míos;
porque me espanta la nada y me horroriza la eternidad... Porque
parece como si toda mi vida la hubiese vivido sin objeto; porque
creo que aún me quedan muchas cosas por hacer; porque...
- ¿Y si yo te dijese que la muerte no existe?
- ¡Sería maravilloso!
- ¿Y si yo te asegurase que lo que tú llamas muerte es sólo un
nacimiento en un mundo mejor, una especie de vuelta a casa?
- ¿Lo crees posible?
- Estoy seguro. Y es un mundo feliz.
- ¿Por qué, entonces, lo temo?
- Porque no quisiste pensar ni creer en él.
- Me decían que no existía y acabé creyéndolo y teniéndole
miedo a la muerte.
- ¿Cómo no va a existir? ¿No sabes que en la naturaleza nada
muere? ¿No has observado que al dolor sigue la alegría y a la
enfermedad la salud y a la desgracia la fortuna y que no hay
oscuridad sin luz, ni pecado sin virtud, ni maldad sin bondad, ni
tormenta sin calma, ni noche sin día, ni odio sin amor, ni vejez sin
juventud ni, por tanto, muerte sin vida?
* * *
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