jueves, 26 de enero de 2012

LA FINALIDAD DE LA VIDA




LA FINALIDAD DE LA VIDA
por Francisco-Manuel Nácher

En nuestro actual estadio de la evolución, los hombres, al reencarnar,
tenemos varios objetivos antes de alcanzar la perfección, que es nuestro fin
último: Fortalecer la voluntad, desarrollar el discernimiento y la
inteligencia y espiritualizar el carácter. Hasta que no hayamos alcanzado el
máximo en todos estos campos, no seremos perfectos y nuestras obras no
serán perfectas: Si desarrollamos sólo el intelecto, al no tener el contrapeso
de la espiritualidad, nuestros pensamientos, deseos y actos tenderán a ser
egoístas, no irán encaminados al bien común y no se sentirán escrúpulos
para utilizar la vivisección o la experimentación en hombres para la
adquisición de conocimientos o, la mayor parte de las veces, beneficios
económicos o fama. Si sólo desarrollamos la espiritualidad, nuestros
pensamientos, deseos y actos, al no ser fruto de una inteligencia
desarrollada, nos conducirán a la superstición, al fanatismo y hasta a la
intolerancia y la persecución. En cuanto a la voluntad, es previa a los dos
anteriores, ya que sin ella seríamos incapaces de ningún esfuerzo y, ni en
la evolución ni en la vida, ninguna facultad, ningún progreso se adquiere
sin esfuerzo, es decir, sin voluntad. El discernimiento, por su parte, nos
permite, en cada momento, saber escoger la más apropiada entre varias
posibilidades de actuación, y se desarrolla con la observación y,
fundamentalmente, con el autoexamen, la meditación…y los errores y la
lección que llevan incluida.

Se nos dirá que, por qué hay que aceptar las anteriores afirmaciones,
ya que cada cual obra como cree conveniente y es de suponer que con la
mejor intención.

Y responderemos que eso es cierto pero que si, además de lo que
cada cual conoce y desea y le impulsa a actuar como lo hace, es conocedor,
aunque sea someramente, del funcionamiento de la naturaleza, del plan que
en ella se desarrolla permanentemente y de las leyes que lo rigen, sobre
todo en los mundos internos, tendrá unas bases racionales y comprensibles
en que fundar su actuación, acordes con esas líneas que rigen en todos los
planos de existencia.

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