lunes, 27 de abril de 2015

Tristán e Isolda


TRISTÁN E ISOLDA 
por Francisco-Manuel Nácher 

   1.- Wagner utilizó su genial inspiración musical para acometer, con total éxito, la plasmación en esta ópera del tan sublime como oculto y profundo misterio del Matrimonio Místico. 
    Sobre su elaboración escribió: 
   “Cuando me sumerjo en el silencio creador, para la confección de mi Tristán, ¿quién podría imaginar el milagro que me llena y me eleva de este mundo hasta el punto de sentir que lo he sobrepasado? Es el más íntimo sentir del alma el que hace aflorar la acción del drama y la trae a la luz del día exactamente como tuvo lugar en ese plano interno”.
  La misma experiencia que relata y el desarrollo del tema demuestran que Wagner elevó su conciencia a mundos de cuatro dimensiones. Recordemos que San Pablo decía: “Las cosas que se ven son temporales; las que no se ven, son eternas”. Y Emerson añade: “Sólo lo finito padece y sufre; lo infinito está sumergido en sonriente reposo”. Hacia ese mundo de reposo, esa esfera espiritual, ese país del Nirvana, es hacia donde la música toda de esta ópera, así como su acción, apuntan. Laurence Gilman, el mejor estudioso de la vida y la obra de Wagner, aclara: “Wagner concibe el Tristán como un drama interno del hombre y, a menos que asumamos esa realidad, sólo percibiremos lo externo de la obra”. Y el propio Wagner concluye: “Se me hizo patente que había encarnado el más aclaratorio y el más exótico de todos mis escritos”.
    2.- Tristán e Isolda es mucho más que un drama romántico sobre el amor verdadero y profundo. Es más que la más maravillosa música de amor que jamás se ha escrito. Es un misterio que trata de la expansión, desarrollo y unión de las dos polaridades del espíritu, manifestadas como masculina y femenina en la naturaleza. “Cuando me concentré en Tristán - dice Wagner - me sumergí en las mayores profundidades del espíritu y traté de expresar su apariencia externa, desde el mismo centro de ese mundo interior. En mi drama musical, la ida y la Muerte, todo el significado y hasta la existencia del mundo exterior, dependen enteramente de los ocultos misterios de la vida del espíritu”.
   La tragedia discurre, no por lo que sucede a sus protagonistas, sino por lo que éstos son. Se trata de un drama, no de acciones exteriores, sino de estados espirituales. 
   El preludio contiene ya los siete motivos correspondientes a los siete personajes principales. En relación con esto, nótese que, desde el punto de vista oculto, el hombre posee un cuerpo séptuple, en correspondencia con la estructura septenaria del cosmos y cuya evolución tiene lugar en siete Períodos o eones. El drama que estudiamos, pues, está perfectamente sintonizado con los ritmos de la naturaleza que a todo subyacen. 
   Obsérvese también que el más importante significado del número siete le viene del hecho de ser la combinación del tres y el cuatro, la trinidad del espíritu y los cuatro vehículos inferiores o personalidad. Y que la evolución, precisamente trata de elevar los cuatro principios inferiores al nivel de los superiores. El proceso iniciático a que el drama se refiere trata de ese proceso de transmutación y nos proporciona un ejemplo admirable del dicho oculto que reza: “Cuando el Ternario se inclina hasta besar al cuaternario, entonces el cielo y la Tierra se unen”.
  Los siete motivos musicales empleados comprenden todo el Sendero de la Iniciación. 
  El primer motivo, de la Confesión de Amor, representa la dedicación al Sendero.
    El motivo del Deseo, repetido cuatro veces, describe la limpieza de los cuatro cuerpos inferiores: el físico, el etérico, el de deseos y el mental concreto. 
  El motivo de la Vigilancia es el comienzo del trabajo con la polaridad del espíritu. 
  El motivo del Casco Mágico que, según el propio Wagner, nace del motivo de la Vigilancia, representa el cuerpo alma con el que el aspirante ha de vestirse antes de tomar parte en los sagrados ritos del Matrimonio Místico. Y este traje no se puede formar hasta que las dos polaridades del espíritu, la masculina y la femenina, se han conseguido equilibrar.  
   El motivo de la Muerte describe la renuncia completa a las cosas de la carne a cambio de las cosas del espíritu. 
  El motivo del Amor está repleto de fuego místico y de la belleza de la transmutación de lo inferior en lo superior. Junto con el motivo de la Vigilancia, forma la trama musical omnipresente en toda la ópera. 
  La obra alcanza su clímax con el aria Liebestod o motivo del Amor-Muerte, que no se refiere a la muerte física, sino a la muerte del alma para todo lo que no sea el amor divino y la bendición celestial que llega con la consumación del Matrimonio Místico. 
   La obra, pues, trata de un amor que “ sólo los inmortales pueden satisfacer y sólo la muerte puede extinguir”. 
   3.- El argumento es muy simple y no todo se representa en escena, sino que se relata en distintos pasajes:
   Tristán era hijo de Blancaflor, una doncella del Grial, y el caballero de Kavelin. A la muerte de su esposo, Blancaflor se retiró a los estados de su marido en Bretaña, atendida por su fiel sirviente Kurvenal, y allí transcurrieron los años de la infancia de Tristán.           Cuando alcanzó los quince años, se le envió a la corte de su tío, el poderoso rey Mark de Cornualles, para su entrenamiento como futuro caballero, siguiendo las costumbres de la época.
    Tristán acompañó a su tío Mark en sus campañas contra Irlanda. Mark fue vencido y tuvo que aceptar el pago anual de un tributo al insolente gigante Morold. Hasta que Tristán decidió acabar con aquel estado de cosas y, desafiando a Morold le venció y envió a Irlanda su cabeza en lugar del tributo. 
   Pero Morold era el prometido de la princesa de Irlanda Isolda. Y, además, antes de morir, infligió a Tristán una herida que no sanaba con ningún remedio.
   Habiendo oído hablar Tristán de los poderes mágicos de la reina de Irlanda y de su hija, se disfrazó de juglar y se trasladó a su corte. Su herida fue curada por la princesa que, al verlo, se enamoró de él, aunque mantuvo ese amor en secreto.
   Al regresar a Cornualles, Tristán alabó tanto la belleza y las artes mágicas de Isolda que el rey Mark, su tío, que había renunciado al matrimonio y pensaba designar como heredero a Tristán, decidió pedirla en matrimonio atendiendo las demandas de su pueblo que le pedía que buscase esposa. De ese modo se conseguía, a la vez, la paz entre Irlanda y Cornualles. Decidido, pues, envió a Tristán como emisario suyo especial para pedir la mano de Isolda y, si era aceptado, para acompañarla a su reino.
   4.- Como he dicho, hay siete caracteres en la obra: Tristán e Isolda, ambos de estirpe real, están ya avanzados en el sendero de la evolución. El elevado desarrollo de Tristán queda reflejado en el hecho de que su fiel asistente Kurvenal tipifica la personalidad que, desde el principio del drama está totalmente bajo el control del espíritu, representado por Tristán.
   Brangane, la asistenta y amiga de Isolda representa la Ley del Destino Maduro o “cosecha fatal”. Isolda la describe como teniendo en sus manos los hilos de la Vida y la Muerte, la Alegría y el Dolor.
    Melot, el guardaespaldas del rey Mark, es la naturaleza inferior, que siempre intenta torcer las aspiraciones del espíritu. Él es quien inflige a Tristán la herida mortal.
   Sir Morold, el nefasto gigante vencido por Tristán representa los errores acumulados en vidas anteriores, que han de ser enfrentados y transmutados antes de que el Ego quede libre y pueda penetrar en la sala para celebrar el Rito del Matrimonio Místico. 
   El rey Mark representa la conciencia objetiva, externa, que no tiene noción de las verdades ocultas a las que Tristán e Isolda han dedicado sus vidas. 
   5.- El primer acto transcurre a bordo del barco que conduce a Isolda al reino de Mark para contraer matrimonio con él y a cuyo timón está Tristán. El barco representa el cuerpo alma y el mar, la sustancia universal del mundo astral en el que al alma funciona mientras el cuerpo duerme o tras la muerte. 
     Los marinos cantan a las doncellas que han quedado en Irlanda y de las que el viento los aleja abombando las velas. Representan la vida convencional que se mueve por la superficie de las cosas con poco o ningún interés por los profundos objetivos del espíritu.               Isolda, molesta por la poca atención que le presta Tristán, le envía llamar a su presencia a través de su doncella. Pero Tristán está al timón y están atravesando una zona de escollos y no puede acudir, obedeciendo la orden de Isolda.
   Ella aparenta molestarse pero, refiriéndose a Tristán, dice “Destinado a mí, perdido para mí. Cabeza y corazón perjuros”. Con ello expresa el deseo de unir la cabeza y el corazón, el cuerpo y el  lma, la personalidad exterior y el ser interno, ya que es imposible cualquier adelanto si la cabeza va en una dirección y el corazón en otra. Y añade: “Dame aire o pereceré”. Esto significa que está pasando la prueba del Agua, relativa a la naturaleza de deseos. Y que, como sale triunfante, suspira ya por la siguiente Iniciación, la del Aire, que se relaciona con los poderes de la mente.
     La reina madre de Isolda, maga eficiente, le ha dado a su hija un filtro amoroso que ella y el rey Mark deben beber y que les producirá un amor inmortal. También, conociendo el amor oculto y disimulado de su hija por Tristán, le ha añadido otro filtro, éste mortal. 
    Cuando Isolda le ordena a su asistenta que repita a Tristán su orden de acudir, le dice también que prepare el brebaje mortal, que beberán los dos juntos. 
    Hay una antigua máxima del Templo que dice que “el que pierda su vida, la salvará y el que salve su vida, la perderá”. 
   Tristán e Isolda deben renunciar a las cosas del mundo para recibir la santa gracia de la Iniciación. Precisamente a causa de esa renuncia y como consecuencia del Destino Maduro, representado por Brangane, lo que reciben en lugar de la muerte es un éxtasis de amor inmortal, ya que la sirvienta ha sustituido el filtro de la muerte por el del amor. 
   Tristán acepta gustoso la copa de la sintonización que le ofrece Isolda. Cuando él pregunta: “¿Dónde estamos?”, ella responde: “Cerca de nuestra meta”. Tristán bebe el hechizo hasta - dice - “el fin de un ilimitado lamento”, adivinando su propósito y aceptándolo de buen grado.
   Es preciso interpretar metafísicamente el lenguaje de Tristán para poder comprenderlo. Cada escalón en el sendero iniciático de los Misterios Cristianos está sintonizado con su particular huella musical. El genio de Wagner conocía tal hecho y trajo para los oídos mortales las notas de los distintos grados de Iniciación. En este momento del drama introdujo el exquisito motivo de la Vigilancia, música perteneciente al Rito del Bautismo en los Misterios Cristianos. Este grado se dice que “trae la Luz” ya que quien en él participa obtiene el poder de la visión extendida al Mundo del Deseo.
    Mientras la música aumenta su intensidad dramática, Tristán e Isolda llevan la copa del amor, que ellos creen de la muerte, a sus labios y beben la mágica poción. Mirándose profundamente a los ojos, sienten que su destino está en andar juntos el sendero del espíritu por toda la eternidad. Caen uno en brazos del otro mientras un disparo de cañón anuncia que han llegado a Cornualles. 
   A la llegada del barco, el rey Mark acude a cumplimentar a su prometida. Todo es regocijo, tanto a bordo como en tierra. Pero Tristán e Isolda permanecen ajenos a ello. Están centrados en la vida interna y en su dedicación al espíritu. Y es Brangane (el destino) la que los despierta para que cumplan sus deberes en el mundo físico. 
   El desigual desarrollo en los asuntos del mundo físico entre el hombre y la mujer no es sino la consecuencia de una falta de equilibrio. El principio femenino es el del amor, la intuición, la imaginación, la facultad de crear imágenes, que “cayó” cuando Eva, la polaridad femenina, comió del fruto prohibido, con el resultado de que, en el mundo físico, la mujer ha sido relegada a una posición subordinada con relación al hombre. 
    Desde entonces ha existido un falso equilibrio entre el hombre y la mujer. Y el hombre no puede reverenciar y respetar debidamente a la mujer hasta que despierte y desarrolle el principio femenino en su interior. Por eso los antiguos videntes decían que las bodas se realizan en el reino de los cielos, a lo que Cristo añadió que el reino de los cielos está dentro de nosotros.
     Los matrimonios terrenos alcanzan la perfección sólo en el grado en que cada uno de los cónyuges establece un equilibrio interno entre los dos polos del espíritu individual. Es la única manera de ver las cosas como el otro y adelantarse a sus deseos.
    María, la madre de Jesús, y Cristo, representan esos dos principios en perfecto equilibrio y por eso tomaron parte en las Bodas de Caná de Galilea, unión simbólicamente representada por el agua y el vino.
     Cristo es el principio masculino perfecto. La Virgen María, el perfecto femenino. Esta boda de Caná es uno de los pocos momentos de la Biblia en que se menciona una actuación de la Virgen. Y ello se debe a que ambos polos, el masculino y el femenino, han de tomar parte, en plan de igualdad, en este rito divino, en el que el agua de la vida emocional se convierte en el vino del espíritu.
     Es asombroso cómo Wagner sabe manejar a lo largo de toda la obra estos dos elementos, primero separadamente y, poco a poco, unidos: En el primer acto, los motivos musicales de Tristán y de Isolda se alternan, pero el de Isolda va in crescendo. En el segundo acto, los motivos del Día y de la Noche se contrastan, con la Noche, el principio femenino, aún predominante. En el tercero, los motivos de la Vida y de la Muerte se contraponen, bien entendido que Muerte significa aquí nueva vida mediante la Iniciación, que se obtiene gracias a la exaltación del Amor. La unión se obtiene finalmente en el glorioso clímax del motivo Amor-Muerte que da fin a la obra.
    Dije ya que en las óperas de Wagner cada personaje va siempre acompañado de su propio motivo musical. En ésta, sin embargo, los motivos de Tristán y de Isolda aparecen siempre juntos, el de Tristán en cromáticas descendentes y el de Isolda en cromáticas ascendentes. Ambos motivos se repiten siempre tres veces y siempre se concluye con las cromáticas ascendentes de Isolda, el femenino en exaltación. Eso demuestra que Wagner sabía que el propósito fundamental de la Iniciación estriba en la liberación o elevación del principio femenino.
    Se ha criticado frecuentemente de esta ópera su falta de acción, Y es cierto desde el punto de vista externo. En el plano del espíritu, sin embargo, su acción es subyugante y ello se refleja en la intensidad de la música.
    Cada experiencia importante de la existencia humana contribuye a robustecer el polo masculino o el polo femenino del espíritu, dependiendo de la reacción individual. Cuando el hombre es lo suficientemente sabio para aspirar al Matrimonio Místico, trabaja para el desarrollo simultáneo de ambas polaridades. Y trata de unir la fortaleza y coraje masculinos con la delicadeza y ternura femeninos.
     Wagner destaca las etapas por las cuales el alma se dirige a esa fusión: En el segundo acto, Isolda dice: “Yo estoy en la luz, pero tú, Tristán, estás en la oscuridad”. Y, en el tercer acto, Tristán dice: “Yo estoy ahora en la luz, pero Isolda permanece en la luz solar del día”. En cambio, los dos están unidos para siempre en la escena final, de liberación. 
     Wagner añade en un epílogo que de la doble tumba surgieron dos rosas, una roja y otra blanca, que salieron de sus corazones y se entrelazaron a la altura de sus cabezas. Vemos aquí representados el hermoso Jardín de Rosas, símbolo de la transmutación, de los Rosacruces; el Jaquim y Boaz de la Masonería; la unión del Sol y la Luna de que hablaban Paracelso y los alquimistas medievales; y el agua y el vino de las Bodas Místicas de Caná. 
    6 .- En el segundo acto, además de los temas del acto anterior, Wagner introduce dos motivos nuevos: El del Día, que esotéricamente se refiere a la vida en el mundo externo y objetivo, y el del Éxtasis o de la Noche, que pertenece a los planos subjetivos internos. El tema de la Noche, relativo al plano espiritual, es en verdad, una transcripción de la armonía de los mundos superiores, la “música de las esferas”, que construye el universo.
   Transcurre la acción en los jardines que circundan el palacio del rey Mark. Es cerca de media noche y el cielo está lleno de la luz del plenilunio. Isolda la llama “Noche Santa”, mientras que Melot, representante de la naturaleza inferior, trata de malograr el idilio de los dos jóvenes haciendo creer al rey que Tristán ha seducido a Isolda. 
   El rey Mark está en una partida de caza y ya se oyen los cuernos de los cazadores que regresan. La fiel Brangane sospecha la traición de Melot e intenta advertir a Isolda, pero la exaltación de conciencia de ésta está más allá del temor. 
   Vestida de blanco, espera el regreso de Tristán. Es tan luminosa como la luna, radiante y feliz, lo cual no es sino una referencia a la luminosidad del Auxiliar Invisible y a las actividades nocturnas de Ego mientras el cuerpo físico duerme.
   Isolda señala a Tristán con una antorcha, recordándonos la máxima oculta que se da a cada neófito la primera vez que adquiere la consciencia de los planos internos: “Cuídate de cualquier ser que no brille”. 
    En esta escena de la ópera se puede escuchar la más grandiosa música de amor jamás escuchada en este mundo. 
   Brangane, sospechando aún, acude a vigilar. El canto de la Vigilancia Nocturna que ella interpreta no es música terrena. Son las voces de la noche armonizadas con los cánticos de los ángeles, “Planos donde el aire que respiramos es Amor” - dice. 
   Tanto la música como las palabras de todo el drama tienen, simultáneamente, como se habrá comprendido, un sentido interno y otro externo. Con gran conocimiento, Wagner entreteje los motivos musicales del día y de la noche, el primero simbolizando el mundo externo con su conocimiento objetivo, y la noche, la gozosa libertad de los mundos espirituales.
   Por eso, Tristán e Isolda cantan a la noche como a su amiga y al día como a su enemigo, pues éste no puede jamás comprender ni aceptar su unión. Tristán dice: “Los ojos santificados por la noche se ríen de los petulantes esplendores del día, cuyos polvorientos rayos solares se trenzan en vano para uno que conoce los raptos de la noche, en la que los secretos del amor se hallan por siempre escondidos”.
   En los anales de la música no hay nada comparable al éxtasis del dueto “O sink hiernieder, Nacht der Liebe” que reza: “¡Desciende sobre nosotros, oh noche de amor. Siembra el olvido sobre nuestra vida. Acógenos en tu seno. Llévanos lejos del mundo!
   Tristán canta: “Yo ya no soy Tristán, soy Isolda”. E Isolda responde: “Yo ya no soy Isolda, soy Tristán”. Es fácil percibir aquí el equilibrio perfecto, para cuya descripción Wagner trajo a la Tierra los compases del Rito de la Transfiguración, tal y como se escuchan en las Escuelas de Misterios Cristianas. 
   Brangane advierte de nuevo del peligro que se acerca, pero los amantes no le prestan oídos.
   “¿He de despertar?” - canta Tristán. E Isolda responde: “Déjame morir”. Son las palabras del místico que, consciente y despierto en su cuerpo alma, no quisiera cambiar su libertad y su rapto por los estrechos confines del cuerpo físico y las limitaciones de las actividades diarias.
   Kurvenal pide a Tristán que se salve, pues el rey, ofendido, ha regresado. Llega el rey, que vive en el mundo y nada comprende ni sabe ni le interesa el ardor de los que han encontrado los misterios centrales de la vida y del ser. Habla otro lenguaje y vive en un mundo distinto del que habitan Tristán e Isolda.    No obstante, es un hombre noble. Sólo no comprende cómo su hijo adoptivo puede haberle ofendido de ese modo con su prometida. 
   Tristán le responde: “No te lo puedo explicar, oh rey, porque no lo comprenderías”. Después canta, preguntando a Isolda: “Hacia donde vaya Tristán, ¿quieres, tú, Isolda, seguirle? En el país en el que piensa Tristán no brilla la luz del sol; es el país sombrío y oscuro del que mi madre me sacó cuando, en la muerte, me concibió”. Isolda responde: “¿Cómo huiría yo del país que abraza a todo el universo? Allí donde están la casa y la patria de Tristán e Isolda? Ella le sigue fiel y suya. ¡Enseña, pues, el camino a Isolda!”. 
   Tristán se inclina para besar la frente de Isolda, momento que aprovecha Melot, amigo íntimo de Tristán, que ama en secreto a Isolda  está lleno de celos, para tomarse la justicia por su mano y herir de muerte a Tristán. Con esto termina el segundo acto. 
  7.- El preludio musical del tercer acto es la música más triste jamás escrita. En él transcribe Wagner los motivos de Getsemaní y de la Crucifixión de los Ritos de las Escuelas de Misterios Cristianas. Hay en sus cadencias una desolación palpable, como el eco de la tragedia que se cierne sobre los amantes. De vez en cuando, el motivo del amor se hace oír, pero sobrenada un profundo sentimiento de soledad.
    Se desarrolla este acto en Bretaña, la tierra originaria de Tristán, donde el bueno de Kurvenal lo ha trasladado, herido. Están los dos sobre un acantilado que domina el mar. 
   Tristán, en coma, yace sobre un catre debajo de un limonero. Cuando recupera la consciencia - vuelve a su cuerpo físico - le dice Kurvenal: “Ahora estás en tu casa, en tu hogar y en tu país”. A lo que Tristán contesta: ”¿Tú crees? Yo creo que ocurre de otra forma, pero no puedo decírtelo. No me quedé donde desperté, pero donde quedé, eso no te lo puedo decir… He estado allí donde he estado siempre, donde voy siempre, al vasto reino de la noche del mundo, donde sólo tenemos un único conocimiento, el divino eterno olvido”. El Ego de Tristán ha estado, pues en el espacio denominado Sala del Silencio debido a que sus actividades espirituales son tan intensas que, al conocimiento físico, parecen inertes, ya que así aparece a los ojos de la carne todo lo que no ven las fuerzas atómicas de las que ella está compuesta. Wagner describe aquí esa gran tranquilidad que sólo lo es para los sentidos físicos. Hablando de este tema, escribió Wagner: “todo me es extraño y muchas veces regreso con hambre del país del nirvana. Pero el nirvana, rápidamente, se transforma en Tristán”. 
   Kurvenal, la personalidad, sin embargo, no puede ni seguir ni comprender los vuelos del espíritu iluminado a los mundos espirituales.
    Kurvenal ha hecho llamar a Isolda. La tierra toda, el mar y el aire se llenan de luz con el místico poder de su venida. Ya se avista el barco en el que Isolda se aproxima.
    Tristán, exultante, describe el Cáliz del Amor y su sentido místico y dice: “El brebaje terrible que me ha consagrado al tormento lo he preparado yo mismo. En la desgracia de mi padre y el dolor de mi madre, en las alegrías y los llantos, en los placeres y las heridas, he hallado los venenos para confeccionarlo”. Un resumen real de las experiencias de un alma tan evolucionada, recapitulando sus distintas vidas en las que fue padre y madre y amante. Sólo cuando uno puede leer el registro de sus vidas pasadas puede extraer el alimento que nutre su cuerpo alma con el que se reviste para celebrar sus Bodas Místicas.
    Tristán sufre aparentemente un delirio y, con el acompañamiento de música etérea, describe la visión de Isolda flotando hacia él sobre los mares: “¡Qué alegría, Isolda viene hacia mí!”
    Se escucha la voz de Isolda que se aproxima: “¡Tristán, amado mío!”. 
    Tristán contesta: “¿Cómo? ¿Oigo la luz? ¡Ya voy!, ¡Ya voy!”. Se incorpora y, tambaleándose y desprendiéndose de los vendajes de su herida sangrante, va hacia Isolda, en cuyos brazos muere. 
    Con esa pérdida de sangre que le arrebata la vida, experimenta la agonía total del Rito de la Crucifixión, que tiene lugar cuando se ha alcanzado el nivel de conciencia en el que son sublimados los placeres y las penas. A ese nivel, el discípulo no debe ser afectado emocionalmente ni por el dolor ni por el placer. Ha de ser capaz de aceptar a ambos como partes esenciales de la experiencia vital que ha de ser incorporada como alimento del espíritu, para su propia evolución. 
   El derramamiento de sangre tiene un profundo significado esotérico, ya que es inseparable de la consecución mística y siempre tiende a la purificación. 
     Se cuenta que llevaron a San Juan un crucifijo en el que las cinco llagas del cuerpo de Jesucristo habían sido representadas como cinco ojos. Y San Juan exclamó: “Sólo un hombre sabio puede haber hecho esto porque, ¿no son siempre las heridas avenidas para la luz?”.
     Llega Mark, al cual Brangane ha revelado el cambio de filtros que hizo, y que acude presuroso a salvar a su amigo querido Tristán, antes de que sea víctima de los que quieren vengar la ofensa que, según ellos, ha infligido al rey. Kurvenal mata a Melot pero es herido de muerte y se aproxima a Tristán, toma su mano y muere a su lado diciendo: “¡Tristán, amigo querido, deja que el fiel se vaya contigo!”. No olvidemos que Kurvenal representa la personalidad, que ha de morir, identificada con el espíritu, cuando éste alcanza la cumbre de la consecución. 
   La preparación final para la culminación del Matrimonio Místico la constituye la completa subyugación de la naturaleza inferior - muerte de Melot - y la dedicación completa de la personalidad como canal del espíritu - muerte de Kurvenal.
   Isolda, que parece no comprender lo que sucede en su entorno, sostenida por su sirvienta, se dirige hacia Tristán. Gradualmente, su rostro se ilumina con una etérea luz y, rodeada de las armonías del incomparable motivo musical del Amor-Muerte, exclama en un rapto místico: 
   “¡Qué dulce y ligera es su sonrisa! ¡Cómo abre tiernamente los ojos! ¿Lo veis, amigos? ¿No veis cómo brilla cada vez más radiante, cada vez más fuerte, rodeado de estrellas? ¿Acaso no podéis ver cómo su corazón se inflama y cómo su pecho late sublime y fuerte, cómo de sus labios se escapa un dulce aliento, delicioso, suave y delicado? Amigos, mirad: ¿No lo veis? ¿No lo sentís? ¿Soy yo la única que escucha esa melodía que, tan ligera, tan maravillosa, suspirando de felicidad, diciéndolo todo con suavidad, dulce y conciliadora, se escapa de él, toma impulso y penetra en mí, mientras su sonido bendito resuena en torno mío? Estas voces más claras que me rodean, ¿son ondas de suaves brisas? ¿Son olas de perfumes deliciosos? ¡Cómo se hinchan, cómo me embriagan! ¿Debo respirar? ¿Debo mirar? ¿Debo saborearlas, sumergirme en ellas y, dulcemente, evaporarme en sus perfumes? En la masa de las olas, en el trueno de los ruidos, en el Todo que respira el aliento del mundo, ahogarme, hundirme, perder la conciencia… ¡Voluptuosidad suprema!”. 
   Isolda se desprende de los brazos de Brangane, se aproxima a Tristán y lentamente se desploma, muerta, a su lado. 
   8.- Tristán e Isolda no han encontrado la muerte, sino la vida inmortal. El nivel de su amor no tiene comparación con el humano. Han sustituido la conciencia personal por la conciencia de Dios. Se encuentran en ese mundo en el que Todo es Uno y Uno es Todo. Lo finito se ha vaciado en lo infinito y universal. Los dos se han hecho uno con el otro y con el vasto latido del corazón del mundo.
   La música del cántico de Amor-Muerte de Isolda contiene, expresados de modo magistral, todos los gozos del Rito del Matrimonio Místico, que supone la máxima consecución del hombre. Es la música más elevada jamás compuesta. Nadie puede escucharla sin sentirse elevado y estimulado espiritualmente. Un oyente sensible  con conocimientos ocultos llega a ser consciente del descenso de bendiciones que le envuelven y permanecen cuando la melodía ha regresado ya a su hogar celestial. 
    Los divinamente inspirados son siempre utilizados como canales para divulgar verdades que ellos mismos no son conscientes de transmitir. Wagner escribió: “Tristán es para mí un milagro. He sido siempre incapaz de comprender cómo pude producir algo así”. 


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