EL CRISTO EUCARÍSTICO
por Francisco-Manuel Nácher
Max Heindel, en su Carta nº 4 a los Estudiantes, titulada “Una cruzada por la Iglesia,” dice textualmente: “Algunos de los mejores obreros de la Fraternidad Rosacruz son miembros, sí, y hasta ministros de iglesias.
Muchos están hambrientos del alimento que nosotros podemos darles. No podemos compartirlo con ellos permaneciendo alejados y nos hacemos daño a nosotros mismos si incurrimos en la negligencia de no aprovechar la gran oportunidad de ayudar a la elevación de la iglesia”. Añadiendo más adelante: “…si asiste a ella con espíritu de ayuda, puedo prometer a usted
que experimentará un maravilloso crecimiento del alma en un corto
espacio de tiempo.” Y luego: “Los grandiosos Ángeles del Destino, que son los que dan a cada nación la religión más apropiada a sus necesidades, nos situaron a nosotros en tierra cristiana, porque la religión cristiana nos
ayudará para el desarrollo del alma. Aún admitiendo que ha sido
oscurecida por el credo y el dogma, no debemos permitir que eso nos impida la aceptación de aquellas enseñanzas que son buenas, porque eso sería tan tonto como el situar nuestra atención sobre las manchas del sol rehusando ver su luz gloriosa.”
- ¿Entonces eso quiere decir que debemos ir a la iglesia?
- Él dice que no es obligatorio para los miembros del la Fraternidad pero, como ves, lo aconseja y razona el por qué.
- Ya lo he visto, ya. Pero, me parece como duplicar las cosas, ¿no?
- No. Ten en cuenta que hay dos clases de hombres en este sentido: los que viven en base a la fe y creen lo que se les dice y eso les basta; y los que no creemos si no comprendemos lo que se pretende que creamos.
Pero, como durante siglos la iglesia ha dominado en la sociedad y no ha permitido más enseñanza religiosa que la suya - que había olvidado la parte oculta - y, consecuentemente, todo el mundo se ha visto obligado a “creer”, hay hoy muchas personas, teóricamente cristianas, pero que no acaban de ver las cosas claras, precisamente porque pertenecen al grupo de los que necesitan comprender para regir sus vidas por lo que se les diga sin
más. Y esas personas hacen preguntas y la iglesia no sabe responderlas y, a esas preguntas les opone el dogma. De modo que esa hambre del alma que las atormenta y esa intransigencia de la iglesia - o crees lo que te digo sin razonártelo o te condenas por toda la eternidad - hace que se vayan alejando de ella y queden, así, privados de la parte positiva, que es mucha, que la iglesia ha conservado.
- ¿Qué iglesia? ¿La católica?
- Todas las iglesias cristianas, es decir, las que siguen a Cristo. Pero, especialmente, la católica. Max Heindel dice clarísimamente que “las iglesias protestantes se llevaron lo peor y dejaron lo mejor.”
Haciendo, pues, caso a Max Heindel y, aunque lo he tratado
especialmente en otro trabajo y en una conferencia, relativa a los
Sacramentos, no puedo por menos, aquí, de hacer referencia este quinto aspecto del Cristo Cósmico, en Su inagotable afán de ayudar a los humanos.
Me referiré, pues al momento culminante del Sacramento de la
Eucaristía. El acontecimiento del cual todo lo anterior de la misa ha sido preparación: La Consagración.
- ¿En qué consiste, realmente?
- La fórmula de poder son las palabras "esto es mi cuerpo" y "este es el cáliz de mi sangre". Pero antes de pronunciar la primera, en el Sanctus, los fieles y el sacerdote dicen: "Bendito el que viene en nombre del Señor". Y ésa es la fórmula de poder para evocar al Ángel de la Presencia.
- ¿Quién es el Ángel de la Presencia?
- Realmente no es un ángel; no es un ser vivo. Es una forma mental, reproducción del mismo Cristo, que Él envía cada vez que se produce una Consagración y con cuya ayuda tiene lugar ésta. Al aparecer el Ángel de la Presencia, le acompañan huestes enteras de una clase especial de ángeles, que se llaman contemplativos, y que acuden para bañarse en la luz radiante que de la Hostia emana y engendran, a su vez, gran cantidad de energía
con su devoción. Cuando el sacerdote pronuncia la primera fórmula de poder, se produce la Transubstanciación del Pan, que es el acontecimiento más impresionante que se puede uno imaginar.
- ¿En qué consiste?
- Para explicártelo voy a dar un rodeo necesario.
- De acuerdo.
- Cada átomo de materia física está permanentemente ligado por una especie de finísimo hilo con su sustancia correspondiente del mundo astral, y cada uno de los átomos de ésta, con la correspondiente sustancia del mundo mental, y así sucesivamente, hasta llegar al mismo Dios. De modo que puede decirse que todo átomo participa de la misma vida de Dios. Pero la cosa se complica más: Cada cuerpo simple de este plano físico, en el
mundo astral resulta ser un cuerpo compuesto. Y cada cuerpo simple astral es, a su vez, en el mundo mental, un compuesto. Puedes imaginar, pues, la complicación que ello supone. Pero, curiosamente, si un cuerpo físico compuesto está formado por dos cuerpos simples, cada uno de los átomos de esos cuerpos simples, aunque estén formando parte de otra sustancia, sigue conectado, a través de su hilo particular, con el mismo Dios. ¿Lo
entiendes?.
- No estoy muy seguro.
- Te lo expondré con un ejemplo. Imagina una molécula de sal común.
Como tú sabes, la molécula de sal común está compuesta de una molécula de cloro y otra de sodio. Pues bien, a pesar de estar ambas formando la sal, cada uno de los átomos de la molécula de cloro, seguirá tan unido a Dios a través de su hilo, como lo estaba cuando aún no se había unido al sodio para formar la sal. Y a cada átomo de la molécula de sodio le ocurre lo mismo.
- Ya lo he comprendido. Y es admirable y hace fácil comprender eso de que, en el fondo, todos somos partes de Dios o de que en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
- Pues bien. En el momento de la transubstanciación lo que ocurre es que el Ángel de la Presencia retira los hilos correspondientes a cada uno de los átomos de todas las sustancias que componen la Hostia y los sustituye por un rayo brillante como el sol, que desciende de lo más alto conteniendo la vida misma de Cristo. Por tanto, la apariencia del pan, lo que la iglesia llama los "accidentes" será la misma que antes. Pero la "sustancia" ya no, la sustancia será completamente otra.
- Ahora comprendo la célebre Transubstanciación. ¿Y con el vino
ocurre lo mismo?
- Exactamente lo mismo, al hacer el sacerdote la segunda cruz y
pronunciar la segunda fórmula de poder. Pero los fenómenos ocultos son distintos en cada caso.
- ¿Distintos? ¿En qué sentido?
- En el momento de la Transubstanciación, la Hostia refulge como un sol. Y, cuando el sacerdote la eleva para que los fieles la adoren, surgen de ella tres clases de energía diferentes.
- ¿Es posible?
- Sí. La primera, blanco y oro deslumbrante, se expande en todas
direcciones, llegando a todos los puntos del templo y, atravesando sus paredes, se expande por los alrededores del templo hasta una considerable distancia, de lo cual se deduce lo conveniente que es vivir cerca de una iglesia. Esta energía produce un estímulo muy fuerte en el Espíritu Humano o Mente Abstracta, incrementando la intuición. El efecto de esta energía en los fieles es proporcional a su desenvolvimiento espiritual, aunque el Yo Superior recibe siempre una gran ayuda que, en su adormecimiento en la mayor parte de los casos, no sabe discernir. También el cuerpo de Deseos, en sus más elevados estratos, queda intensamente
influenciado. Y ocurre que quienes caminan o trabajan a cierta distancia del templo, repentinamente experimentan un estremecimiento de afecto o de devoción al pasar por ese lugar la oleada amor y de paz espiritual. Y nunca relacionarán ese sentimiento con la misa que se está celebrando en el templo próximo. Con ello, cada pueblo, cada parroquia, recibe, por lo
menos una vez al día, esa efusión de energía que fomenta el adelanto de que cada uno es capaz.
- ¿Y la segunda energía?
- La segunda, es como las llamas de la corona solar y, así como la
anterior se derrama sobre todos los concurrentes, sin distinguir su estado de ánimo ni su evolución, esta segunda es selectiva, o sea, que sólo se actualiza en los devotos. Sale de la Hostia como una serie de rayos y se dirige a cada uno de los asistentes que están experimentando un sentimiento de devoción. Al recibir el rayo, el cuerpo de Deseos del destinatario refulge intensamente, transmitiendo su vibración al Espíritu Humano.
- ¡Qué maravilla!
- Como ves, el pan se ha convertido en el vehículo de Cristo, en una avanzada de Su conciencia.
- Exacto. ¿Y cómo es la tercera energía?
- La tercera, a diferencia de las dos anteriores, que manan
ininterrumpidamente sin intervención de nadie, es la que los ángeles han de distribuir y se ve como un arroyo de fuego líquido, de polvo de oro o de estrellas. Pero es limitada en su cantidad.
- Es maravilloso.
- Pues añade a todo esto que todos los puntos especiales como el ara, y las paredes, así como los utensilios consagrados como el cáliz, la patena, la cruz, los cirios, etc., brillan, a su vez, e intercambian sus rayos componiendo un festival de energía luminosa de todos los colores. Y ello con la particularidad de que, así como la energía física se desgasta y termina por agotarse, la energía de los planos superiores se multiplica a sí misma al relacionarse con otra. De modo que el templo todo acaba siendo
un mundo de luz, de amor y de devoción. Bien entendido que la luz y los colores no son en sí la energía, sino sus ropajes, pues la energía es tan invisible en los planos superiores como en este mundo. Y que si la misa la celebra el obispo, entran en el juego de luces el anillo, el pectoral con sus siete joyas y el báculo con sus otras siete, todas emanando la energía y luz de los distintos rayos.
- ¿Y qué pasa con el vino al ser consagrado?
- Con el vino se produce la Transubstanciación del modo descrito, pero el rayo que desciende no es de blanco y oro deslumbrante como antes, sino que se parece a una espada de color carmesí intenso. Esta energía se derrama entre los asistentes. Pero es una energía más cercana al hombre medio, pues las vibraciones del vino pertenecen al astral superior y las del agua son vibraciones etéricas. La energía de la Hostia procede de la mónada y afecta a lo que en nosotros representa fortaleza, exactitud y ritmo, mientras que la del cáliz es más propia del Ego, del Triple Espíritu.
Las dos nos son necesarias y cuando, como en la misa, actúan de consuno, estimulan todo bien y hacen desaparecer todo mal.
- ¡Cuánto he aprendido con todo esto! ¡Y qué maravilloso!
- Hay una cosa que conviene tener en cuenta y que la ignorancia ha hecho que se olvide.
- ¿Cuál?
- Todo el plan de la Eucaristía está previsto de modo que se sincronice con las corrientes magnéticas solares.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Que entre el Sol y la Tierra hay un flujo y reflujo permanente de
corriente magnética. De medianoche a mediodía circula del sol hacia la Tierra; y desde mediodía hasta medianoche, de la Tierra al Sol. La Eucaristía ha de aprovechar la corriente del Sol hacia la Tierra. Por tanto, si se celebra pasado el mediodía, no tiene lugar la Transubstanciación.
Será un acto devocional, pero no la Eucaristía. Deberá, por lo menos, haber comenzado el acto antes de mediodía porque, recién comenzado el reflujo hacia el Sol, aún no es lo suficientemente fuerte para anular la energía que evoca la misa. Y, por tanto, las formas consagradas después de mediodía no quedan debidamente consagradas.
- Pues eso no se está poniendo en práctica.
- Es, como te he dicho, otra de las consecuencias de haber perdido el conocimiento esotérico la iglesia. Y aún te diré otra cosa, también muy discutida.
- ¿Cuál?
- Que la Eucaristía está concebida y estructurada para que sea
ministrada por un organismo masculino. Por eso la ordenación de mujeres sacerdotes, si bien no tendría nada de particular en cualquier otro aspecto, no sería lo mismo en cuanto a la Eucaristía, ya que el cuerpo de la mujer tiene otra configuración interna distinta de la del hombre. Me refiero, claro, a la relación de fuerzas en los distintos vehículos.
- ¿Pero cuál es esa correlación? ¿Podrías profundizar un poco en ello?
- Sí, claro. Verás: Empezando por los vehículos más densos, y
siguiendo hacia los superiores, lo que ocurre es que el Cuerpo Físico es positivo en el hombre y negativo en la mujer y por eso el hombre posee más fuerza; pero, el Cuerpo Etérico es positivo en la mujer y negativo en el hombre, por lo que aquélla posee más resistencia, soporta mejor el dolor
y vive más tiempo; el siguiente vehículo, el Cuerpo de Deseos, es positivo en el hombre y negativo en la mujer y, por eso, los deseos son más acuciantes e intensos en aquél; el siguiente Cuerpo, el Mental Concreto o Mente, es positivo en la mujer y negativo en el hombre, lo que produce que la mujer sea más "práctica", más observadora y tenga "los pies en el suelo"; el siguiente, es el Mental Abstracto o Espíritu Humano, que es positivo en el hombre y negativo en la mujer, por lo que al primero se le dan mejor las matemáticas, la filosofía y las grandes concepciones
abstractas; el siguiente Cuerpo es el Espíritu de Vida, positivo en la mujer y negativo en el hombre, lo que hace posible la proverbial intuición femenina; y, el último, el Espíritu Divino, es positivo en el hombre y negativo en la mujer y por ello aquél tiene una voluntad más fuerte y activa.
- Es asombroso, pero lo explica todo.
- Claro. Como te he dicho, el Espíritu es bisexual pero, según encarne como hombre o como mujer, expresa el lado positivo o negativo, según proceda, de cada uno de sus vehículos. Y la Eucaristía, como te he dicho también, está concebida para la relación de fuerzas que se da en la expresión que llamamos hombre. Esa es la razón oculta de la no conveniencia de la ordenación de mujeres, y que la iglesia tampoco explica
porque la ignora.
- Pues también es interesante conocer esto.
- Concluída la consagración, las energías primera y segunda están en plena actividad, mientras que la tercera se acumula hasta que llena el edificio todo y se transmuta o materializa en las manos del Ángel de la Presencia. El Pan y el Vino se han convertido en las joyas más valiosas del mundo, un regalo impensable y directo de Dios. El divino Ángel, que no es sino una prolongación de la conciencia del mismo Cristo, recibe, como respuesta, todos los sentimientos y pensamientos de gratitud, de devoción
y de amor de los fieles, los modifica un tanto para acondicionarlos y, cuando se retira con una luminosa sonrisa, los deposita a los pies de Su Señor. De ese modo contribuimos a llenar el depósito del que luego los sacerdotes harán uso al administrar los Sacramentos o a través de los distintos servicios religiosos.
- Veo que, prácticamente, la misa nos relaciona con Cristo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Pero, ¿qué pasa con las otras Personas?
- Es una buena pregunta. Siempre son necesarias la sabiduría para
concebir, la fortaleza para realizar y la belleza para adornar. Y en todas las religiones participan las tres. Lo que ocurre es que, según lo que en cada caso y pueblo se ha creído conveniente, la religión que se les ha dado destaca uno de los tres aspectos de la Deidad. Y así, por ejemplo, el aspecto saivita del hinduismo, la religión de Jehová y la de Mahoma rinden culto a la Primera Persona, al Padre, al aspecto fortaleza; las religiones con cultos femeninos como las de Isis, Astarté, Venus, Vesta y Palas Atenea se enfocan en la Tercera Persona, o sea en el aspecto Belleza;
mientras que la tendencia vaishnita del hinduismo, la religión de Mitra y el Cristianismo tributan su culto a la Segunda Persona, al Logos, al Verbo, a Cristo, o sea, al aspecto amor-sabiduría.
- Comprendo. En eso se ve la mano de Dios tratando de ayudar a cada pueblo según lo necesita.
- Exacto. Quisiera decirte algo también muy interesante. Lógicamente la fórmula para la consagración del Pan y el Vino que, como has visto, es muy simple, ha de pronunciarse con consciencia de lo que se está haciendo. Pues bien, nunca, en ninguna investigación clarividente, se ha encontrado que ningún sacerdote haya dejado de estar consciente y concentrado al pronunciarla. Pueden haber estado distraídos durante el
resto de la misa o actuando mecánicamente o, incluso, sin ser conscientes de lo que hacían o no creyendo en ello; pero, al llegar ese momento todos, todos sin excepción, se han concentrado y han pronunciado las fórmulas de poder debidamente. Y eso quiere decir que ese enlace directo con Cristo que desarrollaron con la ordenación, actúa en los momentos en que es necesario por razones de servicio.
- Es verdaderamente impresionante.
- Llegamos al momento en que, rezado el Padrenuestro, la más
maravillosa de las oraciones, recomendada por el mismo Cristo y que ahora no podemos desentrañar y, tras comulgar el sacerdote bajo las dos especies, son los fieles los que tienen acceso a recibir la Sagrada Forma.
- ¿Y qué ocurre entonces?
- El que comulga atrae hacia sí la línea del viviente fuego divino que está emanando directamente de Cristo. Con él recibe estímulo y fortaleza y experimenta un cambio que conviene pormenorizar.
- ¿Qué cambio?
- La energía altísima que recibe y que conmueve todos sus vehículos, desde los más elevados hasta el mismo cuerpo físico, produce en todos ellos una elevación de vibración. Desgraciadamente, la densidad de los más inferiores hace que esa vibración no dure mucho y que, con mayor o menor celeridad, descienda a la tasa habitual. Pero no es exactamente así si
se comulga con frecuencia pues, en ese caso, la elevación es lenta, quizás lentísima, pero permanente y cada uno de sus vehículos se va convirtiendo en un centro de difusión de energía divina, que va influyendo en su entorno de modo constante y haciendo que vaya mejorando en todos los sentidos.
La cantidad y calidad de energía que cada uno recibe al comulgar
depende de su propia evolución y de la disposición en que se acerque al Sacramento, pues eso marca la que es capaz de asimilar. En todo caso, cualquiera que sea su grado de adelanto, todos experimentan una aceleración en su propia evolución. Recuerda que Teresa Neumann y el Padre Pío, por ejemplo, acabaron alimentándose cada día, exclusivamente con la Eucaristía. Hasta el punto de que su aparatos digestivo y excretor se
atrofiaron.
A cada comulgante le sigue siempre algún ángel que revolotea
bañándose en esas vibraciones que, por su elevación, no pueden alcanzar de modo normal. Y ello contribuye a aumentar aún el aura de paz y devoción que rodea a cada comulgante, lo perciba él o no, lo cual dependerá de su propia evolución.
- ¿Y qué ocurre luego en la iglesia?
- El sacerdote pronuncia las palabras de despedida que se interpretan mal.
- ¿Por qué?
- Porque ordinariamente se cree que van dirigidas a los fieles y no es así. Van dirigidas a las huestes angélicas y es la orden de que se pongan en camino para transportar la energía que cada uno de sus miembros ha recibido, hasta entregarla a su destinatario. Esa frase de despedida, "Idos, la misa ha terminado", produce un revoloteo irisado y, rápidamente, todos los ángeles mensajeros desaparecen. Entonces el Ángel de la Eucaristía deshace el edificio para que toda la devoción y el amor en su construcción empleados se derramen por el mundo junto la energía generada por la
última bendición.
- Una última pregunta, por favor.
- Adelante.
- ¿Produce la Comunión los mismos efectos que la meditación?
- No. Son esencialmente cosas distintas. La energía de la Eucaristía armoniza y fortalece, como te he dicho, los distintos vehículos de quienes la reciben. En cambio, mediante la meditación, y me estoy refiriendo al meditador altruista, uno mismo, con su propio esfuerzo, va desarrollando las potencialidades de sus vehículos superiores para servir de auxilio al prójimo.
- ¿Y qué es preferible o más aconsejable?
- Corresponden a las dos clases de hombres que tradicionalmente ha habido y, a lo largo de la Historia, han alternado su colaboración o su incompatibilidad: Los llamados "Hijos de Set" o "Hijos del Hombre", que han evolucionado por el lado de la devoción y la fe, desarrollando una polaridad del espíritu, la del corazón; y los llamados "Hijos de la Viuda" o "Hijos de Caín", que han carecido de fe y han buscado por sí mismos la verdad desarrollando, consecuentemente, las facultades de la otra polaridad de Espíritu, la del intelecto.
¿Entonces cuál es la mejor?
- Ninguna de las dos es perfecta. El que desarrolló el corazón tendrá que recorrer de nuevo el sendero de múltiples existencias para desarrollar la inteligencia. Y el que desarrolló la mente, habrá de hacer lo propio hasta que desarrolle el corazón.
Lo ideal, por tanto, es desarrollar ambas polaridades a la vez: Ser
devoto, amar al prójimo desinteresadamente y actuar de modo inteligente y no llevado sólo por la emoción. Esta es la actitud que pretendió Cristo para Sus seguidores, puesto que les exhortaba a amar al prójimo para desarrollar el corazón, pero también les explicaba "en privado" los misterios divinos para fomentar el conocimiento y, con él, el intelecto, doctrina que, además, les expuso, primero, en privado a Sus discípulos durante su vida pública y luego, desde la Resurrección hasta la Ascensión,
que fue cuando estableció la esencia de los Sacramentos e inició a una serie de primeros cristianos. Esos son, sin embargo, los conocimientos que, desgraciadamente, hubo que ocultar a causa de la conversión de la religión cristiana en la oficial del Imperio Romano y del consiguiente sometimiento de la iglesia al poder político. La iglesia, ya sometida, se desvió, lógicamente, a lo que a éste le convenía: Fe ciega, fanática, sin ningún elemento racional ni ninguna explicación inteligible.
Es llegado el momento de que esos conocimientos salgan a la luz e
iluminen a todos.
Con relación a tu pregunta concreta sobre la Eucaristía y la meditación, si piensas un poco, obtendrás la respuesta por ti mismo.
- ¿Cómo?. No veo cómo.
- Tú sabes que la meditación es algo antiquísimo y que se practicaba en el Lejano Oriente y en el Antiguo Egipto y en Mesopotamia y, en general, en todos los pueblos con una religión digna de tal nombre, y ello muchos siglos y aún milenios antes de Cristo, ¿no?
- Sí.
- Entonces, si la Eucaristía no fuera infinitamente más conveniente y más efectiva, Cristo hubiera dejado la meditación como único medio de adelanto. La Eucaristía es algo nuevo, algo incluso inconcebible en la antigüedad. Es un descenso de Dios al hombre, es una electrocución espiritual a lo que nada existente antes ni nada creado después se puede comparar. Lo que ocurre es que hay hombres que no quieren seguir el sendero religioso y esos disponen, para su evolución, de la magnífica herramienta que es la meditación. Lo lógico, sin embargo, lo racional y lo más aconsejable, es seguir simultáneamente las dos vías, utilizar las dos
herramientas y obtener una evolución equilibrada y armónica, como quiso el propio Cristo. La doctrina de esta postura, en cuanto al sendero hacia el hombre ideal, puede muy bien resumirse en esta frase: "Una mente pura, un corazón tierno y un cuerpo sano".
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