lunes, 3 de marzo de 2014

EL PATRIOTISMO


EL PATRIOTISMO
por Francisco-Manuel Nácher

¿Qué es el patriotismo, por el que han sacrificado su vida, a lo largo
de la historia, millones de seres, manejados siempre por otros menos
patriotas?
En el fondo, no es más que un sentimiento. Y, como todos los
sentimientos, irracional. Porque, cuando se racionaliza el asunto, pronto se ve que todos somos hermanos, que el mundo es de todos por igual, que lo verdaderamente lógico y razonable y hasta inteligente es compartir, comprender y salvar, y nunca excluir y matar que es, precisamente, lo que hace el patriotismo.
¿Para qué demonios sirvieron los sesenta mil muertos
norteamericanos de la guerra del Viet-Nam y los cuatro millones de bajas vietnamitas? ¿Y las víctimas de las dos guerras mundiales o las de las guerras napoleónicas o de las de Viriato o las de todas las guerras? ¿Qué explicación se puede dar a los padres que se quedaron sin hijos, a las esposas sin marido, a los hijos sin padre, a las personas que lo perdieron todo y que sufrieron sin culpa y sin ningún interés en el asunto en que otros las envolvieron? ¿Para qué? ¿Por qué? No basta celebrar el aniversario de la paz con muchas trompetas, funerales, ramos de flores y
discursos. Porque eso no resucita a los muertos ni les devuelve las
posibilidades y los sueños que se les truncaron estúpidamente.
Cada vez que se deposita una corona en un monumento al Soldado
Desconocido, todos los soldados desconocidos se revuelven en sus tumbas clamando ante tamaña hipocresía.
Lo que habría que hacer es poner en la picota, acusar públicamente,
quitar los galones con todo el deshonor posible a quienes hicieron posible la barbaridad que siempre es la guerra y obligaron a millones de semejantes a morir para, unos años después, hacer las paces y... aquí no ha pasado nada. ¿Nada? ¿Nada para quién?
Si se ignora la intervención de la oleada de vida arcangélica en la de
los hombres (y los que provocan las guerras no la conocen), es imposible comprender la razón de ser de la guerra. Una vez conocida, todo se aclara y, desde el punto de vista recién alcanzado, todo se comprende.

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