jueves, 27 de febrero de 2014

LA SEMILLA DE LOS NUEVOS TIEMPOS


LA SEMILLA DE LOS NUEVOS TIEMPOS
por Francisco Manuel Nácher

Cuando la mente comprende, calla.
(La Jerarquía Planetaria)

La Jerarquía Planetaria, que dirige la evolución de la
humanidad, transcurrido un siglo desde la aparición, por su
iniciativa y de modo explícito, de las Escuelas de Misterios
(Teosofía, Fraternidad Rosacruz, Escuela Arcana, Antroposofía,
Lectorium, etc.), - que han diseminado, a lo largo y a lo ancho del
mundo, una serie de conocimientos guardados celosamente
durante siglos – y habiendo comprobado que la humanidad, en
esos últimos cien años, ha desarrollado la mente más de lo que se
esperaba a fines del siglo XIX y primer cuarto del XX, ha
decidido, al comenzar éste que, además, es el primero de un
nuevo milenio, levantar un poco más el velo de lo oculto.
Por eso, porque pienso que es importante y oportuno,
quisiera intentar sintetizar, aquí y ahora lo que, a mi modo de ver,
contiene esta nueva entrega de enseñanzas ocultas. Para ello, y
con el fin de hacerla comprensible y fácil, utilizaré el formato de
diálogo, siempre más familiar y próximo al lector, que la prosa,
llena, inevitablemente, de interrogantes no respondidos.
- ¿Qué es lo que ha hecho realmente ahora la Jerarquía
Planetaria?
- En primer lugar, nos ha llamado la atención – nos la está
llamando – sobre algo que se dijo siempre por todas las escuelas:
que todos los mundos situados por debajo del Mundo del Espíritu
de Vida o Mundo Búdico, son mundos de ficción, irreales e
inexistentes.
- Bueno… sí, eso ya lo sabíamos, es verdad.
- Lo sabíamos, pues se nos había dicho y lo habíamos
“almacenado” en nuestra memoria. Pero no habíamos
profundizado en ello. Y eso es lo que ahora se trata de hacer.
- ¿Cómo?
- Se nos dice que todos nacemos clarividentes etéricos , y
que, además, el cuerpo de deseos o astral y el mental inferior o
concreto están ya preparados para ser nutridos por materia más
pura y, por tanto, para ser más sensibles y llegar también a esos
otros dos niveles de percepción (el Mundo Astral o del Deseo y la
Región Concreta del Mundo del Pensamiento). Se añade que
todos los niños son clarividentes etéricos hasta aproximadamente
los siete años (es muy corriente que hablen de un amigo o un
compañero de juegos que los padres no ven, o de que persigan
hadas o nomos), pero que la sociedad misma, todos nosotros,
centrados y mirando sólo lo que llamamos “real”, es decir, lo que
percibimos con los sentidos que empleamos ordinariamente,
pronto los desengañamos y les enseñamos - o, mejor, los
obligamos – a fijarse sólo en lo que nosotros vemos, diciéndoles
que eso que dicen ver son tonterías e imaginaciones suyas,
llevados también nosotros – lo hemos de reconocer – por el miedo
a hacer o a que nuestros hijos “hagan el ridículo” en nuestra
“materializada” sociedad. Con ello, se nos atrofian los músculos
que permiten acomodar el ojo a las vibraciones del Plano Etérico
que, como se decía ya en la primera entrega de las Enseñanzas,
pertenece al Mundo Físico y, por tanto, es perceptible por los
sentidos físicos, o sea, en el caso de la vista, por el nervio óptico.
Pero, en la naturaleza, ya sabemos que lo que no se utiliza, tiende
a atrofiarse.
- ¿Y qué más se nos dice?
- Se nos dice que esa visión etérica la podemos – y la
debemos – recuperar; que sólo se trata de poner en
funcionamiento esos músculos semiatrofiados y fijar nuestra
atención en lo que percibamos que, poco a poco, se irá haciendo
más inteligible, hasta que lleguemos a acomodar nuestros ojos a
voluntad, y ver un mundo nuevo y percibir las energías – no
olvidemos que el Plano Etérico es el mundo de las energías que
mantienen vivo todo lo que “existe” en el Plano Físico – que lo
llenan todo y lo conectan todo; y comprobar cómo esa energía
nutre y circula por los árboles y los animales y las personas; y
cómo desciende de lo alto incesantemente haciendo posible la
vida y la evolución; y ver los nomos, y las hadas, y las sílfides, y
las salamandras, y los ángeles, dependiendo en cada caso de la
agudeza visual que hayamos alcanzado a desarrollar, ya que el
Plano Etérico se divide en cuatro estratos de densidad decreciente
a medida que se distancian del Plano Físico, y en cada uno de
ellos se producen determinados fenómenos y viven determinados
seres.
- Esto es muy interesante. ¿Algo más?
- Sí. Que, si a los niños no se les impide continuar siendo
clarividentes etéricos natos, seguirán siéndolo toda la vida. Otra
cosa serán la clarividencia astral - o del Mundo del Deseo - y la
mental, - que corresponde al Mundo del Pensamiento - que
dependen ya del desarrollo de los vehículos superiores y de que
seamos capaces de “sensibilizarlos”, y no de los nervios, los
músculos y los órganos del cuerpo físico.
- ¿Y de qué modo nos influye esa visión etérica?
- De modo definitivo. Porque, cuando se percibe ese
entramado de energías, de corrientes, de líneas de fuerza, de
interdependencia entre todos los seres vivos y, por tanto, entre
todos los humanos, cambia radicalmente la idea que teníamos
formada de lo que, hasta entonces, habían sido “nuestro mundo” y
nuestros semejantes y nuestros amigos y enemigos; y
comprobamos personalmente - sin tener que creer lo que otros nos
aseguren o nos prediquen – que todos formamos parte de un todo
único y que un solo pensamiento, una palabra o un acto nuestro,
repercute inevitablemente en todo el universo y,
consecuentemente, todo el universo está, permanente e
inevitablemente, influyendo en nosotros.
- ¿Nos proporciona otras ventajas la visión etérica?
- ¡Claro! Por ejemplo, la de ver en el interior de los objetos
y de los seres vivos y a su través, porque nuestra conciencia está
en esos momentos centrada en el Plano Etérico, que compenetra
el físico. Hemos de tener en cuenta que esa visión etérica es
aproximadamente la de los rayos X pero con posibilidad de
enfoque a voluntad. Y nos permite llegar hasta a percibir los
átomos. Y hasta a poder “ver” y consultar la memoria de la
naturaleza, que almacena todo lo sucedido en la Tierra desde su
aparición en el sistema planetario; aunque, la visión de la historia
de la Tierra que conserva el Éter Reflector del plano etérico sólo
es un reflejo de los verdaderos registros de la naturaleza, que
están en planos más sutiles y elevados y, por tanto, hay que ser
muy cautelosos con el empleo de lo que se puede percibir de la
historia, a ese nivel.
- ¿Y hay muchos inconvenientes para lograr todo eso?
- Algunos. Porque la mente humana, en términos generales,
ha alcanzado un gran desarrollo (ahí están los avances científicos
casi diarios que ya, casi, ni son noticia ni nos asombran), pero ese
desarrollo ha sido asimétrico, es decir, que se ha producido sólo
en el Plano de la Región Concreta del Mundo del Pensamiento. Y,
como la mente concreta tiene por misión y sólo sabe juzgar,
diseccionar, clasificar, distinguir, separar, etc., si bien ha hecho
posible el avance científico, no puede comprender ni, por tanto,
explicar lo que está por encima de ella, lo que hay ni lo que
sucede en la que llamamos Región del Pensamiento Abstracto,
con unas vibraciones mucho más sutiles que la materia mental
concreta, lo mismo que ésta trabaja con materia más sutil - del
cuerpo emocional o de deseos, - y la materia que éste utiliza es
más sutil que la etérica, y ésta lo es más que la física.
- Pero, ¿qué ocurre con la materia mental concreta?
- Que, al ser manejada por nuestra mente, da lugar a lo que
llamamos formas mentales, que son los “objetos” del mundo del
pensamiento, los equivalentes allí de nuestras creaciones de aquí
como las casas, los vehículos, las máquinas, los libros, las ideas,
etc. De modo que todo lo que hemos aprendido y pensado y
razonado y elucubrado constituye allí esas formas mentales que
ocupan nuestra aura mental. Pero esas formas mentales, que
siempre han sido útiles, ahora, en nuestra sociedad actual, debido
a la cantidad ingente de ellas que formamos, derivada de los miles
de estímulos que permanentemente estamos todos recibiendo por
los cinco sentidos, están obturando nuestra mente, que se
encuentra ya llena de ellas.
- ¿Y dónde está el problema?
- En que, en buena ley, nuestra mente debería ser un puente
de doble sentido entre lo que se percibe, proveniente de los tres
mundos inferiores – más densos – el físico, el etérico y el
emocional, y lo que desciende de los mundos superiores – los
mundos del espíritu – sobre todo en forma de intuiciones. Pero,
debido a esa obturación del “puente”, nos hemos quedado casi sin
comunicación con los mundos superiores, - que son,
precisamente, los reales, - para vivir en los mundos inferiores, -
que son los ficticios - y, por tanto, pegados a la materia, y en
proceso de cristalización, es decir, de perder contacto con lo
espiritual, - lo real, - que es el origen de todo.
¿Y, por qué se dice que los tres inferiores son mundos
ficticios?
- Porque todo lo que sabemos del mundo que nos circunda,
el físico, lo hemos percibido a través de nuestros cinco sentidos.
No hay otra fuente de información.
- ¿Ninguna otra?
- No. Para conocer el mundo físico, sólo tenemos los cinco
sentidos.
- Pero, ¿qué es lo que nuestros sentidos perciben realmente?
¿Objetos? ¿Personas? ¿Animales?
- No. Lo único que perciben son vibraciones. Nuestros
nervios sólo perciben vibraciones. De distinta longitud de onda y
de distinta frecuencia, pero sólo vibraciones, que no son sino las
“formas” que, en ese plano etérico, adoptan los seres y las cosas.
- Entonces, ¿cómo se forma el mundo físico en el que
vivimos y que creemos conocer y al que consideramos real?
- Ese mundo físico, el mundo “real” en el que vivimos,
sencillamente, lo vamos creando cada uno de nosotros a medida
que vamos viviendo.
- ¿Nosotros mismos lo creamos? ¿Y cómo hacemos eso?
- Interpretando esas vibraciones, que es lo único que
percibimos.
- Pero, ¿cómo las interpretamos? ¿En base a qué? ¿Qué
referencias tenemos para hacerlo?
- Para hacer esas interpretaciones sólo contamos con nuestra
propia experiencia anterior, nuestra memoria, nuestra mente
concreta y la sociedad en la que vivimos, que nos “ayuda” (o
educa) enseñándonos los nombres, las costumbres, los prejuicios,
las creencias, doctrinas, refranes, tendencias, axiomas, hipótesis,
idiomas, hábitos, leyes, etc. que ella utiliza y de los que se vale
para comunicarse y convivir. De modo que, cuando percibimos
una vibración nueva, la mente la asocia a algo parecido ya
conocido y la sociedad en que vivimos se encarga luego de
confirmar o rectificar esa interpretación. Y eso es lo que queda
como “nuestra visión”, la imagen de esa vibración que, desde ese
momento, utilizaremos en el futuro, hasta que la modifiquemos o
nos la modifiquen. Porque, del mismo modo que no supimos que
teníamos hígado ni estómago ni pulmones ni riñones ni bazo ni
páncreas ni intestinos hasta que alguien nos lo dijo, no sabemos
qué es – en este mundo físico – lo que percibimos, hasta que
alguien nos lo dice.
- Entonces, si eso así, y parece innegable, ¿resulta que cada
uno vamos creando el mundo en que vivimos?
- Claro, ya lo hemos dicho antes. Porque, cuando vemos un
árbol, no es porque éste haya penetrado en nuestro cerebro por el
ojo, ya que el mundo exterior a nosotros sigue estando formado
sólo por vibraciones y no por árboles. Pero, debido a ese trabajo
de “educación” de la mente concreta por la sociedad, no las
percibimos conscientemente como tales vibraciones, sino como
las cosas, las personas, los vegetales o los animales que se nos ha
dicho que son. Por eso este mundo es un mundo de ficción, que
no existe sino en nuestra mente.
- ¿De lo que se deduce que hay tantos mundos como seres
humanos?
- ¡Claro!. Y ello explica la dificultad de la comprensión y la
confraternización, y las diferencias de opinión y de moral y de
aspiraciones y de conducta. Porque cada ser humano está en un
punto determinado – personal y exclusivo – de su evolución y,
además, ha tenido una serie de vidas y de experiencias propias
que constituyen sus referencias para percibir e interpretar y
manejar el mundo en que vive o cree vivir.
- ¿Y qué más se nos sigue diciendo por la Jerarquía?
- Que, en esta nueva entrega de las enseñanzas hasta ahora
ocultas (o más bien “ocultadas” para evitar desviaciones y mal
uso de las facultades desarrolladas o que quedan por desarrollar),
ha llegado la hora de recuperar la visión etérica a nivel mundial; y
que ello implica, por un lado, no interferir con la clarividencia
etérica innata de nuestros hijos, sino considerarla como una
facultad normal del ser humano - lo que en realidad ha sido
siempre - y cultivarla y protegerla permanentemente, como
venimos haciendo con la visión física normal y, por otro, que los
adultos que lo deseen realicen los ejercicios apropiados y puedan
“despertar” esos músculos y ese sentido dormidos.
- ¿Algo más?
- Sí. Que, dado ese atasco, en el puente de la mente, de las
formas mentales procedentes de los mundos inferiores que
pretenden ascender y que impide que nos llegue lo que de arriba
procede, en forma de intuición, hemos de, digamos, regular el
tráfico en ese puente, reduciendo el que pretende subir y dejando
el paso libre al que pretende bajar. Porque “la intuición es el
conocimiento directo de la verdad sin necesidad de
razonamiento”, ya que proviene de nuestro Espíritu de Vida, que
habita en el mundo del mismo nombre, situado por encima de la
mente, y que es el primero de los mundos reales, ya que en él lo
que se percibe como existente, existe así de verdad y se capta y se
comprende en el acto y, por tanto, no necesita de interpretación, a
diferencia de lo que sucede aquí con las vibraciones que llegan a
nuestros sentidos. La humanidad realmente está muy atrasada aún
en la percepción y manejo de la intuición.
- ¿La intuición es, pues, la Verdad?
- Exactamente. Porque transporta la Sabiduría Cósmica, lo
que es apropiado para nosotros, lo que nos conviene para
evolucionar debidamente y a tenor del plan divino, representado
por las leyes naturales, que rigen en todo el cosmos.
- ¿Y qué hemos de hacer?
- Pararnos un poco en nuestra vida, reflexionar sobre estas
nuevas enseñanzas que se nos brindan en nuestro beneficio, y
trabajar y practicar para que la humanidad recupere la visión
etérica que está a nuestra disposición. Con ello, la humanidad
empezará a cambiar sus parámetros – no olvidemos que la
naturaleza tiene sus velocidades que casi nunca coinciden con las
que nosotros deseamos – y se encaminará rápidamente hacia la
denominada por todas las escuelas ocultistas y por todas las
religiones, la “Era de Acuario”, el Paraíso, el Edén, etc. Porque, si
todos percibimos la unidad del todo y, si podemos verlo todo y
nadie puede ocultarse de nadie ni puede esconder nada, no cabe
duda de que todo ha de cambiar radicalmente alejándose de
nuestro actual modus vivendi.
- ¿Y en qué cambian estos nuevos conocimientos el
contenido anterior?
- La respuesta a esa pregunta es lo que provoca este artículo.
Porque, para la mayor parte de la gente, todo seguirá como hasta
ahora y, por tanto, “lo anterior” les será igual de útil que antes lo
ha sido para todos los que a ello accedieron. Pero, para algunos,
cambiará su concepción de Dios, del llamado Purgatorio, del
primero y segundo cielos y de cuanto se les había enseñado por la
sociedad, las religiones y las escuelas de ocultismo.
- ¿Y se reflejará ese cambio en la vida y, sobre todo, en la
muerte y en el periodo post mortem, de esos pocos cuya vida haya
cambiado o vaya a cambiar?
- Se reflejará y mucho porque, lo mismo que hemos dicho
arriba que el mundo en que creemos vivir lo vamos creando
nosotros mismos en base a las traducciones que hacemos de las
vibraciones que percibimos y de nuestra memoria, ahora, al pasar
a otro u otros de los mundos irreales, ficticios - el Plano Etérico y
el Mundo del Deseo o emocional - nos seguirá ocurriendo lo
mismo. Pero entonces ya estaremos avisados y ya no haremos
caso de las formas mentales que creamos en el pasado ni de las
sugeridas por otros, sino que las iremos creando nosotros con
conocimiento de causa. Y resultará que, donde antes había un
Purgatorio en el que los demonios, armados con horcas, nos
martirizaban en el fuego y de otras mil maneras, por toda la
eternidad, como castigo de un Dios indignado por nuestros
pecados, ya no habrá demonios, ni pecados ni castigos ni penas
eternas, y que aquel Dios castigador y vengativo, resultará ser un
Padre solícito que sale al camino, a nuestro encuentro, lleno de
amor, como el padre de la parábola del Hijo Pródigo. Y que, si
bien hemos de experimentar en nuestra propia carne las
consecuencias de nuestros errores, la Ley de Retribución o del
Karma nos hará renacer pronto y pagar, con servicios amorosos y
desinteresados, el egoísmo y el desamor que presidieron nuestra
vida anterior y el daño que a otros causamos con ello.
- ¿Entonces?
- Aparentemente, el resultado es el mismo que antes. Pero
sólo aparentemente. Porque sabemos ya que Dios es nuestro
Padre y se comporta como tal y nos ama con un amor inmenso,
porque somos chispas divinas, partes inmortales de su propio ser.
Y que nunca estuvo airado ni deseoso de castigarnos, sino que eso
nos lo dijeron, a lo largo de la historia, las distintas religiones,
erradas todas en la interpretación de la realidad. Y nunca nos dejó
abandonados, sino que nos vigiló y nos ayudó siempre, aunque
respetando en todo momento nuestro libre albedrío – con el que
nos creó, a imagen y semejanza suya - porque lo que Él quería era
que creciésemos, que nos hiciésemos adultos (recordemos que
somos dioses en formación), pero no en base a lo que otros nos
dijeran o nos enseñaran o nos obligasen a creer o a hacer, sino a
través de nuestras propias vivencias, mediante nuestros propios
descubrimientos y acumulando enormes riquezas en forma de
experiencia. Pero Él siempre estuvo a nuestro lado, como buen
Padre, y dispuesto a ayudarnos en nuestro desarrollo. Y sigue
actuando ahora de la misma manera.
- ¿Dónde está, pues, la diferencia?
- En que unos, la mayor parte, tras la muerte, irán al
Purgatorio y al Primer Cielo que les dijeron que existían y en los
que creyeron, y allí sufrirán todos los tormentos y experimentarán
todas las delicias que ellos mismos imaginaron como
consecuencia de ello. Y tardarán muchos años en regresar a este
mundo para continuar su evolución. Mientras que los otros, los
más conscientes de la realidad, se ahorrarán todos esos
padecimientos y esos años en los mundos del Deseo y Mental, y
renacerán antes, llenos de proyectos y sabiendo ya que Dios es su
Padre, que todos somos hermanos y que nada tienen que temer. Y,
que la muerte de un ser querido no debe, en absoluto, llenarlos de
dolor, sino de gozo, si su amor por él es verdadero, puesto que ese
ser querido va a una vida mejor que ésta y a sentirse feliz y
realizado y arropado por el amor del Padre.
- ¿Entonces el Purgatorio y los cielos no existen?
- Sí, claro que existen, como existe el mundo físico. Pero
nuestra permanencia en ellos no será, para quienes despierten a
estas nuevas enseñanzas, como se nos había dicho. En el
Purgatorio experimentaremos el daño que infligimos a otros con
nuestros errores y de los que no nos hayamos arrepentido, pero
sin odios ni castigos, sino como consecuencia lógica de las
fuerzas que pusimos nosotros mismos en funcionamiento. Esa
etapa, que llamamos purgatorial, en el fondo, no es más que un
mundo formado por las energías fruto del malestar que nos
produce el daño que hemos hecho a otras personas y animales y
que debemos aprender a perdonarnos y no volver a realizar. Y en
el Primero y Segundo Cielos nos ocurrirá lo mismo, pero
experimentando todo el bien producido.
- ¿Producirán estas nuevas Enseñanzas otros cambios en la
sociedad?
- Sí. Y muy importantes.
- ¿Cuáles, por ejemplo?
- Por ejemplo, la deshomogeneización.
- ¿Y eso en qué consiste?
- La sociedad humana que conocemos y a la que
pertenecemos ya hemos dicho que ha desarrollado casi
exclusivamente la mente concreta. Y eso ha hecho que todos nos
veamos sometidos a la misma educación, que se nos impartan los
mismos conocimientos, que se nos exija una conducta igual y una
moral igual y que nos rijan leyes iguales, etc., en perjuicio de la
originalidad, la imaginación, la iniciativa, la creatividad, la
variedad, la discrepancia, etc. que son innatas en el hombre pero
que han quedado silenciadas por la actuación de la mente
concreta, que tiende a homogeneizarlo y someterlo todo a su ley.
Y, si todo eso, desde el punto de vista de la mente concreta, ha
sido muy útil, cuando sea la intuición la que domine, dado que no
hay dos hombres iguales, será imposible exigir a todos lo mismo.
Y ello llevará a un cambio radical en la estructuración de la
sociedad humana.
- ¡Claro, es lógico! ¿Y se producirán más cambios?
- Sí. Recordemos que las enfermedades, que nos son sino la
consecuencia de desequilibrios energéticos, como es lógico, se
manifiestan primero en el cuerpo etérico, que es como el molde y
el sostén del cuerpo físico, y luego pasan a éste. Y eso quiere
decir que, si poseemos la visión etérica, esas enfermedades se
podrán detectar, diagnosticar y curar antes de que se manifiesten
en el cuerpo físico.
- ¡Eso es maravilloso! ¿Algún otro cambio?
- Muchos. Por ejemplo que, como con la visión etérica
generalizada se comprueba la unidad de todo lo que existe, las
Escuelas de Misterios que, durante un siglo, han separado a los
hombres en grupos, han de ir transformándose y entendiendo que
todas ellas son parte visible de la Escuela Interna Única, distintas
manifestaciones de una sola realidad, y sus miembros deben
colaborar todos como un solo organismo, ya que todos juntos
formamos parte del organismo único que es este planeta.
- Son muchos cambios. Y todos trascendentales.
- Por eso, en unas cuantas generaciones, todo será distinto,
pues habrán desaparecido los prejuicios que actualmente nos
dominan, las limitaciones, las agresiones, etc. porque, si todos - o
la mayor parte – ven el mundo etérico y muchos ven el mundo del
deseo y el mental y pueden consultar, a voluntad, la memoria de
la naturaleza y recordar sus anteriores encarnaciones y ser
dirigidos por la intuición, es decir, por la sabiduría cósmica, todo
será distinto de cómo hoy es y totalmente positivo para todos.
- Con todos esos cambios y sus consecuencias, resulta difícil
de imaginar la sociedad humana dentro de dos o tres siglos.
- Desde luego. Porque habrán de cambiar la estructuración
tradicional de la sociedad, su modo de funcionamiento, la
educación, la ciencia, la convivencia, los ideales…Sí, es
impresionante tener que admitir que un cambio, al parecer,
pequeño, un diminuto levantamiento del velo hoy, ha de producir
cambios tan trascendentales en el futuro.
- Y, ¿por qué hace Dios todo esto? ¿Por qué nos crea y crea
todo lo existente?
- Sencillamente, para conocerse a sí mismo.
- ¿Es que Dios no se conoce a sí mismo?
- El Dios de nuestro sistema planetario, nuestro Dios, es un
ser en evolución y, como tal, necesita extraer de su ser interno –
de la parte del Ser Supremo que Él es – todo lo que contiene, y
desarrollarlo, lo mismo que hemos de hacer nosotros, en una
escala inferior, como partes suyas que somos.
- Entonces, ¿para eso nos crea?
- ¡Claro! Nosotros hacemos lo mismo. Porque hay una ley
oculta que establece que, como es arriba, así es abajo y, como es
abajo, así es arriba.
- ¿Y nosotros hacemos lo mismo?
- Sí.
- ¿Cómo?
- Sencillamente, viviendo. Porque nuestra vida es una
sucesión ininterrumpida de elecciones y de decisiones y de
resolución de situaciones que nos obligan continuamente a
ingeniar, descubrir, inventar, reflexionar, idear, osar, corregir,
experimentar, recordar…y eso no es sino extraer de nuestro
interno las potencialidades divinas que poseemos y ponerlas en
acto y, en una palabra, acumular experiencia, o sea, sabiduría.
- Pero, ¿cómo beneficia eso a Dios?
- Porque cada uno de nosotros somos como una célula suya.
De modo que esa experiencia le sirve a Él de “alimento” para su
propio desarrollo. Lo mismo que nosotros aprovechamos el
trabajo de nuestras células, a las que alimentamos, para crecer y
desarrollar nuestra vida en este plano físico. En realidad, nuestra
vida es una permanente exploración, un constante descubrimiento
y un inevitable estudio de nosotros mismos.
- ¡Claro! Eso explica muchas cosas.
- En realidad, podría decirse que, si se piensa un poco, las
explica todas.

* * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario