lunes, 30 de diciembre de 2013

EL JUEZ



EL JUEZ
por Francisco-Manuel Nácher 

 - ¿Amigo juez, por qué juzgas a tu hermano?
 - Porque ha infringido la ley.
 - ¿Y tú nunca has infringido la ley?
 - Sí.
 - ¿Y te han condenado por ello?
 - No, porque mi delito no lo conoce nadie.
 - ¿Lo conoces tú?
 - Sí. Lo conozco.
 - ¿Y te ves con derecho a condenar a tu hermano por hacer lo 
mismo que tú has hecho?
 - No. En el fondo de mi alma sé que no tengo derecho. Pero la 
sociedad debe funcionar. Debe haber quien juzgue y quien 
castigue, aunque ese juez haya delinquido también.
 - ¿Y en nombre de quien debe juzgar ese juez?
 - En nombre de la Justicia.
 - ¿Una justicia que lo es sólo para aquéllos cuyo pecado ha sido 
descubierto?
 - Sí. Esa es la conclusión.
 - ¿Y te satisface esa sociedad?
 - No. No me satisface. Pero, ¿qué puedo hacer? ¿Gritar a los 
cuatro vientos que yo también he delinquido y soy indigno de 
condenar a mi hermano? Entonces otro ocuparía mi puesto y todo
seguiría igual.
 - ¿Todo seguiría igual para quién?
 - Para la sociedad. Y para aquéllos cuyo delito se descubre.
 - ¿Y para ti?
 El juez calló. Y el aleteo de un ángel iluminó su rostro por un 
momento.

* * *

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