sábado, 25 de abril de 2015

Lohengrin


LOHENGRIN 
por Francisco-Manuel Nácher

    1.- Esta ópera es la más conocida, la más popular y la más aceptada por la gente que, en general, no comprende ni considera siquiera interesantes las otras. Ello se debe a que su argumento es muy simple, por lo menos aparentemente. Y a que su música es verdaderamente exquisita y apela de modo inusitado a todas las sensibilidades.
     Hemos de tener en cuenta, sin embargo, y recordarlo siempre, que la música de todas las óperas de Wagner estudiadas en este ciclo es música de la nueva edad, es música del futuro. O, mejor dicho: Es música que nos influye siempre que la escuchamos - lo notemos o no, lo pretendamos o no - y siempre ayudándonos en nuestra evolución. Si nos acostumbramos a escucharla habitualmente, no tardaremos en notar que nuestra sensibilidad se ha agudizado, que nuestra espiritualidad mejora, que nuestras aspiraciones e ideales son más elevados y sublimes y nuestra fuerza interior se ha incrementado. 
    No esperemos, sin embargo, lograrlo en uno o dos días. Hay que insistir, hay que llegar a introducirse en esa música mágica o, mejor dicho, hay que permitir que esa música penetre en nosotros. No exige más esfuerzo que intentarlo. Y, por supuesto, los resultados pagarán con creces ese esfuerzo. Aconsejo contar con una traducción al español, de modo que, en cada momento sepamos qué está ocurriendo y cuál es el estado de ánimo de los personajes. No es preciso aprender las óperas de memoria. Sólo con ese nivel de conocimiento nos será posible identificarnos con cada emoción y cada súplica y cada queja y cada oración y cada sueño expresados por la música de este genial iniciado musical.
    2.- La acción de esta ópera se desarrolla en la época de la caballería andante, cuando los Caballeros Iniciados marchaban a través del mundo para defender a los débiles, enmendar injusticias y brillar en todo momento con luz propia, debido a sus virtudes, a su valentía y a su magnanimidad. 
  3.- Lohengrin, a pesar de su aparente simplicidad y superficialidad, encierra uno de los más grandes requerimientos para la Iniciación: La fe. 
    El argumento es el siguiente:
  El heredero del Ducado de Bravante ha desaparecido. Es el hermano de Elsa, heroína del drama, a la que se acusa, en la escena inicial, por Ortruda y Telramundo, sus intrigantes enemigos que desean hacerse con el poder, de ser la asesina de su hermano para heredar el Principado.
  Elsa ha sido citada ante la corte real para enfrentarse a sus acusadores. Cuando comienza el juicio, ningún caballero ha acudido en su defensa.   Parece, pues, perdida. Ella, inocente y devota, eleva sus oraciones a lo alto en demanda de ayuda. Y, en ese momento, aparece en el río un caballero, de pie sobre un cisne blanco y que, una vez llegado a la orilla, se dispone a asumir su defensa.
   El caballero pone una sola condición a Elsa para luchar en su favor: Que nunca le pregunte quién es ni de dónde viene. Elsa, naturalmente, viendo la apostura del caballero, su nobleza, sus modales y su valentía, no duda en aceptar la condición, pues no necesita más.
  Tiene lugar la lucha en la que vence el caballero que, no obstante, perdona la vida a Telramundo. El caballero, entonces, pide como premio la mano de Elsa.
  Telramundo y su esposa Ortruda, sin embargo, no renuncian por ello a sus intrigas. Así que hablan con Elsa y siembran en ella la duda diciéndole que, si el caballero no quiere decirle quién es ni de dónde viene y, además, ha pedido su mano, seguramente algo tendrá que ver con la desaparición de su hermano, de cuya muerte ella tan injustamente está siendo acusada. 
  Y Elsa, que no se había planteado en ningún momento incumplir el pacto, siente la necesidad de preguntar a caballero quién es y de dónde viene. Entonces el caballero, alegando que Elsa ha roto el pacto, anuncia que le resulta imposible quedarse y que se irá para no volver. De nada sirven las lágrimas y los ruegos de Elsa. El caballero evoca a su fiel cisne para partir. Cuando éste llega a la orilla, el caballero revela su identidad diciendo: “Yo soy Lohengrin, el hijo de Parsifal”. El cisne entonces, se transforma en el hermano de Elsa y se convierte así en su protector para el futuro. Lohengrin se va.
    4.- Vamos ahora a estudiar el significado oculto de esta preciosa obra: 
   El cisne - ya lo vimos en Parsifal al comprobar la desolación de los caballeros cuando el joven recién llegado mata con su flecha a uno de los que nadan en el lago donde Amfortas toma diariamente su baño reconfortante - es un símbolo unido siempre a los Caballeros del Grial. ¿Por qué? Porque el cisne es un animal que tiene la particularidad de que puede volar por los aires, puede caminar sobre la tierra, puede nadar en el agua y puede bucear en su interior. Es decir, es un ser capaz de actuar conscientemente en distintos mundos. Por eso se le ha utilizado siempre como símbolo del Iniciado, capaz, mediante su cuerpo alma, de viajar por los planos superiores, capaz, mediante su cuerpo físico, de actuar en la tierra como un hombre más y capaz, como Auxiliar Invisible, de atravesar inmune el fuego, el agua, el aire y la tierra. Ésta es la primera lección que ha de aprender el Auxiliar Invisible: Que ninguno de los cuatro elementos tiene poder sobre él, de modo que puede atravesar las paredes, puede sumergirse en el agua, puede volar y puede atravesar el fuego sin recibir daño alguno. Por eso los Auxiliares Invisibles actúan continuamente en incendios, naufragios, cataclismos geológicos, etc. , ayudando a quienes piden ayuda o la necesitan.
    5.- La antigua mitología nórdica recuerda cómo los caballeros que habían peleado valientemente y eran vencidos o mortalmente heridos, entonaban el canto del cisne. No se crea, sin embargo, que se trataba sólo de una brutal y sangrienta batalla. También hacía referencia a la “batalla interior”, queriendo decir que un alma que había combatido valientemente en la vida, al final, podía entonar el canto del cisne, es decir, pronunciar el juramento de la iniciación y hacerse capaz de entrar en otro reino para, desde allí, seguir ayudando a otros, lo mismo que lo había hecho aquí.
    Elsa es la hija de un rey. Es, pues, del más alto y noble linaje. Nadie que no sea así, es decir “bien nacido” - que haya nacido a la vida superior - puede solicitar la ayuda de caballeros como Lohengrin. En el mundo, en realidad, no hay ni nobles ni plebeyos, ni altos ni bajos. Sólo cuenta el grado de evolución que cada cual ha obtenido. Y sabido que el único medio de evolucionar consiste en el altruismo y el  servicio desinteresado al prójimo, es de suponer que Elsa había alcanzado de ese modo un determinado grado de evolución. Por eso, cuando necesitó ayuda, un alma noble se aprestó a ayudarla.        Uno de los primeros requisitos para la “boda mística”, para la Iniciación, consiste en que el interesado debe haber experimentado el abandono por parte de todos, debe haber llegado al estado de permanecer sólo en el mundo, sin ninguna ayuda de procedencia terrenal. Y sólo entonces cuando, en tales circunstancia, eleva sus plegarias al cielo, recibe la ayuda y la “oferta de matrimonio”.
   El instructor, pues, acude y demuestra incontestablemente sus poderes y su identidad y su origen al solicitante de ayuda. A cambio sólo exige una cosa: Fe. Confianza total y absoluta. Y quien, encaminado ya hacia la Iniciación, flaquea en esa fe inquebrantable en el Maestro, ve roto su contacto con él de un modo drástico e instantáneo y ningún maestro acudirá a sus llamadas ya en esta encarnación. Parece algo grave. Es algo grave. Pero es que, una vez demostrado su estatus por el Maestro, de modo indudable, es lógico exigir la confianza total en el que “sabe más”. No se trata ya de un gurú, ni de un enseñante terreno que cobra sus enseñanzas. Se trata de un ser que ha alcanzado cotas de evolución elevadísimas y que no puede perder su tiempo y sus energías ayudando a alguien que no confía en él, ni otorgarle poderes para los que no está preparado.     Sobre este particular insisto en algo que ya dije pero que conviene recordar. Max Heindel nos previene frecuentemente de que, en el sendero a veces se tropieza uno con visiones, fenómenos, voces interiores, etc., muchos de los cuales pretenden erigirse en maestros nuestros. Y nos dice clarísimamente: A menos que ese maestro nos demuestre su grado de evolución plasmando en nuestra vista interior las escenas de lo que desea comunicarnos o enseñarnos, de modo que lo veamos sin ningún lugar a dudas, con una claridad total, declinemos el ofrecimiento porque se trata de un impostor, de los que abundan tanto en los otros planos como en éste. Una vez comprobado, pues, por nosotros, ese elevado estatus evolutivo, que nos lleva, a lo mejor, Períodos enteros de ventaja, ¿cómo vamos a dudar siquiera de la conveniencia de lo que nos sugiera?  
      El hermano de Elsa, ostensiblemente, había obtenido la Iniciación y por eso escuchó sus demandas de ayuda y logró la ayuda del Maestro, en el cual confiaba ciegamente, y pudo recuperar su anterior lugar, bien que con unas facultades muy superiores, y convertirse en el protector de su hermana que, en esa encarnación, falló desgraciadamente, donde su hermano había triunfado. 

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