AL FINAL, LA UNIDAD
por Francisco-Manuel Nácher
Dios es presión. Presión permanente, hacia adelante y hacia arriba.
La vida cambia en cada instante y se renueva también constantemente...
pero cada vez más elevada, más evolucionada, más perfeccionada, más
cerca de Dios.
Cuando el hombre primitivo contemplaba la naturaleza, toda ella le
parecía algo mágico, milagroso. Cada fenómeno era motivo de asombro y
meditación y cada criatura, una muestra de la gran obra del Creador. El
Cosmos todo era un organismo perfecto que sólo podía comprenderse
como tal.
Luego, como consecuencia de su aplicación al estudio y a la
investigación, el hombre fue enfocando su atención en los distintos
fenómenos separadamente y en las distintas especies y aún en individuos
determinados. Y fue olvidando esa idea de conjunto, esa aceptación interna
de que todo constituye algo único y armónico y en movimiento.
Es el proceso que se ha dado y que vemos como más próximo en la
medicina: Al principio, el cuerpo humano era considerado como un
conjunto único, orgánico, indivisible en cuanto a que todas sus partes eran
interdependientes. Poco a poco, sin embargo, se han estudiado sus
procesos internos, constitución, funcionamiento, disfunciones y afecciones
de las distintas partes, y se ha ido perdiendo la idea del conjunto. Y hemos
llegado a las especialidades, que tratan, cada una, de una de esas partes o
funciones, como si fuesen algo independiente y desligado del conjunto.
Pero el fenómeno ha afectado a la ciencia en general: Al principio,
todo conocimiento estaba incluido en la religión, era revelación divina y,
por tanto, sagrado. La religión se bastaba para regular todos los aspectos,
no sólo de la relación del hombre con Dios, sino con sus semejantes y con
el resto de la Creación.
Paso a paso, fuimos investigando, estudiando, descubriendo leyes
naturales y aplicándolas en nuestro beneficio, y hemos ido sometiendo el
mundo. Y hemos creado, y seguimos creando, cada día más, un montón de
ciencias, de especialidades, de campos científicos, que tratamos como
estancos e independientes unos de otros, con lo que hemos perdido la idea
de la unidad del conocimiento humano. Y ahora nos encontramos con que
la religión se opone a la ciencia y ésta al arte y lo hermoso se desprecia y
lo negativo se prima y se admira, y la ética degenera y la ambición domina
y la ignorancia ya no duele y las ilusiones ya no valen el esfuerzo y los
sueños son sólo sueños y el amor es ya solamente una simple reacción
química...
Pero bueno, ¿es que, porque hayamos dividido el Cosmos en
sectores, dejará de ser un organismo maravilloso? ¿Es que, aunque
estudiemos detalladamente cada órgano del cuerpo, ha dejado éste de ser
una unidad viviente? ¿Es que el conocimiento no sigue siendo uno aunque,
para nuestra comodidad, lo hayamos dividido en parcelas?
La cultura nos ha hecho perder la perspectiva. Pero la perspectiva y
la realidad, están ahí. Y, por más que nos empeñemos, la lluvia estará
relacionada con el hombre; y la sangre regará todo el cuerpo; y la
disfunción o enfermedad de cualquier parte de éste, supondrá que el
cuerpo todo estará enfermo; y la geografía no podrá estar en contradicción
con la geología, ni las matemáticas con la física, ni la sabiduría con la
belleza, so pena de no ser verdadera sabiduría.
Porque, por más que nos empeñemos en aplicar la lupa a la Creación,
ésta sigue siendo un conjunto armónico del cual formamos parte; algo
milagroso; y nuestra capacidad de asombro, lejos de disminuir o de
desaparecer como algunos parecen pretender, si nuestra ciencia es tal, por
definición, como ciencia de una parte que no puede estar en contradicción
con la ciencia del todo, sólo ha de producirnos el mismo sentimiento que le
producía al hombre primitivo la contemplación del Cosmos: la reverencia,
la admiración, el reconocimiento de una inteligencia infinitamente
superior, que crea, mantiene, organiza y liquida las distintas partes de su
obra.
No dejemos, pues, que las gafas de la ciencia que, teóricamente,
nació para comprender el universo, nos impidan comprenderlo tal cual
realmente es.
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