martes, 7 de enero de 2014

EL VEGETARIANISMO


EL VEGETARIANISMO
por Francisco-Manuel Nácher

- El vegetarianismo es una tontería.
- Y ¿cómo lo sabes? ¿Has estudiado sus motivaciones?
- No. ¿Y tú?
- Yo sí. Y no me parece una tontería, en absoluto.
- ¿Te parece, pues, normal, prescindir de ciertas posibilidades de
alimentarse pudiendo no hacerlo?
- Es que no hay que verlo así. Porque así no alegas nada en su contra.
¿Qué te parece si yo te criticase el que no ingirieses arsénico, cuando lo tienes a tu disposición?
- Hombre, eso si que es gracioso.
- ¿Gracioso por qué?
- ¿Vas a compararme un buen filete con una dosis de arsénico?
- Pues no sería tan descabellado. La única diferencia estriba en que el arsénico actúa más rápido.
- No me digas.
- Te digo. ¿Quieres que te dé unas cuantas razones, cada una de ellas suficiente para justificar el vegetarianismo?
- ¿Tantas razones hay?
- Sí. Unas son de carácter físico, otras de carácter superior.
- ¿Superior?
- Sí. Siempre que llamemos superior a lo emocional o a lo mental o,
incluso a lo espiritual.
- Por favor, dame esas razones o, por lo menos, alguna de ellas.
- Allá voy. Empezaré por las físicas, que están más al alcance de
todos. Entre ellas te puedo enumerar las siguientes:
1ª.- La dentadura del hombre no es ahora, en modo alguno, la
de un carnívoro. Eso no lo puede discutir nadie.
2ª.- La digestión de la carne es muchísimo más laboriosa que la
de los vegetales. Lo cual quiere decir que consumimos más energía para digerir un filete que su mismo peso en vegetales.
3ª.- La prueba de lo anterior la tienes en que, apenas uno se
resiente del estómago, los médicos le recomiendan prescindir de las grasas animales.
4ª.- Los animales más fuertes y más resistentes y más longevos
son todos herbívoros. Piensa en el caballo, que puede tirar del arado o del carro durante horas. Piensa, por otro lado, en el león o el gato, carnívoros, que son capaces de dar una corrida muy rápida pero muy breve y, el resto del tiempo permanecen tumbados porque las energías no les dan para más.
5ª.- Cuando se mata un animal para su consumo, se le desangra.
La sangre que se le saca es, lógicamente, la sangre arterial, que es la recién purificada por los pulmones. Y la que queda en la carne, dándole su coloración roja, es la sangre venosa que es, precisamente la que llevaba todos los productos destinados a convertirse en orina, sudor y excrementos, es decir, todo lo que es venenoso para el organismo y que el del animal iba a eliminar de sus circuitos vitales. Al comer carne, pues, introducimos en nuestro organismo todas esas toxinas que el cuerpo del animal estaba tratando de expulsar.
6ª.- Con la superficie de terreno necesaria para producir un kilo
de carne de cualquier animal de los que consumimos, se pueden producir muchísimos más kilos de alimentos vegetales, más sanos e igual de nutritivos.
7ª.- Cien gramos de pan integral proporcionan las mismas
proteínas, y más sanas, que cien gramos de carne.
- Me estás asombrando. Sigue.
- Vamos, pues, si te parece, a los motivos emocionales, mentales y
espirituales. Por supuesto, para el hombre corriente, no interesado en estos temas, estos motivos carecerán de valor. Pero tendrá que reconocer que, para quienes los creen, constituyen razones suficientes para ser respetados por los que no lo hacen.
8ª.- El animal, al ser matado, siente el pánico consiguiente,
emite una vibración de terror, pues el instinto de conservación es en ellos tan fuerte como en nosotros. De ese modo, la vibración de terror y de angustia, una vibración extremadamente nociva y negativa desde el punto de vista emocional, compenetra la carne y la acompaña hasta su descomposición o digestión y asimilación. Pero aquí interviene un hecho muy interesante: El hombre posee, además del cuerpo físico, que todos conocemos y con el que estamos familiarizados, un cuerpo vital, que es como la estructura última de aquél, el campo electromagnético que hace
que cada cosa esté en su sitio y que viva - la muerte se produce cuando el cuerpo vital abandona el cuerpo físico y, en ese momento, comienza la descomposición o desintegración - y que, a la vez, es un duplicado exacto del cuerpo físico, átomo por átomo, y compenetra al cuerpo físico permanentemente. Posee, además. un cuerpo emocional o cuerpo de deseos, que es el que usamos, sin saberlo, cuando sentimos emoción o manifestamos sentimientos, deseos o pasiones, sean de la clase que sean.
También este cuerpo, más sutil que los dos anteriores, los interpenetra y acompaña durante toda la vida. Y, por fin, tenemos el cuerpo mental, más tenue aún y que también compenetra a los otros y los acompaña durante la vida. Este es el cuerpo que empleamos, también sin percatarnos de ello, para pensar, para reflexionar, para meditar; es, en una palabra, la sede de la
mente. Pues bien, los minerales sólo poseen cuerpo físico, razón por la cual no viven, en el sentido corriente del término, no crecen ni se
reproducen ni sienten ni piensan;.los vegetales tienen cuerpo físico y cuerpo etérico, lo cual les permite vivir, crecer, tener cierta sensibilidad y reproducirse; los animales poseen cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo de deseos, lo cual les permite, además, moverse y manifestar sentimientos y deseos: y el hombre, a todos esos vehículos, añade la mente, que le permite pensar.
- ¿Qué quiere decir eso de que utilizamos el cuerpo emocional y el
mental sin saberlo? ¿Cómo se puede hacer algo sin saberlo?
- Tú estás continuamente haciendo cosas sin saberlo.
- ¿Sí? ¿Qué cosas?
- Pues, por ejemplo, la digestión, la asimilación, el funcionamiento
del corazón, o de los riñones o del hígado o de los intestinos o del sistema nervioso, los movimientos reflejos, etc. etc. ¿O es que todo eso lo haces tú conscientemente?
- No, claro. No había caído.
- Lo mismo que, en cuanto comes algo, todo tu aparato digestivo
empieza a funcionar sin que tú hagas nada para ello, cuando quieres pensar algo, es el cuerpo mental el que empleas, y usas el cuerpo emocional para crear sentimientos, emociones y deseos. ¿Es tan extraño eso?
- Hombre, visto lo anterior, no. Pero la digestión, la asimilación, las
palpitaciones y todo eso lo siento, lo compruebo, lo tengo ahí y nadie me lo puede negar. Pero los otros cuerpos o vehículos, el cuerpo etérico, el emocional y el mental, eso me lo tengo que creer.
- Ya te he dicho antes que esta materia ha de aceptarse y que los que lo aceptan merecen el respeto de los que no lo han estudiado ni aceptado.
Pero, por otra parte, te diré que esos vehículos explican racionalmente y con todo detalle los procesos de la emoción y el pensamiento, cosas que la ciencia tradicional aún no ha logrado explicar. Pero vamos a lo que íbamos: El animal que ha sido matado violentamente, decíamos, ha sentido terror y angustia y miedo en su cuerpo emocional y esa vibración ha quedado, digamos, pegada a la carne que ha estado compenetrando en vida. De modo que, cuando ingieres un trozo de carne, no sólo ingieres lo que ves, sino la parte correspondiente del cuerpo emocional del animal muerto y, con ello, introduces en tu cuerpo emocional esa vibración, altamente perniciosa, de terror, angustia, miedo y odio. Si durante años
comes carne con asiduidad, tu cuerpo emocional se está alimentando con vibraciones violentas de odio, de miedo, de angustia. Y eso acaba reflejándose, por la parte inferior, en tu salud física y por la superior, en la calidad de tus sentimientos y pensamientos. ¿Te has dado cuenta de que los pueblos más carnívoros han sido siempre los más agresivos, los más
guerreros? ¿Conoces un solo ejército de vegetarianos? ¿Has visto algún animal herbívoro depredador? Y ¿qué me dices de los carnívoros? Y, entre las aves ¿cuáles son las de rapiña y de qué se alimentan?
- Nunca se me hubiera ocurrido pensar de ese modo, pero está claro.
- Tan es así que hay países en que los matarifes no pueden ser
miembros de los jurados en los tribunales . Y ello debido a que, el estar matando continuamente, quitando la vida a otros seres, les produce una indiferencia ante la muerte que desaconseja su inclusión en dichas instituciones.
¿Sabes, por otra parte, qué porcentaje de matarifes acaban su vida en los manicomios o, por lo menos, con trastornos nerviosos? ¿Por qué crees que será?
- Bueno, por lo menos los que comemos carne no participamos de
esto último...
- ¿Qué te hace pensar que eso es así? ¿Es que tú consideras menos
culpable al que ordena matar que al que ejecuta materialmente el
asesinato? Mientras comas carne estás haciendo que otros maten animales para ti y, por muy cómodo y ajeno que te sientas en tu casa, hay seres que están siendo presa del terror, la angustia y el miedo por culpa tuya. No te equivoques. El sistema del avestruz no da nunca resultados.
- Me has hecho polvo. Tendré que reflexionar seriamente sobre todo lo que me has dicho. Pero has hablado también de razones espirituales.
¿Podrías exponérmelas?
- Claro. Lo que ocurre con ello es que hay también que aceptar
determinadas premisas o creencias que, dicho sea de paso y con toda sinceridad, son lo más razonable del mundo y dan respuesta y solución y sentido al misterio de la vida y hasta al de la muerte.
- De acuerdo, lo tendré en cuenta. Pero explícame esas premisas, por favor.
- Son, fundamentalmente, dos. Dos leyes naturales, o sean, dos
normas de la naturaleza.
- Perdona, pero no entiendo. ¿Qué es eso?
- Las leyes naturales son como unos modos de funcionar la
naturaleza, corrientes de fuerza que hacen que el universo todo funcione
inevitablemente de determinada manera y no de otra.
- Sigo sin entender.
- Lo entenderás enseguida. Todo en la naturaleza se desarrolla de
determinada manera cuando el hombre no actúa: Todos los seres nacen, se reproducen y mueren, los niños crecen y se hacen hombres, la gravedad nos atrae a la tierra, la muerte nos hace desaparecer de ella y disuelve nuestro cuerpo, las flores producen frutos, los pájaros ponen huevos, los peces respiran el oxígeno del agua... te podría citar miles de cosas, miles de fenómenos, miles de acontecimientos, todos ellos ajustándose a lo que establecen las leyes naturales. Por eso se las podría llamar la voluntad de
Dios, puesto que ellas conducen cada cosa a su sitio, a su finalidad
específica, a su función apropiada, a su aportación a la economía de la naturaleza...
- Todo esto es impresionante. Y tan lógico...Pero, oye, y ¿qué pasa
con la leche y los huevos? porque son productos animales. ¿Se pueden comer?
- Sí. Se trata de productos para cuyo consumo no es necesario privar de la vida a ningún animal. Sé que me dirás que al comer huevos sí que se priva de la vida a la futura gallina, pero su cuerpo aún no se ha desarrollado del todo. Y, por supuesto, sería más aconsejable consumir huevos no fecundados.
- ¿Y los vegetales? ¿No son también seres vivientes? ¿Por qué esos sí que podemos consumirlos?
- Muy sencillo. Ten presente que, para sobrevivir, hemos de
alimentarnos pero, una vez conocidas las líneas de la evolución y conocido dónde podemos perjudicar menos a nuestros hermanos y a nosotros mismos, lo lógico es hacerlo. Los vegetales no tienen cuerpo de deseos y, por tanto, no sufren. Por otra parte, su reencarnación es muy rápida, ya que disponen de multitud de semillas en las que renacer.
- ¡Caramba! Me estás asombrando.
- Es que el mundo es algo asombroso. Y la vida. Y la muerte. Todo lo que nos rodea es asombroso. Hasta nosotros mismos. Pero yo iba a hablar de sólo dos de estas leyes naturales que son las más directamente relacionadas con la razón espiritual para no comer carne.
- Es verdad. ¿Y cuáles son?
- La Ley de Renacimiento y la Ley de Retribución o de Acción y
Reacción. O también, la Ley del Karma.
- Bueno, pues explícamelas.
- Verás, la Ley de Renacimiento es la que nos hace nacer y morir a
todos los seres vivientes. Todos somos, en el origen, como chispas divinas, emanadas dentro de Dios. Todos poseemos, en potencia, todas las facultades divinas pero hemos de desarrollarlas, al tiempo que desarrollamos también el sentido de la individualidad. Y eso lo hacemos a lo largo de un número indefinido pero elevado de vidas, en las cuales vamos aprendiendo a manejarnos en este mundo, desarrollando la voluntad y el carácter y espiritualizando la mente. O sea que, cada vida es como un día de colegio en el que aprendemos ciertas lecciones en forma de experiencias. Luego volvemos a casa al morir. Y allí, en los mundos o planos emocional y mental, sacamos las conclusiones oportunas, es decir,
asimilamos lo asimilable. Y volvemos a nacer. Claro que, cada vez que nacemos lo hacemos con el bagaje que hemos adquirido en las vidas anteriores, exactamente como en el colegio: Cada día vamos a clase con lo aprendido el día anterior ya asimilado y formando parte de nuestro conocimiento.
- Está bastante claro.
- La otra Ley es la de Acción y Reacción, de Retribución o del
Karma, que de todas esas maneras se llama. Pero, antes de entrar en ella voy a hacer un inciso: Hay otra ley natural muy importante, la más importante, la base de la creación, que es la Ley del Amor que se enuncia con aquello tan conocido de "Ama a tu prójimo como a ti mismo; trátalo como te gustaría que él te tratase a ti y no le hagas lo que no te gustaría que te hiciese". Nuestros pensamientos, palabras, obras, deseos y emociones
sólo pueden, o coincidir con esta ley, cumpliéndola, o incumplirla. Y aquí interviene la Ley del Karma, representante o ejecutora máxima de lo que se denomina la justicia divina. Funciona así: Como todo pensamiento, palabra u obra del hombre supone haber puesto en movimiento una energía, una causa que, indefectiblemente, producirá un efecto, si esa causa está de
acuerdo con la Ley del Amor, el efecto será positivo. Y, si se enfrenta a ella, si la desobedece, el efecto, es decir , la consecuencia de esa causa, será negativa.
- No acabo de entenderlo.
- Te pondré un ejemplo. Imagina que tú tienes dinero y decides
ayudar a una familia necesitada y así lo haces. Habrás puesto en
funcionamiento una causa que, en su día, producirá un efecto que,
necesariamente, volverá a ti. Como esa causa está de acuerdo con la Ley del Amor, el efecto, que te vendrá en esta vida o en la próxima o en otra posterior, pero te llegará, sin duda alguna, consistirá en que habrás desarrollado más sensibilidad para ayudar a los que lo necesiten y tendrás más posibilidades económicas para hacerlo, lo cual te producirá un avance más rápido cada vez. Si, en cambio, en esta vida, te aprovechas de esa familia explotándola y haciéndola pasar privaciones o engañándola o perjudicándola de algún modo, esa causa que pones en funcionamiento y
que, inevitablemente, volverá a ti, será contraria a la ley y, por tanto negativa. Como consecuencia de ello, te verás privado de dinero o de poder y, lo que es peor, de sensibilidad, además de verte en una situación similar a la que tú creaste para los otros.
- ¡Es tan justo!
- Te voy a poner otro ejemplo muy de actualidad.
- ¿Cuál?
- El del aborto. Imagina que eres mujer y decides abortar o eres el
padre y haces abortar a la madre del nonato. ¿qué ocurre? Tú sabes que, para nacer hace falta un proceso de muchos, muchos años, a veces más de mil, desde la última vida - y a veces mucho menos, según los casos - y que para el nacimiento somos atraídos, a causa de las deudas recíprocas contraídas, por nuestros anteriores parientes ordinariamente. Bien, si privas a un semejante de renacer, después de sus esfuerzos, de construir sus vehículos superiores, de haber asimilado las enseñanzas de sus vidas anteriores y de haber obtenido la aceptación de tu Yo superior - porque todos los hombres con evolución similar a la nuestra, para renacer, lo
hacemos escogiendo los padres y el entorno social para que sea el
apropiado con el fin de aprender en él las lecciones que queremos aprender - indudablemente estás cometiendo un gran error que, por supuesto, perjudica muy gravemente al espíritu que pretende renacer. Pero tú te estás preparando, aparte de las consecuencias de tu acción, desde el punto de vista de la evolución espiritual, el que cuando, tras tu muerte y el período entre vidas, intentes renacer, no encuentres quien quiera prestarte su apoyo siendo tu madre o tu padre. Y eso puede retrasar tu evolución muy gravemente.
- Es impresionante.
- De este modo comprobamos que cada uno no somos sino el
resultado exacto de lo que hemos hecho en el pasado y no tenemos ningún derecho a reclamar a nadie ni a echar la culpa a nadie, porque tenemos exactamente lo que nos hemos merecido. Pero esta ley tiene un aspecto aún más interesante: Que nuestro futuro está en nuestras manos, exclusivamente en nuestras manos y, por tanto, lo que seamos o tengamos o logremos mañana será, exclusivamente, el efecto de las causas que hoy pongamos en funcionamiento. Y las leyes naturales no hacen distingos.
Son inexorables. Todos les estamos sometidos y todos por igual. Por tanto, la justicia que esta ley define y configura es la justicia perfecta, sin posibilidad de reclamaciones ni de juicios comparativos.
- Comprendo. Y es muy serio
- Pero también muy consolador y muy orientativo.
- Y ¿ esto explica las razones espirituales para no comer carne?
- Pues sí. Verás. Si cada animal reencarna, como nosotros,
innumerables veces, ello supone que ese espíritu, por un lado, tiene el propósito de renacer y con ese fin realiza un esfuerzo y tiene un objetivo concreto y crea unos vehículos - todo de acuerdo y ayudado, por supuesto, por otras leyes naturales que no son del caso ahora - , es decir, tiene unas expectativas de vida y de adquisición de experiencia y, en una palabra, de evolución. Y entonces llegas tú, lo matas - o haces que lo maten, que para
el caso es igual - y se acabó. Has privado a un espíritu como el tuyo, sólo que más atrasado en la evolución por pertenecer a otra oleada de vida, de sus posibilidades de progreso. Los vehículos de los animales superiores son muy complejos, tienen tras de sí muchos millones de años de evolución, que suponen esfuerzos infinitos, y el privar a un espíritu de la posibilidad de vivir, es algo que va en contra de la Ley del Amor. Por tanto, es una actuación negativa que, lógicamente, nada bueno puede traer como retribución. ¿Has comprendido? ¿Comprendes de dónde surge el mandamiento de "no matarás" y qué hay detrás de él? ¿Sigues opinando que los que no comen carne son unos chiflados?
- Te aseguro que no. Yo no tenía ni la más leve sospecha de todo lo
que me has dicho y claro...
- Pero las leyes naturales no tienen en cuenta si tú lo sabes o no. De
ahí la conveniencia o, mejor, la necesidad de estudiarlas porque, en verdad, y bien mirado el asunto, el único pecado del hombre es la ignorancia.
- ¿La ignorancia, el único pecado?
- Sí. ¿Tú crees que si todos conociésemos todas las leyes naturales
cometeríamos algún error para luego tener que sufrir las consecuencias?
Porque cabe pensar que en el mundo físico, el infractor tiene siempre la esperanza de que no le descubran y, por tanto, de que no le castiguen. Pero ante las leyes naturales no hay posibilidad alguna de camuflaje y la cosa cambia.
- Claro, ya lo creo que cambia. Oye, y ¿no hay ninguna manera de
evitar esa consecuencias?
- Si. Hay un medio. Hay un medio, pero ten en cuenta que todo esto
es muy complejo porque estamos actuando en tres planos, tres mundos a la vez y en todos ellos hay retribución. Hay un medio de evitar el mal moral.
- ¿A qué llamas tú el mal moral?
- Pues a las consecuencias negativas en los planos superiores.
- Sigo sin comprenderlo.
- Es que esto se nos está complicando . Hemos empezado con el
vegetarianismo y ya ves dónde estamos. ¿Estás de verdad interesado en profundizar en este tema?
- Por supuesto. Me está pareciendo la cosa más interesante, por no
decir más importante, que he oído en mi vida.
- Es que no te he dicho algo que no era necesario para lo de la carne pero sí que lo es ahora.
- ¿De qué se trata?
- De lo que ocurre tras la muerte, o sea, entre dos encarnaciones.
- Caramba. Eso sí que me interesa. ¿Me lo puedes explicar? ¿Lo
sabes?
- Sí. Está al alcance de todos los que quieran conocerlo. Siempre lo
ha estado.
- Pues, hijo, no lo comprendo. ¿Por qué nadie habla de ello?
- Porque casi nadie se interesa por estos temas. Porque, en su
evolución, aún no han llegado al punto de planteárselos en serio. Pero siempre ha habido gente que lo ha estudiado, que lo ha investigado, que lo ha descrito, que lo ha visto...
- ¿Visto? ¿Hay geste que lo ha visto? ¿Lo que ocurre tras la muerta?
- Y hay gente que lo ve. Pero mucha.
- ¿Y por qué no lo dicen?
- Sencillamente, porque no les interesa la publicidad. Ellos están en
la línea de la Ley del Amor y no buscan dinero ni fama ni admiración. Lo que buscan es ayudar y eso lo hacen explicando todo esto a quien se lo pregunta en serio. ¿Tú te lo habías preguntado a ti o lo habías preguntado a alguien?
- No.
- ¿Y qué crees que significan aquellas palabras del evangelio:
"Buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá, pedid y recibiréis?
- ¡Claro! Ahora las comprendo.
- Bueno pues, llegados aquí, seguiré con lo que te iba a aclarar. Tras
la muerte sólo ocurre que nos damos cuenta de que hemos perdido el cuerpo físico y, por tanto, no podemos comunicar con el mundo físico ni manejar nada de él porque no tenemos medios. Por lo demás continuamos siendo los mismos de siempre. No creas, como la mayor parte que, por el hecho de morir, se convierte uno en sabio, santo y poco menos que Dios.
No. Nada de eso. Uno es exactamente como era aquí, con los mismos defectos y carencias y virtudes y manías, pero sin cuerpo físico.
- ¿Sólo eso?
- No. Luego se revive la vida que se acaba de vivir y se vive tres
veces.
- ¿Tres veces? ¿Y eso por qué?
- Porque la primera vez se revive en lo que la iglesia llama el infierno que, por supuesto, no es eterno - lo cual sería una barbaridad - o lo que los especialistas e investigadores de estos temas llaman el purgatorio y, las otras en los que se llaman el primero y segundo cielos.
- Aclara eso, por favor.
- En esa revivencia de la ultima vida en el purgatorio, cuando se llega a un pasaje en que, de algún modo, hicimos daño a alguien, ese dolor, ese daño, ese perjuicio lo sentimos nosotros en nuestra propia carne.
- ¿Eso es posible?
- ¿Por qué no? Todos conservamos en el átomo simiente de cada
cuerpo, de cada vehículo, la película completa de todas nuestras vidas.
¿Cómo crees que sería posible si no el recordar las vidas anteriores como ocurre con la hipnosis profunda? ¿Te has dado cuenta de que, cuando te miras al espejo lo que ves no eres tú mirándote, sino tú vuelto al revés? Tu mano derecha sigue siendo la misma, pero en el espejo se ha convertido en tu mano izquierda, y lo mismo ocurre con todas las partes de tu cuerpo...
Pues, aunque no sea exactamente eso, algo así ocurre con lo de
experimentar tú el dolor que causaste a otros. Lógicamente, nuestro
espíritu toma buena nota de lo que en otras vidas no deberá hacer. Y así vamos aprendiendo o, lo que es lo mismo, evolucionando. Cuando se nazca la próxima vez y se vaya a cometer el mismo error, se oirá una vocecita interior que dirá : ¡ojo!
- ¿Y qué pasa en el primer cielo?
- Pues exactamente lo mismo pero al revés: Que allí se vuelve a vivir la última vida y se experimenta todo el bien, todo el placer, todas las alegrías que se han producido a los demás. También aquí el espíritu toma nota y en la próxima encarnación sentirá una tendencia a repetir aquello que produce felicidad.
- ¿Y después del primer cielo?
- Aún se pasa a un segundo y a un tercer cielos cuya descripción no
procede aquí. Bástete saber que el espíritu siente deseos de aprender más, de conocer más leyes naturales y, lo mismo que el niño no puede evitar crecer, él se siente impulsado a preparar su próxima reencarnación.
- ¿Cómo la prepara?
- Ten en cuenta que todo esto es más serio y más profundo de lo que parece y requiere estudio y tiempo. Sobre todo, no es para curiosos sino, como te he dicho antes, para los que están verdaderamente interesados.
- Bueno, es que yo ya lo estoy.
- De acuerdo. Te explicaré esto y terminaré con la manera de evitar lo que he llamado el mal moral.
- Estupendo. Te lo agradezco.
- Cuando el espíritu desea reencarnar, como posee los átomossimiente de todos sus vehículos que, a diferencia de éstos, no se descomponen, y conservan toda la historia evolutiva de ese espíritu, comienza a descender - digo descender por decir algo aunque debería decir "pasa sucesivamente a distintos mundos o planos de creciente densidad que son el mental, el emocional, el etérico y el físico" - y, como cada átomo-simiente conserva las vibraciones exactas de todas las características adquiridas hasta ese momento, sean buenas o malas, a medida que desciende, va atrayendo magnéticamente materiales de esa misma vibración, con los que construye su vehículo. De este modo, cuando nacemos en este mundo, tanto nuestro cuerpo físico como el etérico, el
emocional y el mental se encuentran con las características que tenían antes de iniciar su descenso hacia la reencarnación. Con ello, primero, no se pierde nada de lo adquirido en vidas anteriores y, segundo, nadie es ni tiene más de lo que por su propio esfuerzo mereció. Porque, has de saber, amigo mío que, en la naturaleza - tanto este mundo como los superiores son todos naturaleza y son todos materiales, aunque de distintas densidades - en la naturaleza, digo, no se regala nada. Todo tiene su costo.
- Comprendo perfectamente y me parece lógico y justo. Oye ¿y qué
pasa con ese medio de que me has hablado antes, para evitar el mal moral.
- Ah, sí. En efecto, hay un medio para evitar tener que sufrir tras la
muerte el mal que hemos podido hacer en vida, aunque no sus
consecuencias físicas futuras.
- Explica, por favor.
- El sistema es archiconocido aunque no se le ha dado generalmente
la importancia que tiene.
- ¿Y cuál es ese sistema tan conocido?
- El arrepentimiento sincero. Y lo comprenderás enseguida: Si tú,
después de haber perjudicado a alguien con el pensamiento, las palabras o las obras, te das cuenta de lo que has hecho y sientes verdadero dolor y te disculpas o reparas o restituyes, ese dolor y ese propósito de la enmienda obran en ti como obraría el purgatorio - que no tiene más finalidad que esa - y, por tanto ese pecado "queda borrado" de tu átomo simiente de modo que, tras la muerte, cuando llegue ese pasaje de tu última vida, habrá desaparecido y no experimentarás ningún dolor. El arrepentimiento sincero
- y en ello no caben engaños porque son tus propios átomos-simiente los que graban y conservan toda la verdad en todos los planos - te borrará los pecados a efectos de que habrás aprendido la lección. Pero los efectos negativos de tu actuación anterior, recaerán sobre ti porque es de justicia.
- Eso no me parece tan justo ¿no?
- ¿Cómo que no? Si en este mundo tú perjudicas a alguien, de
cualquier modo que sea, ¿crees que, simplemente arrepintiéndote has reparado lo hecho? Si te arrepientes, ello supone que ya no reincidirás, que esa lección la has aprendido. Pero tu acción está en marcha, la deuda contraída está pendiente y, con toda justicia, ha de volver a ti, y tú tienes que experimentar sus consecuencias.
- Sí, claro. Entonces, ¿todo esto es la base de lo que la iglesia dice del perdón de los pecados...?
- Por supuesto. Fíjate que la iglesia dice que, aunque te confieses y el sacerdote te dé la absolución, si no tienes verdadero arrepentimiento, verdadero propósito de la enmienda, tus pecados no quedan perdonados.
¿Por qué? Porque son el dolor y el arrepentimiento sinceros los que de verdad borran los pecados, y no la absolución. Esta tiene otra finalidad, y es una ayuda suplementaria, pero eso ya es otro tema que, no puedo exponerte ahora. Si de verdad estás interesado en estas materias, existe bibliografía abundantísima sobre ellas y puedes estudiarlas con todo detalle.
- Pero todo esto ¿cómo se sabe?
- En primer lugar porque son conocimientos que proceden de la
antigüedad y que se han transmitido hasta hoy. Todos ellos ya se conocían en la antigua Babilonia, en Egipto, en Atenas, en Roma, en Jerusalén...¿Qué crees que quiere decir el evangelio cuando dice que Jesús hablaba en parábolas a las multitudes pero luego explicaba en privado el contenido de las mismas a Sus apóstoles? ¿No sabes que Pitágoras y Platón y la mayor parte de los grandes filósofos eran iniciados en los Misterios egipcios y griegos, además de en los griegos que, en el fondo, contenían todos estos conocimientos, como los contenían todos los sagrados Misterios de la antigüedad? Pues esos conocimientos son los mismos que Cristo transmitió a Sus discípulos y que hasta Constantino
conocieron los primeros cristianos y que, desde entonces, la iglesia, al ser nombrados sus obispos por el poder político, perdió. Pero se conservaron y se siguen transmitiendo. Y son éstos y muchos más, todos trascendentales.
- Bueno, pero ¿por qué no se publican?
- Se han publicado. Y, de hecho, en todas las épocas ha habido
quienes los han estudiado y conocido. Yo te diría que la mayor parte de las grandes figuras de la historia, por lo menos los filósofos y escritores, los investigadores e idealistas, han tenido conocimiento de la que se denomina Sabiduría Occidental.
- ¿Y por qué no lo han dicho?
- Porque hasta hace muy poco tiempo la iglesia ortodoxa tenía un
poder omnímodo y condenaba a la hoguera o al tormento o a la cárcel a quien no estuviese de acuerdo con lo que ella interpretaba de modo exclusivo. El problema con Lutero fue, fundamentalmente, que él defendía el libre examen, es decir que cada uno interpretase la sagrada Escritura libremente, y la iglesia quería - y sigue queriendo - que no haya otra interpretación distinta de la suya y, si existe, es herética. Sí, amigo mío, los
que tenían estos conocimientos lo pasaban mal. Y, aún hoy, surgen
problemas por el mero hecho de estudiar todo esto tan maravilloso, tan lógico, tan consolador, tan clarificador, tan tranquilizador, pero que no coincide con lo que la iglesia dice. ¿A ti te cabe en la cabeza que el Dios del amor pueda condenar a alguien "para toda la eternidad" porque muera sin haber confesado un pecado? ¿No te parece mucho más lógico, más razonable y más justo lo que te he expuesto?
- Desde luego.
- ¿Te parece lógico que, si no crees en la infalibilidad pontificia,
estés condenado por toda la eternidad?
- Pues, no.
- ¿Te parece lógico que si no ayunas un viernes de cuaresma sea
pecado y si no ayunas un lunes, no?
- No, claro.
- ¿Te parece lógico que, cuando el mandamiento dice, taxativamente
"no matarás", la iglesia aún justifique la pena de muerte?
- No. Por supuesto.
- Pues todo esto, y miles de cosas más como éstas, demuestran que la iglesia ha perdido los papeles, se ha cristalizado, no tiene respuesta...
Mientras las masas eran analfabetas y, por tanto, no usaban la mente y no hacían preguntas, era relativamente fácil acallar a los pocos intelectuales que surgían con ideas distintas a las oficiales. Pero, desde el momento en que la masa tiene acceso a los estudios, surgen los medios de comunicación, se implanta la libertad de pensamiento y de expresión, la iglesia se queda sin respuestas a miles de preguntas, amordazada por sus propios dogmas y mandamientos.
- Es cierto. Por eso, quizás, la juventud no es muy proclive a entrar
en los templos.
- Exactamente. Y es lógico. La juventud, la gente de hoy, quiere las
cosas claras, quiere comprenderlas. Y la iglesia, cuando no tiene respuesta, termina diciendo: "Hay que tener fe". Pero la fe, según la propia iglesia, es un don que Dios otorga libremente. Entonces, ¿los que no la reciben se quedan sin respuesta y se han de condenar? ¿Te parece lógico?
- No, francamente.
- Y, fíjate. Otra cosa te voy a decir que te va a asombrar: A pesar de todo esto, la iglesia, fundada por Cristo, continúa teniendo los poderes que Él le confirió en cuanto al ministerio de sacerdotes y obispos y a los efectos de la administración de los sacramentos. Y conserva en toda su plenitud y efectividad lo que se llama la "transmisión apostólica", o sea, la sucesión de los apóstoles por los obispos.
- No me digas.
- Sí. Cristo previó que los hombres iban a deformar sus enseñanzas y a cristalizarlas y a llenarlas de mandamientos de la iglesia - cuando El, precisamente, resumió el Decálogo en un solo mandamiento - y estableció las cosas de modo que, en primer lugar, la consagración de obispos y la ordenación de sacerdotes produjera siempre los mismos efectos que entonces - la posibilidad de manejar energías sutiles para determinados fines positivos - y, segundo, que esos efectos se produjeran aunque el sacerdote no sepa lo que hace, ni piense en ello, ni crea en ello; basta que esté ordenado, que utilice los signos de poder, los materiales indicados y las fórmulas establecidas, y los efectos se producen igual. Y, te aseguro
que esos efectos se notan y hasta se ven, por muchos de los asistentes. Y, con esto, amigo mío, terminemos. Te repito que si estás interesado puedes estudiarlo todo con detalle. Pero también te digo que el estudiarlo no sirve de nada si no eres luego capaz de ponerlo en práctica, es decir, si, como dicen los conocedores, no "vives la vida". Bueno, sí que tiene un efecto, pero no deseado. ¿Recuerdas aquello de que "al que más tiene más se le
exigirá"? Pues eso quiere decir que, si tienes los conocimientos y no los pones en práctica y no los diseminas, tu responsabilidad será mayor. Y es lógico.

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