martes, 31 de diciembre de 2013

EL PENSADOR



EL PENSADOR
por Francisco-Manuel Nácher

- ¿Qué es un pensador?
- Es alguien que piensa.
- Todos piensan, ¿no?
- Sí y no. Aunque parezca mentira, casi nadie piensa, en el verdadero sentido de la palabra. Pensador es el que se plantea las cosas de nuevo y trata de explicarlas con su propio esfuerzo de un modo razonable e inteligible.
- ¿Por ejemplo?
- Por ejemplo: Todo el mundo está concienciado de que comer en 
exceso es malo para la salud, de que fumar perjudica y de que el alcohol es dañino. Y todo el mundo tiene una serie de amigos y de parientes entrañables a los que quiere de veras y a los que desea lo mejor.
- ¿Y qué?
- Pues que, cuando recibe uno en su casa a esos amigos y parientes a los que tanto quiere, para demostrarles su cariño, los obsequia con comidas abundantes e indigestas y luego les ofrece alcohol y tabaco con lo cual, si no está acortándoles la vida, por lo menos, está minando su salud. ¿Es razonable?
- No. No es razonable, lo reconozco.
- Entonces hemos de deducir que los que así actúan lo hacen porque no han pensado, porque es corriente hacerlo así. Pero no porque lo hayan pensado, pues nada más lejos de su intención que perjudicar a sus seres queridos.
- ¿Otro ejemplo?
- Ejemplos los hay a miles. Prácticamente cada cosa que hacemos sin haber reflexionado sobre ella es un ejemplo: Piensa en el afán competitivo que se inculca a los niños (hay que ser el primero de clase), el que se vive en el deporte (hay que ganar el campeonato), piensa en el sistema de las oposiciones ( hay que sacar plaza a costa de un compañero con las mismas ilusiones y los mismos derechos), en la vida empresarial (hay que ser más competitivo que los demás para captar sus clientes), etc. ¿Crees que es razonable, por un lado, considerar al prójimo como un enemigo y, por otro 
lado, clamar, como se clama, por un mundo en paz y contra la violencia?
- No. No es lógico.
- ¿Quieres más ejemplos? Ahí va otro: Piensa en la cantidad de
muertos y heridos que, cada fin de semana, produce el tráfico. ¿Quiénes son esos que mueren?
- No lo sé.
- Sí. Sí lo sabes. Son los que no han reflexionado lo suficiente sobre 
la necesidad de no cometer imprudencias, de no infringir el Código de la Circulación, de no conducir habiendo ingerido alcohol... Es decir, los que, pudiendo pensar, no han pensado.
- Verdaderamente, bien mirado, hay que reconocer que pensamos 
poco, que hay pocos "pensadores".
- Sí, hay muy pocos. Pero, ¿sabes por qué?
- No.
- Porque la mente es el último vehículo que hemos desarrollado en 
nuestra evolución. Es el que nos diferencia de los animales. Pero, a pesar de ser el más reciente, es el más poderoso y el más elevado.
- No entiendo eso.
- En nuestra serie de vehículos, y enumerándolos de más a menos 
denso, de más a menos viejo, de más a menos evolucionado, de más a menos activo, pero de menos a más poderoso, contamos con el cuerpo físico (compuesto de minerales); el cuerpo vital, que es el que lo anima, lo hace crecer, lo sensibiliza y hace posible su reproducción (compuesto de los éteres químico, de vida, de luz y reflector); el cuerpo de deseos o astral, responsable de nuestros deseos, sentimientos, emociones y pasiones (compuesto de materia de deseos); y el cuerpo mental, responsable de nuestras ideas y pensamientos, de la inteligencia y el razonamiento (compuesto de materia mental).
- ¿Tantos vehículos tenemos? ¿Y dónde estamos nosotros? ¿Dónde 
está el yo?
- El yo está aún por encima, aunque los ocupa todos. Él se vale de 
esos vehículos como medios de expresión en los distintos planos o mundos porque, para actuar en cualquier plano o mundo, es preciso disponer de un vehículo construído con la materia de ese plano.
- No lo acabo de entender. Es tan nuevo para mí...
- Es nuevo y no lo es. A poco que medites, oirás una vocecita en tu 
interior, o tendrás la sensación de que todo esto te es familiar, aunque no sabrías definir qué ni por qué causa.
- Quizá sí. Pero no recuerdo haber oído hablar de esos vehículos. Yo había oído hablar del cuerpo y del alma, pero nunca de una serie de cuerpos o vehículos.
- Sin embargo, los posees. Es más, forman parte de ti. Pero, a lo que íbamos era a demostrar que el pensamiento es la fuerza más impresionante que el hombre posee, ¿no?
- Sí, porque dijiste que la mente era el vehículo más poderoso del 
hombre.
- Bien. Vamos, pues, a ello. Lo comprobarás fácilmente. ¿Crees 
posible que cualquiera de las cosas que ha hecho el hombre haya sido hecha sin haber sido antes pensada?
- No sé. No se me ocurre nada.
- ¿Crees, por ejemplo, que esta mesa podría estar aquí si alguien no la hubiese hecho?
- No, claro.
- Y el que la hizo ¿crees que empezó a construirla sin haberlo 
pensado antes?
- No. Es imposible hacer algo sin pensar antes en ello. Por lo menos, a mí así me lo parece.
- Ciertamente, es posible hacer algo sin pensarlo, por ejemplo, odiar, aunque de eso trataremos luego, pero es imposible crear o fabricar algo con materiales físicos, sin haberlo pensado antes.
- ¿Cómo se produce, pues, la creación de algo?
- Primero, el creador piensa. Y ese pensamiento en el mundo mental, cuya materia es infinitamente plástica y obedece instantáneamente las órdenes mentales, se concreta en una idea o modelo, el cual puede el "creador" ver en su mente cuantas veces quiera y reformarlo o perfeccionarlo con nuevos pensamientos, gracias a la plasticidad de la materia mental.
- O sea, que si yo pienso hacer una silla, primero pensaré en ella de 
un modo vago y luego iré imaginando sus detalles.
- Necesariamente. Todos los detalles tendrás que verlos mentalmente antes de plasmarlos en la silla que hagas.
- ¿Y después?
- Después, como la materia mental interpenetra a la materia de 
deseos, del plano o mundo inmediatamente inferior, esta imagen mental de la silla pondrá en funcionamiento la ley de atracción que rige en ese mundo, y te sentirás con deseos de hacerla. Entonces, como para hacerla - lo que en éste mundo llamamos "hacerla", puesto que en los mundos superiores ya está hecha - en el mundo físico necesitas materia física, te proveerás de madera, clavos, barniz, etc. e irás llevando a cabo la idea que  creaste, con lo cual aparecerá la silla en el mundo físico. Una silla obra 
tuya, efecto y consecuencia de tu propio pensamiento, que será su causa.
- Es subyugante. ¿Y siempre ocurre así?
- Siempre.
- ¿Todo lo que nos rodea ha sufrido ese proceso?
- Todo.
- En cuanto a lo que ha hecho el hombre, lo comprendo. Pero, ¿y los campos y los ríos y el cielo y el mar y las flores?
- El mismo proceso. Sólo que en ese caso el "pensador" no fue un 
hombre, sino un ser infinitamente superior a nosotros al que llamamos Dios.
- ¿Y nosotros mismos?
- También. Es lo que se llama la Creación del Hombre. Pero tampoco íbamos a este tema, que podemos tratar en otro momento. Íbamos a determinar por qué hay pocos "pensadores", ¿no?
- Sí.
- Pues bien. Ahora que has comprobado que nada se puede crear sin 
pensarlo antes, ya habrás visto que, dados los pocos creadores que hay en el mundo, deben ser pocos los pensadores, ¿no?
- Sí.
- Pensadores, en potencia, somos todos. Todos tenemos mente y 
todos la usamos, en mayor o menor grado, y todos creamos continuamente 
ideas. Lo que ocurre es que, según el dominio que hayamos adquirido de la mente, y ésta de los vehículos inferiores, sobre todo del cuerpo de deseos, seremos más o menos "pensadores", es decir, nuestros pensamientos marcarán o no nuestras actividades y, con ello, nuestra vida.
- No comprendo.
- Lo verás enseguida: Te he dicho antes que el vehículo 
inmediatamente inferior a la mente es el cuerpo de deseos y que es él el responsable de los sentimientos, deseos, emociones y pasiones, ¿no?
- Sí, me lo has dicho, pero no lo entiendo.
- Si alguien te insulta, probablemente tenderás a enfadarte, ¿no?
- Sí. Es lógico esperarlo así.
- Pues ese enfado no es más que una creación del cuerpo de deseos. 
No es creación de la mente. Es algo instintivo, irracional, algo que no reflexionamos. Lo sentimos y ya está. ¿No es así?
- Sí.
- ¿Y no ocurre lo mismo con el amor, la envidia, el miedo, la 
vergüenza, etc.? Son sentimientos reales, que todos experimentamos y sabemos, por tanto, que existen, pero no los podemos explicar racionalmente. ¿Cuántas veces se ha intentado describir el amor?
- Comprendo. Al no ser algo mental, no ha sido pensado antes, sino 
sólo sentido. ¿Es eso lo que quieres decir?
- Exactamente. Pero la materia de deseos está, a su vez, por encima e interpenetrando la materia del cuerpo vital y de la del mundo físico, ¿no?
- Sí. Según tu enumeración de mundos o planos y vehículos, así es.
- Por tanto, también las creaciones del mundo del deseo tenderán a 
plasmarse en realizaciones físicas.
- Sí.
- Pero esas realizaciones serán irracionales, puesto que la razón, que está más arriba, no ha tenido ninguna participación en su creación, ¿no?
- No. Claro, es lógico.
- ¿Y qué ocurrirá? Pues que, si tu sentimiento es de enfado por el 
insulto recibido, lo más probable es que ese sentimiento - dependiendo de su intensidad - se plasme en el mundo físico, por ejemplo, en forma de bofetada.
- Sí, puede ser.
- Y, si el sentimiento es de envidia, la consecuencia será algún dicho o hecho, derivado de ella.
- Claro.
- ¿Comprendes ahora los crímenes pasionales, por ejemplo?
- Sí. Comprendo su mecanismo.
- Vamos, por fin, pues, a llegar adonde intentábamos. Hemos dicho 
que los animales carecen de mente individualizada y esa es una de sus diferencias fundamentales con respecto al hombre. Por eso los animales actúan "animalmente". Simplemente, buscan lo que les gusta y repelen lo que les disgusta.
- Ya.
- Entre los hombres, en cambio, los hay en todos los grados de 
evolución. Hay quienes han dominado el cuerpo de deseos y es la mente la rectora, y son capaces de hacer algo aunque no les apetezca o, incluso, aunque les perjudique, porque la que manda es la mente. Éstos son los cerebrales. Y hay quienes son dominados aún por su cuerpo de deseos, que son los pasionales, los impulsivos, los viscerales, los irreflexivos, los  inmaduros, los imprudentes… Y, desgraciadamente, la mayor parte de la Humanidad está entre éstos últimos: Viven reaccionando a los distintos estímulos que les llegan de fuera a lo largo del día, pero sin pasarlos por el tamiz de su mente.
- Ya comprendo.
- ¿Comprendes ahora esos odios, esas reyertas, esas puñaladas, esos crímenes pasionales?
- Sí. Me imagino que obedecen a creaciones del cuerpo de deseos, 
ante un estímulo que consideran desagradable.
- Exactamente. Cada uno de los que intervienen en un hecho de ese tipo, individualmente y cuando luego reflexionan - y digo "reflexionan", lo cual quiere decir que están usando su mente - se asombran de lo que hicieron y se avergüenzan de haberlo hecho. Pero lo hicieron. ¿Por qué?
- Porque no pasaron el estímulo por el filtro de la mente.
- ¿Luego?
- No pensaron.
- ¿Luego?
- No fueron pensadores.
- Exactamente.
- ¿Y qué solución hay contra eso?
- Contra eso no hay más solución que adquirir el hábito de usar la 
mente siempre, de que la mente sea la directora. Pero, ojo; no para llegar a ser exclusivamente mentales, pues resultarían "hombres no humanos", valga la expresión, desprovistos de sentimientos. Lo que hay que lograr es el equilibrio, la unión de la mente y el corazón, hacer que nuestros deseos y nuestros sentimientos y nuestros impulsos obedezcan a los dictados de la razón, mientras ésta tiene en cuenta los sentimientos que responden a la norma ética. Es decir, sentir con la mente al tiempo que pensamos con el corazón. Ésa es la meta de la Humanidad. Por lo menos, la meta más inmediata.
* * *


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