MEDITACIÓN PARA EL CUERPO DEL ALMA
1.- Expandir la conciencia del cuerpo como queda descrito arriba o yacer en una posición de expansión y libertad, generalmente, boca arriba.
2.- Rodearse con el aura protectora.
3.- Imaginar que estamos en una pradera que nos es desconocida. Ver la hierba y las flores. Apreciar el color de las flores y del ambiente. Oír los pájaros llamándose, y otros sonidos agradables, como el silbido del viento. Sentir la caricia de la brisa en nuestra piel y en nuestros cabellos. Sentir el suelo bajo nuestros pies. Oler las flores y otros perfumes. Experimentar el sabor que acompaña a uno o más de esos perfumes.
Esta meditación, si se repite con frecuencia, fortifica los éteres sensor y reflector para su uso en los mundos internos. El éter reflector puede fortalecerse, además, recordando sueños durante la meditación o prolongándolos mediante ella.
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de: LA MEDITACIÓN. CONSEJOS PARA LA MISMA.
por John Hempstead
(de Rays from the Rose Cross de octubre de 1980, traducción de Francisco-Manuel
Nácher)
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