viernes, 20 de marzo de 2015


Pensamientos-Simiente   (   Boletín Rosacruz , Nº 39 ) 
  por Francisco-Manuel Nácher
            Dios
         Mientras estás con otros, en medio de la turbamulta de la vida, es fácil afirmar y hasta asegurar y casi creerse que Dios no existe.
         Pero, cuando estás solo, ante la naturaleza o ante ti mismo, el peso de la presencia de  Dios  te  abruma,  te  anonada,  te  envuelve,  te  subyuga,  te  atrae,  te  absorbe,  te convence,  te  eleva,  te  transforma,  te  domina,  te  conmueve,  te  abarca,  te  consuela,  te llena de ti mismo…
 
         Sólo un defecto
         Si cada año eliminases un defecto de tu carácter, en pocos años serías una persona única.
 
         Lo más importante
         No te equivoques: Los más importante no es qué vivir, sino cómo vivirlo.
 
         La oscuridad
         ¿Por qué nos asusta la oscuridad? Seguramente, porque nuestro sentido principal es la vista.  Los ciegos de  nacimiento  no la temen. No saben lo  que es. Pero hay otra oscuridad que, esa sí que asusta a todos. Es la oscuridad del alma.
 
         Nuestro color
         Todos  tenemos  nuestra  aura,  con  nuestros  colores  característicos  (tendencias, hábitos, deseos, pasiones) y ése es el cristal a través del que, querámoslo o no, vemos a los  demás,  juzgamos  todo  lo  que  nos  rodea  y  coloreamos  todo  lo  que  sentimos  y pensamos.
 
         Sin palabras
         ¡Pensar sin palabras! Una aspiración. Una meta.
 
         La casualidad
         Nada ocurre por casualidad. Por tanto, querido lector, el que estés leyendo estas líneas obedece a una finalidad. Trata, pues, de averiguarla.


         Lo fácil y lo difícil
         Es  fácil  comprender  el  mundo  y  sus  leyes.  Es  tan  sencillo  que  resulta asombrosamente  ridículo todo el desconcierto que la humanidad ha creado en torno a
ello.
 
         Las vidas
         ¡Qué impresionante resulta pensar, al contemplar a un recién nacido, que ese ser tan débil e indefenso ha sido antes hombre y mujer y marino y mercader y soldado y prostituta y doncella y monje y asesino y adúltero y marquesa y alcahueta y gobernador y labriego y cazador y alcohólico y leproso y anciano y adolescente, en ininterrumpida sucesión, durante miles de vidas…!
 
         En secreto
         Hay que haber puesto en práctica una vez eso de ayudar al prójimo sin que él lo sepa (ni nadie) para darse cuenta de cuánto más hermoso es ayudar que ser ayudado.
 
         El amor
         El amor no tiene opuesto. Por eso lo abarca todo.
 
         El amor y el odio
         Lo opuesto al odio no es el amor. Lo opuesto al odio es el deseo, ya que ambos no son sino distinto grado de la misma  vibración y, según la Ley de Polaridad, se puede pasar de uno a otro, como del calor al frío o del mucho al poco o al nada. Ésta es la  explicación  de  esos  dramas  en  que  los  personajes  pasan  de  “amarse  intensamente”  a matarse literalmente. Pero el amor es otra cosa. Otra vibración.
 
         La filosofía
         Es  más  fácil  que  le  nazca  a  uno  la  tendencia  a  filosofar  en  los  momentos  de desgracia  que  en  los  felices.  Y  ello  porque  siempre,  antes  de  la  desgracia,  se  han 
conocido tiempos mejores.
 
         La pareja
         La  pareja  de  nuestra  vida  nos  está  predestinada  (nos  estamos  ambos predestinados),  bien  por  propia  elección,  bien  par  apagar  deudas  de  amor,  de  odio  u otras. Si lo tuviéramos en cuenta, todo sería distinto.
 
         Entender la vida
         Entender la vida no es cuestión de fe. Es cuestión de inteligencia, de raciocinio.
Ninguna  persona  inteligente  cree  nada  porque  sí  o  porque  lo  haya  dicho  o  escrito alguien,  aunque  ese  alguien  pase  por  ser  un  santo  o  un  modelo  o  un  arquetipo  en cualquier campo de la actividad humana. El mal está en que hay hombres que lo que no 
quieren es pensar (aunque, a la larga, les pase como a los ladrones: que, para no trabajar,
acaban trabajando más), que sienten una repugnancia congénita a usar la mente. Y ello por la sencilla razón de que su mente no les pertenece aún, no la saben manejar, y les funciona  sola,  como  desembragada  del  Yo.  Y,  a  esa  turbamulta  de  ideas,  de pensamientos, de imágenes enlazadas como salchichas, pero sin un fin ni una utilidad concreta,  que  ellos  ven  pasar  por  su  mente,  lo  llaman  pensamiento.  También  el  niño llama  avión  a  la  silla  tumbada  en  el  suelo,  sobre  la  que  ha  atravesado  una  madera  a guisa  de  alas.  Pero  no  por  ello  la  silla  es  un  avión,  ni  puede  volar,  ni  hace  ruido,  ni siquiera se desplaza.
                                                               
Boletín Rosacruz , Nº 39 AÑO 2.001 - SEGUNDO TRIMESTRE 
(Abril - Junio) Fraternidad Rosacruz Max Heindel de Madrid

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