lunes, 20 de enero de 2014

EL PRESENTE / Boletín Nº 41 - Centro Rosacruz de Madrid



EL PRESENTE
por Francisco-Manuel Nácher

1.- El tiempo ha sido y sigue siendo una de las grandes incógnitas 
para todos los pensadores de todas las épocas. Realmente, aún no se puede definir exactamente. Lo medimos, al parecer lo vivimos, se nos escapa entre los dedos, nos domina, nos condiciona, nos 
envejece...pero no lo podemos acabar de comprender ni, por tanto, de dominar.
Generalmente dividimos el tiempo en tres zonas de su ser: el 
pasado, el presente y el futuro, las tres inaprehensibles, relativas y sólo concretas para cada uno de nosotros individualmente.
El pasado se extiende desde el origen hasta el instante actual. El 
Presente es tan sólo ese instante. Y el futuro es lo que aún no ha 
llegado y está tras el presente. Pero el pasado crece continuamente y el futuro, a pesar de irse convirtiendo, primero, en presente y, luego, en pasado, es ilimitado, sin un fin previsible.
Para poder introducirnos, un poco, en esa parte del tiempo que 
llamamos presente, se hace necesario, previamente, repasar nuestra 
constitución como espíritus vivientes en este mundo. De otro modo 
nos resultaría imposible este estudio. Vamos, pues, a dar ese primer 
paso en este asunto tan abstruso.

2.- Nuestra composición:
a.- Somos seres compuestos, complejos, fruto de muchos millones 
de años de evolución. Evolución que, por cierto, no ha terminado sino que, prácticamente, acaba de sobrepasar su punto medio. Como origen de nuestra aparición a la manifestación está la chispa divina que somos, a la que llamamos mónada, que nace en el Mundo de los Espíritus Virginales y que, como el Dios del que trae origen, se manifiesta en tres aspectos o espíritus. Esa chispa divina posee todas las facultades, capacidades y poderes de la divinidad misma, por ser una parte de ella, pero no posee conciencia individual, sino grupal, y ha de efundir, poner en acto, todas esas capacidades divinas, que posee sólo en potencia.

b.- El primer aspecto de nuestra Mónada, el más elevado, es el 
Espíritu Divino, que se sitúa en el Mundo del mismo nombre, 
inmediatamente por debajo del de los Espíritus Virginales, siendo el 
siguiente en densidad a éste. La nota clave de nuestro Espíritu Divino es la Voluntad. La Voluntad es la primera causa de todas nuestras actuaciones conscientes. En ella se origina la fuerza que nos permite manifestarnos en cualquier mundo situado por debajo.

c.-  El segundo aspecto de nuestra Mónada es el Espíritu de Vida, que se sitúa en el mundo del mismo nombre y que es el siguiente en densidad.  Su nota clave es amor-sabiduría estática-intuición. Esta Sabiduría es la que formula lo que la voluntad quería, 
la que crea su arquetipo espiritual, impregnándolo siempre de Amor, que es la sangre de la Creación, y facilitando, a veces, su transmisión al plano físico, como intuición, que no es sino el conocimiento directo de la verdad, sin pasar por el razonamiento.

d.- El tercer aspecto de nuestra Mónada es el Espíritu Humano
que se sitúa en la Región Abstracta del Mundo del Pensamiento
que sigue en densidad al anterior. Su nota clave es la Sabiduría 
Activa, es decir, la realización de lo ordenado por el Espíritu Divino y concebido por el Espíritu de Vida.

e.- Los tres Espíritus juntos constituyen lo que llamamos nuestro 
Yo Superior o Ego aunque, a veces, se denomina Ego al Espíritu 
Humano, que es el que, en nuestro estadio de evolución actual, 
podemos contactar.

f.- Descendiendo al siguiente mundo, más denso que el del 
Espíritu Humano, llegamos al Mundo del Pensamiento, que está 
formado por materia cuyo estado normal es el de ebullición, de 
movimiento continuo, y cuya actividad consiste en pensar, razonar, 
elucubrar, juzgar, deducir, inducir, etc., cosas que hace por sí misma incansablemente, cuando no está siendo sometida a la autoridad de la Voluntad, que puede hacer que cese en sus devaneos sin finalidad alguna, y se concentre exclusivamente sobre el tema que aquélla lesometa para que, entonces, piense, razone, elucubre, juzgue, deduzca,induzca, etc. Dice Max Heindel que la mente puede resolver cualquier problema que se le someta, siempre que se la concentre debidamente. 
Hemos de tener en cuenta que, en el Mundo del Pensamiento, los 
pensamientos son reales, son cosas, son los objetos de ese mundo, con existencia propia, que consiste en su contenido mental: un 
razonamiento, un juicio, un silogismo, etc.

g.- El Mundo del Pensamiento se divide, atendiendo a la densidad 
de su materia, en dos Regiones: la superior, menos densa, llamada 
Región del Pensamiento Abstracto, y la inferior, más densa, 
denominada, Región del Pensamiento Concreto.
La Región del Pensamiento Abstracto es la sede de nuestro 
Espíritu Humano, como hemos dicho.

h.- En la Región del Pensamiento Concreto, más densa, como 
hemos dicho, que la Región Abstracta, está situado nuestro siguiente vehículo: la Mente. La mente es el último vehículo que, a lo largo de nuestra evolución, hemos adquirido, ya que se nos ha otorgado, si bien hace unos millones de años, en el presente Período Terrestre, en que nuestra oleada de vida ha adquirido el estadio humano. Se encuentra aún en su estadio mineral. Su finalidad es, utilizando las propiedades de la materia mental de que está formada, servir de enlace entre los tres Espíritus y los tres vehículos inferiores a la mente, es decir, más densos que ella, y que, junto con la propia mente, constituyen lo que llamamos nuestro Yo Inferior o Personalidad. Sirve, pues, la mente para reflejar en los mundos superiores lo que sucede en los mundos inferiores, para que la Mónada, nuestro Espíritu, nuestro verdadero Yo, que es el que ha de evolucionar poniendo en acto todas las facultades divinas que posee aún en potencia, tenga conocimiento de ello y pueda reaccionar y actuar y aprender y adquirir experiencia en 
esos mundos, para él desconocidos, y con los que se ha de ir 
familiarizando a lo largo de su evolución, a medida que despierta a su propia individualidad y despliega sus poderes. Y sirve, igualmente, para que los vehículos de la Personalidad reciban órdenes y mensajes del Yo Superior.

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