martes, 29 de marzo de 2016

Poner la otra mejilla


PONER LA OTRA MEJILLA 
por Francisco-Manuel Nácher

La conocida frase “poner la otra mejilla” no puede querer decir lo que parece y lo que tradicionalmente se ha interpretado que quiere decir. 

Si a una persona excitada hasta el punto de darnos una bofetada, le ofrecemos la otra mejilla, es seguro que la abofeteará también. 

Esa actitud nuestra, pues, no habrá sido sino un dar pábulo al violento para ejercer una vez más su violencia, cosa que, de no haber actuado nosotros de ese modo, no se hubiera producido. Desde el punto de vista espiritual, pues, le habremos hecho un daño. En cuanto a nosotros mismos, ningún efecto nos producirá esa conducta, salvo el dolor de la segunda bofetada. 

Por eso yo pienso que Cristo no pudo querer aconsejarnos algo tan ilógico y nocivo. 

Y por eso interpreto que, al aconsejarnos “ofrecer la otra mejilla”, no estaba refiriéndose a nuestra actitud corporal, sino a la espiritual, ya que entonces la frase se llena de contenido crístico. 

Él nos quiso decir que, a una polaridad enfrentáramos la contraria, y al odio opongamos el amor, y a la agresión, el perdón, y a la intolerancia, la comprensión. Porque el amor y el perdón desarman al odio y a la violencia. Porque eso es lo que resume la doctrina de Cristo. Porque eso es lo que hicieron, primero Él, luego Esteban, más tarde, todos los apóstoles y, por fin, miles de cristianos. 

Y ese comportamiento sí que es positivo para ambos: El otro recibirá, quiéralo o no, nuestra vibración de amor, que algún bien le hará; y nosotros nos afirmaremos en nuestra positividad, desarrollaremos nuestra voluntad, dominaremos nuestro enojo y elevaremos un tanto la vibración de nuestros vehículos. 

Esto sí que es lógico que nos lo aconsejase Cristo. 

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